Pocas o muchas, innocuas, molestas para otros o incluso peligrosas, todos tenemos manías; y los que tendemos a ser organizados y metódicos, como creo que es un servidor, tenemos más, por lo general. Naturalmente, en este comentario me ceñiré a las manías relativas a la conducción; las de otro tipo, que podrían ser incluso más divertidas, las dejaremos para otros blogs, como el de la Dra. Love, sin ir más lejos. Y puesto que las manías son muy personales, no voy a hacer un tratado de las casi infinitas que pueden observarse en los cientos de millones de conductores de este mundo, sino que daré pie a un eventual coloquio empezando por las mías propias. Como es lógico, todos procuramos racionalizar el por qué del mayor número posible de nuestras manías, buscándoles una justificación, que puede ser real y tener cierta base en ocasiones; lo que ocurre es que esa actuación la llevamos a tal extremo y con tanta rigidez que deviene en manía.
Cada vez es más difícil verificar algo bajo el capó; en este caso, sólo está accesible el nivel de agua (y el bote de expansión ¡ni siquiera es transparente!).
En mi caso, la justificación es intentar rodearme de las condiciones óptimas para conducir, ya sea por seguridad y/o para disfrutar de la propia conducción. Para ello, empiezo (y sobre todo empezaba) por revisar el coche en todo lo (a mi juicio) razonablemente revisable, y luego por ajustar el puesto de conducción y su entorno de la mejor forma posible. La primera parte ha ido evolucionando con los tiempos; durante 23 años, cuando hacía prácticamente el 100% de las pruebas de “Autopista”, y buena parte de las de “Automóvil”, y entre 3.000 y 4.000 km a cada coche, nada más recogerlo hacía un check-list casi aeronáutico, y es que entonces los coches tenían muchas más teclas posibles a tocar, y su tecnología era menos fiable. Así que revisaba los niveles de agua en el radiador, de aceite en el cárter, líquidos de frenos y lavaparabrisas, agua en la batería (los tapones se quitaban a mano fácilmente), la tensión de las correas trapezoidales, el reglaje de las raquetas limpiaparabrisas y la orientación de los chorros de lavado, el reglaje de faros con el regloscopio y eventualmente de los antinieblas, la limpieza de los cristales, la presión de los neumáticos, la puesta a punto del encendido, el ralentí en caliente para los motores de carburador, e incluso la limpieza del filtro de aire, dándole un soplido de aire comprimido de dentro a fuera. Y cuando estuvo disponible, incluso subirlo al elevador para echar una mirada a los bajos.
Un parabrisas perfectamente limpio es básico a cualquier hora, y los faros limpios, imprescindibles de noche.Al margen, por supuesto, de tomar nota del equipamiento, tamaño y tipo de los neumáticos, e incluso marca de faros y características del equipo eléctrico; y es que era el responsable de la prueba a fondo, y no como ahora, centrado específicamente en el consumo, o en el comportamiento general en el caso de la prueba “interesante”. Creo que todo esto todavía no entraba en la categoría de manías, sino simplemente de meticulosidad; por otra parte, muchas de estas averiguaciones son imposibles de realizar hoy en día, o apenas tienen sentido, dado el nivel de sofisticación de los coches actuales. Por no hablar de la dificultad, cuando no imposibilidad, de tener acceso a muchas de las funciones que antes comprobaba. Además, no tendría sentido ni intentarlo: del motor no hay que mirar más que los niveles; y si tiene bastantes kilómetros, el filtro de aire (cuando está razonablemente accesible, que no siempre es el caso).
La limpieza de los faros es tan importante que los lavafaros son obligatorios con los de xenón, en beneficio de quien los lleva y de quien viene de frente.De modo que actualmente la revisión se ha reducido a los niveles de líquidos que estén accesibles, limpieza del parabrisas, presión, tipo y medida de los neumáticos (aquí sí que hay más trabajo que en los viejos tiempos), instalar el GPS, y ajustar los en ocasiones complejos reglajes del asiento y volante, amén de preseleccionar sintonías en la radio (otro asunto espinoso) y aprender el manejo del ordenador (otro que tal).
Al hablar del asiento, volante y cristales ya hemos saltado del tema de la seguridad y del coche en perfectas condiciones mecánicas, al de buscar el entorno para una conducción a la vez eficaz y agradable. Y aquí ya empiezan a entrar en juego las manías de cada cual; en este caso, las mías. Reconozco que soy muy exigente en cuanto a optimizar, en lo posible, la ergonomía del puesto de conducción; pero es que, a mi modo ver, de ello depende la seguridad de la conducción, y, por supuesto, el placer de realizarla. Siempre he dicho que, cuando no estoy sentado al volante disponiendo del conjunto de condiciones que considero idóneas, pierdo entre un 20 y un 40% de eficiencia al volante; o sea, que conduzco más despacio, quizás con menos seguridad y, desde luego, de mucho peor talante.
Controlar el estado y la presión de los neumáticos es, probablemente, la primera de las obligaciones de un conductor meticuloso.Mi objetivo es no tener que pensar apenas lo que hay que hacer dentro del coche; si conozco los mandos, los tengo ergonómicamente al alcance de la mano y voy sentado como a mí me gusta, puedo dirigir toda mi atención de parabrisas para afuera, captando el máximo de información necesaria para conducir de modo eficaz, seguro y agradable. En tal caso, la conducción en sí, y mientras no se trate de ir absolutamente a fondo, apenas si me exige un trabajo consciente: mover el volante, los pedales y la palanca o levas del cambio se convierte en una labor poco menos que automática, una vez que se han hecho unos pocos kilómetros con el coche y se sabe de qué pie cojea. Ese automatismo en la conducción –postural y de manejo- es el que permite mantenerse al volante durante largos períodos con un mínimo desgaste tanto físico como psíquico, sin caer en la pérdida de atención respecto a lo que ocurre en la carretera y su entorno, que es lo realmente importante.
Un buen asiento es pieza fundamental para una conducción segura; pero su buen posicionamiento, todavía lo es más.Así que ya tenemos una manía o, si no la consideramos como tal, al menos un aspecto en el que pongo un especial empeño. Conozco el caso de muchos compañeros de la prensa a los que lo único que parece interesarles es arrancar el motor y salir echando chispas; y tanto les da si el asiento está alto o bajo, o el volante cerca o lejos. Desde luego, comparado con ellos, por supuesto que soy maniático, ya que puedo tardar unos cuantos minutos en organizar el puesto de conducción a mi gusto. Y si se trata del primer contacto con un coche nuevo, unos cuantos minutos más hasta desentrañar para qué sirven y cómo funcionan los mandos disponibles. ¿A quién no le ha ocurrido, al manejar un coche que no es el suyo habitual, tener que accionar con urgencia ese mando rojo con un triángulo blanco de los intermitentes de emergencia, y no saber dónde está situado? Por supuesto que esta problemática es muy específica de la gente que, como los de mi profesión, estamos cambiando de coche cada semana -o con más frecuencia, si añadimos presentaciones de modelos nuevos-; pero el fondo del asunto es el mismo si, en un momento dado, tienes que ponerte al volante del coche de un familiar, coche que no has conducido en tu vida.
¿Y cuál es mi postura favorita? Y no digo óptima porque, dentro de unos márgenes razonables dictados por la biomecánica, creo que es cuestión de gustos. Con cierta frecuencia se suelen emitir recomendaciones muy puntualizadas acerca de cómo hay que sentarse al volante; yo creo que más bien hay que recomendar cómo NO hay que hacerlo. No hay que llevar los hombros, y menos aún media espalda, sin apoyar en el respaldo; no hay que ir tan cerca del volante como para no poder pasar las manos por la zona inferior del aro, y no hay que ir tan lejos que no se pueda agarrar por arriba, con el codo todavía un poco flexionado, sin necesidad de separar los hombros del respaldo. Y por supuesto, no hay que ir tan lejos de los pedales de modo que no se pueda pisar el freno con fuerza y a fondo, y también es preciso poder llegar al final del recorrido útil del embrague sin necesidad de retorcer las caderas. Parecen muchas cosas, y quizás lo sean, pero considero que es un acuerdo de mínimos; y a partir de ahí, cada cual puede acabar de hacer el ajuste fino que mejor le cuadre.
Un buen apoyo para el pie izquierdo, detalle típico de BMW; y en cuanto al mando eléctrico de reglajecontinuo del asiento, a veces lleva a estar más de un minuto dándole un poco más o menos hasta quedarse a gusto.Lo de ir sentado más alto o más bajo respecto al piso del coche o a la zona inferior del parabrisas, o el ángulo de inclinación del respaldo, ya es cuestión de gustos, aunque un fisioterapeuta tenga algo que decir al respecto. Pero cada cual sabe –o debería saber- cómo se encuentran más a gusto sus caderas, su cintura o su columna vertebral. A mí me gusta ir sentado relativamente alto, por cuestiones de visibilidad de la carretera; si es posible, me gusta ver el final del capó, aunque no sea más que un par de centímetros por encima de la base del parabrisas; y por arriba, con que me queden tres o cuatro dedos hasta el techo del coche, tengo suficiente. Por supuesto, que en el caso de un monovolumen o un SUV dejo bastante más margen; pero hay que saber acoplarse, y si se trata de un Porsche, tiene uno que buscar la mejor postura en un 911, en un Panamera o en un Cayenne.
Por muy ergonómico y racional que sea su manejo, las pantallas de infotainment ofrecen tanta información que pueden constituir un peligro para conductores con avidez compulsiva de comunicación e información.Respecto al ángulo del respaldo, el asunto es todavía más discutible; creo que es lo último, en todo caso. Mi manía al organizarme el puesto de conducción, y ésta sí que lo es, aunque también podría definirse como táctica, es empezar por aflojar la palanca del volante y dejarlo libre, para que su posición no me condicione. Luego pongo el respaldo en un ángulo más o menos aproximado, porque no va a ser el definitivo, y empiezo en serio jugando con la distancia a los pedales (embrague a fondo) y la altura del asiento, suponiendo que este último reglaje exista (casi siempre lo hay, pero con algunas excepciones). Entonces afino un poco más con el respaldo, y a continuación empiezo a colocar el volante en altura, y en distancia si existe dicho reglaje. El objetivo es, como ya dije, ver el final del capó si éste no es de los que pican muy fuerte hacia abajo, pero también ver la instrumentación del coche por dentro del volante. Y aquí ya empiezan los problemas, porque a mí gusta llevar el volante lo más bajo posible, una vez sentado como yo quiero, porque no le veo la gracia a ir esforzando los músculos de los hombros; con que las manos me puedan pasar con suficiente margen por encima de los muslos al volantear, es suficiente. A este respecto, la gente que está muy gruesa, con mucha barriga, tiene un problema (basta con ver, mirando desde fuera, cómo van sentados algunos); pero efectivamente, ese es su problema, y yo no se lo voy a resolver.
