Como en bastantes otras ocasiones, esta prueba es fruto de la casualidad, convirtiéndose en comparativa lo que en principio estaba planeado como pruebas independientes. Pero cuando ya tenía los dos coches confirmados, y para fechas muy próximas entre sí, me di cuenta de una serie de coincidencias realmente notables entre ellos. Y tanto más cuanto que varias de esas coincidencias corresponden a características que no son de las más frecuentes, ni mucho menos. Así que, una vez asumida la notable cantidad de aspectos comunes entre ambos coches, la conclusión estaba cantada: prueba comparativa al canto.
Porque empezamos por dos carrocerías de tipo familiar, y con unas cotas muy similares: el Levorg tiene 2 cm más de batalla (2,65 m por 2,63 del León), y en cuanto a las demás cotas, ahí está la ficha técnica para consultarla. El Levorg es algo más estilizado, puesto que para una altura prácticamente idéntica, es 15 cm más largo, pero 4 cm más estrecho. Pasando ya a la mecánica, los dos llevan motores de cuatro cilindros y ciclo Otto de gasolina, con culatas de cuatro válvulas por cilindro (actualmente casi sobra decirlo), con inyección directa y sobrealimentación por turbo; y además doble circuito de refrigeración y variadores de fase (y alzada en escape el León). En ambos casos, cilindrada y potencia están en un entorno muy similar: el Seat monta un 1.8 de 180 CV, mientras que el Subaru dispone de un 1.6 de 170 CV. Y respecto al par máximo, ambos obtienen 15,9 m.kg/l.
Y seguimos con las coincidencias: ambos utilizan tracción integral, y por si fuese poco, con caja de cambios automática. Naturalmente, al llevar tracción al eje posterior, los dos montan en dicho tren una suspensión multibrazo, amén de la clásica McPherson delante. Y en cuanto a frenos, los discos delanteros (la clave en esto de la frenada) son casi idénticos: 312 mm para el León, y 316 mm para el Levorg. Y todavía mayor igualdad en ruedas: misma medida de neumático y de anchura de canal de la llanta para ambos. Cerramos las similitudes con la dirección: relación 15,3:1 para el León y 14,4:1 para el Levorg, con 2,75 giros de volante para el Seat y 2,8 para el Subaru. Dicho lo cual, vamos a poner las fichas técnicas resumidas;
Seat León ST X-Perience 1.8-TSI 4-Drive DSGMotor: 1.798 cc; 180 CV de 4.500 a 6.200 rpm; 28,6 m.kg de 1.350 a 4.500 rpm. Transmisión: tracción total Haldex con cambio DSG de seis marchas, con 39,6/47,9 km/h a 1.000 rpm en 5ª/6ª. Cotas: (longitud /anchura/altura): 4,54/1,82/1,48 metros. Neumáticos: 225/45-18 (GoodYear Efficient-Grip Performance-W). Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.411 kg. Velocidad máxima: 221 km/h. Consumo extra-urbano: 5,6 l/100 km. Emisión ponderada de CO2: 150 g/km. |
Subaru Levorg 1.6-GT AWD LineartronicMotor: 1.600 cc; 170 CV de 4.800 a 5.600 rpm; 25,5 m.kg de 1.800 a 4.750 rpm. Transmisión: tracción total con reparto inicial 60/40%, convertidor hidráulico y variador continuo con seis puntos fijos de 34,9/50,2 km/h a 1.000 rpm en 5ª/6ª, y 54,3 km/h máximo en D continuo. Cotas: (longitud/ anchura/altura): 4,69/1,78/1,49 metros. Neumáticos: 225/45-18 (Dunlop SP Sport Maxx-050). Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.551 kg. Velocidad máxima: 210 km/h. Consumo extra-urbano: 6,3 l/100 km. Emisión ponderada de CO2: 164 g/km. |
Pero ahora repasaremos las diferencias, que también las hay; porque si bien estos dos coches, como hemos ido desgranando, tienen muchas cosas en común, no son clónicos ni mucho menos. Ambos poseen una personalidad propia, especialmente acusada en el caso del Subaru, marca bien conocida por su tendencia a salirse –y con buenos resultados- de los senderos trillados. Así que vamos con esas diferencias, siguiendo el mismo orden antes observado para las coincidencias, y que viene a ser el que habitualmente manejamos para nuestras fichas técnicas completas.
En cuanto al motor, estructura boxer para el Subaru, y bloque de fundición (en vez de aluminio) para el cuatro en línea del León 1.8-TSI; el mismo motor del que ya se habló aquí no hace mucho, con motivo de la prueba del nuevo Ibiza Cupra (sólo que en este último rendía 192 CV). Y para compensar el buen equilibrado natural del boxer, el motor del León dispone de ejes contrarrotantes de equilibrado. Por su parte, el Levorg monta un turbo de entrada twin-scroll, mientras que el León se conforma con uno del tipo single-scroll (aunque sigue habiendo opiniones contrapuestas en pro y contra de ambos diseños).
