Capítulo III. Asturias
Museo de los Molinos
Datos del museo
El Museo de los Molinos de Mazonovo se encuentra en un enclave a orillas de los ríos Turia y Cabreira, en el municipio asturiano de Taramundi
Inauguración: 1 de Julio de 1998
Número de molinos: 18 (7 manuales, 6 hidráulicos, 3 para niños y 2 especiales)
En el plano del Museo de los Molinos, un PDF descargable, está escrito: «La diferencia entre los molinos de rueda horizontal y vertical de carga superior es el aprovechamiento del agua. Mientras el molino de palas rectas trabaja con un rendimiento del 13%, el de rueda vertical alcanza rendimientos de hasta el 80%. ello quiere decir que que con el mismo caudal de agua se puede moler seis veces más grano (…). Como parte negativa, los costes de construcción y mantenimiento son mucho más elevados».
Este Museo de los Molinos es un lugar hermoso para visitar con niños y para dedicar tiempo a explicarles cosas interesantes. Desde por qué era necesario moler el trigo, hasta por qué es importante aprovechar el agua con eficiencia, desde cómo eran los molinos hace miles de años, hasta cómo son en la actualidad.
Con el plano del Museo de los Molinos pongo en duda una información que me dijeron en el Museo de la Molinería de Morata de Tajuña. En este museo me dijeron que el molino movido por agua era un invento de Vitruvio y en el Museo de lo Molinos hablan de que se sabe con certeza que había molinos de este tipo entre el siglo V y el siglo III antes de Cristo. Vitruvio nació en el año 80 adC, por lo que ambas afirmaciones no son compatibles.
El valor del molinero
La historia de este museo es casi tan apasionante como la historia de la molienda de los cereales. Conviene leer el plano antes de visitar el museo. Por ejemplo:
«La regulación de la presión que la piedra superior ejerce sobre el grano es de vital importancia, ya que el grano, que en un 72% está formado por gránulos de almidón, al ser triturado entre piedras, sufre alteraciones en función de la presión ejercida y de cómo las piedras se encuentren picadas, de tal forma que se va a lesionar un mayor o menos porcentaje de gránulos de almidón. Estas alteraciones nos van a dar una formación diferente de la harina, aunque su apariencia externa y composición sean idénticas».
Hoy en día, conocemos la química y podemos medir la presión que ejerce una piedra sobre la otra con total precisión y la velocidad de giro de la rueda y la cantidad de grano que hay en cada momento entre las piedras (la cantidad de grano debe de influir en la presión), pero hace 200 años probablemente no conocieran por qué era necesario moler el trigo, ni cuánto, ni podían medir la presión, ni la cantidad de grano con la precisión actual…
Un buen molinero debía de valer su peso en oro. Y, probablemente, cada vez que cambiaran el rayado de las piedras, necesitaran un tiempo de adaptación a las nuevas condiciones para conseguir la máxima calidad de la harina.