A pesar de que he probado muchos Mazda a lo largo de los años, al Mazda-6 más moderno (el correspondiente a la época en la que mantengo este blog) no le he prestado demasiada atención; al menos, en cuanto a la realización de pruebas. Porque al coche en sí, desde que tiene esta denominación nacida en 2002, siempre lo he considerado como realmente excepcional dentro del segmento D, especialmente por su comportamiento rutero y agrado de conducción. Cierto que en aquellos primeros años hasta 2008, probé una buena cantidad de versiones, en cilindradas 1.8, 2.0, 2.3 y 2.3-MPS; esto, por lo que se refiere a la gasolina; porque en turbodiesel, y siempre por aquellos años, también tuve bastante contacto con el motor 2.0, en sus variantes de 120, 136 y 143 CV. Todo ello, sin tener en cuenta a su antecesor, el también muy estimable Mazda 626, del que habré probado fácilmente más de media docena, con un u otro tipo de propulsor.
Pero digamos que en la época moderna, la que coincide en 2010 con el inicio de este blog -y sobre todo a partir de la aparición de la tecnología SkyActive (compresión muy elevada en gasolina y muy baja en gasóleo)- no he probado el motor de gasolina de 145 CV más que en dos ocasiones (2013 y 2015). Y en cuanto al 2.2D, estamos en las mismas, si no peor: se probó en 2013 el de 150 CV, y en 2017 el de 175 CV, para una comparativa frente a los Ford Mondeo, VW Passat y Opel Insignia. Por el contrario, tanto los Mazda-2 como Mazda-3, así como los SUV CX-3 y CX-5 (incluyendo hace muy poco el peculiar 2.5 automático de 194 CV,) los he probado en infinidad de ocasiones, así como las dos variantes (1.5 y 2.0) del roadster MX-5.
Pero el Mazda-6 es como si hubiese sido el “patito feo”: mucho hablar de él en comparación con sus rivales del segmento D –comparación en la que siempre sale bien parado, y eso que la competencia es muy dura-, pero muy poco de probarlo específicamente. Así que casi a finales del pasado año, y de cara a una escapada vacacional habitual en esas fechas (aunque sean raras a dichos efectos) decidí aprovechar la ocasión para renovar el contacto con el Mazda-6. Y ya de paso, someterlo a la prueba del circuito efectuada a los ya no tan nuevos cruceros algo más tranquilos que los de años atrás. Y para ello me pareció más interesante decantarme por el 2.2D, tanto por ser el más económico de consumo -ya sea en litros y no digamos en euros, y por ello más indicado para el nuevo ritmo de marcha- como porque de éste ya disponía de varios datos comparativos en el segmento D, mientras que con gasolina no hay todavía ninguno.
Siguiendo con este enfoque utilitario, pedí si era posible probar la versión de 150 CV, a la par que la carrocería Station Wagon, que nunca se ha probado con ningún motor, aunque es de suponer que sus resultados no varíen demasiado respecto a los de la berlina equivalente. Pero faltando unos pocos días para recoger el coche, me comunican que lo que estaba disponible era una berlina, y con el motor de 175 CV. Cierto que tampoco ésta se había probado al ritmo lento, pero con sus desarrollos más cortos, a la par que con su motor de temperamento mas exuberante, estaba claro que, en cuanto a economía, no iba precisamente a dar ninguna sorpresa.
Así que me encontré de nuevo, dos años y medio exactamente después de haberlo probado para la comparativa, con el mismo coche que apareció en ésta, publicada como primera prueba de Septiembre de 2015, con el nº 195 (por si alguien tiene la curiosidad de revisarla). Pero no era exactamente el mismo coche, especialmente en opinión de la marca, puesto que entre ambas ocasiones, y muy próxima a la que nos ocupa, había habido un “restyling”, que al margen de aspectos cosméticos, de equipamiento e insonorización, también afectaba al equipo de inyección del motor, tanto a la propia gestión como a los inyectores. Estas ligeras modificaciones hay que tomarlas con cierta prevención, puesto que a efectos prácticos suelen resultar imperceptibles; pero en ocasiones salta la liebre (para bien o para mal), como está ocurriendo en algunas marcas a partir de los retoques de gestión posteriores al VW-gate. Y eso que nuestra prueba se realiza siempre iniciándola con el motor ya bien caliente, y por tanto en condiciones totalmente estabilizadas de cara a la gestión.
