Capítulo II. Lugo
Piérdete en cualquier verde
Datos del viaje
Coche: Kia Sorento HEV
Viaje: 1577 km
Consumo promedio: 7,2 l/100 km
Recorridos en Lugo: 700 km
Caminado en Lugo: 34 km
Punto de máxima altura: 1935 m
Punto de mínima altura: 5 m
Fotografías totales: 715
La provincia de Lugo es el lugar ideal para perderse. Un tapiz verde cubre hasta los rincones, rematado con pespuntes para sentir el paisaje mullido en la piel. No hay sitio malo en el que caer. Da igual dónde te pierdas siempre encontrarás verdes, diferentes verdes, luminosos, opacos, translúcidos, amarillos, negros y marrones. En Lugo hay verdes de todos los colores. Piérdete para conocerlos. En cada curva encontrarás otro matiz, otro color, otro hilo para la costura, hasta un violeta, por supuesto verde.
Si el verde fuera el color de la amabilidad, los lucenses también serían verdes. Te puedes perder donde quieras, que encontrarás con ese acento que envuelve y mima una respuesta para acurrucarte como en el color de la vegetación. Lugo es una cuna en la que te mecen, en cada recodo.
Si tienes combustible en el depósito, los neumáticos en buen estado y la presión correcta, nada hay que temer. Cada carretera de la provincia de Lugo se divide en otras dos y en cada cruce encuentras indicaciones que llevan a miles de aldeas. No es difícil encontrar carteles con siete nombres y parroquias divididas infinitamente, como una fuente con cerezas. Cada carretera se divide y subdivide hasta llegar a lugares recónditos, donde al menos los días de sol apetece llegar y quedarse.
Preguntar y que te acompañen en el coche
Desde que llevamos los navegadores en el coche y en el teléfono, dejamos de preguntar. En mi primer viaje, por Alicante, no pregunté nada y ahora me arrepiento. En Lugo he preguntado. Desde la chica italiana que en Vilabade llamó a Elena desde fuera de su casa cuando le pregunté, seguramente equivocado, si sabía dónde estaba un molino restaurado cerca de su pueblo, “le has ido a preguntar al única extranjera del pueblo”, hasta a Pepe, que subió conmigo en el coche para indicarme en Ribadeo dónde estaba el embarcadero de mineral de hierro que llegaba en tren desde Pontenova.
No tengas miedo a perderte y menos si estás en Lugo. Tampoco a preguntar. Me perdí en las carreteras y en la montaña. En la montaña conviene ser precavido, pero en días de buen tiempo y por zonas fáciles el único riesgo de perderse es desandar. Además, si arriesgas un poco, y te tiras por un camino a la aventura, te sientes perdido, no das con el camino, te esfuerzas entre la vegetación y al final encuentras la ruta que buscabas, la puedes llamar ruta 77, como la llamaron Lourdes y Rosa, cuando bajábamos del Mustallar. En esos lugares de vistas espléndidas, la sonrisa de felicidad y tranquilidad de Rosa, cuando por fin aterrizamos en un lugar seguro, ancho y de dirección clara, iluminó el paisaje.
Lugo tiene todo que ver. Déjate perder en Lugo. Descubre sin guía. Cada metro es una alfombra de placer. Personas, naturaleza, poblaciones, historia, infraestructuras antiguas… Todo. Para perderse.
Muy bonito reportaje! Y qué ojo tiene, señor Moltó “la única extranjera del pueblo”…
Jajaja
El nacimiento del Rio Miño, cerca de Meira, ya fue en su dia el lugar de encuentro de una Galaico-KDD de foreros de km77.
Ya ha llovido desde entonces (normal, dirán ustedes, tratándose de Galicia… )
Cuántas cosas bonitas, pero yo me quedo con la foto del Señor Moltó yaciendo en el lecho del río intercambiando calor con el mismo. Imagen imborrable!
¡Cómo he disfrutado con este segundo viaje! Nuestra tierra es única e infinita y aquí, en el secano, no estamos acostumbrados al verde de tantos colores.
¿Cuál va a ser el próximo destino?, ¿Soria, Teruel, Badajoz, Lérida, Huesca, Murcia? ¡Quiero más!