Con esta ya son tres las pruebas “clásicas” que hemos publicado en cuestión de cinco meses; y en este caso, no sólo es la de un clásico muy veterano (59 años de edad), sino que se trata casi de un “incunable”, dada tanto la corta y fugaz producción de esta versión, como la preparación a la que fue sometido una vez que aterrizó en tierras de la “piel de toro”. Así pues, la historia de este MG-A de precioso aunque no muy clásico color azul (entre semi-metalizado y semi-marino), consta de dos etapas: presentar el modelo de serie al que corresponde el coche probado -que por lógica hubiese debido ser del clásico “british racing green”-, y luego la elaboración que lo convirtió en un aparato que, pese a ser un sexagenario, todavía le da un susto a más de un coche actual de muchas campanillas.
Cierto que ya no es, ni remotamente, el coche original. Pero este es un problema congénito en buena parte de los coches británicos procedentes de las décadas 50 a 70 del pasado siglo; si descontamos una berlina como un Jaguar Mk.II, un selecto deportivo Jaguar E-Type o algún minoritario Aston-Martin (los Lotus son un tanto inclasificables) el resto cojeaba bien de unas mecánicas bastante innobles o de unos bastidores más próximos a una carreta que a un automóvil, cuando no de ambos defectos simultáneos. Y por ello –y lo comprobamos tanto en el Mini de hace cinco meses como ahora en este MG-A-, nos encontramos con que un coche británico de aquella época bien conservado (salvo si es alguno de los antes citados) suele estar a su vez bastante modificado, para dar suficiente satisfacción a sus dueños.
Lo cual resulta relativamente sencillo porque, afortunadamente, Gran Bretaña es el paraíso del componente mecánico de sustitución y preparación para la práctica totalidad de coches británicos, y también de gran parte de los de otra procedencia. En ocasiones, es más fácil encontrar material para un Alfa-Romeo allí que en Italia; y desde luego, casi siempre con más garantías. Dicho todo lo cual, vamos a dar marcha atrás y a empezar por el principio, que es contar en cuatro pinceladas cómo fue la historia del MG-A de estricta serie a lo largo de su más bien corta vida, que apenas si se extiende más allá de seis años y medio.
Presentado en Septiembre de 1955 (Salón de Frankfurt), el MG-A fue una auténtica bomba que vino a revolucionar el diseño del clásico deportivo inglés (antiguos MG, Jaguar XK, Triumph y Austin-Healey), aproximándose mucho más a la línea italiana de los Alfa-Romeo, Cisitalia (ya desaparecida para entonces), Ferrari, Osca y similares. Todavía faltaban cinco años y medio para que apareciese, en Marzo de 1961 (Salón de Ginebra), el Jaguar E-Type, que supondría la segunda y todavía más llamativa revolución.
La unidad concreta de esta prueba fue fabricada muy a finales de 1958, dentro de una efímera variante transicional del inicial MG-A Mk.I. Porque su motor BMC B-Series era ya un 1.6 de 1.588 cc; mientras que en los tres años previos llevó dicho motor, pero como 1.5 (1.489 cc). Junto con el 1.6 llegaron también frenos de disco delante, conservando los traseros de tambor. En Mayo ’59, con mínimos retoques estéticos, pasó a ser 1.6 Mk.II.
Así que como Mk.I pero ya con motor 1.6 y frenos delanteros de disco, sólo existió durante cosa de medio año; la producción de esta variante híbrida no iría mucho más allá –si es que llegó- de las 3.000 unidades. Una vez presentada la ficha técnica, desglosaremos un poco más a fondo la evolución del MG-A de serie; pero ahora vamos con los avatares de nuestra unidad concreta. Fue adquirida por la Casa Real de Marruecos, donde permaneció (haciéndole muy pocos km) durante 40 años; en 1999 lo llevaron a Marbella para cambiarlo por un Bentley (abonando una cuantiosa diferencia, por supuesto). Y allí fue donde, muy poco tiempo después, lo adquirió su actual propietario, el aficionado madrileño Juan Pineda.
Pero con 80 CV, un cambio de cuatro marchas con 1ª no sincronizada, y un eje trasero rígido con ballestas, no resultaba ser -en pleno cambio de siglo- lo bastante brillante por prestación ni agradable por comportamiento para darle un uso no ya cotidiano, sino simplemente turístico. Así que el propietario decidió modificarlo radicalmente para una utilización deportiva en competiciones de “Clásicos”: tanto en algún que otro circuito como sobre todo en rallyes, ya fuesen de Regularidad o de Velocidad en tramo cerrado al tráfico. Y así es como el MG-A 1.6 de serie se convirtió en un 1.9 que poco tiene en común –chasis, chapa de carrocería, frenos y eje trasero aparte- con el original. Pero tanto la estética, como también el “feeling” básico de manejo, siguen siendo los mismos de hace casi 60 años.
Como observará el lector, no hay prácticamente ni un solo epígrafe de la ficha en el que no haya modificaciones -casi siempre importantes- respecto al modelo original; se han señalado como “modificado” y en negrita para dejar bien claras las diferencias. Y una vez leída con detenimiento (y espero que con disfrute) pasaremos a seguir comentando sus características, tanto originales como modificadas.