El caso es que la ficha técnica resumida es la que ofrecemos a continuación, y que no difiere más que en algunos milímetros en las cotas y en algún kilo en el peso con la de hace más de dos años:
Mazda6 Sedán 2.2-D Bi-Turbo:Motor: 2.191 cc; 175 CV a 4.500 rpm; 42,8 m.kg a 2.000 rpm. Transmisión: Tracción delantera; caja de seis marchas, con 45,0/53,9 km/h a 1.000 rpm en 5ª/6ª. Neumáticos: 225/45-19 (Toyo Proxes). Cotas (longitud/anchura/ altura): 4,87/1,84/1,45 metros. Peso (sin conductor con depósito lleno): 1.405 kg (oficial)/1.440 (Tarjeta I.T.). Velocidad máxima: 223 km/h. Consumo extra-urbano: 3,9 l/100 km. Emisión ponderada de CO2: 119 g/km. |
Recordemos que la cilindrada 2.2 en turbodiesel para turismos o vehículos ligeros en general, ya sólo la conservan unos pocos fabricantes japoneses, a los que curiosamente se ha unido Alfa-Romeo para su Giulia. El resto se mantiene, para sus motores más prestacionales, justamente en la frontera del 2.0. Como en buena parte de los motores que superan los 170 CV (en pasando de 185 ya lo hacen todos) el sistema de sobrealimentación consta de dos turbos. Pero como a Mazda le gusta huir de los senderos trillados, sus dos turbos son ambos de geometría fija, cuando lo habitual es que haya uno pequeño de álabes variables, y otro fijo más grande y lento de entrar en acción para reforzar a medio y alto régimen, cuando se pisa a fondo. Circunstancia esta última cuando la rapidez de respuesta del turbo ya no es tan crítica como el primer empujón a régimen muy bajo, para el momento inicial de una recuperación.
Como es habitual, los dos turbos pueden trabajar juntos o por separado en diversas combinaciones de regímenes y nivel de presión sobre el acelerador; pero esto es algo que está fuera del control del conductor, que lo único que puede hacer es pisar en función de lo que necesita en ese momento, y esperar que la respuesta sea lo más rápida y contundente posible en recuperación, y lo más económica a régimen de crucero constante. El soplado máximo es importante: 2,7 bar absolutos; y por ello, el par máximo alcanza la respetable cifra de 42,8 m.kg. Pero a un régimen relativamente alto para lo habitual en los turbodiesel modernos, que suelen tener su máximo (o el inicio de su “meseta” de valor constante) no más allá de las 1.800 rpm. Lo que también tiene –unido a su baja compresión de 14,0:1- es un doble variador de fase en la distribución, con una actuación muy peculiar durante el arranque en frío, para evitar la utilización de AdBlue.
Como es un motor de cotas grandes y carrera larga (86,9/94,3 mm), lleva un eje de equilibrado; pero el resultado final, que es lo que cuenta, son dos valores muy fuertes tanto para potencia como par máximo. Ahora bien, a regímenes tirando a altos en ambos parámetros, y con curva de par bastante “picuda”; puesto que a partir de su notable máximo a 2.000 rpm, luego cae nada menos que 15 m.kg hasta el valor correspondiente a potencia máxima, puesto que se queda en menos de 28 m.kg. Cierto que un régimen que a su vez es muy alto, puesto que no es habitual que la potencia máxima se consiga habitualmente por encima de las 4.000 rpm, y en este caso se va hasta 4.500; y todavía sigue revolucionando más, si no se cambia de marcha.
