La prueba de este peculiar vehículo más bien debe considerarse como un experimento que como una prueba de las habituales; desde luego, ya sabíamos de antemano que el consumo iba a arrojar cifras aterradoras, pero el objetivo era algo de lo que ya se ha hablado y comentado en este blog en repetidas ocasiones, pero que nunca habíamos llegado a concretar: ¿cuál es la influencia real de la tracción total en el consumo, por comparación al de un coche de similar carrocería y mecánica, pero con dos ruedas motrices? Es algo que sin duda alguna los constructores conocen muy bien; y de lo que desde hace unas tres décadas, también el usuario puede estar enterado, ya que las cifras de homologación de consumo lo dejan meridianamente claro.
Una cosa es que dichas cifras sean muy poco representativas respecto al consumo real del vehículo en utilización normal; y otra que, a efectos comparativos, la relación entre un tipo de impulsión y otro siempre indique un mayor consumo para los de cuatro ruedas motrices. Es lo mismo que ocurre con la representatividad de las pruebas que publicamos en este blog: los consumos podrán parecer altos o bajos, en función de que el ritmo le parezca a cada cual demasiado rápido o lento; pero lo que se puede dar por seguro es que, hablando siempre de consumos en carretera, el coche que consume más que otro en nuestra prueba (cuyo recorrido es muy variado) también consumirá más –y probablemente en un porcentaje similar- en manos del usuario normal, ya sea consumiendo más o menos que en la prueba.
Pero hemos dicho antes que los fabricantes ya conocían esta diferencia, y ahora los usuarios también; pero esto no siempre fue así. Porque allá por 1980, en una de las varias conversaciones que he tenido el placer de mantener con el genial Ferdinand Piëch (creador del primitivo Audi Quattro), el temperamental ingeniero germano se empeñó en venderme la burra de que un coche con una tracción integral bien diseñada (como era el caso del Quattro) consumía menos que con tracción a un solo eje. Porque, según él, las resistencias parásitas, repartidas entre los dos ejes, eran inferiores que con toda la potencia pasando por uno sólo. Por entonces la prensa no podía hacer dicha comparación, porque en turismos sólo el Subaru Leone existía con anterioridad al Quattro. Me atreví a contradecirle, aunque ni él me convenció, ni mucho menos yo a él; pero el tiempo ha dejado las cosas claras. Lo que nunca sabré es si de verdad se creía lo que decía, o lo defendía porque el Quattro era creación suya; vaya Vd a saber.
Pero ahora, 35 años después, lo que buscamos es cuantificar de modo un poco más exacto el porcentaje de esa diferencia. Y como siempre en nuestro caso, sobre la base de un recorrido exclusivamente por carretera de asfalto en buen estado; hacerlo por caminos de tierra y no digamos en todo-terreno, requeriría un tiempo, unas rutas, y quizás unas autorizaciones que están fuera de nuestro alcance y, en cualquier caso, de nuestras intenciones. No obstante, incluso ciñéndonos a un recorrido por asfalto, hay toda una problemática a resolver, habida cuenta de la diversidad de tecnologías actualmente empleadas. Vamos a darle un repaso a la oferta que actualmente tenemos en el mercado, y veremos que hay mucha tela que cortar.
Porque tenemos coches con tracción integral continua, con un reparto básico (50/50 en Subaru, pero que en otros suele ir de 33/67 hasta 67/33) para condiciones de buena adherencia. En estos no hay posible comparación, salvo que un modelo de carrocería y mecánica similar se ofreciese también con tracción a un solo eje; hubiese sido factible en los antiguos BMW tipo iX (tracción Steyr-Puch de reparto inicial 33/67), que tenían versiones de idéntica mecánica y carrocería con ambos tipos de tracción.
Y luego tenemos la gran mayoría de los actuales; en los que, bajo condiciones normales, la mayor parte (por no decir la totalidad) de la tracción va a un solo eje, para pasar parcialmente al otro cuando la potencia enviada a las ruedas del tren principal supera las condiciones de adherencia de dicho tren. En el caso de tracción delantera, tenemos todos los que utilizan el sistema Haldex (grupo VAG con mecánica transversal, Volvo y algunos más); y entre los que son básicamente de propulsión, los Porsche 911 Carrera 4 (aunque éstos siempre pasan delante un pequeño porcentaje de par, incluso en seco y a velocidad de crucero).
Y finalmente, están los vehículos como este Montero 3200-D; y varios pick-ups, junto a algunos de los ya pocos auténticos todo-terreno que van quedando. En este caso, la tracción total es desconectable, y en condiciones de carretera normal y en seco, se circula (aunque no obligatoriamente, como veremos más adelante) con propulsión trasera, dada la estructura mecánica de todos estos vehículos. Y al margen de este panorama relativamente amplio, está el problema de, en cada categoría, encontrar dos vehículos que se presten a la comparación; si bien en el tercer caso, como es el del Montero, un único vehículo es suficiente.
