Capítulo III. Asturias
Río Nalón
El río Nalón es el más largo de Asturias y nace y muere en Asturias. Los ríos son siempre accidentes geográficos interesantes, porque la fuerza del agua en su caída sirve para mover molinos, para producir electricidad y también, para el transporte de mercancías en las zonas que son navegables. Además, el agua, que riega y da vida, lo decimos por no sé dónde en estos artículos sobre Asturias, vale más que el oro.
Un río tan corto como en Nalón, y con tanto desnivel entre su nacimiento y su desembocadura, no resulta prometedor como cauce para el transporte y mucho menos bidireccional. Pero antes de la existencia de carreteras y de trenes, encontrar un medio de transporte eficiente económicamente y rápido para el carbón de las cuencas mineras asturianas era una prioridad. La cuenca del Nalón era rica en carbón, así que, ¿por qué no utilizar el río para llevar el carbón hasta el mar?
Este es una de los proyectos, con obras realizadas y puesta en funcionamiento más increíbles que he leído nunca. El proyecto y la ejecución de Fernando Casado Torres (Biografía), que nació en 1757 y murió en 1829, apoyado, al menos inicialmente, por Melchor Gaspar de Jovellanos.
La vida de Fernando Casado torres es apasionante y también debió de serlo su formación. Viajó continuamente y era un avanzado en su época. Un solo apunte de su biografía:
«Fue comisionado al Arsenal de La Carraca (mayo de 1791) para montar una máquina de sierras que había proyectado en 1788, movida por una bomba de fuego de doble inyección. Terminado su trabajo se le comisionó a Asturias para localizar minas de carbón de piedra y levantar planos del río Nalón para hacerlo navegable. A los dos meses de haber comenzado sus investigaciones ya había descubierto ochenta y tres minas de carbón, localizadas en las márgenes del Nalón.»
Una alternativa al carro de bueyes
Aparte de sus viajes, sus ideas y sus conocimientos, sin duda ninguna, además de todo eso, Fernando Casado de Torres fue un hombre atrevido. Después de descubrir las 83 minas de carbón en los márgenes del Nalón se le planteó el problema de cómo hacer llegar el carbón al mar. En la página de la Fundación de las Ciencias y las Artes militares, lo relatan así:
«Los altos hornos y herrerías, de la cornisa cantábrica, las fundiciones de cañones de Liérganes y La Cavada, los astilleros y las carpinterías de ribera, entre otras industrias, estaban desforestando los montes del norte peninsular, debido a la gran cantidad de carbón vegetal que consumían en el último cuarto del XVIII.»
«Jovellanos estudió a fondo el precio del transporte del carbón, y se reunió con Fernando Casado de Torres, que ya tenía formado un proyecto de 25 minas en Langreo, cuyas bocas darían al Nalón (que se canalizaría hasta la desembocadura) para embarcarlo en chalanas, tripuladas por la marinería de Ferrol, y bajarlo hasta San Esteban de Pravia o Muros de Nalón.»
«La canalización resultó imposible, aunque, entre 1793 y 1801, logró evacuar 16.000 Tons, el remonte de las chalanas duraba hasta 10 días y, en invierno, las avenidas destruían lo hecho en verano; en 1803 se cerró. Jovellanos comprobó que las carretadas de bueyes salían más baratas. Pero, como los créditos para el Canal estaban concedidos, informó a Valdés sobre la política imprescindible para sacar a Asturias del atraso, que debía consistir en abrir carreteras».
Convertir el Nalón en un río navegable hace 230 años, para llevar el carbón en chalanas que luego había que remolcar corriente arriba, mediante animales que tiraban de ellas. Toda la obra de esclusas, presas y canales para salvar el desnivel que tuvo que hacerse hace más de 200 años, sin excavadoras, sin trenes, (¿habría grúas de vapor?), ni carreteras. Me parece inaudito. Todo a causa del genio de Fernando Casado de Torres. Se equivocó estrepitosamente, pero qué maravilla de error. Cuando él proyectó su idea, no podía sospechar que existiría la máquina de vapor ni el ferrocarril, ni mucho menos el motor de combustión, ni los camiones automóviles. La alternativa al río eran los carros de bueyes. Buscó una alternativa. Carísima y costosísima. Sí. ¡Qué maravilloso atrevimiento! Había leído sobre este asunto antes de llegar a Asturias. Pero el impacto verdadero lo tuve cuando vi el Nalón el día 27 de junio a su paso por Langreo. La profundidad del agua no parecía medir más de 30 centímetros. ¿Cómo es posible pensar en hacer navegar algo con esa profundidad, independientemente del desnivel? Qué dura debía de ser la vida sin automóviles, sin carreteras, sin camiones, sin trenes. Qué enorme despropósito visto desde nuestros días y qué grandeza de miras y de proyecto para intentar mejorar la eficiencia, el aprovechamiento de la energía y por tanto el nivel de vida de todos los ciudadanos que vivían de ese carbón. ¿Salió mal? Parece que sí. Pero la mayor equivocación radica en no equivocarse nunca.
En esta página denominada ¿Y si descubrimos Asturias?» cuentan bien y con gracia «El desastre de las chalanas».
En «El Comercio» publican un mapa de la navegabilidad del Nalón a finales del siglo XVIII