La posición relativa del asiento respecto al pomo de la palanca en 5ª marcha es muy importante para conducir con comodidad y seguridad.Hay quienes, mimetizándose con un piloto de rallye, se sientan muy bajo, con el volante muy alto; personalmente, tanto por visibilidad como por esfuerzo de los hombros, me parece un error. Me importa un comino si al sentarme alto subo unos milímetros el centro de gravedad del coche, a cambio de ganar unos centímetros en la altura a los que llevo los ojos respecto a la carretera. Todo el que haya conducido un deportivo bajito de verdad, tipo Lotus o similar, sabe lo que es estirar el cuello como una jirafa cada vez que se llega a un cambio de rasante, sobre todo si es una carretera desconocida. A mí dame visibilidad, y al centro de gravedad que le den dos duros; hablamos de conducción en carretera abierta, y no de participar en un rallye, llevando al lado al copiloto leyéndote las notas.
El último ajuste es la combinación de altura y distancia del volante, junto con el ángulo del respaldo. Lo del volante es lo más crítico, ya que con frecuencia ocurre (o al menos a mí me pasa) que se llega al tope de alguno o ambos reglajes y no acabo de estar satisfecho; entonces se puede intentar un compromiso acercando un punto el asiento (nunca retrasándolo, pues no llegaríamos bien a los pedales, y esto es prioritario), o bien subiendo o bajando un poco el asiento, si existe dicho reglaje. Lo del ángulo del respaldo tiene un mayor margen; sin necesidad de tocar el volante, cada cual nota cómo va más a gusto. Creo haber leído en algún sitio que el ángulo ideal es de 27º hacia atrás; pero ya me dirán Vds cómo se mide el ángulo de la espina dorsal, que tiene forma de S, o de un respaldo de forma más o menos convexa en vista lateral. Personalmente, una de mis manías, o costumbres, es llevar la pelvis muy apoyada en la base del respaldo (si hay reglaje lumbar ayuda mucho), para poder apretar los pedales con facilidad, sin esforzar los músculos lumbares o abdominales.
Conseguir sentarse con el volante donde uno quiere y a la vez poder ver la instrumentación completa, es todo un triunfo en muchos coches.En cuanto al tema de cómo coger el volante, hay diversas opiniones, tan defendibles unas como otras. La posición de las 10 y 10 es la más clásica, pero no tiene por qué ser la única. Cuando hay que manejar con frecuencia el cambio, la de las 10 y 20 nos permite tener la mano derecha más próxima a la palanca. Y cuando hay curvas, lo fundamental es cambiar la posición antes de atacarla, para que una vez dentro de ésta, las manos nos queden más o menos a las nueve y cuarto, con margen para aumentar o disminuir el giro, según sea necesario. Y ya que hemos citado la palanca, no hay que olvidar, al posicionar el asiento, de colocar la palanca en la habitual posición de 5ª, para estar seguro de poder insertarla con soltura, a ser posible sin despegar los hombros del respaldo.
La cantidad y variedad de mandos de algunas consolas llega a ser agobiante; quizás no tanto para el dueño del coche tras meses de manejo.Otro aspecto que también tiene su importancia para optimizar la conducción es el del confort. Claro que aquí todo depende de lo que cada cual considere confort; y las manías, o si se quiere preferencias, vuelven a tomar cierto protagonismo. Para mí, un buen asiento –el que considero un buen asiento- es mucho más importante que una suspensión suave; y si la carretera es revirada, a mayor razón. El aspecto térmico creo que hoy en día no es problemático: todos los coches tienen calefacción, y la gran mayoría (desde luego todos los que yo manejo) también aire acondicionado, cuando no climatizador automático. Puede haber discusión acerca de la situación y dirección de las boquillas de salida: me molesta que el aire caliente salga por abajo hacia la pantorrilla, y no directamente a los pies, mejor que a los tobillos; si los pies van calientes, no hay problema. Inversamente, me molesta que la boquilla izquierda del salpicadero no pueda desviarse para que el aire frío no me congele la mano izquierda, que suele ir en el volante en la posición de las 10 horas. Por supuesto que se puede arreglar cerrándola, pero otra de mis manías es llevar abierto el máximo número de entradas de aire, pero con poco o no mucho ventilador, para que haya más que suficiente renovación, pero sin chorros fuertes de aire.
Muy bien; ya estamos instalados de la forma más correcta posible, al menos a nuestro juicio y de acuerdo con nuestras manías o preferencias. Pero antes hay que haber resuelto otro aspecto de vital importancia: el de la visibilidad. Porque podemos ir muy bien sentados y dominando muy bien la carretera, pero si el parabrisas está hecho un asco, por fuera y/o por dentro, mal empezamos. Y aquí nos encontramos con una de mis manías más acusadas: la limpieza de los cristales, y del parabrisas en particular. Manía heredada, como tantas otras cosas, de mi padre, el cual solía decir que un parabrisas debe ir tan limpio por fuera y por dentro que quepa la duda de si hay cristal o no lo hay. A este respecto, pongo mucho énfasis en la limpieza interior, detalle que con frecuencia se pasa por alto; y la pátina de humo del tráfico, y de tabaco si se fuma dentro, produce un “efecto espejo” a contraluz que resta muchísima visibilidad. Es increíble que, con todo el tiempo que tienen libre en las paradas, haya taxistas que llevan el cristal muy sucio por dentro, aunque por fuera esté limpio.
La red en el piso, y los compartimentos laterales, son una buena solución para evitar que el equipaje vaya resbalando y golpeándose.Cierto que puede parecer un poco ingenuo limpiar obsesivamente el cristal por fuera, sobre todo en tiempo cálido, cuando hay cantidad de insectos que se estampan contra el mismo. Pero sigue teniendo una ventaja: si el cristal está muy limpio y un insecto impacta en la zona de visión más utilizada (de lo contrario no vale la pena la maniobra), inmediatamente se debe inyectar líquido y accionar el limpiaparabrisas (suele ir lo uno con lo otro), antes de que los restos se resequen por el calor, lo que anularía la eficacia de dicha maniobra. Dar un par o tres de inyecciones, y un buen barrido, y queda limpio; pero si el cristal está sucio con polvo y otros elementos, entre ello y los restos del bicho se forma una pasta que ya no se limpia más que bajándose y frotando a mano enérgicamente. Y también es imperativo llevar líquido detergente; sólo con agua, el difunto insecto no se limpia bien, ni aunque el cristal esté muy brillante.
Y con los faros, ídem de ídem; por algo existen los lavafaros desde hace ya un par de décadas, y son obligatorios con los de xenón, porque con su cristal sucio se produce una difracción que deslumbra aunque el reglaje sea correcto. Esto de la limpieza se apreciaba muy especialmente en los viejos tiempos de los faros con lámpara incandescente, de luz un poco amarillenta y no muy potente. Entre llevarlos bien limpios o con polvo (y no digamos ese barrillo fino y ya seco, después de haber llovido), había un mundo de diferencia. A partir de los halógenos de yodo, mucho más potentes, la cuestión ya no es tan radical; pero sigue habiendo diferencia, sobre todo para el que viene de frente, como ya hemos comentado.
La cantidad de mandos y pantallas de un coche actual requieren un meticuloso planeamiento de los reglajes de asiento, volante y, eventualmente en algunos coches, incluso del pedalier.Y cerremos el tema de la visibilidad con otras dos manías mías, que de todos modos considero plenamente justificadas: las cosas colocadas sobre el salpicadero o cuadro de mandos, y la bandeja posterior. Atrás, bien está colocar alguna ropa de abrigo o alguna caja no muy voluminosa, pero sin que interfieran con la visibilidad a través del retrovisor. Las señoras en particular, tan hacendosas ellas, tienen la costumbre de colocar los abrigos y chaquetones muy holgados y esponjados; y aun a riesgo de quedar como un poco borde, les digo que, después de hacerlo, les den unas palmaditas y los aplasten un poco, porque no veo por el espejo. ¿Y qué decir del perrito moviendo la cabeza en la bandeja trasera, o del rosario o el crucifijo bailando todo el rato de un lado para otro, colgados del retrovisor? A los cinco minutos de conducir un coche así, mi grado de histeria alcanzaría niveles incompatibles con la conducción. Y creo que con esto ya hemos cerrado el capítulo de la visibilidad, al que podríamos añadir darles una limpieza de vez en cuando a los retrovisores de puerta, que también son hijos de Dios.
Y pasemos a otro tema: la vestimenta para conducir. El objetivo final, sumados todos los factores (posición al volante, visibilidad, temperatura y ropa) es conseguir que el conductor se encuentre en óptimas condiciones para manejar. Y para ello hace falta tener la máxima libertad de movimientos de brazos y piernas; lo de las piernas, una vez bien sentado, depende más bien del calzado, mientras que los brazos dependen de la vestimenta. Al respecto recuerdo otro de los consejos de mi padre: “No te fíes de un conductor que vaya con el abrigo y/o el sombrero puestos (eran otros tiempos); son gente que lo que está deseando es bajarse del coche, no conducirlo, y lo hará mal. Se puede conducir con gorra o con boina, y con cazadora, chaleco o jersey; con americana, ya malo (salvo un chófer por obligación), pero con abrigo o sombrero, imposible”.
Tener bien localizado el mando de la luz interior no es ninguna tontería, para no distraerse de noche al intentar encenderlo.Es fundamental que el movimiento de los hombros sea libre, sin que la ropa tire cuando cruzamos una mano por encima del volante, aunque haya puristas que dicen que lo ideal es mover cada una en los 180º de su lado, en vertical. Pero esto es una teoría, y luego en la práctica no siempre se cumple, pues sabes que cruzando un poco la mano de arriba tienes todo el giro que necesitas, y no tienes que soltar el volante y volver a agarrarlo. Por ello, es aceptable ir con cazadora (holgada de hombros, a ser posible) o con jersey por encima de una camisa. La temperatura interior prefiero regularla con el sistema de calefacción si hace frío, para poder llevar los brazos bien libres de movimiento. Por ello mismo, la prenda ideal es el clásico “polo”; recordemos las fotos de los pilotos de competición de los años 50s, antes de que se popularizase el mono, primero de algodón y luego ignífugo: todos iban con su “Lacoste” o su “Fred Perry”. Y es que el “polo” es elástico y cede; en cambio, una camisa ajustada, en un momento dado, se queda pillada entre respaldo y asiento e impide mover el brazo con soltura. Por ello, es mejor la cazadora que la americana; porque si no queremos arrugar esta última, solemos sentarnos encima del faldón trasero, y entonces tira del hombro cuando tenemos que hacer un movimiento amplio.
Los guantes gruesos, tipo invernal, tampoco son muy recomendables, puesto que se pierde sensibilidad en el tacto para manejar los mandos. Y lo mismo ocurre con las botas gruesas: el calzado ideal es prácticamente sin tacón, de suela delgada pero no precisamente blanda; y según el pedalier, puede interesar que tenga la plataforma más o menos ancha, sobre todo si somos practicantes de la recomendable pero ya desusada maniobra del punta/tacón. Hay circunstancias excepcionales, en función del clima: ahora ya no tanto, pero tradicionalmente, los pedales de los Volvo eran grandes y muy separados, para poder conducir sin problemas con las grandes botas tipo “après-ski” que es frecuente tener que utilizar en aquel clima. Y los mandos de su salpicadero eran grandes y separados (incluso los de la radio de origen), para poder manejarlos con guantes gruesos, por la misma razón.
