Esta semana pasada estuve trabajando en Londres. Si no fuera porque es una ciudad en la que es cada vez más caro vivir quizás deberíamos pensar en mudarnos todos/as allí: la vida cultural es alucinante; quedan un montón de librerías maravillosas; los debates de la BBC son oasis de pausa e inteligencia; hay tropecientos estadios de fútbol y tropecientos museos, para que cada uno pueda disfrutar de lo suyo. Y lo más importante: en los cines no hay películas dobladas y la manzanilla es buenísima.
Aprovechando esta última circunstancia y el hecho de que en nuestro país parece ser que las películas “comerciales” tienen que pasar por el filtro de los multisalas y el doblaje de turno y que para dar con una VO (excepto en Barcelona y en Madrid donde aún hay alguna posibilidad de dar con una copia en condiciones) hay que caminar más que para hacer el camino de Santiago desde Melbourne decidí ir a ver X-Men, primera generación allí.
Cine en el centro (15 libras mediante, un sablazo importante) un pase a las 11 de la mañana de un viernes, sala tranquila, pantalla grande grande, sonido fabuloso.
Reconozco que intenté no ser influido por las magníficas críticas que llegaban desde el otro lado del Atlántico pero también que me fue imposible llegar sin altísimas expectativas hasta mi humilde asiento aquella mañana.
La primera parte de la película, en el campo de concentración con un Magneto aún en formación y Kevin Bacon en plan villano integral me dejó en estado orgásmico-comatoso. Los cómics se prestan a veces al cachondeo y la parodia (como aquella basura llamada X-Men 3 de ese payaso sin nariz roja llamado Brett Rattner) pero cuando uno se lo cree, entra realmente en ese mundo de viñetas y onomatopeyas, las cosas pueden ser muy distintas.
X-Men, primera generación es muy distinta. Muy, muy distinta.
Para empezar se ha contratado al reparto perfecto donde nada se ha dejado al azar: James McAvoy haciendo de Profesor X en versión juvenil es simplemente maravilloso; Jennifer Morrison de Mistique primeriza es también excepcional; Kevin Bacon de malvado en dos tiempos es francamente magnífico.
Y luego está Michael Fassbender.
Fassbender es el mejor actor de su generación, capaz de hacer de soldado romano, de soldado alemán o de soldado estadounidense: de militante del IRA en huelga de hambre o de espartano en las Termopilas; de tipo de clase baja o de burgués; de genio o de idiota; de malo o de bueno.
En X-Men, primera generación crea el mejor Magneto al que los amantes del cine (y del cómic) podíamos aspirar: complejo, atormentado, profundo, noble, vengativo, seductor, elegante, poderoso…
Cuando Fassbender aparece en un bar de La Pampa y se pone a charlar con un par de “locales” es imposible no notar la –inmensa- presencia del señor Fassbender en pantalla. Él eclipsa a todo el que se ponga por delante ya sea parpadeando o moviendo las manos. Es lo que tiene un actor de raza, todo lo que tiene que hacer es respirar y el resto es cuestión de tiempo.
La película tiene ritmazo y clase. Desde las escenas íntimas (esa conversación delante de una gigantesca antena entre el Profesor X y Magneto a cuenta del pasado de éste último) hasta las grandes escenas de acción (Magneto sacando a un submarino del fondo del mar y arrojándolo a la playa o la funesta visita de Sebastian Shaw al complejo del FBI) están resultas con maestría, gusto por el detalle y perfecto tempo narrativo.
El director Matthew Vaughn (el de Kick-Ass) se sale del mapa con esta reinvención de la franquicia y le auguró una vida muy larga y provechosa en la misma. Se la merece por poner tanto empeño en una misión tan difícil.
Resumiendo: vaya película tan cojonuda, tan entretenida, tan trabajada y tan digna. Pague 18 eurazos y los volvería a pagar con una sonrisa en la jeta.
Que gustazo por Dios.
Ya lo he dicho: anden, corran, patinen hasta el cine más cercano (VO si les es posible). Y luego van y lo cascan.
T.G.
Lawrence, Jenniffer Lawrence es la que hace de Mistique… Por lo demás, y después de haber conocido a un gran profesor Xavier en la persona de Patrick Stewart y a un inmenso Magneto encarnado por Ian McKellen, pensaba que esta película iba a ser una ñoñería adolescente destinada a reventar lo bueno de las anteriores… Y aunque tiene sus fallitos (Podría haberse aprovechado más a Rose Byrne, y sobre todo a Oliver Platt; Y Kevin Bacon empieza a tener demasiados gestos y posturitas raras…) realmente se puede ver muy a gusto…
Tiene razón Ayatolah, es Jennifer Lawrence. Dicho queda con mis disculpas. Están ustedes en todo…
A mi me llevaron invitado a la sala, (por suerte en V.O.) y me habían condicionado de primeras con unas buenas críticas con lo que iba ya iba con unas altas espectativas. He de decir que me encanta que me destripen el origen de una saga, por ejemplo me encantaría que hubiera un origen de Terminator (otro más), de Star Wars (otro más) de Matrix (otro más) incluso de Son Goku!
Lo que me encontré fue una peli entretenida. Con un gran reparto pero sin saber explotar todo su potenial, vamos un poco flojo en la dirección, no sé si es porque la película se hizo más rapido que una hamburgesa del McDonald´s o o porque el director no daba para más. Kevin Bacon esta SOBERBIO en su papel (me recordó mucho al hombre sin sombra y eso que hace más de 10 años de aquello) y el personaje de Magneto esta lleno de vida, menudo actorazo. El resto de personajes flojos, especialmente los mutantes «adolescentes» que hacen perder el respeto a la película quitandole seriedad a base de innecesarias cuñas infantiles. La campanilla, Zoë Kravitz, (la hija del cantante) que tía más sosa por Dios, sobra por todos lados. De Alex González (español por cierto y que no dice ni una sola palabra en toda la peli) no sé muy bien que decir, si es que se puede decir algo, es como un jugador de un equipo de futbol que en el minuto 80 lo cambian y es cuando te das cuenta ¿Ah pero que este tío estaba jugando? para ser malo (en la pelicula) el demonio con teletransporte lo barre de la pantalla.
En fin, una pelicula entretenida, muy de hollywood con dialogos breves y dilapidantes, escenas trepidantes y bastante caval para lo que viene siendo habitual en este género. Le doy un 7,8 el ocho es muy optimista y el 7,5 se me queda corto
Volvería solo por volver a ver a Michael Fassbender pidiendo una «Sservessa pourbor»
La he visto este finde; un 6,5, o un 7 raspao. No es la mejor de X-Men.
La crisis de películas bien realizadas, o este caso, rematadas, continúa. En fin, la recomiendo para pasar un buen rato en el cine, buenos efectos y acción fluida, las 2 horas que dura se te pasan rápido, pero la olvidaréis nada mas salir.