Una de las primeras premisas (quizás la primera) de la seguridad activa –o más exactamente primaria-, es la de “ver y ser visto”; luego viene todo lo demás. Y esta premisa es tanto más importante cuanto mayor sea la diferencia de velocidades entre dos participantes en el tráfico; por ello, en el caso más extremo, que es el de los peatones respecto a la casi totalidad del resto -o sea, el tráfico rodado- se establece, siempre que sea posible, una total separación: los peatones por la acera (cuando ésta exista), y los que llevan ruedas, por la calzada. A este respecto, los patinadores están en una especie de Limbo; y de todos modos, hacen siempre lo que les da la gana. Y los ciclistas, en zona urbana, también están en una especie de “tierra de nadie”, que nunca acaba de definirse.
Por supuesto que las condiciones más adversas se presentan cuando hay muy poca o nula iluminación natural: noche cerrada, amanecer y anochecer, niebla, u oscuridad debida a nubes muy bajas, compactas y negras. Y añadido a esto, el problema se agrava cuando los participantes en el tráfico tienen que compartir la misma calzada, porque no hay otra: en carretera, zonas periféricas urbanas, y cuando peatones y ciclistas tiene que atravesar la calzada, intersectando la trayectoria del tráfico rodado a motor, mucho más rápido que ellos. Y aquí vamos entrando ya en el campo de la muy peculiar situación de los ciclistas, debida a la relativa indefinición de su status en el tráfico, puesto que a veces se les considera casi como peatones, y en otras, como uno más de los actores del tráfico rodado, ya sea motorizado o impulsado por su propio esfuerzo físico.
Pero además de ello, probablemente la bicicleta sea el tipo de protagonista del tráfico con mayor dispersión de velocidad: salvo cuando hay atascos, o curvas muy cerradas, un turismo viene a circular entre 50/60 km/h como mínimo, y 120/140 como máximo, con algunas excepciones por arriba y por abajo; no más de dos veces y media entre lo más lento y lo más rápido. Un camión y un autobús quedan enmarcados en la misma horquilla, salvo quizás subiendo a plena carga una cuesta muy pronunciada. Un peatón puede oscilar entre 3 y 6 km/h si va andando, y como mucho 25/30 km/h si es un buen deportista entrenando por las vías públicas; porcentualmente es bastante diferencia, pero en valor absoluto nunca supera los 30 km/h.
En cambio, una bicicleta puede ir desde a menos de 10 km/h en plan paseo tranquilo, hasta 80/90 km/h bajando una cuesta con buen pavimento, y se supone que por el arcén (aunque a esa velocidad es mucho suponer); la dispersión puede estar cerca de 80 km/h, y proporcionalmente, en la relación de casi 10 a 1. Por ello, su situación en el tráfico resulta de lo más comprometida, puesto que tan pronto puede circular a poco más que paso de peatón, como siendo cuesta abajo, casi igual que muchos camiones. Y además, en cuanto va un poco rápido, debe ir compartiendo la calzada con el resto del tráfico rodado, salvo en las muy especiales circunstancias de disponer de un carril-bici paralelo a una carretera o autovía; circunstancia que sería la óptima, pero que, por desgracia, todavía dista mucho de ser moneda corriente.
Así que, dada la volatilidad de su comportamiento dentro del tráfico, el problema de la visibilidad del ciclista resulta ser especialmente peliagudo, teniendo en cuenta tanto su fragilidad y su relativo pequeño tamaño, como la amplia horquilla de sus velocidades, que le llevan a interaccionar de modo muy fluctuante con el resto del tráfico. Por ello, y más desde que la Seguridad Vial ha ido tomando una carta de naturaleza cada vez más importante, la visibilidad del ciclista se ha ido convirtiendo en un asunto al que se le presta la máxima atención. En los viejos tiempos, los ciclistas nos conformábamos con llevar un pequeño catadióptrico rojo trasero, y un pequeño faro alimentado por una diminuta dinamo movida a su vez por fricción con el neumático delantero. Actualmente, las modernas baterías y los proyectores de LED han venido a sustituir con ventaja a aquellas antiguas tecnologías.
