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Eco Desafio Burn Baja Aragón 2014

—Alfonso, ¿quieres participar en el Eco Desafío Burn Baja Aragón?
No tardé mucho en dar el «sí, quiero» a Nacho Salvador, organizador junto Lucas Cruz de los Eco Desafío. Nacho es el director de Autoverde 4×4, creador del “Desierto de los niños” y excopiloto de raids (ganador de la Copa del Mundo de Bajas en 2005). Lucas, también copiloto —aunque notablemente más joven que Nacho— sigue en activo y es, en la actualidad, compañero de habitáculo de Carlos Sainz. Además, Lucas Cruz tiene desde hace unos años un blog en km77.com en el que nos cuenta su participación en el Dakar.
Yo había participado en el primer Eco Desafío, que se celebró en Marruecos en 2012. Así que ya sabía que la diversión y la competición estaban aseguradas. De aquella aventura en el desierto quedan escritas y grabadas nuestras —las del lector que me acompañó y las mías— peripecias a bordo de un Ford Ranger en varias entradas del blog y algunos vídeos poco serios.
Eco Desafío es una marca bajo la que se desarrollan varias pruebas en todoterreno de navegación y consumo. O lo que es lo mismo, se premia llegar a donde hay que llegar recorriendo la menor distancia y gastando la menor cantidad de combustible posible. Este Eco Desafío Burn se celebraba en Teruel, coincidiendo con la celebración de la Baja Aragón, prueba puntuable para el Campeonato del Mundo TT. Evento con el que compartiríamos el podio de salida y parte de las rutas.
Para participar hace falta un conductor (servidor), un copiloto y un coche. Encontrar copiloto fue sencillo, mi compañero de km77.com, Lorenzo Serrano, se ofreció rápidamente a compartir habitación conmigo durante el fin de semana, a pesar de que le había advertido de mis ronquidos. Lorenzo no había hecho nunca nada parecido, así que iba a ser su primera vez con rutómetros, mapas y rumbos.
Ya sólo faltaba el coche. No hace falta tener un todoterreno hipermegapreparado ya que la organización prepara los recorridos para que cualquier modelo con una altura libre al suelo mayor que la de un turismo pueda pasar sin demasiados problemas por todos los lugares; de hecho, ni siquiera es necesario ir en uno con tracción total. De hecho, Nacho me dijo inicialmente que íbamos a ir con un Dacia Duster aunque al final acabamos yendo a Teruel con un Ssangyong Korando con motor Diesel de 149 CV y tracción delantera. En teoría, el cambio no era a mejor porque el Duster es un coche 350 kg más ligero y su motor Diesel, de 500 cm³ menos que el del Korando, gasta menos (ficha comparativa). No sabíamos quiénes serían nuestros rivales pero sí que algún Duster estaría entre ellos (el nombre completo de la prueba es Eco Desafio Burn by Duster…) y que sería complicado gastar menos que ellos.

Todoterrenos de leyenda: Jeep Wrangler, Toyota Land Cruiser, Range Rover y…nuestro Ssangyong Korando 4×2


Tras organizar toda la intendencia —las cámaras de foto y vídeo, un foco, una linterna frontal, una aplicación para el móvil que indica la distancia recorrida y el rumbo, varios bolígrafos, una regla, un transportador de ángulos, una nevera de poliestireno expandido (aka corcho blanco) y 12 litros de agua— tomamos rumbo el viernes por la tarde a Masía Pelarda, a unos 30 km de Teruel, centro logístico del Eco Desafío Burn durante el fin de semana. Tras un Madrid-Zaragoza-Teruel, el consumo que indicaba el ordenador del Korando no era bajo pero como había hecho muchísimo viento todo el viaje no sabíamos cuánta culpa tenía el mismo de ese resultado.
La prueba estaba dividida en tres etapas, todas durante el sábado. Una por la mañana, otra por la tarde y otra por la noche que prometía ser la más entretenida. Al empezar cada etapa, la organización daba un libro de ruta y/o un mapa hecho a mano con el que había que orientarse por los caminos de esa zona de Teruel.
El sábado por la mañana teníamos que estar antes de las 8:30 en el aparcamiento de Dinópolis. No era un lugar elegido al azar, ahí estaba el parque cerrado de la Baja Aragón. Al llegar nos dieron todos los adhesivos con los que tuvimos que decorar el coche y nuestro número de participantes, el 25 (sí, lo de la rima fue una constante a lo largo del día…). Tras ponerlos instalamos todo el equipamiento “técnico”: un tablón de madera sobre el que Loren colocó dos móviles en los que tenía instalada una aplicación para controlar las distancias y el rumbo y, entre ellos, el libro de ruta. Además, montamos el aparato que utilizamos en km77.com para medir las prestaciones con la intención de que yo también pudiese controlar los metros recorridos. Por ahora van tres aparatos conectados a las tomas de corriente del coche, que tuvimos que multiplicar mediante adaptadores USB y tomas múltiples para poder alimentar también la cámara de vídeo que colocamos en el interior, un foco para la noche y una lamparita. Además, en el salpicadero, estaba el navegador Tom Tom que trae el Korando de serie y que, aunque pensábamos que era un estorbo, resultó sernos muy útil dado que en la cartografía aparecían muchos de los caminos por los que luego circularíamos.

