Han transcurrido cinco años exactos desde que publicamos la prueba (fue la última de 2012) del primer Mégane equipado con el motor 1.6-dCi de 130 CV. Aunque no fue el primer contacto con dicho motor, puesto que previamente ya lo habíamos conducido medio año antes en el Nissan Qashqai; y posteriormente en el Renault Scénic corto, a principios de 2015. Parece que tanto el Mégane como el 1.6-dCi 130 pretendiesen eludirnos, puesto que hemos tardado tres años en volver a encontrarnos con esta motorización, y nada menos que cinco con el renovado modelo, que hace ya dos años (en otoño de 2015) pasó de su tercera a su cuarta generación.
La evolución generacional del Mégane ha estado perfectamente escalonada, desde que apareció en otoño de 1995 sustituyendo al Renault 19. La segunda generación llegó en 2002; la tercera, en 2008 y, como acabamos de decir, la cuarta vió la luz hacer dos otoños. Un cambio prácticamente cada siete años, con el oportuno “restyling” en cada generación sobre el cuarto año de su existencia. Una renovación perfectamente orquestada, y con una evolución estética también muy controlada, sin saltos bruscos.
El Renault Mégane, junto con el Seat León, el Opel Astra, el Ford Focus, el VW Golf y la saga Peugeot 30X -como marcas implantadas en España con fábricas- vienen constituyendo, en lo que va de siglo, el espinazo del segmento C de nuestro mercado. Y a su vez la motorización 1.6 turbodiesel también se ha afirmado como la más común en dicha categoría (aunque cediendo algo frente a la gasolina últimamente). Así que el reencuentro con el Mégane 1.6-dCi de 130 CV no podía ser más oportuno, aunque algo tardío.
Pero, al menos según la apariencia de los datos, ¿ha cambiado mucho el Mégane entre su tercera y su cuarta generación? Teniendo en cuenta que la plataforma es nueva (al menos en parte, porque en estas cuestiones nunca se acaba de saber hasta donde llega la renovación) así debería de ser. No obstante, y puesto que el motor no se ha modificado en cuanto a los datos puramente numéricos, el resto de los datos debería ser el que presentase ciertas diferencias; pero tales diferencias no resultan de mucho relieve.
Así que, para esclarecer el asunto, comenzaremos por reproducir la ficha técnica resumida del coche que probamos hace cinco años, cuando estrenó (aunque no como primicia) el motor 1.6-dCi de 130 CV:
Mégane 1.6-dCi Energy 130 CV a/m ’12:Motor: 1.598 cc; 130 CV a 4.000 rpm; 32,6 m.kg a 1.750 rpm. Transmisión: Caja de seis marchas, con 50,9 km/h a 1.000 rpm en 6ª. Neumáticos: 205/50-17 SportContact-5. Cotas: (longitud/anchura/altura): 4,30/1,81/1,47 metros. Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.278 kg. Velocidad máxima: 200 km/h. Consumo extra-urbano: 3,6 l/100 km. Emisión ponderada CO2: 104 g/km. |
Y ahora presentamos la ficha del modelo actual, con el mismo tipo de carrocería:
Mégane 1.6-dCi Energy 130 CV a/m ’17:Motor: 1.598 cc; 130 CV a 4.000 rpm; 32,6 m.kg a 1.750 rpm. Transmisión: Caja de seis marchas, con 45,3/51,2 km/h a 1.000 rpm en 5ª/6ª. Neumáticos: 205/50-17. Cotas: (longitud/anchura/altura): 4,36/1,81/1,45 metros. Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.318 kg. Velocidad máxima: 198 km/h. Consumo extra-urbano: 3,6 l/100 km. Emisión ponderada CO2: 103 g/km. |
Como es fácil de apreciar, las diferencias son nimias: 6 cm más de longitud y 2 cm menos de altura; un perfil de silueta lateral ligeramente más estilizado. El peso, eso sí, se incrementa en 40 kilos, lo cual puede deberse a una plataforma y monocasco más robustos, al incremento de equipamiento, o a una combinación de ambas causas. Y en cuanto a velocidad, consumo y emisiones, seguimos estando como estábamos. Pero hay novedades que en esta ficha no aparecen: por ejemplo, los discos de freno delanteros heredan los del anterior modelo de 180 CV de gasolina, pasando de 280 a 296 mm; y las cotas básicas de la plataforma también aumentan: la batalla pasa de 2.641 m a 2.669 mm (28 mm más), y las vías se ensanchan 47 y 39 mm, respectivamente (subiendo a 1.591 y 1.586 mm). También hay un retoque en el piñonaje del cambio, para acabar casi con los mismos desarrollos antiguos.
