A Michelin no se le ocurrió otro sitio que Estocolmo (precioso, por cierto), para celebrar a una conferencia de prensa en la que presentaban sus dos últimas novedades: las versiones “plus” de sus neumáticos Energy Saver para turismo y Agilis para transporte ligero. Tres días, con dos noches en el excelente (y además agradable, que no tiene por qué coincidir) hotel Nobis, para una conferencia que duró menos de tres horas, con sus diversos seminarios incluidos. La localización, no obstante, tenía su justificación: parece ser que Estocolmo es la “Capital Verde europea 2012”, y esto venía como anillo al dedo para un neumático ecológico como es la última versión del Energy Saver. Y por esta misma circunstancia, había otra razón para ir a Estocolmo: allí había acabado, unas pocas semanas antes, el Michelin Performance Tour supervisado por Dekra.
Para darle resonancia al lanzamiento de la Energy Saver+, Michelin había programado una prueba comparativa exhaustiva del nuevo neumático frente a las versiones también más modernas de sus más directos rivales: un Tour paneuropeo de 30.000 km de recorrido, con salida en Clermont-Ferrand, cuna de Michelin, y acabando en Estocolmo, por aquello de la capitalidad verde. Naturalmente, si los resultados de la prueba iban a tener alguna validez, deberían estar respaldados por un testigo independiente, y éste ha sido Dekra, una poderosa organización alemana especializada en auditorias, inspecciones, pruebas y certificaciones de todo tipo, y con una reconocida ejecutoria de imparcialidad.
No nos dijeron si por decisión de Michelin, o conjunta con Dekra, se decidió que la medida de neumático para la comparación fuese el ubicuo 205/55-16, y los coches (todos idénticos), del modelo quizás más universal de la producción europea: el VW Golf. En cuanto a los rivales, no se nos repartió documentación, pero en una diapositiva proyectada durante un corto tiempo, se pudieron observar nombres como Continental, Bridgestone, Dunlop, Pirelli y otro más, ya que en total eran cinco los que competían contra el recién llegado de Michelin. Y antes de que alguien se lo plantee, adelanto que esta vez no tuve tanta suerte (o habilidad) como en el EcoTour de ALD del que informé hace no mucho, y no conseguí hacerme con los datos de los resultados de la prueba. Los de Michelin nos dijeron que habían ganado, y de largo, y yo me lo creo; pero ya que habíamos ido tan lejos, bien podían haber adjuntado a la carpeta de la presentación los datos comparativos de la prueba. Al fin y al cabo, los van a acabar dando, si no los han dado ya.
La cuestión es que, en caravana y con trayectos de 400 a 600 km diarios, los seis coches más otro similar que les iba filmando (en algunas de las fotos se observa la pequeña cámara en el techo), recorrieron casi toda la Europa antes llamada Occidental, pasando por España (no hay fotos acreditativas) y cerrando viaje, como ya se ha dicho, en Estocolmo. La prueba estuvo sometida a un meticuloso control por parte de los técnicos de Dekra, como se aprecia en alguno de los documentos gráficos. Pero si bien no pudimos disponer de los resultados de esta prueba, en cambio la presentación nos ofreció dos interesantes aportaciones, al margen de los múltiples datos acerca de las bondades de los nuevos Energy Saver+ y Agilis+. Dichas aportaciones pertenecen una a la propia Michelin, opinando acerca del etiquetado de neumáticos que se estrena casi simultáneamente a los dos nuevos neumáticos de la marca, y la otra a la alemana Cátedra de Accidentología de la Universidad de Dresde, con la cual colabora Michelin, y que ha analizado 20.000 accidentes de tráfico ocurridos a lo largo y ancho de Europa en los últimos diez años.
Como es lógico, y puesto que tenía allí reunidos a representantes de un elevado porcentaje de la prensa europea del motor, Michelin aprovechó el lanzamiento de sus nuevos neumáticos para deslizar discretamente su opinión acerca del etiquetado que será obligatorio para todo neumático que se venda a partir del próximo 1 de Noviembre, pero que la mayoría de los fabricantes están ya a punto de adjuntar a sus productos desde este mismo verano. Como es probable que ya sepan la mayoría de los lectores, dicho etiquetado hace referencia, mediante una escala expresada en letras (de la A a la G, y de momento saltándose la D), al posicionamiento del neumático en tres parámetros: frenada en pavimento mojado, resistencia a la rodadura en seco, y nivel de sonoridad. Tal y como no podía ser de otra manera (según la expresión últimamente en boga), Michelin apoya la implantación de esta etiqueta, que contribuirá a clarificar, de cara al usuario, las cualidades de un neumático en dichos apartados, sin tener que fiarse de denominaciones puestas por el fabricante, que poco aclaran y a nada obligan.