Otros todoterrenos legendarios: un trocito de un Mitsubishi Montero/Pajero, un Renault 4 y un Lada Niva

También conocimos a todos los rivales. La mayoría eran participantes habituales de pruebas off-road y llevaban todoterrenos preparados (o muy preparados): Toyota Land Cruiser (en sus distintas variantes), Mitsubishi Montero, Nissan Patrol GR, Jeep Wrangler y Land Rover Discovery. También había una horda de Nissan Navara, cuatro coches que, junto a un Pathfinder, formaban un equipo compuesto (si no estoy equivocado) por ingenieros españoles de la marca.
Pero a nosotros los que nos preocupaban eran los pequeñitos que gastaban poco: vimos cuatro Dacia Duster, un Toyota RAV4, un Suzuki Jimny y un Mitsubishi Outlander híbrido enchufable. Todos duros rivales para el trofeo de consumo.
También había algún coche curioso, como un Renault 4 con tracción total que, casualmente, conducía un compañero mío de la universidad. Sin duda, era el coche que más llamaba la atención.

Los participantes atentos a las instrucciones de Lucas Cruz y Nacho Salvador

Estudiando el libro de ruta

Los «famosos» mapas del tesoro. Nacho Salvador debe estar pensando «A ver cuántos se nos pierden»…

El interior de nuestro Korando. Será por pantallitas…

Desde ahí, y tras pasar por el podio de salida, nos dirigimos al punto de comienzo de la etapa de la mañana, una gasolinera situada en una salida de la A23. Era un momento importantísimo, ya que teníamos que llenar el depósito del Korando antes de que fuese precintado hasta el final de la prueba. Una vez repostados y precintados, esperamos a que nos diesen la salida. Cada coche salía con un minuto de diferencia respecto al anterior. El primero era el dorsal nueve (elegido por sorteo) y después de él los sucesivos, por tanto nuestro puesto era el dieciséis.

Salida de la Baja Aragón y del Ecodesafio

Momento de suma importancia. El llenado inicial

En la salida nos daban un GPS en el cual se podía consultar el rumbo y la distancia (en línea recta) a algunos puntos de paso marcados por la organización pero cuya principal finalidad era registrar la ruta para que luego la organización pudiese obtener la distancia recorrida y el trayecto realizado. Este GPS también sirve para controlar que nadie exceda el límite de velocidad, que es de 50 km/h en todas las pistas. De hacerlo, se penaliza, al igual que se penaliza al que tarda más tiempo del previsto o a quien no pasa por todos los puntos de control (algunos conocidos y otros secretos).
De la gasolinera, punto de comienzo de la etapa, hasta la primera pista de tierra había tan solo unos minutos. Pues bien, la primera indicación para salir del asfalto estaba en una curva y como vimos a varios coches en un camino al final de la curva fuimos directos hacia ellos. Error. Loren me advirtió de que la salida debería estar unos 50 metros antes, así que nos paramos para pensar qué estaba pasando. Echamos la vista atrás y vimos que, relativamente escondido, había otro camino que daba a la carretera. Deshicimos esos metros de más y tomamos ese camino con cierta inseguridad. Poco metros después vimos que habíamos elegido bien. El resto de la etapa nos pareció divertida, sobre todo porque la organización nos hizo pasar por el mismo cruce tres veces, cada una llegando por un lugar distinto.
A lo largo de la etapa nos encontramos varias veces con el problema de que los participantes nos agrupábamos y eso nos obligaba a nosotros a ir más despacio de lo que queríamos. Circular a 20 km/h en 2ª suponía gastar más combustible que a 40 km/h en 3ª o 4ª por lo que en varias ocasiones decidimos parar para dejar espacio libre por delante y poder llevar el ritmo que queríamos.
Terminamos esta primera etapa sin más incidentes que el error del principio. Tras comernos un rico pollo con manzanas y pasas nos echamos un rato a descansar esperando el inicio de la etapa de la tarde.

El pollo con manzana y pasas de Masía Pelarda. Exquisito.

El equipo Nissan.

Ambos tienen tracción total. Más de uno se queda el que está en primer plano, ¿verdad?

Un coreano, un ruso, un rumano, un francés, un japonés…

La segunda etapa nos llevaría por pistas por las que acababan de pasar los participantes de la Baja Aragón. Pistas llenas de polvo y por las que, en ocasiones, parecía imposible que un camión hubiese podido pasar dada su estrechez. Pero hasta llegar ahí había un largo tramo de autovía que aprovechamos para hacerlo en la marcha más larga posible sin pisar el acelerador, así el motor del Korando no consumía combustible.