Pero todo ello sigue siendo insuficiente; esos pequeños puntos de luz, aunque bastante brillantes en sí mismos, y por lo tanto eficaces en una carretera absolutamente oscura, no lo son en circunstancias de semipenumbra, como pueden ser ciertas vías urbanas o incluso interurbanas con un alumbrado que permite ver a “grosso modo”, pero sin definir con claridad lo que estamos viendo. Vamos, que un camión o un autobús son perfectamente visibles, y un automóvil también, aunque ya empieza a depender bastante del color de su pintura. Pero un ciclista sólo se distingue si el conductor de un vehículo a motor de cuatro ruedas se preocupa de ir controlando continuamente la zona del arcén o el carril derecho, y no básicamente lo que tiene por delante en su propio carril.
De modo que, lo mismo que para el peatón, el chaleco reflectante –en color que oscila desde el anaranjado-butano hasta el verde, pasando por el amarillo- se ha convertido en un adminículo imprescindible para el ciclista, ya que ambos configuran el colectivo más vulnerable entre los que conforman el tráfico. Los motoristas son igual de vulnerables, pero al menos tienen la ventaja de que su diferencia de velocidad con el resto del tráfico rodado es ni más ni menos que la misma que pueda tener un turismo, un autobús o un camión. Pero el peatón y el ciclista son adelantados por la práctica totalidad del resto, y por ello están en una situación de peligro constante. En carretera, el peatón todavía tiene la defensa de circular en sentido opuesto al tráfico rodado, y también que por su baja velocidad y la mayor adaptación de sus piernas a poder desplazarse a la cuneta en caso necesario, dispone de posibilidades de escape negadas al ciclista.
Y quizás por ello, se siguen buscando más y más soluciones al problema de hacerle especialmente visible en esas condiciones de oscuridad o semipenumbra, en las que se encuentra expuesto al máximo riesgo. Ya hemos hablado del chaleco; pero la tecnología actual ofrece otras soluciones, como la del spray reflectante que constituye el motivo de presentar esta entrada. Como en buena parte de los comunicados de prensa que recibimos los periodistas, los orígenes del asunto resultan un tanto entremezclados y confusos, aunque lo importante sí está lo bastante claro, y esto es lo que en el fondo interesa.
El spray Life Paint, que es su nombre comercial, parece haber surgido de la idea de una agencia creativa británica, pero la materialización del proyecto la lleva a cabo industrialmente un fabricante sueco de sprays, y quizás de algún otro tipo de productos. La coincidencia de estas dos nacionalidades en el proyecto ha dado lugar a que Volvo UK –o sea la filial de Volvo en Gran Bretaña- haya sido la patrocinadora del lanzamiento de este producto, lo cual no es de extrañar siendo bien conocida la implicación de la marca sueca en todos los temas de la Seguridad Vial. La cuestión es que este lanzamiento se ha realizado utilizando como cauce seis establecimientos londinenses especializados en el mundo del ciclismo, que han repartido gratis 2.000 botes de este spray entre sus clientes, para que lo prueben y comuniquen sus impresiones. Si el resultado es positivo, se pasará a una comercialización en primer lugar en Gran Bretaña, y posteriormente a nivel internacional.
Así que vamos ya a entrar en las cualidades y comportamiento de este spray, que es lo que en el fondo nos interesa. El modo de aplicación es evidente: el mismo que en cualquier otro tipo de spray; y a la inversa, para eliminarlo basta con lavar el objeto sobre el que se ha aplicado. La información no puntualiza si este lavado debe ser enérgico o no, con algunas sustancia detergente o no; porque tampoco tendría ninguna gracia que si empieza a llover, la bicicleta (o el resto del equipo) se quedase sin la protección que entonces necesitaría más que nunca. Lo que sí se nos dice es que la duración útil de la aplicación viene a ser de una semana, aunque depende de la intensidad de la aplicación. Y en relación con esto, tampoco sabemos si un bote contiene suficiente spray para cubrir sólo una bicicleta o todas las de un equipo o peña ciclista.
