Prosigue imparable el tema de los estudios, análisis, encuestas y similares dedicados al tráfico, la conducción y la Seguridad Vial. Por no hablar de las campañas con las que periódicamente nos obsequia la DGT, e incluso los lemas publicitarios de las marcas, como el paso adelante que acaba de dar BMW, que a su bien conocido “¿Te gusta conducir?” añade ahora el un tanto críptico “Si vas a conducir, conduce” (parece ser que va dedicado a prevenir contra la distracción, últimamente uno de los temas de moda; y buena falta hace insistir en ello, por cierto). Pues bien, acaba de comunicarse el resultado inicial (parece que está en camino una segunda parte) de un trabajo patrocinado por GoodYear/Dunlop y realizado por la London School of Economics and Political Science (LSE a partir de ahora).
La LSE es una institución con más de un siglo de existencia y un alto nivel de prestigio académico; por otra parte, su área de actividad es bastante más amplia de lo que el enunciado de su denominación parece indicar, ya que abarca no sólo la Economía y la Política, sino también las finanzas, el Derecho en su más amplio sentido, la Sociología, la Psicología social y la Antropología. O sea que descontando la Historia (y sólo en parte), la Literatura y la Filosofía Pura, se ocupa de todo lo que normalmente entendemos por carreras de Letras. Y para completar el cuadro, ahora se ha metido en pleno tráfico, de la mano de GoodYear/Dunlop.
El prestigio y peso específico tanto de la firma patrocinadora como de la institución realizadora justifican tomarse este trabajo con una atención y un respeto sin duda más elevados que en el caso de otros más o menos similares en su planteamiento inicial. Así lo hice, y la verdad es que tardé bastante en darme cuenta de por donde iban los tiros, dado que el lenguaje de la presentación resulta muy académico y requiere una lectura reposada. Pero dejemos que sean ellos mismos quienes les presenten a Vds su proyecto, sin la interferencia de lo que yo haya podido deducir. Así que ahí van, fundidos unos con otros, algunos párrafos que encierran tanto el objetivo como el modus operandi de este análisis de comportamientos de los conductores, que es el terreno concreto en el que se mueve este trabajo:
“GoodYear y la LSE revelan las siete personalidades al volante en carreteras europeas. El estudio de GoodYear y la LSE en materia de Seguridad Vial busca identificar nuestros patrones de comportamiento al interactuar con otros conductores. Mediante esta investigación, la LSE y GoodYear pretenden identificar cómo las actitudes al volante de los distintos conductores se influyen mutuamente en la carretera. Así, se ha demostrado que nuestra respuesta está condicionada por la forma en que gestionamos nuestros propios sentimientos y por nuestra incertidumbre en relación a la conducta de los demás conductores.
En el curso de la investigación sobre Seguridad Vial que están llevando a cabo GoodYear y la LSE desde el punto de vista de la psicología social, se han identificado los diferentes patrones de comportamiento que seguimos al interactuar con otros conductores. Los patrones de personalidad surgieron de la primera parte del proyecto, en la que se estudió la conducta de los conductores desde un punto de vista cualitativo a través de grupos de debate y de entrevistas en profundidad. Con la ayuda de grupos de debate y entrevistas en profundidad con conductores europeos, los investigadores han identificado siete tipos de personalidades que se manifiestan de forma habitual.”
Lo de los grupos de debate, las entrevistas en profundidad y los siete patrones de personalidad o comportamiento lo repiten machaconamente una y otra vez, como si fuesen el “ábrete sésamo” del asunto en cuanto a método, y “el no va más” en cuanto a resultado (¿qué más dará que los patrones encontrados hayan sido siete, y no diez?). Pero de todos modos, sigue quedando un tanto difuso lo que se buscaba en esas entrevistas y grupos de debate; así que seguiremos espigando entre las citas del comunicado, para intentar darles a Vds una visión un poco más concreta. Así pues, allá van unas cuantas citas más:
“La mayor parte del tiempo podemos sentarnos cómodamente en el coche y disfrutar del viaje, pero en cualquier momento podemos vernos obligados a interactuar con otros conductores. Ya sea durante las vacaciones de verano o en el trayecto diario hacia el trabajo, el tiempo que pasamos en la carretera puede convertirse en una experiencia frustrante y estresante, tal como señalan los psicólogos de la LSE en el estudio realizado en colaboración con GoodYear. Esto convierte a la carretera en un entorno social complicado e incierto. Aunque nosotros solemos preocuparnos de cómo conducen los demás, este estudio sugiere que su forma de actuar también depende de lo que nosotros hagamos. Somos nosotros los que creamos esas personalidades que nos disgustan.
Estas personalidades al volante se manifiestan en las diferentes situaciones en las que los conductores interactúan entre sí en la carretera. Desde una perspectiva psicológica, los diferentes tipos de personalidades constituyen válvulas de escape que los conductores emplean para lidiar con sus emociones y sentimientos de frustración. Nadie encaja constantemente en un tipo u otro. En función del momento y de la interacción que se esté produciendo, casi todos nosotros podremos reconocernos en varios de estos perfiles.”
¿Queda claro?; pues llegados a este punto, para mí todavía no lo estaba, y ni siquiera con esta declaración de un Vicepresidente de GoodYear: “Casi todas estas conductas pueden ocasionar situaciones peligrosas en la carretera. Saber qué tipo de conducta solemos manifestar y qué situaciones la provocan es el primer paso para controlarla mejor y hacer así de la carretera un lugar más seguro para nosotros y para los demás. Aparte de la aplicación efectiva de leyes contra la conducción agresiva, la educación y el conocimiento adquirido con la experiencia siguen siendo las estrategias más poderosas para tratar los aspectos sociales y emocionales de la conducción, y para lograr los mayores avances en Seguridad Vial”. La música suena bien, pero me parece que falta letra.
La conclusión del estudio podría ser que hace falta realizar un nuevo estudio; o sea que, como en el juego del parchís, volvemos al “cuadro uno”. Tras de haber leído y releído todo lo anterior y bastante más –lo que les ahorro a todos Vds-, conseguí llegar a la conclusión de que el estudio tiene la peculiaridad de que analiza cómo nos vemos a nosotros mismos como conductores, y no cómo vemos a los demás, que es lo más habitual en estos casos. Se trata pues, de una especie de introspección, examen de conciencia o catarsis, realizada en las citadas entrevistas en profundidad y grupos de debate, a medio camino entre una sesión de psicoanálisis y una reunión de Alcohólicos Anónimos. Claro que, si acertamos en nuestro propio análisis, es de suponer que, con ciertas cautelas, también así será como nos vean los demás; lo cual acaba siendo el otro tipo de análisis que habitualmente se realiza. Y para llegar a un propósito de enmienda, tanto da que lo sea por lo que hemos descubierto de nosotros mismos, como al vernos reflejados en el comportamiento de los demás, al menos si somos sinceros; y si no lo somos, entonces sobra todo, porque no estamos dispuestos a cambiar.
Pero creo que ya va siendo hora de presentarles las siete personalidades que los encuestados por los analistas de la LSE han arrojado como producto final de las entrevistas y grupos de debate; o al menos, lo que dichos analistas han creído encontrar como resumen de todo ese trabajo de campo. A dichas personalidades las han bautizado con una denominación; y en cuatro de los siete casos, han añadido una frase de un participante en los debates, que consideran representativa de la personalidad en cuestión. Así que ahí van las siete personalidades y, en su caso, las cuatro frases de uno de los encasillados en dicho tipo de personalidad:
El Filósofo: acepta las faltas de los demás de buen grado e intenta darles una explicación racional. Es capaz de controlar sus sentimientos cuando conduce. Frase: “Normalmente no me pongo nervioso. Lo que pasa es que todo el mundo tiene prisa.”