Así que, antes de entrar en la prueba -o experimento- llevada a cabo con el Montero, dimos un repaso al histórico de pruebas realizadas en este blog hasta el momento; para ver si, en las dos variantes señaladas con anterioridad a la del todo-terreno, teníamos alguna posibilidad de efectuar retrospectivamente la comparación que andamos buscando. Pues bien, la cosa resultó ser algo más complicada de lo que podría pensarse, puesto que de un modelo no solemos probar cada motorización más que una sola vez; otra cosa es el mismo motor y transmisión en coches bastante parecidos, o bien en el mismo coche, cuando cambia de generación. Pero entonces ya no sería una comparación a igualdad de todo, excepto el tipo de propulsión.
La conclusión fue que, entre los de tracción variable, teníamos el Toyota RAV-4 con motor D-4D, que se probó con tracción delantera en el 2.0 de 124 CV, y con tracción variable en el 2.2 de 150 CV. Pero, aunque básicamente similares, los dos motores no son el mismo; y no ya sólo por la diferente cilindrada y potencia, sino porque el 2.0 llevaba una gestión mucho más volcada hacia la economía que hacia la prestación. Así que la diferencia entre los consumos -6,41 l/100 en el 2.0 y 7,36 en el 2.2, y en tiempo sólo hubo un minuto entre ambos- que ascendió a un +14,8% en contra del 2.2, hay que tomarla con bastantes reservas. Y eso que, en este tipo de tracción “tipo Haldex”, apenas se circula con tracción a las cuatro ruedas, sino simplemente arrastrando “en vacío” todo el conjunto de elementos de transmisión hacia el tren posterior, aunque apenas vayan transmitiendo par de impulsión alguno. Por ello, ese incremento de casi un 15% creo que hay que achacarlo, al menos en buena parte, al influjo de la diferencia de motores, más que a la existente entre los sistemas en sí.
También tenemos disponible un caso con las diferencias invertidas: el reciente motor 2.0-TDI del grupo VAG, en su elaboración de 150 CV, que muy recientemente probamos en el Seat León ST 4-Drive; pero lo que no hemos probado es ningún León ST con dicho motor, pero en tracción delantera. Pero sí un par de coches bastante similares, dentro de lo que cabe: un Audi A3 Sedán, y un VW Golf VII de dos volúmenes. Los tres coches llevaban neumáticos de sección 225 (con distintos perfiles y diámetro de llanta, pero esto no importa demasiado), por lo cual en este aspecto estaban igualados; pero los pesos y las aerodinámicas son distintos, y tampoco los desarrollos coinciden, aunque sean bastante similares.
De todos modos, sacando el promedio de los consumos del A3 y del Golf (sale a 5,64 l/100 km), y comparando con los 6,17 del León 4Drive, tenemos en este caso un incremento de consumo, en contra del sistema Haldex, de un 9,4%. No es un cálculo demasiado fiable, pero sí más razonable que el de los Toyota; y quizás la diferencia sería algo menor si el A3 no tuviese tan buena aerodinámica, ya que las del Golf y el León ST deben andar bastante próximas. En fin, es simplemente una referencia más, como la de los Toyota, a las cuales se les puede dar un valor simplemente relativo.
Pero finalmente sí teníamos una comparación realmente equilibrada: y era entre dos Mitsubishi Outlander; y de ahí surgió precisamente la idea de recurrir al Montero para tener una panorámica todavía más completa. Porque el caso es que los Outlander eran absolutamente clónicos, excepto en el tipo de transmisión y en la diferencia de peso que, obligatoriamente, tiene que existir entre un sistema y otro, y cuyo impacto es lógico que pueda y deba reflejarse en el resultado. Ambos Outlander llevaban el motor 2.3 DI-D de 150 CV, las mismas relaciones de la caja de cambios y la misma reducción en el grupo (o grupos, en el caso del 4WD); e incluso, para que todo resultase más perfecto, calzaban exactamente la misma medida de neumáticos, y además de la misma marca y tipo; clónicos, en una palabra.
Tampoco en el ritmo de marcha hubo apenas diferencia: el 2WD tardó un minuto menos, así que incluso aquí hubo una perfecta sincronización. Y la comparación de resultados (7,44 l/100 km en el 4WD frente a 7,11 en el 2WD) nos da en este caso un desfase de un 4,6% mayor consumo para el sistema de tracción variable. Una diferencia bastante más razonable que la encontrada en los coches con motor TDI del grupo VAG, cuyo Haldex es técnicamente muy similar al sistema empleado en el Outlander 4WD. Una penalización apenas inferior al 5% parece razonable para ir arrastrando un reenvío cónico de salida en la transmisión delantera, un árbol de transmisión con sus juntas, un embrague multidiscos (aunque la mayor parte de tiempo no vaya trabajando, pero sí girando en su propia silicona,), un diferencial cónico con sus rodamientos, y dos palieres con sus juntas en los extremos. Y todos los mecanismos, con su correspondiente lubricante batido por el movimiento.
