Creo haber comentado en alguna ocasión, e incluso haberlo demostrado con alguna de las cosas que escribo, que no soy nada corporativista; me considero más bien informador o comunicador de temas del motor antes que periodista, y no sólo porque este sustantivo corresponde a una titulación universitaria que no tengo, sino porque hay muchísimas categorías de periodistas (desde despreciables hasta dignísimas), y prefiero no tener que andar continuamente dando explicaciones. No obstante, hay que rendirse a la evidencia y, si quiere uno ahorrarse tener que largar una parrafada, dices “soy periodista del motor”, y listo. Pero no me considero, en absoluto, colega profesional de esos que aparecen en ciertos tipos de programas en TV hurgando en la vida y milagros de personajes tan deleznables o más que ellos, a cuyo encumbramiento como personajes públicos populares han contribuido en una vergonzosa simbiosis, lo cual da una imagen bastante lamentable del nivel sociocultural de este país; ¡qué le vamos a hacer!.
Por fortuna, mis colegas de especialidad y yo mismo tenemos la suerte de ganarnos la vida, mal que bien, informando y comunicándonos con unos seguidores, clientes, lectores o como quiere llamárseles, que constituyen un nicho selecto dentro del tema que tratamos; que es, ni más ni menos, el de un fenómeno social y económico de máxima relevancia en el siglo pasado y el actual, como es la automoción, en sus múltiples facetas. Creo que me puedo sentir orgulloso de contribuir, bien que modestamente y con el alcance que tengan los distintos medios desde los que he ejercido y sigo ejerciendo mi profesión, a informar, aclarar conceptos y dar algún consejo que otro, en lo que valga, para contribuir a mejorar el disfrute y la seguridad en el uso de ese artefacto de tan magnética atracción como es el automóvil. Soy consciente de que nuestra labor (quizás el caso de quien escribe del motor en un diario de gran tirada pueda ser distinto) no alcanza a más allá de un 10% o, como mucho, un 15% de los automovilistas, y eso contando a los que les llega nuestra información de rebote, en esas conversaciones de “barra de bar” en las que nuestros interlocutores habituales suelen llevar la voz cantante. Y la llevan porque constituyen una élite dentro de ese grupo social tan tremendamente extenso como es el del automovilista (hoy en día, decir ciudadano y usuario del automóvil es poco menos que sinónimo); y son élite porque son aficionados, con interés por conocer y disfrutar, cuanto más mejor, del uso de ese vehículo, e incluso de seguir, en muchos casos, las manifestaciones deportivas que con él se realizan.
Por ello mismo, siento un gran respeto por todos los integrantes de esta comunidad de aficionados: lectores, blogueros, radioyentes y en los pocos pero meritorios casos en que ha lugar, telespectadores de programas informativos del motor. Unos son más técnicos, otros más bien usuarios de a pie, algunos exaltados, otros reflexivos, pero a todos les une el interés por el automóvil (y la motocicleta); y por el tráfico, que es el medio ambiente, circuitos y rallyes aparte, donde se desenvuelve la actividad que nos aglutina. Podré discutir, como ya ha ocurrido en este blog, con algunos de ellos; pero lo que nunca se me ocurre pensar es que sean tontos, y menos cuando se habla de nuestro tema específico. Y esto es lo que parece que piensan algunos de los colegas de la información, básicamente en los medios audiovisuales, cuando se dirigen a su público, indudablemente más amplio y, por ello mismo, de menor nivel de conocimiento del tema que el de mis contertulios habituales. Pero el hecho de que entiendan algo, o incluso bastante menos, no significa que tengan que ser más tontos. Ya me sé de memoria el latiguillo que cuentan cuando les planteas la cuestión: es que vosotros (los de la prensa especializada) escribís para entendidos, pero nosotros tenemos que hablar para el gran público. Pues razón de más para poder realizar una magnífica, si bien superficial, labor didáctica, huyendo de la proliferación de lugares comunes, frases hechas y frases para tontos.
Porque, y aquí entro ya de lleno en el tema de esta entrada, muchas de las frases que se repiten como soniquetes parecen destinadas a gentes de muy bajo coeficiente intelectual. Dejo aparte la utilización de un léxico “cheli” muy frecuente en los periódicos deportivos y en algunos blogs, que pretenden crear un ambiente de complicidad con el lector a base de rebajar el nivel idiomático y gramatical de sus titulares y contenidos. Así, cuando un piloto (o un deportista cualquiera, podría ser un tenista) consigue un buen resultado en los entrenamientos o en las primeras fases eliminatorias de un torneo, no es que preocupe a sus rivales, es que “les mete miedo”. Y cuando alguno hace unas declaraciones más o menos agresivas, hirientes o irónicas respecto a un rival, lo que hace es “mandarle un recadito”. Son latiguillos del hablar popular moderno, que se utilizan para crear el ya citado ambiente de complicidad con un público al que el propio periodista ya considera, por lo visto, más accesible si se le habla así. Pues bueno.
Pero a lo que yo apunto es a la utilización reiterativa y habitual de frases y locuciones, en ocasiones rimbombantes y en otras simplemente inadecuadas, para expresar obviedades, evidencias y lugares comunes con frases que parecen poner en duda el nivel intelectual de quien las recibe. Así, por ejemplo, para decirnos que un acontecimiento va a ser interesante, se ha puesto de moda decir que “no va a dejar indiferente a nadie”. Al margen de lo innecesariamente larga, la frase presupone que el lector, oyente o televidente tiene algún interés especial en que gane Fulano o Mengano, porque yo puedo tener interés en ver tal o cual carrera, porque promete ser competida, y en cambio estar totalmente indiferente respecto al resultado, porque no soy “fan” de ningún competidor en concreto.