En la transmisión también hay diferencias importantes: la de tipo Haldex del Seat funciona básicamente en tracción delantera, hasta que empieza a haber deslizamiento (o los sensores aprecian riesgo de que vaya a ocurrir) en las ruedas de dicho tren; por el contrario, el sistema de Subaru parte de una distribución estática y dinámica inicial de un 60/40%, que puede ir evolucionando hasta un 50/50%, con bloqueo central completo. En cuanto a las cajas de cambios, también hay una diferencia más que notable: la DSG del Seat, con doble embrague en baño de aceite y piñonería de tres ejes es bien conocida, mientras que el Subaru utiliza un convertidor hidráulico de par y luego un variador continuo, que también puede trabajar sobre seis puntos fijos de relación, para que la correa metálica no esté continuamente subiendo y bajando (con más rozamiento) por las gargantas variables de los tambores que une.
Más cosas: entre su mayor tamaño y su más complejo sistema de transmisión, el Levorg acaba pesando 140 kilos más, que es exactamente un 10% más que el X-Perience 4-Drive; una diferencia más que notable. A la que se une el hecho de que a pesar de ello y de su menor potencia y par, el Subaru lleve unos desarrollos finales claramente más largos que los del Seat. Por lo tanto, su prestación en aceleración y recuperaciones debe ser inferior cuando se trate de exprimirlos al máximo; porque en utilización no ya normal sino incluso bastante exigente, ambos andan lo suficiente como para que no se aprecien tales diferencias. Aunque es de sospechar (y tanto la prueba como la homologación lo confirman) que entre peso, desarrollos y cambio de convertidor y variador, el consumo del Levorg salga perjudicado.
Finalmente, la última y sorprendente diferencia: en contra de lo que constituye el ADN de las respectivas marcas, el Levorg es un familiar con tracción total, mientras que el León X-Perience 4-Drive es un “crossover”. Efectivamente, este Seat ha recogido el testigo que enarboló Subaru por primera vez, cuando presentó su Legacy SW Outback, montando tracción total en una carrocería familiar sobreelevada. Por el contrario, el actual Levorg sustituye a los Legacy berlina y familiar, pero todavía no al Outback, que por ahora se sigue fabricando sobre la plataforma y carrocería del Legacy. Aunque es evidente que, a no mucho tardar, el Levorg tendrá su versión Outback de suspensión alta, y todos los Legacy pasarán a ser historia. Pero el caso es que, en sus actuales versiones, el León ST X-Perience 4-Drive 1.8-TSI mantiene su monocasco con una distancia libre al suelo de 172 mm, distancia que se reduce a 135 mm para el Levorg; casi 4 cm de diferencia.
Lo cual puede influir –de hecho influye- en el comportamiento rutero; pero antes de entrar en esta cuestión, vamos a presentar ya los resultados de los consumos, y a continuación hablaremos del comportamiento en su conjunto, tanto del dinámico como del económico. Así que ahí van los datos de los dos recorridos, que se realizaron al ritmo económico nuevo y al interesante de siempre, ya que unos coches del segmento C (aunque sean de carrocería familiar) con unas potencias de 170 y 180 CV ya están a un nivel prestacional más que suficiente para justificar esa conducción más alegre:
Resultado prueba comparativa en el recorrido a ritmo economía NUEVO:
León ST 1.8 4-Drive DSG: Consumo: 7,07 l/100 km. Promedio: 96,9 km/h Levorg 1.6 AWD Lineartr: Consumo: 7,76 l/100 km. Promedio: 96,6 km/h |
Resultado prueba comparativa en el recorrido a ritmo INTERESANTE:
León ST 1.8 4-Driv DSG: Consumo: 8,27 l/100 km. Promedio: 111,6 km/h Levorg 1.6 AWD Lineart: Consumo: 9,90 l/100 km. Promedio: 112,0 km/h |
Lo primero a destacar es que ambos motores, al margen de su generosa potencia, ofrecen unas “mesetas” de par máximo muy prolongadas, lo que en principio presupone una buena facilidad de conducción; y si a esto unimos que los dos trabajan a través de transmisiones automáticas, la presunta facilidad se convierte en agradable garantía. No obstante, entre ambos motores existen algunas diferencias operativas además de las de tipo estructural ya señaladas (arquitectura y tipo de turbo); vamos a verlas.
El motor del Levorg no vibra absolutamente nada, y además es muy silencioso; su empuje es lineal y progresivo, sin un tirón apreciable a un régimen concreto. Esto se debe a que, si bien muy elástico, su par máximo se inicia 450 rpm más arriba que en el caso del León, luego su entrada en la zona de mayor empuje es más progresiva. Y como por otra parte, debido a su menor cubicaje, tiene 30 Nm menos de par, y encima propulsa un coche más pesado, la sensación de aceleración, a igualdad de manejo del pedal de acelerador, queda más modulada que en el Seat. Por no hablar de la interferencia de su muy peculiar transmisión, de la que luego hablaremos.
