Una presentación de un todoterreno de Toyota es como un Barça-Madrid, nunca defrauda (al menos la presentación, la verdad es que yo de fútbol poco). Es posible probar el coche en condiciones como Dios manda: recorridos largos con caminos de gravilla, tierra, piedra, pedruscos, roderas, arena, agua y, como en este caso, con barro. Y lo del barro de esta vez ha sido divertido a la par que emocionante 😀
El coche cerca de Belchite, antes de ensuciarlo. Las nubes prometían..
La ruta, que empezaba en Zaragoza y pronto se adentraba en pistas de polvo blanquecino en el municipio de Cadrete, se animó con la fuerte lluvia que cayó en parte del recorrido.
Central solar fotovoltaica próxima a la Puebla de Hijar.
Imaginaros lo siguiente. Una pista de arcilla rojiza, de unos 6 metros de anchura, con un suelo perfectamente liso. Y que gracias a la lluvia tenía la misma adherencia que un pie enjabonado dentro de una bañera. Nosotros, yo iba de copiloto en esa zona, éramos el primer coche en pasar (aún no había huellas) y la sorpresa de ver como nada más entrar en esa pista el coche iba hacia donde le indicaba la gravedad y no el volante, fue grande. Es de esos momentos en que te quedas callado y dejas que tu compañero, en este caso alguien de confianza, haga lo que pueda y sepa para salir del paso.
Aún yendo a bajísima velocidad, el coche se deslizaba hacia los taludes. Eso, si no había además una pendiente longitudinal que lo impulsase con más velocidad. De hecho, tras un cambio de rasante, Paco, llamémosle así al conductor, tuvo que pelearse con el volante y los pedales para evitar que el coche se saliese primero por el lado izquierdo y luego por el derecho. Al final, acabamos con dos ruedas fuera de la pista, apoyadas en el talud. Afortunadamente sacó el coche a la primera y ya empezó a cogerle el punto a la situación.
La pista de hielo. Parece fácil ir recto…
Así que el resto del tramo fue lento pero sin sustos. Eso sí, en cuanto pasábamos por algún punto especialmente complicado le pedía a Paco que parase para intentar grabar a los coches que venían detrás porque era casi de película cómica —¡¡mira ese!! Que se va, se va, se va….se fue—.
Afortunadamente (el coche apenas pasaba de 20 km/h y nos quedaban más de 100 km hasta el destino), la pista mejoró y la relajación llegó a nuestros cuerpos y mentes.
Yo cogí el coche en otro tramo embarrado que había en los últimos 50 km del recorrido. Era otro tipo de barro, no sabría decir si mejor o peor, pero con el inconveniente de que en vez de estar en una llanura, esta vez estabamos en una montaña, con su ladera y tal… Y tardé poco en atascar el coche, poquísimo. Curva a derechas en subida y cuando noté que el RAV4 quería irse recto e intenté acelerar, ya era tarde, iba en segunda a pocas vueltas y faltaba chicha para tratar de colocarlo de nuevo. Tras dos o tres intentos fallidos y cuando Paco daba ya todo por perdido (hasta sus botas, que el pobre se bajó del coche para intentar indicarme que había por detrás y las «enceró» con barro) salió la tozudez maña del conductor. Así que tras balancear un poco el coche para poder lanzarlo un poquito, aceleré en primera con decisión y salió del atolladero.
De ahí y hasta el hotel, precaución amigo conductor. Que una cosa es medio atascarse una vez y otra sentirse estúpido por repetir actuación en la misma jornada. Recuerdo, ahora con gracia, como íbamos bajando tres coches por una pendiente embarrada pegaditos al lado de la roca, no al precipicio, por si era necesario frenar con algo que no fuesen los frenos 🙂
La vuelta al día siguiente fue más aburrida. Aunque había seguido lloviendo, el viento secó bastante los caminos y encontramos poco barro. Algún charco suelto:
Así que un diez a Toyota por cómo organiza estas presentaciones de sus modelos de tracción total (Urban Cruiser aparte…). Y otro diez por lo bonito del paisaje, especialmente en la Comarca del Matarraña, donde me sorprendió el Salto de Portellada (he robado la siguiente foto de aquí)
El Salto de Portellada, Teruel.
Y me falta otro diez para la gente de la empresa que colabora con Toyota en estos eventos, a los que ni el frio, ni la lluvía, ni los pinchazos, ni el tener que lavar los coches para el siguiente turno y que parezca que acaban de salir del concesionario les quita la sonrrisa (aunque imagino que el día que se vayan los últimos periodistas brindarán por dejar de aguantarnos ;-)).
Así estaba el coche al llegar a Zaragoza:
Foto tomada 5 segundos antes de que limpiasen la matrícula y los pilotos.
Así los estaban dejando minutos después:
«Dar cera, pulir cera».
En km77.com tenéis la información de esta toma de contacto del RAV4, pinchando en este enlace.
Alfonso Herrero