Así que para completar la comparación, nada como recurrir al hermano mayor del Outlander: el Montero. La versión elegida –puesto que, para mi sorpresa, en Mitsubishi disponían de varias unidades- fue el acabado Spirit (el más básico) en carrocería larga de siete plazas, y con cambio manual; ya que también existe con automático clásico, de convertidor, en acabado Kaiteki. Es decir, se trataba de un representante totalmente genuino del concepto de todo-terreno clásico, incluso con la rueda de repuesto situada (bajo una carcasa metálica de protección), por fuera del portón trasero, que es de apertura lateral. No obstante, su definición técnica dispone de algunos refinamientos que los todo-terreno de hace unas pocas décadas no poseían, y que comentaremos tras presentar la ficha técnica resumida, que es la siguiente:
Mitsubishi Montero 3200-D Largo:Motor: 3.200 cc; 200 CV a 3.800 rpm; 45,0 mkg a 2.000 rpm. Transmisión Super-Select SS4-II; propulsión trasera conectable a total, con reparto inicial 33/67% y diferencial central controlado por embrague viscoso (reparto 50/50% con piso muy resbaladizo), reductora 1,90:1 y bloqueo del diferencial posterior. Caja de cinco marchas, con 38,5/50,6 km/h a 1.000 rpm en 4ª/5ª Neumáticos: 265/65-17 (Yokohama Geolandar G-902). Cotas (longitud/anchura /altura): 4,90/1,88/1,87 metros. Peso (sin conductor, con depósito lleno): 2.310 kg (unidad de pruebas). Velocidad máxima: 180 km/h. Consumo extra-urbano: 7,2 l/100 km. Emisión ponderada de CO2: 213 g/km. |
El primero y fundamental de esos refinamientos es una suspensión de cuatro ruedas independientes, con dos barras estabilizadoras, cuando un todo-terreno clásico solía llevar al menos eje rígido atrás (Toyota Land-Cruiser y casi todos los pick-ups), cuando no los dos ejes rígidos (Land-Rover Defender y Toyota Land-Cruiser modelo ONU); este último creo sigue siendo montado en Gibraltar, aunque no figura en casi ninguna fuente de información. Y la otra peculiaridad es que su estructura es mixta, con un bastidor de largueros, y carrocería monocasco (semi-autoportante en este caso) soldada, y no atornillada, sobre el mismo. Y por si fuera poco, todo el tren delantero y la mecánica van colocados sobre un subchasis; lo cual explica ese peso de 2,3 toneladas en vacío.
Los cuatro discos de freno, con pinzas de cuatro pistones, son iguales, ventilados y de 332 mm de diámetro; no pueden ser más grandes (aunque no están nada mal) ya que la llanta es de 17”, y no hay más hueco disponible. Los neumáticos, debido a un perfil 65 sobre una sección de 265 mm, acaban teniendo un diámetro externo imponente, de 78 cm. En cuanto a la dirección, su asistencia es hidráulica, puesto que una eléctrica (al menos con una instalación de 12V) tendría graves problemas para mover tales ruedas, con el peso que soportan. Y ello aunque la relación sea más bien lenta, con 3,6 vueltas de volante (que no es de cuero, al menos de serie en el Spirit) para un diámetro de giro de 11,4 metros entre bordillos; pese a que la batalla no es exageradamente larga, con 2,78 metros.
Esta versión larga de cuatro puertas laterales supera en poco más de medio metro a la corta de dos puertas, y pesa 180 kilos suplementarios; la distancia libre al suelo, como corresponde a un todo-terreno, es notable, de 21 cm; aunque hay vehículos rivales que están sobre los 23 cm. Pero de cara a lo que andábamos buscando, resulta la versión ideal, ya que es la más pesada; y entre esto y una aerodinámica de la que más vale no intentar buscar el Cx, y cuya sección ya se puede suponer por donde anda (puesto que es igual de alto que de ancho), teníamos garantizados unos consumos muy elevados, por lo que sería más fácil encontrar diferencias acusadas entre un modo de tracción y otro. Pero lo importante es analizar un poco más en profundidad la mecánica -y en particular la transmisión- para poder sacar conclusiones lo más válidas posibles del experimento.