Ficha técnica: MG-A 1958/59 Mk.I 1.600 roadster 80 CV (modificado)MOTOR CICLO Otto. POSICIÓN Delantera longitudinal vertical de cuatro cilindros en línea. ESTRUCTURA Bloque y culata de fundición (con dos entradas de admisión y tres salidas de escape, todas por el mismo lado); cigüeñal de tres apoyos. Modificado: culata de aluminio Moss “big valve” de tipo “cross-flow”, con 4 entradas y 3 salidas (por lados opuestos). Cigüeñal forjado, nitrurado, aligerado y equilibrado. Bielas de acero forjadas. Pistones forjados. Cárter de magnesio, y radiador aceite/aire; aceite 20W-50. Radiador de agua de aluminio, con bote de expansión. Encendido transistorizado con ruptor óptico. COTAS 1.588 cc; (75,4 x 88,9 mm). Compresión: 8,3:1. Modificado: 1.896 cc; (82,4 x 88,9 mm). Compresión: 11,0:1. ALIMENTACIÓN Dos carburadores semiínvertidos SU HS-4. Modificado: dos carburadores horizontales de doble cuerpo Weber 45-DCOE (difusores de 34 mm). Filtro de aire de esponja, colector de escape en tubos tipo 3/2/1 y silencioso de tubo recto con envolvente de absorción. DISTRIBUCIÓN Un árbol de levas lateral en el bloque, mandado por cadena; dos válvulas por cilindro, verticales y en línea, accionadas por empujadores, varillas y balancines. Diámetro válvulas: 38,1/32,5 mm. Modificado: árbol de levas específico, para utilización de “rallye”. Válvulas: diámetro 43,2/36,8 mm; guías de bronce y muelles dobles. RENDIMIENTO 80 CV (59 kW) a 5.600 rpm ● 12,0 m.kg (118 Nm) a 3.800 rpm. Régimen máximo: 6.000/6.500 rpm. Modificado (cálculo aproximado): 135/140 CV (100/103 kW) a 6.200/6.300 rpm ● 18,4/19,4 m.kg (180/190 Nm) a 4.000/4.500 rpm. TRANSMISIÓN DISPOSICIÓN Propulsión trasera, con mecánica longitudinal; embrague y cambio en bloque con el motor, y eje trasero rígido propulsor incorporando el diferencial. EMBRAGUE Monodisco en seco, del tipo con plato de presión y muelles, y mando hidráulico. CAMBIO Manual de cuatro marchas, con 1ª no sincronizada y 4ª “directa”. Modificado: origen Ford Sierra T9 de cinco marchas; todas sincronizadas, con 4ª “directa” y 5ª “overdrive”. CONTROLES No lleva autoblocante, ni de serie ni modificado. GRUPO Cónico hipoide: 4,300:1 (10/43). Se mantiene el mismo con la preparación. RELACIONES ● DESARROLLO FINAL (km/h a 1.000 rpm) 1ª: 3,634:1 ● 7,68 2ª: 2,214:1 ● 12,60 3ª: 1,373:1 ● 20,33 4ª: 1,000:1 ● 27,91 Modificado: 1ª: 3,651:1 ● 7,30 2ª: 1,968:1 ● 13,54 3ª: 1,368:1 ● 19,48 4ª: 1,000:1 ● 26,65 5ª: 0,820:1 ● 32,50 BASTIDOR SUSPENSIÓN Delantera de doble triángulo superpuesto, con muelles helicoidales y barra estabilizadora; trasera de eje rígido, con ballestas semielípticas multihoja. En ambos trenes: amortiguadores hidráulicos de palanca y pistones. Modificado: muelles rebajados, y ballestas de una hoja menos y con menos flecha. Estabilizadora más gruesa con rótulas Uniball, y amortiguación telescópica: Lip-Allinquant delante y Spax atrás. DIRECCIÓN De cremallera, sin asistencia. Diámetro de giro: 9,2 m. Relación: 15,5:1. Modificado: 2,67 vueltas volante, y diámetro de giro aumentado. Servodirección eléctrica, de asistencia regulable. FRENOS Delanteros de disco macizos (273 mm Ø); traseros de tambor (254 mm Ø). Modificado: servo-freno Iruña. RUEDAS Neumáticos diagonales 5.60-15 (en opción 5.90-15), en llanta de radios de 4,5” tipo Rudge-Whitworth. Presiones oficiales: 1,5/1,7 bar. Modificado: llantas similares, con cierre de palomilla, garganta de 5” y neumáticos Vredestein Sprint Classic radiales 175/70-15. Presiones: 2,2/2,1 bar. CARROCERÍA TIPO Roadster biplaza sobre chasis de largueros y travesaños; capó y tapa de maletero de aluminio; capota de lona y maletero independiente. Modificado: parabrisas bajo de competición sin junquillo metálico superior. Sin capota ni ventanillas. Faros con lámpara halógena H-4. COTAS (de serie) Batalla: 2,388 m. Vías: 1,216/1,238 m. Longitud: 3,962 m. Anchura: 1,473 m. Altura: 1,270 m. Distancia libre al suelo: 152 mm. PESO Repostado a tope y sin conductor: 940 kg. Unidad pruebas: 920/930 kg (aproximado). CAPACIDADES Maletero: 160 litros. Depósito combustible: 45 litros (nominal y real). AERODINÁMICA (del modelo original): Coeficiente Cx: 0,55 (estimado); Sección frontal S: 1,58 m2 (estimado); Producto S.Cx: 0,87 (estimado). PRESTACIONES DINÁMICAS (del modelo original): Velocidad máxima: 161 km/h (5.750 rpm). Aceleración: 0-100 km/h: 14,6 sg; 400 m: 19,3 sg; 1.000 m: 36,0 sg. |
Este modelo híbrido Mk.I, pero de 1.588 cc, duró muy poco tiempo; puesto que, como ya se ha dicho, en Mayo de 1959 pasó a Mk.II (aunque las diferencias estéticas eran mínimas). Posteriormente, para el modelo 1961, el motor subió de cilindrada a 1.622 cc, al pasar el diámetro a 76,2 mm (3 pulgadas exactas), conservando la carrera de 88,9 mm (3,5 pulgadas). Las válvulas aumentaron un poco, a 39,4/34,0 mm, y la compresión subió a 8,8:1. Con todo ello, la potencia pasó de 80 a 90 CV, y así se mantuvo poco más de un año hasta 1962, cuando le sustituyó el MG-B. Entre tanto, hubo una versión “Twin Cam” de 108 CV; pero la culata “doble árbol” (de aluminio) no acabó de funcionar (problemas de detonación con la compresión de 9,9:1, y consumo de aceite), por lo que esta versión resultó ser muy problemática.
