Amigos y amigas, feliz Halloween.

No voy a recomendarles pelis para este día porque ya voy tarde y deben estar en ello. Más si están en zonas confinadas (como un servidor) donde lo único que queda es la tele, las malditas plataformas y pajarear por el comedor. Así es, camaradas.

Y ni siquiera voy a protestar, porque quiero creer que es necesario y que es para que podamos ir a mejor, pero no niego que no me importaría irme a un bar a tomarme una cerveza fría. No va a poder ser, pero me gustaría.

Hoy acudo aquí a hablarles de un par de cosas.

La primera es lo último de Sofia Coppola: On the rocks.

La peli de la hija de Francis Ford se ha estrenado directamente en Apple TV y es una auténtica ruina.

Sí, lo siento, ya han visto que he ido al grano y no he querido marearles.

La verdad es que cada vez más, Sofia Coppola me parece un one-hit-wonder (two-hit-wonder si contamos Las vírgenes suicidas, que es una película cojonuda), pero vaya one-hit-wonder: Lost in translation.

Claro, con ese crédito cualquiera le dice algo, porque Lost in translation es una maldita obra maestra, probablemente la mejor película de la carrera de Bill Murray (con permiso de Atrapado en el tiempo) y una maravillosa alegoría sobre la soledad, sensible y divertida y fabulosa.

Pero han pasado 17 años, si no recuerdo mal, no me hagan buscar en google y no ha vuelto a reverdecer laureles. En On the rocks, Coppola cuenta la historia del reencuentro entre un padre y su hija cuando esta última empieza a sospechar que su pareja le engaña. Ella es Rashija Jones y él es el mencionado Bill Murray. El problema es que el hilo de guión es tan fino, que da igual la presunta química que exista entre los protagonistas. Al cabo de veinte minutos empiezan a dar ganas de destruir la tele a cabezazos.

Así que nada. Si quieren arriesgarse, háganlo.

Luego no quiero quejas.

La otra cosa, radicalmente distinta, es la segunda temporada de The mandalorian.

Yo me lo pasé pipa con la primera, con esos aires de western y esa manera de renovar el amor por la saga de Star Wars a través de la figura de un caza-recompensas que recorre la galaxia con un bebé. El célebre Baby Yoda.

Con un tipo tan listo y hábil como Jon Favreau tras las cámaras y un reparto tremendamente resolutivo frente a ellas, la segunda temporada de Mandalorian arranca fortísimo, con un episodio de 50 minutos que incluye todo lo visto hasta ahora, más una alianza improbable con personajes ya conocidos de la saga y un bicharraco gigante en la mejor tradición de La guerra de las galaxias.

Yo me he divertido. Muchísimo. Me ha entretenido enormemente el despliegue visual de la serie y la recomiendo fervientemente a todos/as aquellos/as que deseen escapar un poco del panorama actual yendo a un lugar en el que se está a salvo.

He visto muchas más cosas, pero no puedo recomendarles nada. Todo es una mierda.

Con perdón. Es el problema de que la prioridad sea el volumen y no la calidad.

Abrazos/as y hasta pronto,

T.G.