El motor tiene una estructura bastante moderna, pero está marcado por su cilindrada y por el tipo de utilización al que se le destina. Se trata de un 4 cilindros en línea, con bloque de hierro y culata doble árbol de aluminio con 16 válvulas, turbo de geometría variable e intercooler; incluso su relación de compresión (16,0:1) está en línea con las tendencia modernas. Hasta aquí, todo encaja con la definición de tantos otros motores, incluso para turismos muy refinados; pero el asunto cambia cuando añadimos que su cilindrada es exactamente de 3.200 cc. Y todavía se aprecia más que se trata de un motor más bien “trotón”, de características tirando a industriales, al ver que su rendimiento no pasa de los 62,5 CV/l (serían 125 CV para un “dos litros”), y eso subiendo a un régimen de 3.800 rpm. Y tanto más cuando nos fijamos que su par máximo corresponde a 14 mkg/l, que manteniendo la comparación con un dos litros, daría sólo 28 mkg. Pero la personalidad del 3200-D reside en que tiene 3,2 litros de cubicaje, 200 CV y 45 mkg. Y una vez en carretera, esto es lo que cuenta.
Vamos con la transmisión; tal y como ya hemos dicho, para utilización en carretera y en seco, el modo de funcionamiento recomendado es con propulsión trasera, y precisamente para favorecer el consumo. Aunque también para quitarle trabajo innecesario a todos los componentes de la transmisión total que, cuando realmente es necesaria, tienen que hacer frente a esfuerzos notablemente acusados. Incluso por caminos de tierra en buen estado se puede ir perfectamente sólo con propulsión, sobre todo si no se abusa de las marchas cortas y no se es brusco con el acelerador; el tipo de neumáticos montados permite hacerlo con garantía. Por el contrario, si el asfalto está mojado, ese dibujo no es precisamente el más recomendable, y el manejo puede ponerse delicado, por lo que no está de más conectar la tracción integral. Y con mayor razón, si también ha llovido, conviene conectar la 4WD sobre tierra -aunque el camino esté en buen estado- para tener mejor tracción sobre el barro, al repartirla entre las cuatro ruedas.
Al pasar al modo 4WD, la tracción se reparte en la relación de un tercio delante y dos tercios detrás; de este modo, se mantiene bastante el comportamiento dinámico correspondiente a un propulsión, pero a su vez se alivia, en la proporción indicada, el esfuerzo de tracción encomendado al tren trasero, y hay menos riesgo de que sus ruedas patinen y el Montero se ponga a sobrevirar, con el consiguiente susto (cuando no algo más serio). Pero no obstante, cuando la adherencia es muy precaria, ni siquiera ese reparto garantiza que alguno de los dos trenes –en principio el posterior; pero podría ser el delantero al pisar a fondo en una marcha corta y cuesta arriba- no llegue a alcanzar su límite de adherencia y empezase a patinar, perdiendo a la vez capacidad de tracción y de control direccional.
Y para este caso entra en acción, y además de forma automática, un embrague viscoso multidisco que se encarga de controlar al diferencial central; en cuanto la velocidad de salida desde el mismo hacia los dos trenes comienza a variar de modo apreciable, la silicona del embrague empieza a ofrecer más y más resistencia, actuando como un autoblocante, pudiendo llegar a conseguir un reparto del par de prácticamente un 50/50%, al no dejar que uno de los trenes se embale. Yendo despacio, y para tomar curvas, aunque sean muy cerradas (y entonces la velocidad es lenta), la diferencia de velocidades es muy baja, y el embrague no ofrece apenas resistencia; aunque teóricamente siempre tiende a igualar las velocidades de salida hacia ambos trenes. Por ello, sobre asfalto seco pero en una carretera con muchas curvas cerradas, la tracción 4WD confiere mayor seguridad de marcha; pero a su vez, al no poder resbalar las ruedas (debido al asfalto seco) para compensar la diferencia de recorrido entre ambos trenes (el trasero siempre acorta la trazada), éstos siempre luchan un poco uno contra otro, aumentando el consumo y sobrecargando la transmisión.
Pero hay ocasiones en las que incluso esto no es suficiente, porque la adherencia todavía es demasiado precaria: como puede ser el caso sobre nieve apelmazada y helada, o ese tipo de barro arcilloso y pegajoso que “embaza” el dibujo del neumático, dejándolo prácticamente liso. Para estas circunstancias, que ya son bastante límite, se dispone de una tecla que, mediante un mando eléctrico, se encarga de bloquear totalmente el diferencial posterior. Y de este modo, al menos el tren posterior siempre empuja, y además totalmente de frente, ya que el embrague central viscoso mantiene la velocidad del árbol de transmisión casi igual a la que sale de la caja de cambios, y el trasero bloqueado mantiene ambas ruedas a la misma velocidad, con independencia de que una tenga más agarre que otra. A lo que no se llega –a diferencia del Unimog y aparatos semejantes- es a bloquear el diferencial delantero, porque entonces el vehículo resulta muy difícil de maniobrar en curva y la dirección se pone durísima, salvo que la adherencia sea prácticamente nula.
