Todo el mundo tenemos –aunque sin duda unos más que otros- nuestras fijaciones u obsesiones: ciñéndonos a nuestro tema automovilístico, reconozco que las mías incluyen (entre otras de menor cuantía) la economía de consumo, una conducción eficiente que optimice la anterior con el promedio de marcha, el coche eléctrico (o más bien su, hasta el momento, fracaso), la conducción autónoma, los coches (perfectamente prescindibles) con más de 300/350 CV, la reglamentación (mejor caos) sobre cómo circular en las rotondas, las limitaciones de velocidad clamorosamente restrictivas, la hipertrofia del equipamiento electrónico (ya sea tipo infotainment o de sedicentes ayudas a la conducción), los conductores que ni comen ni dejan comer, los puestos de conducción poco ergonómicos y, por acabar de una vez esta enumeración, la no sé si confusión o engañifa entre el falso SUV y el MPV y/o el Familiar.
Puesto que de una obsesión se trata, soy consciente de que me reitero –quizás en demasía- sobre algunos de estos temas; pero hay ocasiones (como la que da lugar a esta entrada) en que son los propios responsables del entuerto quienes se lo ponen a uno tan fácil, que no hay quien se resista (al menos yo me confieso incapaz de ello) a aprovechar su propias palabras para desenmascarar la falsedad o, como mínimo, endeblez y falta de rigor de sus argumentaciones. Y aquí se trata de aclarar la dicotomía existente entre los conceptos de SUV y MPV; y lo que nos da pie a ello son sendos comunicados muy recientes de Peugeot y de Ford respecto a dicho asunto. Así que, como en anteriores ocasiones similares, procederé a la traducción (del francés y el inglés, respectivamente) de dichos comunicados, si bien recortando prólogos y epílogos, para finalmente hacer los comentarios oportunos.
En el caso de Peugeot, se trata de que su nuevo 5008 –sobre la ya no tan reciente plataforma modular EMP2- va a dejar de militar (en solitario) en el segmento de los MPV, para pasar a convertirse, y a nivel mundial, en un SUV, uniéndose a sus hermanos pequeños 2008 y 3008. O sea que Peugeot va a tener tres SUVs casi consecutivos en denominación y tamaño, y ningún MPV. ¿No resulta un poco raro renunciar a un trozo de la tarta del mercado? ¿No será más bien que, en el fondo –y quizás también en la superficie- no son tan distintos unos de otros? Pero dejemos que sea la propia Peugeot quien se explique, y con ello –aunque eliminando párrafos un tanto repetitivos- paso a la traducción literal:
“En cuestión de unos años y en el continente europeo, la silueta SUV se ha convertido en la tercera más vendida en el conjunto global de toda la oferta, por detrás de los turismos de los segmentos B y C. Auténtica encarnación de la modernidad automovilística -a la vez tecnológica y generadora tanto de status como de emociones y de disfrute personal- el SUV realza a su conductor y concreta sus aspiraciones de evasión y de nuevas experiencias.
¿Pero por qué convertir el 5008 en un SUV, y de este modo abandonar el nicho de los monovolumen de siete plazas del segmento C? Pues porque, en primer lugar, este nicho es casi exclusivamente europeo, y el programa del 5008 tiene ambiciones mundiales. Y a continuación, porque parece evidente que el espectacular progreso del SUV del segmento C se ha hecho en detrimento del monovolumen y de las berlinas tradicionales. Pero, ¿por qué ha sucedido esto?
Pues probablemente porque los usuarios de hoy en día cada vez sienten mayor necesidad de alejarse de siluetas tradicionales. Porque algunos –los actuales poseedores de breaks y monovolumen en particular- desean liberarse de la imagen restrictiva del vehículo de utilización familiar y simplemente funcional. Porque todos, simple y llanamente, desean disfrutar, y que el tiempo de un desplazamiento –vivido hoy en día y con demasiada frecuencia como una restricción- se convierta en un tiempo optimizado por la experiencia, la emoción y la participación.
Ahora bien, este subsegmento de los SUV grandes pero del segmento C está todavía en fase de desarrollo; y no obstante, hay una demanda muy importante. Actualmente, numerosos usuarios están atraídos por el concepto SUV y su “imaginario valorizador”, pero también están buscando el volumen, el espacio, el confort y la practicidad que les permitan responder a las múltiples facetas de su activa existencia. Para ellos, la oferta actual sigue estando poco adaptada (SUVs demasiado compactos y poco modulables) o bien poco accesible (SUVs del segmento alto, demasiado caros y ostentosos). Incluso los poseedores de un SUV medio, enamorados de la estética y el status de su vehículo, sienten con frecuencia la necesidad de aumentar su capacidad, y el deseo de multiplicar sus posibilidades de utilización.”
