Poco a poco, y según vamos probando diversos coches con ligeras variantes de una misma mecánica, las cosas van encajando en su sitio; más o menos como cuando ya llevas bastante avanzado un “puzzle”, y cada vez resulta más fácil encontrar el hueco donde situar las piezas que todavía faltan por colocar. Esto es lo que ha ocurrido con la prueba del Fiat Punto Evo 1.3 MultiJet II (Ficha Técnica), que por fin sitúa a este motor en el entorno que era lógico esperar, pero que todavía no habíamos acabado de encontrar. Este pequeño tetracilíndrico, el de menor cubicaje de la actual oferta entre los turbodiésel de similar estructura, ya lo he probado en nada menos que cinco ocasiones en esta segunda fase de mi tradicional recorrido de pruebas de consumo. Y ya había pasado por él, en anteriores versiones de potencia y gestión de inyección, en otras cinco ocasiones en la etapa inicial, si nos limitamos a carrocerías de berlinas del segmento B; porque ha habido otras cuatro ocasiones más con carrocerías más voluminosas, cuyos resultados no son comparables con los de las anteriormente citadas.
En cualquier caso, este motor arroja resultados bastante erráticos a lo largo de su historia; no me atrevo a conjeturar si debido a diferencias de aerodinámica, o incluso algún otro factor, entre los diversos coches a los que ha impulsado y sigue impulsando, o bien a que su gestión ha sido sometida a múltiples tanteos hasta encontrar la más satisfactoria, que por fin parece ser que ha cristalizado en la actual y más potente, la MultiJet II de 95 CV. Pero antes de entrar en la saga histórica, y comparar resultados, será mejor puntualizar las características básicas de esta versión del Punto Evo, reflejadas en la habitual ficha técnica resumida:
Fiat Punto Evo 1.3-M.Jet II:
Motor: 1.248 cc; 95 CV a 4.000 rpm; 20,4 m.kg a 1.500 rpm. Transmisión: Caja de cinco marchas, con 41,6 km/h a 1.000 rpm en 5ª. Neumáticos: 185/65-15. Cotas (longitud/anchura/altura): 4,07/1,69/1,49 metros. Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.160 kg. Velocidad máxima: 178 km/h. Consumo extra-urbano: 3,5 l/100 km. Emisión ponderada de CO2: 110 g/km. |
Como acabo de decir, este motor, en diversas variantes, lo he probado con carrocerías un tanto especiales: un Fiat Idea y un Opel Agila hace ya bastante tiempo, ambos en la versión inicial de 70 CV; y más recientemente, en 2008 ambos, un Suzuki Splash de 80 CV y un Fiat Linea de 90 CV. Prefiero no dar siquiera los consumos, para no organizar un potaje de datos que no haría sino ensombrecer más el panorama. Así que empezaremos por los segmento B de la época antigua, para rematar con los de la actual, cuyos datos ya están publicados en este blog, pero que por supuesto voy a ofrecer aquí para ahorrar al lector interesado el farragoso trabajo de ir buscando pruebas en plan retrospectivo. Recordemos, antes de empezar, que este motorcito de litro y cuarto de cubicaje ha tenido, a lo largo de su historia, variantes de 70, 75, 80, 90 y 95 CV; vamos, que salvo la de 85 CV (cuya existencia no me consta) ha pasado de cinco en cinco de 70 a 95 CV.
Pues bien, las primeras versiones se comportaron bastante bien, sin perder de vista que eran coches algo más pequeños y ligeros que los actuales. Con la de 70 CV, en 2003, el Opel Corsa de entonces se conformó con 5,69 l/100 km, a un buen promedio de 108,6 km/h; con el mismo motor, y una carrocería no precisamente muy aerodinámica, el Lancia Ypsilon apenas si subió un poco el consumo, hasta 5,75 l/100 km, circulando un poco más lento, a 106,8 km/h. Pero mucho mejor resultó, todavía en el mismo año pero ya con la ligeramente retocada versión de 75 CV (aunque daba la impresión de que bailaban la cifra de 70 a 75 un poco a capricho), el Fiat Punto con la segunda carrocería del mismo nombre (de diseño aparentemente menos limpio que la de su antecesor), que marcó un interesantísimo consumo de 5,34 l/100 km, y a nada menos que 109,4 km/h.