No obstante, el despropósito sube un grado cuando, previo al inicio del acontecimiento deportivo de que se trate, un eminente pensador nos advierte que “todo puede ocurrir”. Toma ya; se da por supuesto, porque de lo contrario, no haría falta celebrar la prueba en cuestión. Otra cosa es que, por el conocimiento de las fuerzas de unos y otros contrincantes, el pronóstico se incline más o menos abiertamente hacia uno o unos, que hacia otro u otros, pero nada más. De no ser así, no existiría ningún tipo de apuestas deportivas, y la Liga de fútbol, por poner un ejemplo, se resolvía analizando los presupuestos de los clubs, y concediéndoles la clasificación de mayor a menor inversión en jugadores (y entrenador, si se le quiere añadir). Si se han gastado más dinero, lo lógico sería que ganen; pero el deporte, y tantas otras manifestaciones de la vida cotidiana, no tiene por qué regirse por la lógica. Así que, en efecto, “todo puede ocurrir”, y por eso lo estamos contemplando en la TV, para ver lo que ocurre como simple desarrollo, que puede ser interesante, y para saber el resultado, al final.
Pero sigamos con el evento, que para situarlo en nuestro terreno (aunque el fenómeno es extensivo a muchos otros acontecimientos deportivos) supondremos que es una carrera de coches. Se han cubierto las tres o cuatro primeras vueltas de una prueba que es a sesenta, y ya empieza uno de los comentaristas a colocarnos una nueva versión del cuento de la lechera, pronosticando lo que va a ocurrir, a condición de que Fulano haga esto o Mengano deje de hacer lo otro. Y entonces llega la puntualización del colega sensato, que en vez de decirle al futurólogo “deja ya de hacer profecías baratas” (por no decirle “deja ya de decir tonterías”), comenta, muy apaciguador: “todavía queda mucha carrera por delante”. Y tanta, como se advierte en una ventanita que, en todo tipo de competición, nos va advirtiendo del tiempo, vueltas que van y/o que faltan, y puntuación del juego, cuando la hay. Total, que el segundo comentarista, en su afán por frenar la verborrea del primer lenguaraz, nos acaba tomando por tontos, pues ya tenemos la ventanita con las vueltas. Y cuando vayamos por dos tercios de carrera, no faltará quien diga “todavía está todo por decidir”.
Pero esta última obviedad palidece ante otra que, cuando ya sólo faltan cinco vueltas, casi ningún comentarista de algún tipo de carreras (y de otras cosas, repito, pero vamos a lo nuestro) se reprime en pronunciar, como un campanudo remedo del “Delenda est Cartago” de Cicerón: “En la Fórmula 1, hasta que no cae la bandera a cuadros, todo puede ocurrir”; toma, y en una carrera de pueblo todavía más, pues tanto el material como los pilotos son bastantes más impredecibles. Lo bueno es que lo de “Fórmula 1” podemos sustituirlo por cualquier otra disciplina; porque cada locutor está convencido de que es en “su” carrera el único lugar del mundo en el que se cumple el milagro de que “todo puede ocurrir”.
Si pensásemos con un poquito más de rigor lógico (es lo que intento hacer ahora), convendríamos en que hay, básicamente, dos tipos de competiciones deportivas: las que están limitadas en el tiempo de juego, y las que lo están por la distancia o la puntuación. En las de este segundo tipo, hasta que uno no gana, siempre se le puede dar la vuelta al resultado, por muy en contra que esté; podrá ser dificilísimo, pero nunca imposible. Si es por distancia (básicamente carreras), al que va delante, por mucha ventaja que lleve, siempre se le puede torcer un tobillo o partírsele un palier dos curvas antes de meta. Y si es por puntos, puedes ir perdiendo un partido de tenis al mejor de cinco por 6-0, 6-0 y 5-0 con 40-0 en contra, y le puedes dar la vuelta. Por el contrario, cuando el límite lo marca el tiempo, hay situaciones irreversibles: si en un partido de fútbol vas perdiendo por 10-0 y sólo falta un minuto (incluyendo los añadidos), el partido está perdido irremisiblemente, porque no hay tiempo material de meter un gol, recoger el balón, llevarlo al círculo central, volver a ponerlo en juego, meter otro gol, y así hasta once veces. Y eso, incluso aunque el portero de tu equipo tenga más moral que el del Alcoyano.
Pero todavía queda alguna frase impactante más, como ésta que es común a los comentaristas de casi cualquier tipo de deporte o incluso del ámbito taurino: “estos hombres son de una madera (o una pasta) distinta”. Esta sentencia tiene mucho éxito cuando se habla del retorno a su actividad de alguien que ha sufrido una lesión, un accidente o una cogida. En primer lugar, hay que distinguir entre lesiones y lesiones; por haber sufrido de todas ellas, me atrevo a dividirlas en cuatro grandes grupos, que luego pueden combinarse entre sí: fracturas de huesos, lesiones musculares (sobrecargas, elongaciones, rotura de fibras), lesiones articulares (luxaciones, esguinces, tendinitis, meniscos) y heridas en tejidos blandos (típica cornada de torero), que pueden afectar sólo a músculos, o también a vasos y nervios importantes. Cada tipo de lesión tiene su propia gravedad intrínseca, pero también su tiempo de recuperación o cicatrización, que no tiene por qué estar en relación directa, necesariamente, con la gravedad del pronóstico. A este respecto, estamos acostumbrados a que una cornada de pronóstico muy grave, si ha sido tratada adecuadamente, le permita al diestro estar toreando (si bien algo mermado de facultades), al cabo de dos semanas, mientras que una lesión grave de vértebras supone meses de estar apartado de terrenos o pistas de juego.
