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¿Ya no gusta tanto la electrónica?

Es curioso cómo, en ocasiones, las noticias surgen como las cerezas: tiras de una, y acabas llevándote medio cesto. Y esto acaba de ocurrir con un nuevo y sorprendente enfoque respecto a la utilización de dispositivos electrónicos; enfoque que en un caso está muy concretamente centrado en su aplicación al automóvil, y en el otro tiene evidentes implicaciones con el mismo. Porque con una diferencia de diez días me han llegado dos informes, ambos originados en USA, referentes a dicha cuestión. No es que venir de USA les confiera mayor ni menor credibilidad ni representatividad, pero no se puede ignorar que se trata de una sociedad muy desarrollada en estos aspectos de la tecnología aplicada al “día a día”, y que indudablemente marca tendencias muy dignas de tenerse en cuenta, aunque no tengan por qué condicionarnos a este lado del Atlántico.

Los informes llegan, por un lado, a través del Boletín de Noticias de ASEPA (Asociación Española de Profesionales de Automoción) del 2 de Diciembre, que transmite un estudio del conocido “Consumer Reports”. Y por el otro lado, un comunicado del Departamento de Prensa de Ford, que se hace eco del segundo de los dos informes anuales sobre tendencias, denominado “Looking Further with Ford 2014”, publicado el 12 de Diciembre.

La primera de las informaciones no es demasiado explícita, pero sí muy radical en su concisa expresión. El veterano “Consumer Reports” publica, entre muchas otras cosas y desde hace década y media para este asunto concreto, un estudio anual que fija el ránking de fiabilidad de los automóviles a nivel mundial. Digamos que es un competidor que le ha salido al todavía más veterano de “J. D. Power’s”, que ese sí que lleva décadas haciendo algo similar; al principio sólo en USA, pero actualmente también en ciertos países europeos. Es decir, que aunque el instituto que ha realizado el informe en cuestión es norteamericano, el estudio pretende tener ámbito mundial en cuanto al campo de la encuesta, que en este caso alcanza a los poseedores de 1,1 millones de vehículos.

Pues bien, el “Consumer Reports” ha subrayado en su informe que “el problema más señalado por los consumidores de todos los vehículos, modelos y marcas, fue el de los sistemas electrónicos incorporados en los coches”.

Como ya se ha dicho, el resumen no puede ser más lacónico, pero también muy terminante; faltaría una definición más elaborada de lo que se entiende por “problema”. Pero, teniendo en cuenta que el estudio y la encuesta se centran en la fiabilidad, es lógico deducir que es sinónimo de avería. Y es que, como ya se comentó respecto a otros temas, la electrónica suele tener pocos términos medios: o funciona o se avería del todo. Que el funcionamiento en sí resulte más o menos satisfactorio ya es otra cuestión; aunque también podría ocurrir que algunos usuarios consideren un “problema” que el sistema, dispositivo o artilugio electrónico que su coche incorpora no funciona a su entera satisfacción por lentitud, complicación de manejo, o porque no le ofrece las prestaciones que en principio esperaba de él.

A todo esto, quiero suponer que la genérica referencia a “sistemas electrónicos”, así sin más, se refiere a los de infotainment y ayudas a la conducción. Porque los equipamientos que funcionan de modo autónomo y sin interrelación aparente con el conductor (encendido e inyección electrónica, gestión de la distribución variable, ABS, ESP, amortiguación variable, etc) por lo general mantienen un “perfil bajo” y no se hacen notar; o bien fallan del todo y ya no son un problema, sino una avería, y de las gordas.

Y es que la calidad intrínseca, no de los componentes en sí sino del sistema por ellos constituido, es muy superior en estos equipamientos llemémosles “serios”, de los que depende que el coche ande o no ande -y la seguridad del mismo cuando anda-, que en los otros sistemas que se van añadiendo en parte por moda y en parte por necesidades que nos vamos creando. Pero que para ofrecerlos a un precio relativamente asequible (y pongamos el acento en lo de relativamente) son unos sistemas más precarios tanto en número de componentes como en su potencia y la sofisticación del software que se encarga de gestionarlos. A este respecto, recuerdo una vez más la impagable frase con la que un colega francés definió la dirección eléctrica del primer Mégane que la montaba (y que tan criticada fue en los comentarios de una reciente entrada de este blog): “Lo que no podemos esperar es que nos den electrónica de calidad y funcionamiento de nivel militar si se la pagamos al suministrador a precio de electrodoméstico”.