Vamos a comentar en primer lugar este comunicado de Peugeot, y luego pasaremos a la traducción del de Ford, que en varios aspectos coincide con el de la marca francesa, por lo que en su comentario nos remitiremos a lo ya dicho en este primero. Y lo que tenemos que decir es lo siguiente:
Todo parte de una gran mentira, que la mayoría de usuarios se han tragado, o más bien han preferido –subconscientemente- tragarse. Porque, vamos a ver: ¿cuál es la diferencia real, hablando de carrocerías, entre un MPV y un SUV del mismo tamaño (hay ejemplos a docenas)? Pues exclusivamente la estética frontal, o más exactamente, del capó: más horizontal, con un frontal más alto en el SUV, y en suave declive en el MPV; porque el parabrisas, en tiempos más vertical en los todo-terreno, ya está casi igual de inclinado en unos que en otros. Así que todas las historias acerca de la búsqueda de espacio y confort se resuelven exactamente igual con cualquiera de los dos vehículos, si son de dimensiones externas similares.
Veamos luego el apartado de la capacidad de tracción y para circular por vías nevadas y de tierra (o barro). Aquí hay dos temas a considerar: la utilización real, y la capacidad del vehículo. En cuanto a utilización, recuerdo lo que, hace ya unos cuantos años, me comentó la gente de Jeep (cuyos vehículos son allí en su inmensa mayoría del tipo 4WD) cuando estuve recorriendo el “Rubicon Trail” por la Sierra Nevada que separa California de Nevada, cerca del lago Tahoe: “Somos conscientes de que un elevado porcentaje de nuestros coches no salen nunca de las rutas asfaltadas, y muy pocos hacen algo más que caminos de tierra; auténtico todo-terreno, sólo una exigua minoría”. Pues si eso es así en un país tan enorme como USA, es fácil suponer lo que ocurre en la superpoblada Europa (dejemos Rusia aparte).
Y luego está el truco final: la gente de Nissan España también me ha comentado (y a quien quiera escucharles) que el “fenómeno Qashqai” se ha llevado a cabo vendiendo entre un 90 y un 95% de tracción delantera. Y en porcentajes parecidos están las demás marcas que ofrecen (ya que no todas lo hacen) la opción del 4WD. Única diferencia: por lo general, los SUVs suelen tener una distancia libre al suelo de entre dos a seis centímetros superior a la de un MPV. Pero es que, y con esto cerramos el círculo, también existen MPVs de tracción total; y esos ya suelen ir algo más altos, casi tanto como los SUVs, o poco menos.
VW tiene Touran (MPV) de tracción total, a la par que Tiguan (SUV) de tracción delantera; en este blog se han probado. Y actualmente Seat ofrece un León ST (familiar) X-Perience que puede ser 4Drive, a la vez que presenta el nuevo SUV Ateca, en el que hay variantes de tracción delantera. ¿Dónde está la diferencia para el usuario? Pues básicamente, en los neumáticos que se moleste en montar; porque con los de serie, en cuanto haya algo de barro o nieve, y sea de tracción delantera, va listo. La clave, ya se ha repetido aquí en varis ocasiones, está mucho más en el neumático que en el tipo de tracción (salvo que ésta lleve todo tipo de bloqueos).
Y no es que las marcas sean tontas, ni mucho menos. Muy al contrario: las dos más serias en el tema de la tracción total vendida en porcentajes importantes (y no en plan testimonial) son Subaru y Audi. Y ambas, hace ya varias décadas y antes de la “explosión SUV”, habían descubierto lo que a este usuario urbanita -pero con apetencias esquiadoras o deportivas- le hacía falta: el “crossover”. Y así aparecieron, muy próximos en el tiempo, primero el Legacy Outback y luego el Audi Allroad: una carrocería familiar amplia con suspensión sobreelevada, y tracción total.
Subaru, la marca más veterana y ya escarmentada, fue tecnológicamente más prudente. Audi, envalentonada por el éxito deportivo del Quattro, echó el resto en la primera versión del Allroad: reductora, bloqueos, suspensión de altura variable y programas a elegir. El resultado fue un todo-terreno del máximo nivel con carrocería de familiar, pero en consecuencia demasiado caro y complejo: en las siguientes versiones, empezaron a quitarle cosas. Porque, simple y llanamente, el usuario no necesitaba tanto, ni de lejos.