Y todavía hay otra circunstancia peor, cuando el terreno es muy escarpado y obliga a ir muy, pero que muy despacio; pero para hacerle frente todavía queda un último as en la manga: una reductora de relación 1,90:1, que no es tan radical como las de 2,5 a 3,0 de los todo-terrenos más “bravíos”, pero suficiente para transitar por caminos o terrenos en muy mal estado (o muy peligrosos) sin necesidad de tener que ir todo el rato en 1ª, o en 2ª pero a medio embrague, destrozándolo. En estos terrenos es donde se produce el famoso “cruce de ejes” que deja a una de las ruedas de un tren prácticamente sin adherencia, o incluso en el aire. Y entonces es cuando la combinación de reductora y bloqueo de diferencial trasero alcanza su máxima e imprescindible eficacia. Evidentemente, la reductora contribuye de modo espectacular a aumentar los consumos, tanto por poner en acción un nuevo tren de piñonaje, como por acortar casi a la mitad los desarrollos. Pero ahí está, para emergencias que la hacen casi imprescindible.
Y con esto cerramos la historia de la Super-Select SS4-II, y de su impacto en los consumos; impacto que vamos a analizar inmediatamente, ya que los resultados encontrados en las dos pasadas por nuestro recorrido habitual fueron los siguientes:
Montero 3200-D en 2WD: Consumo: 10,61 l/100 km. Promedio: 105,7 km/h |
Montero 3200-D en 4WD: Consumo: 11,36 l/100 km. Promedio: 106,1 km/h |
Conviene aclarar, desde el primer momento, que nuestro recorrido en 2WD fue en la configuración más sencilla posible; y que en 4WD lo único que se conectó fue dicho tipo de tracción total, sin bloquear el diferencial trasero ni mucho menos conectar la reductora (casi da vergüenza explicarlo, pero por si acaso). Simplemente, el embrague viscoso central iba haciendo su trabajo, y punto. Empezaremos dando unas pinceladas sobre el comportamiento dinámico y la conducción de un vehículo tan radicalmente distinto de los que habitualmente manejamos, y finalmente comentaremos la comparación de consumos, que es el objetivo final de este experimento.
Pues bien, el motor transmite una sensación bastante bronca, cuando se pisa a fondo: todo el coche retiembla hasta que alcanza las 1.500 rpm (aunque ya tira bastante bien, no se puede ir así), pasa a retumbar con un sonido semi-sordo hasta que coge 2.000 rpm, y sigue vibrando (se nota a través del volante, los asientos y el piso donde se apoyan los talones para accionar los pedales) hasta pasar de 2.500 rpm. A partir de ahí, ya no queda más que un hormigueo; y es que se trata de un cuatro cilindros de 3,2 litros, sus pistones pesan en proporción a un diámetro de 98,5 mm, la carrera es de 105 mm, y las bielas de longitud proporcional a la misma. Y aquí, donde harían más falta, no hay árboles de equilibrado que compensen las vibraciones de orden secundario propias de un cuatro en línea. Eso sí, el empuje de los al menos 45 mkg –porque da la impresión de que sean todavía más- consiguen mover las dos toneladas y un tercio con soltura.
El manejo de la caja de cambios –de sólo cinco marchas, también como en tiempos más clásicos- es muy de furgoneta antigua en cuanto a la dureza de las inserciones y la exigencia de dibujar muy bien la H de la rejilla de selección; por el contrario, sí es moderna la precisión de los movimientos, sin las holguras que en tiempos acompañaban a los “defectos” antes señalados. Los desarrollos creo que son razonables, para ser una caja de cinco relaciones; los 180 km/h de teórica punta (no es muy razonable exigírsela, ni en los países donde sea legal) se alcanzan en 5ªa 3.560 rpm, siendo un desarrollo ligeramente “largo”, en pro de la economía.
El comportamiento dinámico es peculiar: de entrada (y hablamos de ir por asfalto seco y en 2WD, que es lo más usual) hay mucho subiviraje inicial, lo cual exige anticipar un poco la maniobra con el volante, ya que la dirección es lenta, a fin de no dejarse atrás el “pico” de la curva. Porque luego viene el efecto contrario: como el Montero Largo pesa mucho, acumula mucha inercia de giro, y en el momento de enderezar la trayectoria para darle salida a la curva, tiende a seguir girando sobre sí mismo, pasando a un comportamiento un poco sobrevirador, que contrasta mucho con el apreciado a la entrada. Por ello, en Mitsubishi recomiendan llevar 0,2 kilos más de presión detrás que delante para matar ese sobreviraje final, al que le tienen más miedo que al subiviraje inicial.
Naturalmente, todo esto se aprecia tanto más cuanto más alegre sea la conducción; a ritmo de paseo, caso todo da igual, y la suspensión independiente permite viajar con bastante confort, y sin sobresaltos. Pero para andar con cierta viveza, hay que ir atentos a manejar el volante con suavidad pero con decisión, anticipando la entrada en curva y luego dándole salida con suavidad, sin enderezar el volante bruscamente, pues entonces es cuando hay cierta tendencia al “coleo”. Eso sí, la eficacia de los frenos es irreprochable; el vehículo se para siempre dentro del límite de agarre de los neumáticos, y bien alineado gracias al moderno ABS. Pero unas cosas con otras, hay furgonetas actuales que tienen una conducción más similar a la de un turismo que la de este robusto pero muy clásico todo-terreno.
