Los primeros compases de 2021 están siendo, cuanto menos, intensos. Dicen que a perro flaco todo son pulgas y desde luego parece que el refranero popular vuelve a tener razón. A los efectos de una pandemia que parece no tener fin, estos días tenemos que añadir los que Filomena está causando en muchas zonas del país.
Frío, nieve y hielo son habituales en estas fechas, pero lo de este año «se ha ido de madre». Y como siempre ante este tipo de inclemencias, en muchos medios de comunicación florecen los artículos de circulación sobre superficies deslizantes o colocación de cadenas. En esta santa casa hemos hecho lo propio contando una aventura que Alfonso protagonizó el pasado fin de semana (os la recomiendo, es entretenida y además tiene información valiosa).
Pero además hay un tema de conversación recurrente que me resulta especialmente llamativo. No se trata habitualmente en artículos (o al menos yo no he dado con ellos), pero aparece de manera insistente en foros o incluso en conversaciones distendidas entre amigos: los SUV y su utilidad, más aún en estos momentos de circulación complicada. Desde hace mucho tiempo tenía ganas de tratar el asunto y plasmar mi opinión porque, como he comentado, me parece llamativo e interesante.
Creo que a nadie le pillará por sorpresa escuchar algunas opiniones y comentarios sobre ellos, tales como «no sirven para nada», «consumen más», «son inestables» y muchos otros. No seré yo quien confirme o desmienta dichas afirmaciones, pero sí que me gustaría romper una lanza a favor de este tipo de coches porque creo que, en muchos casos, se les trata de manera injusta. Y no lo hago con el objetivo de convencer a nadie (cada cual es dueño de tener su opinión), sino para dar a conocer un punto de vista que, creo, es interesante y puede hacer pensar.
Las personas que disfrutamos conduciendo damos mucho valor a aspectos como la postura de conducción, las reacciones del vehículo, el tacto de los mandos y en definitiva, lo que transmite al volante. Y es loable, pero lo cierto, nos guste o no, es que somos una minoría. Ahí fuera hay un abanico de gustos y preferencias amplísimo y aunque desde nuestra visión nos parezca un tanto extraño, los SUV encajan perfectamente en muchos de ellos y pueden ser una compra muy racional. Es una cuestión de prioridades y por lo tanto, con tantas variables como personas hay.
Son vehículos con un centro de gravedad más alto que un turismo convencional, es cierto, y por normal general se desenvuelven peor cuando hay muchas curvas. Además suelen tener una resistencia al avance mayor que, en la mayoría de los casos, da como resultado una merma en las prestaciones y un aumento del consumo. Pero también tienen varias ventajas, algunas de ellas muy importantes: los asientos están situados en una posición más elevada y por lo tanto, permiten tener una visión un poco más amplia del tráfico circundante. Además, el acceso al habitáculo es mucho más sencillo y cómodo (especialmente para personas mayores o a la hora de colocar niños en sillitas infantiles) y por norma general, en las plazas traseras hay un mayor número de atenciones hacia los pasajeros: cortinillas para las puertas, banquetas corredizas, respaldos con ajuste de inclinación o incluso mesitas de tipo avión.
Y sí, es cierto, hay SUV que no cumplen con las ventajas mencionadas, o al menos no con todas, pero es algo que ocurre con todos los vehículos a la venta, sean del tipo que sean: los hay mejores y los hay peores. ¿O acaso todos los monovolúmenes pueden llevar a todos sus pasajeros de manera confortable? ¿Y todos los turismos son ágiles y estables? La respuesta es clara: no.
Estos días de nieve y hielo todos hemos visto imágenes de SUV atascados, patinando y sin posibilidad de avanzar. Y junto a ellas, muchos comentarios jocosos y criticas hacia este tipo de vehículos. Pero no nos llevemos a engaño, la incapacidad de avance no viene dada por el tipo de carrocería (o no por completo), sino por la habilidad que el conductor tenga en este tipo de situaciones y sobre todo, por los neumáticos que monta el coche en cuestión. Los SUV, con unos neumáticos adecuados, son incluso mejores que los turismos convencionales en este tipo de superficies, dado que la altura libre hasta el suelo es superior. Y peores que los todoterreno puros, por supuesto, pero es que por norma general no están pensados para circular habitualmente por vías con dificultades.
Otro argumento muy manido por los detractores de este tipo de vehículos es su falta de estabilidad. O mejor dicho, la merma de la misma con respecto a turismos de longitud similar. Y no estoy del todo en desacuerdo, pero con matices. En km77 llevamos ya unos cuantos años realizando las maniobras de esquiva y eslalon en circuito y aunque hemos tenido algunos resultados muy malos con varios SUV (Nissan Juke 2014, Kia Sportage 2018 o Mazda CX-3, por ejemplo), no es menos cierto que muchos otros han reaccionado de manera ejemplar (Renault Kadjar 2019, Audi Q8 2019 o Peugeot 5008 2017), mejor incluso que una amplia mayoría de turismos.
La compra de un vehículo, ya sea nuevo o de segunda mano, suele suponer un desembolso importante y por lo tanto, está sujeta a un estudio previo en el que se incluyen muchas variables (precio, tamaño, potencia, opiniones, etc). Y en base a esos factores (principalmente), tanto mis compañeros como yo tratamos de orientar a los lectores que periódicamente nos preguntan acerca de qué coche comprar. Pero hay otro factor, quizá menos racional, pero sí determinante en muchos casos y sobre todo muy personal: el estético, el pasional. Los coches entran por los ojos y a mucha gente le parece que un SUV es más atractivo que, por ejemplo, un turismo o un monovolumen. Y ante esto no hay mucho más que decir: para gustos, colores.
Mi coche particular es un turismo familiar que normalmente cubre bien mis necesidades. Ahora bien, he de reconocer una cosa: tras probar muchos SUV, utilizándolos para llevar niños, hacer la compra y, en definitiva, para los quehaceres diarios (además de para las pertinentes pruebas, sesiones de fotos y demás, por supuesto), en muchos casos me ha costado devolverlos porque sencillamente, me hacían la vida más fácil. Sí, no se desenvuelven tan bien en curvas, el tacto suele ser más artificial y gastan más, pero en el día a día son vehículos muy agradables y que cumplen muy bien con su misión: llevarnos de un sitio a otro sin grandes inconvenientes.
Como he comentado unos párrafos más arriba, con estas líneas no quiero convencer a nadie sobre la validez de los SUV, sino sencillamente dar a conocer mi experiencia y mi punto de vista sobre ellos. No descarto tener uno en el futuro, ¿por qué no? Como tampoco descarto tener un descapotable biplaza, un monovolumen de siete plazas o una pick-up. Todo dependerá de las necesidades de cada momento.