Icono del sitio Revista KM77

El conejo y la suicida

Aviso para blogueros blogeantes, hay que haber leído esta entrada del blog de Javier Moltó para que ésta que estás leyendo tenga algún sentido. Si no has leído eso primero lo siguiente es absurdo. Y aun habiendo leído eso esta entrada no tiene sentido. Insisto, lee primero ésta, te espero.
Vale, ya estás de vuelta. ¿Que qué tiene que ver esa oveja enamorada de Javier con el conejito? ¿Y Celedonio con un conejito? Vale, mejor no respondan a esto último. Les cuento, les cuento. Pues es que resulta que estaba yo un lunes festivo 15 de agosto cualquiera probando un coche (comienza la analogía, ¿lo ven, no?). Iba por una carretera que une dos autovías, una carretera de esas por las que circulan, circulamos, cuatro gatos. Cuatro gatos y algún conejo. Os presento a Conejo:

Conejo sobre la línea blanca

Conejo es intérpido y valiente. Un conejo cualquiera no se coloca a la salida de una curva ciega, sobre la línea blanca. Ni siquiera los valientes fotógrafos de km77 lo hacen. Pero Conejo es mucho conejo. Yo lo he visto al salir de la curva, ahí, inmóvil, desafiante. Ha sido un momento tenso, como cuando vas con el coche por una calle estrecha y aparece una persona entre dos coches dispuesta a cruzar la calle justo a tu paso, ¿cruzará, no cruzará? El pie salta instintivamente del pedal del acelerador al del freno, acariciándolo por si hay que dar un pisotón para evitar el atropello. Yo no sabía si Conejo era un conejo asustado, un conejo valiente o un conejo suicida.
He pensado que había que salvarlo del peligro así que, como Javier, he llamado a la Guardia Civil. Si el hizo lo posible por ayudar a la oveja yo no quería ser menos. —Aquí la comandancia de la Guardia Civil de XXX, ¿en qué puedo servirle a Usted y a la Patria? —Pues, estooo, mire, que hay un conejo en medio de la calzada. —¿Vivo o muerto? —Vivo mi sargento, ¿o es usted cabo? Soy el cabo Martínez, para servirle a Usted y a la Patria. —Gracias mi cabo, digoo, cabo Martínez. Dígame, ¿qué podemos hacer para ayudar al conejo? —Pues necesitaríamos una imagen y las coordenadas de geográficas, ¿tiene Usted un aYfon? —No señor cabo, pero tengo una Mora, que es tan smarphone como el aYfone. —Pues hágale una foto al conejo con la función de geoposicionamiento activada y nos la manda a «emergencia-arroba-guardiaguionbajocivil-punto-gov, con v de vaca. —Ummm, deme un minuto.

Conejo impasible ante el pelígro

Me pongo a hacer la foto de cerca y la mando a la dirección de email facilitada por el cabo Martínez. Como no hay cobertura 3G la foto tarda un huevo en ser enviada. Mientras tanto sigo hablado con el agente. Él me pregunta: Oiga, ¿sabría decirme de que raza es? Pues es que mire, yo de conejos, lo justo.
Y entonces me vino a la mente lo que me ocurrió un día, en la autopista R2. Era tarde y llovía, yo circulaba detrás de otro coche por el carril izquierdo. Estábamos adelantando a un camión y por la cortina de agua que levantaba no se veía bien a lo lejos. Ya habíamos rebasado el camión cuando veo que viene de frente hacia nosotros un coche blanco. Nos dio tiempo a los dos a echarnos al carril derecho y esquivarlo. Tras el susto llamé inmediatamente al 112. Oiga, que hay un coche circulando en contrasentido por la R2. Bien (la entonación era la misma, miento, más relajada, que cuando llamas a Telepizza), ¿puede decirme en que punto kilométrico. Sí, señorita, entre el X y el Y. De acuerdo, ¿podría decirme la marca y el modelo del vehículo? Pues mire señorita, sí puedo, es un Peugeot 306 blanco y la conductora era una señora mayor. Pero creo que lo identificarán más fácilmente por que dónde debería tener unas luces rojas hay luz blanca y viceversa. Y la conversación terminó ahí, con un gracias. La suicida no era tal, realmente era una despistada, como Conejo.
Volviendo a la historia del cabo Martínez y del conejo Conejo. Resulta que a mi se me hacia tarde y que el dispositivo de ayuda organizado por la Guardia Civil, compuesto por un helicóptero, un Nissan Patrol y un Terrano II no encontraba la posición, así que me marché. No sin antes acercarme a Conejo para preguntarle si le pasaba algo. Por su mirada, con los ojos muy rojizos y la pupila dilatada, yo diría que se había desorientado al salir de una aftermadriguera. La verdad es que no tenía cara de hacer muchos amigos, así que tras desearle suerte me continué con el viaje.

————————————————————————————————————————————————-
Obviamente la historia anterior es falsa en su parte de conversación con el cabo Martínez. Conejo, la historia de la suicida y todo lo demás es tan cierto como que dentro de nada me voy de vacaciones y, previsiblemente, os dejaré tranquilos (salvo que a Cogolludo le dé por escribir).

Celedonio

Salir de la versión móvil