Pero lo importante para que eso de “la madera o la pasta” sea una engañifa, es el tratamiento aplicado. En primer lugar, estamos hablando de gente joven, en general de entre 15 y como mucho 40 años de edad, con magnífica salud y forma física en la inmensa mayoría de los casos, y que, sobre todo (y ésta es la clave) no tiene otra preocupación ni obligación, durante las 24 horas del día, que la de reponerse lo antes posible; y además, tienen a su disposición unos tratamientos y unos profesionales que pocos mortales tienen a su alcance (el ciudadano medio se las arregla con la Seguridad Social o una Sociedad Médica privada), mientras que a ellos les atiende el prestigioso traumatógo Tal, el fisioterapeuta especializado Cual, en la clínica No Sé Cuantos (que puede estar en el extranjero), y durante todo el tiempo que haga falta, con toda clase de radiografías, escáners, TACs, onda corta, artroscopias, hidroterapias, masajes especiales, etc. etc. Así, casi se resucita a un muerto.
No hay que ignorar, ni yo desprecio, la motivación profesional; en primer lugar, el placer de volver a practicar una actividad que, en principio, se debe suponer que les gusta. Pero sobre todo, que día o semana perdida, es dinero que no se ingresa (en el caso de un torero que se pierde una feria importante), o puesto de titular que se pierde en un equipo, porque el suplente te lo levanta, o puntuación que se te escapa en un campeonato (véase el caso de Rossi). Por lo tanto no es de extrañar que, en ocasiones, vuelvan a la actividad incluso sin estar en plenas condiciones y en contra de la opinión de los médicos, pero no porque sean de otra pasta, sino porque se juegan mucha “pasta”. Y para ello cuentan, además, con unos medios que a ningún otro se le pasan por la imaginación; tú te rompes una pierna, y al cabo de unos días (o semanas) te dan unas muletas y un alza de corcho en el zapato contrario. A Rossi le confeccionan una bota muy especial con refuerzos para protegerle la zona dañada; si la bota normal de Rossi ya debe de ser cara, la especial ha debido costar un Congo.
Y por cerrar con el tema de las retransmisiones de carreras, que es el más fértil en ofrecer frutos para estas puntualizaciones, me pasma la forma de manejar las cifras de cronometraje. Por una parte, a los locutores les encanta citar las milésimas completas, añadiendo “milésimas” (se les va media vuelta en decirlo) y por otra, cuando bajan el tiempo de 1.48.000 a 1.47.999 (una miserable milésima de segundo) lo celebran con grandes aspavientos: “¡ya ha bajado a 47!”, como si las 999 milésimas (o sea, un segundo, a efectos prácticos) no contasen para nada. Por lo visto, lo importante es el dígito de las unidades de segundos, y lo de menos, el hecho de que no se ha mejorado más que una milésima de segundo. Comprendo que, con lo reñidas que están las competiciones en la actualidad, hablar sólo en décimas resulta escaso, pero también perder el tiempo en citar milésimas me parece excesivo. Creo yo que con citar las centésimas, y redondeando como Dios manda (de todos es sabido que Dios es un gran matemático) hay más que suficiente. Y redondear quiere decir que 1.47.38 (y no hace falta decir centésimas) va desde 1.47.376 hasta 1.47.385; no es tan difícil, aunque se haya estudiado en rama de Letras.
En gran parte, la culpa de todo esto es que el periodismo televisivo es deudor del radiofónico, y los locutores se creen en la obligación de estar contándote lo que ya estás viendo. No es menos cierto que, al menos a mí así me lo han contado, hay órdenes de que no puede haber más arriba de tres segundos de silencio, y que uno u otro de los locutores o invitados debe estar “dando la brasa”, para que no parezca que se ha ido el sonido. Pues bien, como donde hay patrón no manda marinero, lo que hay que tener es preparado un buen archivo de cosas interesantes a contar para esos momentos en los que la carrera se explica por sí sola. Vuelvo a uno de mis clásicos, pero ayer mismo, cuando escuchaba los entrenamientos de las motos en Indianápolis, cada vez que hablaba Dennis Noyes contaba detalles del máximo interés sobre cómo iban (y por qué) los fichajes de la próxima temporada, o de lo que le acababa de comentar Wayne Rainey cuando le visitó días atrás, o lo que le pasa al chasis de tal o cual piloto que no acaba de encontrarse a gusto con él, y cosas así. Claro que para eso hay que estar enterado, o tener los canales para enterarse; y eso es lo que distingue a un “primer espada” de los novilleros del montón.
Hola a todos.
Todos vemos a Lobato como «target» de este misil-artículo. ¿Por qué será?
Yo tengo la respuesta: porque, como se dice siempre, hay que separar el placer de los negocios y en este caso el fanboy de Alonso fagocita al periodista.
El único aliciente en este tipo de pasionales retransmisiones, como dice don Arturo al final, es el contar con comentaristas que te enganchen como es el caso de Pedro Mtz. De La Rosa o en menor medida con Marc Gené.
Claro que hay una cosa que muchos no saben porque no frecuentan nuestra peña: que nosotros contamos con varios camareros de lujo que tienen información privilegiada, no como los «espías» del calvo. Más tarde o más temprano el que quiere estar a la última se pasa por aquí.
Saludos desde Zgz.
Me cuesta mucho esfuerzo ver la F1 actual. Es muy aburrida, y me resulta tan vibrante como acodarme en la ventana a ver cómo se aparean las palomas. ¿Se aparean las palomas?. Bueno, si no se aparean, cambien el símil por uno de su agrado y que resulte más fiel.
Dentro de lo aburrido que resulta ver la F1 actual, soportar el horror vacui de un locutor malo que además no tiene la menor idea de lo que comenta me resulta insufrible. Que además de locutor malo e ignaro resulte que tiene una decantación clara por uno de los intervinientes en el hecho deportivo que comenta me parece que eso debe invalidarlo para ser parte de la retransmisión en cuestión.
Es como si un comentarista de ténis fuese un simpatizante activista de uno de los tenistas, y que a cada golpe que su admirado diese éste proclamara «no hay mejor revés en el mundo; qué portentoso saque, qué condición atlética, que brillante inteligencia la suya, qué astucia sin par, qué estremecedor derechazo, qué saque tan sensacional….». No es de recibo.
