En más de una ocasión he manifestado mi convencimiento de que algunos pequeños retoques en la gestión de un motor, en los desarrollos de la transmisión, y no digamos en los reglajes del bastidor (dureza de anclajes, tarados de muelles y amortiguación, ángulos de la dirección y a veces tren posterior), pueden transfigurar sorprendentemente el comportamiento de un coche. En el caso de éste -que viene a ser el heredero en línea directísima de aquel con el que se llevó a cabo la problemática prueba de 120.000 km-, así ha sido. Y lo que menos varían son los consumos: objetivo central, ya que no único, de las pruebas de este blog; pero sí casi todo lo demás.
Tanto aquella unidad del año/modelo 2013 como esta del a/m 2016/7 pertenecen a la 4ª generación del Clio; aunque el primero respondía directamente al diseño original de dicha generación, mientras que el que acabamos de probar ya ha recibido, a finales del pasado año, los retoques de algo que no sabemos si calificar de “facelifting” más bien que de auténtico “restyling” por lo que a estética se refiere. Pero como también ha habido un discreto aunque determinante retoque en la gestión del motor, la combinación de ambas cosas hacen que este Clio 0.9 Tce actual de 90 CV resulte ser un coche apreciablemente distinto, y desde luego mucho más agradable de utilizar que su predecesor.
Lo mismo que respecto a los retoque de orden técnico, también he manifestado en múltiples ocasiones mi prevención respecto a las modificaciones estéticas que, casi inapelablemente, sufren la mayoría de los modelos cada tres a seis años, mes arriba o abajo. Y ello se debe, por una parte, a las exigencias de Comercial, que necesita utilizar en la publicidad del modelo el adjetivo “nuevo” sin que sea mentira del todo. Lo cual se complementa con que entonces los diseñadores aprovechan para justificar su sueldo, y meten el lápiz (léase ordenador de CAD) de forma que se aprecie claramente que algo ha cambiado; aunque, en algunas ocasiones, sea claramente a peor. En el caso de este “restyling”, resulta evidente que la imagen del coche, tanto frontal como posterior, responde a lo que un buen amigo denomina, medio en broma medio en serio, como estilo Remordimiento (que no Renacimiento), cargado de ángulos, aristas y biseles.
Para recorrer la saga del Clio, nada mejor que la serie de fotos que hemos publicado de las distintas generaciones (una de cada), y luego varias de los actuales retoques. La 1ª generación todavía respondía a la época del diseño muy lineal: poca curva y mucha recta, sobre todo horizontal; quizás resultaba un tanto impersonal, después del impacto causado por el primer R.5 veinte años antes. La segunda ya es algo más limpia y más suave, con un ligero perfilado de los faros y los antinieblas bien integrados en el faldón delantero. La tercera ya supone un cambio importante: el capó en claro declive (estilo MPV, tal vez influencia del exitoso Scénic), parabrisas muy tumbado, entradas de aire mejor definidas, y faro innecesariamente grande; es ya un diseño claramente “moderno”. Y en la cuarta lo que se hace básicamente es darle protagonismo al rombo Renault.
Pero en su restyling se ha vuelto al ataque con el “diseño porque sí”, recargando frontal y zaga con los mencionados biseles y aristas. Es comprensible que los diseñadores tengan cada vez más difícil hacer algo que sea novedoso y a la vez elegantemente sencillo; pero se puede hacer, como se demostró con el VW Polo presentado en la primavera/verano de 2009. No obstante, es mucho más fácil tirar por la senda del diseño recargado, donde hay más campo para la variedad, y muchas más probabilidades de hacer algo lo bastante estrafalario como para que nadie lo haya hecho antes. Ejemplo perfecto lo tenemos -y sin salirnos de la saga Clio- en las fotos de comparación entre dos de sus llantas, separadas por 20 años. Al que diseñó la más moderna le pondría yo a limpiarla a fondo (con estropajo y jabón, y no con una Kärcher a presión), hasta dejarla limpia como la patena.
