No hay duda, al menos para mí y menos aún con el planteamiento minimalista que informa a las pruebas de este blog, de que un compacto segmento B impulsado por un buen turbodiésel es uno de los vehículos que mejor cumplen con las condiciones impuestas para las pruebas de tipo “interesante”: más que sobrado nivel prestacional, comportamiento rutero seguro, ágil y potencialmente divertido, y unos consumos que no penalicen excesivamente el placer de conducirlo. En cuanto al aspecto utilitario, cada cual sabe cuáles son sus necesidades: a un soltero/a joven le puede resultar suficiente el Renault Wind que publicamos hace un año, mientras que a otro que debe transitar con frecuencia por caminos de tierra le puede hacer falta la tracción integral de un Mini Countryman o del Evoque de hace dos semanas (si puede permitirse pagar el consumo de este último).
Pero también es cierto que, con cierta frecuencia, esas condiciones nos llevan hacia vehículos que, si bien las cumplen a la perfección, son a su vez lo que podríamos denominar como coches “de capricho”. Y es que los fabricantes no son tontos, y se dan cuenta perfectamente de que un coche que reúna todas esas características es en cierto modo un “caramelo” muy apetecible, y los estructuran alrededor de carrocerías que ya de por sí son caprichosas (Mini, y el A-1 de esta prueba) o bien con equipamientos muy completos y deportivos sobre modelos más populares (Ibiza FR). Y puesto que las mencionadas condiciones empujan hacia eso, si queremos disfrutarlas tendremos que pagar un lujo tal vez innecesario bajo nuestro punto de vista, o ir dentro de una carrocería a bordo de la cual es frecuente que viaje gente un tanto “pija”. Esto podrá molestarnos o no, pero en cualquier caso, un coche no es responsable, sobre todo si es bueno, de cual sea el público que lo compra; al margen de que los “pijos” tienen pleno derecho a ir en coches así y, por lo general, solvencia sobrada para permitírselo.
Este es el caso del coche que hoy nos ocupa, y del que ya hemos probado anteriormente alguna que otra versión. Como en varios de dichos casos, este A-1 es una de las no siempre posibles cuatro variantes, una de cada marca (VW, Seat, Skoda y Audi), que comparten la plataforma que el grupo VAG tiene en el segmento B, y que son Polo, Ibiza, A-1 y Fabia. Y digo no siempre posibles, porque en este caso concreto, sin ir más lejos, sólo hay dos: este A-1 y el Ibiza FR probado hace ya tiempo. Es un tanto curioso que no haya Polo ni Fabia con esta motorización; sobre todo si tenemos en cuenta que las cuatro marcas tienen su correspondiente versión –GTi, Cupra, RS y TFSI- con un motor todavía más marginal en el segmento B, como es el 1.4-TSI de compresor y turbo, con 180 CV. Bueno, Seat ha dejado de ofrecer el Cupra a partir del último facelifting de Marzo de este año; pero en su presentación prometieron que pronto habrá un Cupra con al menos ese motor, cuando no uno más potente todavía. Resulta curioso que Skoda, la marca de pplanteamiento más utilitario, tenga un RS de gasolina con 180 CV, y en cambio se haya saltado este TDI de 143 CV, que al fin y al cabo, tiene un perfil algo más económico, aunque no sea más que por el consumo. Son cosas que en principio cuesta entender, aunque los responsables comerciales de la marca conocerán muy bien los motivos, si bien no van a airearlos a los cuatro vientos. Pero la cuestión es que hoy traemos a colación este A-1 en acabado Ambition con el 2.0-TDI de 143 CV, hermano gemelo del Ibiza FR y rival directísimo de los diversos Mini (Hatchback, Clubman y Coupé) que comparten un motor similar a éste, tanto por cilindrada como por potencia.
