Sí, la prueba es misteriosa; o mejor dicho, ha servido para desvelar un misterio; un misterio que, por otra parte, sólo en esta prueba se había detectado. Pero no vamos a reventar la película diciendo el nombre del asesino, lo cual dejaremos para el final; así que sigan leyendo, que creo vale la pena. De modo que vamos por orden, que casi siempre es lo mejor. La prueba de la versión Sedán –realizada a mediados de Abril del año pasado, y publicada a mediados de Julio- ya fue muy reveladora; una vez conocido el nuevo perfil del Tipo (en su 2ª encarnación, como ya la hubo del Bravo) que le distingue del planteamiento “low cost” que tenía su antecesor el Linea. Antecesor en el tiempo, en el tamaño y en la ubicación de su factoría (en Turquía); pero no en su calidad ni aspiraciones, que en el Tipo son las de codearse con el resto del Segmento C generalista a nivel mundial.
Los resultados de la prueba, que acabó por realizarse a los tres ritmos de marcha (económicos nuevo y antiguo, e interesante) a la vista de los magníficos datos que iban apareciendo uno tras otro, justificaba la expectación con la que aguardábamos la oportunidad de realizar las de las siguientes versiones. La del 5 Puertas por fin se llevó a cabo a mediados de Octubre (pero todavía no se ha publicado hasta ahora), y en cuanto a la del Station Wagon, no hubo ocasión de realizarla antes de acabar el año, probándose finalmente los días 4 y 5 de este Enero, para ser exactos. Pero el resultado de ambas fue bastante decepcionante en cuanto a consumos (no así en comportamiento) dejándonos sumidos en un mar de dudas.
Aunque, en realidad, las dudas ya habían empezado un poco antes; pero vamos a dar primero un rápido repaso al comportamiento de estos dos modelos –que tampoco difiere demasiado del originalmente comprobado en el Sedán-, y luego entraremos en los aspectos más “misteriosos”. Siguiendo lo que ya se ha convertido en un hábito, dada la elasticidad de los procesos de fabricación, el Tipo comparte plataforma (concepto que tiene diversas acepciones, según convenga en cada momento a quien la cite) con las versiones grandes del 500; es decir, el 500-X y el 500-L.
Respecto al comportamiento, nos remitimos básicamente a lo ya publicado respecto al Sedán a mediados de Julio: se aprecia una suspensión con muelles tirando a duros, y una amortiguación tirando a suave. Es una combinación muy bien planteada para el estado de la red viaria de países emergentes, pues de esta manera se garantiza una mayor longevidad de la amortiguación y, en consecuencia, una constancia del comportamiento rutero a lo largo de la vida del coche; invirtiendo los términos, la degradación resulta mucho más rápida, y más evidente al cabo de pocos kilómetros.
Al margen de esto, se aprecia que el SW tiene menos retención que el 5P al levantar el pie, ya que tiene mejor Cx, y a su vez es más pesado; claro que esto último también se aprecia en su algo menor vivacidad para recuperar velocidad. Este SW tiene una capacidad gigantesca: 550 litros (y eso sin eliminar la bandeja) en el maletero, el cual dispone de dos alturas en su piso; y hay 12 litros de capacidad en el habitáculo repartidos entre diversos alojamientos. Como el Sedán, ambas versiones disponen de un climatizador que hay que regular entre 24 a 25ºC (en vez de los clásicos 22ºC) si no se quiere pasar frío; cuestión de habituarse. Pero al menos si se sigue subiendo la rodeta, se consigue algo más temperatura, y no como en algunos otros turbodiesel que están muy al límite en tiempo realmente frío.
También el ordenador sigue igual: empieza, tras de la puesta a cero, con cifras de consumo espectacularmente altas; pero al cabo de los 80/100 km de recorrido, ya va bajando a la normalidad. Habría que saber cuáles son las fracciones de distancia y de combustible que maneja para hacer la división; deben ser muy grandes, y por lo tanto el cálculo no se normaliza hasta que en ambos casos trabaja ya con cantidades bastante elevadas.