Para equilibrar estas características del motor, y también porque, de todos modos, se trata de la versión más prestacional y que se supone menos preocupa a sus compradores en cuanto a economía, la misma caja de cambios de la versión de 150 CV recibe aquí unos grupos más cortos (lleva dos, como toda caja de triple eje). El resultado es que dispone de unos desarrollos en 5ª y 6ª como los reflejados en la ficha situada cuatro párrafos más arriba; desarrollos tan cortos para 175 CV que serían aceptables para uno de los actuales motores 1.6 de 120 a 136 CV; incluso, o poco menos en una carrocería de este tamaño, o bien en un SUV de tipo medio.
Las ruedas son enormes: llanta 19”, con un diámetro externo de 685 mm y una circunferencia de rodadura de 2,09 metros. Pero lo que hace Mazda es que, en cualquier variante de sus coches, suele mantener siempre la misma anchura de sección, que en este caso es una muy discreta 225 mm. Juega con el diámetro de llanta y el perfil de la sección, para mantener siempre la misma rodadura, y poder comercializar las dos o tres opciones con el mismo desarrollo e instrumentación. Esto se puede hacer cuando se confía mucho en la bondad de la suspensión, puesto que en las variantes más potentes y deportivas no se precisa recurrir a unos neumáticos muy anchos para conseguir el agarre adecuado a la potencia disponible.
Pero el Mazda-6 se presta perfectamente a esta estrategia; de hecho, la elección entre llantas de 17” o 19” acaba siendo más que nada estética. De no ser porque el neumático de llanta 19”, aunque de la misma anchura, es de sección más baja y, por lo general, de carcasa más rígida y deportiva; factores ambos que contribuyen a disminuir la deriva a igual velocidad de paso por curva, y simultáneamente, a aumentar la adherencia al límite.
Y vamos ya con el resultado de la prueba que nunca habíamos realizado con ninguno de estos Mazda-6; el recorrido a ritmo nuevo, y su comparación con algunos rivales:
Resultado del Mazda6 Sedán 2.2-D Bi-Turbo en el circuito habitual:Ritmo económico NUEVO: Consumo: 5,29 l/100 km. Promedio: 97,5 km/h. |
El tiempo invertido fue de 5h 10m, prácticamente en el centro de gravedad de los que venimos consiguiendo a este ritmo; fue un buen día en lo referente al tráfico, pero con el piso húmedo y la lluvia chispeando durante los primeros 140 km; pudo perjudicar en un minuto de tiempo o, como mucho, dos. Para la comparación con coches más o menos equivalentes, y como todavía tenemos pocos 2.0/2.2 de 170 CV o más, hemos incluido algún motor 1.6 de buen rendimiento (Opel de 136 y 160 CV), tanto en un Astra como en un Insignia; siempre sirven como una referencia más.
Y el resultado es que viene a quedar colocado en el centro del grupo: el más económico ha sido un sorprendente Insignia Grand Sport con el 2.0 (monoturbo) de 170 CV, que se conformó con unos frugales 4,80 l/100 km, y eso con un tiempo récord de 5h 05m. Vienen luego, empatados con 5,24 l/10 km (casi medio litro más que el anterior) un Volvo V-40 BiTurbo 2.0 de 190 CV y cambio automático (8 marchas) que tardó 5h 06 m, y de nuevo un Insignia, pero éste con el 1.6 de 136 CV, pero neumáticos de sección 245. El siguiente es nuestro Mazda-6 de esta prueba, por delante de otros dos coches que empatan a 5,35 l/100km, que son el Alfa-Romeo Giulia 2.2 (monoturbo) de 180 CV y neumáticos de nada menos que 255 (5h 06 m), y el Astra 1.6 pero BiTurbo de 160 CV (5h 05m).
Con dos excepciones, todos llevaban neumáticos de sección 225, y casi todos han sido muy rápidos, con tiempos oscilando entre 5 horas y de 5 a 8 minutos, con la única excepción precisamente del Mazda-6, que se nos quedó en 5.10, debido a las mencionadas condiciones del pavimento. Así que su resultado lo podemos considerar como normal tirando a bueno, teniendo en cuenta el hándicap de sus desarrollos tan relativamente cortos; pero éste es un problema generado por el fabricante, que para economía ya tiene la variante de 150 CV, aunque sigue siendo BiTurbo.