Estos mandos giratorios, oscilante y presionables son una auténtica tortura hasta que se les coge el tranquillo; éste de BMW era espantoso en sus principios, y el de Mercedes al volante, un imposible. En la duda, me quedo con el de Audi.Queda un último aspecto del confort, de cara a las condiciones óptimas para conducir: el acústico. En principio, se supone que un coche, cuanto más silencioso, más confortable; y por tanto, más adecuado para lo que buscamos. Pero también en ocasiones solemos decir que un coche muy silencioso y de suspensión muy suave resulta engañoso en cuanto a su velocidad, lo cual es potencialmente peligroso. No entro ni salgo en esta disquisición, pero sí tengo mis ideas respecto a los distintos sonidos: me gusta oir un poco la mecánica, sin excesos (a un deportivo le perdono un nivel sonoro más elevado), para sentir cómo va el motor; en cambio, no me gustan nada los sonidos de transmisión. Del mismo modo que el ruido de rodadura no me aporta más que molestias, lo mismo que el aerodinámico. Y sobre todo lo que me molestan son los ruidos variables: silbidos del aire en función de si cambia la orientación del coche con las curvas, y no digamos los de la impedimenta que va suelta, bien sea en el maletero, en la bandeja trasera o en la guantera. Ésta sí que es una auténtica manía: me gusta llevarlo todo sujeto como en un coche de rallye, para que no baile con las curvas. Ese ruido de arrastre de algo suelto en el maletero, tras el cual sabes que, segundo y medio más tarde oirás el del impacto al llegar al lado contrario, es insoportable; me paro y lo soluciono, aunque sea levantando la alfombra y metiendo debajo el objeto en cuestión.
Pero todavía me quedan una serie de manías muy personales, pero que me amargan la vida si no se les pone freno, a ser posible: por ejemplo, me molestan las consolas centrales en las que llegan a tocar, aunque sea muy suavemente, los dedos o los nudillos al insertar 1ª, 3ª y 5ª. Del mismo modo que me resulta imposible conducir con una mínima soltura si no encuentro un buen apoyo para el pie izquierdo, sobre todo si hay pedal de embrague y tengo que meter el pie debajo de éste o (como en el Viper) llevarlo encogido porque el pedal casi roza con el lateral del habitáculo.
Y me pone muy nervioso la gente que, al conducir, tiene que mirar a su acompañante para hablarle, no sé si por una mal entendida buena educación, o para enfatizar lo que están diciendo; pero cuando se conduce hay que mirar al exterior, y no al interior del coche (salvo para controlar la instrumentación). Y también me sacan de mis casillas los que se agarran a los cinturones de seguridad delanteros para ayudarse a salir de atrás, cuando para eso suele haber asas en las propias puertas o encima de ellas; y lo hacen aunque haya alguien sentado y con el cinturón puesto en las plazas delanteras. Claro que cuando no hay nadie delante y cogen del lado equivocado de la cinta, al tirar hacia abajo la cinta desliza, y se pegan un susto morrocotudo. Este comportamiento es propio de gente mayor, no muy habituada a ir en coche, y menos aún a preocuparse por cómo funcionan las cosas en su interior. Peor era en los tiempos del cinturón fijo, y la hebilla se colgaba de un ganchito de plástico; cuando agarraban del cinturón para ayudarse, arrancaban el ganchito, y ya no había donde sujetar el cinturón. De todos modos, es cierto que las personas faltas de agilidad suelen tener bastantes problemas para entrar y salir de los coches, sobre todo si los asientos están a poca altura respecto al suelo.
Y todavía me quedan un par de manías, relativas a que no me gusta tropezar inopinadamente con nada al mover los brazos para conducir, como en el caso ya relatado de la consola central. Como muchos asientos modernos tienen muy marcados los refuerzos laterales de los respaldos delanteros, precisamente para ofrecer un buen apoyo lateral, al mover el brazo para manejar el cambio conviene sacar decididamente el codo al hueco central entre los dos respaldos, básicamente para insertar las marchas que van hacia atrás (2ª, 4ª y 6ª). Y entonces es frecuente encontrarte con el codo del pasajero, que también saca el brazo aunque no tenga que cambiar. Al segundo impacto acabo proponiéndole un pacto: o que se siente mucho más delante o mucho más atrás, desplazando el asiento, o que recoja el codo poniendo el antebrazo sobre el muslo izquierdo, porque me coarta mucho darle un codazo brusco al hacer un cambio rápido.
Si los nudillos me golpean contra el termo al manejar la palanca (sobre todo en un manual), va a la guantera o sale por la ventanilla.Y finalmente, tengo no ya una manía, sino un trauma, con el pasajero de atrás que, para cambiar de postura, se agarra a mi respaldo y tira de él, moviéndomelo aunque no sean más que cinco milímetros, por muy bien fijado que esté. Al momento le digo, sin contemplaciones en este caso y sea quien sea, que no vuelva a hacerlo, y de modo radical. Y todo se debe a que, hace ya muchos años y probando un coche, en el momento de hacer una frenada fuerte en cuesta abajo, se acabó de soltar (o de pasarse de rosca, que para el caso es lo mismo), el tornillo delantero de los dos que sujetaban el carril derecho del asiento, con su cremallera, al piso del mismo. Al apoyarme en el respaldo para hacer fuerza en la frenada, la chapa del carril se dobló por el tornillo de atrás y el asiento se me levantó en diagonal, y me encontré teniendo que agarrar muy fuerte el volante y tirar de él para poder frenar; y con dificultad, ya que al llevar el cinturón (de tipo fijo) muy apretado, encima tenía que hacer fuerza contra él.
No tuve un accidente muy serio de puro milagro, y desde entonces me ha quedado una sensibilidad enfermiza si noto que el respaldo se mueve, sobre todo si no es debido a lo que yo me mueva; porque si tiene algo de holgura, y lo aprecio desde el primer momento, ese movimiento ya lo tengo asumido. Pero si, sin moverme yo, noto que el respaldo se va para atrás, mi subconsciente rememora aquella frenada, y la adrenalina se me dispara, con la consecuencia de que le monto una bronca monumental a quien ha agarrado mi respaldo; eso sí, es seguro que no lo vuelve a hacer.
Nota: Como claramente se observa, todas las fotos son de origen BMW. La razón es bien simple: no se trata de favoritismo hacia la marca, sino de que tiene una web muy bien surtida de material gráfico, y que además resulta fácil de consultar. Es mucho más sencillo buscar en una sola que andar espigando por aquí y por allá, cuando se trata de encontrar apoyo gráfico para un post que podría ir perfectamente sólo con texto.
Es curioso, a mi también me saca de quicio que me muevan el respaldo del asiento.
Pero no solo en el coche, en el cine también hay especialistas en tocar los huevos al de delante.
Y no tengo claro si es a propósito o no (los del cine, los del coche supongo que no) eso de darte con los piés en el respaldo.
Esta bien traido esto de las manias, a me me suelen decir que tengo unas cuantas relacionadas con los coches, aunque yo no conozco a nadie que conduzca medio bien y no las tenga.
Es indispensable que el interior del coche este limpio, sin polvo en el salpicadero ni cristales sucios. El exterior no me importa tanto, siempre que las llantas esten mas o menos limpias. Un coche con las llantas sucias, negras de ferodo, ofrece en mi opinion una imagen muy mala, descuidada. Habla muy mal de su conductor habitual.
Procuro no llevar nada suelto en el interior del coche, salvo un par de bayetas y las gafas de sol en la guantera de la puerta. Hay gente que parece no tener armarios en casa, y tienen que guardar mil trastos en el coche. En el maletero, por supuesto, todo amarrado. No me gusta que el volante quede muy cerca de los pedales, ni los asientos blandos o los que no ofrecen buena sujeccion, y odio conducir un coche con suspensiones blandas.
En cuanto a la conducción en si doble embrague para reducir (una tonteria, supongo que deformacion profesional lo mismo que no mirar casi nunca por el retrovisor interior). No soporto la gente que deja el coche aparcado con la marcha metida, y al aparcar en bateria lo hago siempre «de culo», asi salir es mas facil.
Y por último, lo que no soporto y en eso si que soy un maniatico muy gordo y pesado, es llevar un coche que no esta en perfecto estado mecanico. De esos que estan un poco tocados y hay que tener cuidado no pisarles mucho, o con los silemblocks deshechos, la dirección desalineada… vamos, el tipico coche viejo que «a ver si me tira dos años asi, total ya me he acostumbrado». Lo odio porque el coche no hace lo que se le ordena, y eso me hace conducir bastante peor. Sin embargo mi hermana podría llevar el coche mas cochambroso de Marruecos, se adaptaría a el perfectamente y a los cinco minutos ya lo tendría por la mano.
Buen tema y que seguro que dará que hablar.
Yo como todos, también tengo unas cuantas…
Empezando por la postura de conducción a mi me gusta ir (dentro de lo posible) lo más lejos, bajo y estirado posible. Intento siempre poner el asiento en la posición más baja posible, aunque debido a mi corta estatura en algunos coches (por ejemplo el Jaguar XF) esto me compromete la visibilidad y debo subir un poco el asiento para ver bien.
Por cierto, en general si conozco la persona no me importa dejar el coche, pero me da mucha rabia que me toquen el asiento por lo dificil que es conseguir la postura «perfecta»…
Continuando con las prendas de vestir y el calzado; debo decir que ocasionalmente (debido a que mi coche es un pequeño deportivo biplaza y no se donde dejarla) conduzco con americana y es verdad que limita los movimientos, no catastróficamente, pero si lo hace especialmente a la hora de maniobrar (por ejemplo aparcando). En cuanto a los zapatos ultimamente los día de diario calzo unos con suela gruesa y no tienen nada que ver; no tienes tacto y además con coches que no conozco he notado que soy más brusco soltando el embrague. Mejor suela delgada y fina.
Otro tema es el de llevar «cosas» en el coche. Lo odio. No entiendo como hay gente que tiene el coche que parece más un almacen que un vehículo. A mi molesta sobremanera, e intento llevar sólo lo imprescindible en el coche, ya sea en el maletero o dentro del habitaculo. Todo lo que no tenga una utilidad para el coche o para la conducción va fuera (bueno, excepto el paraguas de mi abuelo que era una gran aficionado a los coches y que al que apenas llegue a concocer desafortunadamente, otra manía supongo…).
Y finalmente soy muy maniatico con tener siempre las revisiones al día y en concesionario oficial. Además pongo siempre 98 en mis coches (a no ser que esté contraindicado) a pesar de que parece que no hace «nada», pero me resisto a cambiar…
Yo, a parte de las manías citadas sobre postura al volante y meticulosidad en la limpieza, cada vez que monto en un coche moderno con ayudas a la conducción tipo encendido automático de faros o limpiaparabrisas y demás ayudas totalmente accesorias, las trato de apagar, siempre que sea posible. Cualquiera que le preste atención a la conducción, lo puede hacer mejor que una máquina a la hora de encender luces, limpiaparabrisas, reconocer señales, cambios involuntarios de carril, etc.
Pues yo no se si eso de prescindir de las ayudas electrónicas es una manía o mas bien un plus de seguridad para los conductores mas o menos expertos.
En mi caso, las experiencias con el EBS (sistema de frenado de emergencia) son patéticas, por lo que procuro (y me dicen que es imposible en algun concesionario) que no lo tenga o esté desconectado. Que la máquina piense por ti considero que puede ser peligroso, salvo el ABS y el ESP que en muchos casos te pueden sacar del apuro.