Pero lo que sí resulta importante es que, a plena luz del día, el producto aplicado es totalmente transparente, y por lo tanto no modifica el color de aquello sobre lo que se aplica: si tenemos una bicicleta roja, de día sigue siendo roja, y si llevamos una mochila azul, sigue siendo azul. Esta es la gran ventaja respecto al chaleco reflectante: el efecto queda incorporado a la bici o al equipo (casco, mochila, ropa, zapatillas) que vamos a llevar, y no tenemos que preocuparnos de ponérnoslo y quitárnoslo, ni de andar calculando, antes de salir, si a la vuelta llegaremos tarde y debemos coger el chaleco, o no. Llevando la bici y el equipo debidamente impregnados de spray, durante el día ni se nota, y si se echa la noche encima, automáticamente pasan a ser reflectantes.
Como otros productos reflectantes, el Life Paint reacciona reflejando la luz que recibe en la misma dirección pero en sentido opuesto; es decir, que la máxima eficacia reflectante apunta precisamente hacia los faros (y por lo tanto los ojos del conductor) del vehículo que le ilumina. Como ya se ha indicado, y se puede ver en los documentos gráficos, este spray no es exclusivo para la bicicleta; de hecho, puede e incluso se debe aplicar sobre el resto del equipo: zapatillas, casco, mochila e incluso ropa deportiva. Porque precisamente de frente o por detrás es como una bicicleta ofrece mínima visibilidad, ya que su sección frontal es prácticamente despreciable; por el contrario, en vista lateral y para atravesar una calzada, consigue su máxima eficacia.
Naturalmente, este producto no tiene por qué ser exclusivo para bicicletas y el equipamiento que las acompaña, aunque el impulso original haya sido con este fin; también resulta de lo más interesante para el cochecito de llevar al bebé si paseamos con él a horas de baja luminosidad natural, e incluso para el collar y la correa del perro si lo sacamos a la calle a horas intempestivas. Y por supuesto para la ropa de un peatón, especialmente en las zonas rurales donde la gente tiene que moverse con harta frecuencia y a cualquier hora por las carreteras.
En fin, todo lo positivo está más que claro; como lo está su capacidad reflectante, de la que dan testimonio las fotos. Lo que de momento está en el alero del tejado es el precio, y la superficie que un bote sería capaz de cubrir con eficacia antes de agotarse. Porque si lo del spray acaba saliendo por un ojo de la cara, seguiremos con el clásico chaleco, por más que sea un tanto incordiante lo que ponérselo y quitárselo, y qué hacer con él una vez que nos lo quitamos, porque ya hemos llegado a un destino que no sea nuestro propio domicilio. Pero esto es lo que hay, de momento; si el asunto prospera, pronto lo veremos en las tiendas no sólo de ciclismo, sino de repuestos en general, e incluso ferreterías y establecimientos similares. Y por supuesto, en “El Corte Inglés”, aunque es posible que si la cosa funciona, ya lo saquen bajo su propia marca.
Aburre D. Arturo, aburre usted y mucho con estas entradas. Por favor háblenos de coches.
D. Arturo creo que se equivocó de blog. Quizás debería haber escrito en http://biciblog.com
Saludos
La idea es buena y me gusta, que se extienda su uso dependerá mucho de lo que dure el spray (una semana me parece muy poco) y de su precio. Me sorprende que estos detalles tan determinantes no se concreten antes de la presentación, también habría que saber si ese producto, aplicado sobre la ropa, puede alterar las propiedades de esta, sobre todo en las prendas que tienen Gore-Tex, muy habituales entre ciclistas y de precio elevado. Así mismo, me pregunto qué tacto tendrá la mochila y la ropa rociadas con el spray, es irrelevante para la seguridad, pero no para las particulares manías de cada cual.
En cuanto a la “tierra de nadie” a la que hace referencia respecto a la normativa vigente en vías urbanas para ciclistas, creo que la Ley de Tráfico la define bastante bien y que las confusiones y el caos actual se debe en gran parte a la inhibición de los ayuntamientos con respecto a la exigencia de hacer cumplir las normas, hasta el punto de que en algunos se dictan ordenanzas municipales que permiten la circulación por las aceras a discreción (caso de Málaga, por ejemplo) a pesar de que contravenga la Ley de Tráfico excediéndose en sus competencias, eso por una parte; y por otra, a la mentalidad de muchos usuarios referente al uso de la bicicleta, da la impresión de que “todo vale”, la pueden utilizar desde niños a ancianos, que son los demás los que debemos cuidarles y cuidarnos de ellos…
Hace muchos años que es obligatorio que las bicis utilicen alumbrado de posición siempre que su uso sea obligatorio para todos los demás vehículos, y lo utilizan muy pocos. En este aspecto, hay una luz roja intermitente que se coloca en la parte trasera de la bici, similar a la que se usa en Fórmula 1 cuando llueve, mucho menos potente pero muy eficaz, por lo que puedo apreciar; y desde luego bastante más que la de posición a la que se refiere la norma, que por cierto no contempla esta posibilidad. En fin, ya nos llegará más información, espero, y que no tengamos que hacer actos de fe, como parece ser moda imperante.