Rivales directos y exclusivos, puesto que los diversos Mini Cooper SD y los Ibiza FR y A-1 2.0-TDI son los únicos, de toda la producción ofertada en nuestro mercado (y de la mundial, s.e.u.o.) que cumplen las condiciones exigidas para que un segmento B turbodiésel sea realmente “interesante”. Y ya los hemos probado casi todos, porque el Ibiza fue el pionero, le siguió el Mini Clubman más recientemente, ahora aparece el A-1 y, aunque no publicado, ya está probado el Mini SD Coupé, que saldrá a su debido tiempo; no mucho, por supuesto. De hecho, sólo falta el Mini más representativo, el Hatchback, pero una diabólica concatenación de circunstancias ha impedido disponer de él por el momento; de todos modos, horquillado entre el Clubman y el Coupé, su resultado no podría estar muy lejos de la media aritmética de ambos. Por su parte, el Countryman que se probó, incluyendo la tracción integral, sin duda era “interesante”, al menos para un tipo muy específico de público, pero nada representativo para el núcleo principal de usuarios que busquen un segmento B turbodiésel de carácter “interesante”.
A estas alturas, probado ya en el circuito a ritmo interesante tanto en el Ibiza como en el León, y a paso “de consumo” en algo así como cinco versiones de los VW grandes (por no citar las variantes de 120 y 170 CV), este 2.0-TDI de 140/143 CV ya es casi como de la familia, y poco podemos añadir a lo dicho en tantas ocasiones anteriores. Al margen de que gran parte de los lectores, en algún caso por propiedad directa, y en otros a través de familiares, amigos y compañeros, habrán tenido o seguirán teniendo experiencia directa del comportamiento de este motor. El cual es, para mi gusto, el más “redondo” de todas sus versiones, puesto que tiene el empuje que en ocasiones le falta al de 120 CV, y apenas si pierde frente al de 170, mientras que las diferencias de consumo con éste son apreciables. De todos modos, sospecho que esta prueba va a suponer su canto del cisne, pues ya se está anunciando, en todas las gamas de las diversas marcas del grupo, que los ya muy próximo modelos a salir con este motor lo llevarán subido de potencia: hasta 150 CV (110 kW) el de 140/143 actual, y hasta 184 CV (135 kW) el de 170 CV. Y entonces habrá que volver a empezar de nuevo.
Así que, mejor que cantar por enésima vez las alabanzas de este motor, que sin duda pasará a la historia en compañía del incombustible 1.9-TDI 110 CV, será dedicarnos al entretenido juego de las comparaciones entre este A-1 y el Ibiza FR, lo que siempre tiene un poco más de morbo. En motor y transmisión no hay la menor diferencia; incluso los desarrollos salen idénticos, puesto que ambas unidades llevaban la misma medida de neumáticos. Pero no de llantas, y aquí asoma la oreja la primera diferencia entre ambos, ya que el Audi (que siempre tiene que distinguirse por “algo más”) las lleva de 7,5” de anchura en vez de 7”; con la única consecuencia apreciable de ir marcha atrás en un par de aspectos. La rigidez de la suspensión aumenta, lo que maldita la falta que hace cuando, como en este caso, además ya se dispone de la opción S-Line con muelles y amortiguadores más rígidos que los de serie. La consecuencia de todo ello en conjunto es que el coche iba duro como una piedra, desentonando un poco de la imagen de coche relativamente confortable incluso en sus modelos más deportivos, imagen que un Audi debería conservar siempre. Y es que me atrevo a decir que un R.8, con sus 430 o 510 CV, resulta más cómodo (o al menos así lo recuerdo) que este A-1 S-Line en concreto.
Por otra parte, esa media pulgada debe ir hacia el exterior, por lo que la anchura de vías (con la colaboración de algún otro pequeño detalle) aumenta en casi tres centímetros; lo cual tal vez pueda ayudar en cierto modo al comportamiento rutero, pero desde luego perjudica a la dirección y a la agilidad del coche, ya que las vueltas de volante disminuyen de 2,93 a 2,65, pues de lo contrario el neumático desplazado rozaría en algún punto del paso de rueda. Por lo que el diámetro de giro oficial de 10,6 metros (que no es nada bueno para un coche de menos de 4 metros) ya no se cumple.
