El Omoda 5 es un SUV de 4,40 metros de longitud que lleva poco tiempo a la venta en España. La versión que hemos llevado al circuito es la que tiene un motor de gasolina de 1,6 litros con 186 caballos (ficha técnica). En la gama también hay una variante eléctrica de 204 CV que puede recorrer 430 kilómetros en condiciones de homologación, pero esa todavía no la hemos probado.
El nivel de equipamiento de la unidad probada era el más alto de la gama, llamado Premium, si bien en cuanto a medidas de llantas y neumáticos no hay diferencias con respecto al nivel de acceso (Comfort). Siempre lleva unas llantas de 18 pulgadas con neumáticos en medidas 215/55, que en este caso eran unos Michelin Primacy 4.
Los resultados que hemos obtenido en las maniobras de esquiva y eslalon han sido correctos, sin más. En la esquiva, los aspectos que más llaman la atención son el balanceo de la carrocería, que es amplio, y la actuación del control de estabilidad, que es intensa e irregular. Este último detalle da como resultado un a sensación inicial de desconcierto por parte del conductor, pero también provoca pequeños rebotes de la carrocería que restan fluidez a la maniobra.
Con todo, las sensaciones al volante fueron de seguridad y control (una vez acostumbrados a los rebotes comentados en el párrafo anterior) y la velocidad máxima de entrada, bastante buena (76 km/h).
En el eslalon, la carrocería del Omoda 5 se mueve notablemente y los cambios de apoyo son lentos, pero resulta sencillo guiarlo entre los conos a una velocidad constante. La salida desde parado, tras un brevísimo periodo de tiempo en el que al motor y la caja de cambios les cuesta reaccionar, es más bien rápida. Y lo mismo ocurre en el cambio de sentido, que se produce con soltura y sin que el control de estabilidad frene mucho el coche.
En general, parece claro que el Omoda 5 cumple bien en ambos ejercicios. Las cifras obtenidas no sorprenden, pero al volante se siente un coche seguro, que es lo verdaderamente importante.