¡Saludos!
Olvidé una cosa importante, don Arturo, que me han recordado los comentarios 1 y 2 (“no hay mal que por bien no venga”). Es muy conveniente estar al día de estas novedades, aunque sólo se manejen coches, para estar advertidos de lo que podemos encontrarnos en la carretera y sepamos cómo actuar de inmediato. Nunca olvidaré la desazón que sentí una noche en carretera abierta y convencional al ver una especie de lucecitas saltando a lo lejos y cerca del borde derecho de la carretera hará unos 25 años, más o menos. Al principio pensé que serían los ojos de algún animal y me puse en guardia, pero nunca había visto mi luz reflejada en sus ojos con el baile que se traían, deseché la idea (suelen quedarse quietos o desaparecer), pero no encontré otra para sustituirla, lo que resultaba inquietante. Al final pude comprobar que era un hombre corriendo con zapatillas que emitían una pequeña luz intermitente, pero yo no tenía ni idea de que existiera ese tipo de calzado. Lo malo fue el tiempo que pasé poniendo demasiada atención en saber qué demonios tenía delante, serían… no sé, uno o dos segundos. Demasiado, una barbaridad para recorrer unas cuantas decenas de metros sin estar seguro de qué decisión tomar, y tuve suerte, sólo estábamos aquel hombre y yo.
Un saludo.
Interesante invento pero no termino de verle el valor diferencial respecto al clásico chaleco reflectante. Yo llevo uno siempre en la maleta del portátil y si me subo a una biciMAD, lo saco y me lo pongo por encima de lo que lleve. Es fresquito, no pesa y no tiene ni la mitad de inconvenientes que tendría rociarse con un spray por encima de ropas, mochilas, bicis ¿¿de alquiler??.
Lo que estaría muy bien que perfeccionasen es un casco plegable (algo hay pero son complicados de conseguir en tallas grandes como la mía, cabezón que es uno) porque sí que hay días que no sé si voy a coger biciMAD o no y tampoco quiero ir con el «macetero» colgando del bolso del portátil todo el santo día.
Cuando voy en mi propia bici, a la luz fija obligatoria le añado otra superior intermitente que engancho a la mochila o similar. De la misma manera, a la frontal, le añado un frontal que me coloco en la frente y que me permite iluminar en la dirección en la que miro y tiene la ventaja de que los conductores la ven, al acercarse a una intersección, por encima de los coches aparcados en una calle perpendicular. Habrá quien crea que parezco un árbol de navidad con cuatro luces, un chaleco reflectante, etc… Bueno pues aún así algún susto me he llevado porque alguno «no me ha visto».
Saludos y escriba, por obvio que resulte, sobre lo que le venga en gana. Nosotros somos libres de leerle o no.
Curioso el invento. Pero coincido con @5 que para el caso de las bicis el asunto de la seguridad pasa por dotar y obligar al alumbrado de posición a las bicis. Y la ocasión es buena, por que con el desarrollo de la iluminación led se dispone de luces muy resistentes al mal trato, ligeras, de una luminosidad muy importante, gasto en pilas como para olvidarse de el, y baratos, muy baratos.
Quizá el camino pueda pasar por obligar a su dotación obligatoria ya desde la compra. Total si las bicis del orden de juguete ya lo llevan…
Y su uso obligatorio durante todo el día, como en la moto. Y por el bien de todos, de los que conducimos también.
@5 La seguridad es lo primero, y ver y ser vistos es fundamental en una bici, que en bastantes ocasiones va mucho más lento que el resto del tráfico.
Una buena pareja de luces no vale casi nada en comparación con una bici de calidad media y puede ser la diferencia entre la vida o la muerte.Deal Extreme vende unas luces con una relación calidad precio muy buena.
