Hace unas pocas semanas, cuando ya se conocía el previsible resultado de las pasadas elecciones, empezó a circular un rumor que no sé si era un simple bulo o tenía visos de veracidad, pero que en cualquier caso me puso los pelos como escarpias: el ínclito Pere Navarro se estaba postulando ante el PP para que le mantuviesen en su puesto de Director de la DGT. Incluso había un rumor colateral, y era que en el PP se lo estaban pensando, debido al descenso de siniestralidad vial que se ha ido produciendo en los últimos años; descenso que los menos avisados atribuyen exclusivamente al mérito de las campañas represivas y de la persecución indiscriminada de la velocidad. Lo cual supone olvidar la paulatina mejora de las infraestructuras viales, y sobre todo, el cada vez mayor porcentaje de vehículos dotados de ABS, ESP, faros de gran potencia lumínica, neumáticos de mayor adherencia en verano o de “contacto” en invierno, avisador de “ángulo muerto” y diversas otras tecnologías que han ido elevando el nivel de la seguridad activa y pasiva. No tengo ni la menor idea de por dónde respira el nuevo ministro de Interior al respecto; esperemos que Dios le ilumine y nos libere de seguir soportando a semejante individuo al frente de dicha Dirección General.
Pero, mientras tanto, las campañas “informativas” de la DGT siguen los cauces habituales, y hace unos pocos días, mientras realizaba una de las pruebas que publico en este blog, pude escuchar por la radio del coche dos de las “perlas cultivadas” con las que dichas campañas acostumbran a regalar periódicamente nuestros oídos. Ambas iban encaminadas, cómo no, a meter miedo en el cuerpo de cara al éxodo vacacional de estas Navidades, ofreciendo como solución la de circular despacio, sin otras matizaciones; se supone que el mensaje iba dirigido tanto a los rápidos como a los que ya circulan a 90/100 por la autovía (y no siempre por el carril derecho), o a los que van a 70/80 por una carretera normal, con una larga fila de coches detrás suyo. Una “perla” era que “correr es insolidario”; y la otra que “para llegar antes, lo que hay que hacer no es correr, sino salir antes”.
Como creo haber manifestado ya en más de una ocasión, cada vez llevo peor que me tomen por tonto; admito que intenten engañarme, o seducirme con argumentos falsos pero inteligentes, ingeniosos y bien buscados, de los que te hacen reflexionar durante unos momentos antes de encontrar la forma de rebatirlos, porque sabes que hay trampa, pero requiere un cierto tiempo hilvanar el argumento para desmontarlos. Pero que me lancen una absoluta memez, a ver si cuela, es algo que no soporto, porque lo considero un total insulto a mi inteligencia y, por supuesto, a la del resto del colectivo al que va dirigida dicha memez. Como no soy quien para protestar por cuenta de dicho colectivo, a quien no estoy seguro de representar (al menos en su totalidad, aunque presumo que sí a cierta parte de él), me conformaré con protestar por mi cuenta y riesgo, y echar por tierra dichas memeces.
Para empezar, ¿qué puñetas entendemos por “correr”? ¿Simplemente ir más rápido que el promedio (50%) del resto de usuarios, o que el 70% de los mismos, o tal vez que el 90% de ellos? ¿O por el contrario, debemos tener unas referencias fijas numéricas, que se supone son los límites legales de velocidad en cada tramo de vía por la que circulamos? ¿Debemos considerar que ese nebuloso “no correr” tiene los mismos límites con independencia del vehículo que estamos conduciendo, sea éste un Audi A4 de tracción quattro, o un utilitario “todo atrás” de hace 40 años que todavía se mantiene en la familia como coche de apoyo para determinados momentos? ¿Será el mismo para el padre de familia, un hábil conductor de 50 años, con 30 de experiencia al volante, que para su hij@ de 18 años que acaba de sacarse el permiso? ¿O quiere decir sobrepasar lo razonable respecto a nuestra habilidad, al coche que conducimos, a la vía, a la densidad de tráfico y a la climatología?
Por supuesto, este “no correr” va dirigido a la velocidad de crucero en recta, ya sea de autovía o de buena carretera; ni la menor referencia a transitar por una carretera secundaria de montaña en estado de conservación y señalización más o menos dudoso, donde incluso el límite legal genérico ya puede resultar arriesgado (y en donde, por supuesto, no te encuentras un radar ni por equivocación). No, lo que cuenta para ellos es la velocidad absoluta, en las circunstancias más fáciles y favorables; no entienden, o no quieren entender (no sé lo que es peor), que la velocidad es un concepto absolutamente relativo en función del trazado, de la calidad del pavimento, de la aptitud del conductor, del automóvil concreto, del flujo de tráfico, de las condiciones de visibilidad y de algunos cuantos etcéteras más.
Esa demonización del “correr” responde a una filosofía retrógrada, que en ocasiones se disfraza de ecológica (por lo del consumo y emisiones), y que intenta negar una característica esencial e innata del automóvil: la velocidad. Como he escrito en repetidas ocasiones, para ir a paso de burra ya teníamos el carro, y todas las grandes migraciones de la historia se hicieron a pie. Durante milenios, lo más rápido que teníamos era el caballo en distancias cortas, y el barco de vela en las largas. Pero la aplicación de la máquina de vapor, el motor eléctrico y el de explosión al barco de vapor, al ferrocarril, al automóvil, el camión y el autobús, y finalmente al avión, se llevó a cabo, básicamente, para aumentar tanto la capacidad de carga como la rapidez de los desplazamientos; incluso más, en un principio, que a mejorar el confort y la seguridad de los mismos, me atrevo a decir. Tanto el aumento de la carga como de la velocidad media operativa respecto a lo disponible hasta mediados del siglo XIX, son conceptos básicos si queremos entender la esencia de todos los sistemas modernos de transporte.