La verdad, me resulta difícil de entender la afición a la F1 actual, a mí me produce sopor, hasta que el aludido empieza a largar tonterías decantadas y sin fundamento.
De las últimas diez carreras que yo haya visto, me he quedado dormido en ocho de ellas, y como tengo la costumbre de verla con amigos en torno a un arroz de verduras, pues entre el arroz, la sosería, los pilotitos-niños de pañales jó que me enfado y el comentarista torpe me resultan un cóctel que me procuran unas siestas de lo más agradables.
JM
Lo de la verborrea es insufrible. Igual que lo es que, encima, te cuenten tarde lo que ya has visto hace medio minuto, como suele suceder.
Hace no mucho pude ver una retransmisión de F1 de un canal inglés y el comentarista sólo hacía comentarios breves cuando tenía algo que decir (algo que podíamos no ver los espectadores o algo que se nos podía escapar técnicamente a muchos); el resto del tiempo lo único que se oía era el motor de los coches, sonido más agradable y que da más información que tres cacatúas con micrófono juntas.
Si le añadimos el forofismo que raya la estupidez en algunos casos (hay muchos grados intermedios entre tener cierta simpatía por un piloto o escudería y comportarse como un hooligan) dan ganas de quitarle la voz a la tele.
A ver si algún día se puede elegir ver la carrera con solamente el sonido ambiente, sin comentaristas.
Y, por cierto, haber sido campeón de carreras de cortacésped, por ejemplo, tampoco es que garantice muchos conocimientos sobre F1.
Es demasiado frecuente oir en TV a un informador,comunicador,periodista o cmo se quiera llamar decir cosas del tipo: El resultado del partido permanece inalterable (lo correcto es inalterado);o lo hizo de motu propio (aquí sobra el «de»).
Si esto ocurre con los profesionales,muchos de ellos Licenciados en Ciencias de la Información, es para echarse a temblar si miramos a los no profesionales entonces los errores son mucho más frecuentes y el tono de voz inadecuado en muchos casos.
Si ya pasamos a programas dirigidos por provocadores,famosillos o politiquillos el nivel desciende mucho más pero mientras tengan audiencia se mantienen incluso en horas que lo niños pueden verlos,lamentable situación.
Y qué decir de los invitados a algunos de esos programas,delincuentes en algún caso que se les sigue invitando.
Mientras algunos de estos personajillos sigan ganando mucho dinero por decir tonterías y muchos de nuestros jóvenes universitarios-as con 2 idiomas e incluso formación de posgrado sean mileuristas,y a veces ni eso,mal está nuestro país. No nos extrañe que algunos adolesentes suspiren por ser famosos,futbolistas o ir a un casting de quien sabe qué.
Si queremos cosechar habrá que sembrar primero,y esforzarse en cuidar la planta y regarla antes de recogerla…..
Pues mire usted. Hubo un tiempo en que había sólo dos canales de TV, públicos, llamados tve1 y tve2. En aquella época la televisión era un escaparate de gente más o menos cultivada: profesores, profesionales, escritores, políticos, más artistas y algunos espacios infantiles. Tenía su toque educativo.
Pero apareció la publicidad, y alguien quiso su parte de pastel, para lo que soltó aquello de que necesitábamos más pluralidad informativa. Cierto, pero en realidad eso importaba poco. Aparecieron las televisiones privadas, unas pocas, primero, y unas cuantas decenas hoy (aunque pertenecientes a unos pocos grupos mediáticos, políticamente endeudados todos ellos). Enseguida el reparto de la tarta publicitaria derivó en guerra de audiencias lo que paralelamente llevó a intentar hacer más grande el pastel. Para lo cual, sí, así es, la televisión hoy en día se hace para tontos, para que incluso el más tonto del barrio se enganche. Y no tiene vuelta atrás.
En ese sentido internet es mejor: es casi siempre posible encontrar algo para tu nivel. En algunos casos, necesitamos que nos lo expliquen como para tontos. Pero en otros, podemos exigir, y exigimos, un poco más. Pero sin pasarse, ¿eh? Que ser rata de biblioteca es muy, muy duro. ¿O no?
Tenemos la desgracia, yo al menos lo creo así, de tener un nivel sociocultura bastante malo. Un pais en el la inmensa mayoria de la población sabe quien es X (prefiero no nombrar su nombre, pero aquella que los «iluminados» de sus amigos «periodistas» que muchos no lo son y van de ello además, la llamaron «la princesa del pueblo»), no sabe quien es por ejemplo el premio nobel de física, o no sabe seguramente ni quien es por ejemplo la ministra de sanidad, por citar ejemplos. Eso deja claro cual es ese nivel sociocultural que tenemos. Un bajo nivel sociocultural general conlleva una peor calidad de lenguaje en los medios informativos, tratando asi de dar atraer mayor público, cosa por otro lado lógica, y es que es lo que hay, sabemos que mucha gente no puede permitirse el lujo de entender a alguien que habla con tecnicismos, entendible por un lado por aquellos que por la razon que sea no puede, y lo comprendo, no entendible por parte de aquel que no hace esfuerzo por poder entenderlo. Alejandome de lo que decía, y llendo a lo importante, es agradable cuando viendo una retrasmisión deportiva, aparte de oir a ese individuo que solo dice las típicas «frases tontas», oir a otro que entretiene explicando términos, comentando situaciones, habla de fichajes, o comenta características del circuito, estadio o lo que sea.
P.d.: estoy plenamente convencido de que me expreso fatal.
Hola a todos-as.
Esto del os -as es otra coletilla que está de moda ahora y sino no eres moderno.
Mi punto de vista es el de el aficionado claro, pero es que hemos llegado al extremo de que si quieres ver f1, tienes que soportar a quien lo cuenta. Esto es demasiado pero es lo que hay.