El Evasivo: trata a los conductores que cometen infracciones de forma impersonal, los considera simplemente un peligro. Frase: “Los conductores molestos me parecen un peligro; necesito alejarme de ellos.”
El Fugitivo: escucha música o habla por teléfono para aislarse. Los fugitivos se entretienen con las relaciones sociales que han escogido para no tener que relacionarse con los demás conductores. Se trata también de una estrategia para no sentirse frustrados desde el primer momento. Frase: “Me encanta llegar al coche e ir a lo mío, haciendo lo que tengo que hacer”.
El Profesor: necesita asegurarse de que los demás conductores saben en qué se han equivocado y espera que se reconozcan sus esfuerzos por enseñar a los demás.
El Sabelotodo: piensa que está rodeado por perfectos incompetentes y se contenta con gritar con condescendencia a los demás conductores desde la protección que le brinda su propio coche.
El Competitivo: necesita ir por delante de todos y se enfada si alguien se interpone en su camino. Es probable que acelere si intentan adelantarle o que cierre el paso para que nadie se le ponga por delante.
El Justiciero: le gusta castigar a los demás conductores cuando cree que han hecho algo mal. Puede acabar por salir del coche o interpelar directamente a otros conductores. Frase: “Estoy todo el tiempo atravesando a la gente con la mirada.”
Bueno, esto es lo que el estudio de la LSE y el trabajo de sus analistas han dado de sí; ahora vamos a analizar nosotros. En primer lugar, la elección de las siete denominaciones parece tener mucho más de literario que de científico; admitiendo la Psicología Social como ciencia, en lo cual ni entro ni salgo. Por otra parte, el contenido de las definiciones me parece bastante pobre, incluso para una selección de grupos sobre la que hay mucho a discutir, como luego haremos. Y respecto a las cuatro frases de participantes comunicadas, lo único que se me ocurre comentar, casi con horror, es cómo serían las que no se han elegido en esas cuatro categorías; y no digamos en las otras tres, cuando no han encontrado ni siquiera una en cada personalidad que hayan considerado digna de comunicar.
Así que vamos con el Filósofo: al que, a juzgar por el texto, mejor podían haberlo etiquetado como simplemente el Tranquilo, sin tantas ínfulas intelectuales; porque se puede ser muy tranquilo, y a la vez un perfecto zoquete. Ahora bien, eso de que controla sus sentimiento mientras conduce lo dice él, y podemos creérnoslo o no. Y en la frase, lo de que “todo el mundo tiene prisa” depende de cuál sea su ritmo de marcha; y además, ni todos los que van rápido es porque tengan prisa, sino porque les gusta hacerlo así, ni todos los lentos lo son porque les sobre el tiempo, sino porque quizás les da miedo ir más rápido, o prefieren economizar.
El Evasivo lo único que hace, a juzgar por texto y frase, es constatar una realidad: respecto a los conductores que nos parecen peligrosos, lo mejor que se puede hacer es poner distancia de por medio. ¿Y eso constituye una “personalidad” específica en carretera? En todo caso, el “Sabelotodo” y el “Justiciero” les pegarán cuatro gritos, pero luego se alejarán de ellos, digo yo. En fin, una categoría que no define nada.
En cuanto al Fugitivo, es simplemente el Distraído, a efectos prácticos. Ahora bien, escuchar música en el coche, si es a un nivel no ensordecedor (música “bakalao” y derivados), no significa aislarse del tráfico ni de los demás conductores, sino crear un ambiente más agradable y que no distraiga (una conversación, por el contrario, sí puede hacerlo). Y lo de no estar frustrado, ¿qué demonios tiene que ver aquí, si no nos lo explican un poco mejor? En cuanto a la frase elegida, es alucinante que alguien piense que “ir a lo mío, y hacer lo que tengo que hacer” es hablar por teléfono. ¿Qué clase de frikis eligieron en la LSE para esta encuesta?
Respecto al Profesor, al margen de que su definición es cuando menos sorprendente, ya me gustaría saber cómo puede el pobre hombre asegurarse de que los demás saben en qué se han equivocado; ¿se baja en cada semáforo a preguntárselo? ¿Y cuáles son los esfuerzos al volante que lleva a cabo para enseñarles? Otra definición de una personalidad que, de existir, habría que buscarla con la lámpara de Diógenes, por lo rara.
De “Sabelotodos” están las calles y carreteras llenas; lo de que le griten o no a los demás, es lo que menos importa. Lo que contaría, en todo caso, es en qué se basan, no ya para considerar incompetentes a muchos de los que le rodean (en lo cual podrían estar acertando), sino para estar seguros de que ellos tienen el suficiente nivel para enjuiciar a los demás. Y esto sólo se consigue con experiencia, haberse codeado con conductores de acreditada pericia (para saber dónde está cada uno) y sentido común.
El Competitivo debería estar subdivido en dos; de hecho, en la propia definición ya se hace, sin darse cuenta. Porque primero se define al “rapidillo” que va “de carreras” (y lo puede hacer mejor o peor, que esa es otra); y luego se define al “estorbo lento” que ha comprado la carrera, pero que conduciendo es más malo que la quina, aunque competitivo (en realidad acomplejado) también lo sea.
En cuanto al Justiciero, más parece ser un “broncas”, a juzgar por su tendencia al enfrentamiento físico. Lo que importa es lo que haga o deje de hacer y cómo lo haga, manejando el coche, para imponer esos supuestos castigos. En cuanto a la frase, es enternecedora: “atravesando a la gente con la mirada”. O sea, otro friki; menuda selección de encuestados.
Resumiendo: las siete personalidades encontradas (porque faltan unas cuantas más) podríamos resumirla en cinco, y con denominaciones mucho menos académicas y más próximas al vocabulario de la calle: el Lento, el Prudente, el Distraído, el Listillo y el Agresivo. Y una vez que comunican el resultado del trabajo, me da igual que se haya conseguido por debates y entrevistas, o por encuestas sobre cómo vemos a los demás: lo importante es que el panorama que nos presente sea un reflejo lo más fiel posible de la realidad, y explicado con una terminología de lo más comprensible.
Puesto que no dudo de la capacidad técnica de la LSE, en cuanto a la pura realización de entrevistas y debates, no me queda otra conclusión sino deducir que el método de preguntarle a alguien por cómo se ve a sí mismo no parece ser bueno; al menos en el tema del tráfico y la conducción. La forma en que los encuestados se ven a sí mismos -a juzgar por definiciones y frases- es o superficial, o muy rara, o mal encarrilada en entrevistas y debates. Porque junto al genérico “sed buenos” del cuervo de la TVE de hace décadas, o el seráfico “los españoles serán justos y benéficos” del artículo Primero (creo) de la Constitución de Cádiz, poco más añaden estas siete hipotéticas personalidades a la mejora de la Seguridad Vial. Salvo, como dije antes, que la conclusión del estudio sea que hay que realizar un nuevo estudio.
En repetidas ocasiones ya he escrito que el tráfico es un fenómeno complejo y multidisciplinar, que no se presta a montar teorías sobre él, sino más bien conclusiones empíricas tras de la observación directa y de un análisis frío y sin apriorismos de lo que se observa. Y luego están las estadísticas, que nos tabulan la realidad, pero no explican los motivos que llevan a que ocurran determinadas consecuencias. Creo que el estudio de la LSE partía de la base de aplicar unos métodos sociológicos que quizás no eran los más adecuados, o bien ha habido un error catastrófico al elegir el panel de conductores seleccionados. Tanto las definiciones como las frases elegidas no dejan lugar a muchas otras opciones.