En cuanto al motor del León 1.8-TSI tiene un comportamiento “turbo” bastante más clásico, con una sensación de “patada” claramente apreciable, aunque no tanto como la de su variante de 192 CV y 32,6 m.kg( 4 m.kg más que en el León) utilizada en el Ibiza Cupra. Pero gracias a sus ejes de equilibrado tampoco vibra nada, y su nivel sonoro también es muy bajo. En cualquiera de sus dos versiones, está a años-luz por delante de aquel primer motor 1.8-TSI de 160 CV (totalmente distinto) de hace dos décadas; claro que en ese tiempo es lógico que las cosas hayan mejorado bastante.
Pasando a las transmisiones, el funcionamiento de la tracción total es totalmente automático en ambos coches, por lo que el conductor nada debe hacer al respecto. Por otra parte, sobre asfalto seco –y pese a que es cuando hay más tentaciones de forzar la conducción- las variaciones de reparto entre ambos trenes es difícil que lleguen a apreciarse; salvo en caso de error por parte del conductor, que enjuicia mal una curva, viéndose forzado a una utilización brusca y violenta de volante y/o frenos.
Respecto a las cajas de cambios, la DSG del León ya es una vieja y fiable conocida: su elasticidad de manejo es muy amplia, tal y como se reseña en el pie de la foto nº13. Hoy por hoy, es la tecnología que mejor aúna economía de consumo, funcionamiento totalmente automático, control manual secuencial y combinación -tanto seleccionable como automática- entre estas dos últimas posibles variantes de manejo.
En cuanto a la Lineartronic de Subaru, ya es harina de otro costal. Tiene en su favor un funcionamiento siempre muy suave, ya sea en automático o secuencial, y con una respuesta muy rápida a los mandos en este último caso. Pero su compleja tecnología hace que su control escape fácilmente, y sin posibilidad de intervención, a los deseos del conductor. Y es que hay tres elementos consecutivos que unas veces funcionan de forma autónoma y en otras se pueden controlar, y todo ello se combina de múltiples formas. En la DSG también hay múltiples posibilidades, pero todas ellas seleccionables por el conductor, que siempre mantiene el control de la situación.
Pero en la Lineartronic empezamos por tener un convertidor hidráulico que es bloqueado, en cada conjunto de circunstancias, por un algoritmo que será muy razonable, pero sobre el que no tenemos control alguno. Y luego viene el variador por cadena, al que podemos hacer funcionar por puntos o en continuo, hasta que un manejo un poco más o menos brusco y exigente del pedal de acelerador le hace saltar de un modo a otro, por su cuenta y riesgo. Y la combinación de todos estos factores hace que el funcionamiento sea siempre muy suave y agradable, pero impredecible en ocasiones. Por supuesto que habrá cantidad de conductores a los que esto les da igual; pero a los que nos gusta tener, al menos potencialmente, el control de la situación, este tipo de funcionamiento nos pone un poquito nerviosos.
Para la conducción del León 1.8-TSI hay que distinguir entre que ésta sea simplemente entusiasta o decididamente exasperada. En el primer caso, y puesto que a 1.350 rpm ya tenemos disponible el par máximo, a partir del cambio 3ª/4ª (un salto de 1,44:1) ya no hace falta subir a más de 2.000 rpm en una marcha para caer en la zona de par máximo en la siguiente. En la cual disfrutaremos del máximo empuje posible en dicha marcha, pues ya nunca tendremos más par, mientras que la resistencia aerodinámica va aumentando de forma cuadrática, restando capacidad de aceleración.
Es decir que, teniendo en cuenta el desarrollo de 21,2 km/h de la 3ª marcha, podremos disponer siempre de par máximo desde algo menos de 30 km/h -y desde ahí hasta la velocidad punta- sin sobrepasar nunca las 2.000 rpm hasta haber llegado a 6ª. Así que se puede hacer una conducción bastante brillante -a condición de pisar a fondo- y lo más económica posible sin subir nunca de 2.000 rpm. Claro que si lo que se quiere es prestación máxima, entonces pasaremos a jugar aprovechando la zona alta de la curva de potencia; y si no dejamos caer el régimen por debajo de las 4.000 rpm, tendremos siempre más de 160 CV disponibles. Eso sí, si los aprovechamos, iremos como un cohete, pero el consumo se disparará (y muy probablemente las multas también).
Por lo que respecta al Levorg, resulta muy difícil profetizar cual sería el modo más adecuado para optimizar un buen consumo con un promedio de marcha interesante. Como ya hemos dicho, su particularísima transmisión nos deja sumidos en un mar de dudas. Empezando con la palanca en D y siendo muy suave con el pedal, vamos con el convertidor ya embragado a muy bajo régimen, pero en cambio con el variador funcionando de modo continuo; y en cuanto se pisa un poco más (pero no es fácil adivinar cuanto), se invierten los términos. Y entonces es probable que, si el régimen del motor todavía es bajo, el convertidor empiece a resbalar para subir el régimen, mientras que el variador pasa a funcionar por puntos fijos.
Existen dos programas, controlados por unos pequeños botones en el radio derecho del volante: el I (de Inteligente, más que económico), y el S (de carácter más deportivo). Está claro que el I es el más económico, pero sobre todo maneja un reparto de control activo que varía el funcionamiento de la transmisión en función de lo que se haga con los pedales de freno y acelerador, y con el volante. Pero a diferencia de lo que ocurre en otros coches, la diferencia de respuesta al pedal de acelerador y la asistencia a la dirección varían bastante poco. Pero también existen otras dos variantes de programas: el D o automático, o bien desplazando la palanca lateralmente pasamos al M o manual, ahora siempre por puntos.