Pero también conozco muchos casos de gente que no sabe usar el ABS (yo entre ellos) en pavimentos resbaladizos y lucha por hacer él mismo la actividad que podría realizar el sistema con mucha mayor eficacia. Pero quien se fía de los automatismos ante una carretera helada…Cuando entran es porque supongo que me he pasado, y suelo preferir no pasarme, pero ya digo que yo no se usar el ABS tal como se recomienda (pisar a fondo y dejar que actúe….)
Decir que comparto casi al cien por cien las manias con A.deA. y tambien con valmho y ferrer, excepto la del deble embrague ( aunque si algun «gratuito» golpe de gas en vacio al pisar embrague) del primero y el sentarme muy bajo y estirado del segundo.
En lo del que me toquen al asiento, ahora casi no porque nadie mas usa mi coche, pero antes no lo soportaba. Entiendo que si lo tiene que usar duarnte mucho tiempo toque lo que crea conveniente, pero para sacarlo del garaje y hacer como mucho 4 o 5 km no.
En cuanto a la inclinacion del raspalado, para mi gusto es fundamental un buen apoyo de los riñones, y a partir de eso ir enderezando hasta dejarlo un pelin inclinado a la altura de los hombros.
En cuanto a los pedales, creo que es fundamental que sean de los que se empujan ( por ejemplo Bmw, Opel, Renault y ahora casi mayoria); en los VAg, ahora no lo se, pero hasta no hace mucho, llevaban el pedal de freno algo mas elevado que el de gas y embrague, y eso en mi opinion complica el conseguir un reglaje optimo, porque si te ajustas para llegar bien a gas y embrague, volante y cambio «te comes» el freno, y solo jugando con la altura del asiento y la inclinacion del raspaldo consigues una posicion que si bien no es perfecta, si es ya lo bastante comoda y natural.
Tampoco me gusta los aceleradores tipo «bisagra» como en los BMW, MB, algunos Honda; aunque te acabas acostumbrando ( como casi todo en esta vida), al cambiar al de tipo «colgado», no hay color..
¡Anda! Yo que me tenía por medio neurótico.
Jamás conduzco con abrigos, americanas o similares. Jamás.
Mi parabrisas está inmaculado por dentro (no paro hasta eliminar cualquier zona que produzca reflejos irisados o donde se acumule vaho, lo que suele llevarme una media hora cada dos meses). Igualmente limpios los tres retrovisores.
Si hay algún objeto suelto en la bandeja o en el maletero, me salgo de la carretera y lo sujeto como sea. En la bandeja no coloco objetos que limiten la visión (los abrigos, en el regazo o al maletero).
Limpio cada dos semanas los faros y el parabrisas por fuera, y más de cuando en cuando las ventanillas.
Cuando voy a la montaña llevo un calzado aparte para conducir.
No llevo nada en los bolsillos traseros de los pantalones para poder apoyarme bien en el asiento.
Creía que yo era el neurótico porque cuando me subo a otros coches, lo habitual es que el parabrisas tenga por dentro una capa de suciedad de años que hace insoportable la conducción nocturna, por ejemplo. O que cada curva sea una sinfonía de cacharros desplazándose por el maletero.
Me alegra comprobar que comparto casi todas sus manías, don Arturo. No me gusta el resalte lumbar que traían los Audi, ni los asientos delanteros del León Sport de 1ª generación, por ejemplo; prefiero los respaldos planos. Tampoco me gusta nada conducir un coche sin termómetro de agua -por supuesto de aguja- y me gusta tener siempre a mano una lata de aceite y líquido refrigerante -al menos en el garaje-, y llevarlas en el coche, normalmente, sólo en viajes largos por vacaciones en los que se están una o dos semanas fuera de casa. El apoyo para el pie izquierdo está muy bien, pero en muchos coches está demasiado cerca para mi gusto.
Hay una manía (en este caso ajena) que no deja de sorprenderme, por tan persistente en el tiempo y lo extendida que aún está, que me da más que dentera cada vez que la oigo: poner el freno de mano sin apretar el botón.
El artículo me parece sumamente interesante y útil pues muy pocas personas se dan cuenta verdaderamente de la estrecha relación que existe entre ergonomía y seguridad (tanto activa como pasiva).
Resulta curiosamente triste el escaso interés que hay sobre este asunto. Casi nadie quiere aprender. En el mundo aeronáutico, ese estar sentado observando los mandos, comprobando cómo actuar sobre ellos, etcétera, se denomina «hacer cabina». En la autoescuela, la primera clase debería ser estática con el fin de aprender bien estas cosas, pero (salvo contadas excepciones) todo el mundo quiere empezar a andar desde el primer minuto; yo invitaba a los alumnos a «hacer cabina» mientras daba la teórica (gratis, claro), insistía en ello. Pues ni por esas. Aunque ciertamente algunos lo hicieron, pero fueron tan pocos…
¡Saludos!
Soy la antítesis de ustedes. Yo puedo montarme en un coche y mientras llegue a los pedales y al volante de forma correcta, que no exquisita, me vale. Regulo la distancia de la banqueta, ajusto un poco el respaldo del coche para llegar a la parte de arriba del volante sin problemas y si lo encuentro fácil, un poco el volante.
Los espejos si que los ajusto, no me gusta no saber que viene por detrás.
Y chin pum, carretera y manta.
No conduzco jamás con abrigo, forro polar, americana o similar.
Llevo un calzado para conducir siempre que el destino o el trabajo me obligue a llevar botas o similares.
No soporto que nadie cuelgue cosas del retrovisor, etc.
Llevo hasta 3 juegos de pulpos en el coche para amarrar el equipaje en el maletero (es un 5 puertas y mi fe en el comportamiento de la bandeja en caso de accidente es limitada)
Si una maleta o bolso viaja en el asiento trasero, viaja atada o en el suelo, debajo de los asientos delanteros.
Llevo siempre en la guantera dos cajas de toallitas limpiagafas para limpiar las gafas. Soy de natural despistado y, en la vida real, me pueden pillar con las gafas sucias pero conduciendo nunca 🙂
Saludos
No me gustan los asientos blandos, los motores agónicos y quejumbrosos por encima de 4k, los pedales resbaladizos, los que tienen tacto gomoso ni los que son de plástico y se desplazan, los selectores de cambio vagos ni meter la marcha atrás hundiendo o tirando del pomo, los volantes regordos que filtran todo, los tarados más firmes que los de la F1, las transmisiones automáticas con selectores con cepillo, las cosas sueltas en el maletero, la gente sacándose mocos en los semáforos, los perritos aseverativos en las bandejas posteriores del coche de delante, los parasoles de los Simpsons, los niños que ven películas en los Ipad instalados con una funda de los chinos en los reposacabezas de sus padres, las señoras bien con cara de ser alguien por ir en un coche grande camino del compring pagado por el marido, las señoras despistadas, los taxistas con el brazo fuera, los taxistas con el brazo dentro, los taxistas sin brazos, los que llevan las pegatas de sus pueblos «Sanabria un mundo ideal; Vallekas a toda mecha»; los que reivindican países propios, las chonis, los Meganes con más cromados que un Chevrolet de los 50, los calvos que son bajitos, llevan el pelo cortado al uno, portan gafas de sol más grandes que Alemania y conducen un SEAT León desde el suelo.
Podría seguir todo el dia
JM
@10
Pues siga, por favor.
Me gustan los selectores de cambio que entran límpiamente, no soporto los pastosos; no soporto las vibraciones de algunos coches de gasóleo ni el ruido asqueroso que hacen, sobre todo en los semáforos. No me gustan los guarnecidos de tela en las puertas, acumulando roña, despegándose con el tiempo, me dan mucho asco todos los productos de limpieza para el interior de los coches, el agua es más que suficiente, me da mucho asco ve a gente con el volante cubierto con una capa de roña, será de no lavarse las manos o de yo que sé, me sonrío cuando veo por el retrovisor la cantidad de coches a los que se les va a caer la caja de cambios, con el propietario sujetando el aro a las 12:00, la mano derecha agarrando el pomo del cambio y el cuerpo inclinado hacia la derecha, me parece lamentable ver coches de cierto precio con neumáticos nankanng, Champiro, Nexen, Besto Choice, Sears y mierdas varias, eso sí, muy limpitos y con el conductor fardando de ropa y teléfono (muertos de hambre viviendo de cara a la galería), odiaba los ruiditos en el interior del coche, aunque la doble paternidad acabó con esa manía, odio cuando rasca la marcha atrás, no soporto a los catetos que van con las luces de niebla encendidas cuando no hay tal, no soporto a las que no las encienden cuando hay niebla o lluvia intensa, no soporto a los macarras de radio a todo trapo y ventanas bajadas, por no decir el inmenso asco que me produce ver a seres supuestamente humanos conducir con el torso desnudo, especialmente en verano, no me gustan las direcciones ultra asisitidas, ni los pedales de freno muy progresivos, los prefiero lineales, duritos y dosificables. Me asombra ver como algunos pasan una cantidad nada despreciable de tiempo acicalando el coche, pero luego ni miran el nivel de aceite. Tampoco me gustan las pegatinas, especialmente la de la ITV, me desgrada repostar gasóleo por su olor, que por mucho guante que te pongas, en muchas ocasiones al final huele la mano, me encanta el olor a gasolina.
Y paro por que tengo que guardar algo para mi psiquiatra, que si no se me aburre.
Leyendo su ameno relato de costumbres al volante, D. Arturo, sonrio al recordar la cara que se le ha puesto a mas de un comercial cuando al ir yo a probar un coche me he entretenido quizás no mas de un minuto en ajustar asiento, volante y espejo retrovisor.( seguro que al comercial le pareció una eternidad!)
@8 Hacer cabina… yo empezaría más abajo: hacer ruedas, hacer capó… luego cabina, luego descampado y luego, sólo luego… circulación. Saludos!
Algunas mas.., una heredada de mi padre y aconsejada en practicamente todos los manuales de usuario al arrancar en frio; pisar el embrague al arrancar el motor. Yo es algo automatico, girar llave-pisar embrague, tanto en frio como en caliente, y desde hace algun tiempo lo suelo hacer tambien al parar. Parece una tonteria pero a la larga bateria, motor de arranque y en mucha menor medida tambien cigueñal lo agradecen..
Y ligado con lo anterior, tambien meter siempre una marcha al aparcar, normalmente segunda, excepto en desniveles las consabidas primera-marcha atras ( esto saca de quicio a los que SIEMPRE dejan el punto muerto y NO pisan el embrague,jeje). Y si es en llano no tensar mucho el freno de mano..( no entendere jamas estos que levantan el freno hasta el techo.. a donde coj. tienen miedo que vaya el coche?? ( estos suelen ser del grupo del punto muerto y el sin embrague..).
Y acostumbrado a un coche que casi me obligaba a ello si no quieria escuchar ruido a engranajes, meter otra marcha antes de pasar a marcha atras.
Tambien dar contacto y dejar que se enciendan y se apaguen todos los testigos correspondientes, antes de arrancar, y una vez arrancado si no hay prisa dejar que gire unos segundos mientras me abrocho el cinturon y ordeno cuatro tonterias..
