El Microlino no es un coche como tal. Es un cuadriciclo eléctrico de 2,52 metros de la categoría L7e, que alcanza 90 km/h gracias a su motor de 12,4 kW de potencia. Su precio es de 22 990 euros y, en España, es necesario tener carné de coche para conducirlo. Quizá su rival más importante sea el XEV Yoyo que empieza en unos 15 890 euros. Del Microlino también hay una versión Lite que pertenece a la categoría L6a. Eso significa que se puede conducir desde los 15 años con permiso AM y está limitado a 45 km/h. Otros cuadriciclos equiparables a este Microlino Lite son el Citroën AMI o el Renault Twizy.
El centro de atención
El Microlino es el centro de atención allá por donde circula, más que un Ferrari o un Porsche. Hay quien lo señala e incluso quien sonríe a su paso (mayormente el público femenino). Desconozco qué piensan. Quizá les parezca un vehículo gracioso sacado de una película antigua o unos dibujos animados.
Este cuadriciclo tiene unas formas curiosas. Su diseño viene directamente derivado del Isetta de BMW. Digamos que es la interpretación moderna del Isetta pero con motor eléctrico. A su interior se entra por su única puerta, de gran tamaño, que está situada en la parte frontal de la carrocería. Algunas de sus alternativas como pueden ser el LIGIER Myli o el mencionado el XEV Yoyo tienen un diseño mucho más tradicional, con puertas laterales al uso.
El nivel de equipamiento, refinamiento de marcha o calidad del Microlino no se pueden comparar con las de un coche tradicional (categoría M1). El Microlino es un vehículo de uso casi exclusivamente urbano. En ese entorno tiene puntos fuertes, principalmente los que tienen que ver con su tamaño y bajo consumo.
En marcha
Lo primero que llama la atención es lo dura que es la dirección en parado ya que no tiene asistencia. En marcha esa dureza desaparece por completo y el volante se mueve con poco esfuerzo. Gracias a las dimensiones del Microlino es fácil realizar giros pronunciados con agilidad.
Si el asfalto no está en perfecto estado se nota que la suspensión es dura y seca, algo que es más o menos habitual en esta categoría de vehículos. El Microlino invita a evitar los baches. Y si no se pueden evitar, como ocurre con las bandas de plástico de limitación de velocidad, lo mejor es reducir mucho el ritmo. Otro aspecto que puede ser molesto durante la marcha es la cantidad de ruidos que se escuchan en el interior. Hay alguno que parece que tiene su origen en la transmisión, otros en el propio motor eléctrico y también hay crujidos en la carrocería. El Microlino recuerda lejanamente a algunos coches de competición y su falta de aislamiento.
La aceleración es correcta hasta 50 o 60 km/h si se acelera a fondo. Desde ahí hasta la velocidad máxima el incremento de ritmo es mucho más lento. Hay que tenerlo en cuenta si hay que incorporarse a una vía rápida ya que el Microlino puede circular legalmente por autopistas y autovías. A la hora de detenerse hay que pisar el pedal con fuerza ya que el sistema hidráulico de frenos no tiene servoasistencia.
Una de las cosas que más me han gustado a la hora de conducir el Microlino, además de lo bien que se mueve hasta esos 50 kilómetros por hora, es su sistema de alumbrado, que cumple bien con su misión. Consta de dos faros de led situados a los lados de la carrocería y separados de la misma por unos brazos que también dan soporte a los espejos retrovisores.
Dos plazas estrechas y un maletero grande
La puerta frontal se abre de forma automática (lleva un muelle, no un mecanismo eléctrico) y libera un hueco de grandes dimensiones para acceder al interior. El acceso me parece cómodo para una persona con una agilidad normal. Primero hay que levantar una de las dos piernas a una distancia considerable del suelo para plantar el pie en el piso del vehículo. En segundo lugar hay que doblar la espalda. Por último, hay que impulsarse (es más fácil si se usa el volante como punto de apoyo) hacia el asiento. Para una persona con poca movilidad la necesidad de levantar tanto uno de los pies para salvar el escalón que hay entre la calle y el piso del coche podría ser un gran impedimento.
El asiento de dos plazas se puede regular únicamente en sentido longitudinal. La anchura es justa para dos adultos, cuyos hombros van rozando entre sí y contra los guarnecidos de los laterales. El Microlino es mucho más estrecho por dentro que un Dacia Spring, pero no puedo compararlo con otros vehículos de la categoría L7e. El maletero es grande para el tamaño exterior del vehículo: tiene 230 litros.
Salpicadero y detalles
La instrumentación se ve en una pantalla configurable (tiene dos modos de visualización) que no da mucha información, aunque sí la suficiente. En el centro hay un pequeño display táctil desde donde se puede conectar la ventilación (en tres niveles), la calefacción de resistencias eléctricas (sólo hay una intensidad) o activar la función para descongelar el parabrisas y la luneta. Por detrás de ese pequeño display central está escondido el pequeño botón que sirve para desbloquear la puerta (lo reconozco: me costó encontrarlo y las primeras veces tenía que abrir la puerta pulsando el botón que está en el exterior de la carrocería y por debajo del faro derecho).
En la zona derecha del salpicadero, enfrente del acompañante, hay un soporte para un teléfono móvil y una cinta de cuero a modo de tirador para cerrar la puerta. No hay cajones con tapa por ningún lado, aunque sí algún receptáculo. Todo muy sencillo y minimalista, si no fuera porque hay ¡cuatro! tomas USB distribuidas por el interior.
Batería y autonomía
El Microlino disponible en España tiene una batería de 10,5 kWh de capacidad (en otros mercados hay otras dos de 5,5 y 15 kWh), que da para una autonomía homologada de 177 kilómetros (WLTP). En mi caso he llegado a hacer unos 120 en un uso cotidiano de ciudad y alrededores, conduciendo sin buscar el menor consumo y con temperaturas suaves (entre 14 y 20 grados). La recarga se puede hacer a una potencia máxima de 2,2 kWh (similar al XEV Yoyo) lo que implica que son necesarias unas 5 horas para pasar del 0 al 100 % de la batería. El Microlino que he conducido venía con un cable específico para cargador de coche eléctrico, por lo que no era posible enchufarlo a una toma de electrodoméstico.
El Microlino está fabricado por Micro Mobility Systems, una empresa suiza que fabrica, además del Microlino, patinetes eléctricos y tradicionales.