En total, entre los Mk.I y Mk.II de motor 1.6 (cilindradas 1.588 y 1.622 cc) se produjeron poco más de 30.000 unidades, cuando del primitivo 1.5 se habían vendido unas 70.000. Es curioso que, de esas poco más de 100.000 unidades de MG-A fabricadas en total, se vendiesen menos de 6.000 en su mercado doméstico, yendo todo el resto a parar a la exportación; y en concreto a USA en un alto porcentaje.
El motor original es una fotocopia, o mejor ampliación, del también original en el Mini de hace cinco meses; ambos son de origen BMC, sólo que del tipo Series-A y Series-B, respectivamente. Y comparten los mismos problemas: culata de fundición de sólo dos entradas (una para cada pareja de cilindros) con válvulas verticales, compresión baja a causa del material de la culata, y bancada de cigüeñal de tres apoyos no muy compatible, por problemas de flexión y torsión, con una carrera larga. El diámetro de las válvulas, eso sí, era apropiado para los 80/90 CV de potencia original; y los dos SU que conforman la carburación daban buena elasticidad.
Como se puede ver en la ficha, la preparación llevada a cabo en el motor apunta a tres apartados distintos: rendimiento, robustez mecánica y refrigeración. Para lo primero, es pieza clave la culata Moss de aluminio, flujo transversal y cuatro entradas de admisión, con una compresión de 11:1 gracias a unas cámaras en las que se alojan unas válvulas bastante más grandes controladas por dobles muelles, y accionadas a partir de un árbol de levas específico; todo lo cual es alimentado por la doble (más bien cuádruple) carburación Weber, que sigue siendo el “top” en cuanto a rendimiento para ese tipo de alimentación. Por lo tanto, se ha arreglado todo lo posible para mejorar el rendimiento, al margen de mantener las válvulas verticales; cuya sustitución por unas en cámara hemisférica requeriría una culata radicalmente nueva, al estilo de lo que se hizo en Renault con la culata Gordini para los R.8 y Alpine. O más bien tipo BMW 328, diseño heredado (robado) por el motor Bristol británico. El conjunto se redondea con un escape casi libre, y colector en tubos de diseño 3/2/1.
Y para soportar semejante incremento de esfuerzos mecánicos, tanto cigüeñal como bielas y pistones son de calidad especial; campo en el que la industria auxiliar británica ofrece material de lo más variado y adecuado al nivel prestacional del que cada cliente desee dotar a su vehículo. Pero no sólo hay que reforzar lo estructural; el incremento de potencia supone en paralelo uno de generación térmica, que hay que evacuar a la atmósfera. Y para ello tenemos ahora un enorme radiador de agua de aluminio, junto a un no menos generoso electroventilador; eso, por lo que respecta al líquido refrigerante. Pero también el lubrificante está sometido a mayor exigencia térmica, así que el cárter de chapa ha sido sustituido por uno de magnesio más plano y menos protuberante (la suspensión va rebajada); y por si fuera poco, un radiador de aceite (habitualmente solían ser de la firma Serck) también de aluminio, y de control termostático.
Pasando a la transmisión, el embrague lleva forros de alta calidad, pero material normal; no los cerámicos también utilizados en competición, que son muchos más bruscos en la arrancada. Unos muelles algo más fuertes se encargan de gestionar el incremento de par a transmitir. Y respecto al cambio, el cuatro marchas original (1ª no sincronizada) se sustituye pura y simplemente por uno de origen Ford totalmente sincronizado, el T-9 de cinco marchas que montaba el Sierra, con una relación interna mejor escalonada. Al disponer ahora de una 5ª de 0,82:1, se mantiene el grupo original 4,3:1; la 5ª es la adecuada para viajar, mientras que las cuatro primeras son las utilizadas en competición (salvo en un circuito con una recta larga, que exija pasar a 5ª). Obsérvese que las relaciones de 1ª y 3ª (y evidentemente la 4ª “directa”) son casi idénticas a las de la caja original, pero en cambio la 2ª es bastante más larga, eliminando un defecto típico en cambios antiguos, que tenían un salto muy grande entre 2ª y 3ª, particularmente desagradable en carreteras estrechas y muy sinuosas. En el cambio Ford este salto baja de un 61% a un 44%.
