Muchos hemos tenido que comprar en algún momento un coche usado. Es un proceso que conviene afrontar sin prisa ya que hacer una buena elección requiere tiempo.

La intención de este artículo es dar algunos consejos de compra para quien quiera un vehículo en buen estado y que le dé buen servicio durante mucho tiempo. Partimos de la base de que el comprador corriente no dispone de herramientas específicas de diagnosis y que quizá tampoco tenga conocimientos mecánicos. Por lo tanto, no se trata de mostrar cómo un buen mecánico podría revisar un coche, sino de lo que puede hacer un particular que tenga interés en hacer una buena compra.

La mejor unidad, no la más barata

Mi sensación es que, en general, no hay gangas (y, si las hay, suelen estar muy buscadas por compra-ventas particulares o profesionales). Por lo tanto, bajo mi punto de vista, no hay que centrarse en buscar el mejor precio, sino la mejor unidad de todas las que estén dentro del presupuesto. Mi experiencia es que las diferencias en el estado de conservación entre coches teóricamente similares por precio, antigüedad y kilometraje llegan a ser sorprendentes (que se debe, ni más ni menos, a que los cuidados y tipo de uso que han recibido son también muy distintos).

Es importante comparar para ver bien las diferencias

Descartando los peores

Lo ideal es concertar citas consecutivas con los vendedores, siempre que sea posible. De esta forma es muy sencillo llegar a la conclusión de cuál es el estado de conservación óptimo de ese modelo para una antigüedad y kilometraje determinados. Eso nos servirá para detectar y descartar automáticamente a los peores sin necesidad de perder tiempo. En este primer acercamiento no es necesario profundizar mucho en la revisión; con un vistazo más o menos general al estado de la carrocería y al desgaste del interior es suficiente. Realizar una pequeña prueba de conducción también puede ser interesante.

Entre estos dos mandos de luces hay 150 000 kilómetros de diferencia
Entre estos asientos también hay 150 000 kilómetros de diferencia

Historial de mantenimiento e ITV

Una vez que tenemos seleccionadas las mejores unidades teóricas que se adaptan a nuestro presupuesto, conviene prestar atención a algunos aspectos:

  1. ¿Disponen de un historial de mantenimiento en taller oficial o no oficial?. Es mucho mejor que lo tengan a que no. Por lo general, cuando más antiguo es un coche menos probable es que tenga el libro de revisiones sellado. También es importante saber si los mantenimientos importantes y caros (por ejemplo, cambio de correa de distribución) se han realizado hace poco o están pendientes.
  2. ¿Cuántos dueños han tenido? Teóricamente, lo ideal es que sólo haya tenido un dueño anterior y este sea un particular (en sucesivas entradas profundizaremos más en este aspecto).
  3. ¿Ha pasado las distintas revisiones mecánicas —ITV— sin problemas?. Los informes de la ITV también nos pueden ayudar a comprobar si los kilómetros que indica el coche son los reales. Desde hace unos años se apuntan este dato en las fichas de revisiones.

Revisión del estado general de carrocería y pintura

Llega la fase de valorar su estado mecánico con mayor profundidad. Este es un proceso puede ser todo lo complejo y profundo que queramos. Todo depende de nuestros conocimientos y ganas de emplear tiempo en hacer una buena revisión al coche.

Lo primero que se puede revisar es el estado de la chapa y pintura. Es muy importante saber si la pintura es la original. Si lo es, aunque esté desgastada por el paso del tiempo, nos aseguraremos de que la carrocería no ha tenido intervenciones.

Pintado de carrocería en la fábrica

Muchas personas con experiencia en chapa y pintura dicen que la mejor pintura es «la que se pone en la fábrica». La carrocería se pinta al desnudo, hay robots programados para esa función, salas y hornos de secado especiales. En general, el acabado suele ser muy bueno y tiene pocas imperfecciones, aunque en algunos casos hemos visto pequeños defectos en coches nuevos.

Eso no significa que no se pueda conseguir un acabado excelente en talleres especialistas, pero no es lo habitual. En general, los usuarios que acuden a un taller de pintura no están dispuestos a desembolsar el dinero que supone pintar un coche a conciencia para que el resultado sea excelente (salvo en el caso de vehículos de capricho o colección). Tampoco lo hacen las compañías de seguros, que habitualmente negocian un precio a la baja con los talleres que tienen concertados.