Ahora bien, y aquí vienen las puntualizaciones de Michelin, la actual etiqueta dista mucho de dar una panorámica suficientemente completa de las cualidades globales del neumático. Por ello, la marca francesa hizo hincapié en que, al margen de los tres datos ofrecidos durante unos primeros años (hay planteada una ampliación de los mismos para 2017), quedan en el aire tan aspectos tan importantes como los siguientes: frenada en seco, adherencia en curva tanto en seco como en mojado, duración o vida útil, confort de rodadura y, detalle muy importante según Michelin, mantenimiento o decaimiento de todas las propiedades a lo largo de la vida del neumático, en función de su desgaste.
Porque lo que le preocupa a Michelin es que cualquier fabricante de neumáticos de tecnología no necesariamente puntera, puede fácilmente presentar un producto de especificación A (la mejor) en los dos conceptos que al usuario le resultan más cercanos, de entre los tres que por ahora se especifican: frenada en mojado y resistencia a la rodadura (o sea, economía de consumo). Esto resultaría fácil, claro está, sacrificando alguna o varias de las otras cualidades que no aparecen en la actual etiqueta, como podría ser la vida útil del neumático, campo en el que Michelin tiene un bien ganado prestigio desde hace muchas décadas. De hecho, ya hay un fabricante que ha anunciado que tiene un neumático con especificación “doble A”; lo que se pregunta Michelin es si esto es a costa de una vida útil inferior a los 30.000 km, y/o con una caída en barrena de semejante brillantez a partir de los primeros 10.000 km. Porque, como es lógico, la homologación para la actual etiqueta se realiza a neumático nuevo.
Los temores de Michelin no están infundados; los lectores habituales de este blog estarán ya más que aburridos de mis continuas referencias a la muy relativa validez de los actuales datos de homologación de consumo de combustible. Homologación para la que, algunas marcas muy en particular, preparan sus coches en cuanto a peso y monta de neumáticos de las versiones básicas, desarrollos de transmisión, e incluso gestión de motor, consiguiendo resultados espectaculares que luego se vienen abajo en la utilización cotidiana. Y esto es aceptable si el modelo, o al menos la versión concreta, lleva una denominación específica (Ecomotive, BlueMotion, Green, Eco o similar) que advierta de la presencia de optimizaciones que puedan, a cambio, disminuirle algunas cualidades, bien sean prestacionales o de comportamiento. Pero si se hace referencia al modelo simplemente básico, para poner en la publicidad “a partir de menos de tantos litros” en letra pequeña, es como lo del precio visual de versiones básicas que las vas a buscar al concesionario y luego resulta que no existen más que para vendérselas, en partidas de varias docenas, a las empresas de alquiler de coches.
Y otro tanto ocurre con la catalogación de seguridad de las pruebas EuroNCAP, a las cuales los fabricantes ya les han tomado la medida, y todos los coches consiguen sistemáticamente el máximo de estrellas, incluso después del relativo y último endurecimiento de las pruebas. Cierto que en el campo de las seguridad es muy difícil especificar pruebas que respondan a la casi infinita tipología de posibles accidentes; del mismo modo que sería complicado, en el etiquetado del neumático, verificar la constancia, o el nivel de degradación de sus cualidades a lo largo de su vida. Es el riesgo de cualquier tipo de reglamentación, que no puede abordar toda la casuística real; pero al menos, en el caso del neumático, la frenada en seco, el comportamiento en curva y el confort sí que se podrían haber incorporado desde un primer momento. Y esto ya no lo dice Michelin, sino que es de mi propia cosecha; del mismo modo que el interés de la sonoridad me parece muy relativo, habida cuenta de lo que puede llegar a variar (y esto lo observamos todos a diario) en función de la rugosidad y otras características del pavimento, que desde luego introducen unas variaciones de sonoridad muy superiores a las que pueda suponer un cambio de dibujo que no sea el de unos tacos tipo M+S para circular por caminos de tierra.
