El automóvil –como las obras de arte, las joyas, los sellos y vaya Vd a saber cuántas cosas más- es un objeto evidente de coleccionismo, y también como en muchos de esos casos, con dos vertientes: la puramente especulativa (no necesariamente exenta de afición), que va a por modelos de altísima cotización en las subastas, y la más modesta para satisfacer el simple placer de posesión de un modelo concreto, que puede ser a partir del simpático Biscuter o del pequeño deportivo americano Crosley, del que ya se citaba en este blog su existencia en la entrada relativa al Ford Mustang que había trepado a lo altodel Empire State Building neoyorquino, y cuyo Club cuenta con varios miles de socios.
Por ello, los Clubs de Propietarios son un tipo de institución que existe para gran cantidad de marcas y en muchísimos países; formando a su vez, en ocasiones y a nivel mundial, Federaciones de todos los Clubs de un cierto modelo. El ejemplo emblemático es el del Mazda MX-5 (o Miata), que reúne a decenas y decenas de millares de socios del mundo entero. Y el de Morgan, como el propio coche en sí, merecería un capítulo aparte: no deja de tener su gracia ser socio de un Club en el que los modelos de hace más de sesenta años tienen exactamente la misma estética –ya que no mecánica-que los actuales.
Yo ya había estado en alguna reunión de este tipo, en particular del activo Club Porsche España; pero es que, cuando se trata de una marca mítica, estos clubs se mueven en una órbita distinta. Sin menospreciar en modo alguno el nivel de afición de sus socios, creo que resulta más fácil serlo de Porsche, Mercedes, Ferrari, Jaguar, BMW, Audi u otras marcas igualmente emblemáticas. Las cuales suelen tener en fábrica secciones dedicadas a sus modelos históricos, talleres especializados (y muy caros), y la marca suele prestar apoyo (muy importante en ocasiones) a los clubs y sus eventos, cuando no los patrocinan directamente.
No es que las marcas generalistas no se preocupen de sus modelos más emblemáticos; pero por lo general lo hacen con un enfoque publicitario, y centrándose en los modelos que consideran que van a tener más repercusión mediática; cosa lógica, por otra parte. En el caso concreto de Citroën, alrededor de uno de cuyos modelos giró el evento que da lugar a esta entrada, ya se celebró (y creo que un par de veces) el “raid” de ida y vuelta hasta Persépolis (Irán) con los Mehari, y alrededor del 2 CV se han celebrado diversas conmemoraciones, que consiguen buena repercusión debido a lo simpático, popular y mítico del modelo en cuestión.
Pero lo de los clubs es otra cosa, más del “día a día”, montando reuniones, “quedadas” o excursiones por el puro placer de reunirse y sacar a pasear sus veteranos coches. Y en particular es muy bonito hacerlo con modelos antiguos de estas marcas de gran tradición histórica que han ido perdiendo poco a poco parte de su vieja personalidad: Citroën por supuesto, pero también Saab, Lancia, los antiguos Audi, y diversas marcas británicas ya desaparecidas. Es una forma de mantener viva una tradición, el contacto directo con aquellos productos, y promover su conocimiento (aunque no pase de ser simplemente visual) por parte del gran público, cuando se aparcan varis docenas de ellos en la plaza de la localidad que se ha elegido como punto de descanso y para la comida de confraternización. Con estas marcas desaparecidas es muy difícil mantener en estado rodante y original sus coches; incluso de las que sobreviven, no todas se molestan en tener piezas de recambio para los ancestros; si bien, de haber suficiente mercado, hay artesanos que se dedican a reproducir las piezas originales.
Pues bien, el Club CX España (www.elcitroencx.org) está formando por aficionados de este tipo, que disfrutan de sus coches, sus concentraciones y reuniones sin otro fin que utilizar sus vehículos y cambiar impresiones (y piezas de recambio) con sus colegas. Y si por supuesto la ocasión se presta a combinarla con hacer noche en alguna localidad histórica o artísticamente interesante, sin olvidar los aspectos gastronómicos, pues mejor que mejor. Es un Club de aficionados que van “a pelo”, por su cuenta y riesgo, sin mayor apoyo ni contacto con Citroën España; detalle que me extrañó cuando lo pregunté, pues parece que ni la marca no el propio Club se han interesado por ello; unos y otros sabrán por qué.
¿Y por qué un Club CX, y no de otro modelo menos minoritario?; tal vez ya exista para el GS/GSA, pero admito que ni lo sé ni me he molestado en buscarlo. Pues por tres razones: en primer lugar, son citroenistas acérrimos, ya que la marca del “doble chevron” es una de las que ha creado un fuerte vinculo entre ella, sus coches, sus propietarios y simpatizantes; en segundo lugar, porque el CX fue el único y último Citroën auténtico “no bicilíndrico” que se comercializó en España en número importante; y en tercer lugar –antes de que alguien empieza recordarnos la gran cantidad de modelos posteriores salidos de Vigo- porque fue el último Citroën de diseño 100% propio, no “contaminado” por la influencia de lo que ahora es PSA.
