Capítulo II. Lugo.
Gracias
Datos de agradecimiento
Todos
Lugo ha resultado un lugar especialmente acogedor para este juntaletras que es feliz con un coche entre las manos para perderse.
El primer agradecimiento es para vosotros, los lectores de km77. La buena acogida y los maravillosos comentarios en el artículo sobre Alicante me han dado muchos ánimos. Estoy experimentando. Algunos reportajes saldrán mejor y otros peor. Necesito vuestra ayuda, indicaciones, apoyo y aliento. Muchas gracias por estar ahí.
El segundo agradecimiento es para Kia. Nos proporciona el coche y los medios para elaborar estos reportajes de La tierra me mueve. Millones de gracias. Espero descubrir cientos de rincones, de energías, de transportes, de carreteras y curiosidades en un Kia. Moverse y descubrir Nuestra Tierra, nuestra historia, nuestros medios de subsistencia pasados y actuales, la evolución del transporte, de mercancías y de personas, y cientos de curiosidades es para mí un placer infinito. Gracias a todas las personas de Kia que hacéis esto posible.
El tercer agradecimiento es para el Inspector Mera, de la Policía Municipal de Lugo capital. Sólo llegar a Lugo me ayudó a colocar el coche en La Mosquera, lugar cerrado al tráfico desde el día anterior a mi llegada a la ciudad. «Nuestro trabajo es dar servicio» me contestó cuando le di las gracias en persona. Muchas gracias, Inspector, porque si ése es su trabajo, lo hace usted de maravilla.
Gracias a Marcos Carbón, de Breogan Car, que también me atendió solícito al llegar al concesionario. No sabía quién era y, seguro que, con el aspecto que debía de llevar en la primera parada tras un viaje de 500 kilómetros, no pensó que fuera a comprar un coche. Sin embargo, me atendió con mucha amabilidad, me preguntó qué deseaba y, luego, me acompañó a buscar al «jefe», Benito Mayor, que también fue muy amable. El jefe de ventas de Breogan Car, José Luis Herrero, me sugirió que intentara hacer una foto en La Mosquera. Buena indicación. Gracias a todos. (A la próxima, tenéis que subir al Mustallar conmigo :)).
Gracias a Arturo Reboredo, periodista del Progreso de Lugo, por contestar a mis preguntas poco fundadas.
Millones de gracias a Rosa y a Lourdes, por adoptarme, por dejarme subir a vuestro lado hasta la cumbre del Mustallar y más allá. Por contarme detalles deliciosos de vuestros viajes y vuestras fiestas, por las fotos que me habéis dado y por cuidarme tanto sin conocerme de nada. Espero subir muchos más picos con vosotras y espero que seáis muy felices en cada uno de vuestros momentos. Rosa, ya sabes, perderse es maravilloso. ¡¡Pero no te pases :)!! Mil besos para las dos.
Me quedé sin conocer en persona a Jesús Lamela Escobar, dueño del Molino de Lamela. Me hubiera encantado. Estuve delante de su casa (gracias Hugo, de Rodinso, por la indicación), pero Jesús no estaba. Busqué y busqué y finalmente di con su teléfono. Me dio excelente información y sobre todo me envió unas cartas que son una joya. No tienen nada que ver con el Molino, pero sí con la vecina iglesia de Vilabade. Jesús, Suso, abrió una grieta en mi reportaje. Tengo datos inéditos de esas campanas. ¿No habría que perseguirlos? De momento me conformo con publicar la factura y las cartas, que no tienen precio. Muchas gracias, Suso. Gracias por restaurar el Molino, por cuidar del patrimonio y por conservar documentos valiosos. Vi la Iglesia de Vilabade. No le hice fotos. Tendré que volver, para fotografiarla y para tocar sus campanas con los dedos, ahora que sé de dónde vinieron y lo que costaron.
En Ribadeo, Pepe, que no era originario de Ribadeo sino de Vegadeo, en el margen asturiano de la Ría, se subió al coche para acompañarme y mostrarme dónde estaba situado el embarcadero. ¿Es posible ser más majo y amable? Gracias, Pepe.
Gracias, también, a un ciudadano anónimo de Pontenova, que a pesar de que estaba estirando tras una tarde de flexiones y de ejercicio frente a los hornos de incinerar carbón, me atendió amablemente. Me contó cosas de la mina, de los trenes, del almacén. Y me indicó una fuente de información enorme, la Oficina de Turismo de Pontenova, “que la atiende una persona que sabe mucho y que tiene buen material fotográfico”.
Mi último agradecimiento es precisamente para esta persona: J. Carlos Pardo. ¡Qué maravilla! Un millón de gracias por conocer la historia, por responder a las preguntas, por darme información de dónde puedo encontrar más material, por contarnos cómo llegaron las locomotoras al puerto de Ribadeo y cómo las montaron. ¡Esa historia de las locomotoras merece una novela! Gracias J.Carlos. Muchísimas gracias.