Y pasemos a otros temas; pero antes de incidir en el de la Universidad de Dresde, me permitiré hacer una rápida referencia a dos tipos adicionales de información que nos comunicó Michelin, y que me parecen modélicas por lo claras y concisas. Una es respecto al consumo de energía y su distribución: el transporte en su conjunto (terrestre, aéreo y marítimo) supone el 60% del consumo mundial de petróleo; el otro 40% se lo reparten entre instalaciones fijas (centrales térmicas y motores o grupos para la industria o particulares), maquinaria agrícola, gases licuados o bajo presión como combustibles, la industria química (fabricación de plásticos y similares, disolventes, etc), las calefacciones y diversos productos de consumo doméstico. Y en cuanto a emisiones de CO2, el transporte por carretera (camiones, autobuses, transporte ligero y turismos) es responsable del 18% de las mismas; de este consumo de energía, generador de CO2, la resistencia a la rodadura, en el promedio de los distintos tipos de vehículos y velocidades medias, supone nada menos que el 22% de la cifra anterior, es decir, el 4% de las emisiones totales. Un porcentaje nada despreciable, ya que de cada 25 gramos de CO2 emitidos, uno se debe a la resistencia de los neumáticos a rodar. Pero obsérvese que, si bien el transporte en general consume el 60% del petróleo, el de carretera sólo emite el 18% del CO2 correspondiente al transporte; ¿esto quiere decir que los carburantes consumidos en carretera sólo son el 30% del total de petróleo que le corresponde al transporte, o bien que los gases de escape de los vehículos terrestres de carretera son, proporcionalmente, mucho más limpios que los del resto de consumidores?
La otra información hace referencia a los distintos conceptos que van absorbiendo la energía generada por el motor, hasta poner el balance a cero; partamos de la energía que presiona al pistón contra su bulón, que es la interfaz donde se pasa de energía térmica a energía mecánica. Por supuesto que térmicamente ya se ha perdido una buena parte, incluso mayoritaria, en pérdidas térmicas, que básicamente se disipan en la atmósfera a través del sistema de refrigeración del motor, pero también por radiación y transmisión directa del motor al aire que le circunda. Pero el aspecto puramente mecánico se inicia donde los gases presionan al pistón, buscando expansionarse y aumentar el volumen de la cámara de explosión. Pues bien, a partir de ahí tenemos dos tipos de consumo energético, uno de los cuales es imprescindible para el avance del vehículo, y otro de pérdidas puras y simples.
Las de este último tipo son los rozamientos internos de todo el sistema que va desde el pistón a las ruedas motrices: rozamientos que en su gran mayoría están minimizados por los diversos lubricantes, cuyo barbotaje y viscosidad también contribuyen a generar consumo de energía. Esta cadena de rozamientos incluye todo lo siguiente: pistones y segmentos, bulones, cabeza y pie de biela, cojinetes de bancada, distribución, bombas de aceite y agua, piñonaje y rodamientos de la caja de cambios, apoyos del árbol de transmisión si lo hubiera, piñonería de reductora y reenvíos en las transmisiones integrales, grupos finales (rectos o cónicos), sus rodamientos, y los de los bujes de las ruedas. Y de ahí pasamos a tener la impulsión última sobre el pavimento.
Y ahora vienen los consumos debidos a las resistencias que es preciso vencer para que el vehículo avance: aerodinámica, rodadura, inercia (para acelerar el coche), gravedad terrestre (para subir de altitud en las cuestas arriba) y finalmente los frenos, donde disipamos energía en calor hacia la atmósfera. Por otra parte, la energía consumida no precisamente para el avance, pero imprescindible para que el vehículo funcione: son los llamados periféricos, como el alternador, el compresor del aire acondicionado, el del aire para los frenos por aire comprimido, o el depresor de vacío para lo mismo en los turismos de gasóleo, y las bombas para generar presión hidráulica para el ABS, el accionamiento de algunos tipos de transmisión, y los sistemas de suspensión o amortiguación variables. Y no nos olvidemos del consumo al ralentí, que no impulsa al coche, pero que no podemos eliminar más que con los sistemas Start/Stop, que a su vez suponen un cierto consumo eléctrico en cada arrancada del motor. El conjunto de toda esta explicación es de física elemental, que cualquier alumno de enseñanza media podría deducir a poco que le guste la automoción, pero que nunca había llegado a ver reseñado de forma tan racional y pormenorizada.