Pero dejémonos ya de de digresiones estilísticas, y vamos con las diferencias entre las fichas técnicas de un 0.9-Tce de hace cuatro años y uno de los actuales. Al menos en lo que se puede reflejar en una ficha técnica (incluso aunque hubiese sido del tipo más completo), los cambios se limitan a lo siguiente:
Renault Clio 0.9-Tce tricilíndrico (versión 2013):Motor: 898 cc; 90 CV a 5.250 rpm; 13,8 m.kg a 2.500 rpm Transmisión: Caja de cinco marchas, con 28,1/38,0 km/h a 1.000 rpm en 4ª/5ª Neumáticos: 205/45-17 (Michelin Primacy-3) Cotas (longitud/anchura/altura): 4,06/1,73/ 1,45 metros Peso (sin conductor, con depósito lleno): 1.082 kg Velocidad máxima: 182 km/h Consumo extra-urbano: 3,7 l/100 km Emisión ponderada de CO2: 105 g/km. |
Renault Clio 0.9-Tce tricilíndrico (versión 2016):Todo idéntico a la versión 2013, excepto: Motor: 90 CV a 5.000 rpm; 14,3 m.kg a 2.500 rpm (15,3 m.kg con overboost) Velocidad máxima: 180 km/h. Consumo extra-urbano: 4,1 l/100 km. |
¿Y esto es lo que da lugar a que el coche me haya parecido poco menos que un coche distinto? Pues sí; al menos y repito, esto es todo lo que se refleja en una ficha. En realidad lo único que varía es la gestión del motor: 0,5 m.kg más de par máximo al mismo régimen que antes, y la misma potencia conseguida a 250 rpm menos (señales ambas de que se ha reforzado el medio régimen); mejoras que se ven reforzadas, pisando a fondo, con otro m.kg suplementario de un overboost que antes no existía, lo que suponen 1,5 m.kg totales más que en el motor anterior. Que luego haya variaciones en la homologación (y esa ya es otra historia) y en la velocidad punta (a causa de la aerodinámica) ya no son más que consecuencias, pero no causas.
Y esta aparente nadería es lo que transfigura al coche. Y para ello hemos de recordar lo tantas veces comentado en este blog: lo que cuenta no es tanto la potencia generada a un cierto régimen, como la reserva de potencia disponible en dicho momento. O para ser más exactos, si hablamos de mantenernos siempre en la misma marcha sin reducir, lo importante es la reserva de par. Vamos a poner un ejemplo práctico, y muy representativo:
Circulamos a 95 km/h, crucero intermedio entre el máximo legal en dos carreteras, una de 90 y otra (Redia) de 100 km/h, circulando exactamente a 2.500 rpm (par máximo) en 5ª, y queremos adelantar a otro vehículo más lento sin reducir de marcha; al fin y al cabo, para eso conducimos un coche con turbo, y vamos al régimen de par máximo. Pues bien, a esa velocidad, estos Clio utilizan en 5ª unos 5,5 m.kg de par, a fin de vencer el efecto combinado de las resistencias aerodinámica, de rodadura y de transmisión. Por lo cual, cuando metemos el pie a fondo, con el modelo anterior teníamos 8,3 m.kg de reserva, mientras que en el nuevo, y con el apoyo puntual del overboost, disponemos de 9,8 m.kg, lo que supone exactamente un 18% más.
Pues ese 18% es una diferencia muy apreciable, ya sea en ese adelantamiento o al enfrentar un repecho con la 5ª un poco “larga” que montan estos coches; 5ª que en la versión actual ya es casi “neutra”, al haberse acortado el régimen de potencia máxima. Eso de los repechos en carretera es algo que criticábamos en el modelo anterior, crítica que esta mejora de la reserva de par ha hecho que desaparezca. Como se decía en el primer párrafo, pequeñas causas producen grandes efectos en cadena: el aumento de par elimina tener que reducir a 4ª al subir un repecho o para realizar con desahogo un adelantamiento, por lo que da la impresión de que la transmisión está mejor calculada, y a su vez lo que acaba mejorando es el placer de conducción del coche, que ahora nos parece otro. Y todo lo que se ha hecho es optimizar la gestión para ganar 0,5 m.kg en utilización normal, y añadir la función overboost para momentos puntuales.
El cambio de gestión nos ha traído un efecto colateral; aunque en realidad se ha combinado con el terremoto del “VW-gate”. Resulta algo más que curioso que el consumo extra-urbano aumente nada menos que un 10% con la misma transmisión y neumáticos; pero, a pesar de ello, las emisiones de CO2 (y por lo tanto el consumo ponderado) se quedan igual; luego tiene que haber mejorado muchísimo el consumo urbano. Cierto que se ha incorporado el Stop/Start, pero una cosa es mejorar unas décimas y otra producir milagros, ya que su influjo sobre el combinado sólo asciende al 37,5% del mismo.