Por el contrario, el segundo informe abunda en la redacción ampulosa que es frecuente hoy en día en muchos comunicados de prensa, pero leyendo entre líneas se entiende perfectamente. Viene a decir lo mismo varias veces y con distintas redacciones, así que procuraré poner dichas parrafadas en un orden más o menos lógico, y después elucubraremos un poco sobre el mensaje transmitido. Así que allá van los sucesivos párrafos:

‘Looking Further with Ford 2014’ saca a la luz el deseo de la gente de tomarse un respiro para dedicar tiempo a lo que más les importa: los amigos, la familia y la comunidad. Es un resultado de la nostalgia de los usuarios, que recuerdan la comodidad y el carácter asociado a las cosas como eran antes de la era digital.

El segundo informe anual de tendencias de Ford Motor Company, publicado hoy (12 de Diciembre), concluye que los consumidores reevaluarán en 2014 su relación con la tecnología, buscando un equilibrio entre estar constantemente conectados y aplicar una nueva valoración del tiempo de calidad estando desconectados.

Según el segundo informe anual de tendencias, los usuarios están replanteándose sus relaciones con las nuevas tecnologías, buscando un equilibrio entre el miedo a no estar a la última y el placer de desconectar.

Estos tres párrafos encierran, a mi modo de ver, dos puntos fuertes a considerar: la contraposición entre la conexión electrónica y “lo que más importa”, que es el contacto directo y coloquial con otras personas. Y el otro es la contraposición entre la moda, más bien dependencia, de una continua recepción y envío de información, y el que se reconoce como el “tiempo de calidad” y el “placer de desconectar”; eso que en la cultura italiana tan bellamente se define como “il dolce far niente”.

Pero también puede ser que se trate de allanar el camino para lo que Ford (como casi todos los grandes constructores) y los fabricantes de infotainment están preparando: una nueva generación de equipamientos más intuitivos de manejar, más “friendly” en su manejo y recepción, pero que en el fondo siguen siendo “más de lo mismo”. Por ello aparecen otros párrafos en los que esta posibilidad de marear la perdiz asoma un poco la oreja:

“No hay manera de escapar al impacto, tanto positivo como negativo, del ritmo acelerado que marca la tecnología. Lo que va a resultar más fascinante en 2014 es observar cómo emerge una cultura de reflexión”, explica Sheryl Connelly, Gerente de Tendencias Globales y Futuro de Ford.

La principal tendencia para 2014, la “Revolución Silenciosa de la Tecnología”, desvela que la gente seguirá intentando mantenerse al día, dentro de una sociedad permanentemente conectada en la que se experimenta el miedo a no estar a la última, pero también empezará a apreciar los momentos de estar alejados de las distracciones digitales.

La tendencia predominante apunta a los modos de gestión personal del tiempo, y a una reevaluación de prioridades tales como la salud, la comunidad y el entorno.

Y de nuevo son tres los párrafos que parecen indicarnos, de modo un tanto subliminal, que para 2014 se prepara una “revolución” en la forma en la que nos van a vender, u ofrecer al menos, el hecho de estar conectados. Porque de eso no parece que nos vayamos a escapar, pero con una “cultura de la reflexión”, valorando más el momento de desenchufar el artilugio de turno y quedarnos tranquilos al menos durante un rato.

Pero al margen de que nos quieran endulzar la píldora con enfoques menos agresivos, el conjunto de las dos noticias sí que parece apuntar hacia el reconocimiento de una realidad más o menos latente, a la que la gran industria (de la electrónica y el infotainment en general, y del automóvil en particular) quiere poner remedio antes de que se convierta en un rechazo mucho más violento. Y esa realidad es que, por una parte, el actual funcionamiento de los equipamientos electrónicos –al menos los que no tienen que ver con el manejo puro y duro del automóvil- no acaba de satisfacer, bien por falta de fiabilidad o por su funcionamiento y manejo.

Y en segundo lugar que, de todos modos, parece haberse apreciado un cierto cansancio de la sociedad respecto a tanta interconexión; y antes de que la cosa vaya a más, se prepara un replanteamiento en la forma de seguir manteniendo esa conexión, pero de forma menos invasiva, agresiva, o como se le quiera llamar.

Y todo lo anterior se concreta en que el estudio de Ford se cierra con la localización de diez tendencias para 2014 que son consideradas como una importante influencia para consumidores y marcas; de las diez he seleccionado las tres que considero más directamente relacionadas con lo que aquí estamos tratando:

2. Vieja Escuela: Los consumidores idealizan cómo eran las cosas en el pasado, encontrándose cómodos y conectando con productos, marcas y experiencias que evocan nostalgia.

