Le ha llegado el turno al Grand C-Max, el del engañoso llenado del depósito de combustible, sobre cuyas aventuras y desventuras ya dimos cuenta en este blog hará cosa de un mes. Pero, anécdota aparte, el vehículo en sí tiene su interés; y aunque el resultado de consumo no sea, y no podía ser, de primer orden debido a su tamaño y peso, sí que sirve para establecer un orden o escalonamiento de cifras entre los turismos de los segmentos B y C que habitualmente manejamos como máximos representantes de la economía (con alguna incursión en los A y D), y otros tipos de coches en principio menos adecuados a tales fines, pero que a un cierto porcentaje de usuarios les resultan interesantes por conveniencias de tipo familiar o profesional.
El hecho es que en Ford, y a continuación del Fiesta que ya probamos bastante más tiempo atrás, el siguiente vehículo disponible con la nueva versión monoárbol de ocho válvulas del sempiterno 1.6-TDCi era este Grand C-Max, montado sobre la plataforma del Focus, sin alargar en el caso del C-Max, y alargada 14 centímetros en su batalla para el Grand C-Max hasta 2,79 metros. Los mismos 14 centímetros que también aumenta la longitud entre uno y otro, pasando de los 4,38 metros del C-Max a los 4,52 del que ahora nos ocupa. Del mismo modo que los S-Max y Galaxy están implantados sobre la plataforma del Mondeo, respetando siempre en este caso la batalla original de 2,85 metros, y con unas longitudes mucho más igualadas en este caso, ya que el S-Max llega a 4,77 metros, mientras que el Galaxy se queda en 4,82.
La verdad es que, a efectos prácticos, el Grand C-Max invade el terreno comercial del S-Max, ya que ambos son, o mejor dicho pueden ser, de siete plazas, siendo las dos posteriores un tanto restringidas. En batalla no hay gran diferencia (tan sólo seis centímetros), aunque en longitud ya es más importante: 25 centímetros. Pero buena parte de esta mayor longitud se pierde en el S-Max en un diseño con mayores voladizos cuya única, aunque importante ventaja, es una cierta mayor capacidad de maletero. Tampoco en anchura hay una diferencia apreciable, ya que el S-Max sólo es seis centímetros más ancho, y en cuanto a altura, las tornas se invierten, ya que el Grand C-Max resulta ser dos centímetros más alto; otra cosa es el Galaxy (1,77 metros de estatura), monovolumen con menos concesiones al diseño, que es nueve centímetros más alto que el Grand C-Max.
No obstante, todo este no pasa de ser un problema interno de Ford: mientras vendan S-Max en vez de Grand C-Max, o a la inversa, y el usuario no se vaya a otra marca, aquí paz y después gloria. Pero lo que ya no nos da lo mismo a nosotros, de cara a nuestras investigaciones sobre el consumo, es probar un C-Max o un Grand C-Max, como hemos tenido que hacer. Al margen de las ya citadas diferencias en batalla y longitud, que sólo afectan, y muy parcialmente, a la manejabilidad del vehículo, hay una diferencia nominal de 100 kilos de peso, y esto ya son palabras mayores. Tanto más cuanto que el Grand C-Max es seis centímetros más alto, y esto, sobre una anchura de 1,83 metros, da lugar a un incremento de la sección frontal superior a 0,1 metros cuadrados. Las consecuencias de ambos factores se resumen, en datos oficiales y para el motor que nos ocupa, en una diferencia de 4 km/h de velocidad punta (el C-Max alcanza los 184 km/h) y, lo que es más importante, en 0,3 l/100 km de consumo extraurbano, ya que el C-Max está homologado para 4,1 l/100 km.