Digamos, finalmente, que para otros mercados existen versiones ECO en los 5P y SW (no se dice nada del Sedán, primera discrepancia). Disponen de parrilla activa, y llanta 16” con neumáticos 205/55 de baja resistencia a la rodadura; aunque las dos unidades probadas con estas carrocerías también disponían de este tipo de calzado, si bien en llanta 17”. En cuanto al Manual del Usuario, también es común para 5P y SW, que son las versiones más modernas; pero no engloban al Sedán, pese a que éste es más antiguo. Quizás tenían editada mucha cantidad, y están esperando a agotarlos antes de hacer uno común para toda la gama. Pero ya es la segunda circunstancia en la que el Sedán -primera variante en aparecer- va por un camino, y los más recientes 5P y SW parecen ir por otro.
Pero todavía hay otras y más importantes diferencias; algunas de las cuales quedan reflejadas en las fichas técnicas que vienen a continuación, y otras no, pero las comentamos aquí. Por ejemplo, que el manejo del cambio en el Sedán nos pareció bastante duro (aunque preciso y bien sincronizado), y en cambio tanto en el 5P como en el SW el manejo era suavísimo, a la par que mantenía las otras dos virtudes. Siendo exactamente el mismo grupo motopropulsor, y es de suponer que el mismo sistema de mando (cables, más bien que el ya casi desaparecido de varillas) resultaba raro encontrar tal diferencia.
Y otra es el dimensionamiento de los frenos, que me ha traído de cabeza hasta conseguir disponer de los datos exactos. El Sedán montaba unos discos delanteros de 284 mm delante y 251 mm atrás; mientras que para los otros dos tenemos 281 mm delante y 260 mm atrás. La casi total igualdad entre los diámetros delanteros hacía pensar en algún error informativo; o bien que, como en algunos casos hemos encontrado, un diámetro pudiese corresponder al exterior del disco, y otro al realmente barrido por las pastillas, que en ocasiones quedan un poco por dentro del borde exterior del disco.
Pero finalmente, tras mucho espigar en diversas fuentes (de la propia Fiat y bases de datos de aquí y allá), acabé confirmando que esos diámetros son correctos; al verificar que también varía el grosor, al menos en los discos delanteros. Los de 281 mm son apenas un poco más pequeños, pero mucho más gruesos: 26 en vez de 22 mm; lo cual les confiere mayor rigidez y, con mayor masa (y por lo tanto peso, molesto peaje a pagar), también mayor resistencia al aumento de la temperatura. Para los discos macizos traseros, con menor esfuerzo térmico a soportar, el grosor es siempre el muy habitual de 10 mm (con diámetros mayores, suele subir a 11, y raramente pasa de ahí). Y sin salir de la zona de las ruedas, el Sedán llevaba neumáticos Pirelli P-7, que son un “sí pero no” en cuanto a sus cualidades de baja resistencia a la rodadura; mientras que 5P y SW -siempre con el mismo dimensionamiento en diámetro de llanta, ancho de sección y perfil- montaban Conti Eco-Contact-5. Y estos sí que son auténticos b.r.r.
Otra diferencia notable es que las dos versiones más recientes disponen de Stop/Start, que en el Sedán no existía cuando lo probamos (habría que ver ahora). Con este dispositivo se mejora, sobre todo, el consumo en tráfico urbano congestionado, y también la homologación correspondiente a dichas condiciones. Y el resultado, como se podrá observar en las fichas técnicas, ha sido espectacular: una reducción de 0,8/0,3/0,5 l/100 km en las tres mediciones de urbano, extraurbano y combinado, y de 12 gramos en emisión de CO2. Teniendo en cuenta la rebaja obtenida en el extraurbano (donde el Stop/Start trabaja muy poco), parece evidente (luego lo será, o no) que también el cambio de tipo de neumáticos tiene su parte de mérito en tan asombrosa mejora.
Pero las diferencias entre la fichas de la primera versión y de las dos siguientes presentan algunas incógnitas que se prestan a la suspicacia; así, por ejemplo, del SW se nos dice que mantiene el Cx aerodinámico del Sedán (0,29). Démoslo por bueno, ya que ambas son carrocerías igual de largas, y el SW lleva un discreto alerón al final del techo que podría (aunque me parece dudoso) compensar la mayor brusquedad del diseño de su zaga respecto a la del Sedán. Pero en cambio, del 5P no se ofrecen datos; lo cual no hace sino avalar lo que ya sabemos: su aerodinámica, como la de todos los hatch-back, será peor que la del Sedán correspondiente.