Las cosas cambian bastante cuando se conecta la tracción 4WD. El subviraje inicial casi desaparece si se traza fino; e incluso si se tira de volante, ese 33% de tracción delantera se deja notar, y el morro entra en la curva con mayor decisión. Y a la salida, el fenómeno de inercia sigue siendo el mismo, pero al llevar menos empuje (sólo el 67%) en el tren posterior, éste tiene más adherencia en reserva, y la zaga tiende moverse algo menos. En otras palabras, permite una conducción a la vez más segura y más rápida, a cambio del aumento de consumo que luego veremos. Y por supuesto, también resulta más segura la retención con el motor, puesto que se reparte entre ambos trenes, con bastante menos riesgo de bloquear el trasero (por ejemplo al reducir a 2ª), incluso aunque no se frene.
Respecto al ritmo de marcha, lo que sí se aprecia es que en 4WD pide que se reduzca con mayor frecuencia; en gran parte, para compensar la potencia absorbida por la transmisión, pero también porque el mayor dinamismo de marcha permitido parece estar exigiendo una capacidad de aceleración a la salida de las curvas algo más dinámica que cuando se viaja al paso más reposado de la 2WD. Así las cosas, el resultado fue que se tardó 4h 46m para cubrir el recorrido en 2WD, y un minuto menos con 4WD; y ello a pesar de que en este último caso, el día fue con piso húmedo o mojado, e incluso bastante llovizna muy fina, en buena parte del recorrido; de lo contrario, la diferencia hubiese sido todavía más favorable al 4WD, que dejó clara su superioridad. Y para lo que buscábamos, ideal: porque el tiempo medio de marcha fue prácticamente idéntico y, por lo tanto, la diferencia de consumo no puede ser achacable a ir más rápido o más lento.
Y cerramos con la dichosa diferencia: los 11,36 l/100 km en 4WD suponen un incremento de exactamente tres cuartos de litro respecto a los 10,61 en 2WD; un 7,0% exacto, porcentualmente. Algo más que el 4,6% que vimos con los Outlander; ¿y por qué? De aquellos ya reseñamos todo lo que gira en vacío cuando se trata del 4WD, aunque el sistema apenas empuje con el tren posterior; y en el Montero es muy similar, sólo que el segundo reenvío a 90º es el propio diferencial delantero, puesto que toda la transmisión, en la zona delantera y hasta dicho diferencial, gira longtudinalmente. Pero al margen de que todas las piezas del Montero son más grandes y pesadas, hay una diferencia importante: el tren que trabaja en vacío incorpora las ruedas directrices, que giran lateralmente en todas y cada una de las curvas y maniobras que se realizan, por lo que sus crucetas o juntas homocinéticas están en frecuente articulación. Y por muy bien lubricadas que estén, siempre constituyen una resistencia parásita adicional. Y por supuesto, no olvidemos el resbalamiento del embrague viscoso, también en todas las curvas.
¿Conclusiones? La primera y fundamental, que con cualquier sistema de tracción total siempre se consume más que cuando es a un solo eje. Segunda: que para una utilización normal y corriente, o incluso con algunos pinitos de ir por un camino de tierra, la tracción a dos ruedas, con todas las ayudas electrónicas modernas, es ampliamente suficiente. Tan sólo cuando hay una adherencia muy precaria, bien sea por barro (unida a problemas de distancia libre al suelo, en muchos casos), o por nieve helada en carretera, resulta conveniente, o incluso imprescindible, recurrir a la tracción total. Pero recordemos que, durante muchas décadas, las dos marcas suecas (Volvo y Saab) trabajaron con tracción a un solo eje (trasero y delantero, respectivamente), al tratarse de un país básicamente llano; un buen equipo de neumáticos adecuados era más que suficiente. Y en cuanto al comportamiento rutero, lo mismo de lo mismo: un coche con sistema Haldex no es necesariamente más rápido que la versión de tracción delantera; eso sí, admitamos que, en momenetos puntuales de adherencia precaria, tiene un plus de adherencia y por tanto seguridad; lo cual, para algunos usuarios, puede justifica el sobreprecio a pagar.
Donde quedó el Terrano II con su precio y polivalencia real.
El salto existente entre un Montero o Land Cruiser 150 y un ASX o un RAV-4 es enorme en cuanto a capacidad fuera de carretera y tamaño/mantenimiento. Sólo el Forester, Tiguan Country o Discovery Sport pueden suponer una alternativa y siempre sin la gran baza para circular comodamente fuera del asfalto que suponen las reductoras (retener mecánicamente).