El A-1 es algo más compacto que el Ibiza FR: un centímetro más bajo y cinco más ancho, pero 13 cm más corto, por lo que resulta extraño que presuma de tener 20 litros más de capacidad de maletero; tal vez se deba a llevar kit antipinchazos en vez de rueda de repuesto. Lo que sí tiene es un poco mejor aerodinámica, ya que su Cx apenas es de 0,32, frente al 0,326 del Ibiza; por lo cual el producto S.Cx resulta ser de 0,65 para el Audi y 0,66 para el Seat. No parece gran cosa, pero supone un 3% de diferencia de consumo a la velocidad de crucero en autovía, ya que entonces la mayor parte de la energía se consume en vencer la resistencia aerodinámica (que va con el cuadrado de la velocidad). La velocidad punta del A-1, en justa correspondencia, es de 217 km/h, frente a los 210 del Ibiza; los números cuadran.
Y también, pese a ser más recogido, pesa 20 kilos más que el Seat, bien sea por carrocería o equipamiento. Por otra parte, este A-1 viene homologado para cuatro plazas, con sus correspondientes reposacabezas y cinturones; y es mejor que detrás no vayan más que dos ocupantes, porque la habitabilidad no es muy allá, que digamos. No es buena en cota vertical, pero sobre todo es problemática lateralmente, ya que para recubrir las voluminosas bisagras del portón, el guarnecido del techo lleva unos abultamientos con los que las cabezas de los pasajeros posteriores entran en contacto con excesiva facilidad; así que es mejor que vayan sentados lo más centrados posible, tanto por cota vertical (algo se gana) como por distancia lateral respecto a los alojamientos de las bisagras. Y vamos ya con la ficha técnica completa:
Ficha técnica: Audi A-1 2.0-TDI AmbitionMOTOR CICLO POSICIÓN ESTRUCTURA COTAS ALIMENTACIÓN DISTRIBUCIÓN RENDIMIENTO TRANSMISIÓN DISPOSICIÓN EMBRAGUE CAMBIO CONTROLES GRUPO RELACIONES ● DESARROLLO FINAL (km/h a 1.000 rpm) BASTIDOR SUSPENSIÓN DIRECCIÓN FRENOS CONTROLES RUEDAS CARROCERÍA TIPO COTAS PESO CAPACIDADES AERODINÁMICA PRESTACIONES DINÁMICAS CONSUMO EMISIONES |
Respecto al Ibiza, cuando éste se probó fue en la primavera de 2010, y todavía no disponía ni de Start/Stop ni de alternador inteligente; el primero poco o nada representa para nuestra prueba, mientras que el segundo algo puede influir para compensar de algún modo el consumo eléctrico durante la hora y media o dos primeras horas de la prueba, cuando se rueda con los faros encendidos. Pero el conjunto de ambos elementos sí que condiciona bastante los consumos homologados; ya que siendo ambos coches prácticamente idénticos en todo lo demás, las cifras del Ibiza eran de 5,9/3,9/4,6 l/100 km. Es una auténtica barbaridad, pero esas son las respectivas homologaciones: que el conjunto de los dos factores rebaje el consumo urbano 0,9 l/100 km (nada menos que un 15%) ya resulta poco menos que increíble; pero que disminuya 0,3 l/100 km en extraurbano (un 7,5%), en el que no se para y el único consumo eléctrico en cuya recuperación se puede mejorar algo parcialmente es el de la dirección eléctrica, ya es de aurora boreal.
Pero como los datos en sí son muy serios y están respaldados por organismos oficiales e independientes, sólo podemos acabar en la conclusión habitual: los ciclos son tan blandos que los factores marginales de consumo, presentes de modo constante, pesan mucho frente a los que auténticamente suponen el grueso del consumo en utilización normal. Y éstos son la resistencia aerodinámica, la de rodadura y las aceleraciones de la masa del coche cada vez que previamente hay una reducción de velocidad. Pero la endeblez de dichos ciclos la comprobamos a diario no ya en esta prueba, cuyo principal valor es ser comparativa con bastante fiabilidad, sino en los consumos reales obtenidos por usuarios curiosos que apuntan en un cuadernito sus repostajes, y que no consiguen acercarse a los de homologación si no es rodando como tortugas en carretera. Porque en el caso del ciclo urbano no hay quien se aproxime ni empeñándose, salvo si se sale al menos la mitad del recorrido a la avenida de circunvalación (quien la tenga a su disposición) a pasearse por ella tranquilamente.