Pero desde luego, preguntarle a alguien cómo se ve a sí mismo al volante no parece haber dado buen resultado; sobre todo, cuando lo que en el fondo importa es cómo actúa ese individuo de cara a los demás usuarios, más que las pulsiones internas que tenga. Lo que en el estudio aparecen como causas de carácter interno de un conductor se traducen en comportamientos de cara a los demás, que son quienes los ven o los sufren, y eso es lo único que a esos terceros les importa. Los problemas de personalidad de cada cual, que los resuelva con su psicólogo.
No obstante, y aunque ya he dicho que los métodos de llevar las entrevistas y los debates han podido ser académicamente correctos, creo que el concepto real del tráfico no lo tenían demasiado claro los analistas de la LSE. En primer lugar, parecen haber buscado ex profeso personalidades neutras o negativas, obviando otras tan elementales como el Prudente, el Atento, el Educado, el Previsor, el Solidario y el Competente; porque no todo el tráfico está orquestado por conductores de personalidad como las seleccionadas y que además, según el estudio, van saltando de unas a otras.
De todos modos, y puestos a buscar actitudes negativas, en vez de esas siete de definición tan peregrinas, bien se podían haber encajado esos comportamientos, junto con otros muchos más, dentro de clasificaciones mucho más comprensibles e identificativas para el resto de los usuarios, que son el sujeto-paciente de las actuaciones de los primeros. Así pues, y a título simplemente enumerativo, esas personalidades negativas creo que serían mucho más comprensibles bajo epígrafes como los siguientes:
El Distraído: en un momento dado lo somos cualquiera, pero algunos parecen conducir en estado de perpetua distracción: si es por las causas del Fugitivo u otras, es algo que a los demás les importa muy poco. Puede ser también Obstructor en ocasiones, sin darse cuenta.
El Errático: no es que vaya distraído, es que parece no saber (y a veces no lo sabe) dónde va; no te puedes fiar ni de sus intermitentes. Aun a riesgo de ser tachado de machista, creo que las féminas son porcentualmente (respecto a su peso estadístico al volante) más numerosas en este grupo, a cambio de otras virtudes compensatorias.
El Inexperto: a distancia ya se advierte que no sabe muy bien lo que lleva entre manos. Y puede ser tanto novato como veterano; y este último es muy difícil que llegue a mejorar, mientras que el otro podrá hacerlo.
El Imprudente: el que a sabiendas se lo juega todo a una carta, en función de un peculiar cálculo de probabilidades. Adelanta en curva ciega porque hay poco tráfico, o entra en una rotonda a 80 km/h porque “cree” que se puede tomar así. Y si no lo hace a sabiendas, sino por desconocimiento, entonces es que simplemente es tonto, además de Inexperto.
El Temerario: el que conduce rápido, apurando muy cerca del límite, pero sin tener en cuenta que sobre el asfalto hay otros menos expertos; aparte de imponderables varios, que requieren dejarse un margen.
El Agresivo: puede ser rápido o lento, pero intenta siempre ganar posiciones (básicamente en tráfico intenso). El conductor de “furgoneta blanca” (algunos de ellos) es el máximo representante de estos.
El Defensivo: practica la llamada “conducción defensiva”, consistente en dejar mucho hueco por delante y obstruir adelantamientos pero sin aprovecharlos él, para crearse una especie de “isla de seguridad” a su alrededor, frenando el tráfico. También las féminas acostumbran a figurar aquí en posiciones de cabeza.
El Educado pero Lento: a veces no se sabe qué es peor, si uno de estos u otro un poquito hooligan, pero que despeja la carretera, y zigzaguea buscando huecos para ir “ganando metros”, como se dice en rugby.
El Insolidario: el que va a lo suyo, rápido o lento según le convenga, sin tener en cuenta a los demás. Un taxista viajando en vacío suele ser un buen representante de este grupo (siempre hay excepciones).
El Izquierdista: tiene dos variantes, la del que lo hace a conciencia para que no le adelanten (con la excusa, o no, de que va al límite legal por aguja), y el que simplemente se siente más seguro, pues ya no tiene que molestarse en mirar por el retrovisor.
El Obstructor: no se sabe cómo se las arregla, pero está siempre en el lugar y a la velocidad en la que más puede taponar el tráfico, aunque no lo haga a propósito. Es una variante o mezcla de Distraído, Errático, Inexperto, Defensivo y Lento, pero molesta en cantidad.
El Competitivo: puede coincidir parcialmente con la definición dada por la LSE, pero con matices. Si se empeña en ir más rápido que nadie, y adelanta correctamente, allá él; si acelera cuando ve que le van a adelantar (no en el momento en que el otro ya ha iniciado la maniobra) y se marcha, también allá él. Simplemente demuestra cierta inmadurez. Pero el peligroso es la otra variante, que es la que viene a continuación.
El Traumatizado (o Acomplejado, o Resentido): es el que se resiste a admitir que otros hagan -sin crear ningún peligro- lo que él no sabe, no puede, no quiere o no se atreve a hacer. Básicamente, su actuación consiste en impedir como sea (básicamente acelerando, o bloqueando el carril izquierdo en autovía) cualquier intento de adelantamiento, y luego (en muchos casos) yendo lento una vez que ha llegado a una línea continua. Típico de conductor de cierta edad al volante de coche potente.
Lo dejo aquí, pues no pretendo ser exhaustivo. Pero creo que, enunciadas así, las personalidades negativas quedan bastante más claras que tal y como se presentan en el análisis de la LSE. Lo de menos es conseguir la clasificación por entrevistas y debates, o por observación directa de la realidad; lo que importa es que si esto se difunde, todos los conductores se apliquen el cuento. Que unos cuantos cientos lo hagan por haber sido entrevistados, y el resto (muchos más) al leer el resultado, es lo de menos; lo que cuenta es el porcentaje final que llegue a cambiar, siquiera sea un poco, sus hábitos negativos.
Pero de todos modos, creo que los analistas de la LSE partían de un concepto del tráfico muy poco apegado a la realidad. Por ejemplo, y aunque el concepto de “interactuar” (actualmente muy en boga) me lo tendrían que concretar mucho más, parece que consideran que ocurre sólo cuando dos coches están a menos de 15 o 20 metros de distancia entre sí. Me parece erróneo; creo que, poco o mucho, estamos interactuando con cualquier otro vehículo al que veamos en nuestra vía de circulación, aunque esté a mucha distancia. De lo que no somos responsables es de si el otro conductor también lo está haciendo; pero eso está fuera de nuestro conocimiento y nuestra capacidad de actuación.
En autovía, cualquier otro vehículo que esté a la vista (de frente o por el espejo) lo analizo subconsciente y automáticamente: si tengo que adelantarle o a la inversa, si se comporta de forma extraña, si se nota que empieza a acelerar para que no le pase, y cosas así. Y en carretera otro tanto, sólo que en los dos sentidos; como no siempre puedo saber (si el otro no actúa de forma que parezca causada por mi presencia) lo que pasa por la cabeza del otro, yo aporto mi parte de la interactuación. Por ello, considero un error la frase de que “en cualquier momento podemos vernos obligados a interactuar con otros conductores”; nos guste o no, estamos interactuando, con mayor o menor intensidad, siempre y con todos ellos, aunque sólo sea en modo preventivo.
