Ayer, 1 de diciembre de 2024, el consejo de administración de Stellantis aceptó la dimisión con efecto inmediato del director general de la compañía (CEO), el portugués Carlos Tavares. Es un movimiento inesperado, pues hace apenas dos meses Stellantis había anunciado que Tavares permanecería en su cargo hasta comienzos de 2026.

La clave de esta salida acelerada se halla en los malos resultados financieros de Stellantis durante el último año. El rendimiento ha estado muy por debajo de las expectativas, sobre todo en el mercado estadounidense, que es su principal generador de ingresos. No se ha invertido bien en el lanzamiento de productos nuevos o actualizados y los precios no han sido suficientemente competitivos a pesar de las medidas de reducción de costes que se han aplicado.

Según declaraciones de Henri de Castriers, miembro del consejo de administración, «en las últimas semanas han surgido diferencias de opinión entre el consejo de administración de Stellantis y el CEO, Carlos Tavares». Estas disensiones han terminado con la dimisión (o despido disfrazado de dimisión) del dirigente portugués.

Carlos Tavares ha liderado Stellantis desde su constitución en enero de 2021. Muchos elogian su gestión al mando de la compañía por convertirla en una de las más rentables en el sector de la automoción. Otros muchos, en cambio, critican duramente sus agresivas políticas de recortes laborales y su visión cortoplacista.

Sea como fuere, la búsqueda de su sucesor está muy avanzada según dice la propia compañía y concluirá en el primer semestre de 2025. Hasta ese momento, se creará un nuevo comité ejecutivo interino, presidido por John Elkann, presidente de Stellantis.