Y para darle más emoción a la jugada, los programas I y S por una parte, y los D y M por otra, no son excluyentes entre sí, de modo que en total disponemos de cuatro posibles combinaciones de funcionamiento. Y finalmente, cuando vamos en D automático, podemos manejar las levas bajo el volante y subir o bajar marchas (por puntos, claro), tanto si en el otro juego de programas vamos en I o en S. Una diferencia entre estos dos últimos programas es que en S no se alarga el desarrollo al soltar el pedal del acelerador, sino que se mantiene (por puntos o con el variador abierto) en el desarrollo en el que íbamos, reforzando la retención.
Resumiendo: el funcionamiento del Lineartronic hay que aceptarlo como un artículo de fe, y actuar de la manera que nos parece más razonable, pero sin la menor garantía de que sea la mejor. En nuestra prueba, el recorrido de economía nuevo se realizó llevando la palanca en D, el programa del volante en I, y apoyándonos para las reducciones (y alguna aceleración puntual) en el manejo manual con las levas; va francamente bien, y no se dispara de vueltas si se es prudente con el pedal; está disponible la 6ª larga e incluso, en zona llana o sobre todo ligeramente favorable, pasa al desarrollo máximo del variador, todavía un poco más largo.
Por el contrario, el recorrido interesante, y por aquello de utilizar otras posibilidades, lo hicimos en Manual (que obliga a cambiar siempre con las levas, pues la palanca no tiene el habitual +/-) y en S; porque en la combinación “D con S” nunca entra la 6ª marcha, para reforzar el carácter deportivo. Vamos, que comprender a fondo la complejidad de posibilidades es como para sacar nota. ¿Y las consecuencias? Vemos que la diferencia de consumo entre el circuito económico nuevo y el interesante supuso, para el León, un incremento de 1,20 l/100 km; incremento que, en el Levorg, subió a 2,14 l/100 km. O sea, 0,94 más que en el León. Una conclusión es que la combinación utilizada para realizar el recorrido interesante no fue la más afortunada; pero tampoco hay nada que nos garantice que, manteniendo la misma combinación de programas y manejo que en el económico, el incremento de consumo hubiese sido similar al del León, y no el mismo que obtuvimos.
Los consumos en sí son bastante buenos para el León, y francamente altos para el Levorg, como era de esperar tanto por las diferencias entre ellos mismos, como por todo lo explicado respecto al complicado modo de funcionamiento de la transmisión del Subaru. Del nuevo ritmo más lento en plan económico todavía no tenemos muchos datos, pero sí los suficientes para irnos haciendo una idea de cómo se posicionan los coches que van llegando. Y el caso es que, entre los razonablemente comparables con estos dos de hoy, el León ST X-Perience 1.8-TSI se sitúa detrás de un par de Opel Astra: el excelente de 5 puertas con el motor 1.4-Turbo de 150 CV, que consumió a razón de 6,31 l/100 km, y el voluminoso familiar Sports Tourer con el 1.6-Turbo de 200 CV, que ya subió a 6,82 l/100 km. El León supera la barrera de los 7 litros, pero sus 7,07 l/100 km no están mal, comparando con los Opel, sobre todo habida cuenta de que lleva tracción integral y cambio DSG, dos elementos que hacen la conducción más segura y fácil, pero a la vez incrementan el consumo.
Por su parte, al Levorg se le intercalan dos coches muy potentes –si bien simplemente de tracción delantera- entre él y su rival de esta prueba. El Honda Civic Type-R se conformó, pese a sus nunca utilizados pero sí potenciales 310 CV, con 7,32 l/100 km, y el Peugeot 308 GTi de 270 CV apenas si consumió un poco más, con 7,38. En cuanto a ritmos de marcha, todos los coches citados están en una horquilla que va de 5h 08m a 5h 13m; una diferencia de cinco minutos que, sobre más de cinco horas, no es nada significativa para suponerle ninguna influencia en las diferencias de consumo, diferencias que más bien se pueden deber al influjo del tráfico o al distinto comportamiento rutero de unos y otros.
Pero al margen de comparaciones con otros coches, la propia entre ambos protagonistas de esta prueba resulta bastante reveladora. La cifras de homologación para ambos son las siguientes: para el León 8,0/5,6/6,5 /100 km y 150 gr de CO2, y para el Levorg 8,5/6,3/7,1 y 164. Pero en el caso de este último vale la pena reseñar que la versión simplemente GT, pero no Executive Plus, se queda en 8,3/6,1/6,9 l/100 km y 159 gr. Que sigue siendo claramente más que en el León X-Perience 4-Drive, pero no tanto como para la versión que hemos probado. Y la única diferencia significativa que aparece en sus datos técnicos, al margen de un nivel de equipamiento algo menos completo, es que la monta de neumáticos del GT básico es a base de unos 215/50-17; lo cual permite, respecto a los 225/45-18 del Executive Plus, rebajar 0,2 l/100 km las tres cifras de consumo homologado.
