Hace unas semanas probé un SEAT Arona, un coche que esperaba con algo de impaciencia después de haber tenido entre mis manos y durante unos cuantos días un Audi R8 y un Mercedes-Benz GLE Coupé 350 d e.
La verdad es que he disfrutado mucho de él, aunque cueste creerlo. Cabe holgadamente en mi garaje, he podido aparcarlo en la calle puntualmente sin incertidumbre de lo que me encontraré a la vuelta. En definitiva, lo he usado con libertad y para mi eso es muy importante.
Pero es que este Arona no sólo me ha gustado porque es un coche normal que permite llevar una vida normal. También ha hecho sorprendentemente bien la maniobra de esquiva, mucho mejor que los Arona de la generación anterior (vídeo de la maniobra de esquiva y eslalon del Arona 2017) y mucho mejor que coches de mayor precio y reputación. Os lo contamos en el vídeo correspondiente (vídeo de la maniobra de esquiva y eslalon del Arona 2021). Me pregunto si SEAT habrá modificado el Arona 2021 gracias a los vídeos de km77.com. Nos alegramos si acaso hemos contribuido a que se mejore la seguridad de este modelo. Y si no, también nos alegramos de que ahora el Arona sea un producto mejor.
El motivo por el cual me he puesto a escribir este post tiene que ver con el funcionamiento de los asistentes a la conducción, asunto que cada vez tiene más peso en los coches modernos y, por ello, hay que darle cada vez mayor cuota de protagonismo. Con este SEAT Arona hice un viaje por autopista de 700 kilómetros, la mitad de ida y la mitad de vuelta. Me propuse completar ambos desplazamientos usando todos los asistentes disponibles. Es algo que no he hecho anteriormente con otros vehículos de forma prolongada, ya que normalmente he acabado desquiciado después de un rato.
He de decir que los asistentes del Arona me han ayudado a llegar más descansado a mi destino por autopista y con tráfico fluido. No sé si se debe a que el funcionamiento de este tipo de tecnologías ha empezado a ser decente o que, por fin, ha habido un click en mi cabeza dura y ya me estoy acostumbrando a ellas. Seguro que son ambas cosas. Algo parecido me está sucediendo con las superficies táctiles de los volantes y las pantallas: cada vez me parecen mejores y eso que al principio no me convencían nada.
Travel Assist
El asistente en el que me quiero centrar del SEAT Arona es el Travel Assist (novedad en la gama 2021), que está compuesto por el trabajo conjunto del programador de velocidad activo (ACC) y del asistente de cambio involuntario de carril. Mi viaje de ida lo hice ajustando el programador de velocidad activo a 130 km/h.
El funcionamiento del ACC tiene cosas que me agradan, como que en vías de varios carriles por sentido con poco tráfico, no rebasa por la derecha a vehículos que circulan a una velocidad inferior (algo que sí hacen otros sistemas de este tipo, como el del Renault Arkana). También me parece que mantiene bien la distancia con el vehículo que nos precede, sin aceleraciones bruscas cuando este se aleja, ni con frenazos molestos cuando reduce su velocidad. Si un coche se pone delante de nosotros pero circula a una velocidad superior, el Arona parece dudar durante un momento de qué hacer, pero finalmente no frena. Todo correcto.
Y aquí viene lo malo. No me ha gustado cómo funciona el programador de velocidad activo cuando vamos por detrás de un vehículo más lento y queremos adelantarlo. El Arona (como la mayor parte de coches del mercado equipados con ACC) no empieza a ganar velocidad hasta que se encuentra completamente centrado en el otro carril. Eso hace que las maniobras sean lentas, se vean raras desde el punto de vista de otros conductores e, incluso, resulten molestas. A mi me pone muy nervioso, he de confesarlo. El pilar básico de la conducción es la anticipación y muchos asistentes no se anticipan porque muchas veces no saben bien cuántos coches hay a su alrededor, ni lo que está sucediendo delante de la furgoneta -por poner un ejemplo- que nos precede.
Pero hay solución. Para que el programador de velocidad activo no nos haga parecer un conductor malísimo hay que ayudarlo con nuestros ojos y nuestra capacidad de anticipación. Vamos, hay que asistir al asistente. ¿Cómo? Pues forzando al vehículo a que gane algo de velocidad —pisando el acelerador— a la vez que emprendemos el cambio de carril. De esa forma la conducción es mucho más natural. El resto del tiempo, cuando no hay coches a los que rebasar, sí podemos ir despreocupados del acelerador, aunque no sepamos qué hacer con el pie derecho. Los coches autónomos del futuro van a necesitar un reposapiés adicional.
