Abarth y Sony o Sony y Abarth, tanto monta monta tanto. Sea en el orden que sea, la cuestión es que lanzan una versión del Abarth 500 llamada Vita que incluye de regalo la nueva videoconsola portátil de Sony.
Del Abarth 500 Vita se comercializarán 25 unidades, que traen de serie los siguientes elementos que son opcionales en el Abarth 500: faros xenón, climatizador automático y llantas de 17. Además incluye la Sony PlayStation Vita (con dos juegos) y un curso de conducción. Cuesta 18 990 euros, que es el precio normal para el Abarth 500 sin todos esos extras.
Así que, con motivo del lanzamiento, nos llevaron a una finca a las (muy) afueras de Madrid para conducir los modelos de Abarth sobre tierra. Ahí es donde la escuela Sportdrive, abanderada por el piloto Andy Soucek (ex -tercer piloto del equipo de F1 Virgin y campeón de muchas otras categorías), imparte cursos de conducción.
Lo organizaron a modo de concurso, puntuando tres pruebas: dos de conducción en tierra —un slalom y una pista con curvas— y otra de conducción en pantalla, esto es, a los mandos de la nueva PSVita. Como yo no tengo una maquinita de estas poco puedo contaros sobre si la PSVita es fantástica o no. Eso sí, desde mi ignorancia, me sorprendieron todas las prestaciones que anunciaban que tenía (wifi, 3G, GPS, mandos táctiles en la parte posterior…).
Volviendo al coche, el slalom se hacía con un Abarth Grande Punto. Había que salir corriendo (con los pies, no con el coche) desde una carpa tras poner en marcha el cronómetro, entrar en el coche, colocarse el asiento, el cinturón, ponerlo en marcha, hacer el recorrido (ida y vuelta), frenar en una zona delimitada por unos conos y salir corriendo hasta la carpa para detener el cronómetro.
Pues bien, llegado mi turno me coloco junto al crono que colgaba del techo de la carpa mediante una cuerda. ¡Ya! Salgo corriendo, a ritmo de Shaquille O’neal tras la cena de acción de gracias. Me meto en el coche, echo el asiento atrás del todo y me pongo el cinturón rápidamen…se engancha. Hay que hacerlo despacito (vísteme despacio que tengo prisa). Ya estoy atado y ahora… ¡no llego al volante! El respaldo está inclinado a lo Michael Knight en el coche fantástico. Bueno, cosas peores me han tocado….
Comienzo el slalom sin forzar, para ver si el suelo de tierra suelta desliza mucho o no. Llego al final del recorrido de ida, hay dar un giro de 180º, con el freno de mano, claro. A la vuelta voy más rápido y el coche se cruza más pero como el control de estabilidad no se puede desconectar corta en seco el deslizamiento, algo que no siempre es una ventaja si tratas de balancear el coche para entrar en el siguiente hueco. Llego al punto de frenada. Apago el motor, pongo el freno, me desabrocho, salgo del coche, cierro la puerta (sí, había que hacer todo esto) y recorro los 15 metros que separaban el coche del maldito cronómetro a la velocidad de la Luz (N.A: Luz es una vecina coja que siempre se me adelanta para coger el ascensor). Estiro mi brazo y aprovechando mi gran envergadura pulso el botón del crono varios metros antes de llegar (venga vale, lo hago cuando estoy ya a su lado…). Miro el tiempo: 0:00:00.000 …mmmm, o he sido muy rápido o he tocado el botón que no era. Así que con el merecido cachondeo general y tras arduas negociaciones con la organización consigo que me dejen repetir la prueba cuando acabe todo el grupo, eso sí, con una penalización de 2 segundos. En la repetición paro el crono en 59 segundos, que era el segundo mejor tiempo. Y con penalización, el tercero.
La otra prueba era un recorrido por una pista de tierra con varias curvas, unas peraltadas, otras contraperaltadas y un suelo que deslizaba mucho en algunos puntos y poco en otros. Aquí parece ser que “puntuaban” tu habilidad al volante. En mi caso, la tarea de evaluarme correspondió a Andy Soucek.
Tuvimos el placer de estar con Albert Llovera. Albert, del que ya hemos hablado otras veces (aquí, en la puesta de largo del Abarth 695 Tributo Ferrari; y aquí, dando cursos) es un piloto, actualmente de rallies. De hecho, es el único piloto con discapacidad física que ha participado en el Campeonato del Mundo de Rallies (WRC). Albert no tiene movilidad en las extremidades inferiores así que se apaña con las manos para hacer muy bien cosas que otros hacemos mucho peor utilizando también los pies.
Vino por ser piloto oficial de Abarth y nos dio una demostración de conducción. Con el coche con el que habitualmente se desplaza, un Abarth Grande Punto (vino la noche anterior desde Andorra a Madrid y se volvió esa tarde a su casa en Andorra en él), salió a la pista de tierra a enseñarnos cómo se pilota. Viéndolo resulta difícil de creer que va en un coche en el que no se puede desconectar el control de estabilidad (se nota porque cuando va deslizando llega un momento en el que el coche deja de hacerlo bruscamente).
Me dejó ponerle una cámara dentro del coche. Le pillé con la explicación comenzada sobre los mandos del coche, cuando contaba que el aro que hay por delante del volante es el acelerador, el que va por detrás, el freno (que también puede accionar con una palanca que hay a la derecha del volante). El embrague se acciona empujando tan solo unos milímetros el pomo del cambio. Las marchas se meten de forma normal, mediante la palanca.
Merece la pena ver el vídeo:
Celedonio