Pero aunque no directamente relacionado con las ruedas, pero sí de forma indirecta, ya que todo accidente se debe a un fallo de trayectoria de un vehículo, y ya se sabe que el único contacto de éste con la calzada es a través de las ruedas, tenemos el interesante estudio antes mencionado de la Cátedra de Accidentología de la Universidad de Dresde. Como también avanzábamos, el estudio abarca un período de diez años, y analiza 20.000 accidentes ocurridos en toda Europa; no hay información acerca del reparto geográfico, climatológico ni en función del volumen de tráfico de las zonas en las que se produjeron accidentes, pero dada la seriedad del estudio, es de suponer que estén razonablemente proporcionados a una media estadística.
Pues bien: el 70% de los accidentes tuvo lugar sobre pavimento seco, y el 60% en zona urbana o de baja velocidad. No conocemos la estadística de cual es el kilometraje medio europeo que se cubre en dichas circunstancias; como referencia, el ciclo de homologación se calcula sobre un 62,5% de recorrido extraurbano y un 37,5% de urbano, pero sin duda tiene que haber notables oscilaciones de unos países a otros, en función de su extensión y de la distribución geográfica de la población. No obstante, ese 60% de accidentes en zona urbana sin duda está alimentado por una proporción no despreciable de accidentes de gravedad baja o media, más típicos de las velocidades a las que se circula en esas condiciones. Pero sí que, en todo caso, llama la atención que no haya un porcentaje todavía más alto que el 30% en piso mojado; el cual está considerado, y no sin motivos, como claramente más peligroso. Pero todavía llama mucho más la atención, como un cañonazo, es que el 99% de los accidentes con pavimento mojado (o sea, la práctica totalidad), sea en el tipo de tráfico o de carretera que sea, lo haya sido con muy poco agua en el pavimento (un milímetro o menos, o sea, pavimento simplemente húmedo o mojado, pero no encharcado). Lo cual quiere decir algo que el conductor suficientemente experto ya sabe, pero que el de tipo medio no acaba de asumir: son más peligrosas las primeras gotas de agua y la llovizna fina, que no lava el pavimento, que no la lluvia fuerte, porque entonces la velocidad se disminuye drásticamente. Accidentes por aquaplaning parece que hay muy pocos, aunque suelen ser muy espectaculares y de cierta gravedad, en función de contra qué acabe impactando el vehículo fuera de control.
Pero todavía más sorprendente es el resto de los datos: el 75% de los accidentes de carretera (no del total) ocurrieron en línea recta, de los cuales sólo el 20% lo fueron con piso mojado, cuando el porcentaje genérico sobre mojado es del 30%. En cuanto al 25% restante, el de accidentes en curva, suelen ser de mayor gravedad (salida de carretera), pero sólo el 5% ocurrieron con piso mojado, muy al contrario de lo que sería una suposición muy extendida. ¿Qué conclusiones se pueden sacar de todo esto? La primera ya la hemos visto en el párrafo anterior: los conductores acostumbran a medir el peligro del pavimento mojado en razón directa a la intensidad de la lluvia que está cayendo, cuando en realidad es más bien al contrario, salvo que alguien se empeñe en seguir a toda velocidad cuando hay más de un dedo de espesor de agua en el pavimento; pero parece que son los menos.
Por el contrario, la gente le tiene mucho más respeto a la curva en mojado; y por lo tanto, se puede deducir que donde viene el fallo es al calcular la distancia de frenado en línea recta, o sea, que lo que prolifera es el accidente en mojado por alcance. Y profundizando en este razonamiento, y dando por hecho como evidente que lo fácil es mantener un coche en línea recta y lo difícil trazar una curva, el hecho de que tres de cada cuatro accidentes en carretera hayan ocurrido en recta no puede atribuirse, casos raros aparte, más que a dos causas básicas: distracción y/o fallo garrafal en el cálculo de distancias, tiempos y velocidades.
Llevo décadas defendiendo que la causa número uno de la siniestralidad vial, por la parte que afecta a los conductores, es la distracción, y la segunda la impericia técnica en el manejo de su vehículo. En tercer lugar, como mucho, podría venir la imprudencia en sentido estricto, entendiendo como tal la realización de maniobras de las que no se está consciente y razonablemente seguro de poder realizarlas con éxito; siempre he defendido que se acostumbran a catalogar como imprudencias actuaciones que realmente encajan en otro apartado, en concreto en los dos antes citados como causas primera y segunda.