Pero no hay peor sordo que el que no quiere oír; porque el temor a que viajar en ferrocarril a mayor velocidad que un caballo galopando podía traer peligrosas secuelas para nuestras vísceras, o la ley británica (cuya derogación celebra la Londres-Brighton) que obligaba a que delante de un automóvil fuese un ser humano agitando una bandera roja, al menos estaban motivados por el desconocimiento, al margen de una posición apriorística muy conservadora, por no decir retrógrada. La postura de la DGT y de “Stop accidentes”, es simple encastillamiento en querer convertir en esencial el accidente de tráfico, cuando no es sino una consecuencia colateral, por más que muy trágica y difícil de erradicar, del fenómeno básico: el tráfico por carretera. Con este planteamiento, puesto que todavía existen (y existirán, por unas u otras causas) descarrilamientos, naufragios y accidentes de aviación, se deberían prohibir los trenes, los barcos y los aviones. Porque en estos casos, la velocidad no tiene mucho o incluso nada que ver: son accidentes connaturales a los propios sistemas de locomoción.
La diferencia del automóvil con esos otros sistemas de transporte es que la intervención del ser humano es muchísimo más numerosa, y no está limitada a unos pocos pilotos profesionales; además, la proximidad física entre los vehículos es mínima, por lo que el riesgo del contacto es mucho mayor. Por ello, la única posibilidad real de disminuir de forma importante (no de eliminar, ya que esto es un desideratum farisaico) la siniestralidad es la de mejorar los tres elementos que conforman el tráfico rodado por carretera: la vía, el vehículo y el conductor. En los dos primeros campos se ha avanzado mucho, aunque siempre quedan cosas por hacer; pero en el tercero seguimos más o menos como hace un siglo, por una actitud a la vez demagógica y pusilánime. Habría que empezar por apartar a ese 20 a 30% de personas que no reúne las mínimas condiciones psicofísicas para conducir con seguridad; y al resto de conductores, darles una formación teórica y técnica que permita manejar el coche y manejarse en el tráfico con civismo, habilidad y responsabilidad. Y admitir que las infinitas combinaciones de coche/conductor tienen unas limitaciones variables y esto no es malo en sí.
Por ello, esa oposición ciega al simple concepto de velocidad, ese retrógrado “no correr”, es un salto atrás en el progreso de la sociedad; puesto que en muchísimos accidentes la causa no es la velocidad absoluta, sino la inadecuada para un conjunto coche/conductor concreto, o fallos del vehículo (casi siempre por mal mantenimiento), de la infraestructura, de señalización o del propio conductor (distracción en primer lugar, y luego ineptitud, alcohol y drogas en horas de días muy concretos, incapacidad psicofísica, cansancio, etc). Por ahí es donde hay que corregir, y no por ese “no correr” que entronca con el ya obsoleto tríptico de fotos de niños en el salpicadero con la leyenda “No corras, papá”, cuando debería decir “Papá, aprende a conducir bien”. Cierto que en una entrevista publicada en la revista para los clientes de una marca, realizada a un supuesto experto en tráfico (un periodista americano de otros temas que, ya mayor, se interesó por éste porque había sufrido un accidente), el entrevistado nos ilumina con la idea de que “todos nos creemos que conducimos mejor de lo que en realidad lo hacemos”. Puede ser cierto en muchísimos casos; pero la demostración de que el experto no era tal es la falta de no citar a continuación que esto se cura asistiendo a un curso de perfeccionamiento de conducción, lo cual es mano de santo para descubrir cantidad de defectos.
Pero volvamos a los dos consejos de la DGT escuchados por la radio; y vamos primero con lo de que “correr en insolidario”. Esto, en nuestro rico idioma, puede ser calificado de muchos modos: desde confundir la gimnasia con la magnesia hasta coger el rábano por las hojas, pasando por confundir el culo con las témporas. Porque ya es un tiro largo intentar relacionar el hecho de circular algo más rápido que el promedio (supongo que eso entiende por “correr” el perpetrador de la frase) con el concepto de insolidaridad respecto al resto de usuarios de la vía, porque también supongo que a ello intenta referirse. Rebuscando de modo enfermizo en las motivaciones para emitir tal afirmación, veo tres posibilidades, todas ellas bastante descabelladas, que iré desmenuzando una por una.
Es posible que el cultivador de esta “perla” parta de la base de que todo aquel que circula lo que él entiende por “corriendo” lo hace de manera desaforada, achuchando indiscriminadamente a todos los demás conductores, adelantando de manera salvaje, y tomando las curvas ciegas y los rasantes por el carril contrario. Es cierto que, en un muy mínimo porcentaje, hay conductores que hacen estas cosas, pero más que de insolidario, ese comportamiento hay que tacharlo directamente de criminal o cosa parecida. También podría ser que, con una análisis más sutil, nuestro ideólogo crea que el mero hecho de adelantar a otro conductor, le crea a este último ciudadano un trauma psicológico profundo, por lo que no debemos adelantar nunca a otro vehículo en carretera, ya que traumatizar a su pobre conductor es un acto insolidario para con el mismo.