La verdad es que ya pasa uno de intentar comprender estas subidas y bajadas de las cifras de homologación, sobre todo cuando estamos en puertas de pasar al nuevo ciclo, que se supone estará no ya mejor estructurado, sino sobre todo más y mejor vigilado en cuanto a la especificación de las unidades que lo pasan. Todos estos últimos vaivenes de cifras se deben, como ya hemos dicho, al reflujo del “VW-gate”; esperemos que para el nuevo ciclo las aguas se hayan tranquilizado y encontremos valores que, aunque no representen una conducción normal, al menos sean coherentes entre sí.
En realidad, tanto en la fase final de una normativa como en vísperas de la siguiente, los coches siguen consumiendo y contaminando realmente casi lo mismo que antes, sólo que últimamente con un reparto distinto entre urbano y extraurbano en los datos de homologación, y un cierto aumento real en el consumo de algunos turbodiesel. Las mayores diferencias en el futuro podrán deberse a que el tiempo del ciclo urbano sea más o menos largo de duración en la próxima normativa, puesto que la influencia de los primeros minutos con el motor frío es determinante. Una vez con el motor caliente, y tanto en urbano como extraurbano y en uso normal, todo seguirá más o menos como hasta ahora, con ligeras disminuciones debidas a las progresivas mejoras de eficiencia de los motores, y con bajadas o subidas a causa de la mejora o empeoramiento en el peso y la aerodinámica de los coches, que son los dos factores básicos del consumo.
Pero dejémonos de futurizaciones, y volvamos a nuestro Clio 0.9-Tce tricilíndrico, que sigue teniendo un sonido más bien feo; si bien ahora, y cuando se le pisa a fondo, al menos ya brama un poco, con cierto carácter. Por otra parte, se sigue notando el inevitable defecto congénito de los tricilíndricos: precisan de un volante-motor algo más pesado que el de un cuatro cilindros equivalente, y también tienen mayores problemas de equilibrado, que evidentemente son más apreciables a bajo régimen.
Ahora bien, esta unidad del restyling ofrecía un dinamismo de comportamiento que en el de la prueba de los 120.000 km nunca llegamos a apreciar. Quizás fuese porque se trataba de una unidad “gafada”, pero tanto la solidez de la carrocería, la ausencia de ruidos, chirridos y crujidos, y la firmeza de la amortiguación de este nuevo Clio han sido otro motivo más para que el coche nos pareciese totalmente distinto al anterior. Como ya se ha dicho de cara a las prestaciones, el placer de conducir ha subido uno, por no decir dos escalones. Ahora es un coche que responde a lo que es lógico exigirle a un segmento B moderno con motor turbo de 90 CV; no más, pero tampoco menos.
Y vamos ya con la cuestión de los consumos, y de su evolución con el restyling del año pasado. Para ello, lo mejor será empezar por recordar los datos obtenidos con la unidad de la prueba de 120.000 km, en los recorridos realizado con neumáticos Michelin Primacy-3 (los mismos que en la unidad actual), ya que hubo otros dos recorridos con otros neumáticos que más vale no recordar, al menos de cara al consumo. El primer dato, y el más válido, es que se llevó a cabo cuando el coche tenía 5.000 km, que es casi exactamente la misma cifra que tenía el de la prueba actual; y el resultado había sido el siguiente:
Clio 0.9-Tce con 5.000 km en el cta-km: 6,65 l/100 km. y 106,5 km/h. |
Recordemos que estos datos corresponden al ritmo de prueba económica antigua, con cruceros de 120/140 km/h, por lo que el promedio conseguido se debe a un tiempo empleado de 4h 44m, que es casi exactamente el más repetido en aquella prueba, y por lo tanto, plenamente significativo.