6. Miedo a no estar a la última, frente al Placer de Desconectar: Se ha generado un tira y afloja constante, conforme el tradicional miedo a no estar a la última se ve amenazado por el placer de desconectar. En un extremo, los consumidores intentan aprovechar todo lo que tienen a su disposición. En el otro, son conscientes de la necesidad de centrarse y disfrutar de las cosas realmente importantes.

8. El mito de la multitarea: En un mundo moderno cada día más saturado de pantallas y tareas, cada vez hay mayores indicios de que cuando hacemos todo a la vez, sacrificamos la calidad, y a veces la seguridad, de cada cosa que hacemos.

Creo que son muy importantes algunas de las cosas que se reconocen en el enunciado de estas tres tendencias. Lo curioso es que nos las presentan como algo que va a surgir, poco menos que de golpe, en 2014; lo cual no hace sino confirmar la sospecha de que los nuevos modelos, tanto de aparatos electrónicos como de su instalación en los coches, van a sufrir una importante variación para el año/modelo 2014/15. Pero, al margen de esta maniobra de claro trasfondo comercial, considero digno de reflexión el análisis de esos apuntes que se desprenden de las tres tendencias entresacadas de las diez que parece ser van a florecer en 2014.

Se reconoce que hay cierta nostalgia respecto al estilo de vida previo a la “revolución electrónica”; nostalgia que se concreta en el hecho de tener un poco más “relax”, de no vivir tan aceleradamente, a causa del exceso de información y conexión del que se dispone. Y muy importante, lo relativo al “mito de la multitarea”: el riesgo de sacrificar la calidad y la seguridad de todo lo que se están haciendo casi simultáneamente. Y cuando esto lo aplicamos al campo de la conducción, por un lado llevamos cada vez más ayudas a la conducción, que a su vez quedan empañadas por la tentación de utilizar todos los instrumentos de información puestos a nuestra disposición.

Un ejemplo arquetípico de esto podría ser el coche equipado a la vez de avisador de cambio involuntario de carril, a la par que de un navegador en el que se pueden seleccionar toda clase de itinerarios, puntos de interés y otras informaciones. Parece como si lo primero se instale para compensar los eventuales riesgos generados por lo segundo. Hace unos cuantos días asistí a una intensa jornada dedicada a Seguridad Vial en la Fundación Mapfre; y una de las conclusiones que apareció, y que algunos ya teníamos clara de tiempo atrás por la simple observación de lo que se ve en la carretera, es que la distracción, en su más amplio sentido, es la causa número uno de los accidentes.

Quizás no sea esta la razón fundamental de ese principio de hartazgo respecto a la hipertrofia de equipamientos electrónicos de todo tipo que invade al automóvil –algunos de los cuales son sumamente positivos-; pero no cabe duda de que esos dos comunicados que han llegado en el lapso de diez días indican que algo está cambiando, o a punto de cambiar.

P.D.- Podrá parecer casualidad, pero creo que ni casualidad ni coincidencia. Recién acabado de escribir el texto que acaban de leer, nos llega un nuevo comunicado de Ford, cuatro días más tarde que el anterior. Como en el inicio de esta entrada, paso a reproducir algunos párrafos (el comunicado es larguísimo), y luego añadiré algunos comentarios:

“Dearborn, 16 de diciembre de 2013: Avanzando un paso más en su ‘Plan para la Movilidad’, Ford ha presentado un prototipo de laboratorio del Ford Fusion Híbrido, pero ya como Automatizado. El vehículo será utilizado para realizar progresos en el futuro de la conducción automatizada y otras tecnologías avanzadas para después de 2025. Servirá para realizar pruebas de sistemas de sensores y tecnologías de ayuda al conductor actuales y futuras. El Fusion Híbrido normal se venderá como Mondeo Híbrido en Europa, con posterioridad al lanzamiento del nuevo Mondeo en 2014.

El Ford Fusion Híbrido Automatizado supone un paso fundamental hacia nuestra visión del futuro de la movilidad urbana, afirma Bill Ford. Vemos un futuro de coches conectados que se comunican entre ellos y con el resto del mundo para que conducir sea más seguro, se descongestione el tráfico y promover la sostenibilidad medioambiental. Los vehículos Ford de hoy en día ya pueden aparcar solos, entender comandos de voz, detectar situaciones de peligro y ayudar con el frenado de emergencia. Estas y otras tecnologías podrían permitir que un día se pueda ir en coche de manera automatizada, aunque el conductor siempre podrá tomar el control si hace falta.

