“Alla politica spagnola manca finezza”. Esta fue la sentencia con la que, allá por la década de los 80s, el camaleónico político italiano Giulio Andreotti catalogó los tambaleantes primeros pasos de la por entonces joven e inexperta democracia española. ¡Y qué no sabría él de “finezza” política, si ya llevaba más de tres décadas viviéndola intensamente, hasta el punto de haberse visto envuelto en el nunca aclarado asesinato de su correligionario democristiano Aldo Moro, y de haber pasado por los tribunales (para salir de rositas, como siempre) por supuestas conexiones con la Mafia! Respecto a la política española, muchos estamos de acuerdo, y con esto entro ya en el tema automovilístico. Porque si hay un político español con merecida fama de inteligente y de manejarse con “finezza” es Rubalcaba, nuestro ministro del Interior. Pues bien, incluso él acaba de cometer una imperdonable falta de “finezza” al exigir a los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil que pongan más multas en carretera.
En realidad, y para ser justos, lo que ha exigido es que vuelvan a poner, más o menos, las mismas multas que antes de iniciar la actual “huelga encubierta de bolígrafos caídos”, con la que pretenden apoyar unas supongo que justas reivindicaciones laborales. Pero a lo que Rubalcaba podía haber recurrido es a la disciplina, al sentido del honor, a la profesionalidad, al mantenimiento de la seguridad vial, o a cualquier otro eufemismo para decir lo mismo; pero no exigir, con absoluta falta de “finezza”, que pongan más multas. Tampoco ha estado manco otro político del mismo Ministerio, en este caso el habitualmente prudente y ponderado fiscal Bartolomé Vargas, con su proclama de persecución a sangre y fuego contra los conductores acosadores (campaña a lo que me uno, como se ha demostrado en anteriores entradas, una vez bien aclarado el concepto de acosador), pero dejándose en el tintero el que tenía que haber sido el otro brazo de la balanza de la justicia, y que no es otro que una campaña similar contra los conductores obstructores. Pero éste es un tema tan interesante como el de los acosadores, así que me lo guardo para una próxima entrada.
Pero la conexión entre el automovilismo y la “finezza” no se acaba en estos términos estrictamente políticos; o más bien, sigue en un terreno paralelo: el de la política y la reglamentación, pero deportivas. Viene esto a cuento del tan traído y llevado caso de las órdenes de equipo de Ferrari en el G.P. de Hockenheim para que Massa dejase pasar a Alonso, a fin de que éste se librase del ataque de Vettel y, además y sobre todo, consiguiese el máximo de puntos de cara al Campeonato Mundial de Pilotos. Ya sé que este episodio ha sido glosado largo y tendido en dos entradas del blog deportivo de Ramiro Mansanet, por lo que los argumentos pro y contra de las diversas posturas están prácticamente agotados; pero como ya han pasado algunos días y las aguas ya están un poco más tranquilas, pero todavía no se ha celebrado el G.P. de Hungría, quiero aprovechar el interregno para echar mi cuarto a espadas, ya que para eso tengo mi blog.
Hay un primer punto de coincidencia prácticamente internacional: las órdenes de equipo siempre han existido, tanto cuando eran legales como ahora, cuando no lo son. Y probablemente seguirán existiendo, por más que se articulen toda clase de controles para impedirlas; todo ello al margen de que nos parezcan bien o mal, puesto que se trata de un hecho consumado. Y también al margen de que luego se hagan aparatosas protestas de limpieza por parte de algunos equipos (léase McLaren y Red Bull), diciendo que ellos tratan absolutamente por igual a sus dos pilotos.
En los comentarios a las dos entradas antes citadas ya se han dado suficientes ejemplos de que esto no es así como para ahorrarme el tener que repetirlos ahora. No critico que tales órdenes se hayan dado, porque es lo que le interesaba al equipo en cada momento; lo que me parece cínico es que luego pongan a caldo a Ferrari por hacer lo mismo, pero con menos disimulo. Y convendría aclarar desde ya que una orden de equipo no significa necesariamente que haya un primer y un segundo piloto, ni que se favorezca sistemáticamente a uno en detrimento del otro; sino que, en un momento dado y equivocadamente o no, el equipo considera oportuno, bien para el equipo en su conjunto o para la puntuación de uno de sus pilotos, realizar un cambio de posición.