Y con esto, pasamos ya a los resultados del recorrido realizado:
Resultados del Audi A-1 2.0-TDI DSG en el circuito habitual: A ritmo “interesante”: Consumo: 6,00 l/100 km. Promedio: 112,4 km/h. |
Como puede verse, sobre todo consultando los resúmenes recientemente publicados de las pruebas, el A-1 ha conseguido el segundo puesto absoluto en consumo a ritmo de marcha “interesante”, y el primero si tenemos en cuenta que quien le supera es el muy optimizado Skoda Octavia GreenLine, de 1.315 kilos de peso y muy buena aerodinámica. El cual tuvo el mérito, eso sí, de cubrir el recorrido en 4h 29m, exactamente el mismo que el Audi A-1 que nos ocupa hoy; pero resulta una comparación engañosa, ya que el Skoda debía estar muy al límite de sus posibilidades prestacionales (el motor es el del 1.6-TDI de 105 CV, que ya no podría dar apenas más de sí), mientras que para ser un coche “interesante” hay que tener un margen bastante más amplio, aunque no se utilice en el recorrido por aquello de mantener las velocidades de crucero predeterminadas.
Así que, centrándonos en los auténticos participantes, entre el A-1 y el Ibiza FR se nos entremezclan, aparte de los Mini Cooper SD, otros dos coches más grandes con mucho mérito, ambos con 6,06 l/100 km de consumo, y con un tiempo de 4h 30m: el Honda Civic 2.0 i-DTEC y el VW Jetta Sport con el mismo 2.0-TDI que nos ocupa. Lo cual vuelve a remachar la importancia de la aerodinámica cuando se viaja de verdad; y eso que en este recorrido la autovía no supone más que el 40% del recorrido, cuando en un viaje de 500 km por nuestro país lo normal sería un porcentaje bastante más alto.
Pero si nos remitimos a nuestros segmento B, tenemos al Ibiza FR con 6,79 l/100 km y 4h 25m, y al Mini SD Clubman con 6,47 l/100 km y 4h 27m. Un escalonamiento bastante bien repartido, de dos en dos minutos y también muy bien promediado en los consumos. Sería como para pensar que, a semejante ritmo de marcha, los consumos empiezan a estar bastante más condicionados por el tiempo conseguido que al aplicar el ritmo “de consumo”; lo cual tendría cierta lógica, pero con muchas reservas. Hay un factor diferencial entre los dos tipos de coches que dificulta la comparación exacta: para una relación potencia/peso muy similar, en Mini se trabaja con un desarrollo francamente corto para la potencia disponible, con una 6ª de 51 km/h, mientras que los coches del grupo VAG se van hasta casi 59 km/h.
La diferencia es abrumadora: los coches de VAG llevan casi un 16% más de desarrollo final, y esto condiciona notablemente el manejo del cambio; en unas zonas favorece y en otras puede perjudicar. Todos ellos, eso sí, tienen prestaciones más que suficientes par permitirle a su usuario, si deja de preocuparse por el último cuarto de litro de consumo, mantener un ritmo de marcha que permite plantar cara a la práctica totalidad de lo que se encuentra uno en carretera. Salvo, evidentemente, si el otro empieza a tirar absolutamente a fondo con un coche de más de 200 CV, y con un estilo de conducción que tiene ya muy poco de viajar, y mucho de competencia en carretera abierta; lo cual no es aconsejable, por múltiples motivos.