Entonces, ¿cómo se explica que, con peor aerodinámica, su velocidad máxima oficial sea 1 km/h mejor que para la berlina? Al límite, podría achacarse a la menor resistencia a la rodadura de sus neumáticos; pero este argumento cojea bastante. Porque, entre las dos versiones más recientes, el SW debería ser algún que otro km/h más rápido que el 5P, ya que tiene la misma mecánica, lleva los mismos neumáticos y tiene mejor aerodinámica. Conclusión: está claro que las homologaciones del Tipo han tenido dos fases claramente diferenciadas: en un principio el Sedán (quizás en una primera versión); y meses más tarde, los otros dos juntos, redondeando para igualar algunos datos (homologación, velocidad), y dejando una ligera diferencia sólo en aceleración.
Pero llega el momento de ofrecer las fichas; en la primera repetimos al completo (con las oportunas aunque mínimas correcciones) la del Sedán, como más veterano. Y luego resumidas, las de los otros dos, referidas la del 5P al Sedán, y a su vez la del SW respecto al 5P, ya que entre sí se parecen bastante más que el SW con el Sedán, que en lo único que tienen mayor semejanza es en la longitud.
Ficha técnica: Fiat Tipo Sedán 1.6 MultiJet II 120 CVMOTOR CICLO POSICIÓN ESTRUCTURA COTAS ALIMENTACIÓN DISTRIBUCIÓN RENDIMIENTO TRANSMISIÓN DISPOSICIÓN EMBRAGUE CAMBIO CONTROLES GRUPO RELACIONES ● DESARROLLO FINAL (km/h a 1.000 rpm) BASTIDOR SUSPENSIÓN DIRECCIÓN FRENOS CONTROLES RUEDAS CARROCERÍA TIPO COTAS PESO CAPACIDADES AERODINÁMICA PRESTACIONES DINÁMICAS CONSUMO EMISIONES |
Ficha técnica: Fiat Tipo 5 Puertas 1.6 MultiJet II 120 CVTodo como el Sedán, excepto: MOTOR ALIMENTACIÓN BASTIDOR FRENOS RUEDAS CARROCERÍA TIPO COTAS PESO CAPACIDADES AERODINÁMICA PRESTACIONES DINÁMICAS CONSUMO EMISIONES |
Ficha técnica: Fiat Tipo SW 1.6 MultiJet II 120 CVTodo como el 5 Puertas, excepto: CARROCERÍA TIPO COTAS PESO CAPACIDADES AERODINÁMICA PRESTACIONES DINÁMICAS |
Está claro que al lanzar los 5P y SW, había dos Tipo: el Sedán, y los nuevos. Así que después de todo este lío, que ya iba conociendo mal que bien, no las tenía todas conmigo al iniciar la prueba del 5P; preocupación que, dados los resultados de dicha prueba, se hizo alarmante para la del SW. Y con motivo, como se puede deducir al observar la comparación entre los respectivos resultados de los tres Tipo, puestos por orden cronológico:
Resultados del Tipo Sedán 1.6-MultiJet-120 en el circuito habitual:Ritmo económico NUEVO: Consumo: 4,82 l/100 km. Promedio: 98,2 km/h. Ritmo economía ANTIGUO:Consumo: 5,43 l/100 km. Promedio: 107,6 km/h. A ritmo “interesante”: Consumo: 5,83 l/100 km. Promedio: 110,0 km/h. |
Resultados del Tipo 5-P 1.6-MultiJet-120 en el circuito habitual:Ritmo económico NUEVO: Consumo: 5,31 l/100 km. Promedio: 97,9 km/h. Ritmo economía ANTIGUO: Consumo: 6,15 l/100 km. Promedio: 106,9 km/h |
Resultados del Tipo S-W 1.6-MultiJet-120 en el circuito habitual:Ritmo económico NUEVO: Consumo: 5,41 l/100 km. Promedio: 97,5 km/h. Ritmo economía ANTIGUO: Consumo: 6,30 l/100 km. Promedio: 107,6 km/h |
Resultados que, utilizando la expresión de moda entre los locutores que informan de alguna catástrofe, “hicieron saltar todas la alarmas”. Y no era para menos: de tres coches muy similares en apariencia (mecánica idéntica, pesos muy similares, misma medida de neumáticos, y alguna diferencia de Cx), dos tienen una correlación de resultados de lo más razonable, mientras que otro se dispara incomprensiblemente hacia una asombrosa economía. En efecto: 5P y SW difieren en 0,1 l/100 km en el consumo a ritmo nuevo, y en 0,15 al antiguo (lógico, al ser más rápido y con consumos más altos). Y por el contrario, el Sedán consume 0,54 l/100 menos, al ritmo nuevo, que el promedio de los otros dos, teniendo (con suerte) el mismo Cx del SW, y montando unas gomas algo menos favorables que cualquiera de los otros.
