Que la renovada versión monoárbol de ocho válvulas del bien conocido turbodiésel 1.6 de origen PSA/Ford pueda tirar más que dignamente de los Volvo C30, S40 y V50 no constituiría una sorpresa para nadie; lo viene haciendo en multitud de coches del segmento C desde hace bastantes meses. Pero que pueda con la maciza aunque aerodinámica carrocería del S60, y sus más de 1.400 kilos en vacío, ya es harina de otro costal. No obstante, en su presentación por tierras asturianas celebrada el pasado mes de Julio, me sorprendió gratamente observar la aparente facilidad con la que se desenvolvía, aguantando en 6ª cruceros de 130 km/h de aguja de velocímetro en los nada despreciables repechos de la autovía costera, desde el aeropuerto hasta Llanes. Animado por semejante comportamiento, rápidamente me puse en la cola para conseguir una unidad de pruebas, máxime después de haber probado la versión D3 (prueba ya publicada), que es la otra cara de la moneda, con su cinco cilindros 2.0 de espectacular par motor. No es que sean directamente comparables, ya que el público objetivo no es el mismo, pero los resultados siempre permiten llegar a conclusiones interesantes.
Pero lo cierto es que ya hay suficientes antecedentes de coches que parecen estar irremediablemente submotorizados y que luego, en la práctica, se defienden de forma más que digna: los Octavia Green y el Jetta BMT, con el 1.6-TDI de 105 CV así lo demuestran, por no hablar del voluminoso Ford Grand C-Max, con el mismo motor que ahora nos ocupa, que por si fuera poco marcó un tiempo de 4h 39m realmente digno de reseñar. Así que, como mínimo, se podía esperar que este Volvo se portase muy correctamente; pero antes de entrar en el análisis de sus resultados, vamos a presentar la ficha técnica esquemática en la que se reflejan los datos que influyen básicamente en la consecución de un mejor o peor resultado en consumo. Y aquí va la ficha:
Volvo S60 DRIVe:
Motor: 1.560 cc; 115 CV a 3.600 rpm; 27,5 m.kg de 1.750 a 2.500 rpm. Transmisión: Caja de seis marchas, con 50,7 km/h a 1.000 rpm en 6ª. Neumáticos: 215/50-17. Cotas (longitud/anchura/altura): 4,63/1,87/1,46 metros. Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.406 kg. Velocidad máxima: 195 km/h. Consumo extra-urbano: 3,9 l/100 km. Emisión ponderada de CO2: 114 g/km. |
De este coche lo que más impacta a simple vista, mucho más que la simple lectura de los datos, es lo macizo y voluminoso de su carrocería; para su categoría es francamente corto: teniendo en cuenta su batalla y anchura, lo normal sería una longitud entre 10 y 15 cm superior. Pese a lo relativamente corto que es, resulta un coche bastante pesado, debido a su sección frontal (y eso que no es alto, sino más bien al contrario), pero a efectos de comportamiento dinámico lo compensa de sobras con una suspensión ejemplar, a la vez confortable y ágil. Se trata de un coche muy rutero, que con este motor encuentra su terreno preferido en las carreteras de trazado mixto/rápido, sin curvas muy cerradas que le maten la velocidad, para poder mantener un ritmo constante y elevado. Y este ha sido el resultado final:
Volvo S60 1.6D DRIVe:
Consumo: 5,89 l/100 km. Promedio: 105,7 km/h. |
Un tiempo de 4h 46m no ha sido precisamente un resultado brillante en cuanto a promedio de marcha, sin duda porque las condiciones de tráfico (un 30 de Agosto) no fueron precisamente muy favorables. Y esto no es buscarle excusas al coche, porque tenemos la comparación con un vehículo idéntico en cuanto a motor, transmisión y sus desarrollos, medida de neumáticos, diseño y comportamiento de suspensiones y también peso, ya que el Ford Grand C-Max que probamos meses atrás está en 1.429 kilos, tan sólo 23 por encima del Volvo. Eso sí, su aerodinámica estaba claramente penalizada tanto por un Cx peor como una superficie frontal (22 cm más alto) más amplia que la del coche sueco, lo cual lo pagó con más de un litro de diferencia de consumo (7,00 l/100 km exactamente). Pero si el Ford fue capaz, en un día sin duda muy favorable en cuanto a tráfico, de emplear tan sólo 4h 39m, es evidente que el Volvo, en igualdad de condiciones, hubiese debido ser capaz de rebajarle el tiempo entre uno y dos minutos, dada la situación más favorable de su centro de gravedad.