No obstante, la catástrofe llegó con el Grande Punto, al menos en coincidencia con la primera hornada del 1.3 Multijet subido a 90 CV: el motor no digirió bien el cambio de gestión necesario para el aumento de potencia, y en 2006 obtuve un primer consumo de 6,43 l/100 km. Tan disparatado me pareció que, temiendo algún fallo de llenado, repetí la prueba (en ambos casos a 106,4 km/h de media), para conseguir rebajarlo tan sólo hasta 6,20 l/100; algo mejor, pero seguía siendo muy alto.
Y ya entramos en la época moderna, con dos Punto Evo, dos 500 y un Opel Corsa ecoFlex; en cuanto a los 500, ambos ya con el Multijet II de 95 CV, desde un principio me pareció que el Convertible no podía tener la misma aerodinámica que el de techo de chapa, y así se demostró en sus respectivas pruebas, ya que consiguiendo ambas versiones de casi la misma carrocería idéntico promedio de 103,9 km/h, el de techo duro rebajó el consumo desde 5,95 hasta 5,63 l/100 km. Que la versión de 90 CV seguía sin estar conseguida nos lo confirmó la prueba de un Punto Evo que subió hasta 5,84 l/100 km, pese a que su aerodinámica es claramente superior a la del 500 (incluso cuando éste lleva su techo de chapa habitual), como se ha confirmado con la prueba que hoy nos ocupa.
Porque el resultado obtenido ha sido el siguiente:
Punto Evo 1.3 M.JetII:
Consumo: 5,52 l/100 km. Promedio: 103,2 km/h. |
Cierto que el promedio no ha sido muy brillante, pero es que ha habido muchos días de lluvia, llovizna y humedad en los dos últimos meses, y no se puede rodar exactamente igual de rápido que en seco, aunque luego haga falta reacelerar algo más al salir de las curvas. Pese a ser más pesado y voluminoso, el Punto Evo consume menos que el 500, y eso tirando de un desarrollo más corto (el mismo que con 90 CV), ya que los 500 de 95 CV llevan uno de 44,0 km/h. Cierto que todavía hay un resultado notablemente mejor, el del Opel Corsa; pero es que se trata de la versión optimizada ecoFlex, con una 5ª de nada menos que 47,8 km/h y optimización aerodinámica. Eso sí, los neumáticos eran unos 185/65-15 en ambos casos, si bien los del Corsa eran claramente de baja resistencia a la rodadura, mientras que en del Punto Evo no decía específicamente nada al respecto. Con mejor aerodinámica, desarrollo más largo y neumáticos especiales, es lógico que el Corsa ecoFlex sea el más frugal entre los diversos modelos impulsados por el Multijet II. Pero lo importante es que ya tenemos dos resultados que se pueden considerar válidos, y ambos ya con especificación Euro-5, que como ya hemos visto en repetidas ocasiones, se cobra cierto tributo en cuanto a consumos, a cambio de limpieza de emisiones.
Así pues, el Punto Evo se sitúa ya en una posición lógica en el escalafón, al menos entre los turbodiésel de segmento B que no disponen de ninguna optimización especial. Sus cinco litros y medio de consumo hay que considerarlos como francamente buenos, máxime teniendo en cuenta que el desarrollo es tirando a cortito; pero, lo mismo que en el caso de los pequeños y ligeros monoárbol de ocho válvulas de Toyota y Renault, de 1,4 y 1,5 litros, este 1.3 en su última versión se apoya en loa ligereza de sus masas alternativas para aceptar un régimen de giro algo más alegre que el de rivales de mayor cilindrada, sin que ello le suponga una penalización de cara al consumo. Quedaría por ver el rendimiento que se le podría sacar a este motorcito con una culata monoárbol de dos válvulas por cilindro y menos rozamientos; quizás se quedaría entre 85 y 90 CV, pero es probable que el consumo fuese todavía menor. Pero esto son ganas de hablar por hablar, ya que el motor es como es, y el resultado conjunto del Opel y de este Punto Evo ya nos confirma que el motor está donde debe estar.
Porque este consumo de 5,52 l/100 km es el mejor obtenido por un segmento B entre los turbodiésel sin una especial optimización de cara a la economía; tan sólo le supera el Twingo II (5,46 l/100 km), y se trata de un segmento A. Pero queda por delante incluso que algunos de los optimizados con motores 1.6 de 90 CV, como es el caso de los Citroën C3 y DS3, del Fiesta ECOnetic y del Mini. Como ya he repetido varias veces, podemos decir que las agua han vuelto a su cauce, aunque nos ha cogido un tiempo esperar a que bajase la riada.