Pero esto es lo que hay, y por otra parte tenemos la base comparativa del Fiesta Sport probado con este mismo motor; lo cual no quiere decir que renunciemos a probar más adelante, cuando esté disponible, un C-Max con esta mecánica, para de este modo tener el escalonamiento casi completo, puesto que faltarían los futuros ECOnetic de Fiesta y Focus, cuando aparezcan. Hay que tener en cuenta que, al menos en las versiones anteriores, el ECOnetic del Fiesta era con la versión de turbo fijo y 90 CV, y el próximo lo será (suponemos) con la de 95 CV ya probada en el Sport, pero con el desarrollo largo y las optimizaciones aerodinámicas pertinentes. Por el contrario, en el Focus, la motorización utilizada era la de 109 CV, que en la gama actual corresponde a la de 115 que hemos probado en este Gran C-Max. Habrá que ver si en los futuros ECOnetic se pasa a cajas de seis marchas, pero esto ya lo descubriremos en su momento.
Pero antes de entrar en la comparación con los datos y resultados del Fiesta Sport, ha llegado el momento de ofrecer la ficha técnica resumida:
Ford Grand C-Max 1.6-TDCi SOHC:
Motor: 1.560 cc; 115 CV a 3.600 rpm; 27,5 m.kg de 1.750 a 2.500 rpm (29,1 m.kg en “overboost”) Transmisión: Caja de seis marchas, con 49,8 km/h a 1.000 rpm en 6ª. Neumáticos: 215/50-17. Cotas (longitud/anchura/altura): 4,52/1,83/1,68 metros. Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.429 kg. Velocidad máxima: 180 km/h. Consumo extra-urbano: 4,4 l/100 km. Emisión ponderada de CO2: 129 g/km. |
Para proceder a la comparación de los resultados de consumo y promedio, es de justicia señalar las diferencias, en ocasiones abultadas, entre las características de ambos coches que afectan básicamente al consumo, y que son las que reseñamos en esta mini-ficha técnica. Los motores son cada uno de una versión: con turbo fijo para el Fiesta y variable para el Grand C-Max. Lo cual se traduce en una diferencia de 20 CV, en ambos casos al moderado régimen de 3.600 rpm, y de 4 m.kg de par en uso continuado, que ascienden a 5,6 m.kg cuando en el de turbo variable se pisa a fondo para accionar el “overboost”, detalle del cual carece la variante más humilde. Teniendo en cuenta la notable diferencia de pesos, la sección de neumáticos de 195 y 215 respectivamente es razonable; donde el Grand C-Max ya marca diferencias es en la utilización de un cambio de seis marchas, que le permite tirar de una sexta de casi 50 km/h, mientras que el Fiesta se tenía que conformar con una quinta de menos de 42 km/h. Esto tiene su repercusión no solo en los recorridos por autovía, sino incluso también en los de carretera de trazado más fácil, donde se puede mantener durante un tiempo no despreciable una marcha de crucero constante.
De lo que no tenemos datos fehacientes es de la aerodinámica de ninguno de ambos; pero algo podemos deducir, aunque estas elucubraciones son siempre muy peligrosas, a partir de los resultados conseguidos, que para el Grand C-Max son los siguientes:
Grand C-Max 1.6-TDCi:
Consumo: 7,00 l/100 km. Promedio: 108,4 km/h. |
En la comparación de consumos entraremos más a fondo a continuación, pero aquí queremos resaltar el mérito del tiempo conseguido, de 4 horas y 39 minutos, exactamente el mismo que marcó el Fiesta Sport; tiempo que si ya es magnífico para el Fiesta, todavía lo es más para un aparato del peso y tamaño del Grand C-Max, sobre todo teniendo en cuenta que el propulsor no deja de ser un 1,6 litros. Esas 4 h 39 m sólo las han conseguido, entre los turbodiésel, estos dos Ford más el Ibiza FR 2.0-TDi de 143 CV y el Toyota Auris 2.0 D-4D recientemente probado; y sólo lo ha rebajado en un minuto el BMW 118d de la Serie 1 con el motor 2.0d de 143 CV. Esta nueva versión del motor, con sus 115 CV, sin duda empuja con más fuerza que la anterior (gracias a un soplado del turbo a mayor presión, evidentemente), pero todo tiene un límite. Así que la mayor parte del mérito, por lo que se refiere al promedio, hay que apuntársela al bastidor, que permite «tirar» el coche en las curvas en marchas largas con casi total despreocupación; por supuesto que hay que reducir de 6ª a 5ª con frecuencia, pero ¿qué menos?.