Da mucha lástima escuchar partidos de archivo de don Matias Prats. Resulta que el narrador era un aliciente más del partido no un insufrible peaje como ocurre ahora.
Por otro lado es evidencia palmaria que el título de periodista no garantiza la calidad del trabajo
pero eso sucede hasta con bill gates, que no se qué titulo tiene o con D Amancio Ortega.
Los periodistas «de escuela» han dado paso a los Universitarios como Belén Est. y otros….
Yo prefiero los comentarios de Carlos y de Marc, pero es innegable que hubo quien supo ver que una «desinteresada amistad» con el divo del volante le garantizaba acceso vip, y eso implica tener «la sartén por el mango».
Bisnes are bisnes que diría el castizo ( o no hay castizos en londres).
Que el nivel de «locutación» es de bajo cero es una cosa evidente, pero hemos tenido ocasión de comprobar con el mundial de futbol que un famoso periodista deportivo que ha protagonizado el verano y cuya labor como director en su programa era brillante, resultó como máximo mediocre narrando por televisión. Sin embargo alguien decidió que era aprovechable su tirón mediático (sea esto lo que demonios sea).
En resumen una cosa es rentabilidad y otra calidad.
Amigo Arturo discrepo sanamente con usted cuando dice que su labor no llega má allá del 15-20% de los automovilistas… Creo que llega al 95% de los aficionados del motor porque buscamos estos sitios para disfrutar de nuestra afición y «pelearnos» cada uno a nuestra manera con quienes queremos hacerlo. Otra cosa es el 99% de la masa social que es a quién va dirigida la información de , por ejemplo, los telediarios y periódicos de información general estos que entiendan lo que quieran, que para eso pueden escoger.
Me reconforta ver (leer) que quien marca el nivel de mi afición está tan indignado como yo por la penuria en la que se mueve el periodismo hoy día.
Tienes mi respeto compañero.
Me ha gustado mucho el artículo, pero sobre todo el título porque demuestra la diferencia que quiere usted señalar y es que si el texto lo hubiera escrito uno de sus compañeros de profesión (no se muy bien como dirigirme a ellos) habría sido “Frases tontas, de tontos.”.
Un saludo.
Interesante reflexion la de esta entrada, con la que estoy basicamente de acuerdo. Para empezar, es una lastima que no haya apenas ningun programa o espacio,en el panorama nacional, relacionados con el motor y el trafico. Parece mentira que, una actividad tan ampliamente practicada en nuestra sociedad como es la conduccion y el uso de vehiculos ( en general), no sea tenida en cuenta por casi ningun medio. Eso si, en publicidad debemos ser lideres con diferencia..
Y aqui llegamos al quid de la question de todo: el bajo nivel de cultura automovilistica que hay en nuestro pais..; diria que no hay ni un solo periodista de los que estan haciendo retransmisiones del motor u otros programas que de una forma u otra tengan que ver con el motor, que tenga una cierta formacion y/o trayectoria en el mundillo que le avale minimamente; pero claro, la cadena por la cual trabaja tiene que poner a alguien, y ese alguien normalmente suele ser alguien de la redaccion de deportes=futbol, que, para que al hombre no le entren sudores frios a la hora de retransmitir un evento, le colocan un comentarista relacionada con el mundillo, ya sea un piloto, un ex-piloto o un periodista entre otros. Recuerdo hace tiempo,que en canal+ daban los resumenes del mundial de rallyes y ficharon a Luis Moya de comentarista que secundaba a Jose Luis Ponseti, que en simpatia y buen humor era un hacha pero que en temas de motor poco o nada, y claro, ahi Moya aportaba un «plus», que lo convertia en la columna vertebral del espacio.
En la radio, mas de lo mismo. Somos un pais que ha vivido y vive, de y para el futbol y eso no se cambia en cuatro dias, por mucho Alonso que que vaya ganando mundiales de F1.
Sr. De Andrés.
Me permitirá una puntualización sobre el latinajo. Delenda est Cartagho (hay que destruir Cartago) es una frase atribuida por el historiador Floro a Catón el Viejo (apodado el Censor) y que vivió casi dos siglos antes que Cicerón.
Era una especie de sentencia con la que acababa todos sus discursos y locuciones públicas, trataran sobre el tema que trataran («Ceterum censeo Carthaginem esse delendam» [Por lo demás, opino que Cartago debe ser destruida]). Vamos, una especie de Bush de la época con la cantinela de las armas de destrucción masiva de Mesopotamia.
Una frase tonta. Para gente tonta. Pero de Cartago no quedan ni los cimientos y nosotros aquí hablando latín moderno.
«no parpadeen, porque esto es fórmula 1 en estado puro»…
Hasta ahora todos estamos de acuerdo con lo escrito por Don Arturo, qué curioso. Claro, nadie queremos ser incluídos en ese grupo de «tontos» al que se alude en el título.
Hasta luego.
Totalmente de acuerdo con el artículo (¡por fin ha logrado que estemos de acuerdo en algo! 😀 ).
Pero como ya sabe que soy un tiquismiquis, decirle que Dios será muy buen matemático, pero a usted se le han olvidado algunas cosas del cole… 1.47.38 no va desde 1.47.376 hasta 1.47.385 sino desde 1.47.375 hasta 1.47.384.
Y yo tampoco veo la F1. Primero porque es un aburrimiento (¿qué es eso de adelantar sólo en el cambio de ruedas?), y segundo por los comentaristas. Porque o no tienen ni idea, o aburren a las ovejas.
¿Cuándo tendremos un programa de coches en la TV? («Más Que Coches» no me sirve, que hablo de programas de verdad y no de publirreportajes).