La suspensión va rebajada y con amortiguación telescópica de calidad; era básico eliminar la de brazo y pistón, con poca capacidad de aceite y recorridos cortos bajo mucha presión. Se cambian por unos Lip-Allinquant delante y unos Spax traseros (marca especializada en coches modificados, ya sean modernos o antiguos). Pasar a neumático de carcasa radial también era hoy en día prácticamente imprescindible; ya casi no sabríamos conducir (al menos un poco rápido) con unos diagonales, salvo que fuesen muy buenos, de los de competición. Los Vredestein escogidos en una medida muy razonable (175/70-15) acortan ligeramente el desarrollo; un 4,5% exactamente. Claro que su mucha mayor adherencia al asfalto exige (o como mínimo agradece) la incorporación de los dos servos, el eléctrico para la dirección y el hidráulico para los frenos.
El peso he calculado que ha debido disminuir del orden de 10 a 20 kilos, porque si bien no hay capota ni ventanillas ni calefacción, y la culata pesa menos, hay más radiadores (de aluminio, eso sí) y más grandes, la caja es de 5 marchas, aparecen dos servos, y la carburación es también algo más pesada. En cuanto al reparto de pesos, de origen el motor ya viene montado todo él por detrás del eje delantero, lo cual es una buena base de partida. Como la estructura es a base de chasis de largueros y travesaños, con la carrocería montada sobre el mismo, el piso del coche va soldado a la parte inferior de los largueros, y no a la superior, como en los MG más antiguos; y como además en el MG-A los largueros van más separados que en el modelo TF (del cual se tomó el diseño básico de chasis), los asientos pueden ir situados más bajos.
Pese a la gran cantidad de mandos que hay en el salpicadero, el coche es muy básico: no tiene cerradura ni manijas en las puertas (un tirador de correa por dentro de las mismas cumple dicha función), ni guantera, ni calefacción (maldita la falta que hace), pues estaba eliminada lo mismo que los parachoques; de ayudas electrónicas, más vale ni hablar. Pero sí tiene un aceptable maletero (para su tamaño y diseño posterior), y unas largas bolsas en la parte baja de las puertas. Claro que no puedes llevar nada de interés en ellas, ya que si no están puestos el “tonneau-cover” o el hard-top, su contenido queda a la vista de todo el que pasa, y no digamos del que se acerca para curiosear el interior. Por el contrario, este coche va casi perfecto en todo lo relativo a luces, tanto lo legalmente obligatorio a fecha actual, como unos grandes faros circulares que, una vez equipados con lámparas halógenas H-4, dan un alumbrado excelente.
Eso sí, nos encontramos con un antiguo conocido de muchas décadas atrás: el cambio de luces mediante un botón accionado con la punta del pie izquierdo, en plan perilla de cabecero de cama; y las ráfagas se dan con ese mando, pues no hay palanca de retorno automático. Tampoco la hay para los intermitentes, que se accionan (con la mano izquierda) mediante un mando giratorio en el salpicadero; mando que hay que mantener accionado mientras quieras seguir señalando, pues retorna a la posición neutra en cuanto se suelta. Así que, al llegar a una rotonda o curva, hay que organizarse, pues mientras indicamos un giro hay que conducir con la mano derecha, y entonces no podemos reducir una marcha, si es que fuese preciso.
Tras de este meticuloso análisis, ya es hora de comentar el resultado de la prueba; así que empezaremos por el consumo, para cerrar con su comportamiento y las sensaciones de conducción. Y allá van el consumo y el promedio de velocidad conseguidos:
Resultado del MG-A roadster 1.9 (’58/’59) en el circuito habitual: Ritmo económico NUEVO: Consumo: 10,05 l/100 km. Promedio: 93,3 km/h. |
El tiempo invertido es claramente lento: 5h 24m; es decir, un cuarto de hora más que la media habitual. Pero a fin de rodar menos de noche (lo que resultó ser un exceso de precaución, dado el excelente rendimiento de los faros) la salida se realizó una hora más tarde que otros días, y así tuvimos siempre algo más tráfico del habitual. Y muy concretamente en los primeros 50 km de carretera convencional (del 47 al 95 del recorrido), que son los que, en forma decreciente en cuanto a molestia, se encuentran en el radio de influencia de Madrid. Allí se pudieron perder entre 5 y 7 minutos respecto a lo que hubiese sido lógico con el tráfico habitual de haber salido una hora antes. Y el resto –otros 5 a 7 minutos, poco más o menos- en los 250 km restantes de carretera, en función del tráfico en los tramos.
