Acaba de llegar una noticia que sin duda no es trascendental, pero sí interesante o, si se prefiere, pintoresca. Porque Arabia es un territorio que todavía asociamos a lo mágico, lo onírico y lo fabuloso; y la noticia consiste en que se ha batido un récord automovilístico en Arabia. Y por si fuera poco, el protagonismo lo comparten un vehículo y su piloto, que no ha sido otro sino un compatriota, el catalán Moi Torallardona, un joven veterano de 47 años, con una experiencia de más de 10 Dakar en su mochila. El récord batido consiste en realizar la travesía del que los británicos bautizaron como el Empty Quarter (Territorio Vacío), que para los árabes es el Rub’al Jali; según la información que nos envía la marca protagonista, el mayor desierto de arena del mundo, y el segundo más grande, después del Sáhara.
El Range Rover Sport 5.0 V8 S/C Autobiography, protagonista del récord;
antes de arrancar, y todavía limpio de polvo y arena.
Esto de la clasificación de los desiertos es de lo más variopinto; lo primero sería fijar científicamente donde se considera que empieza y acaba un desierto, porque seguro que hay una zona de transición difícil de concretar. Lo único realmente claro es que el Sáhara es el de mayor extensión, pero yo creo haber entendido que el segundo en extensión era el de Gobi. Y en cuanto al más seco, parece que se lo disputan este que citamos, el de Atacama en Chile, el Takla Makan al sudoeste del Gobi (creo que por ahí anda), el de Namibia en el sudoeste africano y también presume mucho uno situado entre Irán y Pakistán. Sitios, en cualquier caso, donde conviene llevar una cantimplora muy, pero que muy grande.
parezca un poco grande; ni siquiera Matalascañas.
Resumiendo un comunicado extenso y prolijo, la esencia de la noticia consiste en lo siguiente: el pasado domingo 3 de Noviembre (mientras se celebraba el G.P. de Abu Dhabi de F.1), un Range Rover Sport 5.0 V8 S/C (510 CV y cambio automático de 8 marchas), conducido por Moi Torrallardona, ha cubierto los 848,7 km que separan Wadi ad Dawasir (Arabia Saudita) de la frontera con los Emiratos Árabes Unidos, en un tiempo de 10 horas y 22 minutos, a una velocidad media de 81,87 km/h. Esta es la noticia, sin más; y a mí se me queda muy corta la información. No porque el hecho en sí sea de los que marcan la historia de la automoción, ni porque esté al nivel de los Cruceros Negro y Amarillo de Citroën en el primer tercio del pasado siglo; sino porque, ya que la operación ha tenido que costar un buen montón de libras esterlinas, hubiese valido la pena redondear algo más los datos. Salvo que, voluntariamente, se prefiera dejar en penumbra todo lo que no sea que el nuevo Range Rover Sport ha atravesado en un tiempo récord uno de los desiertos más hostiles del mundo.
se señalan las zonas rápidas, las dunas y un cañón.
En primer lugar, un récord es algo que debe ser homologado por alguien; y en este caso, ¿quién lo ha hecho: el Libro Guinness, la Federación Saudí de Automovilismo (supongo que debe existir), o un notario? Por otra parte, si se ha batido, es porque existía previamente; y hubiese sido interesante saber cuál era el anterior vehículo en ostentarlo, a qué velocidad media lo había hecho, y sobre qué distancia. Porque en un territorio tan vacío y sin carreteras, es prácticamente imposible que dos vehículos salgan del mismo punto y lleguen a otro (se supone que estos dos puntos es lo que se respeta) recorriendo el mismo itinerario, y cubriendo el mismo kilometraje. Así que lo importante, dentro de una distancia más o menos equivalente, sería el promedio conseguido; o más bien el tiempo invertido, y cada cual sabrá qué trayecto ha sido el que permite el mejor tiempo, aunque sea recorriendo algo más de distancia.
en “Lawrence de Arabia”.
Por lo que hace al piloto, no hay dudas: Torrallardona es un habitual de las pruebas en desierto, y más que suficientemente reconocido. Pero no nos dicen si llevaba copiloto o no, aunque en algunas de las fotos (no precisamente de las publicadas) aparecen dos ocupantes. Pero no está claro si tales fotos son durante el viaje del récord, o en algún ensayo previo, puesto que no llevan ni casco ni mono ignífugo. Quiero dar por supuesto que un copiloto debía de haber; por estos parajes, es fundamental no viajar nunca solo, por lo que pueda ocurrir (y como poder, puede ocurrir de todo). Un copiloto sería fundamental para controlar el itinerario con el GPS respecto al mapa (de papel o electrónico), la conexión telefónico con la base y la llegada, y encargarse de las cosas que hay que hacer durante la conducción (preparar comida y bebida para ambos, por ejemplo), y echar una mano en caso de un pinchazo, eventual avería, o subir y bajar la presión de los neumáticos en función del terreno (en la foto del material se ven manómetros, una manguera muy larga, y un compresor de tamaño king-size).