Segundo punto de coincidencia: la “finezza” de Ferrari para gestionar esas situaciones que bordean o entran claramente en “la zona oscura”, ha caído en barrena desde hace ya bastantes años. Como bien señalaba uno de los comentarios antes citados, esto no ocurría, ni en Lancia ni en Ferrari, en los tiempos de Cesare Fiorio. Sin duda, muchos lectores recordarán la anécdota que hace poco conté en una anterior entrada relativa al intento de la escudería Lancia de meter sus Fulvia en los camiones-taller y traérselos desde Lisboa hasta Madrid, sin rodar y con los pilotos durmiendo, durante un Rallye de Montecarlo de hace cuarenta años. Maniobra que ingenuamente desbaratamos un grupo de periodistas españoles, sin ni tan siquiera darnos cuenta, al menos al principio, de lo que estábamos viendo. Eso es “finezza” para saltarse el reglamento, porque incluso para delinquir no está de más tener algo de estilo.
Pero aquella sutileza se despeñó por un barranco en el GP de Austria de 2002, cuando el famoso frenazo (bajo órdenes de equipo) de Barrichello para dejar pasar a Schumacher y que ganase la carrera. Y no olvidemos que el “genio” que estaba al frente de la Scuderia era, ni más ni menos, que el mismo Jean Todt que hoy preside la FIA; ironías del destino. Vale la pena analizar aquel caso, que dió lugar a la prohibición de las órdenes de equipo (de aquellos polvos vinieron estos lodos), para ver hasta qué punto dicha orden fue absolutamente innecesaria y denigrante para Barrichello.
Era la sexta prueba del calendario, y Schumi ya había ganado cuatro de las cinco anteriores (todas menos Malasia, donde venció su hermano Ralf, siendo Michael tercero); el pobre Barrichello no había puntuado más que un segundo puesto en Imola. Y esos 6 puntos eran todo su capital, frente a los 44 que ya tenía Schumacher; el peligro más próximo venía de los Williams ya que, al llegar a Austria, Montoya tenía 23 puntos y Ralf 20. Y en la anteúltima pasada por meta, Montoya venía tercero y Ralf cuarto, de modo que, habiendo ganado Barrichello, la puntuación hubiese quedado así: Michael 50, Montoya 27, Ralf 23 y Barrichello 16. Todo lo que se consiguió fue darle a Schumi 54 puntos (el doble que Montoya, y eso en sólo 6 GPs) y dejar a Barrichello con 12. ¿Era necesaria semejante humillación para el brasileño?
La situación, y esto creo que no lo discutirá nadie, era muy distinta a la de Massa y Alonso, cuando este último necesitaba desesperadamente los puntos para volver a entrar en la pelea por el título mundial de pilotos. Y también es evidente que si hay un piloto de Ferrari que puede conseguir el entorchado este año, sin duda por la puntuación (y otros dirán que también por calidad de piloto, pero en eso no entro), es Alonso. De modo que, al margen de la consideración ética que se quiera dar a las órdenes de equipo, al menos desde el punto de vista de la rentabilidad, lo de Hockenheim está justificado, mientras que lo de Austria fue una alcaldada sin sentido. Pero no hay que darle vueltas a que, por ahora, las órdenes están prohibidas, y los reglamentos hay que cumplirlos (pero por parte de todos y no sólo de algunos, de acuerdo; y las “habilidades” de Hamilton están en la memoria de todo aquel que quiera recordarlas). Lo malo del asunto es que, como es muy difícil controlar las órdenes, la postura de la FIA, sin duda cínica, es la que se pudo leer en un comentario: utilícenlas, pero, por favor, sean discretos, para que todos quedemos bien.
Y aquí es donde, una vez más, hemos de recordar que a Ferrari la “manca finezza”; aunque quizás sea consecuencia, al menos en parte, de emplear a más y más personal británico (probablemente el más capacitado, pero menos ducho en la esgrima florentina de los sobreentendidos). Porque de lo contrario, no se explica el parlamento que le largó a Massa ese aspirante a premio Nobel que responde (si es capaz de entender su propio nombre) por Robert Smedley, sabiendo que las conversaciones están grabadas: “¿que si te has enterado bien?; confirma” y luego “buen chico, te acompaño en el sentimiento”. Cierto que el responsable máximo es italiano, pero es evidente que Stefano Domenicali es una buena persona que todavía no tiene al equipo debidamente controlado, ha estado en la cuerda floja hasta que el F10 ha empezado a carburar y, desde luego, no es de la misma pasta que Cesare Fiorio (vamos, que no se apellida Borgia de segundo).