Incluso, de haber contado con menos tráfico molesto, es casi seguro que el ya excelente resultado de 5,89 l/100 km del Volvo S60 DRIVe hubiese bajado algunas centésimas, por no decir una décima, ya que a un coche pesado pero con buena aerodinámica le perjudica menos circular un poco más rápido que tener que recuperar el crucero tras de un mayor número de obstrucciones que obligan a romper el ritmo de marcha. Y es que el consumo es francamente bueno: entre coches de un tamaño y categoría más o menos equivalentes, tan sólo le mejoran tres del grupo VAG, todos ellos de tecnología BMT (dos Passat y un Jetta). El único digamos “normal” que también consumió un poco menos fue el Jetta Sport 2.0-TDI de 140 CV (salió a 5,76 l/100 km), pero es 65 kilos más ligero y, sobre todo, nueve centímetros más estrecho.
Y es que el Volvo S60 cuenta con una aerodinámica muy afinada, cuyo Cx de 0,28 le permite compensar su sección frontal de 2,27 m2 (gracias, a su vez, a que su altura de 1,46 metros compensa en parte lo que le penaliza su anchura de 1,87 metros); el resultado es un producto S.Cx de 0,636, que está muy bien para una berlina de este porte. Así se explica ese excelente consumo que, siguiendo con las comparaciones, es fraccionalmente mejor que los conseguidos por el Octavia Combi GreenTec o el Mazda3 Sedán, ambos con 5,90 l/100km. Y no digamos que los de un BMW 118d 2.0 (6,30), su propio hermano mayor el S60 D3 (6,44), el Exeo ST 2.0 (6,45) o el Mitsubishi Lancer 1.8 (6,52).
Pero quizás la comparación más sorprendente es frente a un coche mucho más pequeño, y dotado del mismo motor pero además en la versión más económica de 95 CV, que es el Fiesta Sport, el cual consumió nada menos que a razón de 6,43 l/100 km, bien es verdad que tardando sólo 4h 39m (lo mismo que el Grand C-Max, al fin y al cabo). Pero el Fiesta, pese a ser mucho más pequeño y más ligero, adolece del mismo problema aerodinámico que los Ibiza y León de Seat: un diseño estético muy impactante a simple vista, pero aerodinámicamente poco eficaz; y si a esto le sumamos una caja de sólo cinco marchas, con una 5ª de 41,7 km/h, tenemos la respuesta a semejante sed de gasóleo. Eso sí, con semejante desarrollo, francamente corto para lo que actualmente se estila, el Fiesta Sport se desenvuelve en carretera con un genio muy superior a lo que en principio se esperaría de su potencia, pero lo paga en consumo.
Por el contrario, este Volvo S60 DRIVe es un coche muy adecuado para quien debe cubrir un alto kilometraje anual con un coste de explotación muy contenido, pero no quiere renunciar a la prestancia social, el confort y el equipamiento que ofrece este modelo. Las prestaciones no son exuberantes, pero el crucero es lo bastante alto como para tener que preocuparse por los radares como con cualquier otro coche más rápido; y en cuanto al ritmo de marcha, una juiciosa utilización del cambio de seis marchas permite mantenerlo a un nivel más que digno.