Pero también tiene interés verificar que la diferencia de homologación extraurbana entre ambos rivales de la prueba, que es de 0,7 l/100 km, se mantiene exactamente idéntica en nuestra prueba al ritmo económico nuevo; exactamente nos ha salido 0,69 l/100 km. Por el contrario, al pasar al ritmo “interesante”, la diferencia en la prueba se dispara hasta 1,64 l/100 km. Como ya hemos comentado antes, ello podría achacarse al distinto método de combinar el doble juego de programas, pero no hay que descartar que ese tipo de transmisión tienda a penalizar progresivamente más y más el consumo a medida que se le exige al coche un ritmo de marcha más viva. De hecho, esto es frecuente con las transmisiones automáticas, con las cuales el consumo suele dispararse exponencialmente en cuanto se le aprietan un poco las tuercas al coche.
Pasando de los consumos al comportamiento rutero, comenzaremos por las ruedas, que eran de la misma dimensión tanto en neumáticos como en llantas. Pero los Dunlop SP Sport-Maxx del Levorg son más deportivos que los G-Y Efficient-Grip del León, lo cual puede haber contribuido en cierto modo a ahondar las diferencias de consumo, ya que habitualmente las gomas deportivas son más blandas, más adherentes y con mayor resistencia a la rodadura. De todos modos, los equipamientos son lógicos: el Levorg, hasta que no tenga su versión Outback, es un turismo puro y duro, que va asentado 4 cm más bajo que el León, y por lo tanto es lógico que calce unas gomas más prestacionales de cara a la velocidad. Eso sí, las Efficient Grip del León se quedan en un término medio que no es ni carne ni pescado, ya que ni son del tipo b.r.r. (aunque algo colaboran) ni tampoco su dibujo de banda de rodadura va más allá de ser un tipo “4 estaciones”, o cosa parecida.
La altura libre del León versión X-Perience aumenta 27 mm sobre la del simple 4-Drive; de ellos 15,5 mm lo son por suspensión más alta, y 11,5 por neumático, ya que el 4-Drive lleva unas 205/55-17 (al menos de serie). Y el resultado se nota, puesto que nuestro coche de pruebas manifestaba a la entrada en curva un balanceo inicial que luego ya no afectaba más al comportamiento, una vez estabilizado. Con unas presiones de 2,7 bar en las cuatro ruedas, iba perfectamente neutro, y se podía pasar rápido por las curvas, con tal de no dejarse impresionar por ese balanceo inicial. En cuanto al Levorg, simplemente iba de maravilla: tiene una conducción muy fácil, y transmite total confianza.
Ahora bien, las cosas se invierten cuando se trata de mimar simultáneamente promedio y consumo. Con el León todo está claro, tanto si decidimos ir en D (apoyándose o no en el uso de las levas) como si pasamos a secuencial de control manual; en cualquier caso, el empuje del motor se trasmite a través de un juego de piñonería, de mayor o menor reducción, y ahí se acaba la historia. En cambio, con el Levorg ya hemos comentado “in extenso” la variedad de posibilidades (unas controlables y otras no) que existen, y el carácter “viscoso” que tienen tanto el convertidor como el variador.
Para mí, el sistema Lineartronic se diseñó para mercados como el norteamericano y el propio doméstico japonés con un tráfico muy controlado en cuanto a velocidad, con ritmos de marcha bastante uniformes, y muy acostumbrado a la transmisión automático y a la penalización de consumo que habitualmente comporta. Partiendo de esta base, esta transmisión resulta sumamente suave y agradable de manejar (o bien de colocar en I+D y dejarla que trabaje por su cuenta). Con este reglaje y a poco más que punta de gas, el cuentarrevoluciones se estabiliza sobre 2.000/2.200 rpm y se viaja a 110/120 km/h, con ligeras oscilaciones ya que el variador funciona en abierto. Y cuando hay cambios de ritmo debidos al tráfico, pisando de nuevo muy poco más y dándole tiempo, recupera en ese desarrollo largo. Claro que si se pisa a medio pedal o algo más, pasa a puntos para acelerar sin que el variador haga demasiados cambios de diámetro y la cadena arrastre mucho.
Algunos detalles finales sobre el Levorg, ya que es un coche nuevo, mientras que el León, el DSG y el Haldex son más que conocidos. Pues bien, su ordenador de consumo es muy optimista, y hay que añadirle exactamente un 8% al indicado para obtener el consumo real. El volante sólo tiene reglaje en altura, pero no en distancia, ya que la columna no es telescópica. Los asientos delanteros sujetan bien la espalda mediante sus aletas laterales, pero la banqueta algo menos la zona de los muslos, sin duda para facilitar la accesibilidad. Y es que, si bien los elementos de la suspensión están directamente tomados del deportivo WRX (excepto la dureza de los elementos elásticos), el Levorg es un turismo. A pesar de ello, pasa muy mal los “guardias dormidos”, con una sacudida muy seca. La versión Executive Plus pesa 20 kilos más que el simple GT. El volante lleva muchos botones, mientras que, comparativamente, las consolas llevan relativamente pocos mandos. Excelente en el interior el acabado, ajuste, tacto y calidad percibida. Muy buena la visibilidad, por la línea de cintura baja.