Pero el lector meticuloso habrá observado que del nuevo sólo hemos especificado la medida de neumático (que tampoco cambia), pero no el tipo. Y ello se debe a que el Mégane del que hemos dispuesto para la prueba no era el clásico “hatch-back” dos volúmenes y cinco puertas, sino el familiar ST. Hasta aquí llega la resistencia de este escurridizo modelo para dejarse probar. No obstante, las diferencias entre ambos son mínimas, en cuanto a los datos que aparecen en la ficha técnica resumida. Diferencias que, al margen de especificar el tipo de neumático (que no sorprenderá a nadie), se reducen a dos: longitud y peso; y estos son los datos del Mégane ST:
Mégane ST 1.6-dCi Energy 130 CV a/m ’17:Como 5P a/m ’17, excepto: Neumáticos: 205/50-17 Michelin Primacy-3. Cotas: (longitud): 4,63 metros. Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.394 kg. |
El incremento de longitud de 27 cm es notable; y por lo tanto, el de 76 kilos de peso resulta razonable, porque en ese tramo añadido hay mucha chapa y bastante cristal. Pero la aerodinámica sigue manteniéndose, oficialmente, en un S.Cx de 0,69 para ambas carrocerías; y no hay variación ni en velocidad máxima ni en consumos homologados, aunque se pierde medio segundo de aceleración sobre el kilómetro con salida parada (sube de 31,5 a 32,0 segundos). Este incremento de longitud del ST respecto al dos volúmenes viene a confirmar algo que ya hemos destacado en anteriores ocasiones: tanto las versiones sedán de dos volúmenes y medio como los familiares de los actuales segmento C se meten en un tamaño que hace bien poco correspondía a los segmento D, con longitudes siempre por encima de los 4,6 metros.
Hicimos al principio una referencia respecto a lo progresivo de la evolución del Mégane entre su tercera y cuarta generación. Pero al revisar todas las cifras, una campanita nos resonó allá por las circunvoluciones cerebrales: los datos del nuevo Mégane dos volúmenes nos daban una clara sensación de “déjà-vu”, como de fotocopia de algo ya bien conocido. Y pronto se encendió la bombilla: el “alter ego” del Mégane era el también más o menos recientemente renovado Opel Astra. Y para facilitar el trabajo y comprobar lo acertado de nuestra asociación de ideas, incorporamos la ficha del Astra de nueva generación probado hace no mucho tiempo:
Opel Astra 1.6-CDTI 136 CV a/m 2016:Motor: 1.598 cc; 136 CV de 3.500 a 4.000 rpm; 32,6 m.kg de 2.000 a 2.500 rpm. Transmisión: caja de seis marchas, con 43,0/52,0 km/h a 1.000 rpm en 5ª/6ª. Neumáticos: 225/40-18 (Dunlop SP Sport-Maxx). Cotas: (longitud/ anchura/altura): 4,37/1,81/1,48 metros. Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.275 kg. Velocidad máxima: 205 km/h. Consumo extra-urbano: 3,9 l/100 km. Emisión ponderada de CO2: 103 g/km. |
Como se verá las similitudes son llamativas; se diría que quien ha comprado a Opel es Renault y no PSA (o viceversa): idéntica cilindrada, una diferencia de sólo 6 CV (un 4,5%), idéntico par máximo, desarrollos muy similares, cotas equivalentes, velocidad muy parecida y las mismas emisiones de CO2. El neumático es más grande (típico en un coche alemán), y quizás por ello, el consumo extra-urbano sube tres décimas; pero en cambio, las emisiones de CO2 se mantienen, dando a entender que el Astra consume mucho menos en ciudad. Uno más de los misterios de la homologación NEDC.