A la vuelta de ese viaje, por la noche, el Arona me sorprendió para mal. Ajusté el programador de velocidad a 120 km/h (10 km/h menos que durante el viaje de ida para compensar, solo un poco, la menor visibilidad) y le dejé hacer su trabajo aunque mi pie presionaba el acelerador cada vez que era necesario anticipar las maniobras. Pues bien, a los pocos kilómetros me di cuenta de que las luces de freno se encendían a menudo cada vez que el Arona reducía un poco su velocidad para ajustarla con la del vehículo de delante. Es otra cosa que no haría un buen conductor, que dejaría que la retención que da el motor y la resistencia aerodinámica hicieran ese trabajo. Sé que el coche está programado para que a partir de un determinado valor de deceleración, se enciendan las luces de freno. Pero no me negaréis que queda fatal e incluso puede despistar a otros conductores.
Asistente de cambio involuntario de carril
El asistente de cambio involuntario de carril mueve la dirección para mantener al coche dentro de las marcas que delimitan el carril. No hay que confundirlo con el más avanzado asistente de centrado en el carril, que mantiene al coche en el centro. Para la autopista me parece ideal. Está calibrado de tal forma que permite trazar un poco las curvas y aproximarse al vértice de las mismas sin que se active. Eso me parece muy bien porque, al menos yo, tengo una tendencia natural a dibujar las curvas con visibilidad lo más rectas que puedo (pero sin pisar las líneas), en lugar de ir exactamente en el centro del carril. La mayor utilidad del asistente de carril lo veo en rectas largas y monótonas, ya que el conductor puede hacer su trabajo un poco más relajado. El asistente interviene con movimientos suaves y poco intrusivos en la dirección, que generalmente ayudan y no molestan.
Reconocimiento de señales de tráfico de velocidad
Este SEAT tiene reconocimiento de señales de tráfico de velocidad, pero esta lectura no afecta al funcionamiento del programador de velocidad activo. Casi mejor. Hace unos días probé el Mercedes-Benz GLE Coupé en el que sí se comunican el programador de velocidad y el reconocimiento de señales de tráfico y la experiencia fue un fiasco. Perdí la cuenta del número de veces que el coche se frenó en el carril derecho de la autovía (pero también en el izquierdo) porque confundió la señalización de la vía de servicio con la principal. Esa función se puede desactivar, que es lo que yo haría seguramente desde el mismo momento en que saliera del concesionario, en vista de su resultado.
Detector de fatiga y frenada automática de emergencia
Hay otras cosas que he probado, como el detector de fatiga. En mi viaje de vuelta, se activó después de conducir casi tres horas seguidas. Es posible que ya estuviera algo cansado, realmente lo desconozco, porque uno a veces no se da cuenta de que está empezando a conducir de forma algo errática. Pero una vez que saltó el aviso en la instrumentación intenté concentrarme más, y de eso se trata.
También he usado el sistema de frenada automática de emergencia, que me alertó en la ciudad de una frenada más o menos brusca del vehículo que me precedía mientras yo estaba con la guardia baja. Si hubiera llevado un coche sin este sistema no creo que me hubiera chocado con el de delante, pero habría reaccionado algo más tarde.
Soy plenamente consciente de que los asistentes del SEAT Arona que he citado hasta aquí no son nuevos sino que llevan en el mercado varios años en coches de mayor precio. Pero como decía al principio, ha sido la primera vez que me encuentro satisfecho con su funcionamiento en un desplazamiento largo. Me han ayudado, una vez que me he acostumbrado a utilizarlos y a sus peculiaridades.
Por último, me gustaría añadir la calidad de los faros de led que llevan las versiones altas de gama del Arona (hay otros más rudimentarios para los Arona de acceso, llamados EcoLed). Sencillamente me parecen unos faros impresionantes por su potencia, intensidad y tamaño del haz de luz para un coche relativamente básico. No tienen funciones de oscurecido selectivo (Matrix), luz láser, etc., pero me parecen muy buenos igualmente. Es reseñable el nivel, ya no sólo de iluminación, sino de casi todo, que están alcanzando muchos coches de gama media.
Y esta ha sido parte de mi experiencia con el SEAT Arona 1.0 TSI 110 CV. He de acabar que estoy un poco preocupado. Siempre me he considerado un aficionado a conducir y resulta que ahora me agrada que unos sensores hagan parte de ese trabajo en mi lugar…. Es lo malo de la tecnología y las comodidades, una vez que las pruebas, muchas veces no hay marcha atrás.