Un último detalle; hay un salto de precio entre el GT y el Executive Plus, ya que debido a lo mencionado respecto al equipo de ruedas, el incremento de homologación le hace pasar del 4,75 al 9,75% en el Impuesto; no sé yo si no podían haber pensado en homologarlo como GT, y luego que el equipamiento (en concreto el de ruedas) fuese instalado como opción u accesorio, aunque lo hiciese el 90% de los clientes. Y tampoco estoy seguro de si este truco cuela o no. En cualquier caso, el Levorg es un coche amplio, cómodo y muy agradable y seguro de manejar; simplemente, es para una clientela que no esté excesivamente preocupada por el consumo, y a cambio agradezca la suavidad de esa transmisión, Y quizás, al cabo de uno o dos meses de utilización, cada usuario –acertadamente o no, que esa es otra cuestión- acabará eligiendo la combinación de programas de la transmisión que más le guste para ciudad y para viaje, y todos tan contentos.
el nuevo 1.6 Turbo no parece mejorar los consumos del 2.0 atmosférico.
Espero que Subaru no se centre únicamente con el CVT, algunos seguimos prefiriendo cambios manuales con reductoras (aún largas) para los todocaminos (que sí tiene la marca).
Muy interesante la prueba, espero que sigan apareciendo más de coches automáticos y japoneses.
Creo que la elección del modo del cambio en el Subaru no fue la mejor posible para el recorrido rápido, ya que en «Manual» no deja alargar el desarrollo todo lo posible (lo que perjudica más a alta velocidad).
Tampoco tengo claro que las pérdidas por el «arrastre» de la cadena sean mucho mayores en una relación fija o con el variador cambiando de posición. La decisión de Subaru de cambiar a relaciones fijas a mayor carga se debe a que así es más agradable de uso (sobretodo para los Europeos).
En cualquier caso, el Subaru iba a consumir más de cualquier forma debido al peso, cambio y posiblemente también la aerodinámica.
Otro apunte, en la prueba se habla de que «la DSG del León ya es una vieja y fiable conocida», supongo que lo de fiable hace referencia a su comportamiento a coche nuevo… porque en cuanto al paso del tiempo, sólo es fiable haciendo cambios de aceite muy frecuentes (y en la de embrague en seco ni digamos, con una tendencia a un arranque muy brusco con el paso de los años).
Independiente del buen comportamiento de la DSG, yo no me arriesgaría con esa caja de cambio. Acá en Chile, en donde Subaru es la marca mejor valorada, tanto por usuarios como por la prensa especializada, tiene el plus de la fiabilidad, pero la DSG y su funcionamiento se han transformado en un dolor de cabeza, llegando a considerarse «normal» el reemplazo de la mecatrónica cada 60 mil kms.
No entiendo como Subaru, que usa un sistema de transmisión que genera mucho rozamiento parásito, elige desarrollar un cambio CVT que por definición también lo hace, coincido con Clint Eastwood en su apreciación. De perdidos al río debieron pensar.
Tampoco entiendo que pretendan substituir al Legacy con este, que me parece mas un Impreza familiar. A lo mejor un día pruebo un Subaru y cambio de opinión, pero salvo versiones muy concretas me parece que tienen una gama lamentable para ese conductor al que le gustan los «coches de ingeniero», sea lo que sea esto. La sombra del coche oficial del gamberro es alargada.
Buenas KM77 y lectores.
Me ha interesado especialmente la prueba debido a que estoy a la espera de recibir mi nuevo Skoda Octavia Style 1.8 TSI, y me encanta leer cualquier información relacionada con su desempeño (prestaciones, consumos, fiabilidad).
A pesar de no ser el bloque más moderno del grupo, parece (a tenor de todas las pruebas que he leído a lo largo de los últimos meses) que se sigue manteniendo en forma, con unas prestaciones muy buenas, unos consumos bastante contenidos, un agrado de uso elevado (suave y lineal en su entrega de potencia) y espero que una buena fiabilidad.
Mi mujer está preocupada por los consumos; nuestro actual coche, un Civic 1.5 VTEC del 99, consigue consumos inferiores a 6 litros en vías de circunvalación circulando a 80-90 kms/h. Yo le digo que en esas circunstancias y conduciendo con la máxima suavidad tal y como ella hace actualmente, podrá obtener con el Octavia consumos inferiores a 7 litros.
Esta y otras pruebas realizadas con vehículos propulsados por el motor 1.8 TSI me hacen pensar así.
Por mi salud emocional, espero no estar equivocado jeje.
Saludos!
@2 la caja DSG es vieja y conocida, pero de fiable no tiene nada de nada. Al igual que una caja manual, los embragues hay que cambiarlos despues de x uso y como dice @3 hay que cambiar el aceite a menudo.
Con un convertidor de par o CVT te olvidas del mantenimiento de la transmisión.