Pero tenemos un dato más de consumo: el de las vacaciones. Mantuvimos tanto cuenta-km como el ordenador sin tocar desde la salida, para tener datos muy fiables (por la amplitud de la utilización), y el resultado fue un consumo señalado de 5,8 l/100 km, que deberían ser 5,7 reales, teniendo en cuenta que en la prueba habitual había marcado 5,4 para un consumo real inferior a 5,3. La conducción se compuso de unos 700 km (dos tramos de 350, de ida y vuelta) cubiertos a 129 km/h de GPS, más de unos 600 de carretera convencional mezclada con un poco de autovía, recorridos a 90/100 en el primer caso (con bastante trafico de camiones), y sobre 110 en la autovía. Una conducción algo más rápida que en la prueba habitual; y por lo tanto, salen 0,4 l/100 km más. Razonable, y con un consumo francamente sobrio para un coche de casi 4,9 metros y un peso en vacío por encima de 1.400 kilos; más las dos plazas ocupadas y bastante equipaje.
En cuanto al comportamiento, diremos que el motor tira bien (al fin y al cabo es un 2.2) a menos de 1.250 rpm, aunque no con la ferocidad que sería lógico esperar de las cifras de par y potencia (si no se atiende a sus regímenes). Eso, a tan bajo régimen; pero en cuanto se sobrepasan las 1.750 rpm, ese buen empuje se transforma en “patadón”, aunque al poco de sobrepasar las 3.000 rpm ya se nota que el soplado afloja, y el empuje se vuelve a quedar en bueno, pero no espectacular. Es decir, que hay una zona intermedia de unas 1.500 rpm (entre 1.750 y 3.250 rpm) en las que el motor empuja como una auténtica mula (de las que no salen remolonas); y esa es la zona en la que se supone debe moverse el usuario-tipo de este coche, que no debe estar especialmente preocupado por la economía de consumo.
De hecho, durante la prueba específica de consumo, había que tener mucho cuidado, incluso en 6ª, porque al aproximarse a las velocidades de crucero, si no se levantaba el pie con cierta anticipación, se encontraba uno por encima del 100 y el 120 sin darse apenas cuenta. Y lo cierto es que en 6ª lo hace casi todo; aunque por debajo de 80 km/h de aguja, el empuje no sea equiparable al que tiene de ahí para arriba. Recíprocamente, en las retenciones ocurre algo similar, pero justo a la inversa; la eficiencia del dispositivo i-ELoop, recargando eléctricamente y a 24 voltios un capacitor (supercondensador) de gran velocidad para cargas pequeñas y medias, se nota mucho, produciendo la extraña sensación de que un coche ya bastante pesado, con buena aerodinámica y neumáticos de anchura muy razonable, no “desliza” en 6ª como debería. Y ello se debe a que está un tanto frenado por la recarga eléctrica, lo que le convierte en una especie de híbrido ligero.
El manejo del cambio es perfecto, por suavidad y precisión; la dirección es francamente rápida, con poco más de dos vueltas y media de tope a tope, para un diámetro de giro de 11,2 metros. Por ello, el coche resulta sorprendentemente ágil, tanto en el tráfico como en zonas viradas, respecto a lo que sería de esperar de su tamaño. Como ya hemos dicho en otras ocasiones, la combinación de una excelente geometría de suspensión, de la amortiguación Kayaba (en el punto exacto entre confort y firmeza) y de la llanta de 19” (con huella de contacto muy larga), dan lugar a un comportamiento rutero que tienta al conductor para aplicarle al coche una conducción deportiva que en realidad no cuadra con su tamaño y prestancia. Pero lo que sí permite es mantener un ritmo constante de marcha, sin hacer alardes, que se las hace pasar canutas al que se empeña en seguirte.