Porque lo increíble es que todas estas situaciones, si el equipo está dispuesto a impartir órdenes o estrategias de equipo (llámeseles como se quiera; el resultado va a ser el mismo), no estén previstas de antemano y puntualizadas a machamartillo en un “briefing” del sábado por la tarde, cuando ya se conoce la parrilla de salida. Y debo insistir, como ya escribí en una ocasión anterior, en que no hay tantas circunstancias que exijan esta orden, porque no hay más que una de cada (circunstancia y orden): que un piloto se deje adelantar por su compañero cuando van uno detrás de otro, sin ningún competidor intercalado entre ellos, y además cuando, de cara a la puntuación del Mundial de Pilotos, es relevante que el que en ese momento va detrás consiga obtener el máximo de puntos posible, mientras que el adelantado ya no tiene “chance” alguna de cara a dicho Campeonato. O sea, que podría justificarse (si se admite el dar órdenes, repito), en el caso de Alonso y Massa, pero no en el de Schumacher y Barrichello.
Por otra parte, con órdenes o sin ellas, hay catorce formas de favorecer a un piloto frente al otro, no digo sin que se note, pero sí sin que sea demostrable. En este último caso, Alonso entró a cambiar ruedas en la vuelta 13, y tardó 19 segundos y 2 centésimas en la maniobra; Massa, una vuelta más tarde, y su tiempo fue 19 segundos y 14 centésimas. ¿Tanto hubiese costado, si se quería devolver a Alonso a la posición que, por rapidez y por parrilla le correspondía (de no ser por la embestida de Vettel, de la que no se ha hablado apenas nada a nivel internacional), haciendo que a un mecánico de Massa se le “atascase” la llave de ruedas entre dos y tres segundos, se reordenaban ambos Ferraris, y Massa no perdía posición más que con Alonso?
No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos, y lo que no se puede es esperar que un piloto como Massa (o como Nelsinho Piquet el año anterior en Renault), que desde la pretemporada se pasa el día diciendo que él no es el segundo piloto de nadie, vaya a cederle el puesto a Alonso cuando, gracias a Vettel o a la gracia divina, por fin el coche le anda, se encuentra por delante de su compañero, y tiene su primera oportunidad de ganar una carrera este año. Porque, al menos en el caso de Massa, lo de que lo primero es la Scuderia, no se lo cree él ni harto de “caipirinhas”; por supuesto, Alonso lo tiene más fácil, porque en su caso, los intereses suyos y los de Ferrari son coincidentes: títulos de marcas y de pilotos. Y para que quede claro que no son opiniones mías, ahí va un resumen de las últimas declaraciones de Massa, el 29 de Julio, de cara al GP de Hungría:
“Por supuesto que no estoy trabajando para mi compañero de equipo. Estoy trabajando para el equipo y sabemos lo importante que es trabajar para el equipo. No estoy aquí simplemente para competir, sino para vencer; este es mi objetivo. Mientras esté en condiciones de ganar una carrera, lucharé hasta el final por la victoria. Así que, efectivamente, lucharé aquí (se refiere a Hungría) por la victoria, sean cuales sean las condiciones. Cuando las condicione sean distintas, por supuesto que quiero lo mejor para el equipo. Por supuesto, si el equipo tiene realmente posibilidades de ganar el campeonato (no aclara si de pilotos, pero se supone), le deseo lo mejor. Yo trabajo para el equipo, soy un profesional y creo que todo el mundo debe comprender mi postura”. La verdad es que resulta difícil comprenderla, porque más bien suena a empanada mental; o lo que intenta decir, después de mucho llenársele la boca con “el equipo”, es que todo lo que piensa aportar a dicho equipo es el máximo de puntos que gane para él, sin importarle si al equipo le importa que su compañero pueda ganar el campeonato de pilotos, salvo cuando él, matemáticamente, ya no tenga ninguna posibilidad de conseguirlo.