Y esto es lo que obtuvimos, al margen de documentación muy técnica tanto sobre la empresa Michelin como sus productos, de un viaje que en principio parecía poco más que ir a recoger un USB con algo de información, y hacer algo de turismo por la capital sueca, que precisamente en estos días del “sol de medianoche” lucía en todo su esplendor.
Sin ser un defensor fanático de EuroNcap, no es cierto, ni de lejos, que todos los coches consigan la máxima puntuación. Eso es una afirmación gratuita propia de un indocumentado.
Las etiquetas energéticas, las pruebas de consumo y similares no son la biblia, pero mucho menos lo es la propaganda de las marcas y sus «subvenciones» a la prensa del ramo.
Cuando los Energy Saver de Michelin, además de durar más que la media, gastar menos que la media, ir como la media en seco (doy fe de todo ello por experiencia propia), vayan como la media en mojado, me los volveré a comprar. Vivo en Galicia. Michelin puede tergiversar todas la estadísticas que quiera.
A mi también me gustó mucho Estocolmo, pero cuando estuve allí en mayo (de este año), la mayoría de los coches en los que me fijé (Principalmente taxis Volvo, Mercedes y BMW) todavía llevaba neumáticos de invierno. Me pregunto si alguna vez se los quitan.
Y el tema viene a raiz de la presentación de los Energy Saver + en un sitio en donde la adherencia de los neumáticos es esencial, y los de baja resistencia al rodamiento no son precisamente un ejemplo de adherencia en mojado. Al menos los Energy normales no lo son.
Es decir, que no parece que vayan a tener muchos clientes en los paises nórdicos, con 8 meses de mal tiempo al año. ¿no creen?
@1, lo que dice don AdeA en su artículo es que las grandes marcas le tienen ya cogido el tranquillo a la EuroNcap, lo que no deja de ser cierto, reflejado en que hoy en dia obtienen 5 estrellas con sospechosa facilidad hasta los mas aparentemente endebles ciudadanos de las marcas referidas.
Y no lo puede tachar Vd. de indocumentado al Don, en todo caso, de lo contrario.
Respecto a los Michelin ES, sin embargo parece que estamos de acuerdo, en mojado no valen un carajo, y me imagino que Suecia no es precisamente su entorno ideal. No han tenido huevos para hacer el test en invierno, que sería lo suyo si pretenden sar tan buenos en agua como dicen.
Como no le van a tener el tranquillo cogido si llevan coches especialmente puestos a punto para pasar si problemas… Respecto a la homologación, un detalle. Los fabricantes de neumáticos, son los únicos que son, a parte de fabricantes, servicios técnicos de ensayos de homologación. Asi que son ellos los que hacen sus propios informes de ensayos y son los que dicen si el neumático ha pasado los ensayos. Y es asi por la dificultad y el coste de trasladas a todos los paises miembros las instalaciones necesarias para hacer dichos ensayos. Ensayos que, en el caso de usar el neumático de referencia, es un neumático que solo fabrica michelin en Estados Unidos para todos los fabricantes y servicios técnicos. Asi que, efectivamente, para ciertos fabricantes es muy fácil determinar si un neumático cumple o no. Luego se ponen de todos los colores cuando les haces la conformidad de producción. Pero eso es ya otra historia. Y no olvidemos que la homologación son «prescripciones técnica uniformes». O sea, un acuerdo de mínimos para todos. De algún sitio hay que partir.
¿Qué es la conformidad de producción?
Vamos, si no es secreto de estado o algo parecido.
