Hola amigos y amigas,
Vaya puta calor. Sí, amigos y amigas. Vaya puta calor.
Nunca he entendido a esa gente a la que le gusta el verano. Ya sé que son las vacaciones y tal (yo creo que no hay mejor época para trabajar que el verano), pero hoy es ya insoportable.
Otoño, invierno, primavera… eso sí que son estaciones serias. ¿Verano? En cuanto manden los míos me lo cargo. Y listos.
Hoy les vengo a hablar de dos cosas:
La primera está en Filmin y se llama The painter and the thief.
Miren, tengo sentimientos contrapuestos con este documental.
Arranca con una pintora a la que roban dos de sus cuadros. Uno de los ladrones es detenido y empieza una extraña (extrañísima) relación con la artista.
El documental es muy potente y tiene unos cuantos giros inesperados, pero diría que lo mejor es el retrato de la obsesión que presenta.
Lo que me pone nervioso es que sean hechos reales (parece que lo son) y que el documentalista estuviera justo ahí cuando todo se desencadena. Me parece demasiada suerte y no creo demasiado en la suerte cuando se trata de cosas como estas.
También hay una extraña relación con la cámara.
Me explico: si uno no es actor, o no está familiarizado con las cámaras y el equipo de grabación, tendrá una tendencia natural a distraerse, a mirar a ese equipo, a actuar de un modo poco orgánico. Sin embargo, esto no pasa ni una sola vez a lo largo de The painter & the thief. Hay momentos (emocionantes) en los que uno cree que está viendo a actores y algunas trampas narrativas bastante llamativas.
A mí todo eso me despista, me distrae y me inquieta.
Me gustaría saber sus impresiones.
La otra cosa, que me ha gustado bastante (sin matices) se estrena a mediados de agosto en HBO y se llama Territorio lovecraft. Para especificar: el 17 de agosto.
Es adaptación de un bestseller sobre un chaval afroamericano que trata de encontrar a su padre en una Nueva Inglaterra plagada de extraños monstruos.
Está producida por -nada más y nada menos- que Jordan Peele y JJ Abrams y se nota porque no se ha ahorrado en nada.
Reparto cojonudo sin estrellones pero con rostros muy sólidos, un guion bien armado, un tono curioso que mezcla las tensiones raciales de los años 50 en Estados Unidos (no es que ahora no las hayas, Dios me libre, pero en aquellos tiempos la segregación era legal) y una colección de bichos tremendamente efectiva.
He visto cinco episodios y si no me equivoco hay diez. Esos cinco son potentísimos.
Me gusta que hayan sido ambiciosos (bastante más que en la novela, que me dejó algo frío) y que dos temas aparentemente tan antagónicos como el racismo y la monster-movie de toda la vida, casen tan bien en pantalla. Encima, es muy entretenida y no se entretiene en obviedades, ni discursos facilones.
En definitiva, me ha parecido un gustazo.
Hablaremos de ello cuando se estrene.
De momento, pueden hacer deberes con el documental.
Y no lo olviden: muerte al verano.
Abrazos/as,
T.G.
¡Muerte la verano!
Muerte al verano!
¡Muerte al verano