El recorrido se repitió más adelante, cuando el coche había superado ligeramente el 50% del recorrido de su prueba, y el marcador estaba en 71.00 km. Aunque los neumáticos volvieron a ser los mismos anteriores, que se habían quitado con 45.000 km, pero se habían guardado. Y de esta forma se pudo comprobar el efecto de un motor más rodado, y de unos neumáticos gastados que tenían un poco menos circunferencia de rodadura, y menos espesor de dibujo. Todo lo cual debía favorecer, aunque fuese muy poco, al consumo. Y así fue, porque si bien el tiempo empleado fue exactamente el mismo, el consumo disminuyó ligeramente; estos son los datos:
Clio 0.9-Tce 71.000 km (ruedas 45.000): 6,57 l/100 km. y 106,5 km/h. |
Como es lógico, no íbamos a dejar de realizar la prueba repitiendo el ritmo antiguo, para tener una comparación lo más exacta posible entre los dos Clio; y la casualidad hizo que de nuevo consiguiésemos el mismo tiempo, aunque el consumo resultó algo más elevado:
Actual versión 2017, al ritmo ANTIGUO: 6,76 l/100 km., y 106,5 km/h. |
De las dos comparaciones que se pueden hacer la más razonable es con la primera prueba del coche anterior, con el mismo kilometraje para motor y neumáticos. Ya habíamos comprobado que 65.000 km suplementarios en el motor, y 40.000 en los neumáticos, habían generado una economía de 0,08 l/100 km. Pero lo que ahora nos interesaba es la comparación entre los dos Clio en igualdad de condiciones, y aquí nos encontramos con un incremento de 0,11 l/100 km. Resulta razonable, y todo encaja teóricamente.
Porque el nuevo motor, con algo más de empuje, es lógico que consuma algo más en las recuperaciones más brillantes, aunque se intente mantener el mismo ritmo de marcha. Y sobre todo, la pérdida de 2 km/h de velocidad punta indica que el fabricante admite una ligera pérdida de aerodinámica, que sin duda se debe al diseño menos limpio del frontal. Y la suma de esos dos factores puede ser perfectamente la responsable de esa décima de litro de aumento. La cifra conseguida es exactamente la misma, a la centésima, que la de un coche muy similar: un Ibiza 1.0 también tricilíndrico (aunque con 110 CV, como corresponde a su mayor cilindrada), y que rebajó el tiempo en dos minutos (en teoría lógico, aunque el influjo de las condiciones puede hacer variar eso e incluso un par de minutos más).
Y ya puestos, también hicimos el recorrido al nuevo ritmo, con 20 km/h menos de crucero en cada zona del recorrido; y el resultado fue el siguiente:
Actual versión 2017, (económico NUEVO): 6,00 l/100 km., y 97,5 km/h. |
El tiempo correspondiente a esta nueva prueba fue de 5h 10m, que también está en un punto de bastante equilibrio respecto a lo que venimos consiguiendo, que viene a estar en la horquilla de 5h 08m a 5h 13m, con las habituales excepciones más rápidas y más lentas. Y lo que sí resulta agradable es comprobar, una vez más, que la correlación entre los consumos de los ritmos antiguo y moderno, que hace ya tiempo tabulé como un 13% de incremento del antiguo respecto al nuevo, se sigue repitiendo; en esta ocasión el aumento corresponde exactamente a +12,74%. Y ya son unas cuantas pruebas las que se añaden a la casi dos docenas con las que se obtuvo el primer porcentaje, que una y otra vez se confirma más y más, ya sea con gasolina o gasóleo. Lo cual es lógico, porque los coches compiten contra sí mismos, y la variación en el nivel de exigencia en la conducción no depende del tipo de combustible utilizado.
Pero lo realmente interesante de esta prueba ha sido comprobar cómo una ligera modificación en la gestión de un motor ha sido suficiente para darle al coche que impulsa una vitalidad que antes le faltaba. Este Clio 0.9-Tce, aunque siga siendo de 90 CV, tiene ahora un dinamismo que le permite moverse con la soltura que es lógico esperar de su relación peso/potencia. Y como final, debo añadir mi crítica a lo señalado en la correspondiente prueba de este coche en km77: el tacto de algunos mandos, y en particular el rotativo de la palanca de luces, deja mucho que desear. Lo que tenían que ser unos “click” muy claros, que no dejen lugar a dudas, son unos puntos duros de dudosa fiabilidad y que parecen desplazarse caprichosamente durante el giro; hay que acabar mirando la palanca para saber en qué posición acaba de quedar el pomo. También aquí pequeñas causas producen grandes efectos, sólo que, en este caso, negativos.