Las luces son muy buenas, aunque no llegan a la perfección que tenían las del CX-5 2.5 automático 4WD, que rayaban en lo inmejorable. Y también se aprecia los resultados de este segundo intento de rebajar el nivel de sonoridad; es evidente que se ha conseguido bastante. Pero todavía no llega al nivel de los Mondeo/Passat/Insignia, aunque ya está muy cerca. Habrá que ver, dentro de algunas semanas (más bien meses, supongo), qué ofrece el radicalmente renovado Peugeot 508; cuya versión que acaba de desaparecer me encantaba personalmente por lo clásico de su equipamiento y la facilidad de adaptarse a su manejo. Esperemos que no lo hayan estropeado.
«Como en buena parte de los motores que superan los 170 CV (en pasando de 185 ya lo hacen todos) el sistema de sobrealimentación consta de dos turbos»
Mi 2.0 TDI de 190cv de origen VW difiere. Al igual que el de BMW.
@1
Y Mercedes, y Renault, y Volvo…
Vamos, que al final tampoco son tantos los que no lo hacen.
Venga, hala, otro Mazda. Esta pagina entera es un publirreportaje de Mazda. Ya empezó con aquella entrevista absurda de Jaime Moltó al consejero de Mazda, entrevista que no ha hecho con nadie mas. Y desde entonces esta pagina es un festival de Mazdas. Otra forma de hacer publicidad encubierta es que la preponderancia de una marca sobre las demás sea tan notoria que se te vea el plumero
@2 diría que el de Volvo es biturbo, el de mercedes no lo he contado porque creo que es un 2.2 (tengo dudas y no tiempo para mirarlo), y Renault… bueno, ni idea de qué motores gasta 🙂
@4,
Diria vd mal.
El Mercedes es un 2.0 de 194 CVs, lanzado en la Clase E (sustituye al 2.2 del que vd. habla).
Volvo biturbo es la version D5, el D4 es monoturbo.
Renault vendio una version de 190 CVs de su 2.0 y era monoturbo.
@5
En ese caso le pido perdón.
Aunque en el de Volvo creo que debo insistir: D4204T14 es biturbo a partir de potencias de 190cv. Parece que lleva un montaje de Borg Warner de dos turbos secuenciales.
Un saludo
@6
No tiene que pedir perdon
https://www.volvocars.com/intl/cars/new-models/xc60/specifications
El d4, quería decir, no el t4!
Buena maquina; me gusta. Y con ese cambio tirando a corto, debe ser un gusto de llevar..
Sorprende ver una llanta 19″ en un coche asi, pero por lo que dice en la entrada, al menos se ha hecho con criterio tecnico y manteniendo un ancho y un perfil razonable; eso si, debe ser una medida con pocas opciones a la hora de cambiar, y probablemente cara.
@5 Creía que Renault lo máximo que había sacado era 177-180CV del motor de 2 litros (que creo que aún está disponible en el X-Trail).
¿Qué coches montaron la versión de 190CV?
No sé, me uno a la protesta por elegir otro Mazda.
Creo que es demasiado, hay al menos treinta marcas más a la venta y no se le hace ni un cuarto de atención que a esta.
Además, una berlina 2.2 Diesel que no tiene nada de especial ni destaca en nada.
Confiamos en km77 y su exquisito equilibrio (hasta ahora).
También pudiera ser que esas otras marcas no tengan la misma disponibilidad de coches de prueba, o directamente no tengan..
En vez de criticar por criticar, convendría saber estas cosas, digo yo..
Ya, pero si así fuese convendría decirlo en el primer párrafo nada más empezar, sería bueno para los lectores y sería bueno para las marcas, de cara a que tengan coches disponibles, ya que eso de salir en prensa es muy bueno.
Algo raro es, porque puede ser que alguna marca, la mayoria minoritarias, no tengan coches disponibles, pero muchas…no sé.
Al margen de esto creo que poco aporta en este momento -otra- prueba de -otro- Mazda 6, siendo un coche tan minoritario como un Kia Optima, Volvo XC90, Land Rover Range Rover, Toyota Avensis o Peugeot 108, de los cuales entre todos esos solo se ha probado una vez y gracias.
Merecería la pena al menos hacer un esfuerzo e intentar otra cosa.
Y lo dice algien que rara vez comenta, pero está atento a cada nuevo blog de Arturo, y alguien que le da un diez a Mazda como marca, pero en mi humilde opinión….no sé, otra vez es demasiado, no es justo, no aporta.