Así que no hay término medio: o bien las escuderías dejan auténtica libertad a sus dos pilotos para que compitan entre sí, y se olvidan del “Uy, que nos acabamos de dar cuenta de que debes ahorrar gasolina, ahora que tienes a quince metros detrás a tu compañero”, o bien les dejan las cosas muy claritas en la trastienda del “motorhome”, sin darle tres cuartos al pregonero. Pero que quede todo muy claro y luego discreto en pista, y no como la “levantada de pie” de Massa, que fue toda una declaración de guerra a la orden recibida (porque orden fue, y bien patosa, lo de Smedley). Aquí hay mucho dinero en juego, y los equipos no son ni instituciones de caridad, ni absolutamente autónomos en sus decisiones; detrás hay unas empresas que se llaman patrocinadores, y que ponen una “pasta gansa” para obtener resultados.
El problema es que aquí se nos cruzan dos campeonatos y el que el gran público recuerda es el de pilotos y, de rebote, con qué coche iba el que lo ganó; el de Marcas lo tenemos en cuenta cuatro y las propias marcas, y al menos a mí, que no me pregunten demasiado por las marcas ganadoras en años pasados. Y el problema se agrava porque así como en otras disciplinas de equipo como el ciclismo, también con clasificación individual, dos compañeros pueden entrar juntos en meta en cualquier orden y no se perjudican para la general, aquí se dan puntos, y un centímetro de diferencia supone, actualmente, siete puntos entre primero y segundo; así que, sintiéndolo mucho, como estrategia de equipo, hay que elegir.
Porque lo que no se puede ser es tan angélico como algunos de los comentaristas del blog de Ramiro que se estaban relamiendo a la espera de que Vettel alcanzase a Alonso, a causa de la relativa lentitud de Massa (no a una vuelta, sino como ritmo constante), y se montase un buen rifirrafe entre los tres. Con la posible consecuencia de que Massa, obsesionado por no dejarse adelantar, se preocupase más de cerrarle los huecos a Alonso que de otra cosa, y aprovechando el desconcierto (y esto lo hemos visto en repetidas ocasiones) Vettel les hiciese el “trenecito” y les pasase a los dos; si esto llega a ocurrir, Domenicali debería haber presentado la dimisión antes de que Vettel subiese al podio; y tal vez, después de haber apuñalado a Massa (pero está claro que no es su estilo).
Para peleas, con las libradas frente a las escuderías rivales ya hay suficiente; de lo contrario, ¿qué sentido tiene decir que se forma parte de un equipo? Y repito: no hay más que una circunstancia en la que haga falta aplicar este tipo de órdenes de equipo: los dos compañeros rodando en el orden “equivocado”, sin nadie más de por en medio, y cuando el de atrás necesita los puntos, de cara al campeonato, mucho más que el de delante; no ocurre tantas veces. Y si se abre la veda a las luchas intestinas, entonces ocurre como en Turquía: todo el mundo les pone a parir a la escudería Red Bull, a Vettel, a Webber o a los dos, por haber podido tirado a la basura 43 puntos que al final se quedaron en 28, porque Webber se recuperó del “trompo” y consiguió entrar tercero, salvando 15 puntos; pero pudieron haber sido 43, con un poco más de mala suerte. Ni en sueños debe repetirse.
Por otra parte, siempre se ha dicho que el mayor enemigo de un piloto es su compañero de escudería, ya que al llevar los dos el mismo material, no caben excusas; esto puede ser muy cierto en las tandas clasificatorias del sábado por la mañana, pero nada más. Luego, ya en carrera y en la pista, vuelven a formar parte de un equipo, en esos raros momentos en que pueda hacer falta. Y tampoco es muy razonable la postura de algunos comentaristas que dicen que si Alonso era más rápido que Massa, que le hubiera adelantado; seamos serios, porque todo el mundo sabe, y de eso nos quejamos, que en la F1 actual un coche puede ser entre uno y dos segundos más rápido que otro en una vuelta completa (lo cual es una barbaridad hoy en día) y en cambio, no consigue adelantarle ni a la de tres, porque donde se adelanta es en la combinación de, como mucho, una curva, una recta y la siguiente curva.