Por ello, no veo por qué los analistas se extrañan de que en la conducción exista cierta “incertidumbre en relación a la conducta de los demás”. Esto es connatural al fenómeno del tráfico; hasta que el otro realiza una maniobra muy específica, no tenemos ni idea de por dónde va a salir. Saber leer los comportamientos, y apreciar pequeños indicios, forman parte del bagaje del buen conductor; y a cuanta más distancia sea capaz de detectar alguna “personalidad” negativa, mejor conductor será. Así pues, decir que “la carretera es complicada e incierta, frustrante e inquietante” no pasa de ser como lo de clamar en el desierto. Aunque será tanto más frustrante e inquietante cuanto peor conductor sea uno, porque cualquier situación mínimamente anormal ya supondría un sobresalto.
Lo que hay que admitir, como premisa inicial, es que el tráfico es una actividad peligrosa y potencialmente letal; en múltiples ocasiones he escrito que es la única actividad cotidiana al alcance del ciudadano “medio normal” (exceptuando algunas pocas profesiones muy caracterizadas) en la que puede matar o matarse. Y puesto que el examen psicotécnico no profundiza tanto como para apartar de la conducción a alguna de esas personalidades negativas que esté ya en fase aguda, incluso con ellos hay que lidiar en carretera, nos guste o no. Lo de que esas personalidades sean válvulas de escape para lidiar con emociones y sentimientos de frustración queda muy bien como constatación de un hecho consumado, ¿pero acaso tiene arreglo? Dudo que ni la lectura del informe de la LSE lo consiga.
Doy por válida, por ser absolutamente evidente, la constatación de que “las actitudes al volante de los distintos conductores se influyen mutuamente en la carretera”; en muchos casos esa influencia sirve para evitar un accidente, y en otros (prefiero pensar que muchos menos) para producirlo. Pero en lo que estoy radicalmente en desacuerdo es en que “somos nosotros los que creamos esas personalidades que nos disgustan”. ¡Hasta ahí podíamos llegar!; si porque me acerco para adelantar a un Traumatizado y se pone a acelerar para evitarlo, yo soy el causante de que ese individuo se comporte de tal modo, apaga y vámonos. Esa gente ya viene así “de fábrica”, con su equipamiento opcional incluido.
En resumen, tanto trabajo para no mejorar lo que ya escribió en 1957 el recientemente fallecido Roger Piret, el gran experto en la psicología de la conducción, en su “Psicología del automovilista y Seguridad Vial”: “De una tercera a una cuarta parte de la población no reúne las condiciones psicofísicas mínimas necesarias para ser un conductor simplemente normal”. Será triste, pero es así; y todas las entrevistas y debates que hagamos no modifican dicha realidad. Pero al menos llamemos a las cosas por su nombre: si un conductor va Distraído, no le llamemos Fugitivo. Porque hablando –pero claro- es como la gente empieza a entenderse; que lo consiga, eso ya tiene premio. Quizás hoy me encuentro un poco pesimista, pero ya saben eso de que un pesimista es un optimista bien informado; qué le vamos a hacer.
¿Por qué tiene que el lector medio que creer a un estudio si no le explican claramente cómo se hizo, cómo se llegaron a las conclusiones y qué fiabilidad se les puede dar y por qué? ¿Tengo que aceptar que esas son las 7 modalidades básicas de comportamiento por más que esta clasificación no concuerde con lo que veo en la carretera?
En mi opinión todos estos estudios son serpientes de verano y ganas de tirar el dinero. Como usted bien dice, conducir es difícil, requiere de un aprendizaje importante, ya sea para inicialmente saber manejar el vehículo y posteriormente saber «dominarlo» en situaciones complicadas así como aprender a anticipar los peligros, ya sean de la carretera, otros vehículos, o propios.
Lo que ocurre es que la industria automovilística quiere vender cuantos más coches mejor, y ello significa que lo ideal para ellos sea que tenga carnet de conducir cuanta más gente mejor. Ya se encargaran ellos de poner todas las medidas para que no te salgas de carril, se te enciendan las luces solas, te vendan demasiada potencia y luego te la corten para evitar peligros…. y si pueden, intentaran que la conducción sea finalmente autónoma para vender más coches aún.
La variabilidad de vías, conductores y situaciones de tráfico son enormes. Y uno no conduce igual en una carretera solitaria que cuando llega a una gran ciudad por autovías con mucho tráfico. Cuantas veces le han adelantado coches a 10km de la entrada de una ciudad con mucho trafico, que recuerda haberlos adelantado antes en otras condiciones de tráfico?
Le llevo leyendo desde sus tiempos en autovía, y desde luego considero he aprendido bastante leyendo sus artículos, ya sean técnicos o sobre comportamiento vial.
Un saludo
D. Arturo, prefiero su taxonomía a la de la LSE, donde a más de un profe conozco que, sin llegar a ser un «singermornings» tampoco es que sea una lumbrera. Además este trabajo, o lo que de él nos traslada, parece más orientado a constituir serpiente de verano que estudio científico.
Y es que, a mi modo de ver, su principal carencia es la de establecer una tipología de conductores sólo en función de su relación con los demás, sin atender a sus habilidades al volante y los pedales.
Usted intenta introducir ambas dimensiones, y en su modestia, creo que con más éxito.
Este verano tuve ocasión de hacer algo más de 6.000 kilómetros por las carreteras ibéricas y no he dejado de sorprenderme con algunas actitudes al volante: desde el sempiterno olvido de los intermitentes para adelantar o cambiar de dirección -olvido especialmente enojoso en cruces de intenso tráfico- a los más recientes de índole tecnológica. Pasando por la creciente lentitud de la velocidad a la que se circula por nuestras carreteras, con frecuencia inferior al límite legal o el creciente afán obstruccionista de muchos que tienden a circular en autopista por la izquierda, pasándose a la derecha sólo cuando alguien se sitúa tras ellos y no siempre. Por no hablar de la creciente relajación al volante, quizá propiciada por la mezcla de mejores carreteras y menores velocidades, que propicia las interactividad, bien en forma de animada conversación con los otros ocupantes del vehículo o, peor aún, con quienes están fuera de él, teléfono móvil mediante.
Si a todo ello añadimos el final de la crisis pero también sus efectos -esto es, salimos más a la carretera pero con coches que a veces no parecen estar en el mejor estado para hacerlo- la combinación a veces resulta un tanto explosiva.
Por supuesto, uno también es culpable de ello. Que algún despiste sufrí en esos 6.000 kilómetros -uno de ellos, cerrando el paso a otro vehículo a la salida de un peaje: estaba en el ángulo muerto del retrovisor, y mira que iba mirando- pero creo que puntuales y no por causa de inhabilidades o distracciones clamorosas. Caso distinto creo, es el de quien yerra constantemente, a fe que los hay.
Quizá pertenezcan a ese 30% de incapacitados para conducir (pero ¿y cómo es que conducen y pueden hacerlo?). Ayer sin ir más lejos, tocaba aparcar en la calle. Hermoso hueco de unos 12 metros. Capaz para dos coches. Eso sí, en cuesta. Dejo aparcar al que va delante de mí. Entra de frente y deja caer el coche hasta el final del hueco. A continuación aparco yo en el espacio sobrante, si bien notando algo raro en el coche que me precedió en la maniobra. Cuando salimos veo que la conductora está maldiciéndome: al dejar caer el coche había subido al bordillo (10 cm.) la rueda trasera, y al aparcar yo «tan rápido» no le había dado tiempo «a bajarla». Tenía más de un metro de distancia con el coche de atrás.
D. Arturo.
Yo no creo que el lema de BMW tenga nada que ver con la atención al volante.
Lo he tomado por el lado comercial, es decir si vas a conducir no pierdas el tiempo con otras marcas.
Muy resumido.