En mi humilde opinión, las cajas de convertidor de par han evolucionado notablemente, siendo ahora mucho más eficientes y rápidas. Marcas como Peugeot o Mazda han apostado fuertemente por ellas y funcionan con una suavidad exquisita, y con una programación intuitiva y rápida.
Hombre, hay miles de unidades de DSG rodando por ahí sin dar problema, especialmente las de embragues húmedos. A estas es a las que hay que cambiarles el aceite, cada 60k, un mantenimiento mas. ¿Se fía de ese cuento de que a las de convertidor no hay que cambiarles nunca el atf? ¿no se rompen nunca, ninguna? Ni unas son tan terribles ni otras tan excelentes, fuera de los comentarios de internet claro.
De las cajas cvt y su correa mejor no hablamos, eso si que es eterno LOL.
Las de convertidor han mejorado mucho, pero diría que dentro de lo normal las únicas capaces de satisfacer a cualquier tipo de conductor son las de 8v de bmw.
Efectivamente, tengo una caja de convertidor de par de Mazda y es excelente.
Excelente en cuanto a suavidad, porque en cuanto a prestaciones, el convertidor de par le roba una cantidad enorme de potencia. Supongo que para usted, cumplirá con sus expectativas, pero creo que su coche es el claro ejemplo de como un convertidor de par, no casa bien con motores pequeños. Tanto como para hacer que el mismo coche sea casi un 30% más lento en aceleración. Eso con una caja de cambios de doble embrague, no ocurriría. Cada cambio tiene su punto débil. No hay ninguno perfecto.
http://www.km77.com/precios/comparador/comparar/48692/49406
Por si sirve de algo.
Las cajas de convertidor de par han evolucionado mucho es verdad.
En casa ha habido varias.
La última es del 2015 y es una auténtica maravilla.
No creo que nadie fuera capaz de ponerle una pega que no sea su precio.
Mantenimiento cero y averías cero también.
El cambio de aceite (de la caja) más el filtro puede suponer entre 150 y 200 euros cada 200.000 kms como orientación.
Muchos usuarios no llegarán a hacerlo nunca.
A mí no me ha faltado respuesta… Obviamente quien tenga que llevar asiduamente 5 adultos con todo su equipaje, pues necesitará otra cosa.
Creo que deberíamos dejar de mirarnos tanto el ombligo. Aquí se habla siempre desde un componente técnico. Ya le digo que usted puede estar plenamente satisfecha y nadie le dice que ha hecho una mala compra, etc, etc, pero no me negará que analizando su coche desde un punto de vista técnico, se puede sacar la conclusión de que el convertidor de par montado en un vehículo de baja cilindrada y poco par, produce una gran pérdida de prestaciones. Algo que no ocurre en un cambio de doble embrague, ni en uno de embrague robotizado. Por eso digo que no hay un cambio perfecto. Estoy con el señor Valmhö en que el cambio de convertidor de par de ocho velocidades de la marca ZF, está bastante cerca de esa perfección, por suavidad, rapidez y porque apenas se observan grandes pérdidas prestacionales.
Lo único que le estoy diciendo es que esta pérdida de prestaciones no es lo suficientemente grande para detectarla en mi vida ‘normal’. Si este dato no lo considera ‘técnico’, pues lo siento.
Un coche no es sólo un listado de especificaciones técnicas, sino éstas en conjunto, con un montón de detalles influyendo en su comportamiento final.
A mí también me gustan mucho los BMW y he tenido la suerte de visitar su sede en Múnich. ¿Que la caja que cita es técnicamente superior? Pues no se lo discuto, pero es más cara, y ¿es necesaria para satisfacer al usuario medio? Esta es otra cuestión.
La respuesta era para Basauri…
En el caso del Mazda 2 gran parte de la diferencia se debe a que la versión automática hace el 0-100 cambiando hasta a 3ª y la versión manual puede acabarla en 2ª.
En la práctica, la diferencia será inapreciable para muchos.
Las cajas modernas bloquean el convertidor en muy poco tiempo, por lo si hay grandes diferencias en prestaciones se suelen deber a desarollos.
Una pequeña observación.
La caja de 8 vel que monta BMW no es siempre ZF.
En la Línea de las grandes marcas (lease Mercedes), BMW a comenzado a comercializar subproductos en aras de una mejor salud (si cabe) de su cuenta de resultados.
En este sentido es oportuno señalar que tanto los Minis como los serie 2 sport tourer y los X1 (en adelante los subproductos) de momento montan la reputada caja Aisín de origen nipòn.
He de decir también que yo he tenido ocasión de probarla en un X1 y su tacto es idéntico al de la ZF. Excepción hecha de la palanca tipo joystic que aquí es reemplazada por otra del tipo muñon de hueso articular de jamón.
En mi opinión la magia de este cambio y del otro no está en la caja en si tanto como en la maravillosa gestión electrónica de la que ambos disfrutan.
Una vez más la clave está en la perfectamente bien implementada gestión electroduéndica y no en una piñonería de lujo como pudiera ser razonable esperar.