Ahora bien, el peso del Opel resulta ser 43 kilos más ligero. Lo cual se debe a que Opel, en su cambio de plataforma, rebajó el peso del Astra nada menos que en 153 kilos (parece mucho, pero son los datos de los que disponemos). Por el contrario, esto del peso parece ser la asignatura pendiente de Renault, ya que tanto VAG (VW y Seat), como Ford, Peugeot y Opel han reducido de forma apreciable el peso de sus segmentos C en sus últimas renovaciones. Por si fuesen pocas las similitudes, la estética de Mégane y Astra –tanto en berlina como en coupé- ya venía siendo muy similar en la generación anterior.
Toda esta disquisición viene a cuento de confirmar algo que no ya en este blog, sino en la opinión casi unánime de una gran mayoría de aficionados, es casi “vox populi”: los coches actuales son cada vez más parecidos entre sí, e incluso llegan a parecer prácticamente intercambiables, como es el caso de los actuales Mégane y Astra con carrocería de dos volúmenes y con motor 1.6 turbodiesel en la zona de los 130 CV. Quizás se deba a que los coches, en sí, son cada vez mejores, y esa perfección tiende a aproximarlos.
Pero también a que, cada vez más, el diseño global de un coche es el producto del trabajo multidisciplinar de diversos grupos de ingenieros que diseñan aspectos específicos, que todos han estudiado lo mismo, y acaban llegando, lógicamente, a las mismas conclusiones. Ya casi no existe la figura del genial ingeniero-jefe que, equivocado o no, marcaba su impronta en cada modelo. Son muy pocas la marcas (japonesas casi todas, por cierto) como son Honda, Subaru o Mazda, que se salen de los senderos trillados, y con buenos resultados.
Pero volvamos a nuestros Mégane (de una y otra carrocería). Y un detalle que ya nos llamó la atención hace cinco años sigue presente; y no sólo para ellos, sino que también se ha mimetizado en el Astra. Se trata de que, pese a disponer de un poderoso par máximo de 320 Nm, y de unos pesos en torno a los 1.300 kilos, utilizan un desarrollo final en 6ª que oscila en la estrecha horquilla de los 50 a 52 km/h a 1.000 rpm. Esto en sí podría no ser ni bueno ni malo; pero lo que sí resulta es, al menos, chocante con lo que ocurre en el segmento D. Aunque también en estos últimos se utiliza con profusión el motor 1.6, vayamos para la comparación a los que montan un 2.0-TD del orden de 150 CV, que viene a ser un “standard” muy habitual.
Y el par máximo de estos motores suele oscilar desde los mismos 320 Nm para las versiones más conservadoras hasta 380 Nm para las más prestacionales, dentro de esa potencia de 150 CV, o poco más. Pero estos segmento D, por lo general sedanes de dos volúmenes y medio, vienen a pesar unos 100 kilos más, como poco, que los dos volúmenes del segmento C. Eso sí, puesto que su sección frontal apenas resulta superior, y en cambio su Cx suele ser más favorable, su aerodinámica final es mejor. Pero, ¿tanto como para, con un mayor peso y capacidad de carga, alargar su desarrollo final a la zona de 55 a casi 60 km/h? Porque cada km/h de incremento de desarrollo pesa lo suyo en la capacidad de recuperación en 6ª.
La posible explicación es que se considera que el usuario medio del sedán de segmento D es un tipo más reposado, más tranquilo y de edad media más elevada que el de un segmento C; más burgués, por resumirlo en una palabra. Y que, por lo tanto, aprecia más el silencio de marcha a un régimen más bajo de revoluciones. Y también podría ser que, pese a su generoso maletero, el sedán de dicho segmento D ya no se carga tanto como en tiempos, y los viajes con frecuencia son con sólo dos o tres ocupantes; dejando libre el terreno a los SUV y MPV (o a familiares como este Mégane ST) para el clásico viaje familiar con multitud de niños pequeños e impedimenta de lo más variopinta.