Y lo que básicamente ha quedado de aquella aventura (aunque tanto Outback como Allroad siguen existiendo, junto al León X-Perience y poco más) es la denominación “crossover”, que suena muy bien pero no obliga a nada. Y por eso se utiliza para los pequeños SUV de menos de 4,20 metros, especiales para afrontar la terrorífica “aventura urbana”. ¡Hay que echarle bemoles para anunciar como aventura el tráfico congestionado, el problema de aparcar (y lo caro que sale), las calles cortadas (porque si hay una zanja no te dejan pasar, aunque vayas en “crossover”), y los semáforos con cámara y radar (aquí sí que hay algo de aventura, al menos económica)!.
Dice el comunicado de Peugeot que muchos usuarios consideran al break y al familiar como vehículos restrictivos y funcionales. Restrictivos no sé por qué; pero ¿funcionales como connotación negativa? ¿No estaban pidiendo amplitud y confort (idénticos que en un MPV, por cierto?). Pues sí, pero resulta que viajar en SUV es agradabilísimo por “la experiencia, la emoción y la participación”. Pero hacerlo en un MPV, aunque sea idéntico en su amplitud y definición interior, no lo es. Claro que si el viaje “familiar” fuese cruzando África (por fuera de pista, claro) en un buen SUV 4WD (como el VW Touareg del raid “Cabo Norte a Cabo Agujas” del que informamos hace meses), ya sería otra cosa. Pero si son dos viajes por autovía, ya me contará Vd donde está la diferencia.
Y es que, por fin, hemos llegado a la maniobra final; que no sé si se la inventó alguien de Comercial/Marketing o surgió sola, pero para el caso da igual. Se trata de que, como viajar en coche resulta cada vez más aburrido -por el doble motivo de la mejora de las infraestructuras y de la legislación cada vez más restrictiva en cuanto a velocidad (lo uno parece ser antitético con lo otro, pero qué le vamos a hacer)- se intenta hacer viajar al usuario en un mundo irreal: o bien como si siguiese estando en el salón de su casa (conducción autónoma), o bien como si enfrentase una gran aventura. Y ya que ésta no es posible como tal, se procura que, al menos, el coche te haga soñar lo contrario.
Y aquí aparece el SUV moderno: igual de equipado, confortable y lujoso que un turismo; pero que, como falso heredero del auténtico “todo-terreno”, le permita al usuario, por el mero hecho de poseerlo, soñar con mimetizarse en el Clark Gable de “Mogambo” o en el John Wayne de “Hatari!”. Y ello aunque ni su coche sea el Land-Rover del primero ni la Dodge “tres cuartos” del segundo; ni su amantísima esposa o encantadora novia sean la fascinante Ava Gardner del primero ni la flacucha Elsa Martinelli del segundo. Pero, como ya decía Joe Brown (aka “Bocazas”) en la escena final de “Con faldas y a lo loco”: Nadie es perfecto. Y ahí se acaba lo de satisfacer las aspiraciones de evasión y de nuevas experiencias.
Y ya puestos a soñar, Peugeot nos dice que poseer un SUV confiere status e imagen “valorizadora”; sin duda porque, como tiene aspecto (que no realidad) de “todo-terreno”, quien nos vea a su volante automáticamente sacará la conclusión de que poseemos extensas fincas en Extremadura, que precisan de un vehículo así para recorrerlas; tal y como hacía “el hombre de Saimaza” atravesando la jungla para ir eligiendo, grano a grano, la cosecha del café. O sea que el mensaje subliminal es que el mero hecho de poseer un SUV (no un MPV, ¡Dios nos libre!) nos convierte en una persona activamente deportiva, incluso arriesgada y aventurera; y eso aunque seamos un oficinista barrigón, un poco calvo y desde luego sedentario.
Y vamos ya con el comunicado de Ford, del que nos atrevemos a señalar algunas diferencias con el de Peugeot. Y sin duda se deben a que Ford sí que tiene y mantiene un buen plantel de MPVs (B-Max, C-Max, Grand C-Max, S-Max y Galaxy), a la vez que casi otros tantos SUVs (EcoSport, Kuga, Edge y Explorer), y esto sólo para el mercado europeo. Y como es lógico, no va a tirar piedras contra su propio tejado, poniendo a parir a los MPVs; así que se conforma con entonar cánticos de alabanza al SUV, sin meterse en más berenjenales. Por otra parte, su análisis está fundamentado en una encuesta, mientras que lo de Peugeot era pura especulación de Marketing. Finalmente, y siguiendo un estilo muy norteamericano, en Ford se fijan mucho en el agrupamiento de los usuarios, bien sea por edades o por lo que llaman “generaciones”, aunque a veces no haya ni quince años de diferencia entre una y otra. Dicho lo cual, allá va la traducción, y luego seguimos comentando:
“A mediados de Mayo de este año, y coincidiendo con la presentación del nuevo Edge, Ford terminó de tabular una encuesta realizada a 5.000 europeos, con el objetivo de analizar el “boom” del SUV. Los entrevistados eran personas de Gran Bretaña, Alemania, Francia, Italia y España que, en el momento de la encuesta, poseían coche o tenían intención de adquirir uno por primera vez, o bien cambiarlo, en un plazo inferior a doce meses.