De lo más sorprendente; pero todavía lo es más cuando la comparación salta al ritmo antiguo y más rápido, porque entonces el Sedán consume 0,80 l/100 km menos que la media de 5P y SW. O sea que al incrementar en 20 km/h las velocidades de crucero (para ganar 9,5 km/h de promedio general, o bien 27 minutos sobre 504 km), la diferencia de consumos aumenta en 0,26 l/100 km (un cuarto de litro más). Y es asombroso que, al ritmo “interesante” que sólo se cubrió con el Sedán, éste todavía rebaje en aproximadamente 0,3 y 0,5 l/100 km los consumos de 5P y SW, cuando los cruceros son los mismos, pero el ritmo de conducción es bastante más exigente en el “interesante”. Haciendo el cálculo global absoluto, la media de las cuatro comparaciones directas arroja una diferencia de consumo de 0,67 l/100 (dos tercios de litro) entre el Sedán y la media de 5P y SW. Resulta muy difícil aceptar que, pese a las discretas diferencias de Cx, y a las todavía menores de calzado, uno y otros dispongan de la misma mecánica.
La conclusión es que, dentro del moderno segmento C y en el recorrido a ritmo nuevo, el Tipo Sedán de la primera hornada estaba prácticamente empatado con los mejores: Astra ecoFlex 1.6 de 136 CV (4,75 l/100 km) y Mazda-3 Sedán 1.5-105 (4,76); y al ritmo antiguo, apenas un soplo por detrás del trío que empata en cabeza (5,36), que son el citado Mazda más el A-3 Sedán 2.0-150 CV y el Volvo V-40 D2 1.6-115 CV. Por el contrario, los 5P y SW quedan entre los últimos de las respectivas clasificaciones.
Este motor lleva una inyección que Fiat denomina (desde hace algunos años) como Multi-Jet II, dotada recientemente del refinamiento de la IRS (Injection Rate Shaping, que existía desde algo antes de aparecer el nuevo Tipo); consistente en aplicar una doble inyección principal muy seguida pero, evidentemente, de menor volumen cada una, para rebajar los picos de temperatura en la cámara de explosión y, con ello, la generación de NOx. Todo esto suena muy bien, pero ¿de dónde salen esos dos tercios de litro de diferencia entre Sedán y sus dos hermanos llegados meses más tarde?
Puesto que la idea de haber retrasado la aparición de la prueba del 5P para unificarla con la del SW residía en hacer esta comparación que ahora se publica entre los tres Tipo, necesitaba imperiosamente una respuesta. Así que cogí el teléfono y llamé a Fiat, pidiendo una entrevista con alguien del suficiente nivel técnico como para conocer los entresijos de la mecánica del Tipo. Al cabo de unos días, cuando pasé para recoger el SW (el último en probarse) de viva voz me comunicaron en el Departamento de Prensa que habían preguntado y la respuesta es que la única diferencia entre unas versiones y otra era la aerodinámica (olvidaban el Stop/Start y los neumáticos, pero tiene un pase).