Pero, sea como sea, lo cierto es que el actual Mégane 1.6-dCi de 130 CV, con esa 6ª de 51,2 km/h -que a exactamente 90 km/h reales ya dispone a tope de ese par máximo de 320 Nm-, tiene una capacidad de recuperación más que notable sin bajar de marchas. Aunque no hace falta llegar a las 1.750 rpm para disfrutar ya de mucho empuje; porque a partir de 1.400 rpm este motor, como ya se indicó en su momento, tiene la particularidad de que, a poco más de punta de gas, tiende a ir ganando fuerza sin necesidad de pisar más a fondo. Lo que equivale a que, en la realidad, a partir de 70 km/h ya disponemos de un empuje más que notable en 6ª.
Y lo más curioso es que, pese a ello, el salto entre 5ª y 6ª es muy cerrado (un 1,13:1), lo que permite reducir, si las circunstancias lo aconsejan, sin el cargo de conciencia de apreciar un excesivo incremento del régimen, sino simplemente el efecto combinado de tener un poco más de par disponible y a través de un desarrollo algo más corto, lo que combinado da lugar a una brillante aceleración puntual durante unas decenas o, como mucho, un par de centenares de metros. Como dijimos hace cinco años, “el Mégane 1.6-dCi resulta mucho más brillante en una comparación a coche cargado, y a mayor abundamiento, circulando por carreteras con orografía y trazado complicados. Entonces es cuando la combinación del desarrollo corto y del excelente empuje a bajo y medio régimen dictarían su ley.”
Y una vez analizado todo esto, vamos con el objetivo central de todas las pruebas en este blog, que es el del consumo. Que en este caso se verificó, dado el buen nivel prestacional incluso con carrocería ST, tanto al Nuevo régimen económico, como al más rápido Interesante. Y estos fueron losa resultados:
Resultados del Mégane ST 1.6-dCi 130 CV 6v en el circuito habitual:Ritmo económico Nuevo: Consumo: 5,35 l/100 km. Promedio: 97,2 km/h. A ritmo “Interesante”: Consumo: 5,94 l/100 km. Promedio: 112,4 km/h. |
Los tiempos están muy centrados en lo más habitual: 5h 11m para el Nuevo y 4h 29m para el Interesante. Pero con la salvedad de que en el primer caso tuvimos tres zonas (de 140, 70 y 160 km) con llovizna o simplemente suelo húmedo o mojado, lo cual frena un poco el ritmo de marcha. Y en la segunda prueba, el piso estaba seco, pero tuvimos varias zonas con neblina o niebla ligera, lo que nos volvió a restar del orden de un par de minutos de tiempo, poco más o menos.
Pasando a la comparación, el Mégane de cinco años atrás obtuvo el resultado que daremos a continuación, al ritmo “económico” de entonces; ritmo que utilizaba los cruceros del Interesante, pero con el estilo de conducción más relajado del económico, tanto Antiguo como Nuevo. Y una vez aplicada la consabida corrección del 13%, el resultado al ritmo económico Nuevo hubiese sido el siguiente:
Ritmo corregido a Nuevo: Consumo: 5,36 l/100 km. Promedio: 99,1 km/h. |
El resultado, en consumo, resulta estar calcado con el del modelo más moderno; en cuanto al promedio, corresponde a un tiempo de 5h 05m, seis minutos menos que el del ST. Pero al margen de la agilidad de la carrocería más corta, hay que tener en cuenta los dos o tres minutos perdidos por el suelo mojado; y el resto hay que adscribírselo a los neumáticos Conti SportContact-5 que llevaba la unidad de hace cinco años, más adecuados para zonas viradas que los más turísticos Primacy-3 del actual ST.
Pero hay otra comparación, ya que hemos subrayado el paralelismo entre el Mégane y el Astra actuales. Y como de este último también tenemos datos, encontramos resultados de lo más sorprendentes: al ritmo Nuevo, el Astra se conformó con 4,74 l/100 km, con un tiempo de 5h 10m; un dato más que asombroso, por lo económico. Y como también se realizó el recorrido al ritmo económico Antiguo, el resultado una vez corregido, salió a 4,92 l/100 km, también para un tiempo corregido de los mismos 5h 10m. Hay un desfase de 0,18 l/100 km entre ambos recorridos, quizás achacable a diferentes circunstancias; pero en ambos casos, son datos muchos más económicos que los 5,35/5,36 de los Mégane de una u otra generación.