Y también está unánimemente reconocido que no tiene la menor lógica que ocurra lo de Turquía, y se enganchen los dos compañeros; esto si pasa, que sea con los rivales de otros equipos. Así que no tiene sentido pedirle al de detrás (en este caso Alonso) que fuerce la situación, con riesgo de irse los dos a la tierra, cuando el otro es su compañero de equipo y sabe que el de detrás es más rápido, que necesita los puntos, y que él está tan atrás en la clasificación que no tiene nada que hacer de cara al campeonato.
En Ferrari, y al menos en esto no se les puede criticar por falta de sinceridad, siempre han dicho que la Scuderia es lo primero; lo que no sé es si ahora (porque con Todt estaba clarísimo) esto conlleva que no se está hablando sólo del Campeonato de Marcas, sino también de que uno de los dos pilotos sea Campeón del Mundo; y si es posible, el otro sea subcampeón. Y a juzgar por las declaraciones de Massa, al menos a él no se lo han explicado suficientemente claro. En cualquier caso, ¿por qué se da por hecho que tradicionalmente en Brasil (este año va a ser en Abu Dhabi) se supone que los compañeros de equipo se ayudan, e incluso se deben ayudar entre sí, y no en las carreras anteriores?. Porque desde muchas carreras antes, está claro en muchos casos que el compañero más retrasado no tiene más posibilidades que ser cuarto o quinto, mientras que el otro está peleando por el campeonato; ¿acaso los puntos de Brasil, o de Abu Dhabi, valen más o menos que los de una carrera a mitad de temporada?
La solución más razonable es eliminar la prohibición de las órdenes, y en este sentido, tras de lo ocurrido, ya se han manifestado autorizadas voces como David Coulthard, Martin Brundle, Eddie Jordan o David Ricahrds (el hombre de Prodrive); y también, evidentemente, Michael Schumacher (es lógico, después de lo de Austria) e incluso Bernie Ecclestone, aunque éste cada día dice una cosa, en función de cómo cree que pueda influir en su negocio. También se ha hablado, al margen de órdenes o no órdenes, de eliminar la comunicación por radio y volver a la simple pizarra, como en las motos; ¿y por qué no?, si los pilotos de dos ruedas pueden gestionar su carrera y su consumo de combustible por sí solitos, no hay razón para que no lo hagan los que van sobre cuatro. Y si hay problemas de consumo, que salgan con cinco a diez litros de sobra, y se acabó el problema; y si el motor se calienta, que lleven termómetro o se les encienda una luz en esos volantes que las llevan a montón; no hace falta que se lo digan por radio.
Una solución, un tanto rebuscada y artificiosa, es que no se permitan órdenes durante el primer tercio del campeonato (digamos seis o siete carreras), para que el reparto de puntos se haya aclarado un tanto, y a partir de entonces ya se pueda apoyar más descaradamente a uno u otro piloto en función de las conveniencias. Esto tiene el inconveniente de que no siempre en ese período de tiempo se han aclarado las cosas; prueba de ello es que, este mismo año, los cuatro pilotos de dos escuderías ocupan las cuatro primeras posiciones de la tabla, y si Alonso es quinto y todavía tiene posibilidades, más las tienen los otros cuatro, al menos sobre el papel.
Así que, o siguen dejándoles que se peleen (pero sin que choquen entre sí, que quede bien claro), o este planteamiento sirve más bien para poco. Y luego están las órdenes en “plan pobre”, como cuando le dijeron a de la Rosa que no le apretase a Kobayashi en los últimos compases de uno de los anteriores GP, creo recordar que porque conseguían el último punto. En realidad, lo que le preocupaba al equipo era que se enganchasen, y quedarse sin uno o dos chasis; y es que en las escuderías tiene alguna preocupación más de las que se creen los que quieren ver continuamente la lucha entre Ben Hur y Messala, aunque sea sin las cuchillas del carro griego.
Otra solución, un poco chusca, y ya que existen tantos problemas para establecer un orden de prioridad entre compañeros de un equipo, sería que los equipos oficiales tuviesen un solo piloto, y los demás fuesen equipos cliente o satélites, como en las motos. Es curios que en éstas, como el adelantamiento es relativamente fácil, el problema no se plantea, y sin necesidad de decir quien es el primer o segundo piloto, la pista se encarga de poner orden. Salvo, quizás, para recibir el mejor material, y en ese caso, es algo que queda fuera de las órdenes de equipo y del control de las respectivas Federaciones, por lo que tal favoritismo seguiría existiendo.
