El coche eléctrico es presente y a la vez futuro. No tengo claro cuánto de próximo y de lejano. Todo pinta a que el ritmo lo va a marcar el desarrollo de las baterías. O el de los sistemas de recarga. O ambos.
En km77.com hemos probado algunos coches eléctricos y tanto en la “web” como en estos blogs (peripecias con el Chevrolet Volt y el Nissan Leaf) hemos contado los problemas que hay para recargarlos. Poca infraestructura, que no siempre funciona, y que se trata de un proceso poco cómodo, tanto por tiempo como por el método. Lo de que haya poca infraestructura y no funcione supongo que será cuestión de demanda. Lo del tiempo también va solucionándose, aunque por ahora sea mediante estaciones de recarga de precio elevado. Para lo de la comodidad parece que ya hemos encontrado una solución.
Hoy (por ayer lunes) he estado en la presentación del sistema de recarga sin cables que ha desarrollado Endesa junto a la Fundación CIRCE (Centro de investigación de Recursos y Consumos Energéticos nacido con el apoyo de la Universidad de Zaragoza). La teoría es fácil, la misma que permite recargar los cepillos de dientes: La inducción. Dos bobinas, una primaria conectada a la red eléctrica y otra secundaría instalada en el coche y conectada a la batería. Al hacer circular una corriente eléctrica por la primaria se genera un campo magnético y ese campo magnético produce una corriente en el secundario. Resultado: la batería se recarga sin necesidad de tener que usar un cable que una físicamente el coche con el punto de recarga. Las ventajas son varias: no hay que tener un cable, con su cargador, a mano en el coche ocupando sitio y se evita ensuciarse las manos con ese cable que todos los días está por el suelo. Una tercera no menos importante: Los vándalos se tendrán que contentar con seguir rayando coches y rompiendo retrovisores. Lo de robar cables o desconectarlos no sucederá.
Supongo que algunos os preguntaréis ¿por qué esto no se ha hecho antes? Pues porque se encontraron con dos problemas principales: la necesidad que existía de posicionar con precisión el vehículo en el punto de recarga y los campos magnéticos que se producían alrededor de él. Bueno, tres: tecnológicamente es más complejo que la carga conductiva.
CIRCE y Endesa parece que han dado con la solución a esos problemas y han desarrollado un prototipo de recarga rápida inductiva de 30 kW (están trabajando en otro de 50 kW). Juan Luis Villa, ingeniero del CIRCE, me estuvo explicando que han tenido que trabajar para lograr un adecuado apantallamiento que evite exceder el campo magnético permitido por la normativa (que es 7 microteslas). Juan Luis me enseñó con un medidor el campo magnético: Introduciendo la sonda por debajo del coche, el campo era 10 veces superior al recomendado. En cambio, dentro del habitáculo y en los alrededores de la carrocería (junto a la puerta, en la zona de los pies), no llegaba en ningún caso a acercarse a esos 7 µT (el máximo era alrededor del 60% de esa cantidad). Para lograrlo, el suelo de los vehículos a recargar deberá ser de aluminio en vez de chapa de acero. También han conseguido que no sea necesario aparcar el coche con precisión milimétrica, sino que basta con dejarlo dentro de la zona delimitada por las tiras de led que hay en el suelo de la foto para que la recarga sea eficaz.
Utilidades, todas. Pero este sistema lo defienden como especialmente útil en el caso del transporte público y flotas como las de reparto. Un ejemplo en la siguiente foto, donde se ven las diferencias que habría entre recargar un autobús eléctrico una vez al día, con cargadores en los dos extremos de la ruta o con zonas de recarga en cada parada. La ventaja más importante en el último caso no es sólo el tiempo que no hace falta tener parado el autobús para recargarlo, observad la diferencia de peso de las baterías que serían necesarias.
Evidentemente, no son los únicos que trabajan en ello pero, ¿creéis el futuro de las recargas de automóviles eléctricos será español?
Alfonso Herrero