Me gusta el estudio, en realidad de un modo u otro todos tenemos nuestras clasificaciones en la cabeza y, como dice Arturo, es útil para desenvolverse en el tráfico. Aunque quizás los taxones resultantes del estudio sean discutible, lo cierto es que sean esos u otros existen, y en mi modesta opinión quien tiene cierta capacidad y costumbre de observar y sacar conclusiones lleva mucho ganado en seguridad.
A modo de anécdota triste, yo tengo fichado hace años un minibus conducido siempre por alguien del tipo despistado-imprevisible, con el que coincido en mi ruta laboral con frecuencia y del que procuro alejarme como si fuese radiactivo. Hace un par de años un minibus causó un accidente mortal al pasarse una parada y frenar en seco, sin señalizar y bajo la lluvia. Si, el minibus era ese.
Si partimos de la base de que ese conductor puede conducir (de hecho es el único de los tres implicados que sigue conduciendo, el otro sigue con el carnet retirado y el tercero el pobre ya no puede ni conducir ni hacer nada), no es mala cosa desarrollar estrategias de identificación que nos ayuden a evitar riesgos. Yo ante ese me convierto en un conductor defensivo, es la única opción segura ante el.
Una pregunta para d. Arturo, ¿leyó el estudio en inglés o traducido? Porque me da que algunos de los nombres extraños viene de lo absolutamente mantas y vagos que son la mayoría de los que traducen textos, que casi nunca son filólogos especializados, sobre todo cuando el texto es de un tono mas bien coloquial-modernillo. Lo del fugitivo me suena a eso, algo del tipo «evadido» me cuadra mucho más.
Aprovecho la entrada para , en pos de la seguridad vial, avisar a los propietarios del opel corsa D, que aunque serán avisados por carta (enlos tiempos de los teléfonos móviles. ..), de una alerta de consumo por la cual se puede romper y perder la dirección http://consumo-inc.gob.es/seguridad/pdf_redalerta/411-2015.pdf
Los siete pecados capitales.
Y sus virtudes.
Las siete maravillas del mundo.
Las siete plagas de Egipto
Las siete profecías Mayas
El séptimo sello
Y al séptimo descansó.
El número siete es resultón; el preferido de la cábala. Queda bien en los estudios «de letras».
Con el dos quedan maniqueos. Con el tres mejor, como la Santísima Trinidad. Pero se le puede estirar poco. Con siete elementos se pueden hacer 21 combinaciones tomados de 2 en 2. Y 36 de 3 en 3. Con eso se puede clasificar a cualquier individuo que se nos cruce por el camino.
Aunque como bien apunta Ud. aquí para estas cosas preferimos el cinco. La rima es insuperable.
El ciclo lunar es múltiplo de 7.
Los colores del arco iris son 7.
Al contrario que en el caso de las estrellas, hay 7 astros visibles que cambian de posición durante el año (sol, luna, y los 5 planetas visibles a simple vista).
Esos 7 astros, por cierto, son los que dan nombre a los 7 días de la semana (salvo en el caso del sábado (Sabbat judío) y el domingo (Dominicus, día del señor, (Dominus)).
7 son las notas musicales.
7 los metales que conocía la antigüedad.
7 las vértebras cervicales.
7 tipos de virus.
…
7 personalidades al volante.
…
¡Cuantas cosas aprende uno poniendo «siete» en Wikipedia!.
Yo creo que hay bastantes, pero cada uno las define según su criterio.
En mi caso las reduzco a muy pocas.
El correcto: El que conduce bien. Ligero pero no al límite, que señaliza correctamente y va por su carril intentando no molestar. Intenta evitar el peligro con conducción defensiva pero confiando en el resto.
El lento: Los hay muy lentos y que ayudan y otros que entorpecen.
El rapidín: que va por encima de no lo legal…. sino de lo lógico y que acabará mal e incluso implicando a otros conductores por su imprudencia.
Aquí suelen predominar los conductores de BMW (no todos, no se me enfaden) y de SUV de alta gama que parecen ser dueños de la carretera porque pueden permitirse una mole «»»segura»»».
Y el empanado: Va despacio o rápido, pero siempre mal. No señaliza o lo hace mal y es especialmente impredecible. No sabes por dónde te va a salir. Y si no es por despistado es por que desconoce cómo se conduce.
Aquí A.deA. tiene razón, la mayoría son mujeres…. y señores de avanzada edad (no tienen por qué pasar de los 65) y que jamás han conducido bien ni lo harán.
Cada uno podemos tener un porcentaje de cada categoría, pero siempre nos pesa una más que otra.
Coincido con #3 Pragmatico, en lo del los interminentes y sobretodo en la tremenda lentitud con la que se esta circulando..; que en parte puedo medio entender por el tema de los radares, pero es que yo tambien miro por ello, y aun asi uno se va «comiendo» los coches sin querer..
Y no son coches viejos no, que va.., la mayoria seguro que aun estan en garantia.., la mayoria monovolumenes y SUV’s; por cierto, este verano me he fijado en los Holandeses que por aqui nos visitan en gran cantidad, y me ha sorprendido el no ver practicamente ningun monovolumen o incluso coche de tipo familiar. Al contrario, son legion los compactos tipo Golf, Leon, etc.., la mayoria de color oscuro ( negro basicamente), y con su baul portabultos encima del techo; y son familias en su mayoria de 3 o 4 miembros. Que curioso..,igualito que aqui, en donde parece ser que no se puede tener descendencia sin antes haberse comprado el «autobus» de turno.
Otro tema que se detecta que va a peor son la luces.., sumado a los crecientes problemas de bombillas fundidas que no se reparan hasta que toca pasar la itv ( suponiendo que se pase), hasta luces diurnas colocadas «sin ton ni son» en coches que inicialemente no las llevaban.., se pueden contar por docenas cuanto menos..
Y no se.., si a la altura a la que estamos, con todo lo que se sabe, y se puede saber sobre coches y educacion vial, y todavia estamos tan mal, no le veo yo que esto pueda cambiar.., el coche ( la moto y otros vehiculos son tema aparte), es para muchos un «mal necesario», y en consecuencia no se dedica el mas minimo esfuerzo en mejorar, entre otras cosas, porque se da por supuesto que con la obtencion del carne, no hace falta mas, y sobretodo en este pais, que tanto en conduccion como en futbol, nadie sabe mas que uno mismo..
Este año me he fijado en cómo ha progresado en poco tiempo el parque automovilístico de los inmigrantes árabes, han pasado de sus viejas cafeteras tipo R-21 o R-25 y Mercedes de hace 30 años en bastante precario estado a modernos monovolumenes y SUV.
Otro asunto que quizá no aborde el informe de la LSE son las diferentes formas de conducir por países. Nada tiene que ver el estilo seguro de los franceses o suizos -por lo general conducen bien y ligeros por carreteras con menos limitaciones que las nuestras- con el caótico de los italianos y portugueses o el lento y muchas veces desmañado de los useños, por señalar países donde he conducido. No lo he hecho ni en Alemania o UK, si bien como pasajero tuve la impresión de que en ambos se conducía bien. El caso de España creo que tiende más al modelo mediterráneo -Italia, Portugal- que al noreuropeo.
Probablemente la tipología no sería igual en todos los países, ni, desde luego, tendrían las mismas proporciones.
Otra cuestión, más peliaguda, y que el informe soslaya, es el sexo. Tengo la impresión de que, por lo general, las mujeres tienden a conducir con menos soltura que los varones, que llega a ser incluso peligrosa cuando se suma a la despreocupación que, para muchas -y muchos, sin duda, a veces rayana en la prepotencia- supone la supuesta seguridad de un coche sobreelevado -SUV, TT, monovolumen- o de gama alta. Sorprende, por ejemplo, en ambos sexos, lo mal que se trazan las curvas, muchas veces de forma errática o con continuas correcciones, o saltándose la divisoria del carril, así como el uso abusivo del freno, incluso en autopista y sin obstáculos ni radares a la vista.