Con el proyecto de investigación del Fusion Híbrido Automatizado, nuestro objetivo es poner a prueba los límites de la automatización total y determinar sus niveles apropiados para una implantación a corto y medio plazo. El Fusion Híbrido Automatizado servirá como plataforma de investigación para desarrollar soluciones ante los potenciales problemas sociales, legislativos y tecnológicos a largo plazo que plantearía un futuro con vehículos completamente automatizados.

A medio plazo, las comunicaciones vehículo a vehículo pasarán a ser algo habitual. Estas incluirán algunas opciones de piloto automático, tales como la circulación en modo “pelotón”, en la que vehículos que viajen en la misma dirección sincronicen sus movimientos para crear patrones de conducción más densos. A largo plazo, los vehículos contarán con navegación y estacionamiento completamente automáticos. Se comunicarán entre ellos y con su entorno y serán un elemento más dentro de un ecosistema de transporte plenamente integrado. Los beneficios de esto incluyen una mejora de la seguridad en carretera, el descenso de la congestión del tráfico y la capacidad de lograr mayores mejoras medioambientales.”

Creo que la jugada –perfectamente legítima por otra parte- consiste en denigrar hasta cierto punto la actual situación, en la que se ha llegado a producir cierta nostalgia por los tiempos pasados (en nuestro caso, el disfrute del placer de conducir), para anunciarnos la llegada de la “buena nueva”, que consistirá en una automatización casi absoluta del tráfico rodado por carretera. Es decir, como el ferrocarril, pero con asfalto en vez de vías; sólo en pleno casco urbano sería precisa la intervención humana, y eso en el caso de que los destinos no estén absolutamente incorporados en el navegador, pero no sólo como orientación para el conductor, sino para la conducción autónoma.

Como ya dije en anteriores ocasiones, los aparentemente “pequeños problemas” son los que me parecen más difíciles de solucionar: las grandes tecnologías, mientras no se expliciten de modo pormenorizado, lo soportan casi todo; es como se dice en periodismo: el papel lo aguanta todo. La realidad ya es otro cantar. Y como ejemplo, me referiré a una cita tomada de uno de los párrafos anteriores: “… la circulación en modo “pelotón”, en la que vehículos que viajen en la misma dirección sincronicen sus movimientos para crear patrones de conducción más densos.”

Dicho así queda muy bonito, aunque luego viene otro párrafo en el que ya se pone la venda antes de que llegue la pedrada, cuando se reconoce que será necesario “desarrollar soluciones ante los potenciales problemas sociales, legislativos y tecnológicos a largo plazo que plantearía un futuro con vehículos completamente automatizados”. Vamos con los tecnológicos, dejando los sociales para otro momento, y los legislativos para quien corresponda. Y el primer problema que me viene a las mientes (aunque no el único) es que esto exigiría coches (y camiones y autobuses, no los olvidemos) con exactamente la misma capacidad mínima de aceleración, frenada y paso por curva. Por no hablar de variaciones de adherencia del pavimento, ya sea por causas naturales (lluvia, barro o nieve) o por tipo de asfaltado (o adoquinado, o lo que sea). ¿Y la transición, con coches automatizados y clásicos mezclados, cómo la realizamos?

Naturalmente que hay solución; hacerlo todo mucho más lento, siempre al paso del vehículo menos ágil: en principio sería un camión articulado y con carga a tope y muy alta (centro de gravedad elevado). Y todos al paso que semejante vehículo marque; vehículo cuyo influjo se extendería hacia atrás durante kilómetros y kilómetros. Ni más ni menos que el ferrocarril: cuando no hay más que una vía, el “mercancías” es el que impone su marcha. Pero la diferencia es que, incluso con una alta densidad de tráfico ferroviario, ésta no tiene ni comparación con la de vehículos de carretera.

Da la impresión de que el tráfico –si se cumplen las profecías de Bill Ford y otros predicadores de la “buena nueva”- se asemejará al de las novelas y películas de ciencia-ficción: todos los coches iguales, acoplados en prestaciones a los de transporte pesado. Porque salvo que también vuelen, no habrá forma de adelantar a éstos, a poco que el tráfico sea denso; y no todas las vías van a tener múltiples carriles en cada sentido. Así las cosas, casi mejor optimizar la red de ferrocarriles, y rematar los desplazamientos en taxi, todos iguales por supuesto; y a ser posible, conducidos por un robot. Pero esto, según Bill Ford, será para mucho más allá de 2025; siempre es un respiro.

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