Si no me equivoco, este motor Mazda 2.2d es de los pocos Diesel que quedan de 2 litros o más cilindrada que no lleva SCR-Adblue. Supongo que gracias a su bajo índice de compresión (14:1) y al pequeño turbocompresor de álabes fijos y baja inercia para cargas medias y bajas (hay otro más grande, también de álabes fijos, que se pone en funcionamiento a cargas elevadas, por cierto, en la base de datos de km77 se indica que este 2.2d 175 equipa sólo un turbocompresor de geometría variable), las presiones de admisión pueden mantenerse en rangos no muy elevados, y así conseguir que las emisiones de NOx se mantengan en niveles homologables. ¿Habrá modelos híbridos Diesel-eléctricos de Mazda en un futuro, como los que están planteando otros fabricantes?
Saludos
Por otra parte, me llama la atención que el Mazda6 2.2d 150, con una 6a de 59,3 km/h homologue 104 g/km CO2, mientras que el Mazda6 2.2d 175 acorta su 6a hasta 53,9 km/h para quedarse justo en los 119 g/km y estar exento del impuesto de matriculación. Si no hubiera habido esos límites de CO2 ¿se habría optado por una 6a aún más corta?
Saludos
Vicente, el Golf GTD 2.0 184Cv -por ejemplo- tampoco usa urea, con peso similar y seguramente peor aerodinámica. (no podemos fiarnos de la velocidad máxima, me temo)
Lo digo porque todas esas medidas que expones podría parecerle a alguien que justifica la prueba de este modelo.
Lo del doble turbo es muy bonito en la teoría, pero luego al cabo de los años la fiabilidad se reduce, o al menos probabilísticamente.
Ahora, por cierto, vendría bien comparar este consumo contra un Mazda 6 2.2 175 automático, contra el Mazda 6 2.2 150 manual, el Mazda 6 2.0 gasolina 145, el Mazda 6 2.5 192Cv gasolina, y si me apuras sería fantástico compararlo con otros Mazda de otros mercados, como el americano o el japonés con motores de similar potencia, estaremos atentos.
@Master1 Yo no trato de justificar ninguna prueba, ya que considero que cada autor o medio de comunicación es muy libre de probar lo que mejor le parezca. Si por mí fuere, estaría más interesado en los modelos híbridos con apoyo eléctrico (Scénic 1.5d, Baleno 1.0, Clase S de 6 cilindros en línea,…), pero como viene siendo habitual en este blog, supongo que hasta que estos modelos no lleven un tiempo prudencial en el mercado, AdeA no se animará a probarlos.
Aunque comprendo sus quejas y su ironía respecto al trato de favor que parecen dispensar estos blog a los modelos de Mazda, si nos atenemos a la singular o disruptiva tecnología que suelen aplicar, creo que sí merecen un interés especial por su parte. De todos modos, sólo hay que observar sus cifras de ventas en España, para darse cuenta que esta sobreexposición mediática tampoco les está resultando muy útil comercialmente, seguramente porque sus defectos están tan expuestos como sus virtudes.
En todo caso, en lo que a mí respecta, me vale cualquier prueba de AdeA para hablar de coches, tendencias tecnológicas, estrategias comerciales,… ya que en los comentarios siempre surgen detalles para reflexionar sobre aspectos muy diversos, aunque AdeA no se haya referido a ellos específicamente.
Ahora que lo comenta, me llama la atención que Mazda no haya conseguido que el Mazda6 2.2d 175 aut. homologue menos de 120 g/km CO2, cuando el 508 2.0d 180 aut, Serie3 2.0d 190 aut, Giulia 2.2d 180 aut,… sí lo consiguen.
Saludos
Disculpa, no, quería decir que “justifica” pero como idea general, no que tú lo intentases justificar.
En el caso del BMW y el Alfa en mi opinión será por tener cambios automáticos de 8 velocidades con desarrollos finales de 70kmh por mil (entre otras cosas, ya que el BMW por ejemplo homologa con 205, son esas cosas de los modelos alemanes Premium que alcanzan tropecientos por hora y consumen nada, aunque para el 0-100 seguro que montan el pack sport M con 245 o más).