Chandler, permítame que responda a su última pregunta: Cuando Mavier Joltó se anime a saltar a la tele. Pero yo casi espero que no ocurra (o que tarde mucho), porque si ocurriera seguramente nos tendría que dejar de lado a los habituales de la web y los blogs (ya sabemos lo difícil que resulta atender a tantas cosas a la vez) 🙂
Recordemos que las audiencias relativamente masivas que viven en nuestro pais las retransmisiones de F1 y MotoGP, han atraído a un público que habitualmente no conocía las disciplinas, y que por tanto busca la emoción y el espectáculo.
Es algo que Lobato en Tele5 y ahora en LaSexta hace muy bien, aunque personalmente no me guste ese estilo. Comentar la carrera como si fuera radiada, y con un tono de estilo partido de fútbol con sus goles. Lo cual explica el «han bajado a 47s», etc, etc.
12 Guti: completmente de acuerdo; se va a buscar a las masas empleando este tono. Yo prefiero mas los comentarios mas de tipo tecnico o que se hable menos.
Para mi un buen ejemplo de retransmisiones deportivas son las que podemos seguir actualmente cada tarde en tve, de la vuelta ciclista y del tour; un periodista especializado que sabe de lo que habla ( Carlos de Andres) junto a un ex- ciclista como Perico Delgado.
En las motos es un lujo escuchar las intervenciones de Dennis Noyes,junto a las no menos despreciables de Alex Criville.
En la television autonomica catalana ( TV3), tenemos la opcion de seguir la F1 con un nivel que,sin ser nada del otro mundo, se acerca mas a los aficionados que hemos seguido desde siempre la F1. Ademas ya llevan dos temporadas con la colaboracion de Joan Viladelprat, ex jefe de mecanicos de Ferrari y de Benetton y actual propietario del equipo Epsilon Euskadi.
Estoy de acuerdo con Guti en que las retransmisiones de F1 en la Sexta (y en su tiempo en Telecinco) están hechas para el gran público, aunque en España a ese público de la F1 es mas correcto llamarlo «alonsista». Para ese tipo de seguidores siempre he pensado que Antonio Lobato es el comentarista adecuado, porque transmite una carrera como si fuera un partido de fútbol. Y en este país ese es el deporte que sigue la inmensa mayoría y que entiende mas o menos.
Yo soy de los que sigo al F1 desde hace casi veinte años, uno de los «cuatro gatos» que decía Alonso en el anuncio del Santander de su año en McLaren, y prefiero una retransmisión mas técnica y menos «hooligan», pero es lo que tenemos.
A mi me gusta Alonso y defiendo, con matices, a Lobato, pero cada vez me cansa mas escuchar sus loas a Fernando.
Hombre, A. de A., Noyes sólo hay uno. Los demás se le pueden (¿podrían, deberían?) acercar, pero el mejor storyteller que ha dado el periodismo del motor es incomparable. Ejemplo a seguir, vara de medir, referente…, lo que quiera, pero no podemos pedir a simples mortales tales fazañas.
Saludos. E.
Hace muchos años ya que el periodismo ha perdido su esencia de ofrecer informacion para convertirse en una serie de «opinadores» que ya no son periodistas, sino comentaristas y «creadores de opinion», y esto en todos los ambitos del periodismo.
Lo triste es que para esto no es casi necesario tener un conocimiento solido y profundo del tema sobre el que ¿informan?, con media docena de trivialidades, cuatro frases hechas, tres datos mas o menos tecnicos, y mucha mala leche para atacar a todos aquellos que no son de su cuerda, o de la cuerda del medio que les paga, es mas que suficiente.
Evidentemente esto es un opinion-percepcion personal que, quizas, generaliza en exceso, aun quedan profesionales del periodismo, pero ¿solo me parece a mi? que cada vez menos
En el caso de la F1, reconozco que me gusta como lo tienen montado los informadores, ya que hay gente como Marc Gene que sabe mucho, y otra como Antonio Lobato que poco a poco va aprendiendo pero le tira mucho su Alonsomanía.
Me gusta por que crea un ambiente de debate en mitad de la carrera, y eso atrae al público español, muy joven en esto del automovilismo.
No se debe comparar el público ingles con el español, es diferente, tiene diferentes gustos, su cultura al respecto es distinta.
Con el tiempo ira mejorando, eso espero, pero actualmente no lo veo mal montado, aunque sea a base de frases sin sentido y repetitivas en muchos casos.
Un saludo.
P.D A mi me pone nervioso el «AYAYAYAYAYAYYYYYYY»
Escuchad , si teneis ocasión, un partido de futbol narrado por D.Matias Prats (PADRE).
No se si hay mucho más que decir.
Es curiosa, la poca proporción del mundo del motor en general en la televisión. Sobretodo la falta de un programa serio sobre el tema. Una carrera de formula 1 no deja de ser un rollo ya que práticamente no hay adelantamientos ni nada, esto obliga a los comentaristas a poner «chicha» para que no baje la audiencia -o eso creen-, con cometarios un poco forzados sobretodo en la sexta. Ami hace años que me perdieron, aun sigo algo de motos pero también es un coñazo.
Haciendo un simil peligroso es como ver una peli X, en el fondo no dejas de ser un triste «voyeur» espectador pasivo que financia los placeres de otros, mientras otros se lo pasan pipa y ganan un dineral.
Sobre los accidentes laborales estoy deacuerdo que se la juegan, no sé hasta que punto inspección de trabajo tendría de poner cartas en el asunto. Pero en la actual dinámica de explotación laboral veo que las élites profesionales también están apretadas por el capital.
Cierto es que la tecnología de atención médica de los motoristas, los que más sufren accidentes graves, ha mejorado mucho. Leí una vez que en los setenta, era común que los motoristas se largarán con algún hueso roto a su médico de confianza para no quedar tullidos por los servicios médicos de los circuitos.
Mas recientemente me acuerdo que Michael Dohann-hace años cuando seguía más el tema- tuvo un accidente muy grave en una pierna y para mejorar y facilitar el tratamiento se le hizo una operación en la que se le unieron las dos piernas temporalmente. A Criville se le hizo algo similar sino me equivoco por un problema con un dedo. Sobre todo los motoristas la mayoria despues quedan tocados de tantas caídas. Es el precio de su trabajo y me merecen el mayor de los respestos.