Y la tercera y última posibilidad que se me alcanza es que dicha insolidaridad sea respecto al conjunto de la sociedad, ya que “corriendo” se consume más combustible que yendo más despacio. Esto puede ser cierto para el mismo conductor manejando siempre el mismo coche; pero también se da el caso de que un conductor más hábil técnicamente pueda circular más rápido que otro y consumiendo menos, a igualdad de coche. Pero al margen de esto, en primer lugar olvida que también el tiempo vale lo suyo; no digamos si el que viaja es un alto ejecutivo, que tiene muy claro aquello de que “time is money”. Y si llevamos esa insolidaridad energética al extremo, el que viaja en un coche más seguro, equipado, grande y pesado es insolidario, ya que consume más que con un cacharro de 800 kilos que son cuatro chapas y un motor. Si entramos en esa espiral, acabaremos en el hitleriano concepto que llevó al nacimiento del Volkswagen (el “coche del pueblo”), conduciendo todos el mismo coche y a la misma velocidad, pero muy solidarios.
Y ya podemos saltar a la otra joya sobre la filosofía de los viajes, consistente en que “para llegar antes, lo que hay que hacer no es correr, sino salir antes”. A esto se le llama jugar con la ecuación espacio/tiempo; pero el planteamiento está viciado de raíz, y por varios conceptos. Es posible que los lectores más veteranos y asiduos de este blog recuerden la primera entrada que publiqué, hace ya casi dos años, bajo el título de “Nostalgia”, y en el cual recordaba con cariño, y cierta melancolía, lo que suponía en las décadas de los 50, 60 e incluso 70, plantear un viaje largo con toda la familia. Porque la frasecita perogrullesca no es otra cosa que recordar de mala manera lo que todos debemos saber: un viaje de kilometraje importante (en los muy cortos la diferencia de tiempo se deberá más bien al tráfico que a nuestro crucero) debe plantearse con un mínimo de logística.
Pero la trampa reside en que lo que la gente busca no es llegar “antes” (¿antes de qué?, me pregunto), sino llegar en función de dos conceptos: a una cierta hora más o menos fija, debida a citas previas, a horarios de comida o cena, a organizar un apartamento “antes de que nos den las tantas” o a cualquier otro motivo absolutamente lícito; o bien llegar “lo antes posible”, para no aburrirse en carretera o porque andamos ya un poco justos de tiempo para cumplir con los horarios antes comentados. Lo que ocurre es que el promotor del “salir antes” parece partir de la base de que cualquier conductor que intente “llegar antes” lo hace a base de lo que previamente he comentado: achuchar, adelantar a lo bestia, saltarse la línea continua y trazar por el carril contrario las curvas ciegas.
Es posible que este planteamiento pesimista esté justificado en el caso de algunos conductores, pero que sea la DGT quien promueva como solución lo de “salir antes” es algo que se queda muy alicorto. Porque como un conductor mal educado (en el más amplio sentido técnico, legal y cívico de la seguridad vial) se sienta presionado por el reloj, es probable que comience a cometer imprudencias, más que voluntaria y fríamente decididas, por un fallo al calcular distancias, tiempos y velocidades a la hora de realizar un adelantamiento o de negociar una curva. También hace tiempo que escribí otra entrada bajo el título de “Tener prisa”, en la que recordaba que es inútil querer convencerle a alguien de que no tiene prisa cuando en realidad la tiene; lo que hay que hacer es recordarle que, como se dice incluso en competición automovilística (donde “correr” es primordial), lo que debe primar es el concepto de que “para llegar primero, primero hay que llegar”. Y si nuestro objetivo no es llegar los “primeros”, puesto que no se trata de una competición, sino de un viaje, pues razón de más para ello.
Si el viaje a programar lo conocemos bien, y más o menos el tráfico que suele haber en función de la época y el día de la semana, podemos afinar bastante en cuanto al tiempo que vamos a tardar, salvo imponderables (obras o carretera cortada por accidente). Pero esa pérdida de tiempo no se puede cuantificar, porque puede ser de cinco minutos o de más de una hora; así que añadiremos entre un cuarto y media hora de tiempo, por si acaso, y si pasa algo más serio, nos conformaremos y no intentaremos recuperar el tiempo con maniobras arriesgadas. Pero si empezamos a añadir cuartos de hora por aquí y por allá, por aquello de que hay que “salir antes”, podemos acabar llegando al apartamento cuando todavía no está disponible, con el coche cargado y los niños dando la lata, y sin saber qué hacer.
Cuando el viaje corresponde a una época de puente vacacional, como para estos consejos de cara a las Navidades, no vale lo de “salir antes”, porque resulta muy difícil calcular cómo serán de largos los atascos. Y exagerando lo de “salir antes” podemos acabar levantándonos demasiado pronto y sin haber dormido lo suficiente, lo que nos llevará al cansancio en un viaje que puede ser bastante más largo de la previsto. Así que lo que hay que hacer es ser razonables y conformarnos con lo que nos encontremos en la carretera, olvidando lo de “salir antes” o “llegar después”.