Pero en todo caso, hay algo que no admite discusión: habida cuenta de la enorme proporción de recorrido por autovía que se realiza en España en un viaje de cierta entidad, el desarrollo largo de los coches de mecánica VW es un factor que no puede ignorarse, en cuanto a la marcha de crucero: un régimen mucho más bajo, con menos sonoridad mecánica, y mejor consumo, reforzado por una aerodinámica más favorable, ya que el S.Cx de los Mini anda sobre un 0,69. De modo que en la realidad cotidiana están más adecuados a las condiciones actuales; y si se quiere acelerar, hay por debajo una 5ª de 49 km/h y una 4ª de 39 km/h que permiten echar chispas, si hace falta. Y en cuanto a bastidor, me sigo quedando con el Ibiza FR: ni tan nervioso como los Mini, ni tan rígido como este A-1. Seat consigue su comportamiento no a base de dureza, sino de tener bien resuelta la rigidez del anclaje elástico de los trenes al bastidor; y simplemente, van mejor.
Excelente coche de no ser por el precio, pero eso es precisamente los que le define y «marca territorio».
La linea me gusta, y me parece superior en muchos aspectos al Mini; solo en el comportamiento posiblemente no este a la altura; eso y toda la parte «mitologica» que tiene el coche ingles.
Muy bien vista la diferencia con el Ibiza en cuanto a dureza de suspensiones; y es que Audi parece que no acaba de saber dar con un buen ajuste a todo lo que no sean las versiones S y RS; Seat, por contra, le sabe dar esa vuelta de tuerca que hace que un chasis pase de muermo a interesante y entretenido de conducir conservando siempre la facilidad de conduccion inherente a los coches de este grupo.
En este caso las diferencias observadas en el ciclo de homologacion casi se mantienen en el circuito de consumo. Hace 7000 kms que conduzco un Ibiza de los que le gustan a A. de A. y lo primero que me llamó la atención es lo rápido que pierde velocidad cuando uno suelta el acelerador, a pesar de su 6ª larguísima que no retiene demasiado. Sin duda la aerodinámica, y otros tipos de rozamiento, están poco trabajados. Coincido en que el chasis es muy bueno, suficiententemente ágil para todo lo que no sea correr rallyes, pero también aplomado a alta velocidad para ser un coche pequeño. Siempre responde como se espera, y cuando sorprende es para bien. No tengo muy claro en que circunstancia concreta puede ser mejor con una suspensión dura, y he conducido un coche con una suspensión dura como una piedra durante muchos kilómetros.
Según tengo entendido, el Fabia no lleva la misma plataforma que sus primos en esta edición, sino la anterior remozada. Eso puede explicar porqué no monta este motoraco que en el Ibiza obliga a montar la batería en el maletero. De ahí la perdida de volumen respecto al Audi, el suelo del maletero del Ibiza lleva debajo una batería y una 185/65-15, va unos 8 centímetros mas alto que las versiones normales.
Ahora bien, el Ibiza es un coche que se puede sacar por poco mas de 15.000€ con xenon y llantas de 17 (de serie viene con 16 ahora), tiene sentido para quien ruede mucho y no pueda permitirse el gasto de ir alegre con, por ejemplo, un Corsa OPC. Pero el caso del A1, o del Mini no lo entiendo, un aficionado que vaya suficientemente sobrado de pasta para pagar lo que cuestan por un coche pequeño debería poder permitirse 4 o 5 euros más cada cien kilómetros de gasto de un motor que te haga sonreír cuando lo arrancas por la mañana, y que emocione como debe hacerlo el motor de un coche de estos.
En otro orden de cosas, estoy notando que el consumo desciende a medida que el coche se va soltando, no estaría de mas probar el mismo coche con 1000 y con 10000 kilómetros, por que no se si la ganancia se debe a que el coche cada vez gasta menos, o si es que uno le va pillando el truco cada vez mas.
@2: Supongo que, como ha dicho A.A. varias veces la aerodinamica de los Seat no es de lo mejor ni de lejos. El ultimo Seat con buena aerodinamica en mi opinion fue el Toledo II. Quiza ahora el nuevo Toledo vuelva a la misma senda, por las fotos tiene buena pinta..
Lo del rodaje y el consumo es mas que posible; normalmente se suele notar en todos si el conductor se preocupa suficientemente de hacer los calculos oportunos. Es poco pero ahi esta. No seria mala idea buscar un coche algo mas rodado a ver que tal..