Pero si ahora pasamos al ritmo de marcha Interesante, los papeles se invierten, y los 5,94 l/100 km del Mégane ST son mejores que los 6,04 del Astra del a/m ’16, y no digamos los 6,52 del a/m ’15, mucho más pesado. Y en los dos casos, los tiempos de los Opel fueron muy similares entre sí y respecto al Mégane, ya que correspondieron a 4h 30m y 4h 29m. Conclusión: al motor del Astra le sienta de maravilla ir a un ritmo de conducción pausado y turístico, mientras que su consumo se dispara, comparativamente, cuando se le exige un esfuerzo algo más elevado.
Claro que también hay otra explicación, o mejor suposición: como venimos observando en este último año, los cambios realizados por las marcas en la gestión de sus turbodiesel (como consecuencia del “VW-gate”) están dando lugar a resultados que, al menos en ocasiones, no encajan ni de lejos con los que se obtenían en el modelo anterior con la misma mecánica. Y esto tanto en nuestras pruebas como en los datos de homologación, que dan unos saltos sorprendentes tanto en valores absolutos como en la correlación que tenían antes y tienen ahora entre los consumos en los ciclos urbano y extra-urbano.
Habrá que esperar a que se tranquilicen las aguas y sobre todo, a que empiecen a llegar las homologaciones del nuevo ciclo WLTP. Sólo entonces, y ya con la gestión de motor correspondiente a la nueva etapa, podremos volver a empezar a realizar comparaciones válidas entre sí; porque respecto a todo lo anterior hasta 2015, constituye un auténtico rompecabezas. Hay que ver la que nos liaron los de VW (y probablemente algunos otros que han salido mejor librados) con su truco de “cocinar” la gestión para poder pasar las homologaciones con resultados difíciles de creer. Claro que buena parte de la culpa residía en que los ciclos eran tan “blandos” que permitían hacerlo. Esperemos que con el WLTP no ocurra lo mismo; y no porque el ciclo sea mucho más severo, que no lo es, sino porque el control de las unidades que van a pasar la homologación será mucho más estricto.
Como resumen en relación con el Mégane 1.6-dCi de cuarta generación, lo mejor que se nos ocurre es volver a repetir el último párrafo de la prueba de hace cinco años: “Este coche resulta óptimo para usuarios que lo utilicen con más de media carga de forma habitual, por necesidades familiares o profesionales, y tanto más si es para recorridos que no tengan demasiada autovía y en cambio, mucha carretera con curvas y repechos; ahí es donde su brillantez de marcha destaca más, y donde son los otros coches los que incrementan su consumo, mientras el Mégane pasa por esas zonas difíciles en 5ª o incluso 6ª, sin despeinarse.”
Prueba muy elaborada, un buen aperitivo para la Navidad, que deseo sea feliz para todos.
Sr. A de A tengo en mis manos un ejemplar de Auto-Diesel de febrero de 1974 en la que uno de los traductores es Arturo Urrutia. Creo que alguna vez ya lo ha explicado por encima, ¿podría explicar mas historias relativas a este hecho?
Ya puestos ¿que nos puede contar de un personaje tan singular como Don Eugenio Suárez Gómez, en la etapa de A de A en Velocidad?
Y sobre como era la prueba de un vehículo en ese periodo (rutas utilizadas, compotamiento, toma de prestaciones…).
El consumo a ritmo interesante es realmente brillante, a tan sólo 4 décimas del récord del 320ed.
Y si tenemos en cuenta que el BMW:
– montaba los neumáticos brr
– tiene una última marcha 12,5 Km/h más larga
– un SCx 0,12 inferior (17%)
– cumplía la normativa Euro 5
entonces el resultado del Mégane todavía parece mejor.
En algunas pruebas anteriores de este motor, y del 1.5 dCi, los Nissan sacaban un consumo del orden de 5 ó 6 décimas inferior al de los Renault equivalentes. Después de esta prueba parece que los Renault ya han adoptado «la versión Nissan» de motor o de gestión, mucho más eficiente.
