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Range Rover SDV8 (2013) Autobiography

Flan selector

Esta sección es marginal, al menos tanto como su autor y como los coches que aparecerán en ella. Buscaré en esta sección destacar coches representativos y poco representados o de encontrar el grial de la diversión al volante al menor precio.  Inauguramos la sección con un coche poco común: un Range Rover SDV8 (2013) Autobiography. Cuarta generación de este modelo.

Los Range Rover tienen unos ciclos de obsolescencia más largos que muchos otros productos equivalentes; esto era algo muy característico de los fabricantes ingleses, que dejaban que sus coches adquiriesen solera, y al final tanta adquirían que los que se quedaron tomando el sol fueron los propios fabricantes; a día de hoy apenas si queda un fabricante inglés (MINI hace coches alemanes con motores franceses, TVR habló ruso un rato y ahora anda en un limbo chungo, Rover habló un tiempo alemán para pasar a esforzarse con el chino y ahora sólo se habla con ellos poniendo un médium y Land Rover, motorizada por americanos y alemanes habla ahora indio de la mano de Ratan Tata). Así ad infinitum.
La primera generación (1970-1996) se fabricó durante 26 años coexistiendo con la segunda (1994-2002), ya bajo propiedad de BMW y que fue tan electrónicamente desastrosa como agónicamente submotorizada; la tercera y predecesora, ha aguantado desde 2002 hasta finales de 2012 y ya parecía un poco rústica de más. Con solera. Pero se conducía como un camión.

Conducción

Se comporta sorprendentemente bien dado el volumen, apenas cabecea, vira plano -al menos en esta versión con estabilizadoras activas- y sin la inclinación de sus ancestros , que parecían un castillo hinchable,  y todo ello sin recurrir a los tarados absurdos de la generación saliente del muy neurótico Range Rover Sport cuya rigidez de suspensión para su escaso rendimiento se antojaba, más que incómoda, molesta.
No es un Cayenne, que me parece la referencia en comportamiento, pero tampoco pretenden que ésta gama compita con Cayenne, X5 y equivalentes, bastante alejados en precio; de hecho Range Rover parece destinar la gama Sport a éste cometido.
La experiencia de conducción en autovía/autopista es precisa pero remota y por eso resulta un coche ideal para viajar; en carretera revirada se comporta mejor de lo esperado pero lo remoto de su conducción y lo antinatural de la ausencia esperable de balanceo en esta situación hace que uno no se anime a buscarle las cosquillas al edificio, además, uno no se imagina a la reina de Inglaterra yendo despepitada por el countryside con uno de estos.

En la imagen, a bordo, Celedonio escuchando heavy metal, o no sé qué haría, la verdad


Al coche se le han hecho varias actualizaciones del firmware de gestión y se han resuelto varios problemas que presentaba de entre los que destaco:
Suspensión.- Al principio, los tarados de amortiguación en compresión resultaban algo secos, y el update  pareció poder distinguirle al sistema la equipación de llantas de diverso tamaño que puede montar el coche (las llantas más pequeñas equipan neumáticos que al tener un perfil más alto ayudan a filtrar las irregularidades). El coche tras este update pareció tener un recorrido en compresión más dulce con las llantas de mayor tamaño (22 pulgadas). Verás cómo sale alguien con lo de por qué decir update pudiendo decir actualización.
Cambio.- El cambio ZF de ocho marchas tenía un funcionamiento abrupto con transiciones poco suaves, y en ocasiones dudaba si engranar una marcha u otra y se quedaba vacilando y cavilando qué hacer al tiempo que provocaba unas sacudidas que despertaban la hilaridad de los acompañantes en forma de comentarios hirientes del tenor ¿y cuánto decías que cuesta?. Ello se debía a que esta unidad era una de las primeras que se entregaban y aún le faltaban afinaciones en forma de programaciones más depuradas y recientes que tienden a solucionar lo que  ya debería estar suficientemente desarrollado. Más preocupante parecía el funcionamiento poco afinado que el dubitativo comportamiento ocasional del cambio. También quedaron resueltos. En los kilómetros hechos no he encontrado motivo para recurrir a las levas con tanta marcha y tanto par, pero quedan muy monas aunque podían haber sido realizadas en otro material que en el plástico de tacto grimoso en el que han sido realizadas.

