Este mes de diciembre, hace pocos días, yo cumplí los cuarenta y pillé un buen catarro que aún me dura. La batería del Prius, en una evidente muestra de empatía —debió ser consciente en ese mismo momento de que el tiempo pasa y todos nos hacemos mayores— decidió averiarse.
En marzo de 2006, km77.com compra un Toyota Prius para hacer una prueba de 160.000 km. Hace mucho tiempo de aquello y no existían estos blogs, así que lo que ocurrió durante esa prueba está publicado únicamente en este artículo de km77.com.
En enero de 2009, yo compro el Prius, unos meses después de que terminásemos la prueba. Haciendo gala de la poca sensatez que en ocasiones tengo, adquiero el coche cuando el odómetro marcaba algo más de 180.000 kilómetros. Muchos. Sí, yo también lo pensaba.
Desde entonces, durante siete años, el Prius ha sido conducido principalmente por mi mujer, usado como coche familiar y ensuciado por dos niños. Por motivos laborales, el kilometraje ha sido muy dispar, a veces recorriendo casi 25.000 km cada año —gran parte por autovía y carretera—, y otros tres haciendo unos 10.000 km por ciudad y alrededores con algún viaje puntual (verano y navidades).
El deceso fue repentino. Saqué el coche del garaje (llevaba cuatro días parado) para lavarlo. En el garaje, el indicador del nivel de carga pasó del mínimo al máximo (o viceversa, no lo recuerdo) con la misma rapidez de Albert Rivera ha pasado de decir que no apoyaría a ningún partido a decir lo contrario. Dudé de si me había fijado bien en la pantalla o no, así que no le di importancia. Conduje hasta el lavadero, un trayecto de quinientos metros. Todo iba bien pero, tras lavarlo, al reiniciar la marcha, se encendieron varios testigos del cuadro, entre ellos el que se conoce popularmente en algunos foros del Prius como el “triángulo de la muerte”. Es un triángulo rojo de gran tamaño con un signo de exclamación en su interior.
El coche seguía funcionando con aparente normalidad. Probé el «método Windows»: pulsé el botón de arranque para quitar el contacto y le volví a dar con el dedo índice, con la esperanza de que fuese un problema puntual…pero el triángulo rojo y sus secuaces ámbar (VSC, motor, peligro) seguían iluminados.
Tengo instalada en el móvil la aplicación Torque OBD que, mediante un lector que se conecta a dicho puerto en el coche y una conexión Bluetooth, permite acceder a diversos datos del vehículo, algunos relativos a la batería. Así que regresé a casa a por el adaptador, lo conecté (la conexión está en la parte inferior del salpicadero, a la derecha del volante) y vi que el bloque cuatro daba un voltaje distinto al resto. Borré el fallo y los testigos de avería se apagaron. Pero sólo durante unos metros.
Esto paso en un día festivo, así que aproveché que no podía hacer otra cosa para buscar en internet soluciones a mi problema. Actualmente, parece ser que hay dos formas en España de solucionarlo. Cambiar la batería por una nueva en Toyota o poner una “regenerada”.
En internet hay información de una empresa española llamada Bluelife Battery que se dedica a esto último. En diversos foros hablan del resultado que dan las baterías de esta empresa, algunos bien y otros no tan bien. Sobre el proceso de regeneración, se puede leer en su web lo siguiente: «…hemos desarrollado una serie de técnicas de análisis que nos permiten realizar actuaciones específicas, también de metodología propia, para regenerar la batería y volver a ponerla a punto para que pueda seguir siendo utilizada».
Me puse en contacto con ellos mediante el formulario que aparece en su web y al día siguiente, ya laborable, me llamaron. Por teléfono no me dieron ninguna información sobre el coste, tan solo al lugar a donde podía acudir en Zaragoza para que me diesen el presupuesto y la reemplazasen. Dicho lugar es la Cooperativa de Auto Taxi, donde acuden los asociados para el mantenimiento de sus taxis y otros asuntos.
Me presenté ahí con mi Prius, un Prius gris en un mundo de Prius blancos, a lo Jackie Robinson. La persona que me atendió me dijo que nunca la habían cambiado (la batería) a un particular, que tenía que consultarlo. Al poco, y tras hablar con alguien de recambios, me dijo que no la podían cambiar ellos, pero que sí me la vendían y que me recomendarían un taller de confianza donde hacer el cambio. El precio para los taxistas de la cooperativa era 800 €; el precio que me dieron a mí fue 1000 € más el montaje. Hasta Pujol pedía menos de comisión en sus chanchullos.
Tras este paso fugaz por la Cooperativa de Auto Taxi, llevé el coche al servicio Toyota Artal. Tras preguntarme varias cosas y yo darle todos los datos que podía, me adelantó que no podía dar un diagnóstico hasta comprobar exactamente la procedencia del fallo, dado que los mismos testigos se encienden en caso de problema con cualquier componente del sistema híbrido. Como no podían hacerlo en ese momento, dejé el coche en el taller.
A la mañana siguiente, la misma persona que me había atendido el día anterior me llamó para confirmar que la batería estaba dañada y que había que reemplazarla. El coste por la batería nueva, que no reparada, montaje incluido son 1745,33 € (con un año de garantía y 30.000 km).
La atención en el taller de Toyota por el recepcionista me ha parecido realmente buena. Al dejar el coche me informó convenientemente de que, en caso de no proceder a la reparación, tendría que hacerme cargo de la elaboración del presupuesto (han cobrado 40,73 €, que corresponden a 0,6 unidades de mano de obra por la «conexión del tester portátil y realizar pruebas en el sistema híbrido). En el momento de la recogida su atención también fue correcta y me fui con la sensación de que intentó aconsejarme de la mejor manera posible (pensando en lo que para mí podría ser más beneficioso).
Alfonso Herrero