Me dice usted que en la maniobra de segunda a tercera, el cambio tarda 2,6 sg? Vaya pues rápido lo que se dice rápido no lo es mucho. Además, se le olvida que el cambio automático debería tener ventaja hasta los 80 km/h ya que su primera y segunda marcha son mucho más cortas.
http://www.km77.com/precios/comparador/comparar/50684/52513
En este caso, el automático también tiene que hacer un cambio más que el manual para llegar a 100 Km/h y sin embargo, no hay pérdida de prestaciones con respecto al manual.
No quisiera desilusionarle, pero dudo mucho que con el Octavia consiga hacer los consumos del Civic..
Un coche mas ligero, de la epoca en que todavia el peso estaba contenido, junto a un motor atmosferico muy afinado, es dificil de igualar..
Es posible que con el coche cargado y en recorridos exigentes, la diferencia se reduzca, pero si nos ponemos en plan de hacer consumos, el Civic gana..
Y es que, entre que el Octavia pesa mas y que un motor turbo de gasolina ya tiende a consumir mas de por si, por mucha tecnologia que lleve encima como es el caso del TSI, no hay milagros que valgan..
A cambio se lleva un coche superior en practicamente todo lo demas..
Suerte, ya nos contara..
Basauri: no digo que los 2.6 segundos se deban a un solo cambio de marchas, pero una parte de ellos sí.
En cualquier caso, en la vida real, donde no siempre aceleramos de «0 a 100» sino de «38 a 72» o de «12 a 54», la diferencia es despreciable.
En el ejemplo que ha puesto del Ibiza DSG queda claro que esa caja es mejor en aceleración pura, porque cambia más rápido que cualquier otra (incluida una manual). Lo que ocurre es que es menos suave, sobretodo después de miles de kilómetros y cuando se monta en coches pesados con motor de mucho par (la sufro a menudo, por desgracia). En general funciona muy bien, pero le falta suavidad y fiabilidad.
El motor 1.8t del LeónST, creo que incorpora inyección mixta indirecta-directa, por lo que seguramente, emitirá menos menos NOx, y partículas, que el 1.6t de inyección directa del Levorg, aunque algo más que los motores atmosféricos de inyección indirecta del Forester 2.0, Outback 2.5, Rav4 2.5h, Outlander PHEV 2.0….
Salvo por este detalle, y aunque consuma algo más, me gusta más el Levorg, tanto por su motor boxer longitudinal, de bajo centro de gravedad, como por su tracción integral permanente, incluso con el cambio CVT (que no creo que sea ni mucho más lento, ni menos fiable que el DSG del grupo VAG).
Efectivamente, el motor del nuevo Leon 1.8 TSi lleva doble inyección.
De todas formas, estos de VW deberían de buscar el problema genérico (o habitual en muchiiiiisimas unidades en todo el mundo) que muchos sufrimos de consumo de refrigerante en los 1.8 y 2.0 actuales y que nos marean diciendo estupideces y el coche sigue gastando refrigerante.
Por otro lado, en el artículo indica lo siguiente:
«En cualquiera de sus dos versiones, está a años-luz por delante de aquel primer motor 1.8 TSI de 160 CV (totalmente distinto) de hace dos décadas; claro que en ese tiempo es lógico que las cosas hayan mejorado bastante.»
Hace 20 años no habia TSi ni versión con 160cvs. En aquella época estaban los primeros 1.8 20VT montados en los A4-A3 que tenian 150cvs y 180cvs en las ultimas versiones.
Saludos
Cada vez que leo un artículo sobre el leon 1.8 tsi de 180cv me pongo malo. Es con diferencia el peor coche que he tenido. Este motor consume líquido refrigerante y en Seat no dan respuesta. Es una verguenza.
Pues no lea muchos, porque como espere que algún periodista critique a un coche del grupo VW lo lleva claro. Los taxistas están de los DSG hasta la coronilla, pero si D.Arturo dice que son fiables, será que algunas pocas (1 millón o así) han tenido algún problemilla (pero con 6.000 eurillos todo solucionado).
En los 1.8 y también en los 1.4.
Es una pena que motores tan competentes en todos los aspectos no hayan visto solucionado todavía el problema del consumo de agua, cuando tras estos años seguro que se conoce a fondo el origen del mismo y la solución (que debe ser muy cara cuando se escaquean de esa manera).
La comunicación con el cliente por supuesto de risa, y por lo que se ha visto últimamente con el caso del Ateca, es marca de la casa.
Un saludo.
Buenas PrOkein, acabo de leer esta prueba, tengo el mismo león probado aquí desde hace año y medio, con 45.000kms (sí, se me ha ido un poco la mano con los kms para un gasolina, pero sarna con gusto no pica ;)). Y te puedo decir que los consumos son buenos para las prestaciones que da, lo que más penaliza son las aceleraciones, velocidades de crucero altas y trayectos por ciudad. Pero circulando entre 70 y 90 se pueden sacar consumos de 6 y 6,5 a nada que tengamos un poco de tacto con el pie derecho. Si a esto le restas que el tuyo no lleva tracción 4, DSG, suspensión elevada, deberías obtener consumos más bajos, similares a los homologados.