Algo parecido ocurrió con la anterior generación del Corsa, del que yo conduje una de las primeras unidades y otra unos 4 años más tarde, ambas con el 1.2 de 75CV. Por respuesta al acelerador, ruido del motor, y tacto de algunos mandos, parecían coches de una marca distinta.
El resultado de este coche me parece normal, seguramente fuera mejor con neumáticos más razonables, como se ha comentado tantísimas veces. Y si de verdad han empeorado la aerodinámica en el restyling, que ya era mediocre antes, me parece una metida de pata tremenda.
Lo único que me gusta de este motor Renault 0.9t, es que lleva inyección indirecta, de modo que no necesitará filtro antipartículas para superar la Euro6c. En cualquier caso, me parecen preferibles los motores atmosféricos de más cilindrada de la competencia, ya sea con inyección indirecta (1.2 del Baleno, 208, C3, Cactus,…; 1.4 del Corsa; 1.5 del Yaris) o con inyección directa (1.5 del Mazda2). Por cierto ¿alguien sabe si Mazda va a recurrir al FAP o a la inyección mixta para superar la Euro6C?
Saludos
Respecto al consumo del «nuevo» Clio 0.9t (6 l/100 km a 97,5 km/h de promedio), me parece elevado, sobre todo comparado con el Mazda2 1.5 90 CV, que logró 5,85 l/100 km a un ritmo superior (106,1 km/h). Para una utilización intensiva en ciudad, o circulando a ritmo muy tranquilo, es posible que estos pequeños motores sobrealimentados entre 0.9 y 1.2 litros de cilindrada, consuman menos que los atmosféricos más grandes (entre 1.2 y 1.5), pero en general, creo que no resultan tan competitivos.
Saludos
Con ese consumo, esa potencia y ese tamaño satisface las necesidades del 90% de los automovilistas, más potencia, tamaño, representatividad la que queramos y podemos pagar.
Y efectivamente un atmosférico moderno será más cómodo de usar a bajp régimen y más fiable y económico de mantenimiento a cambio de cierta pérdida de prestación a medio régimen. Elegiría un atmosférico para ciudad y un turbo para carretera
Su tamaño y velocidad punta coinciden con los del mítico Golf GTI 1.6 de los 80 así que no será prestación lo que le falte a este Clio.
Aunque no es menos cierto que un Clio 1.5 DCI va finísimo de motor y sin duda recupera mejor que este pequeño 0.9 TCE
Enrique, ¿sin duda recupera mejor? Creo que depende más bien de los desarrollos. Cuando cojo el Megane 1.5 DCI 110 de la empresa, cada vez que piso acelerador y no responde me suben las pulsaciones al borde de la taquicardia. Ese motor no existe por debajo de 2.500 RPM.
Esto, unido a que mi coche particular empuja como un toro a partir de 1.500…
Enrique, no estará estropeado ese megane?
Lo pregunto porque ese motor con 90 cv y turbo fijo lo lleva mi coche, y a partir de 1500 empuja de maravilla; eso sí, con unos desarrollos en 5ª larguísimos no se puede esperar mucho empuje a esas vueltas.
Yo conduje un Clio 1.5 DCI de alquiler durante unas vacaciones en Menorca, y me pareció un motor muy resultón e incluso prestacional para la potencia que desarrollaba. Eso sí, el coche me consumió más de 6 litros aún yendo bastante suave con el acelerador, y por carreteras de 70 en 5ª. También he de decir que el coche apenas tenía 3000 kms, por lo que con más rodaje seguro que el consumo bajaría.
De todos los Clio, los que mas me gustan esteticamente, son los de 1a y 3a generación. Los de 2a es verdad que han sido un éxito, pero al menos por aqui costo mucho que entraran, con su «dificil» trasera..
Y sobre las llantas, que decir..aparte de las magnificas del Williams, incluso el resto me parecen mas logradas que las del actual, desgraciadamente tan de moda en tantas marcas
Es que el Clio II era un coche ganador en materia de llantas, además de las míticas y preciosas del Williams las de diseño «turbina» del 16v a secas también estaban chulas, las de chapa de 14 del S no estaban mal del todo y las de 15 de chapa de la copa, no se si en algún momento se montaron de serie en el Clio, probablemente sean las llantas de chapa mas bonitas de los últimos 40 años.