Al final, la convivencia en la carretera, como fuera de ella, se sustenta sobre la previsibilidad. Uno espera que si alguien va a adelantar, señalizará la maniobra tras mirar por el retrovisor. O que si circula por el carril interior de una rotonda cederá el paso a los que van por el exterior a la hora de salir de ella y no lo contrario y encima «picándose» después con el perjudicado, cerrándole el paso. En definitiva cumpliendo la ley y haciendo uso de la buena educación.
Pero no siempre es así.
Y por supuesto, de un cruce entre valoraciones de competencia al volante y pedales -elevada, media, baja- actitud ante la carretera -segura, insegura, asustadiza,…- y de personalidad relacional -social, individualista, asocial, paranoica,…. y que no es siempre la misma en todos nosotros, puede cambiar según las circunstancias y los días- saldrían muchas más que esas cabalísticas siete personalidades.
En todo caso, estoy
@12 pragmático. No se lo tome a mal, pero es que en esta discusión eterna sobre si las mujeres somos menos hábiles tendríamos que comenzar a tener en cuenta lo que es una relación espuria. Esta relación se da entre dos variables que tienen conexión aparente pero que en realidad una no influye en la otra, sino que la conexión se debe a una tercera variable, que es la denominada variable espuria. Por ejemplo, si las mujeres conducen menos y es siempre el marido quien lo hace en viajes largos, pues tienen menos práctica y por tanto menos soltura. En este caso es la práctica la ‘variable espuria’ que hace de conexión. Pero esto no tiene nada que ver con que las mujeres tengan, de por sí, una naturaleza ‘más torpe’.
Elisa, en absoluto lo atribuyo a cualidades innatas. En mi opinión, y por las razones que sean -que ese asunto da para otro ensayo de don Arturo- las mujeres muestran, en general, menos interés que los varones por el mundo del motor. Y quizá eso influya también en su forma de conducir, más funcional, menos pasional e interesada y quizá por ello, menos hábil o menos técnica.
Lo que no implica que no haya magníficas conductoras y pésimos conductores, alguno de ellos, además, con el agravante de creer que, por circular a gran velocidad en autopista es ya un maestro al volante. Y es que, en general, no conozco a varón que asegure conducir mal y sí a mujeres que están convencidas de ello. Pero luego la autopercepción no tiene porqué coincidir con la realidad.
14@pragmático. Estoy completamente de acuerdo con usted. Yo también lo percibo así. Un saludo.
Voy a ofrecerles un juego que tal vez les atraiga.
Descárguense las imágenes que adjuntan esta entrada. Cambien al sufrido muchacho por una sufrida muchacha de similar edad.
Fíjense ahora en lo que transmiten las imágenes ahora que la vituperada, amenazda, enseñada… es una chica. Por ejemplo, el caso del Justiciero..
Gracias
Vaya,El Justiciero todavía no ha comentado nada.
Elisa y pragmático, ley una vez un estudio del cerebro de mujeres y hombres y decía que ambos tienes el mismo número de neuronas pero usadas de manera distinta, normalmente el cerebro masculino usa más un hemisferio de forma intensa y el de la mujer ambos hemisferios pero menos intensamente.
De alguna manera explicaba como por esa razón para la mujer media es más fácil aprender y hablar idiomas (uso de ambos hemisferios) y para el hombre aparcar (mejor visión espacial, un sólo hemisferio). De hecho decía que una mujer usa 7000 palabras al día frente a 4000 de un hombre, a la vez que en trabajos de visión espacial hay más hombres que mujeres. Al final a lo mejor si que hay algo de inmato
@18 Prais … También podríamos decir que nosotras contamos con más visión periférica, que nos permite detectar mejor los vehículos que se acercan lateralmente… Sea hombre o mujer cada uno es diferente, y en general son las horas y la actitud y las ganas que uno le pone, en la mayoría de tareas, lo que acaba marcando la diferencia.
Pero desde luego los estereotipos tienen mucho efecto en nosotros: si a un niño le decimos algo como ‘eres malo en matemáticas’, podemos estar seguros de que no obtendrá nunca buenos resultados en esta materia. Si desde niñas se dice: ‘mujer al volante peligro constante’, lo más probable es que ellas conduzcan poco y con más miedo que ganas, lo cual, teniendo en cuenta que conducir es algo potencialmente peligroso, pues no es nada recomendable.
Es un lugar muy común esto de si las mujeres conducen bien o mal como colectivo, incluso alguna gente nada machista lo afirma, y el que cojea un poco de esa pata no tiene que esforzarse en buscar mucho el ejemplo confirmatorio. Más allá de que uno en realidad ve lo que quiere ver, y todas esas variables, yo creo que si hay una realidad que trasciende el tópico.
Pero el meollo del tema estriba en que esa clasificación, la del género, es completamente espúrea respecto a esto, no tiene ninguna relación causa efecto inmediata del tipo las mujeres tienen las neuronas diferentes. A lo mejor las tienen, quien sabe, pero no son pertinentes para esto, no creo que las incapacite para conducir bien como demuestran muchas de ellas.
La clasificación realmente pertinente para esto, que solo toca tangencialmente a la de referencia, esta entre gente a la que le gusta conducir y gente a la que no. Hay un montón de varones jóvenes, de la generación que ya no tiene nada de interés por los coches, que conducen fatal, calcando todas las conductas que se suelen reprochar a las mujeres del tópico.
Podrá parecer que es lo mismo, al final las mujeres conducen peor, pero hay una diferencia muy importante: no hay nada en el hecho biológico de ser mujer que las imposibilite para conducir mal, sino una sociedad cuyas reglas obtienen este resultado. Por lo tanto, en nuestra mano esta cambiarlo. Aunque me da que el cambio va a venir de que hombres y mujeres conduzcan igual de mal en el futuro.
Cuando dicen conducir bien o mal, mejor o peor, ¿podrían precisar que quieren decir? ¿Mas deprisa? Particularmente en el caso de hombre/mujer.
@12: Sobre los Franceses, al menos los que andan por aqui, decir que es de lo,peor que uno se puede encontrar.., en su pais conducen bastante bien y con respeto per ouna vez cruzan la frontera..»ancha es Castilla!, se lea olvida todo!, giran donde no deben, se saltan stops, semaforos en rojo, circulan dubidatibamente, con velocidad ireegular, al igual vas detras de uno a 100, de golpe ve que casi se paa una salida, pega un frenazo de aupa y gira al limite del impacto. No quiero generalizar, pero si he observado un buen numero con tales actitiudes..
En cambio, alemanes, holandeses, suizos, bastantes italianos y algunos ingleses (en estosse comprende por el tema del volante al reves), son un ejemplo de buena conduccion en los casos que por ahora he observado al menos..
Por lo que a mi respeta conducir bien no es conducir rapido, sino hacerlo de un modo previsible para los demás, tratar de contribuir a la fluidez del trafico en lugar de entorpecerlo, facilitar las maniobras al resto de conductores y, por supuesto, no ponerse en peligro ni uno mismo ni a los demás. No tiene nada que ver con correr.
De acuerdo con @23 Valmhö.
Ya hemos dicho que muchos conductores se atribuyen destrezas que, al final, se reducen a las de «pisapedales»: corro mucho en recta y/o autopista para frenar como un poseso al llegar a las curvas que no sabe trazar.