El porcentaje de SUVs vendidos en Europa, respecto al total de ventas de automóviles, ha pasado de un 6% en 2005 a un 23% en 2015; y se espera que siga subiendo, gracias a su creciente popularidad entre un grupo de clientes cada vez más diversificado. Ya que ahora no es sólo, como en tiempos, el vehículo elegido por un selecto grupo de fanáticos del ski o entusiastas de los deportes al aire libre.
En Europa, y en la última década, el SUV ha pasado de ser un pequeño nicho a convertirse en una de las tendencias automovilísticas más significativas. Y cada vez que alguien ha vaticinado que las ventas de SUVs se irían enfriando, la realidad ha demostrado lo contrario. Porque los SUVs poseen un fuerte poder de atracción que abarca a hombres y mujeres, jóvenes y gente de edad avanzada.
El SUV está considerado como un coche familiar seguro y con estilo por las “madres modernas” con hijos que todavía siguen residiendo en el hogar paterno; y casi una de cada tres de ellas están considerando un SUV como su próximo coche. Por otra parte, uno de cada cuatro “millennials” (18 a 34 años de edad; luego puntualizaremos sobre la denominación) creen que tener un SUV es una elección “sexy”. Y para cerrar, uno de cada cinco “cincuentones fantásticos”, de los que mantienen un estilo de vida activo y juvenil, consideran que SUV es una “palabra de moda” en las redes sociales.
El tabulado de la encuesta resalta que la percepción respecto al SUV ha cambiado radicalmente. Entre los encuestados, el 82% opina que el SUV ya no es un vehículo de lujo, que en los últimos años se ha hecho más eficiente en consumo, menos agresivo con el medio ambiente y resulta más accesible económicamente. Casi todos reconocen que los SUVs están ahora disponibles en una amplia variedad de tamaños, y con múltiples opciones.”
Lo primero a destacar es la habilidad de Ford para “dorarle la píldora” a sus encuestados (sobre todo cuando la tabulación ha resultado favorable a sus propósitos); porque no son ciudadanos normales y corrientes, sino fuera de lo común. Las mamás que todavía tienen niños en casa -niños que pueden tener más de 25 años, y ellas de más de 50- son “modernas”, aunque quizás sean cincuentonas. Los “millennials” (nacidos entre 1982 y 2000, que ya es una horquilla rara) son los últimos ciudadanos con permiso de conducir nacidos en el siglo XX que tenían menos de 35 años en la fecha de la encuesta (2015); o sea que, como estaban más cerca de “treintañeros” que de “cuarentones”, todavía podían decir lo de que el SUV es “sexy” sin ser tachados de vejestorios libidinosos (de ambos sexos). Para los cincuentones (no hace falta que sean libidinosos) también hay coba: en inglés son “Quintastics” (o sea, quincuagenarios fantásticos), de vida activa y juvenil; a los otros –que probablemente son mayoría- pura y simplemente parece que no les entrevistaron.
Antes de iniciar la encuesta, deberían haber empezado por hacerles a todos unas preguntas (no haría falta que fuesen capciosas) para verificar si son capaces de distinguir entre SUV y MPV, con la doble posibilidad de tracción en ambos casos. En cuanto a la capacitación de esos 5.000 encuestados para decidir que los SUVs son ahora más económicos, seguros y estéticos, y menos agresivos con el medio ambiente (¿comparados con qué?, porque no será con un MPV igual de moderno) será porque se crean lo que leen en la publicidad de los mismos; porque dudo mucho que la gran mayoría de esas “mamás modernas” entiendan ni un pimiento de esas cuestiones, y menos aún para emitir opiniones.
La única verdad es que todo este asunto de la entronización del SUV como si fuese el “ungüento amarillo” de la automoción moderna se centra en la imagen subconsciente a la que hemos hecho alusión: para el público masculino, la identificación con una personalidad deportiva y aventurera; y para el femenino, la sensación de seguridad que les proporciona manejar un vehículo de aspecto un poco más “agresivo” que el de un MPV equivalente, y que por lo tanto mantiene un poco más a distancia al resto de usuarios, especialmente en tráfico urbano congestionado.