Hola,
El Megane Sport Tourer tiene 50 mm más de batalla que el Berlina (Fuente: Comparador de km77.com). Mirando las fotos, no me cuadraba que no se hubiera retocado. Buscando el dato, encontré fotos del Megane Sedan. PRECIOSO. Solo le falta, para mi gusto y preferencias, que tuviera portón «Octavia» en vez de maletero separado.
El Talisman, con el mismo motor, tiene una 6a marcha de 53.3 (4% más, aprox.), pensé que pudiera ser causa del incremento del tamaño de las ruedas, pero esto provocaría un incremento del 6%. Don Arturo, cuando hace las comparaciones con los 2l de 150 cv, obvia el dato de que tienen 20 cv y mínimo 4 kgm más. Si comparamos rangos, los 1.6 anuncian entre 25 y 32 kgm, y por ejemplo, el motor del Alfa Giulia 150 cv llega a 45 kgm en versión automático, y en manual no, porque está capado para no sobrepasar la capacidad de la caja.
El S.Cx del Talisman Berlina es de 0.64, que con más anchura que el Megane es una barbaridad.
Es una barbaridad de bueno, disculpen.
A este megane 1.6d le ocurre con sus desarrollos algo parecido a lo que ya comentábamos del antiguo A4 3.0 quattro que AdeA probó hace unas semanas, y es que resultan un tanto «cortos», y comparativamente, incluso más.
Al régimen de par máximo (1750 rpm en el megane y 3200 rpm en el A4): los 45,3/51,2 km/h a 1000 rpm de la 5a/6a marcha del megane 1.6d, le permiten circular a 79/90 km/h disponiendo de su máximo par motor, 320 N.m; mientras que en aquel A4 3.0, los 31,4/36,9 km/h de su 5a/6a marcha, le permitían circular a 100/118 km/h, con 300 N.m bajo el pie derecho.
Como resulta evidente, a la mecánica Diesel sobrealimentada del megane, apenas le perjudican estos desarrollos tan cortos, mientras que aquel 3.0 atmosférico del A4, sí era mucho más sensible a unos desarrollos u otros, respecto a los consumos, sobre todo a velocidades elevadas, a partir de 120 km/h.
En todo caso, me resulta comprensible que las versiones más «económicas» de los modelos de la categoría superior a este megane, con mecánicas Diesel de similar potencia o par, dispongan de desarrollos algo más largos, ya que su planteamiento no es tan «prestacional», como el que ocupa este motor, en la gama del megane.
Saludos
Lo olvidaba, ¿este 1.6d equipa SCR-Adblue o sólo trampa de NOx?
Saludos
El tema de los desarrollos de cambio es peliagudo.
A mi por ejemplo, que hago mucha autopista a alta velocidad, me conviene una última marcha con un desarrollo largo por consumo, rumorosidad y comfort.
Personalmente creo que mi coche va un poco corto de desarrollo (unos 55km/h por 1000rpm en sexta).
Si mi territorio fueran las autovías o carreteras de un carril por sentido a velocidades más o menos moderadas, seguramente pensaría diferente.
Por otra parte con cambios manuales de hasta 6 relaciones si la última es muy larga, el salto entre esta y las demás es muy grande, y a no ser que el motor sea potente y con buenos bajos no es utilizable salvo en ocasiones muy concretas.
La solución en estos casos seguramente está en los modernos cambios automáticos de 7, 8 o más relaciones. Para todo lo demás es necesario un compromiso.
@6 Creo que ningún motor Renault tiene que llevar Adblue
Ferrer, si que es un tema peliagudo. Yo conduzco habitualmente un coche que una sexta de 60, es un coche pequeño con motor diesel 2 litros y no hay problema de ningún tipo con los saltos entre marchas, juraría que si se alargasen todas un 10% seguiría sin haberlo. Y esa sexta viene muy bien para lo que vd. hace, autopista a alta velocidad. Sobre todo si esta desierta, si no pierde la gracia.