Hice la prueba, y el SW obtuvo los consumos más altos; así que al devolverlo hice notar mi extrañeza, y que no aceptaba lo de la aerodinámica como única explicación, puesto que el SW se había alineado perfectamente con el 5P, y la discordancia era con el Sedán de varios meses más atrás. No me daba por satisfecho, en otras palabras; e iba a tener problemas para saber qué escribir llegado el momento (que es ahora). Pues bien, al día siguiente recibo una llamada telefónica “de más arriba”; ofreciendo, al menos en parte, la explicación definitiva al “misterio” que se oculta en la gestación de los consumos de la nueva, y por otra parte, muy atractiva gama Tipo, ya sea por comportamiento, acabado y no digamos precio.
La explicación es la siguiente: coincidiendo con el lanzamiento de los 5P y SW se ha aprovechado para hacer unos “retoques” en la gestión del motor, con el fin de conseguir una curva de par “más progresiva”, pero sin modificar los valores máximos de la misma, ni de la potencia máxima. Y se admite que estos retoques “pueden” modificar el consumo obtenido por el usuario. O sea, que el soplado máximo del turbo debe seguir igual, para seguir teniendo los mismos valores máximos de par y potencia; lo que cambia debe ser, por lo tanto, el dosificado de la inyección, básicamente en fase transitoria de aceleración (por aquello de la progresividad).
Es muy de agradecer la muestra de sinceridad y honradez al comunicar esta modificación; no es frecuente. De todos modos, los fabricantes siempre dicen en sus catálogos, manuales y dossieres de prensa que se reservan el derecho a realizar modificaciones, y sin previo aviso, para mejorar el producto. Aunque lo sorprendente del caso es que esa modificación “a la chita callando” sólo sirva para retocar la forma de la curva de par (cosa que en las pruebas no hemos apreciado en absoluto), y a cambio tenga como resultado un clamoroso incremento de dos tercios de litro a una marcha de crucero intermedia entre las dos que se han venido utilizando en esta prueba. Bueno, entre el “retoque” y el Stop/Start también se consiguen vistosas rebajas en los consumos y emisiones homologados, en evidente contraposición con lo que ocurre en el consumo real, del que ya se admite que “puede verse modificado”; y tanto que se modifica, pero para mal.
Lo incomprensible es que nadie en su sano juicio modifica un poco una curva de par (y más manteniendo sus máximos) sólo para hacerla más “progresiva”. Sobre todo, si el resultado práctico es incrementar el consumo real en carretera en 0,67 l/100 km; que es un 13% por encima de lo que consumía la versión original del Sedán. Y ahora viene lo de la versión original, que ya habíamos apuntado discretamente con anterioridad, para no reventar el “suspense”. Porque, coincidiendo, o casi, con el lanzamiento de los 5P y SW, al Sedán ya se le ha incorporado el “retoque”, y ahora las tres versiones sí que llevan la misma mecánica.
Pero no sólo esto; es que a las unidades más antiguas del Sedán, las que en los primeros meses se vendieron con la gestión de consumo más bajo, se les aplica, cuando pasan por el concesionario, eso que se llama un “retrofitting”; consistente en modificarles, en cosa de diez minutos, la centralita OBD. Supongo que sin consultar al usuario; porque no creo que haya muchos dispuestos a admitir un incremento de consumo (que no se les iba a comunicar, claro está) a cambio de una hipotética mayor progresividad en la aceleración; progresividad que de ser cierta, consistiría en quitarle un poco de mal genio en la respuesta al pisotón en el acelerador, y que quizás al usuario le gustaría conservar. El “retrofitting” también se le aplicó a los Sedán de la flota de empresa, incluyendo la unidad de pruebas que utilizamos en Abril, y que luego se vendieron como V.O; de modo que, para probar un Sedán con la última actualización, habrá que esperar a que lleguen nuevas unidades de esta versión, que por el momento no han llegado.
Es evidente que aquí tiene que haber algo más; también es evidente que se ha modificado la gestión, aunque quizás no sólo para dar más progresividad a la curva de par (si es que acaso tiene esa consecuencia), sino para conseguir mejores homologaciones, ya sea de consumo o emisiones (y no ya la de CO2, que disminuye, y que es la que básicamente se comunica). Lo milagroso es que, en ciclo extraurbano, se consiga una reducción de 0,3 l/100 km, cuando a nosotros se nos incrementa en 0,67. Hay un asombroso desfase de un litro entre lo conseguido para la nueva homologación y lo que ocurre en carretera. Y esto sólo puede ser (salvo que tenga que volver a mis libros de texto de estudiante) porque en un recorrido largo de carretera (como nuestro circuito) ocurren cosas que en el corto ciclo de homologación (menos de 100 km en total) no ocurren.