No es muy comodo sortear los obstáculos del terreno a base de inercia…. Todo lo que no sea disponer de reductora no sirve para hacer todo terreno y salirse del camino marcado (aunque lo que mas influye en el terreno es el dibujo del neumático). A veces ni la reductora ni el neumático te hacen patinar y patinar por no poder bloquear manualmente el diferencial trasero. Definitivamente no, no son una alternativa los SUV actuales a los 4×4 de siempre, aunque no todo el mundo necesita un 4×4 porque no todo el mundo sale del camino o lleva un pequeño remolque hasta el fin del mundo, etc…
Hay muchos caminos de la realidad (no las carreteras parcelarias de mitad de Castilla) que sin salirte del camino (que está prohibido) supone algo muy exigente o imposible para un SUV, como puede suponer un corta-aguas transversal, una paella en pendiente, o un descenso en el que un control de descensos puede quedar frito. No hablo de cosas anormales ni buscarse complicaciones.
Hoy en día, con una buena electrónica, una altura de no menos 22cm, paragolpes y bajos limpios y sino reductoras, si al menos 1 o 2 marchas ultracortas de verdad, de esas que a tope de revoluciones el vehículo no sobrepase los… 12 km/h como mínimo.
Al Forester le faltaría unos paragolpes menos prominentes y reductoras.
Al Duster le haría falta más altura alante y una mayor retención (en su 1ª rápidamente se lanza sin control a más de 35km/h)
Al Discovery Sport, más allá de su precio, de nada sirven 9 marchas si tiene un desarrollo de 7,1 km/h a 1.000rpm.
D. Arturo esta comparativa no me vale. El Montero en 2WD arrastra todo el tren delantero al no disponer de liberadores de rueda(de los que ya se han hablado en este blog en otras ocasiones). Con estos dispositivos súmele usted un litro y medio menos a los cien seguro.
Hay un elemento de la transmisión de este Mitsubishi que no es del todo frecuente entre el resto de todo terrenos «clásicos», y que a mi modo de ver tiene muchísimo interés, y es el diferencial central. Si hay que andar por carreteras resbaladizas, o por carreteras de esas que tienen parches de nieve y hielo esa pieza marca la diferencia al permitir circular en 4×4 con seguridad y sin miedo a romper nada. Los que tienen una transfer normal, bloqueada siempre 50/50 en 4×4 son un autentico coñazo para andar en esas circunstancias.
Para mi conceptualmente la de estos coches es la mejor transmisión posible para un 4×4, solo le faltaría dar opción de meter la reductora sin bloquear el diferencial central para ser perfecta (de cara a arrastrar un remolque pesado por una pista cuesta pero con buen firme), amén del bloqueo delantero si hacemos un uso muy exigente.
En cuanto a la prueba en si, pues no me parece un gran sobregasto el de llevar la tracción integral conectada. De entre todas las causas que puede haber para consumir un 7% mas esta me parece de las mas justificadas si vamos a andar por caminos. Porque al final no importa que el 99% de las veces nos arreglemos con 2rm, lo que cuenta es el 1% de las ocasiones en las que la tracción permanente es imprescindible para que el coche cumpla con su función: llevarmos a donde queremos ir.
Para @4.- ¿Esta seguro de que no desacopla los palieres delanteros al ir en 2H? Yo diría que si lo hace, al menos los antiguos lo hacían automaticamente. Tampoco digo nada, si es capaz de precisar lo que se ahorraría con tanta exactitud debe ser usted un gran experto.
Aplaudo la novedad de llevar un autentico tt a estas pruebas, y tambien la precisa explicacion tecnica aportada..
Este modelo lo conozco bastante, pues en ocasiones pude llevar uno,
pero la primitiva version aparecida en el año 2 mil, en version corta, y confirmo todo
o dicho..,en tema sonoridad, si este, que poco o mucho, esta mejor trabajado que aquel le ha parecido muy bronco, del otro no le quiero contar, con un tacto y sonido de camion, como en pocos coches se puede encontrar.., y tambien el tacto del cambio, que pese a que es muy suave, se nota que dentro de la caja hay un piñonaje que pide calma a la hora de cambiar..
Y si, el poderio que tiene obliga a tener cierto cuidado al abrir gas en giros cerrados sobre mojado, porque, no es dificil hacen que se vaya de atras y en el corto es todavia mas delicado, si bien en pistas de tierra en buen estado es un plus de diversion si se tienen «manos»..
Y andar, andan mucho, de aquel recuerdo que se ponia a 150-160 con increible facilidad, y los 180 no parecian para nada inalcanzables, al contrario..
Y en consumo, pues gastar 10-11 litros en un coche asi, pues es casi un regalo,y mas si tenemos en cuenta que el montero de 2a serie, en concreto el 2.8, se ponia con facilidad en los 15l/100..