Claro que para este público femenino también el SUV tiene su faceta subconsciente, sólo que aquí (si la economía da de sí) conviene irse a los “premium” (Porsche, Audi, Mercedes, BMW, Lexus, Volvo, etc), para llevar los niños al colegio (privado y caro, por supuesto) con un estilo “comme il faut”. Claro que esto es un poco equivalente a que creer que, por ponerse unos zapatos con tacón de aguja de Manolo Blahnik o de Jimmy Choo, pasan a tener el aura “cool” de las protagonistas de “Sexo en Nueva York”. Sobre todo si son una de esas “mamás modernas” pero cincuentonas, con quince kilos de sobrepeso y más bien poca gracia para balancearse sobre dichas agujas. O sea que ni el Cayenne ni los “manolos” son el hábito que hace que la monja hermana lega se convierta en madre abadesa de primera clase.
Pero lo cierto es que esos SUV “premium”, aunque muy grandes y caros, sí que suelen tener (debidamente calzados) excelentes cualidades de todo-terreno: son 4WD, algunos tienen o tuvieron incluso reductora, disponen de buenos bloqueos (electrónicos la mayoría, ciertamente) y suficiente distancia al suelo. Pero precisamente por precio y refinamiento, raro es que sean utilizados para tales fines. En mi recorrido habitual de pruebas, atravieso un pueblo más bien pequeño que está en una serranía donde se dan batidas de caza mayor en la época adecuada. Y entonces, la calle principal queda abarrotada con ese tipo de coches, que los cazadores venidos de Madrid (u otras capitales) dejan allí para que los expertos del lugar les trasladen hasta los puestos a bordo de viejos Patrol, Santana o Defender. Al menos, estos usuarios sí que tienen una faceta de su vida que en algo se parece a la de “Mogambo” o “Hatari!”; pero desde luego, no la ejercitan a bordo de sus caros SUV con pintura metalizada.
Llevando al límite la imagen que se quiere proyectar del SUV como vehículo deportivo y aventurero, la elección óptima y más radical debería ser la de un Mercedes “G” 6.0 V-12 Turbo AMG de 630 CV automático. ¡Con eso, y buenos neumáticos, sí que se puede uno meter en aventuras! Lo malo es que cuesta bien por encima de los 300.000 euros. Y por otra parte, su estética radicalmente “jeep” de mediados del pasado siglo es seguro que no acabaría de satisfacer ni a la gran mayoría de quienes cantan las alabanzas del SUV como vehículo ideal, ni a quienes se dejan sugestionar por esos cantos de sirena. Pero por lujo y equipamiento no quedaría.
En fin, en esto de los “boom” de un tipo específico de vehículos, acabaré recordando el éxito de un par de ellos que corresponden al diseño que hoy se menosprecia, para ensalzar al SUV; me refiero, claro está, al MPV o monovolumen. Estoy seguro que la casi totalidad de los lectores de este blog, incluso los más jóvenes, recordarán la auténtica polvareda (y enorme éxito comercial) que protagonizaron, hace muy pocas décadas, primero el primitivo Renault Scénic, y poco después, el primer Citroën Picasso. Ambos fueron recibidos, lo mismo que ahora el SUV, como el arma absoluta para un desplazamiento alegre, seguro, feliz y contento de una familia media. Pero como reza el latinajo: “sic transit gloria mundi”; amén.
P.D.: Ya completada esta entrada, con las fotos elegidas y sus pies redactados, me acaba de llegar un comunicado de Suzuki relativo al lanzamiento de su nuevo S-Cross, que viene a unirse a su ya conocido (y también recién renovado) SX-4, que la propia marca cataloga como “crossover”. Pero el nuevo S-Cross pretende ser un SUV; y siguiendo la tendencia, con tracción 2WD y 4 WD. Como no voy a ponerme a modificar un texto ya acabado, me limitaré a copiar a continuación unas cuantas frases del comunicado, que creo que contribuyen a dejar más claro, si es que hiciese falta, lo ya dicho en el texto anterior. Texto que, huelga decirlo, redacté con anterioridad a recibir el de Suzuki; pero la similitud de conceptos es muy evidente, reforzando mi teoría de que el SUV se fundamenta mucho más en estética y valores sociológicos como “status” y audacia (sinónimo de aventura) que en características y comportamiento. Así que ahí van las frases completas, entresacadas de la presentación:
Un diseño robusto y con estilo, ofreciendo un aspecto SUV.
Estilo dinámico del frontal: paragolpes, capó y rejilla.
Frontal más vertical, más fuerte; con una presencia más audaz, transmitiendo un mayor status y valor.
Creo que sobra cualquier comentario adicional.