Cuando veo en la tele una prueba deportiva en la que los mejores celebran descorchando botellas de champán siempre me pregunto ¿escuece en los ojos? Ya sé la respuesta: ¡¡SÍ!! Ahora también sé que el mono huele a garito-post-cotillón 🙂
Nuestra aventura en los 500 km de Alcañiz ha sido un éxito. Nuestra meta era terminar, y lo hemos conseguido. El Accent se portó estupendamente, cero problemas mecánicos, cero problemas con los slick Michelin y cero problemas con los frenos. Mejor imposible.
Y encima hemos terminado segundos de nuestra categoría. Tengo algo más que contar sobre esto, pero ahora no, que este post es para difrutar del resultado. 😉
Durante 82 vueltas fuimos adelantados sin parar por coches mucho más rápidos que el nuestro. Para que os hagáis una idea: el vencedor —Karanoglou/Campos, con un Ginetta G50— dio 107 vueltas. Su velocidad punta fue 238,411 km/h, la nuestra 185,886. El SEAT León del equipo de Carlos Sainz, padre e hijo, alcanzaba 239,839 km/h. El mejor MINI, 214,286. El hermano mayor de nuestro Accent, el Hyundai Coupé, 214,712 km/h.
Fuimos los más lentos, sí, pero en una carrera de resistencia hay que acabar y nosotros lo hicimos por delante de otros doce. De 44 inscritos terminamos el 32. Y sin duda fuimos los mejores en relación «coste del coche»/»resultado».
Por hoy no escribo más, que me he cogido fiesta para recuperarme de este intenso fin de semana. Porque tras el segundo puesto del sábado en Motorland, también hice segundo en el slalom del domingo lo que, contra todo pronóstico, me aupó al tercer puesto del campeonato. ¡Menuda forma de celebrar mi cumpleaños!
Os debo una entrada sobre cómo viví la carrera desde la «chicane-móvil» y otra sobre lo que nos ha costado participar. No me olvidaré, lo prometo.
Alfonso Herrero