Y además se recrudeció un problema que tenemos en carretera desde hace menos de dos años, al nuevo crucero de 100 km/h reales: alcanzas a la práctica totalidad de los coches que te preceden, pero de forma bastante progresiva, y da tiempo a sus conductores a plantearse la posibilidad de plantar cara y dificultar o incluso intentar impedir el adelantamiento. Y en este caso la situación fue particularmente ingrata, pues lo que veían llegar por el retrovisor -y sobre todo oír, dada la sonoridad del escape- era un coche bajito y muy pequeño, pero con pinta de antiguo; y más de uno (más bien cerca de una docena) se sintió ofendido porque aquella “pulga” pretendiese adelantarles. Y claro que les adelantó, pero teniendo que recurrir a bajar a 4ª, o incluso 3ª, en función de la visibilidad y de la distancia al punto de “no retorno”, ya fuese panel de prohibición o coche de frente a una distancia todavía prudencial. Y entonces se quedaban muy chasqueados, pero ya nos habían perjudicado un poco en el consumo.
Y hablando del consumo, esos 10,0 l/100 km no deben extrañarle a nadie, dada la especificación del motor, su carburación generosa (y “rica”) y el diagrama de su distribución, pensado mucho para la eficacia (potencia y par) que para la eficiencia (economía). Por otra parte, a pesar de su pequeña sección frontal, el producto aerodinámico S.Cx sin duda es muy perjudicial, así que el MG-A tiene el dudoso honor de haber consumido más que los dos modelos Ford (ambos también muy especiales) que hasta ahora cerraban la lista de consumos al ritmo “nuevo”: el Mustang V8 de 420 CV (8,99 l/100 km), y el Focus RS 4WD de 350 CV (9,18). Pero es que este MG-A está preparado para competición, y aunque su 5ª de 32,5 km/h no llegue a resultar espectacularmente corta, no hay duda de que este motor 1.9 hubiese podido tirar de un desarrollo claramente más largo. Pero tampoco hay que hacerse muchas ilusiones: dada su aerodinámica, hubiese podido bajar, como mucho, hasta los 9 litros de los dos Ford, y por ahí se hubiese quedado.
El motor tira muy bien en baja: el “maridaje” entre el árbol de levas y la carburación cuádruple es muy bueno, y a 1.800 rpm ya empuja con fuerza y sin estornudar. Pero el reglaje de la carburación va claramente “gordo”, pues el escape está totalmente negro, y no gris/marrón más o menos oscuro. Muy probablemente, a nivel del mar y con más presión atmosférica, todavía irá mas “fino”. El escape tiene una pequeña fuga, por la que sopla y estropea un poco la sonoridad (de la que se habla en el pie de la foto 11). La presión sobre el pedal de acelerador, ideal: a crucero constante no hay que hacer fuerza alguna, y basta con el peso del pie para mantenerlo fijo. Es casi como un control de crucero, y con un pequeño más/menos de presión se acelera o retiene.
En cuanto a subir de vueltas, el motor lo hace con enorme alegría, dada su carburación, distribución, compresión y aligerado; es cuestión de cuanto le duela a uno acordarse de que el cigüeñal (por muy excepcional que sea su calidad), es de tres apoyos, la carrera de casi 90 mm, y que a 6.750 rpm tenemos una velocidad media de pistón de 20 m/sg. Pero como la relación potencia/peso es tan favorable, las tres aceleraciones fuertes (en 2ª, 3ª y 4ª) nos ponen a 130 km/h reales en un pis/pas, sin llegar a 5.000 rpm en 4ª; y podemos pasar a 5ª, que nos recibe exactamente a 4.000 rpm. Y a partir de ahí, ya se trata de qué nivel de sonoridad de escape estemos dispuestos a soportar, y de lo que nos permita la respectiva legislación; pero en cualquier caso, creo que un crucero de 150 km/h reales a 4.600 rpm sería el máximo soportable, salvo con tapones en los oídos (lo cual está prohibido por el Reglamento de Circulación, lo mismo que los auriculares).
Respecto a las temperaturas, la de agua es muy fluctuante; da la impresión de que el termostato empiece a abrir sobre 70ºC, porque hasta ahí llega muy rápido, pero de noche ya se queda clavada. Y luego va subiendo, con la temperatura ambiente y el ritmo más o menos rápido, hasta los 86ºC. En carretera, y salvo que sea muy lenta y se vaya acelerando a fondo, no suele pasar de ahí; pero en ciudad llega a 90ºC, y si sube más empieza a soplar el ventilador (se nota tanto por el sonido como el amperímetro). La presión de aceite también oscila bastante; esto es típico en los aceites minerales (que con los semi y totalmente sintéticos teníamos ya un tanto olvidados); a regímenes normales, entre 2.000 y 4.500 rpm, puede oscilar entre algo más de 4 kg/cm2 y ligeramente por debajo de 3, en función de la temperatura exterior y de lo que se le esté exigiendo.
Pasando a la transmisión, el pedal de embrague es razonablemente suave para llevar, sin duda, unos muelles reforzados, y el acoplamiento es progresivo; resulta fácil cogerle el punto, y la arrancada se realiza sin dar saltos. En cuanto a la caja de cambios, la modificación es radical, y su manejo resulta un poco duro, en parte porque se mantiene el pomo de origen, de buena forma pero un tamaño muy pequeño, que no reparte bien el esfuerzo sobre la palma de la mano. Por otra parte, el reenvío (sin duda corto y directo) probablemente sea híbrido entre piezas de MG próximas a la palanca, para pasar a ser de Ford al acercarnos a la caja; y quizás esta mezcla dé la impresión de ser más duro de lo que recordamos en un Sierra.