Hay dos circunstancias en las que me molesta esa largura: hay que ir a un mínimo de 95 para que el motor vaya cómodo en sexta, y en carretera si respetamos aproximadamente las limitaciones, mas aún si hay tráfico, es una velocidad alrededor de la cual el ritmo fluctua constantemente. Con una sexta tres kmh mas corta eso sucedería a 90, el agrado de uso del coche sería muy superior.
Después está el tema de que para ganar velocidad en ese uso de autopista que vd. hace la sexta empuja con franqueza desde 1800 vueltas, pero empuja mucho menos de lo que debería. ¿Cuanto deberia empujar? Es un valor arbitrario, pero en un puerto de autopista que frecuento mi coche actual de 143cv en sexta corre lo mismo que mi coche anterior de 100 cv con su última marcha de 48. Si uno quiere ganar velocidad cuesta arriba con fluidez ha de meter quinta, vaya a la velocidad que vaya, .
Personalmente yo prefiero un desarrollo mas comedido, solo para ir muy rapido en sitios llanos y desiertos me parece adecuado el que monta mi coche.
La sexta de mi 1.6 HDI 120 CV 330nm también es de 60 y no es precisamente un peso pluma, es fantástica en autovía para llanear a 2000rpm a 120 km/h , además siempre está la quinta si hay un repecho importante, aunque el primer sorprendido de lo bien que aguanta la sexta soy yo mismo.
@9, 10 Para mi lo importante es como se mueve el coche en esta última marcha como indica Valmhö. Mantener una velocidad sostenida más o menos alta es relativamente fácil a no ser que la orografía sea muy desfavorable.
Pero como se mueve el coche entre digamos 110km/h y 170km/h determina para mi la usabilidad de esta marcha. Aqui está realmente el tour de force de la combinación cambio-motor.
En mi caso a 110km/h el motor gira a 2000rpm, ya pasada la zona de par máximo pero empuja bien y se mueve por esas velocidades con soltura. Pero por otra parte a cruceros de 170km/h está a 3100rpm lo que para mi gusto es un poco alto para un crucero sostenido.
Lo único que me preocuparía es que si en mi próximo coche vuelvo al cambio manual un buen compromiso sería más importante que nunca. Ahora con un poco más de presión sobre el acelerador reduce marchas (tengo comprobado que sin hacer saltar el kickdown por debajo de 140km/h reduce pero por encima no, aún pisando a fondo) pero eso no pasa con un coche con cambio manual.
Eso si para ser ágil en este rango de velocidades los caballos mandan (175CV y 350Nm, en mi caso).
En todos los vehículos ( coches y furgones) de gasoil y 6 marchas que he llevado, he observado que esta siempre es para desahogo, con muy poca repuesta. Las demás están bien calculadas en general, aunque aun sorprende en algunos, el salto demasiado grande entre 2a y 3a, tan típico de los 5 marchas alemanes de hace algunos años.
Y para reducir con cierta eficacia, ya me acostumbrado a pasar de 6a a 4a directamente, única forma de aprovechar el poco freno motor de los motores actuales..
Quizás en un furgón grande sea donde mas justificado esté el salto grande entre segunda y tercera, la segunda debe estar bastante cerrada sobre la primera para poder hacer al menos un cambio si arrancamos cuesta arriba a plena carga y no quedarnos en primera hasta que se acabe la cuesta.
Yo usé durante bastantes kilómetros unas Sprinter 311 y 313 de 2001 que en llano llegaban al corte en quinta, no les hubiera venido mal una sexta para lo que hacíamos con ellas. Ni un bastante mas de freno motor, que es testimonial con los motores modernos, pequeños y de poca compresión. Lo segundo no lleva camino de solucionarse, aunque al menos los frenos ya eran muy buenos en aquellas y supongo que lo seguirán siendo.
Si, en el caso de los furgones aun es aceptable dicho salto..
Y también que antaño, o no tanto, en bastantes cajas de 5, se iba demasiado corto, al menos en tiradas largas de autopista. Esto se ha arreglado con las de 6, pero hay que estar atento en bajar a 5a en muchas subidas y en mas de un repecho aparentemente poco importante,si se quiere mantener el ritmo y no forzar el motor pisando demasiado a bajas RPM..
