Sí, es cierto, ha pasado mucho tiempo, demasiado. Ahora podría intentar hacer como el personaje de John Belushi en Granujas a todo ritmo, cuando se reencuentra con su ex-mujer en un túnel e intenta justificarse por haberla dejado plantada en el altar: “hubo un terremoto, una inundación, se me estropeó el coche, un viejo amigo me llamó, tuve que ir al hospital, mi madre tuvo un accidente…”. Como no soy Belushi voy a evitar dar excusas aunque reconozco que tengo una muy buena: “unos funcionarios coreanos me retuvieron durante cuatro días en el aeropuerto porque mi pasaporte parecía falso”.
Confiesen que la excusa en cuestión no está nada mal y además es cierta. Como hace tiempo que no hablamos les voy a contar la historia: un servidor es bastante despistado (esta es la parte en que soy generoso conmigo mismo porque si dijera la verdad la frase sería algo así como “soy un puto desastre”) y el día antes del viaje a Corea con extensión a Japón se dio cuenta de que su pasaporte no aparecía. Dado que no era la primera vez que esto le sucedía decidió que se iría al aeropuerto varias horas antes de que saliera su vuelo, se acercaría a la comisaría y solicitaría un pasaporte. El trámite lleva unos 20 minutos y es relativamente sencillo. Así lo hice, a las 9 de la mañana estaba allí preparado para todo, con mis fotos de carnet y una sonrisa (que siempre ayuda). La funcionaria no estaba de buen humor, su compañero estaba viendo unos videos de la cogida de un torero y le tocaba a ella mi marrón. Así que mientras me metía la bronca y hablaba con su amiga Loli por el móvil (hechos reales) se puso a trastear con la impresora y a darme instrucciones concretas: “no toque nada hasta que yo se lo diga”. El resultado final de tan compleja operación (que consiste en introducir un documento en una máquina para que ésta lo imprima) fue que mi pasaporte resulto ser la victima perfecta de una maquiavélica operación.
Naturalmente yo no noté nada de nada hasta que tomé tierra en Seúl y un amable funcionario me dijo “your passport fake”. Por si no lo había entendido lo repitió, poniendo énfasis en lo de “fake”. Al final me metieron en un cuartito hasta que al cabo de una hora llegaron dos señores con abrigos negros armados con sendas lupas (que parecían haber sacado de la película Top secret) que se pusieron a examinar mi documento con actitud zen. Unos treinta minutos después los dos miembros de la Gestapo coreana llegaron a la conclusión de que aquellas dos líneas borrosas y con números superpuestos en la primera página de mi pasaporte eran simplemente el resultado de un error y no la primera fase de un plan para borrarlos del mapa. Es decir, descartaron la idea de que yo fuera un espía de Corea del Norte y me dejaron entrar en el país.
Después me fui a Japón donde viví lo mismo pero con menos intensidad, a los funcionarios de aquel país les daba vergüenza molestarme demasiado así que fue breve. Me riñeron un poco por pasearme por ahí con un pasaporte falso pero me permitieron entrar en el país.
Ya llego al final, no se apuren.
Cuando traté de volver a Corea tuve un pequeño problema, pero se solucionó en 10 minutos. Sin embargo a la hora de volar de nuevo hacía España fue cuando mi pasaporte ejecutó su venganza perfecta (o quizás la amiga de Loli lo había planeado todo para cuando llegara ese momento). Los coreanos dijeron que no me dejaban salir del país, que tenía que irme a Seúl (yo estaba en Busan). Lo que siguió fue un maremoto de balbuceos, quejas, gestos de incomodidad y… bueno, digamos que en lugar de salir el lunes salí el viernes.
¿Les he convencido?
Bien, déjenme pedirles disculpas por mi ausencia. Me gustaría asegurarles que no se va a volver a repetir pero si casi he conseguido que me arresten en Corea del Sur (bien, de hecho me arrestaron, técnicamente) puedo conseguir cualquier cosa, incluyendo no escribir en este blog durante cinco o seis semanas o un año.
Lo que si les prometo es que este mes les hablaré de muchas películas para recuperar el tiempo perdido: he visto La cosa, Contagio, Eva, Verbo, Mientras duermes, Tintín, Criadas y señoras, Un golpe de altura, Un método peligroso… y no, no he visto la de Almodóvar, aún no me he atrevido. Creo que voy a esperar a que salga en dvd.
¿Quieren ustedes que empiece por alguna de las películas mencionadas o voy a mi aire?.
Les pediría perdón de nuevo pero como estoy seguro de que no me creyeron la primera vez no voy a volver a intentarlo.
Espero que en mi ausencia hayan seguido ustedes haciéndole la vida imposible al señor Moltó.
Abrazos/as,
T.G.