Sólo apuntaría a lo que dice usted que todo eso implica conducir con cierta presteza y dinamismo: no superar las velocidades toleradas pero tampoco ir por debajo de los límites. No eternizarse dudando en los cruces. Efectuar las maniobras con seguridad y decisión. Tomar las curvas con soltura. En carreteras de doble sentido, adelantar y saber adelantar sin contribuir a formar caravanas (que la del adelantamiento es una maniobra cuya técnica se está olvidando, más allá de las mayores prestaciones y tamaños de los vehículos pesados), etc. etc.
@24
Correr no, claro, pero:
«presteza y dinamismo.
«pero tampoco ir por debajo de los límites».
«Tomar las curvas con soltura».
«Adelantar y saber adelantar.»
Veo por donde vamos.
Verá: tengo perro. La gente me pregunta si es un perro listo. Les contesto que listísimo, como todos los perros. Pero solo para aquello que le interesa: la comida, salir a pasear, otros perros, sus juguetes, ¡Las perras!. Si no sabe cálculo integral y metafísica es por que no le interesan en absoluto.
Muchos conductores, en especial de sexo femenino, solo les interesa el automovil como medio para ir de un sitio a otro. Y esas cosas que Ud. cita pues no.
Llegar sin incidentes es conducir bien.
Es que esas cosas deberían interesar a cualquier conductor.
¿O no es entorpecer el tráfico y crear situaciones de peligro formar una caravana por no saber adelantar?
¿O no es entorpecer el tráfico y crear situaciones de peligro quedarse pensando en la incorporación a una rotonda o, peor aún, autopista?
¿Le parece normal circular a 90 o 100 kilómetros por hora por una autopista limitada a 120 con un vehículo que puede rebasarlos holgadamente?
¿O a 60 o 70 por una carretera limitada a 90 o 100 (eso sí, manteniendo los 70 también en travesías limitadas a 50)?
No confundamos la lentitud con la seguridad, algo tan en boga. Ni seamos tan autistas como para pensar que llegar sin incidentes es llegar bien. Porque incidentes podemos evitarlos esperando cinco minutos a que un cruce esté completamente despejado. O confiar en los demás conductores para que los incidentes no se produzcan.
Y es que no se trata de ir a 180 por las carreteras. Se trata de llevar un ritmo razonable. Y en eso, repito, los franceses (y francesas) son mayormente ejemplares.
No puedo estar deacuerdo con su ultima frase, llegar sin incidentes solo significa llegar sin incidentes, lo cual es estadisticamente mucho mas probable que el caso contrario. Conducir bien es llegar sin incidentes, sin provocar un aumento del gasto de combustible propio y ajeno por, por ejemplo, frenar demasiado, y sin perder mas tiempo del necesario, de nuevo propio y ajeno.
Ejemplo; no hace falta que alguien adelante si no esta seguro de poder hacerlo con seguridad. Si hace falta que, quien no vaya a adelantar, deje suficiente espacio para que un tercero adelante y tenga sitio para reincorporarse al carril.
O algo tan simple como ceder el paso al que no tiene preferencia si la alternativa es quedarse todo el mundo parado.
Tomamos la manera de conducir de las mujeres como algo inevitable, cuando lo que pasa es que ni se forma a los conductores adecuadamente ni se les exige un mínimo razonable. Solo el aficionado al tema se preocupa en aprender un poco mas del mínimo, pero dejando la formación a discreción de cada uno es imposible que la cosa salga bien.
Aclaro que me referia al comentario de Jenio15, no al de Proceloso.
Conducir bien es hacerlo cada cual por debajo de sus limitaciones.
@23 Sin embargo yo si estoy de acuerdo con Ud. Su punto de vista de que para conducir bien hay que ir pensando es dar en el mismísimo clavo. Y no creo que esté en desacuerdo con lo que yo planteo. Es mas, posiblemente sea la mejor o única manera de conseguirlo.
Contestaba a @24 que creo que habla mas de habilidad al volante. y bueno @26 acaba de convertir la velocidad máxima en carretera en obligatoria. Si cierro los ojos veo rafagas en el retrovisor.
Pero no quería ir a ese punto. Platea Ud. que
«El aficionado al tema se preocupa en aprender un poco mas del mínimo».
Exacto. Este el un blog para aficionados: el resto del universo va mas despacio que nosotros. Y es mas torpe. A excepción de los furgoneteros. claro está.
Ahí esta el problema, en que aprender un poco mas del mínimo sea facultativo.
@Pragmatico y Valmhö: Suscribo de pe a pa sus puntos de vista sobre la conduccion..
A mi por ejemplo, no me gusta arrancar fuerte al ponerse un semaforo en verde, y en este sentido, comparado con otros, sere un conductor «lento», tampoco me gusta correr excesivamente en autopista, aun suponiendo que la velocidad fuera libre, al menos no de modo continuo, y ahi tambien seguro que los habra de mas rapidos..
Pero lo que si procuro es hacer lo que comentan, que cualquier recorrido que haga sea lo mas unforme y estable posible en cuanto a velocidad, sin roturas de ritmo, fluido, lo que a la larga me beneficia a mi, al coche, y al resto del trafico, aunque no todos sepan apreciarlo.
Conducir bien, pues hacerlo de modo predecible para los demás,dejando un amplio márgen de seguridad, no forzar la mecánica si no es imprescindible,no castigar al pasajero y al coche con una conducción brusca, mantener un ritmo fluído y uniforme, no estorbar ni crear situaciones de peligro, y de un modo que no genere estrés ni al conductor ni al resto de los acompañantes.
Ah, mucho de lo anterior suele confluir en conductores rápidos y a los que les gusta e incluso apasiona conducir. Resulta difícil que quien no entienda la máquina que conduce lo haga medianamente bien, y eso coincide en muchos de los lentos bien sea por inexperiencia,torpeza o facultades psicofísicas mermadas o manifiesta falta de interés por la conducción.
Como dijo un día un conocido, «yo cuando cojo el coche intento que nadie se de cuenta». Hay gente que va dejando a su paso una estela de enfados o daños, a veces saliendo indemnes. Pasar desapercibido entre el tráfico puede ser un indicador muy simple de lo que es conducir bien.
@ todos. No hace mucho me hice la siguiente pregunta, relacionada con el tema que nos ocupa:
-¿Qué sucedería si existiese la obligatoriedad de obtener el permiso de conducción A (o como mínimo el A2) como paso previo a la obtención del B?. Pero asegurando un mínimo de clases prácticas en circuito abierto, o en su caso de horas de conducción..
Tras formularme la pregunta, que extiendo a Uds., intenté responderla:
-Los conductores utilizarían los retrovisores en ciudad (recordando los tiempos en que eran carne de cañón de SUV’s y otros vehículos voluminosos por las calles de su ciudad).
-Los conductores descubrirían los intermitentes, y que todavía no «se ponen solos». Incluso los desconectarían tras realizar el giro (curioso, como en la moto!!).
-Los conductores trazarían bien las curvas (recordando los tiempos en que un error de bulto o imprudencia te llevaba a la Autopista Hacia el Cielo).
-Los conductores serían más condescencientes, más considerados, más amables con sus congéneres.
-Los malos conductores yacerían en «el sueño de los justos», tras no superar la etapa «A».
Quizá la carretera y (sobre todo) la ciudad tendiesen a ser más seguras.
Pero el seguro obligatorio de moto resultaría más caro….
Conducir es una habilidad que está al alcance de un chimpance lobotomizado, (¿cuanta destreza hace falta para que tres pedales y un volante te lleven de A a B? ) y una vez interiorizados los conceptos de anticipación y distancias, basta la parte reptiliana del cerebro para hacerlo con seguridad suficiente si no nos empeñamos en ir mas deprisa que la media.