Como curiosidad un amigo médico me comento que estas técnicas se usan en personas normales en casos de gangrenas graves, para evitar amputar extremidades. Aunque me comento que son muy peligrosas ya que pueden extender la infección. Hasta en eso se la juegan.
Sobre Rossi se comenta que perdería un 20% de su ficha, sobre 2.800.000 euros si se perdía más de 4 carreras.
Dennis Noyes se baja a la arena –boxes, paddock,etc- y se informa. Otros mientras – motociclismo y F1-, se encuentran muy cómodos con todo tipo de lujos en las salas de prensa.
Sobre Rossi se comenta que perdería un 20% de su ficha, sobre 2.800.000 euros si se perdía más de 4 carreras.
Dennis Noyes se baja a la arena –boxes, paddock,etc- y se informa. Otros mientras – motociclismo y F1-, se encuentran muy cómodos con todo tipo de lujos en las salas de prensa y con sus camisas llenas de sponsors.
Ya que Arturo de Andrés ha escrito este artículo en el que salen a colación asuntos periodísticos, giros, enfoques y demás, se me ocurre ponerme en plan pedigüeño y animarle también a que se lance un buen día a escribir sobre prensa escrita del motor y los grandes nombres como Gianni Mazzocchi (Quattroruote), Luis Fernando Medina, Edouard Seidler (fallecido este mismo verano), la época dorada de L´Autojournal, etc. Sé que ya escribió sobre prensa inglesa y por eso me gustaría que profundizase y se extendiera más en el tema. Precisamente acabo de leer un interesante artículo de Seidler, ex-director de L´Equipe y ex-presidente del Jurado encargado de elegir el Coche del Año en Europa, en un Gran Auto 16 de hace veinte años que he sacado de la estantería y me ha hecho reflexionar sobre la evolución de la prensa del motor en España. Me niego a quedarme anclado en la manida frase de «cualquier tiempo pasado fue mejor», pero por más que busco, me cuesta encontrar en las revistas de hoy gente tan capacitada y con plumas tan magníficas como las citadas. En España, sin ir más lejos, no veo recambios naturales para los Azpilicueta, de Andrés (sin intención de darle coba), Piccione, Otermín, Montero, etc.. Quizá gente como Juan Ignacio Eguiara pueda llegar lejos, pero nos topamos con otro problema, a mi juicio: la excesiva germano-filia de la prensa escrita del motor en España.
En fin, Don Arturo, que me gustaría leer su opinión acerca de todo ésto en un futuro articulo, sin intención por mi parte de ponerle en un compromiso.
Saludos.
Todo se ha vuelto mas tonto, o mejor dicho, para tontos, ya que los coches son mas inteligentes, en previsión de que quienes los conducen son mas tontos, así pasa con los periodistas, deben haber un par de revistas nacionales que se salven. Obviamente, en un medio para tontos como es la televisión, (hablo en general) no podemos esperar comentarios muy inteligentes, la sexta y su equipo, están enfocados como bien han comentado, a un publico con un escaso conocimiento del deporte que están viendo, pero personalmente, mas triste es ver a Jeremy Clarkson haciendo el payaso en Top Gear, que al Bufón de Alonso otorgándole apodos que no se merece llevado por el fanatismo y no por el rigor informativo, aunque esto me hace llegar a una reflexión, si Jeremy Clarkson tiene que hacer el payaso para que su audiencia lo siga y teniendo que cuenta que su audiencia , en principio tiene un nivel de conocimientos superior al de la audiencia de la F1 española, para salir en televisión y que te vean hay que decir tonterías e inventarse cosas, sino la audiencia no es rentable para la publicidad, en definitiva, la televisión en general es para tontos y esto se puede extrapolar a cualquier medio que pretenda llegar a cuanta mas gente mejor.
Estando básicamente de acuerdo, creo que hay un error al criticar estas retransmisiones porque no van dirigidas a los aficionados sino telespectadores, que no es lo mismo…
Mientras no haya programas para aficionados mal vamos. Y como parece que para las cadenas de televisión no somos público suficiente… pues nada, a seguir soportando programas para espectadores.
En el tema de las retrasmisiones… «si no puedes mejorar el silencio, mejor no hables», lástima que algunos no lo apliquen.
En cuanto a los «programas del motor» que deberían ser educativos, de divulgación o de entretenimiento… de los primeros solo me sale «la segunda oportunidad» que por desgracia quedó en el olvido y no estaría mal reeditar el formato. De divulgación, digamos serios, más o menos, me viene 5th Gear y de entretenimiento top Gear.
Las payasadas de JC en Top Gear tienen su fin de ganar audiencia, pero detrás hay pruebas, coches interesantes y reportajes que enganchan.
Los británicos pueden evadirse viendo este programa, e incluso comparar con 5th Gear en las cuestiones más técnicas.
Nosotros si tenemos que contabilizar Más que coches o la Sexta marcha… ni educativo ni divulgativo, ni entretenimiento, dejemoslo en una serie de publireportajes mal montados y con cero gracia por parte de las «presentadoras florero»
La consecuencia es una audiencia poco menos que inexistente y por tanto la justificación para no invertir en un programa «decente»
Respecto al mundo de la moto, en intereconomía sí daban un programa interesante: Motoattack.
Pero creo que lo han cancelado.
Obviamente, es una productora independiente, que vende su programa a intereconomía, como puede venderlo a antena 3. Pero estaba bastante bien hecho, y por gente que se notaba dominaba bastante el tema.