Lo que ocurre probablemente tenga que ver con los NOx, que son lo que actualmente traen de cabeza a fabricantes y homologadores; y de ahí lo del IRS, y su doble inyección consecutiva. Y también podría ser, en el mismo sentido más o menos, que se trate de una mayor y más frecuente limpieza de los múltiples filtros, catalizadores y trampas, que en la nueva gestión reciben el correspondiente “fogonazo” de alta temperatura con mucha mayor frecuencia. Esto sí que es lógico; si el ciclo se empieza desde 0, con todos los filtros y demás bien limpios, no hay ningún “fogonazo” de limpieza a lo largo de todo ese corto ciclo. Y si con la gestión anterior dicho “fogonazo” tenía lugar en carretera más o menos entre cada 400 a 600 km, y ahora se ha rebajado la frecuencia a cada 150/200 km (es un suponer), esto explicaría claramente el incremento de consumo. Aunque también podría ser que lo que se hubiese incrementado fuese la intensidad del “fogonazo” y/o su duración en el tiempo, más que el número de intervenciones.
Y ello explicaría tanto el aumento de consumo como el “retrofitting”; porque si luego hay una investigación retrospectiva en el tiempo, se le podría acusar a Fiat de haber comercializado coches que, en la utilización práctica, contaminaban mucho más que en su ciclo de homologación, sin necesidad de haber falseado la gestión durante la permanencia en el banco de pruebas de rodillos. Y ello a pesar de que consuman poco gasóleo (como es el caso del Sedán antiguo), pero quizás a cambio de unas mayores emisiones de NOx, que en nuestra prueba no podemos controlar; aunque sí las de CO2, porque sabemos que van de la mano con el consumo de combustible.
Pero sea lo que sea, estoy casi seguro de que este “retoque” tiene que ver con las emisiones y no, al menos básicamente, con la curva de par. Y la dolorosa conclusión es que, para poder cumplir sin problemas con los límites impuestos en emisiones de NOx, tal vez haya sido necesario aumentar en dos tercios de litro el consumo real en carretera de un motor; y eso en conducción muy normal (promedio de los ritmos antiguo y nuevo en nuestra prueba). Soy absolutamente incapaz de calcular cual es el balance entre lo que se elimina de NOx y lo que se aumenta en otras emisiones; pero creo que los NOx son bastante independientes del consumo, pero mucho más de la temperatura en la cámara de combustión. Por el contrario, el CO2, el poco CO que hoy se emite, los óxidos de azufre (dependen de la limpieza del combustible), los hidrocarburos inquemados y las partículas de diversa granulometría van en proporción bastante directa con el consumo; porque todas estas emisiones utilizan combustible, mientras que los NOx lo que hacen es combinar el N y el O2 del aire. El resultado de este “retoque”, al menos para el usuario, sería como salir de Málaga para entrar en Malagón.
Y permítaseme una última reflexión. Este recorrido de pruebas que, como yo mismo he reconocido siempre, no es científico (pero si metódico y más que suficientemente comparativo) ha servido para descubrir algo que, estoy seguro, nadie más había detectado en las múltiples pruebas del Tipo que toda la prensa española del motor ha realizado a lo largo de los últimos diez meses. Luego para algo sí que sirve; y para detectar estas cosas, más y mejor que cualquier otro; bueno, no sólo más y mejor, sino parece ser que exclusivamente. Una vez más tengo que recurrir al “ya lo dije yo”, aunque a algunos les duela. Pero el hecho irrefutable es que ahí están los datos por una parte, y el reconocimiento del “retoque” por parte de la marca, por otra. Aunque lo más triste, repito, es que tal vez haya que aumentar el consumo para diminuir la contaminación (al menos la de NOx); el turbodiesel se encuentra ante una auténtica encrucijada. Mientras no se demuestre lo contrario, parece que en “Curvas enlazadas” hemos contribuido a localizar uno más de los vericuetos de semejante laberinto.