La suspensión resulta más confortable de lo que sería de esperar, pues los resortes no son especialmente duros, y las amortiguaciones tienen un tarado excelente (los Spax traseros son óptimos). Todo muy bien hasta encontrar obstáculos bruscos, tipo “guardias dormidos”, cuando el eje trasero dice “aquí estoy yo”, y pega un rebote muy brusco y desagradable.
Por otra parte -y esto empalma con la dirección- las ballestas del tren posterior presentan holguras para posicionarlo transversalmente, ya que las “gemelas” u “ochos” del anclaje trasero acusan los cambios de apoyo y por lo tanto, incluso en línea recta y si no se lleva el volante muy fino, el coche tiende a “serpentear”, pasando de apoyar de uno a otro lado. Lo que hay que hacer es no darle importancia; y como ya se ha dicho, ser fino en las pequeñas correcciones necesarias para mantener una trayectoria rectilínea. Por el contrario, en curva va de lo más neutro, ya que la posición retrasada del motor, la caja de cambios más larga, y los asientos situados muy cerca del tren posterior (malo para el confort, pero bueno para esto), dan lugar a un reparto de pesos siempre muy próximo al 50/50 %. Con las presiones de hinchado que finalmente fijamos en 2,2/2,1 bar, iba razonablemente bien de confort y perfecto de comportamiento en curva.
En cuanto a la servodirección eléctrica regulable, acabamos poniéndola en su máxima asistencia, quizás porque ya estamos enviciados por direcciones modernas que exigen poco esfuerzo. Como es de cremallera, no tiene holguras y resulta muy precisa; quizás conduciendo en plan más radical, se podría endurecer un poco, para tener mejor sensación de contacto con el tren delantero.
Respecto al freno, el comportamiento del servo añadido es un poco extraño: muy bien el primer tacto para frenar suave y templar la marcha antes de entrar en una curva. Pero luego, aunque se pise algo más fuerte, apenas frena más, por lo que se debe apretar con decisión para que el servo entre en acción; y lo hace con eficacia. Hasta el punto de que, al no haber ABS ni compensador entre trenes, se puede oír como chirría la rueda interior trasera (freno de tambor) al entrar fuerte en una curva todavía frenando, aunque levantando ya el pie del pedal, pero no del todo.
En prestación pura, por lo que se refiere a aceleración y comparando con coches muy similares, debe estar muy igualado con el Mazda MX-5 2.0 de 160 CV, o bien el Fiat 124 Spider 1.4 Turbo de 140 CV. Respecto al primero pesa 90 kilos menos, pero también tiene 20/25 CV menos y 20 Nm menos de par, siendo ambos atmosféricos; así que la relación potencia/peso debe ser muy similar. Y respecto a la variante italiana, tiene exactamente la misma potencia y par, pero aunque pesa unos 125 kilos menos, esto se compensa con la mejor reacción del Fiat a bajo régimen, ya que éste lleva turbo.
Unas cosas con otras, son aceleraciones más que satisfactorias para un coche clásico de estas características; hasta el punto de que, en carretera abierta al tráfico, están proporcionalmente algo por encima de lo que el bastidor admite si no queremos meternos en complicaciones. Eso sí, para llevar a cabo adelantamientos fulgurantes, y como se ha dicho antes, el juego entre 2ª y 4ª (según que el adelantado vaya desde camión lento a turismo “respondón”) resulta un arma eficacísima. De hecho, los desarrollos (olvidando un poco el consumo) resultan perfectos para sacarle partido al coche en cualquier tipo de carretera, preferentemente de tipo convencional y con alguna que otra curva. Y en un coche con esta sonoridad de escape, y tanto una mecánica como un bastidor y carrocería que generan un contacto muy directa con la carretera (cambio preciso, suspensión firme y parabrisas mínimo), el conjunto de sensaciones percibidas es rabiosamente deportivo.
Al margen del ruido de escape y del contacto tan directo con la atmósfera (la utilización de gorra es, si no imprescindible, sí muy aconsejable), el coche tiene un inconveniente notable precisamente para la época en la que sería más agradable utilizar un roadster: es muy caluroso. Sólo lleva un poco de aislamiento térmico, por lo que el calor que se genera dentro del vano motor, y el que se desprende de todo el sistema de escape, se transfieren al habitáculo en grandes cantidades. Mientras se circule de noche, la cosa resultaba llevadera e incluso agradable; pero a partir del amanecer, y sobre todo en un verano como el que acabamos de soportar, no es para cualquiera. En realidad, resulta excelente para un día invernal de esos despejados, sin el menor riesgo de lluvia, porque entonces la calefacción (que no existe como sistema) está asegurada; y todo es cuestión de combinar cazadora, y más o menos jerseys, de modo adecuado.
Otro problema, no tan molesto y que se deriva de las reducidas dimensiones del coche (al MX-5 le ocurre algo similar), es que el volante queda demasiado próximo, y el asiento no tiene más reglaje. Pero aunque lo hubiese, entonces los pedales quedarían demasiado alejados, porque ahora quedan a la perfección para un conductor de 1,70/1,75 metros de estatura. Desde luego, para quien mida por encima de 1,85 metros –y no digamos si se trata de alguien corpulento- la conducción debería resultar problemática; pero éste no era nuestro caso ni el del propietario del coche.
