Los auténticos inventos y/o descubrimientos, en el más estricto sentido de la palabra, son actualmente cada día más escasos: por una parte, la figura legendaria del investigador solitario (el clásico “sabio distraído” de “Retorno al futuro”) ha sido sustituida por el trabajo en equipo en una universidad, institución pública o empresa privada; y por otra, se suele tratar más bien de aplicaciones prácticas de un fenómeno físico-químico (el auténtico descubrimiento) que, en sí mismo, sirve para que les concedan el Premio Nobel a sus descubridores, pero no tiene posible utilización directa. El hallazgo de las propiedades del diodo y los semiconductores fue un auténtico descubrimiento; el asombroso entramado actual de electrónica, informática e infotainment constituye su aplicación y desarrollo tecnológico práctico.
Y para el hombre de la calle, es esta segunda fase la que cuenta: la que pone a su disposición el disfrute de múltiples posibilidades que hasta el momento le estaban vedadas, y cuya futura existencia ni tan siquiera concebía hasta el día antes de conocer su comercialización. Así pues, el “invento” de hoy en día corresponde más bien a esa “i” de “innovación” que últimamente se le ha añadido a la más antigua y consolidada I+D (de Investigación y Desarrollo). Esa innovación que podríamos caricaturizar como el “Ahí va, lo que no se le había ocurrido a nadie hasta ahora”, y que no es más –pero tampoco menos- que buscarle una buena aplicación práctica a una tecnología ya bien conocida.
Y eso es lo que ha hecho recientemente Land-Rover, una pierna de ese gigante tecnológico cuya otra es Jaguar, y que consigue la estabilidad del consabido taburete gracias a la tercera pata del aporte de capital hindú procedente de Tata. Por supuesto que las mini-cámaras de TV no suponen ninguna novedad, y su sincronización para montar una imagen única de sus diversas tomas tampoco lo es; del mismo modo que un sensor de presión es más antiguo que la tos. Pero combinarlo todo para conseguir un sistema que permita aumentar notablemente la seguridad y el confort en la utilización de un turismo, MPV o SUV para tirar de un remolque de pequeña o media carga (el transporte pesado es otra historia, y tendrá sus propias aplicaciones) sí que constituye un paso adelante que el usuario concreto agradecerá, tanto si se le denomina como invento, descubrimiento o aplicación.
Debido a su tracción integral, generoso tamaño y peso relativamente elevado (si bien la aplicación del aluminio en su estructura le ha quitado recientemente entre 200 y 300 kilos) hacen que un Range-Rover sea un vehículo especialmente adaptado a esas funciones de llevar detrás algún remolque de diversos tipos. Y en concreto, no para transporte profesional (para eso están las furgonetas, pick-ups y furgones) sino para funciones de transporte particular, que en la demostración y presentación del “invento” en Rover han concretado en los ejemplos (muy británicos, lógicamente) de una roulotte para pasar al Continente en un buen viaje de un mes de vacaciones, o un remolque especial para trasladar a uno o dos caballos a un concurso hípico de saltos o doma.
La primera de las dos aplicaciones presentadas es la denominada Transparent Trailer, una tecnología que no precisa traducción, y que tiene como finalidad mejorar la visibilidad trasera cuando nuestro vehículo –en este caso un Range-Rover- se utiliza para las funciones de cabeza tractora de una caravana o remolque de cualquier tipo. La cámara de visión trasera, en especial para las maniobras de aparcamiento con un vehículo normal, ya existe desde hace tiempo, pero la presencia del remolque invalidaría su función. Y por ello se ha recorrido a una cámara inalámbrica digital de alta definición, que se coloca en la trasera del remolque, apuntando en línea recta hacia atrás, evidentemente.
Pero es que, además –y aquí empieza lo bueno-, su acción se combina con las cámaras ya existentes en el sistema Surround, consistente en sendas cámaras situadas en los retrovisores de puerta apuntando también hacia atrás, y que hasta ahora servían para controlar el “punto ciego” tanto si un coche se aproximaba para adelantarnos, como para cambiar de carril sin cortarle el paso bruscamente al que tengamos próximo en cualquiera de los dos carriles paralelos y adyacentes al nuestro.
Lo específico de la aplicación de Rover es que, por una parte, las tres imágenes se combinan para formar una única vista panorámica mucho más ancha; y por otra, que dicha visión se nos presenta en el espejo retrovisor central de toda la vida, situado en la zona superior del parabrisas, que es donde instintivamente tendemos a mirar para controlar el tráfico que nos sigue. Todo ello se combina con que, como en los casos de cambiar a visión nocturna, la visión propia de dicho espejo pierde fuerza, y la imagen del remolque queda difuminada como una silueta fantasmagórica, predominando la imagen conseguida con la mezcla de las tres cámaras citadas.
De este modo, es como si el remolque se hiciese transparente, y de ahí la lógica denominación de esta aplicación. En cuanto se conecta el remolque eléctricamente para alimentar sus luces de posición, intermitentes y freno, la tercera cámara se conecta automáticamente. Y recíprocamente, en cuanto se conecta la marcha atrás, la imagen habitual en la pantalla del salpicadero vuelve a aparecer, con las líneas que habitualmente delimitan la trayectoria del vehículo en marcha atrás; y el conductor, maniobrando con lentitud, combina la imagen de retrovisor y pantalla del salpicadero para realizar la maniobra con el mínimo de riesgo.