Este tipo de consejos genéricos, que no ofrecen soluciones concretas, sirven de muy poco; no olvidemos el eterno recurso al “procurar escalonar las salidas y retornos”, sin aportar ideas concretas en función de las cuales realizar el escalonamiento, para acabar (como muchas veces ocurre), haciendo todos lo mismo, y la peor hora teórica acaba siendo la mejor. Por no citar la dificultad más evidente: las obligaciones laborales, que nos condicionan salida y retorno, so pena de perder tiempo vacacional. Y si entonces resulta que todos hacen lo mismo, y encima de recortar las vacaciones cogemos unos atascos monumentales, lo lógico sería que nos acordásemos del consejero de “escalonar” y de toda su parentela hasta la quinta generación.
El “buenismo”, en todo tipo de consejos genéricos (y no sólo en temas de tráfico) sirve de poco, si no va acompañado de recetas concretas, prácticas y relativamente fáciles de aplicar. Y en el tema de la conducción, absolutamente nada sustituye a enseñar a conducir bien (que no quiere decir necesariamente conducir muy rápido) en todas sus facetas: la puramente técnica de manejo del vehículo, la del conocimiento del Código, y sobre todo, la del civismo y aplicación del sentido común; esto último nos puede librar de muchas situaciones comprometidas. Pero como éstas requieren muchas veces resolverse en décimas de segundo, el sentido común sólo puede aplicarse a partir de un conocimiento suficiente y casi instintivo de la maniobra a realizar; si tenemos que pensarlo demasiado, ya es tarde. Y esta rapidez nos la da exclusivamente el dominar suficientemente una buena técnica de conducción. Nada sustituye eficazmente a esa buena enseñanza, y entonces sobran los consejitos “buenistas”.
Muy bueno el artículo sr. Arturo de Andres, sobre todo por ser una crítica tan bien razonada, coincido totalmente, ya que por mi trabajo realizo un alto kilometraje a diario, y circular «más rápido» me puede suponer ganar hasta una hora al día, y poder dedicarla a lo que me plazca.
Eso mucha gente no lo entiende, y de eso, es de lo que se habla cuando nos referimos a procuctividad.
Un saludo
El otro día iba yo por el paseo de la Castellana de Madrid con mi coche y escuché por la radio eso de que «correr es insolidario». Tal y como lo escuché, paré el coche -era hora punta, no me fue muy difícil-, me bajé del mismo, quitéme pantalones, jersé, ropa interior calzoncillos inclusive, abrí el maletero, saqué del mismo una manta mugrienta que llevo de improvisado mantel para inopinados picnics de noches veraniegas, y frotémelo agitadamente por la entrepierna mientras ejecutaba una elaborada coreografía.
La cosa duró bastante, de hecho se montó un corro de pesetos jaleándome, pero todo se torció cuando en una vibrante cabriole propiné un puntapié brutal a una rata con un trapo que respondía al nombre de Fifí, se conoce que retoño de una señora que venía de Serrano cargada de bolsas de butís.
Por mas que el tema esta muy hablado, no puedo dejar de felicitarle por el articulo.
A mi tambien me sorprendio ( es un decir viniendo de la DGT), la simpleza del slogan en cuestion. Realmente es increible el concepto tan bajo que tiene la administracion del ciudadano medio en todo tipo de aspectos, tambien, como no, en el del trafico.
Porque aunque no este al alcance de cualquiera razonar de modo parecido al Sr. de Andres, creo que, en general, hay suficiente capacidad como para exigir que se le expliquen las cosas algo mejor ( si es que hubiera algo que explicar..).
Porque si de lo que se trata es de hacer lo que hace todo buen padre o madre cuando su hijo coje el coche o la moto, con un simple » circule con responsabilidad y disfrute de las fiestas», seguro que hubiera bastado.
Apartar al 20 o 30% de inútiles que hay en toda actividad, cargo, responsabilidad, acción, tarea… Ese es el sueño de cualquiera con dos dedos de frente; por lo pronto, los que quedaran elevarían la media lo suficiente para que todos no tengamos que ser tratados como tontos en todos los ámbitos de la vida; hoy en día leerse el manual de instrucciones de cualquier aparato te hace pensar que el ser humano es absolutamente imbécil… Y mejor no hablar de la publicidad, los comunicados del gobierno o cualquier grupo político, etc etc.
Ya que Don Arturo puntualiza tanto, y con independencia de que estoy básicamente de acuerdo con lo que dice, algunas cosillas:
1) Cuando dice (SIC): la proximidad física entre los vehículos es mínima, esto significa en castellano que circulan alejados, tendría que haber dicho que esta es máxima.
2) Respecto a retirar del tráfico a los menos dotados, vamos en sentido contrario, se permite ahora la circulación de coches de plástico, sin protección alguna y sin carnet de verdad (el de ciclomotor), especiales para gente que no puede sacarse el carnet, y que es un peligro por esa y otras muchas razones. Habría que distinguir entre borrachos, drogatas y piraos y mi suegra, que es poco hábil pero no peligrosa.
3) Los mensajes de la DGT claramente indican el nivel de quien los envía, quien los redacta y quien los selecciona. Preocupante. Y el subnormal ese se quiere reenganchar….
Plas plas plas plas plas.
Se puede decir más alto pero no más clarito. El miedo es libre, sí, pero puede ser inducido.
De la incidencia en la siniestralidad del descenso del consumo de carburante un 7% este año no dice nada la DGT $.A., ni de consabido giro en la interpretación de estadísticas años ha, tampoco nunca más se supo.
Un buen artículo, don Arturo. Gracias.