Finalmente, no quisiera cerrar sin comentar el espectáculo que dio la prensa británica, una vez más haciéndose los puritanos cuando les conviene, en la rueda de prensa consecutiva a la carrera; toda su obsesión era que Massa y Alonso reconociesen que el adelantamiento había sido por órdenes, como si esto hiciese falta que se lo confirmasen a unos tíos que se supone entienden un poco de competición. Estaba más claro que el agua, y tú sabes que yo sé que tú lo sabes, pero lo que no podían esperar es que los pilotos hiciesen una confesión firmada (en grabación) de algo que podría suponer (y a lo peor todavía supone) una sanción para su escudería, al margen de la económica. Pues venga y dale, pregunta va y pregunta viene, intentando acorralarles para decir lo que era evidente que no podían ni querían (al menos Alonso) decir. Pero a Vettel bien poco que le preguntaron por el cerrojazo que le metió a Alonso en la arrancada, hecho desencadenante de todo lo que vino después; claro que el joven alemán, sin duda muy contento de que los focos no se concentrasen en su maniobra, tuvo unas palabras muy comedidas, diciendo que él entendía los intereses de los equipos y que, en el fondo, eso es algo que tiene que gestionarse en su interior.
Sr. De Andrés, gracias a sus artículos he descubierto las posibilidades de Instapaper. Que lo sepa. Y gracias.
Hola, comparto sus opiniones acerca de este hilo. Pero creo se le ha olvidado opinar sobre la frase de Fernando cuando iba detrás de Massa: «esto es ridículo». Yo creo que está a la altura de los comentarios de Robert Smedley y del descaro de Massa al dejarse pasar.
Otra cosa: cada uno lleva su blog como quiera, pero creo no debería entrar al trapo a todas las críticas que le hacen. Considero que la calidad de muchas críticas no se corresponden a la calidad de sus artículos. Yo estoy mucho más interesado en leer acerca de sus conocimientos, pruebas, vivencias y sensaciones que leer respuestas a críticas que no merecen la pena.
Saludos y felicitaciones por su blog y sus artículos. Realmente disfruto con sus entradas y con casi todos los blogs de km77. Gracias.
Cuando escuché al tal Robert Smedley, me acordé del sketch de «La guerra de Gila» ¿Es el enemigo?
«Ha estado aquí el espía de ustedes, Agustín, uno bajito vestido de lagarterana y se ha llevado los planos del polvorín, que los devuelva que solo tenemos esos» Me pareció tan surrealista que no me lo podía creer… No me extrañaría que a este paso alguno acabe pidiendo que paren la guerra un momento, por que se les ha atrancado el cañón.
“Jenson, ahorra gasolina” era mucho más fino.
Y cambiando de tercio ¿Hasta cuando los F-1 van a ser aviones volando cabeza abajo? Quiero volver a ver como se aprovecha el rebufo a medio metro, para luego apurar la frenada. A los aficionados nos gustan las carreras de COCHES, y no tanto hablar de aire limpio, del F-duct, de alerones móviles, y otros etcéteras. Más desarrollo en frenos, gomas, suspensiones, chasis, y menos influencia de la aerodinámica cuando se rueda en grupo. Ahí está la emocion.
Saludos
Gran artículo. Chapeau
Cantaron la gallina admitiéndolo. Si yo hubiese sido el abogado de Ferrari había metido en disciplina las comunicaciones del equipo desde ese momento y me lo habría pasado en grande defendiendo la inexistencia de orden alguna. Hecho lo anterior, habría puesto al ingeniero de Massa con alma de locutor atenazado por el horror vacui a rellenar los formularios de su propia inscripción al desempleo.
Y, efectivamente, uno no se puede fiar de Ecclestone. Uno no debe confiar nunca en alguien que transita por su existencia provisto de un corte de pelo semejante.
No, no quiero despeinarle.
JM
Si yo fuera….
Si yo fuera…..
Gracias por recordarme por qué hace años pase de la F-1, perdon Tongo-1.
@EJ25MT5.- A usted siempre le molestan los mensajes en los que yo menciono algo del pelo. No se enoje, que no es usted el único CALVO que pulula por ahí, oiga.