Hablando de este ultimo, tambien tuve la posibilidad de probarlo (tambien con la super select), y decir que por campo me gusto mas. En cambio por asfalto o pistas en buen estado, la suspension indepediente en las 4 ruedas, y el chasis semi autoportante del Did es superior..
De todas formas, creo quela teansmision ideal para este coche seria la aur
tomatica, mucho mas adecuada para gestionar el elevado par motor sin miedo a castigar en exceso el conjunto embrague-volante bimasa, mal endemico de estos coches cuando caen manos poco cuidadosas..
Yo tenía entendido que el cruce de ejes dejaba dos ruedas sin tracción, una de cada eje.
En realidad es así, pero con que se levante del suelo una sola lo normal es que la contraria se quede sin tracción también aunque este tocando el suelo, no hay peso sobre ella.
Yo tuve un 3200 corto del 2006 al 2012 el de 165cv. Hay una cosa que no se comenta en el artículo y que yo creo que marca una gran diferencia de la súper select con respecto a otras cajas de transmisión, y es que pasar del 4×2 a 4×4 no requiere de parar el coche y engranar….se puede ir circulando y en función de las características del terreno que vayamos a pisar podemos engranar o quitar de 4×2 a 4×4 siempre que vayamos a menos de 100km/h y las ruedas rectas (para bloquear diferencial o meter reductora hay que parar).
Ya podían otras marcas y modelos de coches montar una caja con esa característica, además de no tener que arrastrar de forma continua un eje con traccion innecesaria, bajaríamos consumo, neumaticos, transmisión….
En frío y en marchas cortas aquel aparato sonaba como un camión ligero. Los volúmenes de líquidos eran increíbles mas de 5litros de agua para el limpiaparabrisas delantero y algo más de 2 para el trasero, cárter con 6,8litros. Una vez conseguí hacer un depósito entero con una media de 7,6litros pisando huevos viniendo de Avila a Gijon y si te movías rápido en autopista con desniveles los 12litros era fácil verlos de media en un depósito, lo habitual era entre 8,8-9,3 ahí tenía mi media por donde me movía.
Agradables recuerdos me quedan de aquella carroceta, y como unico problema era que aun teniendo correcto el volumen de aceite cuando te ponías a subir por una fuerte rampa prolongada saltaba el chivato de volumen bajo de aceite, las primeras veces el susto fue mayúsculo, y en la Mitsubishi tenían «solucion» que era cambiarte la varilla del aceite por una modificada en la que agregabas casi 1 litro mas de aceite a las recomendaciones del fabricante (las marca de max-min iban más altas)…..todo ello para que el sensor fuera siempre bañado y no saltara el chivato…..dije no!!!!
Cuando me saque el permiso de conducir empezé llevando durante 6 años un Opel Monterrey 7p 3.0 dti de 4 cilindros, 159cv y 330Nm de finales del 98. Guardo un gran recuerdo de el. Recuerdo que fue el primer 4×4 con motor common rail. Lo menos que me gastó fueron 10l/100km y yendo a bueno ritmo podias hacer 16l/100km, con remolque de motos solo gastaba 1l mas. Su punta segun manual era de 160km/h y su record 180km/h medidos por gps cuesta abajo. Caja de cambios de 5 velocidades con reductora, tracción trasera con 4×4 conectable hasta 80km/h sin abs ni esp. Con un vehiculo de estos se aprende mucho sobre conducción ahora llevo un coche antagonico a estos pero espero volver a tener algun día otro 4×4 de verdad, a veces pienso en un defender corto y techo desmontable que esté en buen estado.
Como petición, me encantaria leer una prueba del land cruiser normal y del hdj 200, me gustan mucho!
@10
https://en.wikipedia.org/wiki/Isuzu_Trooper
Una de las primeras, despues vendrían otras, aventuras de Opel, en las que se dejó su prestigio como fabricante.
Infausto recuerdo, enorme decepción.
Un tractor de pésima calidad.
Ojo vendido como «gama alta» lo que hoy llamaríamos premium.
Manda cojones.
Pues me parece bastante notable consumir sólo algo más de 10 litros este gran Montero de motor 3200.Los modernos para su época Nissan Terrano de 125 cv gastaban 12 o 13 litros con facilidad al ritmo de esta prueba y desde luego andaban menos y eran mucho menos voluminosos.
Tuve un Montero TDI 2400 segunda generación con la Súper Selec.
Con respecto a las dudas sobre liberadores de ruedas, el paso de 4WD a 2WD se efectuaba mediante un servo que desacoplaba la rueda delantera derecha y los diferenciales delantero y central hacían el resto. Supongo que la Súper Selec actual usará el mismo sistema o similar.
Por cierto,fantástico coche que me dió mil satisfacciones y un resultado extraordinario; sin duda el mejor que he tenido.