El señor Pere Navarro ha aplicado hasta la saciedad la tiranía del mediocre. Sin vergüenza alguna, irresponsablemente, sin educación ni respeto (ahí están sus ruedas de prensa). En toda la historia de la DGT, incluido el tiempo en que tenía por nombre Jefatura Central de Tráfico, no ha habido peor gestor al mando. Mi apuesta va a que no seguirá en el cargo y me alegro, pero… tibiamente, con tristeza y rabia, porque quien lo sustituya tiene una ardua tarea para desmantelar los falsos cimientos sobre los que el Sr. Navarro ha construido el pretendido logro histórico en seguridad vial. Se irá cubierto de gloria por los medios de comunicación generalistas que tantas veces han ensalzado su labor; medios, que crucificarán a quien ocupe su puesto en cuanto haya una tendencia al alza en el número de accidentes, heridos y muertos.
Lo más curioso de todo esto es que la labor de Pere Navarro carece de relación causa-efecto con el menor número de accidentes en las carreteras. Éstos, estaban disminuyendo antes de la entrada en vigor del dichoso carné por puntos, de la siembra de radares, etcétera. Y lo estaban porque desde comienzos de los 90 hay un cambio espectacular en las carreteras; las autopistas y autovías, per se, disminuyen el número de accidentes de un modo notable; en esa década también se produce un cambio muy importante y positivo en los coches accediendo muchas más personas a ellos y teniendo así muchas más posibilidades de supervivencia en caso de accidente. Comienzan a funcionar los trenes de alta velocidad, aumentan los aeropuertos y las conexiones aéreas con precios increíbles en los billetes de avión que sustraen significativamente usuarios a las carreteras y a finales de 2006 los primeros indicios de la crisis. Poco después aparecen síntomas más numerosos y evidentes, entre ellos, una muy notable disminución del número de vehículos circulando. Estos hechos son los que han logrado disminuir los accidentes de tráfico, y aunque no lo puedo probar, estoy convencido de que con las estadísticas se hace trampa, por si no fuera bastante.
Con el conductor la política que ha seguido Pere Navarro ha consistido en: meterle miedo, engañarlo, atracarlo y tratarle como un criminal, aún sin provocar ningún riesgo. La educación vial sólo le provoca desprecio, nunca antes habían salido tantas personas tan mal preparadas después de darlas por aptas en el examen de conducir, bajó el listón escandalosamente. Con todo, lo que más me preocupa es constatar que hay muchas personas con miedo y engañadas, el mensaje ha calado, desgraciadamente, D. Arturo, en un importante porcentaje de conductores los absurdos mensajes que usted tan bien critica han hecho mella. Muchos creen verdaderamente que con llevar el cinturón, no beber y el eufemístico “no correr”, nada malo les puede ocurrir, cuando es evidente que sólo con esas premisas no es que les pueda pasar algo malo, ¡es que les va a pasar!
El número de accidentes graves en vías urbanas ha aumentado notablemente, y tanto dentro como fuera de poblado los comportamientos torpes, egoístas e insolidarios también, enraizados en un extremado sentimiento de individualidad y envidia. ¡Lástima!
El mensaje de la DGT es el de siempre, el difuso tengan cuidado ahí fuera.
Sacarle pelos a las calaveras en un ladrillo de ocho mil palabras es el privilegio del señor de Andres, en deferencia a su trayectoria profesional.
Siga o no siga el señor Navarro, el gobierno entrante no va a cambiar ni un milimetro en materia de seguridad vial. ¿Porque lo va a hacer? ¿Por las quejas de los que ven el automovil como algo más que un electrodomestico?
Este tema se ha convertido es el madrid barsa, datos no aportamos ninguno o los sacamos maquillados, pero convencimiento todo el del mundo.
Dejando claro que, en general, estoy de acuerdo con lo Expuesto por D. Arturo, quisiera decir un par de cosas:
1. El próximo responsable de la DGT seguirá la línea marcada bien por que será la misma persona, bien porque siendo otro, se apoyará en los resultados de su antecesor y no se arriesgará a hacer cambios que las cifras de siniestralidad puedan dejar en evidencia.
2. Quisiera que D. Arturo me aclarase de que manera se podrían redactar las normas de circulación para reflejar de manera clara todas esas subjetividades relativas a velocidad adecuada dependiendo del vehículo, pericia del conductor, condiciones de la vía, etc. Creo que, mal que nos pese, la única forma de tener unas normas claras es la actual y aún así nos vemos, de vez en cuando, sujetos a la subjetividad de algunos agentes.
Estoy en pleno acuerdo con el autor, como cada vez que toca estos temas, y supongo que el sr. Navarro se ira, o lo echaran, pero dudo que el que venga sea mucho mejor. Ademas la mayoría de los conductores ya han entrado en la dinámica del miedo, se han acostumbrado a conducir despacio, acongojados, pero por otra parte distraídos y con una técnica de conducción que en vez de mejorar empeora. Y sobre todo con muy poco sentido común y respeto por los demás, aplicando el «si tengo razón, tengo razón y lo hago» del que están llenos los cementerios y los chapistas. Como no van muy atentos, y no saben conducir demasiado bien, cada vez que hacen un viaje un poco largo se les pone el corazón en la garganta en un par de ocasiones, normalmente por que cuando se dieron cuenta del peligro este ya esta muy cerca. Y estos conductores, el día que se decidan a correr un poco mas, van a ser realmente peligrosos. Supongo que los expertos de «la cosa» lo sabrán y por eso dudo que cambie el tema de la represión de la velocidad.