¿Cómo podemos saber si la pintura es original?

Podemos preguntar al propietario, que probablemente lo sabrá si es el primer dueño (esta es una de las ventajas de que sólo haya tenido un propietario anterior). También se pueden hacer pequeñas comprobaciones como observar a la carrocería a corta distancia y con el reflejo del sol sobre ella en busca de pequeños puntitos, burbujas o motas. Es clave comprobar que no haya pequeños restos de pintura en plásticos, gomas y junquillos, ya que normalmente los coches no se desmontan por completo cuando se pintan.

Es muy habitual que los coches repintados tengan defectos como este

En ocasiones, y especialmente en el caso de los colores oscuros, conviene mirar los paneles de la carrocería (puertas, techo y capó) desde un ángulo cerrado y a unos cuantos metros de distancia. A veces se aprecia que la pintura presenta un aspecto grueso y con pequeñas ondulaciones que producen reflejos irregulares, lo cual significa que probablemente esa piezas han sido pintadas. También es buena idea comparar cómo es el acabado de las piezas equivalentes de cada lado de la carrocería.

El paso de ruedas tiene restos de pintura

¿Y si la carrocería ha sido repintada total o parcialmente?

La carrocería son los paneles de chapa (o plástico) que recubren el chasis (el esqueleto del coche).

Lo ideal es que la carrocería no tenga ningún trabajo de pintura realizado, especialmente si es un coche con poco uso. Pero si tiene zonas reparadas, no hay porqué alarmarse. Eso sí, conviene mirar con mayor profundidad para descartar que ha tenido accidentes importantes. En los coches con unos cuantos años a cuestas la situación es distinta: es muy normal que tengan alguna zona pintada por los pequeños desgastes e impactos del uso corriente.

En la junta entre el paragolpes y la aleta, bajo el piloto, hay unas pequeñas gotas que no se aprecian a simple vista

Las reparaciones de la carrocería se suelen hacer de varias formas: cubriendo la zona afectada con masilla o sustituyendo la pieza. Estas piezas pueden ir atornilladas al chasis (sería el caso más sencillo); otras veces van unidas mediante remaches, soldadura e incluso algún tipo de adhesivo (por lo que llegado el caso, su sustitución se complica).

En el caso de las piezas atornilladas (como puede ser el capó, puertas, portón y aletas), conviene revisar el estado de los tornillos y tuercas de unión, que suelen ir cubiertas del mismo color que la carrocería. Estos deben tener un aspecto impecable, sin pequeñas muescas o pintura saltada, lo que implica que en algún momento se han desmontado.

También conviene revisar el estado de las piezas aledañas en búsqueda de pistas. Por ejemplo, en un accidente frontal, además de dañarse piezas propias de la carrocería como el paragolpes, aletas y capó, también se pueden estropear los faros, los radiadores así como diversos soportes. Si tenemos la duda de que un coche ha podido tener un accidente conviene revisar si estas piezas se han sustituido o no. Una forma es fijándonos su tornillería (algo que no siempre queda claro ya que depende de la dureza del material con que estén fabricados y del cuidado con el que se hayan retirado). Otra, comprobando las fechas de fabricación de los distintos componentes (han de ser coherentes con la antigüedad del coche). Todas las piezas están marcadas con unos códigos que indican muchas cosas (es interesante informarse sobre este aspecto).

Aspecto de tornillos que han sido manipulados

Las piezas de la carrocería que van unidas al chasis mediante soldadura, adhesivos o remaches presentan un acabado único, que normalmente no se puede reproducir cuando hay una reparación. Conviene mirar los laterales de la boca de carga del maletero o el aspecto que presenta la carrocería bajo los guarnecidos del maletero. Si el coche ha sufrido un golpe lateral importante es posible que tenga imperfecciones en los umbrales y pilares de las puertas. Son piezas que en ocasiones son difíciles de arreglar o volver a su estado original sin que se note.

Una puerta desencajada que no cierra o abre con suavidad no indica necesariamente que el coche ha tenido un accidente. En algunos casos, el ajuste en fábrica no es perfecto y puede haber piezas descuadradas en un coche completamente nuevo.

La imagen superior muestra una puerta mal ajustada. En este caso, la puerta se desajustó por el uso o por un mal montaje en fábrica, no debido a una reparación por accidente.