Hale, relájese y le invito a una ronda de champús.
Ah no, que usted no usa }:)
JM
A mi no me molestan sus mensajes, ni los que hacen referencia al pelo, (que por ahora no le he leído ninguno) ¿deberían? De hecho creo que está progresando. Ahora ha sido capaz de copiar mi nick correctamente, lo cual es buena señal (estaba convencido de que lo conseguiría, tarde o temprano).
Pero como a ud. le va la marcha, pues me pongo a su nivel y tono respondiéndole: ¡caca, culo, pedo pis!
En cuanto al champú, uso poco, pero uso. Aunque no se por cuanto tiempo.
Un saludo cordial. (A su paquete también, ya que ud. lo ha hecho famoso y parece tener personalidad autónoma)
JJPDB
En cuanto al champú, uso poco, pero uso. Aunque no se por cuanto tiempo.
Al ritmo que va, por poco tiempo, se lo digo yo.
Mi paquete y yo le saludamos con afecto pero sin equívocos,
JM
JM: No le quepa la menor duda de que no albergo falta de seguridad en que su afecto por mi es inequívocamente heterosexual, y por mi parte es de igual manera (bueno, yo no albergaba siquiera la posibilidad de equívoco alguno, pero ud. es muy libre de hacerlo).
En cuanto a mi calva, acierta ud., la próxima vez que la vea apreciará el avance de la misma.
Un saludo.
JJPB
Picajoso 🙂
Nos debemos unas cañas, conste en acta.
JM
Que listo es ud. Un cuasicontrato, me otorga un derecho de crédito en forma de caña, pero sin plazo para el cumplimiento. Ahora me tengo que ir a un ordinario y que su Sñría. establezca el plazo.
Que pillín.
En todo caso acepto mi sinalagmática obligación.
Se han escrito ríos de tinta y aún más de tinta electrónica sobre el adelantamiento y la orden clara, directa y concisa del ingeniero: «Confirma que lo has entendido» – «Aquí Massa. Roger. Me aparto a la izquierda para que pase Pájaro 1. Corto y cierro.» Finezza, lo que se dice finezza no hubo. Nos cuesta creer que un equipo como Ferrari no hubiera establecido las reglas internas de juego con anterioridad y hubiera establecido un santo y seña. Es una pena que el aficionado de a pie no tenga acceso a las transmisiones por radio del equipo. En su totalidad. En mi opinión Ferrari dió repetidas órdenes a Massa con sutileza. Finezza, sí. Fue Massa el que decidió alzarse en rebeldía («Esta carrera no me la quita nadie») haciendo caso omiso de la radio. Siempre podría decir que no entendió bien, que había mucho ruido o lo que fuera. Esto obliga al ingeniero a prescindir de toda sutileza y el resto de acontecimientos lo conocemos todos.
Esta teoría se ve reforzada por la forma en la que Massa cedió la posición. No debe ser muy dificil simular o provocar una pasada de frenada en una curva cerrada tras un tímido acoso de tu compañero. A todas luces Massa lanzó un mensaje a su equipo: Si quereís que me deje pasar, me dejaré, pero no os va a salir gratis.
@Käfer:
No había pensado en esa posibilidad que comentas y la verdad es que tiene sentido.
Personalmente, me parece que intentar evitar las ordenes de equipo es como ponerle puertas al campo. Puede que se consiga evitar que se oigan mensajes como los del otro día, pero desde luego que a partir de ahora van a salir con la lección bien aprendida.
O con otra electrónica… o con sabe dios que para que haya piloto 1 y piloto 2.
1.-«¿Era necesaria semejante humillación para el brasileño?».
Supongo que todos estamos de acuerdo en que no.
2.-«Para peleas, con las libradas frente a las escuderías rivales ya hay suficiente; de lo contrario, ¿qué sentido tiene decir que se forma parte de un equipo?».
Pues conseguir el título de marcas. Si las órdenes de «equipo» sirven para ganar el campeonato de pilotos, el campeón de pilotos deberá ser el «equipo», y no lo es. Supongo que algo así pensaría la FIA cuando prohibió las órdenes de equipo.
3.- Ud. dice …consideraciones éticas aparte… y me parece bien; pero yo las añado, que para eso es mi comentario:
A.- ¿Qué le dice Alonso a Massa cuando se ven en boxes?, ¿te he ganado?.