En efecto: aunque para cuando empezó a venderse el CX en España, Citroën ya era propiedad al 100% de Peugeot, el coche ya estaba definido desde bastante antes. El GS se presentó en 1970 (aunque en España no se lanzó, como producción nacional, hasta 1973), por lo que es claramente anterior. Por su parte, el CX se presenta en Laponia en el verano de 1974; mientras que Peugeot se hace con el 100% del accionariado de Citroën en Abril de 1976 (comprándole a Michelin su mayoritario paquete de acciones). Es evidente que tanto la gestación como incluso la comercialización del CX fueron anteriores al cambio de propiedad; aunque en el caso español casi coincidieron, puesto que se empezó a vender, ya montado en Vigo, en otoño/invierno de 1976. La verdad es que, mecánicas al margen, el posterior Citroën XM seguía manteniendo mucho del espíritu Citroën, en particular la suspensión; pero ya había detalles de diseño, tanto exterior como interior, que le apartaban un tanto de la consideración de Citroën “puro”, al margen de haberse diseñado ya bajo la égida de la marca del León de Belfort.
No les voy a contar aquí a Vds cómo es el Citroën CX; muchos ya lo saben, y para los que no, ahí están Internet y Google para saberlo. Aquí la cosa va de la celebración de un aniversario, y del montaje que el Club Citroën CX España organizó para celebrar el 40 Aniversario del CX. De acuerdo, cuatro décadas puede ser un número redondo de las mismas, pero no es lo típico de las bodas de plata, oro o diamante. Pero últimamente, ya hemos visto a no sé cuantas marcas celebrar 30 y 40 aniversarios, sin esperar al 50, que es el número realmente mítico.
La cuestión es que a los responsables del Club les pedía el cuerpo celebrar ese 40 Aniversario del CX, y quisieron darle boato, aprovechando el Museo del Automóvil de Salamanca para montar una exposición del modelo, y en particular de los CX que participaron por Marruecos en el rallye solidario “Sin Fronteras”. Una experiencia que en las últimas décadas se ha ido poniendo de moda; y en particular uniéndola a labores asistenciales, como el evento “El Desierto de los Niños” que organiza anualmente Hyundai, que además incluye el hecho de hacerlo en familia y acompañados por los pequeños. Nuestro director J. Moltó ya ha participado en este evento en alguna ocasión, y ha dado cuenta del mismo en su blog. Los CX participantes han sido bautizados como los “Abderramanes”, por estar preparados para bajar al sur de Marruecos, aunque sean con tracción a dos ruedas; pero es que cuentan con su valiosa suspensión hidroneumática de altura variable.
Pero no se conformaron con ello, sino cursaron una invitación para dar unas charlas en el Museo a dos veteranos del tema de la automoción: Ramón Roca, y un servidor de Vds. Lo cual suponía un esfuerzo adicional para este Club sin otros ingresos que las cuotas de sus socios, al invitarnos desde la tarde de un viernes hasta el sábado después de una agradable comida. Y de una no menos relajada, aunque tardía cena en la noche del viernes, a la que iban incorporándose con cuentagotas los socios que iban llegando, cada cual contando la batallita de sus averías en el trayecto, pues venía cada uno desde su ciudad de origen, evidentemente.
Me encantó compartir el atril de conferenciante (bueno, una simple mesa) con Ramón Roca, uno de los pilares de la Fundación RACE: un médico gallego que tiene en su memoria (documentación de papel al margen) toda la historia del automóvil en España desde finales del antepasado siglo. Porque ¿saben Vds que el primer coche montado en España (en CKD, por supuesto) fue un De Dion, y que tal acontecimiento pionero tuvo lugar en Viveiro (Lugo) a finales del XIX? Pues yo no; pero me enteré gracias a Ramón, que tiene toda la documentación que lo demuestra, con varias décadas de antelación respecto a lo de Ford y Chevrolet en Cádiz y Barcelona, que es lo que habitualmente se cuenta. Pues anécdotas y detalles como éste los cuenta Ramón uno tras otro; al margen de una divertidísima explicación que hizo en su charla respecto a la justificación de compra de sus múltiples coches, entre los que se cuenta un CX Reflex, por supuesto.