No, jejejeje no lo es. La conformidad de la producción es un proceso de auditoría periódica que realizan las autoridades de homologación (p.e. en la UE, todos los paises miembros) a aquellos fabricantes con homologación CE a los que haya otorgado contraseña de homologación. Para ello se debe comprobar que el vehículo, componente, parte o pieza es producido y corresponde exactamente al tipo homologado. Se revisa todo, la trazabilidad, documentación, muestras tipo del producto, etc. Es tan importante que, si se fabrica algo diferente al tipo homologado, puede ser causa de cese de la producción, incluso definitivo. Y nos encontramos muchas veces con intentos de fraude a todos los niveles. Primero porque durante años algunos paises de la UE, por falta de medios o por falta de ganas, no han realizado este procedimiento que era inherente a la concesión de la homologación. Y la UE se puso seria hace unos años y ordenó su aplicación. Claro, sectores que no tenían procedimientos de calidad de ningún tipo y que contrataban el proceso de homologación a un gestor con pocos o ningún escúpulo se encontraron con una fase de cumplimiento que no podían cumplir, teniendo que cerrar porque les paraban la producción. Muchas veces esto ha pasado porque se desconoce la reglamentación y otras veces «porque siempre se ha hecho asi» y no entendían porque se cambiaba «de repente». He visto amenazas de muerte a funcionarios del ministerio de industria por este asunto. Y no hace falta irse a China para ver intentos de fraude. En Europa los hay a patadas.
Muy interesante, lo que aprende uno por estos lares.
Pero vamos a lo que me interesa realmente ¿le está pegando su mujer con el rodillo por haberse fundido la paga extra en una Scalpel? 🙂
Venga……..diga que sí.
jajajajaja. Me da que al final me dará con el rodillo, me queda muy poco. Ya tengo vista la del 2013… esta semana han estado los retailers montando en ellas en austria :-p
Ya podrían colgar en un link al infromaciñoin «muuus tesnica» que le dieron. Si es como la pallasada de prueba esta ya tiemblo.
Entiendo que cada conductor sabía qué marca de neumático llevaba. Puede darse el efecto del experimentador (http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_Pigmalión), matizando o invalidando los resultados.
Este artículo de A. de A. tendría que estar en la sección de publicidad ¿no?
@11, ya lo está (SIC):
«Tres días, con dos noches en el excelente (y además agradable, que no tiene por qué coincidir) hotel Nobis, para una conferencia que duró menos de tres horas»
Al menos tiene la honradez de decirlo, tres dias de turismo en un hotel (conozco los precios del hotel y desde luego son para quitar el hipo) estupendo para una pequeña conferencia, es el estilo Divar, que ya se ve no es exclusivo de este pais.
Creo que nos pasamos de críticos. ¿El periodista tiene culpa que la marca de neumáticos le convoque en un hotelazo? yo no lo creo. Es más, estoy seguro que hubiera ido aunque no sea tan buen hotel. Yo no dudo de la imparcialidad de A. de A. aunque le lleven a un hotel de hipo. Si fuera una marca china que fabrica 300 neumáticos al año y dijera que es el mejor fabricante del mundo sería una cosa. Pero esto es otra muy distinta. No creo que haya nadie que piense que los de Michelin necesitan un empujoncito para vender más. Se han ganado solos ser de los mayores y mejores fabricantes mundiales. Eso si, hacen cosas mal como todos. Y tambien hay que decirlo, claro.
@13, don Exeo, de eso es precisamente de lo que se trata, si han metido la pata los Michelines en un lanzamiento hipermundial y millonarísimo de un tipo de neumáticos que odia el agua….
¿Se cree Vd. que Don AdeA no sabe mucho mejor que ninguno de nosotros como se comportan en agua los Energy Saver y demás parientes ahorradores?
Hartitos estamos de que en las pruebas de frenada se disculpe a algunos modelos por llevar neumáticos ahorradores, diciendo que otra sería la distancia si bien calzados fueran.
¿o no?
Lleva usted razón Sr. Exeo. En realidad este artículo es una velada crítica a los Michelin Primacy.
Qué agudo es De. A. de A.
@14 Uy, me ha llamado don 😀 😀
Correcto. Estoy básicamente de acuerdo. Pero también es verdad que en los ensayos de neumáticos que se hace durante el desarrollo de un neumático, y yo he hecho unos cuantos, nada tienen que ver con las pruebas de producto como esta, donde el baremo es la sensación de cada periodista y cada uno tiene el suyo y también un critero. Por mucho que nos hagan derivas, frenadas de 100 a 0 con algún que otro medidor «de aquella manera» no tiene nada que ver. Habrá quien le parezca poco y otros más que suficiente. El criterio que me parece debería primar en este tipo de pruebas es si va bien para el tipo de vehículo/conducción al que va dirigido. Para ir a saco con un GT-R en el Ring seguro que no jejejejeje. Yo no conozco ningún neumático que de un agarre excepcional en toda circunstancia y que dure muchísimo. Puede que lo haya, pero no lo conozco. Y me da que no es este Michelin.