En cuanto al casco pues lo mismo, por cierto el Carrera plegable es plenamente recomendable,lleva un gancho para sujetarlo a la bici o al pantalón,está muy bien ventilado y en cualquier pequeña mochila cabe.Puede ser muy caro no llevarlo en términos de salud.
Dentro de unos años los ciclistas empezarán a ir mejor equipados y respetar más las normas, esto ya se ha visto en las motos.
Y la pintura reflectante me parece una idea estupenda, siempre que se elimine bien después de usarla, y que el coste sea asumible.
Además de los chalecos existen unos tirantes reflectantes que también son una buena idea.
Los elementos de seguridad con que se sirvan para su función una vez ya merecieron la pena, y eso con independencia de su coste económico.Y si no se utilizan nunca pues mucho mejor.
Off toppic: alerta de consumo del 18 de Mayo sobre el Golf 7 y el passat ambos model year 2015, accidentes por rotura de las manguetas de dirección, por debilidad de dicho elemento.
http://consumo-inc.gob.es/seguridad/pdf_redalerta/225-2015.pdf
Tengan cuidado y acundan al concesionario
Saludos.
Bien, como ciclista diaria voy a dar mi opinión: el spray no me atrae especialmente si no es de muy larga duración. Quizás para un recorrido especial un dia especial… pero para el día a día hay otras soluciones que parecen más económicas y muy útiles. Llevar una luz en la parte posterior del asiento, roja e intermitente (creo que es obligatoria pero ya no lo sé) y otra en la parte posterior del casco o en la mochila como bien explica @5 Jaime. Y llevar algo reflectante. No hace falta ponerse el chaleco en pleno verano: una simple cinta va fenomenal. Y como también dice Jaime, una luz delantera nos hace mucho bien.
No sé dónde tienen que aparcar la bici, pero yo si la dejo atada le dejo el casco atado con ella (paso el candado de U por los agujeros del casco). Evidentemente llevar el casco todo el día a cuestas sólo sirve para perderlo.
No puedo dejar de sonreír viendo la foto: es que si tengo que ponerme todo eso antes de salir de casa y quitármelo antes de trabajar… creo que tenemos una idea muy ‘deportiva’ de lo que es ir en bici. Mi idea de lo que es la bici urbana se parece más a esto:
http://www.noticiasholanda.com/2008/10/11/la-bici-carro-triunfa-en-amsterdam-para-llevar-a-los-ninos/
@8 Un fallo de VW que te deja sin dirección? Y total, que puede pasar, que tengas un accidente? Y eso es grave? Encima exigirás un artículo por esta nimiedad que seguro que ya han solucionado. Pues puedes ir olvidándote.
Lo grave son las holguras entre la puerta y el salpicadero, los grillos de los plásticos, que el aceite del motor diesel de Mazda se llene de combustible, y sobretodo que los motores bóxer de Alfa diesen problemas en los 80, eso si que es grave.
No puedo dejar de comentar sobre la frase inicial: ver y ser visto, piedra angular de la seguridad vial. Entonces ¿por qué en tantos y tantos municipios se dificulta tanto la visibilidad? Actualmente se permite aparcar al lado de un paso de peatones (de hecho, hasta se ponen allí los contenedores de basura).
Sin visibilidad, ¿qué sentido tiene poner el límite de velocidad a 30 o a 20?… sin visibilidad no hay velocidad segura.
D.Arturo, tan solo una puntualizacion. Dice ud » hasta 80/90 km/h bajando una cuesta con buen pavimento, y se supone que por el arcén (aunque a esa velocidad es mucho suponer)». Pues anotarle que segun la ley de seguridad vial está permitido al ciclista en bajadas prolongadas en las que se circula a mas velocidad el salirse del arcén con el fin de mejorar su seguridad.
Con respecto al alumbrado, ocurre lo mismo que con multitud de leyes en este puñetero pais. Haberlas aylas y creo que en demasia , pero aplicarlas es otro cantar. La indolencia de los que deberian velar por su cumplimiento es manifiesta.En ciudad se ven a menudo , sobre todo en invierno con menos luz, ciclistas sin la mas mínima iluminacion, ni refectantes… y encima vestidos de oscuro. Pasan al lado de la policia local y como si nada. Una auténtica verguenza