¿Y por qué yo también? Está claro que por viejo. Esa gente del Club, y no digamos Ramón, tiene colecciones increíbles de todas las revistas del automóvil antiguas (nacionales y extranjeras), y sabían de sobra que yo había asistido a la presentación internacional del CX, y que luego había probado todas las versiones que se montaron o importaron a España en los ocho años siguientes. Y lo que buscaban era, más que contarles cómo es un coche que conocen mucho mejor que yo -y con experiencia actual cotidiana-, mis impresiones y opiniones, tanto las de entonces (aunque ya las tenían por las revistas) como bajo el prisma de 40 años después; pero con el cuidado de no enjuiciarlo como si fuese un coche moderno. Eso lo subraya Ramón Roca continuamente: un clásico hay que juzgarlo por lo que fue en su tiempo, y no con baremos actuales; y si actualmente todavía sigue siendo un coche válido, es la “prueba del algodón” de que fue un gran coche.
La verdad es que, en mi charla sobre el CX, las anécdotas que tuvieron más éxito no fueron sobre el propio coche, sino relacionadas con el viaje de presentación en Laponia, durante el verano de 1974. Y ya que allí fueron celebradas, las compartiré ahora con los lectores del blog; y como diría Ramón Roca, tengamos en cuenta el distanciamiento histórico, ya que estamos hablando de acontecimiento ocurridos hace ya 40 años. La primera anécdota ocurrió en el propio vuelo de ida, al aeropuerto creo que de Galliväre, ya muy cerca del Círculo Polar Ártico: se trataba de un vuelo charter para el grupo de unas tres docenas de periodistas españoles, y era la forma de no tener que alargar el viaje un día más, haciendo escalas.
Pero algo estaba ya cambiando en el mundo, aunque quizás no en la España de 1974: el comandante del avión de mediano tamaño, era del sexo femenino. Lo que a algunos colegas de la vieja escuela les resultó chocante, y se tomaron el vuelo a choteo; así que, cuando tras de varias horas de vuelo, una buena comida a bordo y copitas a discreción, la “jefa” dijo que se sentase todo el mundo y se abrochasen los cinturones, unos cuantos hicieron caso omiso, y siguieron de charleta de pie en el pasillo. Lo volvió a repetir al cabo de unos cuantos segundos, sin conseguir mejor resultado que antes, porque los representantes del machismo militante no se iban a dejar impresionar por una fémina. Ya no lo repitió más; metió un picado brutal de varios cientos de metros, y mano de santo: todos sentados.
Para la mayoría de nosotros, y yo incluido por supuesto, este viaje fue nuestro primer contacto con el Norte de Escandinavia; no en invierno, pero sí con la particularidad del “sol de medianoche”. Y también aprendimos otra particularidad, muy típica de las casas e incluso de los hoteles de tipo puramente escandinavo, y no el internacional de las grandes cadenas clásicas: las ventanas tienen un magnífico cierre hermético en cuanto a lo atmosférico. Pero no tienen ni persianas ni venecianas ni celosías; sólo unas cortinas de cretona que apenas si cubren, y sin ser realmente opacas, el hueco de la ventaja; tienen tal hambre de sol, que no consideran molesto que la luz entre a las dos de la madrugada. Y nosotros, en especial los que tenían venta orientada a Levante, con los ojos como platos.
Y también fue nuestro primer contacto con la red de carreteras, en buena parte de tierra pero magníficamente mantenidas, del norte de Suecia. Pero también fue nuestro primer contacto con un país de ciudadanos cumplidores de la ley, y no del tipo ácrata meridional. Hubo cantidad de denuncias a la policía de que había por allí una serie de coches muy raros que iban despendolados, levantando unas nubes de polvo a la que no estaban acostumbrados, pues ellos circulan más moderadamente por esas carreteras. Digamos en nuestro descargo que no éramos el primer grupo de periodistas, sino más bien de los últimos; y los precedentes, a juzgar por los consumos medios que la organización iba facilitando, habían gastado del orden de dos l/100 km más que nosotros. Así que las denuncias llovían sobre mojado.
Pero volvamos a nuestros Clubs de Propietarios de coches clásicos: un aspecto que me encantó es que no se trata de “talibanes” de lo suyo, sino de auténticos aficionados al automóvil, con amplios conocimientos de la automoción en general, de modelos clásicos en particular, y por supuesto del suyo propio, en este caso el Citroën CX. Son gente que no sólo entiende de su coche, sino del automóvil en general, y con un nivel muy alto, pero no excluyente. Y curiosamente –o quizás no tanto, teniendo en cuenta lo anterior- había algunos que también tenían otros coches “raros”, como Saab de la época “pre-Opel”, y BMW ya bastante vetustos, entre otros. En fin, gente que ama el automóvil como fenómeno técnico y sociológico en general, pero que luego se centran en la marca y el modelo de sus amores, porque tampoco todos podemos tener una escudería, ni garaje donde guardarla. En resumidas cuentas, una experiencia muy gratificante.