Y si el coche es turbo no parar el motor de golpe sin haberlo dejado un rato a ralenti, dependiendo del tiempo que ha tenido antes para bajar de vueltas el turbo..
LLenar siempre a tope el deposito ( excepto algun caso puntual, no acabo de entender eso de ir de 5 en 5 euros ( o antaño 1.000 pelas..).
Sin ser un maniatico de la limpieza, si me gusta que no haya polvo encima el salpicadero, y que el cenicero este lo mas limpio posible. Tampoco me gusta llevar ambientadores de ningun tipo, prefiero que el coche huela a lo que tenga que oler ( ya procuro eliminar olores desagradables o intentar de que no esten).
Y ahora que el sol empieza a pegar fuerte, poner siempre un parasol encima el tablier si tiene que pasarse unas cuantas horas expuesto ( que llevo en el hueco de los pies de los de atras para que no se resbale..).
Secar siempre el coche con una gamuza despues del lavado, sea este en tunel-lanza o a mano ( mas habitual)..
¡La de cosas que no nos gustan!
Los ruiditos, teniendo un coche de 23 años con aspiraciones deportivas en en su época, son mi cruz. He descubierto que tiene que hacer ruido tras perseguir cada uno de de ellos y percatarme de que, una vez anulado cada uno, aparecía otro nuevo un palmo más allá.
Hace un par de meses hice un par de pasadas en una pista de tierra aprendiendo a esquivar conos y tirar del freno de mano. No soy un conductor experto, pero contra todo pronóstico obtuve el mejor tiempo porque fui el único que «perdió» medio minuto en ajustar el asiento y el volante, así como memorizar dónde estaban la palanca de cambio y el freno de mano: el resto de alumnos, al tirar por primera vez del freno de mano calaron el coche por haber tirado de la palanca de regulación en altura del asiento que estaba al lado de la del freno de mano…
Con todo, mi mayor odio se dirige hacia los que no respetan la distancia de seguridad y para ver tienen que poner medio coche en el arcén (vías de un sentido en en carril izquierdo) o casi en el carril contrario si son de doble sentido. Deberían de «extinguirlos».
@13 Yo también he vivido eso unas cuantas veces, te miran raro, sí. Claro que yo tardo más de un minuto (soy lento para todo), pero luego, de vuelta del paseo, normalmente comentan de forma espontánea que nunca (o casi) se han sentido tan a gusto como pasajeros. También mis amigos se ríen de mí cuando me invitan a probar su nuevo coche y ven que, según ellos, tardo media hora en prepararme. Ahora, con una bici hago lo mismo, lo único que hay menos cosas que mirar y está todo a la vista. Un saludo.
@14 Totalmente de acuerdo, tienes mucha razón. La pena es que casi nadie está dispuesto a pagar un céntimo por todo ello. ¡Saludos!
@15 Excepto en lo del parasol (sólo a veces), en el resto comparto sus manías. Y hablando de parasol, me molesta llenarme las yemas de los dedos de polvo al bajar el que está en la parte superior del parabrisas. Un saludo.
Antes olvidé mencionar algo que pocas personas saben y que quienes se dedican a ello, generalmente, lo asumen con sorprendente resignación y sin que ninguna poderosa asociación de autoescuelas haga nada al respecto: La antítesis de la ergonomía es patente en el asiento delantero derecho de un coche de autoescuela. Es algo increíble, y pasan las homologaciones, y empeora el asunto en la medida que mejoran los coches. El coche con el que menos a disgusto he trabajado (y con diferencia) ha sido un Panda de 1ª generación, eso sí, sin pedal de acelerador, que por entonces (comienzos de los 80), no era obligatorio. Saludos.
Para empezar el volumen de la radio tiene que ir en números pares o múltiplos de 5. Después de apagar el motor espero un poco para meter una marcha. En llano estaciono sin pisar el acelerador. Soy un obseso del cambio de marchas, creo que lo utilizo en exceso y odio ir de acompañante y que el conductor no cambie de marcha aunque lleve 5 minutos en tercera a 160 Km/h. Odio que se conduzca con una mano, haga lo que haga la otra, especialmente si se llevan pasajeros. Pongo los intermitentes aunque sean las 4 de la mañana y esté maniobrando dentro del garaje. Siempre llevo paquetes de pañuelos de papel de esos rectangulares. El maletero lo más vacío posible. En cuanto aparece un grillo en alguna parte del coche los nervios se me ponen de punta. Todos los 18 de septiembre pongo a Hendrix y me emociono.
Siempre que pongo gomas nuevas me digo a mí mismo que las rotondas las voy a gestionar de forma más pacífica, hasta que llego a la primera 🙂 . Lleno el depósito hasta el borde en cada repostaje. Odio a los amos del carril izquierdo. Odio pisar el acelerador y que el motor tarde una eternidad en ganar vueltas. Odio que la gente conduzca con el torso desnudo. Odio a ese chófer de autobús que teniendo una parada habilitada para meter su inmenso bus y su pequeño cerebro, lo deje cruzado bloqueando al resto de usuarios de la vía. Odio a los taxistas que te llevan al aeropuerto pensando que ellos nunca van a tener un accidente. Odio a los taxistas que te cuentan su vida y los partido de fútbol. Me gusta conducir para otras personas y que confíen en mi. Me gusta ver pasar a los 911 y bajar la ventanilla para deleitarme con el sonido inconfundible del bóxer. Me gusta conducir.
Saludos cordiales,
James Marshall.
Estoy de acuerdo con todos y añado que nunca paro bajando marchas como si no tuviese frenos. Me parece absurdo e inútil llegar a un semaforo en 5 y bajar una a una por todas las marchas. Pierdo velocidad y cuando el motor se acerca a 1000 rpm piso el embrague y me voy a punto muerto. Acabo de cambiar las primeras pastillas delanteras con 90.000 km, que les veo venir..
Buenas tardes y saludos a todos.
Excelente tema, muy buenas opiniones. Yo creo que suscribo la mayoría de estas «manías» descritas por el autor. Nótese, que creo que estas actitudes definen mas bien a lo que son genuinos conductores profesionales de aquellos ligeros y poco enfatizados en una conducción asertiva, provechosa y segura.
Voy con algunas peculiaridades mías:
1) Observo los neumáticos constantemente. Miro el auto sobre todo si lo he dejado estacionado en la calle.
2) También mantengo limpio faros y parabrisas dentro y afuera. Suelo tener que rellenar varias veces el depósito porque lavo con frecuencia el cristal.
3) No me gustan bolsas, desechos, papelitos dentro del auto.
4) Me vacío los bolsillos apena ingreso a un auto. Prefiero aquellos autos con muchos compartimiento.
5) Tampoco soporto peroles sueltos en el maletero. Llevo herramientas (básicas) cables de auxilio, triangulo de seguridad.
6) Indispensable en el auto: Gel de jabón instantaneo y servilletas.
7) Al encender el auto no considero un «calentamiento» mas allá de lo necesario mientras conecto el teléfono al cargador, sincronizo el Waze, y me descargo los bolsillos.
8) Cierto: Salvo que este enfermo, no llevo abrigos ni chaquetas encima.
9) Manejo con un solo pie pero los atascos acá son tan grandes que en fuertes colas, he aprendido a modular ambos pies en aceleración/freno. Mi auto es automático.
10) No soporto ni entiendo el que maneja pegado al volante.
11) No comprendo el escuchar música a volumen demasiado elevado y menos, ir con audífonos (Algo muy en boga por acá)
12) Lavo el auto cuando ya el sucio exterior es capáz de ensuciarme con un leve contacto la ropa o me ensucia las manos cuando sujeto la cerradura de puerta.
13) Soy sumamente perceptivo con olores y ruidos «No habituales» en el auto. Sobre todo los que vienen de los cauchos. Les hago seguimiento.
Y así seguro muchas mas manias…
Saludos.
1.- Siempre que me subo en el coche, me acomodo el paquete; no puedo iniciar la marcha con el paquete desacomodado, sería muy incómodo.
2.- No soporto a los que tienen una latita con el olor de mil limones en el coche.
3.- Tampoco a los que tienen un abeto que huele a mil bosques en el coche.
4.- Exterminaría a los que combinan la latita y el abetito.
5.- Siempre desahogo mis ventosidades por estribor (sí, me escoro hacia la izquierda y la ventosidad se libera hacia la derecha). (Sí, todos aliviamos ventosidades).
6.- Si quien me acompaña en el coche me cae mal, libero la ventosidad por estribor y luego pongo la calefacción a toda pastilla.
7.- Cuando me aburro en un viaje, paro a hacer pis, tenga o no tenga ganas.
8.- Odio el fútbol radiado y en particular a esos que se tiran diez minutos gritando goooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooool en sanmamés (doquiera esté).
9.- Odio los taxis con radiolé. No les dejo propina y no les doy palique. Es más. Les pido que quiten la radio. Si puedo, les pego un moco en los asientos.
10.- Odio que los taxistas no me dejen regular la ventanilla porque la tengan deshabilitada para los pasajeros posteriores. Si puedo, les echo un regüeldo.
11.- Odio que me hable un pasajero cuando suena en la radio una canción que me gusta o dan una notica que me interesa. Me pongo nervioso, me entran gases y subo el volumen de la radio.
12.- Me acomodo el paquete. (Otra vez)
13.- Odio los señores mayores que van en Mercedes viejos que me dan muchas ráfagas. Les saco la lengua y les hago gestos incomprensibles para lograr su confusión y hacer que se sientan desconectados del mundo contemporáneo.
14.- Me parece tremendamente erótico subirme en el coche de una mujer y que ésta haga un uso calamitoso del selector del cambio. Me pone.
No sé, ya se me ocurrirán más.
En principio creo que confundimos manías (aquello que a nadie excepto nosostros le parecería insoportable) con los gustos de cada uno.
No imagino a nadie que disfrute con objetos sueltos dentro del coche.
Los cristales han de estar aceptablemente límpios.
Los ruidos molestan a todo el mundo ( a quienes no les molestan no son de este mundo).
Solo necesito conducir con la sensación de que el coche podría hacer 10.000 kms o más , parando solo a repostar.
A quien agarre el asiento desde atrás y tire, lo bajo del coche.
Nada más.
En cuanto al resto de conductores, me da igual lo que hagan, suelen ser ellos los que se enfadan cuando resuelvo cortar por lo sano si la situación no es de mi agrado.
Gracias D. Arturo, mas que de manías nos ha dado una clase de como preparar el coche y prepararse para conducir.
Mí manía persecutoria aparte de casi todo lo ya mencionado, ajustarme y hacer ajustarse correctamente el cinturón de seguridad a todos los que van en el vehículo, y tensarlo contra el cuerpo de vez en cuando, curiosamente nadie lo ha mencionado, sin cinturón me siento «desnudo».
Son ustedes unos frikis.
No olviden calzarse (bueno, en las manos, será «enmanarse») unos guantes de rejilla, y un casco de piel con gafas de protección. Eso da mucha pinta de piloto clásico.
Serán unos excelentes pilotos… y posiblemente cuando tomen una curva, pondrán una cara muy seria, e incluso asomarán la puntita de la lengua, tratando de tomarse en serio la trazada, como si estuvieran en un rallie… pero es que cuando ustedes han acabado con todas sus manías y han puesto en marcha el coche… la abuelita que ha llegado a su huevo-volumen a la vez que ustedes… ya ha llegado a su destino.