El cual (el dueño, no el coche) tiene almacenados un parabrisas normal, uno también recortado pero estrecho (para cuando se pilota con la mitad derecha cerrada), un hard-top de fibra de vidrio de diseño idéntico al de aluminio original de sus tiempos, y las correspondientes ventanillas, así como el “tonneau-cover” de dos piezas para cerrar horizontalmente la plaza del copiloto; o incluso las dos, para almacenarlo. Y también un arco de seguridad situado tras el habitáculo, con un anclaje muy robusto que baja hasta el propio chasis; gracias a lo cual también se pueden montar entonces cinturones de seguridad de arnés, en vez de los exclusivamente abdominales en la configuración que probamos. En fin, un juguetito de lo más sofisticado, dentro de su aparente rusticidad, que resulta ideal para recordar lo que era conducir un deportivo hace unas cuantas décadas. Y eso que la unidad de pruebas lleva servo tanto en dirección como en freno, lo que facilita notablemente el manejo; por no hablar de la sustitución de los estrechos neumáticos de carcasa diagonal por unos radiales más adecuados.
Una pregunta habitual de los curiosos, después de alabar su estética, era la siguiente: ¿y cuánto corre?; porque su estampa sugiere velocidad. Supongo que, como mucho, 200 km/h a 6.200 rpm; pero no sería lo suyo, aunque pudiese hacerlo. Es, como ya hemos dicho, un coche especialmente adecuado para carretera convencional de buen asfaltado (el eje trasero no se lleva bien con baches ni ondulaciones bruscas), en las que jugar básicamente con las aceleraciones. No es que no frene bien ni se sujete muy aceptablemente; pero en este campo, no tiene nada que ofrecer que no lo haga igual o mejor un turismo moderno de tipo medio. Pero la aceleración, unida al sonido de escape, al parabrisas bajo y ausencia de ventanillas, al cambio un poco duro pero muy preciso, y a una suspensión que no filtra en absoluto nada de lo que ocurre entre neumáticos y pavimento, ofrecen una sensación de conjunto que ningún coche moderno podría transmitir. Eso sí, a ser posible, en dosis de no más de 300 kilómetros seguidos; conviene parar a repostar, tomarse un refresco, y estirar un poco el esqueleto; pero vale la pena, al menos para hacerlo un par de veces al mes, como mucho.
Pues no será verde inglés. Pero el azul le queda de cine, al menos en las fotos.
Pregunta.
Neumático diagonal presiones 1,5 1,7
Neumático radial presiones 2,2 2,1
Jolín con los «baja presión»
¿no es un poquito raro? ¿O es que antes los baches estaban mas previstos que ahora? ¿O demasiado Racing?
Gracias, se me cae la baba
Hace tiempo que me llama la atención que sólo se mencionen los tres apoyos del cigüeñal cuando se habla de motores ingleses. Ayuda el hecho de que los motores de Authi eran unos marmolillos y todo el mundo relacionaba la pereza en coger vueltas con los susodichos tres apoyos y la carrera larga. Bien, ¿Qué me dicen de toda la saga de motores Fiat/Abarth/Seat de los pequeños, cuyo máximo exponente podemos señalar al Autobianchi 112 Abarth 70 C.V.
http://www.pruebas.pieldetoro.net/web/pruebas/ver.php?ID=999.
Lean el régimen de potencia máxima, la velocidad de crucero o la máxima y vayan a la ficha técnica….. Sí. Cigüeñal de tres apoyos y carrera larga.
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Adoro estos coches y me encantaría tener alguno, pero creo que se nos olvida lo duro que podía ser viajar en aquellos trastos y el trabajo que daba conducirlos. Cualquier coche «malo» moderno le da 20 vueltas
Precisamente estos días andaba releyendo una autopista del 83 si mal no recuerdo, en la que la prueba estrella, es la de un Austin Maestro 1.6, y me ha llamado la atención que su culata es de fundición y es de carrera larga, lo mismo que el coche de esta prueba..
O sea, que comparten motor, solo que aquel, estaba alimentado por un entonces novedoso ( y efímero), carburador de control electrónico..
Sobre este MG, y gracias a las actualizaciones hechas, es posible llevar a cabo con éxito una prueba asi sin miedo a no llegar a completarla..
Pero como queda bien dicho, el coche es un juguete para disfrutarlo en pequeños sorbos, para que no canse en exceso y queden ganas de volver a conducirlo, una vez metido en el garaje. Solo con la descripción del mando de intermitencias, o el de las ráfagas, por ejemplo, a uno se le quitan las ganas de meterse en algo que no sea una solitaria carretera de curvas.
Qué buenos consumos!
En motores de carburador por cilindro eran normales los 10 l, como en el 33 qv o el 205 rally, a pesar de su menor potencia, cilindrada y edad
Dudo que este coche pueda acelerar al nivel de un Fiat 124 Spider de 140 CV, revise la prueba de km77.com porque el Fiat es extraordinario en este sentido. Además indica que tienen el mismo par cuando el Fiat creo que da 240 Nm, muy complicado que un 1.9 atmosférico pueda llegar a ese valor, no?