En todo caso, bastante mas sencillo que copular con gracia o educar hijos, tareas para las que no se exige examen ni titulación alguna.
@30. Me corrijo: Quise decir pensando en los demás.
@36 @35 Aclárense. Conducir es como joder, pero hace falta un cursillo en el que se dejan la piel la mitad de los educandos, que no creo que con la moto sobrevivan mas por una gran ciudad, y que luego tendrán que hacer un «posgrado» según @31 propone. Como entrar en los Marines, mas mo menos.
Olvidenlo. Da igual si tienen razón como que no. La mayoría de la gente ya tiene bastante con sacarse el carnet a la quinta o a la sexta, y una vez conseguido esto no aspiran a nada mas.
Vean la parte positiva: ¿Con quien íbamos a practicar el noble aunque muy olvidado arte de adelantar?
@34. Un Santo Varón. Cuando le vez págele alguna cosa.
#34: con nadie, porque los lobotomizados se apiñonan en la carretera, pensando que, si ellos no adelantan, nadie sería capaz de adelantar. Por tanto, evitan a los demás utilizar sus capacidades volantísticas para no tener que tragarse una cola sin fin, porque dos coches pensaron que nadie podría adelantar a ese camión que circula a 50 km/h.
Un saludo
Perdón, esto era para jenio15, #37.
Un camión a 50 con dos mataos que no se atreven a adelantar. Guau, eso Puntúa doble. Si además son dos pericas, harto probable, tienes una vida extra.
Camión, mataos, pericas, cambios de rasante y carretera estrecha (pero estrecha).
Metemos en la historieta al prisillas que adelanta a todos por sus kinders comiendose el rasante y vamos para bingo.
Saludos a todos, soy nuevo aquí, pero antiguo lector de D.Arturo.
En el extenso tema de los tipos de conductor, por mi parte diría que la Genética sería otro punto a considerar.De mis cinco hermanos, tres heredaron el modo de machacar el cambio de nuestro querido padre, que tras Ocho años con un 2CV Azan , siguió usando el resto de coches de 3ª o 4ª mano con el mismo ímpetu; incluso la 5ª le sobraba, total en cuarta iban bien (131 Perkins) .De los amigos saco en consecuencia en general, que conducen por obligación, sin sacar ninguna satisfacción.No están atentos al tráfico, hablan y no saben en que marcha van, salvo que el motor de sacudidas por ir en 6ª a 50k/mh , reducen pasando una a una tooodas las marchas,etc.A mi mujer algo le pude enseñar, incluso algún viaje por la nieve, pero a la larga se distrae.Temo que cuando lleguen a la edad de jubilación se les va a hacer cuesta arriba coger el coche, se encontrarán cada vez mas torpes y la culpa será suya, no de la edad.
Estoy de acuerdo con la corriente general de que las mujeres, lejos de estar menos capacitadas para la conducción, simplemente desarrollan menos interés, en general, que los hombres sobre este tema. Y cada vez más, la gente en general, independientemente del sexo, ve el coche como no más que un electrodoméstico para ir de un sitio a otro. Tengo 24 años y la mayoría de mis amigos conducen, pero no tienen no tienen ningún interés en el tema coches, más allá de que les guste uno u otro estéticamente. Les preguntas por el motor del coche que conducen y a lo más que llegan es saber si es diésel o gasolina. Lo demás «lo sabe mi padre». Prejuicios contra los coches de gasolina, no saben conducir por carreteras secundarias porque ni saben adelantar ni enjuiciar curvas, no tienen ningún conocimiento del mantenimiento más básico de un coche…Y al final, cuando algo te gusta y pones empeño en hacerlo bien, se nota, y en el caso contrario, también.
Pues no será yo quien ponga en duda el prestigio de la famosa escuela londinense, pero desde luego con este estudio se han lucido. A parte de que esta forma de clasificar distintos tipos de personalidades al volante es muy vieja y de que nunca me pareció verosímil porque nadie actúa siempre de una misma manera en ningún tipo de actividad humana, parece que muchos de estos estudios son auténticos inventos patrocinados por grandes empresas o entidades oficiales que buscan sólo una firma de reconocida reputación que los avale, imagino que previo pago de una suculenta cantidad de dinero. “Todo se compra o se vende”, dice una vieja canción.
Por otra parte, en los últimos años me han decepcionado muchas entidades públicas y privadas que yo creía que gozaban de justo reconocimiento. Por ejemplo: el Fondo Monetario Internacional cuando nombró a Rato como presidente; no me lo podía creer, hasta discutí con un amigo que era imposible. Y luego nombran a otro peor: Strauss-Khan. Otro caso, y no citaré más porque la lista es muy larga: la OMS cuando creó la alarma de la gripe A.
En cuanto al eterno asunto de si conducen mejor las mujeres o los hombres, partiendo de la obviedad de que el sexo en sí mismo nada nos condiciona para ello, en lo que he visto hasta ahora, los hombres jóvenes tenían clara ventaja sobre cualquier otro grupo de personas en los años setenta y ochenta, ventaja que se fue diluyendo en los noventa y, en los años que llevamos de este siglo, no sólo aumentó la tendencia citada sino que se ha ido invirtiendo.
El único problema que tienen un alto porcentaje de mujeres al volante es que pasan muy pocas horas, y muy pocas veces tras él. Les falta entrenamiento e independencia para poder usar un coche con toda libertad. Básicamente, eso es todo. Pero cuando están en la autoescuela demuestran más interés y ganas, son más serias y no se creen que ya saben conducir, cosa que muchos hombres jóvenes afirman sin fundamento alguno. Y ellas, o dan menos clases aprobando antes y mejor, o dan más clases pero aprueban antes y suspendiendo menos veces. Luego, los problemas suelen aparecer de la mano del novio y acrecentarse cuando forman familia. Me tomo la libertad de copiar aquí una anécdota que escribí sobre esto, más que anécdota, una estupenda lección que me dio una alumna; no sé qué pensarán ustedes, a mí me resultó muy reveladora, es esta:
Girábamos para cambiar de dirección a la derecha en una calle de Bilbao, nos encontramos un paso de cebra y de forma un tanto indefinida y descuidada una mujer comenzó a cruzar la calzada, empujaba una silla con un niño pequeño en ella, llevaba dos bolsas llenas de compra -comida y esas cosas- y otros dos niños de unos 5 y 7 años, respectivamente. Los niños cruzaban de forma un tanto errática y aquella mujer, de unos cuarenta años, no parecía muy pendiente de ellos, por momentos se sujetaban a la silla o a su brazo, por momentos se soltaban. La alumna detuvo el coche y a veces el marco del parabrisas parece una pantalla por la que pasa una película, un esencial instante de vida, un cortometraje lleno de emociones que yo no percibí. Protesté, no a la caminante, quería hacerle ver a mi alumna que la mujer cruzaba mal por mucha preferencia que tuviese, con riesgo de ser atropellados alguno de sus hijos o ella misma; sin acabar mi explicación, mi alumna dijo: “Mira cómo va, con tres criaturas y la compra. Ya tiene bastante”. Intenté replicar, quería decirle: “Bueno, y qué. Debe protegerse más y proteger a sus hijos”. Apenas había comenzado a hablar, me cortó por lo sano: “Vosotros no sabéis lo que es eso.” No dije nada más, entonces entendí. Aquella alumna reanudó la marcha y yo aprendí una lección de solidaridad y de percepción más allá de la realidad aparente que nunca olvidaré.
Buenas noches.