@15 Claro que no lo es, pero no creo que yo haya dicho eso. Lo que digo es que creo que A. de A cree sinceramente que es un buen neumático. Yo creo que es una castaña pero ni soy mejor ni peor que él 😉
Huy! de nuevo aparece el Euroncap, y se le critíca. Veamos, aparte de las homologaciones obligatorias, hay que pasar por el aro de Euroncap, los fabricantes conocen los ensayos y durante el desarrollo del producto hacen sus propios tests (previo pago) en los mismos laboratorios, con los mismos medios y mismas condiciones de ensayo, ¿y a alguien le sorprende que casi todos los nuevos vehículos tengan 5 estrellas?.
Esa es la parte básica, hay excepciones obviamente, se hacen otros ensayos en centros de investigación de las grandes marcas y grandes proveedores, pero no son públicas como el Euroncap.
Señor Exeo, creo que debería ampliar un poco el abánico, muchos proveedores de diferentes componentes, tienen sus propios laboratorios de homologación certificados tanto por los fabricantes de vehículos como por empresas auditoras externas, y solamente externalizan ensayos puntuales que exigen inversiones en medios difíciles de rentabilizar.
«si bien el transporte en general consume el 60% del petróleo, el de carretera sólo emite el 18% del CO2 correspondiente al transporte; ¿esto quiere decir que los carburantes consumidos en carretera sólo son el 30% del total de petróleo que le corresponde al transporte, o bien que los gases de escape de los vehículos terrestres de carretera son, proporcionalmente, mucho más limpios que los del resto de consumidores?»
Lo primero, pero con matices.
La mayor parte del transporte mundial de mercancías se hace en barco (en km x tonelada).
Pero a parte, el combustible consumido en barcos es generalmente fuel. Tiene muchos más carbonos que la gasolina o gasóleo… por tanto, al quemarlo, emite más CO2 por kg de combustible.
Es química orgánica muy sencilla.
gas natural: CH4 + 2O2 -> CO2 + 2H2O; un kg de CH4 emite 2.56 kg de CO2
etano: CH3-CH3 + 7/2O2 -> 2CO2 + 3H2O; un kg de etano emite 2.71 kg de CO2.
propano: CH3-CH2-CH3 + 5O2 -> 3CO2 + 4H2O; un kg de propano emite 2.76 kg de CO2.
El fuel puede tener del orden de 50 o más carbonos por molécula. Luego un kg de fuel, emite mucho más CO2, que un kg de gasolina o gasoleo… y por supuesto, que el gas natural (metano, CH4), que es la molécula más «limpia».
@18 EuroNcap. Pasar por el aro? desde cuando es obligatorio para un fabricante hacer ensayos en EuroNcap? expliquese, se lo ruego.
Claro que los tienen, pero con un pequeño matiz. Una cosa es tener un laboratorio acreditado para ensayos donde se recrean los ensayos de homologación y otra cosa es ser servicio técnico «autorizado para realizar los ensayos de homologación». Porque no son lo mismo. Los fabricantes de piezas, componentes, unidades técnicas inependientes, etc. tienen que realizar ensayos de homologación en los servicios técnicos acreditados o, al menos, demostrar que los han realizado en laboratorios perfectamente acreditados por la Norma UNE correspondiente y su acreditación por ENAC.
Vale, me he explicado mal, pasar por el aro del marketing de Euroncap para poner las estrellitas en la publicidad.
Por lo segundo, muchas validaciones completas de producto se realizan en laboratorios de los propios fabricantes de componentes, por supuesto perfectamente acreditados.
Un gusto debatir con Vd.
@21, gracias.
Estoy de acuerdo y sospechaba que se refería a eso. El marquetin es el marquetin y estoy de acuerdo que todas, mas tarde o mas temprano, pasan por el aro de las estrellas mientras estas vendan.
Efectivamente, según la última directiva marco un fabricante puede estar acreditado para realizar ensayos de homologación y poder realizar el mismo los ensayos, pero necesita que un servicio técnico designado por la autoridad de homologación verifique que esos ensayos se han realizado según las prescripciones de un acto reglamentario en concreto.
El gusto es mío 😀
Muy buenas…
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¿Sabéis cuando se comercializan las saver + y si se pueden distinguir de las antiguas a través de su fecha de fabricación ?.
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muchas gracias.