La verdad es que da gusto leer a Arturo cuando escribe sobre coches así, que pena que no lo haga mas.
Sobre el coche, pues probablemente los defensores de la originalidad se estén tirando de los pelos, pero a mi me parece que este tipo de modificaciones es una buena manera de disfrutar de un clásico. Quizás la caja sea lo único que desentona pero me parece que con la suya, u otra similar de 4 marchas, no se puede disfrutar el coche en las carreteras actuales.
Me llama mucho la atención lo elevadísimo de la compresión geométrica, supongo que el árbol de levas de rallye tiene suficiente cruce como para que la efectiva sea bastante menor, porque está muy por encima de lo habitual en motores de serie incluso 30 años mas modernos.
El coche me parece precioso, y el consumo lo veo normal en un motor «trucado» de hace 60 años puesto dentro de un coche anti-aerodinámico. Molaría ver cuanto sube haciendolo a ritmo interesante aunque haya que regalarle a d. Arturo unos tapones para los oidos invisibles.
@4.- No es privativo de los coches, uno se pone a mirar fotos de la vida cotidiana en los 50 y todo era mucho menos comfortable. Y si las fotos reflejan condiciones de trabajo directamente te planteas si aquella gente era de la misma especie que tu o de una diez veces mas resistente, valiente/temeraria y sufrida.
@5.- No es un coche para una ciudad de ahora, obviamente, ni para un viaje de 7 horas, pero esas peculiaridades forman parte del «encanto» de los clásicos. A mi la mayor limitación de este radica en que uno no puede perderlo de vista ni un minuto salvo en el garaje propio. ¿Cómo harán quienes tienen coches así para ir de comilona con el?
@8: A mi también me ha llamado la atención la elevada compresión, y mas hablando de una culata de fundición. Suerte que va muy mejorado de refrigeración y lubricación..
Y para ir por ahí con este coche, esta claro qué no se le puede perder demasiado de vista, ya no porque lo roben, si no porque al ser tan llamativo, no se llene de curiosos toqueteando todo. Normalmente coches asi, no suelen ir solos, ni tampoco se meten en cualquier barrio..
En un buen restaurante u hotel de buen seguro tendrán algún sitio para tenerlo a buen recaudo..
@9.- Según lo entiendo yo, la culata de fundición es la original, y la que monta este coche es de aluminio. Aún así la r.c.g. es muy alta, alguna trampa habrá para que no detone.
En un buen restaurante u hotel si, pero ¿qué pasa cuando uno va a comer a ese restaurante que está donde cristo perdió las alpargatas, que es ideal para parar a comer al hacer una ruta de las que piden estos coches? ¿Comenuno en la terraza como si fuese un fumador compulsivo? ¿Lo aparca donde se pueda confiando en que no pase nada? En serio, es una duda que siempre tuve con este tipo de roadster.
Precioso el MG-A roadster, me gusta hasta el consumo. Pero si es que cualquiera que haya conducido los Morris y MG 1300, de peso parecido a este MG,o incluso los mucho más ligeros Mini recordará consumos de 2 dígitos en carretera abierta si se le pisa un poco en serio, para no llegar a los 150 reales ni cuesta abajo…Y esto por no hablar de la fiabilidad y los consumos de aceite de dichos motores,,,,,
Así que la preparación está muy bien hecha y el motor es muy eficiente.
El precio de dicha transformación mejor no pensarlo porque entonces un MX-5 es una estupenda opción y es un coche mucho más refinado y seguro,
Siempre he pensado que en un roadster no hace falta una gran potencia, con un tranquilo 2 litros poco apretado va sobrado para pasear y no forzar la menor rigidez de estos coches.
Aunque tampoco es mala idea la capacidad para sorprender a un cobarde, que ve un coche viejo y achacoso y pretende estorbarle.
Supongo que la mayor trampa para que no detone es la gasolina moderna. La culata de aluminio, con geometría moderna, y cigëñal, bielas y pistones también modernos lo acaba de convertir en un motor moderno en lo esencial.
El cambio de culata es básico, Harley-Davidson sufrió de falta de fiabilidad en sus XR750 de carreras hasta que se pasaron a las culatas de aluminio. Poder enfriarlas hace magia.
@3, No tenía idea de que el 903cc de Fiat / Seat fuera de tres apoyos. Sea como fuere, el de 52 cv, montado en un 127, era gloria bendita, alegre e incluso fiable, al menos el que yo conocí.
como prueba, muy interesante.
como prueba de consumo comparativa, es ridícula. un coche completamente modificado no es comparativo a nada.
@13: Las comparaciones siempre se pueden hacer; otra cosa es que tengan, como en este caso, el valor y utilidad de cara al usuario que pueda tener una prueba de un coche «normal».
Probar la version original de este coche, al igual que la del Mini que se probo hace un tiempo, tambien modificado, quiza seria poco recomendable, aparte de poco divertido incluso.
Como siempre una prueba excelente y mas esta que es de un clasico deportivo.
En cuanto a motores tetracilíndricos de 3 apoyos y culata de fundicion hay que mencionar el bloque Valencia de Fort que llego al siglo XXI con inyección, ya solo en la versión 1100.
Me encantan estas pruebas de coches no electrodomesticos!. Hay que apostar por ellas Arturo!