Personalmente lo que me corroe las entrañas es llamar insolidarios a los que no van despacio. Debe se que los solidarios son los que se marcan una avenida entera a 35 por hora y cuando llegan a un semáforo en ámbar aceleran, dejando el rojo para ti. O los que no son capaces de apartarse para facilitar la entrada a la autovía a un vehículo pesado, obligando a este a entrar a la autopista casi desde parado, con el consiguiente peligro para los demás.
En realidad es al revés de lo que dice gafitas rojas, y yo nunca he oído un mensaje de la dgt que diga que para estar en la carretera hay que empatizar con los demás y facilitar la circulación de todos en lo que se pueda, por que la relación con los demás usuarios de la vía es la mas importante en el tráfico (el coche hace lo que le ordenamos, la carretera esta quieta, la incertidumbre viene mayormente de los otros vehículos). Para empezar a discutir si se es solidario o no primero habría que mentar estas cosas. Y ni siquiera estoy seguro que la solidaridad en sí sea una idea aplicable al tráfico.
A.A una vez más lo ha bordado,totalmente de acuerdo con sus planteamientos.
Gafitas rojas seguirá aunque no conduzca coche,aunque se caiga cuando va en moto,aunque obligue a superar los límites de velocidad a quienes le llevan por la seguridad ¿acaso su seguridad? aunque amedrente,asuste a los conductores,aunque interprete sesgadamente «sus estadísticas»,aunque ordene o consienta que la Guardia Civil retire la documentacion a propietarios de motos Harley-Davidson a los que finalmente un Juzgado les de la razón y se la quite a gafitas rojas.Todo un personaje gafitas rojas.
Limpiese con mucha delicadeza y esmero: zapatero
Quítese de la calzada el barro: pere navarro
Lo mismo con el campeón señor Blanco
Ya se quitó el amigo Camps
Una nueva España, más limpia, más inteligente, más libre ..
Muy buen artículo, en la línea del Sr. Arturo.
Otra perla reciente que he oido de esta Des_Dirección General de Tráfico es: «Algún día habrá 0 accidentes»
Pues bien, siendo la circulación una cuestión inexacta, sujeta a batantes imponderables imposibles de controlar al 100%, ese objetivo o afirmación es digno de alguien con pocos dedos de frente o de simplemente no saber de lo que habla, otra memez, vamos.
Como siempre, en la diana, D. Arturo. Lo que no creo es que el actual presidente del gobierno, más que nada por falta de valor político, vaya a cambiar el planteamiento de igualar a todos por debajo que siempre ha gustado tanto al socialismo, sea en materia de tráfico como en materia de educación, como en otros aspectos de la vida: aprobado general para todos, que todos seamos iguales -de torpes, se entiende-, que todos tengamos las mismas oportunidades -para conducir, se entiende- aunque haya gente que no deba conducir jamás, etc. Escogerá a otro político con ganas de decir las mismas chorradas y mentiras que ha estado repitiendo el que todavía supuestamente dirige el tráfico en España.
Este artículo Sr. Andrés es tirar al pim pam pum. Me hubiera gustado verle a usted sufriendo los límites de velocidad impuestos en Catalunya hasta hace poco. Km. y Km de autovías de tres carriles limitados a 80Kms. hora. Para dormirse al volante y mas, de noche.
Cuando pasaba por autovías de Madrid y veía como sugerencia: (tramo peligroso, reduzca a 100 Kms. ), me entraban ganas de no volver a Catalunya amén de acordarme del tripartito y de la madre que..
Es correcto considerar que la mejora de la seguridad en los automóviles (inclusión de ABS, ESP, Airbags), se ha dado en toda Europa.
Sin embargo, en España se ha mejorado más que en el resto de Europa.
Es de suponer que los mejores conductores deben ser aquellos que combinan una adecuada experiencia con unos correctos reflejos… entiendo que la franja entre 35 y 45 años de edad…
Con menos años se tiene menos experiencia, con más años, los reflejos y la capacidad de atención va mermando…
Pues esa precisamente, es la franja de edad con más accidentalidad de todas.
Por primera vez, los conductores con más mortalidad han sido los que en teoría tienen mejores condiciones para ser más expertos y a la vez capaces.
Sugiero leer el anuario estadístico de 2010, y el informe preliminar de 2011, antes de intentar sacar conclusiones elaboradas sin datos y a base de sensaciones y suposiciones basadas en éstas.
Para mí, sería buena idea que siguiera Pere Navarro. En este país estabamos peor que la media en mortalidad en carretera, y ahora estamos a niveles parecidos a los de la «Santa» Alemania.
(Y mejor que Francia, y mejor que Austria, y mejor que Bélgica, etc. etc.).
Por cierto:
Lo de que Pere Navarro pueda seguir, no parece nada extraordinario. Lean, lean:
http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/piropos-pere-navarro-1300668
@17: Es un detalle que le honra J.F. Diaz el reconocer los meritos del anterior govierno, pero veo dificil que mantengan a Navarro en el cargo; es posible que mantengan a su equipo pero no a el, por una cuestion meramente de orgullo politico. En este pais es demasiado joven todavia la democracia como para que se produjera un gesto de este tipo.
@16 Emprendeitor
Usted (y yo) somos del grupo de los menos avisados.