B.- ¿A quién aplauden tantas personas como ganador de la carrera? ¿Al más rápido?.
C.- ¿Nos hubiese parecido mejor que Massa se hubiese dejado pasar con «finezza» y después en el podio él mismo hubiese felicitado a Alonso alzándole su brazo en señal de reconocimiento?.
D.- ¿Es la F1 de las órdenes de equipo encubiertas una carrera de velocidad?.
(Me llaman).
1.- «… en la F1 actual un coche puede ser entre uno y dos segundos más rápido que otro en una vuelta completa (lo cual es una barbaridad hoy en día) y en cambio, no consigue adelantarle ni a la de tres…»
¿Y la solución son las órdenes de equipo?… ¿A nadie se le ocurre otra?…
Para 14 Käfer: Lo de las órdenes previas y más discretas a Massa con anterioridad ya lo había leído en alguna parte. Pero no olvidemos que una cosa es que por la «tele» no nos las hayan puesto a nosotros, y otra muy distinta que en «Dirección de Carrera» no tenga absolutamente todos los textos. Los que no los reciben son los de las demás escuderías, excepto aquellos que, al salir por la tele, también están a su alcance; pero de haber sido así, es muy probable que en la reunión con Ferrari, previa a la sanción, se lo hubiesen refrotado por los morros, porque una cosa es que se dé una orden indemostrable, y otra que no se tenga el convencimiento moral de que es una orden. Lo de «conserva combustible» empieza a estar yqa muy gastado; lo único realmente eficaz son unas órdenes dadas previamente a la salida; y si luego el pìloto que debería dejarse adelantar se niega, que se atenga a las consecuencias. A lo mejor en la siguiente carrera su coche ya no va tan rápido, o en el cambio de ruedas la llave se atasca. ¿Que ningún piloto se atrevería a desobedecer? Probablemente; y ya tenemos las órdenes en marcha.
Para16/17 José Ángel: Todo lo que dice es muy cierto. Pero una escudería, y no digamos sus patrocinadores, lo quieren todo: el título de Marcas, por supuesto, que es el que les corresponde. Pero también saben que el de Pilotos es el que tiene más repercusión mediática y pública, y quieren que UNO de sus pilotos lo gane; y si puede ser, que el otro sea subcampeón, pero esto ya bastante menos (ya se sabe, por aquello de que «el ganador se lo lleva todo»). Todo ello es absolutamente independiente de que a ninguno de nosotros nos parezca bien o mal, pero tan implacablemente seguro como la muerte y los impuestos. En cuanto a lo de adelantarse entre dos coches que andan casi igual, por no decir incluso que el de detrás ande bastante más (véase Vettel detrás de Alonso durante 30 vueltas), ya es lo bastante difícil, por no decir imposible, entre auténticos rivales, como para intentarlo por las bravas entre compañeros, para que luego ocurra de lo Webber y Vettel en Estambul. A Vd, como espectador, probablemente le parecería muy emocionante, pero puede estar seguro de que a Matesichtz, a Horner y a Newey se les retorcieron las tripas hasta casi la peritonitis. Si admitimos, repìto que consideraciones éticas al margen, que una escudería tiene intereses (y no diría yo que ilegítimos) en que uno de sus dos pilotos sea campeón mundial, entonces la única solución es la orden de equipo. Y repito, porque podría parecer que estas órdenes se dan vuelta sí y vuelta no: no tienen sentido más que cuando los dos «compañeros» van uno detrás del otro, sin ningún rival entre medias, y el orden es el «inadecuado» para conseguir el resultado buscado. Por ejemplo, en Austria los de Ferrari hubieran estado encantados con que Massa hubiera podido adelantar a Vettel, y que luego se hubiese quedado quietecito, sin importunar a Alonso, hasta el banderazo. Las cosas son así, al margen de que nos gusten o no; pero otra solución no hay: o guerra a muerte, u órdenes.
Yo creo que las ordenes deberian estar mas que claras antes de tomar la salida. Desde que en las retransmisiones se oyen los » team radio» se le esta dando unas vueltas a un tema que de vueltas tiene pocas; hace ya mucho tiempo que hay dos pilotos por equipo y esto siempre ha existido y posiblemente existira.