Sobre lo del A1 y el motor que te haga sonreir; entiendo a lo que te refieres pero mucho me temo que al comprador-tipo de este coche le debe de dar bastante igual este aspecto..
En mi opinion el motor 2.0 en estos coches esta un poco fuera de lugar, de hecho con el 1.6 algo apretadillo ya serian buenos juguetes, pero si dejamos los criterios racionales aparte ( recordemos lo de coches capricho..) entonces pues si, caballo grande ande o no ande..
3.- A eso voy, el comprador-tipo de estos coches no necesita tanta prestación, y el otro tipo de comprador, el aficionado que compra un Cooper S no debería tener problemas con un poco mas de consumo. Una conocida revista británica, al probar el Ibiza, decía que muy bien todo, pero que el motor era un poco aburrido para un Hot-Hatch. Eso lo perdono a precio de Ibiza, pero a precio de Audi o Mini no le veo sentido.
@3 El último Seat con mejor aerodinámica era el Cordoba o el Ibiza 1.4 tdi Ecomotive de 2006, un poco mejor que el Toledo II.
Saludos cordiales,
James Marshall.
Personalmente no entiendo el 90% de la gama Audi. Los de motor transversal se pueden tener en variantes mucho más asequibles con otra marca, y los de motor longitudinal tienen un comportamiento cuando menos discutible.
En cuanto al cuarteto de segmentos B de VAG, yo he probado dos de ellos en su versión actual, el Ibiza y el Fabia, y la verdad es que hay que ser muy detallista para encontrar diferencias significativas. Si tuviera que decir algo diría que quizá el Ibiza va algo más sujeto y el Fabia es algo más confortable, pero para mi si me tuviera que decidir entre estos dos el factor definitivo sería el precio puesto que las diferencias no son suficientemente grandes como para descartar definitivamente uno en frente del otro sólo por méritos propios de los coches.
En cualquier caso, estamos hablando de coches muy estables y no especialmente divertidos en las curvas, en mi opinión van demasiado «por el sitio» como para poder disfrutar conduciendo realmente en una buena carretera de montaña. Nada que ver con un Mini o un Renault RS.
Por otra parte, el Mini juega totalmente en otra liga (al menos el de primera generación). Es una máquina muy seria y un coche para «conductores». Es más delicado al limite, sin duda, pero mucho más satisfactorio en una carretera a juego con el coche. En comparación los segmentos B de VAG son como lavadoras.
@6: Claro, ahi esta la virtud ( y tambien el defecto); Vag como gran empresa que es, quiere llegar a cuanta mas gente mejor y opta por hacer coches «democraticos» hablando en terminos de conduccion. Busca que al menos un 70-80% de los compradores de cualquiera de sus marcas pueda subirse a un coche, girar la llave y llevarlo deprisa sin tener que tener ningun master en pilotaje ni que le entren sudores frios en cada curva o tenga amagos de taquicardia.., no se si me explico..
Y claro, entre coches que comprten la misma o muy parecida plataforma, las diferencias siempre son de matiz. Y Seat es la que en mayor o menor medida consigue acercarse mas a ese reducto de aficionados que se salen del porcentaje antes mencionado.
Porque si, es verdad, Renault tiene los RS, pero el resto de la gama no es para tirar cohetes, con algunas excpeciones como el Laguna con tren trasero direccional. En este sentido un Ibiza «normal» es mas «deportivo» que un clio equivalente.
Y Peugeot, la que fue la referencia en deportividad «democratica» durante tanto tiempo, ha perdido un poco el rumbo y sus productos, no siendo para nada malos, ya no son puntas de lanza en este sentido.., incluso su presencia en competicion esta practicamente extinguida..
Y no solo eso, sino que en algunas versiones de Seat han conseguido superar en comportamiento y sensaciones a algunas marcas que se las dan ( o daban) de»cuore sportivo», y no digo mas..
Y es que,de algo tiene que servir tener ( o haber tenido?) un departamento de competicion y versiones deportivas, que durante tiempo ha sido la envidia ( aunque sin dar apenas apoyo) de la propia casa matriz, VW.