Tranquilo, Mariano que no es gilipollas, se cuidará de cambiar ni un gramo la politica del monstruo, siga o no.
Por cierto, en ese anuario se ve la evolución de la mortalidad con todos los muertos, treinta dias y vias urbanas incluidos. Si lo que se mira es la siniestralidad, los resultados aún son mejores.
En este blog se ha criticado que los muertos que daba la DGT no incluian los observados a 30 dias ni en vias urbanas. Si se incluyen, la reducción de muertes aún es mayor.
Parece que este tema solo se puede tratar desde la viscera. Incluso el señor de Andres, ya que no por diablo, al menos por viejo, podria esforzarse un poco más. Incluso con menos palabreria.
Y que pasa con el señor Navarro?
Si es como Mou, pero con buenos resultados.
Para algo bueno que ha hecho ZP.
D. Arturo, me llama la atención que con su edad siga pensando como sus compañeros de treinta y pico años menos, si D. Arturo, si se va más despacio habrá menos muertes, y más en España, por la muy poca cultura del motor y respeto a las normas y a los demás que hay, con lo que la solución más eficaz y barata es rellenar las carreteras de radares y poner más Guardia Civil vigilante. Y si tiene que ir de Madrid a Valencia a 120 km/h, esa es la ley y se acabó.
Aparte de esto, D. Arturo decirle que es un placer leer cualquier artículo que escriba, no hay ningún periodista del motor que llegue a su nivel hoy día.
Algunas cosillas:
1) Mayor de 70 años, que nunca tuvo una pericia excepcional al volante, con coche de gama media baja y frecuentemente viejo, a veces por falta de dinero, a veces por racaneria. Capaz de moverse en una circulacion que exija pocos reflejos y pocas prestaciones. Condiciones psicofisicas al limite, incluso con condiciones restrictivas.
¿Que coste social tendria sacar a esa gente del tráfico?
El Sr. de Andrés habla nada menos que del… 20-30%!!!. Las exigencias de seguridad varian según las condiciones de la circulación, no? A lo mejor esos tipos pueden moverse con cierta seguridad en ciertas condiciones y en otras no. Si intentamos bajar las condiciones medias para llegar a un punto aceptable para ellos, puede que en ciertas condiciones disminuya la velocidad media y la fluidez media de la circulacion. ¿Es insolidario o no es insolidario sacar al 15 o 20% (quizas haya un 10 o 15% que, absolutamente, no puede conducir con seguridad) del tráfico para que mejoren las condiciones para los que queden? ¿Que vayan en autobús? Muy bien, que los pongan primero los poderes publicos, y en zonas rurales, y a la hora que quiera el señor o la señora, y para todos los que vamos a sacar del tráfico, no como ahora.
2) ¿Es insolidario circular a gran velocidad? Eso me plantea la siguiente reflexión: a mayor velocidad, generalmente menos tiempo y espacio de reacción, que pueden compensarse con ventaja por un mejor comportamiento del vehículo y una mayor pericia.
¿Es insolidario circular rapido en una carretera con tráfico fluido? Yo creo que no, como no sea por el consumo. Menos insolidario que comprarse un coche de gama alta pudiendo comprarse uno de gama media y darle el sobrante a los pobres. Lo siento, no soy ni un comunista ni un santo, aunque no creo que sea malo serlo, al contrario. Seria uno de los cientos de cosas insolidarias desde ese punto de vista que hacemos y que no merecen especial reproche social. Desde ese punto de vista, los poderes publicos serian mas solidarios fomentando la repoblacion forestal y el control de los contaminantes. Pero no molesto a los demas.
¿Y en un momento de gran intensidad de tráfico?:
– Admitido que a mayor velocidad media, los tiempos de reaccion son menores, los demas usuarios, ¿no corren mas porque no les apetece o por civismo? Creo que hay de todo. Pero si hay gente que no corre mas para no complicarle a los posibles inexpertos las maniobras, creo que esos tipos son solidarios. A diferencia del Sr. de Andres, que llevará cerca de medio siglo probando coches, creo que hay mucho conductor que se sobrevalora. Y sobrevalorarse creo que si es insolidario, aunque no nos demos cuenta. E ir al limite de nuestras posibilidades lo es, porque aumentamos la probabilidad de error.
Pero convencele tu a un tio de que va al limite, y que llegara el dia que se equivoque, y a lo mejor es un muerto, o un tio que se queda babandose toda su vida, o a lo mejor solo es chapa y pintura. Y a lo mejor es positivo para la sociedad que a ese tio se le deje ir conduciendo al trabajo, o a gastarse el sueldo de turismo rural un puente, porque igual de otra manera no iba su familia. Y hay veces que quizas yo soy insolidario, porque los demas que circulan por donde yo voy, si se pusieran todos o la mayoria a circular como yo, no podriamos. ¿Esos tios van despacio porque les gusta o porque lo consideran mas civico? Duda cruel. Me imagino que habra de todo.
Creo que el trafico es una especie de ecuacion con al menos estos factores:
– Las condiciones psicofisicas.
– La formacion vial.
– La educacion vial y cívica.
– La psicologia de los usuarios de las vias.
– Las condiciones de las vias.
– Las condiciones de los vehículos.
– La normativa, en sus funciones de armonizacion de intereses (para mi la mas importante), motivadora (para mi la segunda mas importante) y retributiva (castigar al que incumple).