El caso más extraño es el del Peugeot con cambio automático aún de 6 velocidades, supongo que ese modelo de 2015 se acogía a normas menos exigentes.
El tema de las ventas de Mazda es algo también curioso, ya que no solo a nivel de producto y marketing lo están haciendo bien, también hay buena respuesta en cuanto a coches disponibles en stock y con precios que no se disparan. Si uno va a concesiones lo puede comprobar. Quizás algún experto de los muchos que hay aquí pueden ayudar con este tema, si es que hay algún motivo que se nos escapa o si simplemente “es así” porque en la vida el éxito depende de muchas cosas incontrolables.
Ves, al final acabamos hablando de Mazda, cosa que no quería.
Preciosa línea y unas prestaciones muy buenas, espero poder probar este gran coche muy pronto.
16, Master1.
Dice Ud. que «Lo del doble turbo es muy bonito en la teoría, pero luego al cabo de los años la fiabilidad se reduce, o al menos probabilísticamente.»
Tiene datos acerca de esa mayor fragilidad del doble turbo? Es que a mi, sin datos, me parece más problemático un turbo variable* que dos fijos.
*El ambiente del lugar donde van las «persianas» no es precisamente lo más aconsejable para que algo gire subre su eje.
No, no tengo datos, pero entiendo que dos elementos serán menos fiables que otro elemento diferente aunque los dos primeros lo sean ligeramente más por separado(como en el cálculo del error acumulado, por ejemplo).
Además, está también el tema de hacer algo diferente, cambiar el modo habitual de trabajo, al pasar de uno a dos turbos, aspecto que nunca estará ta bien pulido como algo que llevas haciendo al menos los 7 años anteriores.
Por no hablar del poco o nulo caso que haga la central de Mazda a nivel mundial a un posible problema de motor tipo Diesel, con el poco % e importancia que representa para sus intereses…eso es un búscate la vida mercado europeo del sur.
Si el sistema que mueve los álabes de un turbocompresor de geometría variable falla, supongo que estará diseñado para dejar sus álabes en cierta posición fija, de modo que su aerodinámica resulte lo suficientemente efectiva como para que el motor pueda seguir funcionando, aunque no ofrezca tanta potencia, y lo haga en un rango más estrecho de revoluciones.
En un turbocompresor de geometría fija, las turbinas de escape y admisión no tienen partes móviles, y como giran como un conjunto solidario, sólo se me ocurre que fallen sus rodamientos. En el caso de un turbocompresor grande, pesado, y de elevado momento de inercia, creo que la probabilidad de desajuste y desgaste prematuro de sus rodamientos, es bastante mayor que en el caso de un turbocompresor pequeño, ligero y de bajo momento de inercia.
En el caso de disponer de dos turbocompresores de geometría fija, uno pequeño y otro grande, como ocurre con estos motores Mazda 2.2d Skyactiv (por cierto, creo que este bloque siempre ha equipado dos turbos, mientras que el 1.5d sí equipa uno de geometría variable), supongo que la fiabilidad del sistema de sobrealimentación dependerá fundamentalmente de la del turbocompresor pequeño, ya que en el caso de que éste falle, no creo que el grande pueda resultar efectivo. Además, con sólo 14:1 de índice de compresión geométrica, en caso de fallo del turbocompresor pequeño, la potencia que será capaz de generar como motor atmosférico será muy baja, ya que su cilindrada (2.2d) tampoco es muy elevada.
Saludos
«Mazda 2.2d Skyactiv (por cierto, creo que este bloque siempre ha equipado dos turbos, mientras que el 1.5d sí equipa uno de geometría variable)»
No, fue a finales de 2011 cuando redujeron la relación de compresión en el 2.2, desde 2008 a 2011 tenía solo uno de GVariable.
@Master1 Eso es, me refería al bloque de aluminio de 2191 cm3 actual, y que ya lleva en el mercado unos cuantos años, no al antiguo bloque de fundición de hierro de 2184 cm3.
Saludos