Pero bueno… hay gustos para todos; uno no deja de asombrarse y echarse unas sonrisas con las manías de la gente (no sonrisas complices, de las que causan simpatía… sino sonrisas condescendientes, de las que dan rabia al sonreido).
Me ha hecho gracia croquetas. Reconozcanlo: más de uno entiende otra cosa por «darle gas al coche».
Está feo que venga a reirme de sus manías. Soy consciente y me arrepiento de ello. Pero ahora que ya está escrito, no puedo resistirme a la tentación de darle al «enviar el comentario».
«Solo necesito conducir con la sensación de que el coche podría hacer 10.000 kms o más , parando solo a repostar. En cuanto al resto de conductores, me da igual lo que hagan, suelen ser ellos los que se enfadan cuando resuelvo cortar por lo sano si la situación no es de mi agrado.» Amen.
Tambien me ha gustado lo de «hacer cabina», conozco a alguno que ha terminado tirando el camion a la cuneta bajando un puerto por no hacerlo. Si se hubiera tomado un tiempo hubiera encontrado el mando del freno motor, ese del que afirmaba vehementemente que carecia el Mack en cuestión.
En cuanto al punto muerto, confio ciegamente en el freno de mano, y si la cuesta es muy cuesta dejo la dirección cambiada de modo que el coche se pare contra algo pronto, y no se despeñe. De ese modo, los que aparcan de oido solo me golpean el parachoques. Con la marcha metida golpean tambien la caja de cambios, el embrague, el cigueñal, la distribución, las valvulas… Pisar el embrague para arrancar, aun en punto muerto, es sagrado.
De mi tambien se han reido en mas de una ocasión, por tocar botones antes de arrancar y sobre todo por limpiar el parabrisas y los faros al parar a repostar en un viaje de esos que parecen una cruzada contra los mosquitos. A uno de los que se reian le revento un tiempo despues una rueda por puro desgaste, habia conseguido desgastar el 100 % del grosor de la banda de rodadura sin enterarse. No le paso nada, pero yo me reí bastante y le parecio bastante mal.
24.- Seguro que la abuelita ha llegado antes, pero yo lo he pasado mucho mejor por el camino.
Yo después de una maniobra justita, me toco la nariz. Es algo automático (pero no me saco los mocos, por dios!)
Con A. de A. de acuerdo en todo, soy muy meticuloso con la visibilidad, los neumáticos, llevo compresor y manómetro, etc. Además, no me gustan los vehículos sin medidor de la temperatura del aceite.
Saludos
@27.- ¿Se deja usted los mocos en su interior, almacenándolos como mercancía en depósito?
Sr de Andrés,
Se ha olvidado comentar la técnica que imagino utiliza para ajustar tanto el espejo interior como los exteriores, así como la altura de los reposacabezas y el ajuste en altura de los cinturones.
Vaya reflexionando sobre estos temas y escribiendo una 2ª parte.
Si le sobra tiempo, añada cual es la zona del parabrisas que prefiere para colocar el GPS portatil que utiliza en sus pruebas.
Ráfagas, GTO.
@24: Entiendo (si, si, de verdad) que usted le parezca gracioso o incluso friki, algunas de estas manias; tambien los que las tenemos ( volunatariamente), a veces nos sentimos un poco frikis, pero.. y que??, como suele decirse, cada loco con su tema, y en esto al igual puedo tener mis manias y/o costumbres y no tener otras que al igual otros si tienen en otros aspectos de la vida, y no pasa nada..
Ademas, tratandose la conduccion una de las actividades cotidianas mas peligrosas que lleva a cabo el ciudadano medio, es interesante y muy recomendable hacerlo lo mejor posible, aunque esto signifique hacer todo este «paripe», que por cierto no creo que sea un retroceso en cuanto a seguridad y eficiencia ( para que vea que no todo ello sirve para ir a hacer rallyes que dice usted..). Tambien para ir a «hacer consumos» es bueno adoptar una buena postura y llevar el maximo de bien todo el coche.
Hombre, si hubiera alguien que dijera que su mania es conducir sin cinturon ( que haberlos haylos..), pues entiendo que alguien se lo recrimine ( aunque al fin y al cabo es su problema..), pero todo lo demas no..
Ademas, y como ya he dicho, la mayoria de estas «manias», se las recomienda el mismo fabricante en el manual de usuario de su coche..
Para mí, la regulación del asiento es lo más importante con diferencia.
También el volante, espejos, cinturón, limpieza cristales etc. pero el asiento lo principal.
No es muy frecuente, pero cuando se dispone de regulación de la inclinación de la banqueta, el asiento mejora bastante.
Me gusta el asiento con la máxima inclinación de la banqueta, voy muy a gusto, me recuerda TINTIN EN LA LUNA, cuando despega el cohete, basado en Julio Verne, y no es un cohete autopropulsado sino «disparado» a la velocidad de escape de la gravedad de la Tierra, y por tanto con una aceleración superbrutal, pues la cama-antiaplastamiento adopta una forma no plana, es como mi asiento ideal, inclinado a tope.
Espero que mi próximo auto tenga también extensión de la parte delantera de la banqueta, que no he usado nunca pero supongo que también mejorará el reparto de pesos y la comodidad.
Es curioso todo esto. Creo que las personas que se toman en serio una actividad y tienen cierto éxito en ella, hasta el punto de convertirse con el paso de los años en una referencia o autoridad, desarrollan alguna intolerancia a la no contemplación de usos y costumbres que considera imprescindibles. Consideración, sin duda, devenido de la autoridad conquistada.
Sin llegar a ponerse tan místico y tal, la única vez que me entran ganas de eyectar al pasajero es cuando, tratando de darme indicaciones, me dice aquello de «por aquí», «por ahí» o similar… que obviamente no tiene ningún sentido sin desviar la vista de la carretera. Si además la indicación se hace con la mano temblorosa y tapando el retrovisor derecho, entonces me entran ganas de matar.
Le acabo de preguntar a mi mujer «¿Qué manías tengo yo conduciendo?». La inmediata respuesta ha sido, «puf!, dan para un libro». Transcribo, en tiempo real: «La que más me desquicia, tuya, al volante, es… dejas la cartera, las llaves, todo perfectamente colocado y si no está perfectamente en su punto, no sales».
Qué horror, me parezco a Vds y no quiero.
Si para conducir una lavadora autopropulsada, que no deja de ser una actividad que hasta un orangutan lobotomizado puede realizar con cierta gracia, montan muchos de los aqui presentes protocolo tal que ni una recepción al santo padre, me se estremecen las carnes a la hora del necesario para actividad mas sensible, mismamente la copula con la parienta/e/o.
Informen detalladamente, se lo ruego.
#34,
Best comment ever.
@34
Dependiendo de la capacidad de cada uno para según qué hazanas, puede parecer una hercúleo cometido.
Sería, ya sabe usted, francamente decepcionante que los usuarios de Kelvinator, entendieran a los de Ferrari.
Todo en orden.
No comprendo por qué el señor de Andrés denomina manías y obsesiones a lo que son buenas costumbres.
Pocas cosas más desgradables y peligrosas que conducir incómodo. Como es peligroso el descuido con neumáticos y presiones, o líquidos del motor. La tensión de las correas, sinceramente, jamás la he mirado (y creo que no sé cómo se hace).
En mi caso, añado el llevar una una temperatura y nivel de humedad agradables -bendito invento el climatizador-y siempre, en viajes largos, un botellín de agua a mano. Que, no sé porqué, las rectas de autovía dan sed.
Comparto todos los consejos, que no manías, que nos cuenta A. de A., excepto lo de ir muy alto y vertical en el asiento, cosa que me cansa mucho conduciendo. Al contrario, procuro echar el respaldo hacia atrás, justo hasta donde veo que ya me compromete la visibilidad de la carretera. Eso me hace sentir más cómodo y aguantar más tiempo sin cansarme, lo cual siempre le hace a uno conducir peor, no cabe duda. Aunque soy sincero, llevaba tiempo sin limpiar cristales -ni el coche- por dentro o por fuera.
@27: tiene su gracia, eso mismo me pasa a mí, y lo sé porque me lo cuentan -me pasó aparcando al sacarme el permiso de conducir-, no soy consciente de ello.
De los demás, lo que me molesta es la falta de cualidades al volante que tienen muchos -mira que tardan en hacer maniobras sencillas-, la poca atención e interés en la conducción, y que se crean que son los únicos que están conduciendo, cosa esta última que cuando me saqué el permiso leí que les pasaba sólo a los mayores, ya veo que eran muy optimistas.
Ah, y esta manía no es sobre la conducción, aunque aquí la he leído: nunca uso anglicismos -«friki» está muy de moda, no tengo ni idea de por qué-, si existen en español, idioma infinitamente más rico que el inglés, palabras como estrafalario, chocante, extraño, raro, llamativo, curioso, peculiar, y seguro que olvido alguna. No creo que los ingleses usen muchos españolismos, y les haría más falta que a nosotros.
Perdón por la clase de lengua, por si alguien se ofende.
Comparto muchas de las costumbres del Sr Arturo, que también fueron heredadas de mi padre quien obtuvo el carnet de conducir en 1948.
Le falta una, que practico siempre y no he logrado erradicar: la de apagar las luces de cruce en los semáforos y dejar las de posición, para volver a conectarlas al arrancar de nuevo. Decía mi padre que eso descargaba el trabajo de la dinamo, o del alternador más tarde, daba más horas de servicio a las lámparas y hacía más suave el ralentí.
Para mí, todas estas ‘manías’ son propias de los que nos gusta conducir y lo hacemos mejor que la media.
No se de que se sorprende el del orangutan, habida cuenta que estamos en un portal que se supone que es para aficionados al motor y a la conducción. Yo por mi parte voy a ir a una web de pastores alemanes (perros, no curas teutones) a llamarlos maniaticos, que mas les da un pastor aleman que un caniche, si es un perro igual.
Por cierto, friki es tan anglicismo como futbol, esa palabra no existe en ingles (si freak), y esta reconocida por la RAE.
Una cosa que odio y que nadie ha comentado es cuando coges un coche ajeno y las alfombrillas están mal colocadas, o lo que es peor, que no se correspondan a la forma del suelo del coche y sea imposible colocarlas en condiciones de seguridad. Recuerdo que cuando compré el coche me lo entregaron con unas alfombrillas genéricas que hacían que el pedal de embreague quedase enganchado a la alfombrilla al pisarlo a fondo. Detalle lamentable del concesionario. La gente no se da cuenta de la importancia de la inseguridad que provocan unas malas alfombrillas.
Muy práctica la entrada como recordatorio de buenas costumbres que muchos compartimos.
En cuanto a manias propias,muchas de las antes descritas por otros,tales como conducir visionando un termómetro de agua y manómetro de presión de aceite,pisar siempre el embrague al arrancar,echar un vistazo general al exterior antes de montar,sobre todo a los neumáticos,(suelo llevar un manómetro para medir presiones),y más,pero sobre todo soy algo maniático en dejar un ligero tiempo de calentamiento previo al motor mientras me organizo en el interior,particularmente si conduzco vehículos ya considerados clásicos dejar que el ralentí se estabilice medianamente y/o suene redondo,incluso aunque el coche sea actual.De acuerdo que las mecánicas actuales son otra cosa,y no digamos con los aceites que existen,pero es que una vez que te incorporas al tráfico la mayor parte de las veces tienes que adaptarte y no andar con muchas sutilezas.