La preparación va en serio, con mono ignífugo.
Respecto al coche no hay dudas: es el modelo antes citado, y muy concretamente en el lujoso acabado Autobiography, como se ve (a tamaño 100%) en la foto en que aparece la zaga del coche entre una nube de arena. Modificado hace menos de un año, el Sport comparte ahora con el Range Rover clásico la estructura de aluminio, la batalla y la suspensión neumática; también tiene una estética mucho menos diferenciada que antes, y es sólo 15 cm más corto, y unos centímetros más bajo. Talmente podría pensarse que, en un próximo restyling, podrían fundirse en un modelo único, ya que las diferencias actuales son realmente bastante pequeñas.
causado por la lluvia (cada “equis” años).
El problema del repostaje (hubiese sido curioso conocer el consumo, por cierto) se resolvió mediante unos jerrycans o bidones; en la foto se ven cuatro de 20 litros, que unidos a los 105 de capacidad del depósito, nos dan 185 litros en total. De utilizarlo todo, hubiese supuesto un consumo de 21,8 l/100 km, que incluso me parece moderado para un motor de 510 CV con cambio automático (cuyo convertidor debió trabajar a fondo en buena parte del recorrido), impulsando un vehículo de 2.310 kilos en vacío, más ocupantes, toda la impedimenta, los propios bidones y una protección de bajos como única modificación respecto a la serie. Es posible que llevasen alguno más de los que aparecen en la foto.
no admite bromas, y hay que llevar de todo.
En cuanto al importantísimo aspecto del calzado, se utilizó el equipo de serie: unas Michelin Alpin, es de suponer que en la medida intermedia de las tres ofrecidas: unas 275/45-21, más anchas (mejor para arena) que las 255/50-20, y con un perfil más alto y menos problemático que las 275/40-22 de la opción más alta. La elección parece más que razonable, dada la variedad de terrenos a pisar: en la arena interesa poco dibujo transversal (para que no escarbe) y algo de longitudinal (por la estabilidad de trayectoria); para tierra interesan tacos, y para rocas, también tacos, pero más abiertos. Lo del barro esta vez no preocupaba; así que con el dibujo mixto de las Alpin, estaba cubierto el expediente.
muy alto, y la prueba se realizó del amanecer a la anochecida (estamos en Noviembre).
El promedio conseguido es aparentemente bajo (menos de 82 km/h), pero dicho así a secas resulta engañoso. Hay que tener en cuenta al menos una parada para repostar a brazo, ni se sabe cuántas para cambiar la presión de inflado (por mucho compresor que se lleve), y otras eventuales, aunque se pudieran simultanear con las anteriores, por exigencias fisiológicas. Todo ello, dando por bueno que no hubiese ningún incidente mecánico, del cual no se dice nada. Y ya se sabe que las paradas son el asesino del promedio. Por otra parte, las fotos publicadas muy probablemente están tomadas antes de iniciar la prueba, como ya hemos indicado antes, y no todo el terreno habrá sido tan llano y de “pie a fondo”. En el mapa se señala un “cañón” a la salida, y hay otras fotos, menos espectaculares, de zonas pedregosas, que sin duda contribuyen a rebajar el promedio; sobre todo conduciendo con cuidado, ya que no era una carrera, sino que primaba acabar el recorrido.
La placa izquierda revela que el acabado es el Autobiography.
Hay en la redacción del texto varias referencias que me han dejado intrigado, y que no se resuelven tampoco en el texto de la página web inglesa de Land Rover, que básicamente coincide con el del comunicado. Varias veces se hace referencia a que “la expedición” unas veces y “el equipo” otras, han cubierto el recorrido. ¿El equipo y la expedición lo componía sólo el coche del récord, o también lo hicieron otros vehículos? Y de ser así, ¿iban al mismo paso que el del récord, acompañándole, o dejándole ir por delante y llegando más tarde, pero como apoyo en caso de emergencia? Quizás se hace referencia a que el equipo situado a la llegada tuvo que hacer el recorrido previamente, salvo que el desplazamiento desde Gran Bretaña se hiciese en dos vuelos, uno a Riyad en Arabia, y otro a los Emiratos.
En conjunto, una bonita aventura, sin duda bien organizada. Pero cuya transmisión al ciudadano se queda un tanto cojitranca, puesto que no se trata de haber emulado a Lawrence de Arabia, pero con medios infinitamente más modernos y sofisticados. Como se dice al principio, un récord es algo un poco más serio que dar una distancia recorrida, un tiempo y, por lo tanto, un promedio, sin más explicaciones. Lo costoso y sofisticado del montaje lo merecen; por qué los departamentos de marketing e información de Land Rover no dan explicaciones más completas (y no es que el comunicado sea corto, por cierto) es algo que se me escapa. Pero curioso sí que lo es.