– Y seguro que me dejo varios…
Y hablar de uno sin referirse a los demas es simplista. Y la DGT es simplista cuando habla de la velocidad sin hablar de los examenes (y creo que la publicidad en la epoca Pere -Pere y los funcionarios de tráfico- ha tocado temas que antes tocaba menos, a lo mejor es que me he olvidado, pero antes no recuerdo tantas cuñas en radio sobre el uso del intermitente, o sobre la atencion, o sobre los accidentes in itinere, y no es que Pere-bendito de Dios-haya inventado la pólvora, sino que la sociedad algo avanza. Y por lo dicho, creo que la reduccion de accidentes es causa de la mejora de las vias -es que sin autovias el pais estaria colapsado con mas de 27 millones de vehiculos-, de los coches y -tambien- del permiso por puntos y del Codigo Penal.
Hay que recordar que para la DGT la circulacion de vehiculos es un fluido, en el que grandes cantidades de vehiculos moviendose se comportan de una manera determinada, y no les importa si en el accidente se mata el sr. Andres, me mato yo o se mata algun imbecil -Dios nos libre a los tres, imbecil incluido-. Y, aun asi, es simplista que la direccion de la DGT insista en la velocidad sin meter en vereda a nuestras amigas algunas autoescuelas, sin reformar los examenes y la formacion en su conjunto, y sin poner un sistema de las inspecciones a los psicotecnicos como es debido, pagando a funcionarios que vayan por la tarde, que es cuando se cometen las barbaridades. Muy bien, eso vale dinero, de acuerdo. ¿Quiere ponerlo el Gobierno o no?
Por ultimo, creo interesante reseñar que el trafico forma parte de la convivencia y de la sociedad, y tambien me parece simplista hablar de la circulacion sin explicar las repercusiones, los costes y los beneficios que una medida concreta tendria sobre el conjunto de la sociedad.
Un saludo
Bueno, señor Arturo de Andrés, parece que nos quitamos de encima al incompetente de Pere Navarro. Porque, ¿cómo se puede ser Director Gral. Tráfico sin ni siquiera saber conducir? Y las ideas peregrinas de esta persona hacían enrojecer a cualquier conductor con dos dedos de frente.
Deseo suerte a la nueva directora, que parece que tiene mucho más curriculum que su antecesor.
BOE de hoy 4 de febrero de 2012:
MINISTERIO DEL INTERIOR
Ceses
Real Decreto 311/2012, de 3 de febrero, por el que se dispone el cese de don Pere Navarro Olivella como Director General de Tráfico.
Nombramientos
Real Decreto 313/2012, de 3 de febrero, por el que se nombra Directora General de Tráfico a doña María Seguí Gómez.
Un saludo, Don Arturo, y siga con este magnífico blog. Le sigo desde los años 60 en la revista Autopista.
Muy buen artículo. No soy un conductor con tropecientos años de experiencia, ni siquiera voy a decir que sea un buen conductor, no tengo la «soltura» (Ni la falta de juicio) que he visto a muchos conductores en la carretera.
He visto locuras sin par, por ambos bandos, desde nuestro lado, el de los conductores, y desde la estúpidez e inoperancia cerebral que demuestran en la DGT y esos «avispados» que eligen dónde, cómo y cuándo se van a colocar señales y demás…
He visto a una auténtica chiflada en un Volkswagen Golf (Debía ser una fanática hitleriana queriendo aprovechar su último día de vida) correr como una desesperada, adelantando sin intermitentes y entrando a la fuerza en el carril derecho, echando (literalmente) al arcén a otros vehículos u obligándoles al frenazo brusco y peligroso para evitar chocar con ella… Y esta chica, peligrosa cual maníaco yankee con un rifle en las inmediaciones de un colegio, tiene carnet de conducir… (Comprado, porque no me cabe en la cabeza que alguien en su sano juicio se lo haya podido dar voluntariamente).
He visto al conductor de un camión hormigonera, hacer lo mismo con varios coches… Entre ellos el mío, cuando se iba a pasar una salida…
He visto a un inoperante que ha cambiado una parada de autobús y ha decidido ponerla justo en la salida de una curva, donde no se ve y que, cuando hay un autobús un poco mal detenido, corta el tráfico de la calle… O cuando los conductores del autobús, estacionan antes de la parada (¿Para mejorar la visibilidad del autobús? No, para tomar el almuerzo en el bar que hay al lado de donde dejan el autobús, antes de llegar a la parada. Para lo cual dejan el autobús justo antes del paso para peatones, quitando así la visibilidad a los mismos y teniendo que «jugársela», para cruzar por un paso en el que teniendo la preferencia, muchos se arriesgan a ser atropellados dado que el autobús impide ver y ser visto.
He visto una señal de salida a unos 5 metros de la salida que anuncia, sin otros avisos previos y que, no solo está mal colocada para avisar de la salida, sino que está situada de forma tal que, cuando vienes de la localidad a la que te lleva la salida, la propia señal te impide la visibilidad del sentido contrario.
Sí, hay que educar a los conductores, enseñarles a conducir, pero también hay que elevar el coeficiente de quienes deciden dónde, cuando y cómo se colocan las señales, porque en muchos casos, no dan el mínimo que sería exigible y, son imbéciles como esos, los que por una señal mal colocada, tapada… También provocan accidentes.
Voltarire lo expresó muy bien:»El sentido común, es el menos común de los sentidos».