@41:ciertamente,si están mal colocadas,pueden limitar el recorrido del embrague,o incluso llegar a engancharse,con el peligro que puede entrañar.
Cuando arranco mi humilde cacharro piso a fondo el embrague, me acomodo la daga hacia mi muslo izquierdo, pongo un cd de carlos gardel sam cooke o tyrone davis, me enciendo un cigarro lark ,bajo la ventanilla derecha 2cm, meto la primera marcha y salgo del garaje rezumando estilo por cada uno de mis poros.Luego todo va a peor viendo cincuentones con aires de superioridad sacándose cerumen en su flamante mercedes clase c más pelao que el logopeda de rajoy.
@ Absolutamente a todos:
Celebro que este post haya tenido buena acogida, por lo general. Hemos comprobado que, con una única excepción, todos tenemos nuestro cargamento de manías. Pero, y en esto coinciden buena cantidad de comentaristas, quizás el título no estaba correctamente elegido: hubiese sido más exacto denominarlo como «Ritos, rituales o incluso liturgias», pues realmente en eso se convierten toda una serie de acciones o sensaciones casi automáticas que realizamos o sentimos antes y durante la actividad de conducir. Y me alegra particularmente observar que participa la casi totalidad de los comentaristas habituales, junto a otros no tan frecuentes, pero igual de agudos en su particular visión del asunto. Pero cada cual aportando la suya propia, destacando la impagable de «21.Croquetas» (no puedo evitar citarlo), que abre el panorama un poco más allá de donde los demás habíamos llegado. Así que sin citar expresamente a ninguno de ellos, para no ser farragoso, responderé a algunos de los comentarios que me han recordado aspectos que se me habían pasado por alto, y considero dignos de resaltar.
Es muy cierto lo de las llantas sucias por el polvo de las pastillas de freno; pero no lo es menos la tremenda dificultad de eliminarlo, en especial con el intrincado diseño de algunas de ellas, llenas de innecesarios recovecos por aquello de diseñar algo distinto. Hay unos líquidos especiales, cuyas cualidades detergentes meten miedo, que se encargan de hacerlo; pero su aplicación requiere prepararse, aquí sí, con un previo ritual muy exigente: amplio espacio con un buen desagüe, manguera a presión, un buen cepillo, guantes, y el mencionado líquido. Primero, un buen manguerazo, segundo aplicar el líquido, tercero dejar pasar un ratito para que haga su efecto, cuarto frotar con el cepillo y saña visigoda, y quinto aclarar con mucha agua, y con cuidado de no salpicar la carrocería, o si ocurre aclarar la pintura al instante, porque ese líquido tiene todo el aspecto de comerse hasta un diamante.
Lo del doble embrague con «punta/tacón», a mi particular saber y entender, depende de que el coche sea el propio o ajeno; yo, en los sucesivos míos, lo he utilizado casi siempre, mientras que en los de pruebas mucho menos, y por dos razones. En la prueba de consumo, porque ese golpecito de gas supone un mínimo pero al fin y al cabo real aumento de consumo, y puesto que casi nadie lo hace, prefiero seguir el comportamiento del conductor actual; a ritmo «interesante», a veces sí y a veces no, según resulte de fácil de hacer y de satisfactorio por la respuesta del motor al toque de acelerador. Con ello se consigue quitarles mucho trabajo a los sincros, y por ello en mis coches lo hago y al acabar su vida siguen con el cambio como nuevo; pero en los de pruebas, ¿de qué me sirve cuidarlos durante unos cientos o miles de kilómetros, si los demás no lo van a hacer?
Es cierto lo del pedal de freno muy alto de los coches del grupo VAG, y durante décadas; ahora se ha dulcificado un poco, pero todavía persiste. He escrito sobre ello múltiples veces, aunque no recuerdo si lo he hecho alguna vez en este blog. La razón era que los expertos en seguridad del grupo querían asegurarse de que, llegado el caso de una frenada fuerte de emergencia, el conductor no estuviese tan lejos del pedalier como para no poder frenar a fondo. Esto es sobre todo era un problema con quienes tienen la costumbre de sentarse muy lejos y medio tumbados, al estilo de los pilotos de F.1. Desde que se ha popularizado el BAS (asistente de frenada) ya no es tan necesario, y han bajado el pedal unos dos centímetros respecto a donde lo ponían antes, pero sigue quedando alto. Resulta particularmente molesto para poder realizar correctamante la antes citada maniobra de punta/tacón, que realidad suele ser más bien lado izquierdo/derecho del pie derecho.
Lo del olor del gasóleo (bastante desagradable, ciertamente, y difícil de eliminar) se puede combatir; pero a base, una vez más, de un meticuloso ritual que yo aplico dos veces, y en cada semana en la que me toca probar un coche con dicho combustible. La clave reside en calzarse debidamente los guantes de plástico fino (y uno en cada mano, pues la manguera también está sucia, y no sólo la pistola). Lo primero es ir vestido con una cazadora, jersey o lo que sea cuyo diámetro en la muñeca quede bastante ajustado a la misma; el objetivo es, con paciencia y método, estirar el guante (quesuele ser bastante largo) hasta cubrir al máximo el inicio de la manga. Y no es fácil, ya que el plástico tiende a enrollarse sobre sí mismo por electricidad estática o siemple adherencia, y hay que obligarle a estirarse al máximo de su dimensión. Y esto, con los dos guantes, siendo el segundo más difícil, ya que hay que hacerlo con la otra mano enguantada. Total, que en la maniobra se me van entre uno y dos minutos, pero el olor no se me ha pegado (salvo las mínimas salpicaduras que a veces saltan de la boca del depósito, y que se pueden evitar situándose lo más lateralmente posible).
Los amos del carril izquierdo, en la autovía, no me preocuparían si mirasen por el retrovisor y se quitasen de enmedio al menos 100 metros antes de que se les acercase otro coche más rápido; por desgracia, esto no ocurre con la suficiente frecuencia. Personalmente, considero que lo menos seguro es realizar demasiados cambios de carril, maniobra que de por sí conlleva un riesgo, salvo que la realizemos yendo solos, y entonces ¿para qué? Hay gente que adelanta, se vuelve al carril derecho y antes de 100 metros vuelve al izquierdo, porque ya está alcanzando a un nuevo coche más lento; es mejor mantenerse en el carril izquierdo y rematar la serie de adelantamientos hasta llegar a un hueco realmente amplio a la derecha. Y si por detrás nos llega un tercer coche todavía más rápido que nosotros, caben dos tácticas: echarnos a la derecha y dar el intermitente derecho, para darle garantías de que le dejamos pasar, y luego ponernos a adelantar a su rebufo. O bien, si ya vamos bastante más deprisa que los del carril derecho (y en ocasiones por encima del límite), mantenernos en la izquierda y que se espere hasta que lleguemos a ese hueco grande; si ambos vamos ya bien por encima de la velocidad de la inmensa mayoría, el que viene por detrás debería acoplarse al de delante. Pero eso sí; en cuanto haya un hueco que nos permita apartarnos sin perde velocidad, o muy poca, lo mejor es dejar pasar al más rápido, y asunto resuelto. LO q
Los líquidos milagrosos que eliminan el ferodo sin frotar mejor dejarlos para quien no le tiene aprecio al brillo de sus llantas y para los lavaderos profesionales sin escrúpulos. Para unas llantas limpias y brillantes no hay como una limpieza regular y metódica, para que no se generen depósitos de ferodo en los recovecos que después sean difíciles de eliminar. Si se quiere ir más allá se puede aplicar cera abrillantadora de vez en cuando. Yo lo hago una vez al año y nunca he tenido que frotar, ya que la cera genera una película que durante cierto tiempo impide que el ferodo se deposite tan facilmente.
@ Absolutamente a todos:
Celebro que este post haya tenido buena acogida, por lo general. Hemos comprobado que, con una única excepción, todos tenemos nuestro cargamento de manías. Pero, y en esto coinciden buena cantidad de comentaristas, quizás el título no estaba correctamente elegido: hubiese sido más exacto denominarlo como “Ritos, rituales o incluso liturgias”, pues realmente en eso se convierten toda una serie de acciones o sensaciones casi automáticas que realizamos o sentimos antes y durante la actividad de conducir. Y me alegra particularmente observar que participa la casi totalidad de los comentaristas habituales, junto a otros no tan frecuentes, pero igual de agudos en su particular visión del asunto. Pero cada cual aportando la suya propia, destacando la impagable de “21.Croquetas” (no puedo evitar citarlo), que abre el panorama un poco más allá de donde los demás habíamos llegado. Así que sin citar expresamente a ninguno de ellos, para no ser farragoso, responderé a algunos de los comentarios que me han recordado aspectos que se me habían pasado por alto, y considero dignos de resaltar.
Es muy cierto lo de las llantas sucias por el polvo de las pastillas de freno; pero no lo es menos la tremenda dificultad de eliminarlo, en especial con el intrincado diseño de algunas de ellas, llenas de innecesarios recovecos por aquello de diseñar algo distinto. Hay unos líquidos especiales, cuyas cualidades detergentes meten miedo, que se encargan de hacerlo; pero su aplicación requiere prepararse, aquí sí, con un previo ritual muy exigente: amplio espacio con un buen desagüe, manguera a presión, un buen cepillo, guantes, y el mencionado líquido. Primero, un buen manguerazo, segundo aplicar el líquido, tercero dejar pasar un ratito para que haga su efecto, cuarto frotar con el cepillo y saña visigoda, y quinto aclarar con mucha agua, y con cuidado de no salpicar la carrocería, o si ocurre aclarar la pintura al instante, porque ese líquido tiene todo el aspecto de comerse hasta un diamante.
Lo del doble embrague con “punta/tacón”, a mi particular saber y entender, depende de que el coche sea el propio o ajeno; yo, en los sucesivos míos, lo he utilizado casi siempre, mientras que en los de pruebas mucho menos, y por dos razones. En la prueba de consumo, porque ese golpecito de gas supone un mínimo pero al fin y al cabo real aumento de consumo, y puesto que casi nadie lo hace, prefiero seguir el comportamiento del conductor actual; a ritmo “interesante”, a veces sí y a veces no, según resulte de fácil de hacer y de satisfactorio por la respuesta del motor al toque de acelerador. Con ello se consigue quitarles mucho trabajo a los sincros, y por ello en mis coches lo hago y al acabar su vida siguen con el cambio como nuevo; pero en los de pruebas, ¿de qué me sirve cuidarlos durante unos cientos o miles de kilómetros, si los demás no lo van a hacer?
