Estoy acostumbrado a conducir coches poco vistos, llamativos, pero sin duda este BMW i8 se ha llevado la palma (dejando a un lado el Lamborghini Aventador, que cuesta casi tres veces más). Casi todo el mundo se gira cuando pasa, a casi todo el mundo le gusta. Es ver abrirse esa puerta hacia arriba y escuchar cosas tipo ohh, hostias, ¡la bomba! o similares. Es un coche de película futurista pero con matrícula de España con las letras HXY. Si Marty McFly y el Doctor Brown volvisen del futuro en una inexistente Regreso al futuro 4, se habrían traido un i8. Sin condensador de fluzo pero híbrido enchufable.
Parte de la prueba del i8 fue en ciudad, para comprobar y comparar el consumo cuando la batería tiene carga (el coche funciona en el modo híbrido) y cuando no. Durante esas cinco horas, viví situaciones curiosas en los semáforos, todas debidas a lo llamativo que resulta este modelo.
Y es que en los semáforos, como en la vida, hay de todo. El comentario más habitual que escuché, y que en ocasiones era una pregunta directa, fue sobre mi ocupación en la vida para permitirme un coche de ese precio. Nada que no se solucione con un “lo he robado”, escena que en una ocasión quedó grabada en vídeo por unos simpáticos chicos que iban camino a Mortorland. Lo curioso es que la gente no sabe lo que cuesta el i8 pero, por su aspecto de nave espacial, suponen que mucho. Y sí, 126 800 euros es mucho, pero hay coches que cuestan mucho más con los que no te hacen esa pregunta.
Otros querían saber si era eléctrico. Híbrido enchufable, respondía yo. ¿Cómo un Prius? me replicó alguien. Pues sí, parecido a un Prius enchufable. Al final, la explicación sencilla es que es eléctrico sólo un rato. También era habitual interesarse por su potencia (362 CV).
Pero el comentario bomba del día fue cuando escuche a un par de personas que viendo el coche desde la acera decían «debe ser Diesel». Me hizo gracia. No sé cómo llegaron a esa suposición puesto que el coche en ese momento estaba circulando despacio en modo eléctrico. Quiero pensar que lo que oyeron fue el motor de algún otro coche.
Y para rematar el día, ocurrió algo que supongo que no es fácil que suceda. Coincidir en la primera línea del semáforo un i8 y un Aston Martin DB9 Volante, ambos blancos. Tras la mirada de reojo mutua nos pusimos a hablar. Conversación agradable. Se pusó en verde el semáforo, nos despedimos y salimos a paso lento, desilusionando a la gente que contemplaba la escena imaginando, y esto también es imaginación (mía), una salida tipo dragster.
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También experimenté el fenómeno teléfono-móvil. Muchísima gente hizo fotos al coche. Las hicieron los peatones, las hicieron los pasajeros de algunos coches, a veces los conductores (en algunos casos desatendiendo peligrosamente la conducción) e incluso algún motorista, en el semáforo, se quitaba los guantes para buscar el móvil en el bolsillo interior de la cazadora. Todo por hacer una foto de coche este coche-espacial.
Cuando volvía para recargar el coche tras hacer dos veces el mismo recorrido de 40 km por ciudad, recuerdo ir pensando en que me extrañaba no haber visto aún un tortazo por ir mirando al i8 en vez de al tráfico. Y según lo pensaba, la moto que iba delante de mí pegaba un frenazo, con cruzada incluida, para esquivar a la moto que estaba delante ya parada en el semáforo. Al final, afortunadamente, salvo la situación. Desconozco las habilidades de su conductor, pero apostaría mi mano a que si repite la maniobra de esquiva 10 veces, no le sale ni una.
Pero claro, eso no es nada si lo comparas con que en plena autovía tres chicas te saquen un cartel con un STOP escrito con la barra de labios para hacerse unas fotos. Chicas, ¿veis como no era ningún famoso ni con posibles?