Interior

El interior en su versión más equipada está muy cuidado, los materiales son de primera calidad y el aspecto es bueno. Los asientos son grandes y presentan funcionalidades que encarecen el precio sin aportar demasiado a cambio, por ejemplo: dan masaje. El masaje es más intuido que real, porque se nota, pero no es una cosa muy marcada y no es una funcionalidad que active con frecuencia porque no noto una mejoría en mi espalda perceptible con su uso. También tienen ventilación y la consabida calefacción. A alguien se le ha ido la cabeza bastante con este tema porque la calefacción de asientos, incluso en su regulación más baja (de tres posibles) es bastante para escaldarte. Y no es exageración. A uno le escaldaría aunque el coche hubiese estado aparcado en Alaska y subiese al coche con un abrigo. O se sentase encima de un oso. El sistema es un hacedor de almorranas.

Interior, en una combinación de colores elegida por el enemigo


Otro de los aspectos que ha cambiado (aunque se incorporó en algunas versiones de la caja saliente) es que no existe una palanca de cambios sino un FLAN. Una ruleta selectora que se escamotea con el motor parado y que al accionar el contacto emerge para dar una sensación, pretenden, de calidad, de lujo, de distinción. No sé por qué un flan emergente para seleccionar el avance, retroceso o punto muerto. Es un mecanismo caro, que no aporta nada más que una vistosidad cuestionable para, supongo, presumir, caso de que alguien tenga el mal gusto de presumir de coche y de –>Flan<– selector a bordo del mismo. Podría haber entendido que tuviese un mando selector en la caña de la dirección, así no ocuparía lugar y podría destinarse a otros efectos. Otros fabricantes están adoptando ya esta solución. Mercedes Benz y BMW pongo por ejemplo.
La instrumentación es un desperdicio. En vez de recurrir a relojes tradicionales, se ha puesto una pantalla de TFT que es tan flexible como se hubiese querido que fuese: serviría para poder configurar y personalizar el estilo de instrumentación, la cantidad de información que queremos recibir y en su lugar tenemos poco más que la información de un utilitario, tacómetro, velocímetro, combustible y temperatura del refrigerante, no pudiendo optar a temperatura y/o presión de aceite y por no ofrecer, no ofrece ni la presión de los neumáticos pese a que los monitoriza. Sólo ofrece algo de información complementaria cuando los programas Todo Terreno están activados, informando sobre la situación de los diferenciales, y algunas otras cosas que, siendo útiles, lo son menos que examinar el terreno y juzgar la situación por uno mismo.

Instrumentación rácana, no personalizable, que desperdicia las bondades de su soporte


Manejo de infotainment. Se realiza desde una pantalla táctil localizada en el centro del coche, sin orientación hacia el conductor. A ambos lados de la pantalla hay unos botones de acceso directo. En marcha no es sencillo acceder a los que están más alejados del conductor, y eso teniendo la envergadura propia de alguien de 1,82 cm. No quiero imaginar a una persona de estatura tacaña tratando de accionar los pulsadores virtuales más alejados. Más allá de eso, el sistema parece gestionado por un procesador Intel 286 de la prehistoria de la computación, pues en ocasiones presenta un lag de 1 segundo, convirtiendo el agrado de uso en un enojo de uso, por ejemplo al introducir una dirección en su navegador.

Ejemplos de pantallas del enojoso sistema de control. El navegador me hace llorar


Y ello por no hablar del sistema de control por voz, a cuyo uso he renunciado al considerar más sencillo entenderme en una conversación de literatura con un concursante de Gran Hermano o con su peculiar presentadora que con el sistema éste.
La navegación es, pura y simplemente, bochornosa; por lenta, porque resulta tan amistosa como un vecino con vuvuzela, y porque antes desvelaré los jeroglíficos de las pirámides de Keops Kefrén y Micerino que los iconitos incomprensibles esos que me brotan como entre espasmos.
Las puertas tienen un mecanismo de cierre asistido que son incompatibles con personas de bien cuyo comportamiento no sea el de un fornido marinero turco.
Lo de turco, porque sí.
Está bien que unos mecanismos te asistan en el cierre si uno está fuera del coche. El problema viene cuando uno quiere salir del vehículo y trata de abrir la puerta desde el interior empleando una fuerza razonable y no la propia de un vigoréxico con un deseo irrefrenable de huir del coche porque, pongo por caso, necesite visitar el aseo con urgencia. Abrir la puerta en este coche tiene que ser una maniobra similar a una estampida donde uno tiene que querer escapar o huir del coche más que bajarse de él. Mi señora madre, delicada y elegante, trataba de abrir la puerta del coche empleando una fuerza razonable, así que el sistema la volvía a encerrar. Mi madre volvía a tratar de abrir la puerta y el sistema erre que erre, insistía en aprisionarla hasta lograr su compungido disgusto y petición de ayuda. Y eso, no se lo perdono a Ratan Tata.

Pero en suma, frases para el olvido:

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