Es cierto lo del pedal de freno muy alto de los coches del grupo VAG, y durante décadas; ahora se ha dulcificado un poco, pero todavía persiste. He escrito sobre ello múltiples veces, aunque no recuerdo si lo he hecho alguna vez en este blog. La razón era que los expertos en seguridad del grupo querían asegurarse de que, llegado el caso de una frenada fuerte de emergencia, el conductor no estuviese tan lejos del pedalier como para no poder frenar a fondo. Esto es sobre todo era un problema con quienes tienen la costumbre de sentarse muy lejos y medio tumbados, al estilo de los pilotos de F.1. Desde que se ha popularizado el BAS (asistente de frenada) ya no es tan necesario, y han bajado el pedal unos dos centímetros respecto a donde lo ponían antes, pero sigue quedando alto. Resulta particularmente molesto para poder realizar correctamante la antes citada maniobra de punta/tacón, que realidad suele ser más bien lado izquierdo/derecho del pie derecho.
Lo del olor del gasóleo (bastante desagradable, ciertamente, y difícil de eliminar) se puede combatir; pero a base, una vez más, de un meticuloso ritual que yo aplico dos veces, y en cada semana en la que me toca probar un coche con dicho combustible. La clave reside en calzarse debidamente los guantes de plástico fino (y uno en cada mano, pues la manguera también está sucia, y no sólo la pistola). Lo primero es ir vestido con una cazadora, jersey o lo que sea cuyo diámetro en la muñeca quede bastante ajustado a la misma; el objetivo es, con paciencia y método, estirar el guante (quesuele ser bastante largo) hasta cubrir al máximo el inicio de la manga. Y no es fácil, ya que el plástico tiende a enrollarse sobre sí mismo por electricidad estática o siemple adherencia, y hay que obligarle a estirarse al máximo de su dimensión. Y esto, con los dos guantes, siendo el segundo más difícil, ya que hay que hacerlo con la otra mano enguantada. Total, que en la maniobra se me van entre uno y dos minutos, pero el olor no se me ha pegado (salvo las mínimas salpicaduras que a veces saltan de la boca del depósito, y que se pueden evitar situándose lo más lateralmente posible).
Los amos del carril izquierdo, en la autovía, no me preocuparían si mirasen por el retrovisor y se quitasen de enmedio al menos 100 metros antes de que se les acercase otro coche más rápido; por desgracia, esto no ocurre con la suficiente frecuencia. Personalmente, considero que lo menos seguro es realizar demasiados cambios de carril, maniobra que de por sí conlleva un riesgo, salvo que la realizemos yendo solos, y entonces ¿para qué? Hay gente que adelanta, se vuelve al carril derecho y antes de 100 metros vuelve al izquierdo, porque ya está alcanzando a un nuevo coche más lento; es mejor mantenerse en el carril izquierdo y rematar la serie de adelantamientos hasta llegar a un hueco realmente amplio a la derecha. Y si por detrás nos llega un tercer coche todavía más rápido que nosotros, caben dos tácticas: echarnos a la derecha y dar el intermitente derecho, para darle garantías de que le dejamos pasar, y luego ponernos a adelantar a su rebufo. O bien, si ya vamos bastante más deprisa que los del carril derecho (y en ocasiones por encima del límite), mantenernos en la izquierda y que se espere hasta que lleguemos a ese hueco grande; si ambos vamos ya bien por encima de la velocidad de la inmensa mayoría, el que viene por detrás debería acoplarse al de delante. Pero eso sí; en cuanto haya un hueco que nos permita apartarnos sin perde velocidad, o muy poca, lo mejor es dejar pasar al más rápido, y asunto resuelto. Lo que no se puede hacer, y no obstante mucha gente hace, es obstruir el carril izquierdo cuando hay hueco de sobras para abatirse al derecho; y lo de menos es si el traumatizado de turno ya va o deja de ir al límite legal (por su velocímetro normalmente). Sl el que viene detrás es más rápido y conduce correctamente, hay que dejarle pasar, porque el problema es entre él y el radar, y de nadie más.
En cuanto al ajuste del cinturón, hay un aspecto anatómico que no admite discusión, y otro que es muy particular mío, pero que no es manía, sino táctica. La parte superior de la cinta debe pasar por una zona del hombro que está muy clara, y basta con tocarse con la mano derecha para encontrarla: si (en los coches donde es regulable, que es la mayoría) ponemos la clavija demasiado alta, la cinta nos cogerá encima de la zona protuberante de la clavícula, lo que al cabo de los kilómetros no sólo es molesto sino doloroso; y si la ponemos demasiado baja impedirá mover la articulación del hombro con soltura. Aquí sobran las opiniones; es pura anatomía. Mi tácticaparticular es que, cuando llego a zonas de conducción con curvas y frenadas, me organizo lo que yo llamo el «arnés del pobre», y ya que no cuento con uno de competición de cuatro puntos, voy tensando el de serie hasta absorber la holgura del carrete retractor, encojo el abdomen al máximo, tiro a fondo de la zona inferior de la cinta con la mano derecha, y con la izquierda (en línea recta,porque durante un par de segundos o tres hay que soltar el volante) pego un último tirón violento para bloquear el sistema, que ya queda como los antiguos cinturones de longitud fija. Muchas veces pienso en que si, por la causa que sea, el tensor pirotécnico se dispara, me va a dejar el esternón machacado; pero quizás por optimismo, pienso que el cinturón me resulta mas útil bien tensado en cada frenada y curva, que en un eventual accidente que hace ya muchos, muchos años que no se repite.
El ajuste de los espejos no tiene mayor problema en el caso del interior: bien centrado y, en cuanto al ajuste vertical, para conseguir ver, en toda la superficie del espejo, la máxima distancia posible hacia atrás. Con los laterales, ya tengo mis propias manías: el izquierdo para ver lo más lejos posible, al coche que eventualmente venga a adelantarme, mientras que el derecho lo sitúo más bien bajo, para ganantizarme ver al ciclista o motorista que se me infiltra por el lateral y no cortarle el paso si decido cambiar de carril. Pero en ambos casos, discrepo de quines los ponen muy abiertos, para tener un campo visual más amplio, en abanico: yo siempre quiero ver el último milímetro de carrocería, y luego lo que dé de sí el espejo. No vaya a ser que por querer abrir demasiado, deje sin cubrir la zona pegada a cualquiera de mis aletas traseras, y sea ahí donde esté situado el ciclista de turno.
Lo de las alfombrillas ya lo han comentado varios y todos coincidimos; simplemente recordar el problema que tuvo Toyota hace un par de años, que fue una tormenta en un vaso de agua, y se debió simplemente a un pedal que en ocasiones se atascaba con la dichosa alfombra.
Y finalmente tenemos, cómo no, el contrapunto de «emprendeitor»; que pretende dedicar una sonrisa condescendiente (a mí me resulta patética) a los que no sólo hacemos lo que en muchos casos es garantizar una conducción más segura, sino que además disfrutamos al realizar estos rituales. Le parece ridículo que dediquemos unos minutos a situarnos en condiciones(cuando es nuestro propio coche tampoco hace falta tanto como en mi caso, al recoger uno nuevo de pruebas) , y que luego saquemos la lengua para trazar una curva (como gracieta, pase; pero a lo mejor lo piensa en serio), mientras que llega antes la abuelita del monovolumen, que se ha sentado al volante sin encomendarse a Dios ni al diablo, y ha arrancado más rápido que nosotros. Le recordaré a «emprendeitor» dos cosas: una, la letra de la ranchera «El rey», donde dice aquello de «también me dijo un arriero que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar»; y segundo, que el menos indicado para dar lecciones sobre llegar primero es él, que hace ya casi tres años acabó reconociendo que en su obsesiva conducción de «hypermiler» le adelantan los camiones. Ya se sabe: somos dueños de nuestros silencios, pero prisioneros de nuestras palabras. Pero lo peor es que, con su manifestación pretendidamente sardónica, lo único que hace es meterse de hoz y coz en el grupo de los que conducen con el sombrero y el abrigo puestos: está claro que a «emprendeitor» lo único que le gusta es economizar, pero no conducir. Ya son ganas de venir a predicar un enfoque tan sesgado en un portal dedicado a los aficionados al automóvil y su conducción, y en concreto a este blog donde se realizan unas pruebas dedicadas específicamente a la optimización entre promedio y consumo, que es una de las bases de una buena conducción. Siempre será bien recibido, él y sus opiniones, pero podría limitarse a emitirlas, y no encima pretender hacer burla del noventa y muchos por ciento del resto de los comentaristas, que algo sabrán de coches, de conducción, e incluso de economizar con una buena conducción.
Pues yo tengo la manía de cuando pongo punto muerto al parar, vuelvo a bailar la palanca de cambio 3 ó 4 veces, como si se me olvidara que he puesto punto muerto y voy a comprobarlo de nuevo. Y también algo parecido con el freno de mano: arranco, lo libero, ando con el coche x tiempo y le vuelvo a dar al botón para ver si esta bien liberado, y al tiempo x vuelvo a hacer lo mismo y asi 2 ó 3 veces. ¿Esto si se puede considerar manía compulsiva?
Saludos!!!
No se moleste usted por el señor emprendeitor; es seguro el que fue niño con sobrepeso y sin amigos, carente de personalidad, aquel cuyo nombre nadie recordaba y cuya nuca era ritualmente golpeada por los machos alfa como bienvenida cuando subían en el autobús escolar. Él siempre se sentaba en las primeras filas y leía tebeos de los superhéroes que nocturnamente soñaba que era. Lo mismo se tocaba y se ponía todo pónno con ellos. Huy, mejor no sigo por aquí.
Hoy, nuestro emprendeitor, sobrevive con marcas del acné que fue, vestido con prendas descoloridas, una pancita que afirma es el testimonio de un buen comer inexistente, y se masturba recurrentemente imaginando que yace con la mujer que no tiene.
Además, le huelen los pies y las plantillas de Devor Olor están llenas de pelos, cámbielas, oiga, qué marranada de plantillas son esas. ¡Pero y qué pies, si tienen percebes.!
Don Arturo, veo que se coloca bien tenso el cinturón, falta indicar que la banda abdominal debe estar apoyada en los huesos de las caderas, no en la barriga.
Lamento no estar de acuerdo con el asunto de la aceleración súbita de Toyota. 8 millones de vehículos llamados a revisión, 33 millones de dolares en reclamaciones, un estudio de la NASA (en serio), declaraciones por parte de la National Highway Traffic Safety Administration de que el diseño del acelerador facilitaba que quedara «pegado» y que se atrapara con las alfombras, no es precisamente una tormenta en un vaso de agua.
Como siempre un gusto leerle.
Estimado Arturo, le invito a que para la búsqueda de fotos emplee esta herramienta de km77.com:
http://www.km77.com/fotos/buscador.html
Puede hacer búsqueda por tipo de foto (exterior, interior o de técnica) y dentro de cada una, seleccionar un subtipo. Por ejemplo, puede buscar fotos de pedales de BMW (http://www.km77.com/fotos/buscador.html?categoryId=10&brandId=6&photoType=2&photoSubType=22) o palancas de cambio de Porsche (http://www.km77.com/fotos/buscador.html?categoryId=10&brandId=36&photoType=2&photoSubType=23)
Considero importante llevar el asiento lo mas bajo posible para «obligar» a la vista, a que vea lejos. A mi es una de las cosas que mas me cuesta poner en práctica y por eso lo bajo al máximo.
Excelente artículo, he disfrutado leyéndolo. Yo también comparto gran parte de esas «manías».
Hola! Tu entrada en el blog me obliga a redactar 😉 La materia de tu sitio web est