Para mi, de los que yo he probado, y sin querer sentar cátedra; mi segmento B preferido «normal» (Mini aparte) es el Citroen DS3. Consigue un muy buen compromiso entre comodidad y estabilidad y con un eje trasero que sin llegar a los extremos del Mini si que es mucho más participativo que cualquiera de los segmento B de VAG.
Ah, y por cierto, estoy totalmente de acuerdo con lo comentado en @7, pero si hablamos de Audi y su pretendida deportividad (y sus precios claro) el comportamiento del A1 (o del A3, A4, A5, etc…) se me antoja muy corto…
@9: Pues no te sabria decir, hace mucho que no me subo a un Audi, el ultimo que probe era un Coupe V6 2.8 Q del 93.., y anteriormente un A3 1.8 de los primeros y en ninguno de los dos hay un asomo de deportividad, de los actuales ni idea, aunque yo personalmente no le haria ascos a segun que versiones..
Habiendo un A1 con un 2.0 turbodiesel y un Passat con un 1.6 turbodiesel, está claro que vivimos tiempos heterogéneos en el mundo del automóvil.
Buenas!
Puedo refrendar totalmente el comentario de que el A1 con suspensión deportiva y llantas de 17″ es un coche incómodo. Tuve la oportunidad de probar uno hace dos años, a raíz de un evento deportivo patrocinado por la marca en la ciudad de Cartagena, y era muy incómodo, y más aún sentado en el asiento trasero.
Además, parte del recorrido, cosa que no entiendo aún, discurría por el antiguo cuartel de Antigones, cuyas calles están adoquinadas, y la mala filtración del empedrado influía incluso en el tono de voz.
Fue, en ese aspecto al menos, una decepción por lo que me esperaba, quizás demasiado, de ese coche.
Saludos
Albert
@12: Uff, los adoquinados ponen a prueba hasta la mejor suspension; si un coche te parece comodo de suspension metelo en una calle adoquinada.. es como la prueba del agodon!, no falla!
Una vez mas, un fabricante que confunde suspension dura y de corto recorrido con suspension deportiva..
@13 Y cuantos van? El nuevo Clase A adolece del mismo problema…
@14: Unos cuantos, de serie o en opcion, aunque afortunadamente cada vez menos..; en los 80 un ejemplo claro era el Fiesta XR2, un buen coche estropeado por una pesima suspension, dura, poco absorbente y de corto recorrido; eso si, el coche quedaba de lo mas pinton..
Tambien el Corsa GSI mkI que tuve era un estilo asi, pero menos grave..
Respecto este asunto de las modas de las suspensiones «deportivas» se publicó hace un par de días un muy acertado artículo de Guillermo Alfonsín en Autoblog.es.
@2. Estoy completamente de acuerdo contigo, pero el problema está en que a la mayoría de compradores de estos coches les trae al pairo el sonido del motor, la gama de revoluciones, la finura, etc…Lo que les «pone», imagen de marca aparte, es pegarle un pisotón al acelerador en 5ª o 6ª y que el coche coja velocidad como un poseso.
Saludos.
@16 Muy interesante el artículo.
Es curioso que se menciona dos marcas, con las cuales tengo experiencia directa y coincido casi plenamente en las apreciaciones. Si algo me ha enseñado mi coche (Mazda MX-5) en nueve meses es que no se necesita una suspensión dura para disfrutar conduciendo. El MX-5 es uno de los coches mas confortables (a nivel de suspensión al menos) que he conducido y aún así tiene un tren delantero incisivo, buen agarre, es ágil y no tiene nada de subviraje. Además es muy noble al límite.
En cambio el Abarth 500 (el de serie) es un coche con el que vas rebotando constatemente, incomodo de suspensión, y con el que ni siquiera es que disfrutes excesivamente de la conducción. Eso no quiere decir que no haya coches con suspensión dura que se disfruten (por ejemplo el BMW Mini Cooper S de primera generación), pero no es condición sine quanon.
En conclusión, mejor un buen chasis bien puesto a punto que una suspensión dura y unas ruedas anchas y de perfil bajo.