Debido al problema del llenado del depósito, el circuito se cubrió dos veces, aunque la verdad es que bien poca diferencia hubo entre una y otra, ya que hechos en la primera los oportunos descuentos, el tiempo que salió era sólo un minuto más lento (lógico, ya que las paradas siempre matan un poco el ritmo de marcha). Y en cuanto al consumo, el ordenador marcó exactamente lo mismo, dentro de su precisión de sólo décimas de litro, tanto en uno como en otro recorrido. Y llega el momento de recordar que el Fiesta Sport en cuestión tuvo un consumo de 6,43 l/100 km; ya dijimos en su momento que el Fiesta iba como un tiro, pero que estaba poco rodado, por lo que es probable que con más kilometraje en su mecánica el consumo podría bajar a 6,35 l/100 km, pero ya no mucho más. Habida cuenta de la diferencia de sección frontal y de peso, el resultado del Grand C-Max, con su caja de seis marchas, es más brillante que el del Fiesta. Y ello nos lleva a concluir que su aerodinámica, al menos por lo que a Cx se refiere, debe ser notablemente mejor en el monovolumen que en el turismo, habida cuenta de que este último es 11 centímetros más estrecho y 20 centímetros más bajo. A los Fiesta y a los Focus les ocurre algo parecido que a los Seat Ibiza y León: su llamativo diseño acaba pasando factura.
Ese consumo de siete litros justos es sin duda alto para las cifras que habitualmente estamos obteniendo, pero conviene recordar por enésima vez el tipo de vehículo en cuestión. Así que recordaremos los consumos más altos que hemos obtenido este último año y pico de pruebas, para poner en la adecuada perspectiva el resultado del Grand C-Max: el más alto es el del Audi A4 Avant quattro de 170 CV (7,08 l/100 km); viene luego el Passat 4Motion de igual potencia en DSG automático (7,06); luego el Altea Ecomotive (6,89); el Altea XL Ecomotive (6,83); el VW Tiguan BMT de 140 CV (6,82); el Passat 4Motion en DSG manual (6,79); el BMW Coupé 320d automático de 184 CV(6,67); el Auris 2.0 D-4D (6,52); el Fiat Bravo 1.6 Eco (6,49); el Seat Exeo ST 2.0-TDI de 120 CV (6,45), y finalmente, el Fiesta Sport al que continuamente hacemos referencia, con 6,43 l/100 km.
Como se verá, desde esta perspectiva el Grand C-Max no queda en mala posición, ya que sin duda es el más voluminoso, ya que no el más pesado, de todos los coches que hemos pasado por el circuito; tan sólo el Tiguan BMT le anda cerca (igual de alto y tres centímetros más estrecho), pero con la ventaja de optimizaciones correspondientes a ser BlueMotion Technology, y a llevar una 6ª de 56,7 km/h, ya que su 2.0-TDI de 140 CV podía con él. Y un último apunte: una vez más confirmamos que la prueba de carretera, más exigente que la muy blandita del ciclo de homologación, iguala los resultados: el Fiesta Sport está homologado en extraurbano para 3,6 l/100 km, frente a los 4,4 del Grand C-Max. La diferencia de 0,8 l/100 km desciende a 0,57; pero si lo calculamos porcentualmente, que sería lo más justo, entonces la aproximación es todavía mucho mayor. Lo ya repetido: los fabricantes afinan los coches económicos para presumir de homologación.