¿Y si lo que está afectado es el chasis?

El chasis es el esqueleto del vehículo.

El peor de los casos es que un coche haya sufrido un golpe importante que haya afectado al chasis. El motivo es que está compuesto por una serie de piezas que en muchos casos no se pueden reemplazar. Entonces, para arreglarlo, lo que se suele hacer es estirar/enderezar la pieza dañada hasta que más o menos recupere su forma original o incluso cortarla y soldar otra nueva. Estas reparaciones, por norma general, es imposible que queden perfectas. A simple se puede descubrir el arreglo porque las reparaciones se ven bastas y mal rematadas.

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Esta foto muestra la unión de dos piezas hechas en fábrica. Un acabado así de perfecto no se suele conseguir si el coche ha sido reparado.

Frenos y neumáticos

Una vez revisada la carrocería (o antes, no importa el orden) conviene mirar el estado de frenos y neumáticos. Lo teóricamente ideal es que las ruedas estén nuevas y sean de buena calidad. Digo en teoría, porque unos neumáticos al final de su vida útil nos pueden dar mucha información, empezando por su fecha de fabricación.

Los neumáticos usados han de tener un desgaste uniforme de su banda de rodadura. Si están más desgastados por una zona que por otra puede ser que las ruedas estén mal alineadas (no es un gran problema), que los amortiguadores estén en mal estado o que el coche haya sido usado de forma agresiva. En el peor de los casos, puede que el coche tenga un problema estructural mal reparado.

Neumático en buen estado y desgastado de forma homogénea

Los neumáticos también pueden contar cómo ha sido conducido el coche. Un desgaste muy acentuado de los delanteros en la zona de los hombros, una banda de rodadura donde faltan trozos o hay muestras de una abrasión importante, son indicios de que han tenido un trato duro.

Los cantos de los surcos de este neumático presenta un desgaste agresivo ya que faltan trozos de goma

Los frenos (pastillas y discos) se desgastan con el paso del tiempo. El estado de los discos también nos dice mucho de cómo ha sido usado el coche, incluso más que los neumáticos. Un vehículo que ha sido conducido con suavidad principalmente por autopista desgasta muy poco los discos de freno, lo contrario de si ha sido usado principalmente por la ciudad o por vías montañosas.

Conviene fijarse especialmente en los discos delanteros (soportan la mayor parte del esfuerzo de frenado). Han de tener poco escalón entre la superficie de frenado propiamente dicha y su canto. Si la rebaba que hay entre medias es importante y se nota afilada con los dedos, significa que el desgaste es importante. Si la superficie de frenado no es completamente lisa, sino que presenta ondulaciones o ranuras concéntricas, también es otro indicio de que quizá ya tengan mucha vida.

Ensayo de frenos. Los discos pueden adquirir ese tono durante la marcha si se usan de forma muy agresiva

En definitiva, se trata de conocer si el desgaste de los frenos es lógico para el uso y kilometraje que ha tenido el coche. Un vehículo que se usa mayormente por autopista a velocidad más o menos sostenida y se conduce de forma normal no debería requerir cambio de discos de freno antes de, como poco, 150 000 kilómetros. Si con 100 000 kilómetros los discos tienen un escalón importante y afilado en su contorno, lo más probable es que ese coche no se haya usado solo «para viajar». En algunas ocasiones, la superficie de frenado de los discos puede presentar tonalidades violáceas (como los colectores de escape de las motos). Ello puede indicar que, en algún momento, han llegado a una temperatura muy elevada debido a un uso intenso.

El cambio de discos de freno no es una operación ni costosa en mano de obra ni en el coste de las piezas, por lo que no debe ser un motivo para desechar un coche. Lo importante es que el estado de los frenos nos ayude a intuir cómo se ha usado el coche.

¿Ciudad o carretera?

El uso urbano es mucho más exigente que el de autovía porque, a igualdad de kilómetros, los distintos elementos tienen muchas más horas de funcionamiento. Además, un uso urbano implica, por lo general, que el motor ha funcionado en más ocasiones por debajo de su temperatura de funcionamiento (arranques en frío y por lo tanto con mala lubricación). También ha podido sufrir más picos de temperaturas altas en verano, pues la refrigeración a baja velocidad no es tan efectiva como a alta

Seguirá con la segunda parte…