Hace unos 5-6 anos en canal satelite digital se podia coger un muy buen canal frances » Motors TV», excelente canal, en el que se podia ver un poco de todo, pruebas, entrevistas, reportajes sobre el Tour Auto,por ejemplo, carreras historicas,etc..; recuerdo una vez que el gran Jean Ragnotti provaba gran parte de los coches del museo Renault, desde el R8 TS al maxi turbo en un circuito haciendo malabarismos de los suyos. Genial.
Pero como todo lo bueno, se acaba y se acabo. Una pena.
#30 Sisu: Ese canal sigue en emisión, al menos en la plataforma «R». Eso sí, creo que «R» sólo existe en Galicia.
http://particulares.mundo-r.com/servlet/Satellite?cid=1158308791303&pagename=WEBCorporativa%2FWCR_Mostrar&Idioma=es&c=WCR_Seccion
He aquí el enlace a los canales de deporte disponibles. Para los incrédulos.
31 cupraboy: ok, desconocia esta plataforma.
Sobre los tiempos, en tandas de clasificación sí que hace falta hablar en milésimas, porque las diferencias están en el orden de esas unidades. En carrera, con décimas basta.
«Button con esguinces oculares de tanto mirar los retrovisores». Calvo F1 dixit.
Que tio más tonto, mi madre que tooonto.
Puesto que, pequeños matices al margen, estamos todos básicamente de acuerdo, tendré que entretenerme en polemizar de milésimas con 13.Chandler, para engrasar un poco la maquinaria. Como no sabemos si el «transponder» mide sólo milésimas, o incluso más fracciones, pero sólo saca en pantalla milésimas, y si redondea por exceso o por defecto, nos quedamos con las ganas de saber si 1.47.385 corresponde a 1.47.38451 o a 1.47.38549; así que, en la duda, dejémoslo en 1.47.38500. Y resulta más intuitivo quedarse en la centésima indicada (1.47.38), mientras la milésima no pase de 5, que hacer el ejercicio mental de, acabadas las milésimas en 5, pasar a la siguiente centésima (1.47.39); al menos a mí, me daría más trabajo, mientras no conozca lo que marcan las diezmilésimas.
Y resuelta semejante ecuación diofántica, le diré a 25.Stelvio que su propuesta de editorializar sobre antiguos colegas de la prensa internacional es atractiva, pero muy delicada y, en ocasiones, tremendamente emotiva. Me cita, por ejemplo al «Comandante» Luis Fernando Medina, con quien empecé yo mi andadura periodística el «Velocidad», allá por 1962, y con quien seguí manteniendo una estrecha amistad hasta su muerte. Y también a Edouard Seidler, quien ya era miembro (y posteriormente presidente) del Jurado del «Car of the Year» cuando yo entré a formar parte del mismo en 1978, y con el que compartí tantas presentaciones a lo largo de los 27 años en los que permanecí en el Jurado, al menos mientras él también lo hizo. También recuerdo que repasé para Ford la traducción al castellano del libro que escribió sobre el lanzamiento del Ford Fiesta; un acontecimiento que conmovió los cimientos del periodismo internacional (esto sí da material para una futura entrada). Y lo mismo que estos dos, tantos otros, como Gianni Rogliatti, con sus fantásticos chistes y sus anécdotas de los tiempos de la Temporada Argentina, cuando él andaba por el Cono Sur (de ahí su magnífico español con acento porteño).
De los españoles, «el Azpi» anda más o menos como yo, manteniendo un perfil bajo, pero otros como Piccione y Mallo todavía tienen cuerda para seguir, oficialmente, durante algunos años. Pero, sin meterme en demasiados vericuetos, sí puedo decir que la evolución en la prensa escrita ha seguido una trayectoria paralela, en cierto modo, a la que todos hemos criticado en esta entrada: cada vez más superficialidad, intentando ampliar la difusión (cosa que no se ha conseguido, debido a la competencia de los medios «on line») a base de potenciar cada vez más lo gráfico sobre lo literario. Lo cual ha dado lugar a que a los veteranos ya no nos dejasen escribir tanto como antes, y a que los nuevos ya escriban corto porque no han conocido otra cosa; y no es porque no sean capaces, créanme, hay muchos jóvenes con amplios conocimientos y criterios bien asentados (y también un cierto exceso de «pilotillos frustrados», no es menos cierto). En cuanto a Eguiara, le transmitiré su «profecía» esta misma semana.
Al comentario de 26.James Hunt ya le contesta, en parte, 28.Stradale, y ambos tienen razón. Porque si bien es cierto que Top Gear dista bastante del clásico y didáctico estilo inglés de periodismo clásico, no es menos cierto que, entre payasadas y brindis al sol, se desliza de vez en cuando un guiño de complicidad para el televidente de buen nivel, como diciendo «tenemos que hacer esto, qué le vamos a hacer». Resumiré recordando que, en tiempos, se hablaba de que una buena pedagogía era la de «enseñar deleitando». Me resisto a admitir que el hecho de hablar para un público poco entendido impida realizar una labor divulgativa a la par que entretenida; podríamos darle la vuelta a la vieja frase convirtiéndola en «formar informando». Y de hecho, en los previos a los G.P., salen reportajes que tienen un nivel más que aceptable, y no están repletos de tecnicismos, sino de información interesante, y perfectamente accesible para un público de nivel medio. Conseguir engancharle es labor del buen periodista.
A mi también me gusta Dennis Noyes, ya desde la época en que leía el Motociclismo y el Solo
Moto todas las semanas, como si fueran la biblia. Pero es que además de bajar a la arena a buscar información, Dennis competía y andaba en moto a diario, con lo que la información que daba sobre el mundo de la moto, los accesorios, los modelos, los cascos, la ropa, los fichajes, etc., era de primera mano.
Ahora compite su hijo en Moto2, lo que creo que no le hará demasiada gracia, pero que puede hacer…De casta le viene al galgo, y hasta en una de las primeras carreras de este año estuvo liderando varias vueltas, o sea que tiene los genes correctos….
Es que hay periodistas que hablan de cualquier tema indistontamente.