En cuanto al de la prueba, estoy deacuerdo con Arturo en lo de los pequeños cambios que transfiguran a un coche, pero la verdad que por eso mismo siempre me pareció que los fabricantes tienen cierta tendencia a la chapuza y a tomar el pelo al consumidor. Que si con 4 cosas la percepción del coche mejora mucho pues ya podían hacerlo así desde el principio. Quiero pensar que no es por un afán de chapucear en plan «así ya va que arde» pero me resulta muy difícil pensar bien.
@6 manolo xvi: El que yo cojo es un 110, no 90. Será por la combinación de turbo y desarrollos (55 km/h x1000 rpm según cuentavueltas). Antes teníamos 1.9 dCI 130, aquello sí que andaba.
10. rasmien. Mi coche tiene los mismos desarrollos, pesa sobre 100 kg menos y, a pesar de su menor potencia y su turbo fijo (los variables entregan más par a pocas vueltas si no están estropeados), empieza a empujar a 1500 o menos, y antes de las 2000 ya empuja a tope.
@9 Valmhö
Desde hace ya muchos años los tiempos asignados a las fases de prototipado y preserie se han reducido considerablemente. Esta circunstancia conduce a un empleo masivo de la simulación virtual y a pesar de que es una excelente herramienta deja márgenes de incertidumbre que se destapan en el producto final. Desde el primer momento del lanzamiento ya se conocen muchas medidas que se tomaran bien vía actualizaciones/mantenimientos programados o de manera recopilatoria para ser introducidos en el restyling.
Es lo que tiene la súper competitividad y búsqueda del céntimo en el balance.
Salvo para el que «necesite» comprar la última novedad del mercado yo no recomendaría a nadie que compre un vehículo con menos de un año en el mercado. Y menos aún, si ese modelo se comienza a fabricar por primera vez en una factoría.
El ejemplo más claro, y lo he vivido de cerca, tanto como usuario, como por profesional ha sido el del Renault Kadjar. Decir que este coche tuvo un nacimiento problemático es quedarse corto. Dos llamadas a revisión y más del 50% de los coches fabricados en los primeros meses con necesidad de retoque en la propia fábrica. Ajustes malos de guarnecidos en techo, puertas, etc…
Pasará como en el caso del Clio. El que compre un Kadjar después del primer reestyling se encontrará un coche que parecerá de otro segmento o de otra marca.
@13 gran verdad
Mi hija sea comprado el clio 1.5 90cv de gasolina nuevo .? Es buena compra?gracias
Acabo de decidirme por este modelo, y me parece estupendo, solo que me está costando un poco adaptarme a la nueva conducción. Vengo de un Megane turbo diésel 120 CV 4 cilindros año 2003, un torete viejo que sin duda rendía a un régimen más bajo de revoluciones de lo que requiere este Clio.
El testigo del sistema me propone subir de marcha aproximadamente a las 2500 revoluciones, que parece coincide con el «no correr» que prefiere mi señora cuando me acompaña, pero añadiendo a eso alguna décima de segundo extra que creo pierdo subiendo (comparando mi conducción tras tantos años en el viejo Megane), me provocan ocasionalmente latigazos o brusquedades, empezando un poco ahogado con la siguiente marcha… Más allá de mi adaptación al nuevo cambio o lo que sea, si alguien que conduzca este modelo me puede aconsejar revoluciones óptimas para subir de marcha por encima de 2500 y conseguir una conducción alegre sin pasarme en el consumo. Gracias.
@Enrico Cuando se solicita empuje a este pequeño motor sobrealimentado de inyección indirecta, lo mejor es llevarlo por encima de las 2500 rpm (4a a partir de 70 km/h y 5a por encima 100 km/h), correspondientes a la zona descendente de su curva de par. Sus rivales sobrealimentados de inyección directa (VW 1.0t, Ford 1.0t,…) ofrecen más par a menos revoluciones, de modo que permiten una conducción menos exigente… y más parecida a la de su antiguo turbodiesel. En cualquier caso, no creo que haga falta superar por mucho las 3000-3500 rpm para mantener un ritmo alegre con este 0.9t, con consumos moderados.
Saludos