Nuestro Korando pasó sin problemas por las pistas…

…el barro…

…y, con un poco de carrerilla, subió cuestas con el firme suelto.

Esta segunda etapa nos pareció sencilla y la hicimos sin equivocarnos. También aprovechamos para intentar recortar metros en las curvas en las que era posible. Digo lo posible porque nuestro Korando, además de la limitación que suponía no tener tracción total para atajar por ciertos sitios, tampoco tenía rueda de repuesto y meternos fuera de pista suponía asumir un riesgo demasiado alto.
Finalizamos la etapa en una gasolinera donde la organización repostaba cada uno de los coches participantes. Ahí íbamos a saber si nos íbamos a llevar algún trofeo o no, porque en navegación teníamos claro que iba a ser imposible dado el nivel de muchos de los participantes. El rellenado de depósito fue estricto, durante varios minutos (al menos en nuestro caso) hasta que ya no cabía ni una gota. Entraron 8,09 litros con los que habíamos recorrido unos 150 km. Éramos los que menos habíamos gastado hasta ese momento pero eso no servía de nada porque los coches que lo habían hecho antes eran mucho más grandes, potentes y pesados, algunos con consumos de algo más de 20 litros. Por fin llegaron los coches pequeños, el primero de ellos el Jimny. Loren y yo nos acercamos a ver su repostaje. El boquerel saltó por primera vez a los 6 litros (a nosotros nos saltó a los 4,25) y pensábamos que le entrarían más litros que a nosotros pero no fue así. Al Jimny le metieron 7,3 litros, por lo que, como mucho, íbamos a ser segundos. Como estábamos cansados, quedaba solo un par de horas para empezar la etapa nocturna y aún teníamos que hacer 60 km hasta Masía Pelarda para cenar, no nos quedamos a ver cuánto repostaban los Duster.

La organización repostando nuestro Korando

Precinto en el depósito (ya roto) para evitar trampas

Tras 150 kilómetros, esa es la cantidad de gasóleo que entró en el depósito del Ssangyong Korando

Poco más tarde de las diez de la noche, la organización daba el último briefing. Mientras hablaban sus ojos brillaban, estaba claro que ya estaban disfrutando de la que se iba a organizar poco después.
La tercera etapa comenzaba con un mapa pintado a mano sin referencias más allá de que aparecían algunos cruces. Nosotros, que salíamos los decimosextos, nos encontramos a más de seis coches parados cuando llegamos al primer cruce. Había tres opciones y en el mapa no quedaba claro (al menos a nosotros y supongo que a todos esos coches)  por dónde había que ir. Afortunadamente (con algo de ayuda divina, todo sea dicho), elegimos bien.
Tras un pequeño problema en una subida —la cogimos a poca velocidad y la tracción delantera de nuestro Korando no consiguió hacer subir el coche, nada que no se solucionase bajando y tomándola con un poco de carrilla— empezamos a circular en caravana, tras cinco o seis coches. Y una vez más erramos al dejarnos llevar por los coches que nos precedían. No vimos un salto que había que hacer de un camino a otro paralelo y nos desviamos de la ruta un buen tramo. Hacer kilómetros de más no es solo un problema para la navegación, también te hace gastar más cumbustible.
Poco después nos juntamos con el equipo de Natalia, Alex y Aleix —amigos desde que fuimos rivales en el primer Eco Desafio en Marruecos— e hicimos el resto de la etapa juntos no sin superar un pequeño atasco…

A veces, ocurren cosas como éstas…

…que se solucionan con un tironcito

El domingo, ya descansados, se realizó la entrega de trofeos. En el apartado de navegación quedamos los decimocuartos absolutos y segundos de nuestra categoría (eramos solo cuatro…). Tras revisar la clasificaciones vimos que aun sin equivocarnos en la segunda etapa y habiendo recortado dentro de lo que nos parecia posible, había equipos que recorrieron un kilómetro menos. Así que ellos supieron recortar más que nosotros.

Los trofeos

Equipo ganador absoluto navegación. Toyota Land Cruiser (Natalia, Aleix y Alex)

Clasificación final navegación

En el apartado de consumo quedamos segundos absolutos y primeros de nuestra categoría. Sabor agridulce porque al final habíamos podido con los Duster pero nos habíamos quedado solo a 0,7 litros del, merecido, vencedor.

Equipo ganador absoluto en consumo. Suzuki Jimny 1.5 DDiS 86 CV (Asier, Rafael y Mayte).

Clasificación final consumo

Nuestro trofeo. Primer clasificado consumo SUV 4×2. En la general, quedamos segundos.

Por si a alguien le interesa, el próximo Eco Desafio Burn es en Marruecos, del 11 al 18 de octubre (más información).

Alfonso Herrero

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