Este sistema elimina tener que montar los voluminosos y antiestéticos espejos laterales en una estructura tubular muy protuberante, que tienen el doble inconveniente de obligar a desviar mucho la vista del enfoque rectilíneo, y además molestan en la maniobra del vehículo tractor en situaciones de espacio restringido, ya sea remolcando o incluso cuando ya se ha desenganchado el remolque. Es decir que, fundamentalmente, todo se vuelve a reducir a mirar por el retrovisor central clásico; teniendo a la vez una visión más panorámica de lo habitual, como en el caso de aquellos espejos superpuestos al de origen que, sujetos con unas gomas elásticas, acostumbraban a montarse –en especial por parte de los taxistas- antes de la popularización del doble retrovisor de puerta.
Y hay una segunda parte, o si se prefiere, una segunda aplicación, aunque muy relacionada con la que acabamos de presentar. Se trata de la Cargo Sense, que en el caso de Range-Rover centran específicamente en el transporte de animales y muy concretamente caballos; pero que en sí misma, también podría tener una aplicación, y muy interesante, en vehículos comerciales para carga ligera y media. Se trata de tener controlada la carga tanto en el terreno meramente posicional como en el más difícil del reparto y variación de pesos a lo largo y ancho de la caja de carga.
Para lo primero, la cosa no tiene mayor misterio: una cámara de video y objetivo panorámico en la zona superior central más próxima al conductor, para darle la visión más parecido a la que tendría si pudiese observar la carga a través de una ventanilla (que en algunos vehículos ya existe), a base de retorcer el cuello como la niña de “El exorcista”. Y esto serviría exactamente igual para un remolque que transporte caballos que en un furgón cerrado, con separación opaca entre el habitáculo de conductor y acompañante y la zona de carga.
Pero lo realmente novedoso (y sin duda más caro de materializar) es la utilización de un piso de dicha zona de carga que sea lo suficientemente elástico –pero a su vez resistente- para situar bajo él todo un entramado de sensores de carga. De modo que, en todo momento, se pueda controlar tanto el reparto estático de la carga como, más importante todavía, cambios más o menos bruscos de dicho reparto en función de las variaciones dinámicas debidas a frenadas, curvas, aceleraciones y desigualdades del pavimento en cualquiera de los casos, y a los movimientos voluntarios de la carga cuando se trate de animales. Y no sólo eso, sino que rizando el rizo, también se puede controlar –y de hecho se controla- la temperatura en el interior de la zona de carga, lo cual es muy interesante transportando animales, pero incluso también con cargas inanimadas de carácter delicado.
En este caso, la pantalla a utilizar sigue siendo la (o una de las, puesto que hay vehículos que ya tienen dos) pantallas del propio sistema de infotainment del vehículo. Cuando se transporten caballos poco hay a controlar en cuanto a posicionamiento de la carga: el número de animales y la capacidad y distribución interior del remolque lo marcan claramente. Pero si el sistema se aplicase a un furgón, se podría empezar por repartir la carga de forma adecuada durante el propio proceso de carga, si se dispone de un ayudante que, con el sistema conectado y sentado en la cabina, vaya informando de cómo se va repartiendo el peso. Esto se podría combinar con algo que ya vimos, pocos meses atrás, con la furgoneta del futuro presentada por Iveco, que hacía un análisis dimensional de la carga (pero no de su peso) en el momento de introducirla en su interior. Por cierto, la Vision también eliminaba los retrovisores de puerta, sustituyéndolos por cámaras, como en cantidad de concepts presentados en los últimos años.
En la Vision también se hablaba de un sistema de bolsas hinchables para mantener la carga en su sitio; pero mientras ese sistema llega (si es que alguna vez se materializa) el método del piso con sensores de presión y carga permite añadir un plus de seguridad dinámica en la utilización con remolque. Al remolcar de forma articulada y bastante más que en un vehículo de bastidor rígido, la variación de comportamiento dinámico del remolque, si se modifica la distribución de pesos, constituye un grave contratiempo. Por no hablar del posible deterioro de la carga, sean animales, o los enseres de tipo doméstico que se alojan en el interior de un motor-home.
En el caso del Cargo Sense no es preciso, como en el Transparent Trailer, ir consultando cada pocos segundos la correspondiente pantalla; en este caso se puede llevar conectado de forma habitual el navegador o cualquier otra aplicación de las múltiples hoy en día disponibles. Pero el sistema incorpora un dispositivo de aviso acústico y visual, en el caso de que el pavimento detecte alguna variación preocupante en el reparto y/o comportamiento de la carga: suena un pitido, y en la pantalla aparece un triángulo rojo avisando que hay un problema. Basta con pulsar el correspondiente botón para pasar a la imagen interior del remolque, y comprobar qué es lo que ha ocurrido, o está ocurriendo.
En el caso de carga inanimada, se advertirá, más o menos fácilmente (depende de la distribución interior del furgón o el motor-home) lo que ha ocurrido; y si se trata de caballos y uno de ellos se ha caído, en este caso hay que parar y procurar que vuelva ponerse de pie, si no se ha lesionado ya de forma grave. Un caballo de pura raza vale un pastón, y con una parta rota, pasa a no valer nada, y lamentablemente se acaba por tener que sacrificarlo. Y en ciertos casos, el Cargo Sense nos avisa, si el caballo comienza a patalear de forma continua y aleatoria, que está entrando en una situación de stress, sin necesidad de que se haya caído; y es necesario parar para entrar a calmarlo, e incluso sacarlo a la primera oportunidad para pasearlo un poco hasta que se tranquilice.
Por supuesto que, a los que somos básicamente urbanitas, toda esta problemática de andar por ahí remolcando una roulotte y no digamos un par de caballos nos coge un tanto lejano; pero en determinadas zonas geográficas, y no digamos teniendo un estilo de vida (y una economía que nos respalde) que encaje con lo aquí comentado, no hay duda de que estas dos aplicaciones, y en su caso la combinación de ambas, suponen una mejora nada desdeñable de la seguridad vial y de la tranquilidad durante dichos desplazamientos.