13 Valmhö la poca retención de los motores diesel modernos no es por la baja compresión, es por la escasa cilindrada, los larguísimos desarrollos y pesados volante motor.
Mi actual coche retiene menos en 4ª que el anterior en 5ª, normal, la cilindrada bajó más de 500cc y la 5ª es un 10% más larga (5 km/h)
@15: Creo que la baja cilindrada tiene poca que ver con tener poca retención, o no tanto como si lo tiene una compresión baja..
Los antiguos precamara tenían compresiones del entorno de 21:1 o mas y obviamente desarrollos mas cortos.
En los actuales se comprime entorno a 16-17:1, si no menos; esto junto a unos desarrollos mas largos produce la poca retención..
En los antiguos, levantar el pie de inmediato equivalía a perder velocidad de forma clara y rápida..
Sisu, sería cuestión de hacer números para saber si afecta más la relación de compresion (rc) o la cilindrada.
Pero muchísimo más que la compresión son los desarrollos y el volante motor. Se puede ver probando dos coches, un zx td y un bx gti, ambos tienen la misma cilindrada y peso (+/-) el td tiene el doble de rc; pero a pesar de que el td retiene mucho no es nada comparado con el gti (hablo de retención dinámica, no estática, ya que esta última nada influye en la conducción)
Seguro que el BX de gasolina perdía velocidad mas rapido en llano pero la ganaba mas facilmente cuesta abajo. A mi el freno motor que me interesa en un furgón es ese que hace que el bicho no se embale descontroladamenre bajando una cuesta en segunda o tercera. Y en mi experiencia un motor con mayor cocompresión, mayor volante de inercia y mayor cilindrada retiene mejor al vehículo.
Fijese que la función freno-motor de los camiones se obtiene mediante un aumento de la compresión efectiva del motor, y los hay que otorgan mas potencia de frenada que de empuje mediante este sistema.
Estoy de acuerdo con la opinión de Sisu de que siguen existiendo saltos excesivos entre segunda y tercera. Añadiría también que en ocasiones estas marchas son más largas de lo deseable. Con la tendencia general a alargar desarrollos, en unas ocasiones se estiran todos y en los otras normalmente se dejan las dos primeras marchas «como antes» y a partir de ahí se empiezan a alargar. Desde mi punto de vista y por mi forma de conducir, vería más lógico que se pusiera especial atención a las tres primeras y a partir de ahí se fueran aumentando los saltos entre marchas. Podría adaptarme a una diferencia mayor entre cuarta y quinta, quinta y sexta, etc. No veo tanto problema en reducir de sexta a quinta en autovía o autopista como en que al subir un puerto te encuentres saliendo de una horquilla en segunda en zona donde el motor aún no empuja bien, o enlazando curvas de segunda-tercera y encontrarte en una tierra de nadie que se lleva fluidez de marcha y placer de conducción a partes iguales.
También entiendo que podría pensar de otra forma si la mayor parte de mis desplazamientos fueran por autovía/autopista. Cruzo los dedos para que ese día tarde en llegar.
Saludos.
En retencion, si mal no recuerdo el gti, ya llevaba la inyeccion L-Jetronic, que cortaba gasolina al levantar el pie por encima de 1.200 rpm aprox., lo que al conducir, junto con los desarrollos mas cortos, puede ser superior reteniendo que el TD en determinadas situaciones..
Pero en muchos precamara tengo bien presente que en cuanto levantabas un poco, y mas en vehiculos poco aerodinamicos, el quedarte literalmente como «clavado» o frenado. Esta sensacion no la ha he vuelto a tener en los de inyeccion directa diesel.
Hasta hace muy poco he llevado una Vito que se embalaba de forma muy evidente en cualquier bajada. Claro que esto tambien ayudaba para bajar el consumo en segun que zonas , al poder rodar muchos tiempo sin dar gas. Por cierto, muy malos frenos tenia, incluido el de «mano», que en este caso no lo es, por llevar el anticuado sistema a pedal, tipico de Mercedes; este era el gran punto flaco de esta version ( del 2.015 si mal no recuerdo). Por lo demas, buen aparato, pero no mas que el de otras marcas de menos renombre e inferior precio.