Queridos amigos y amigas,
¿Qué tal va este inicio de fiestas? ¿Son ustedes muy felices?
Más les vale. Ya saben que no ser felices es casi un delito en esta bonita sociedad que tenemos montada.
Yo fui feliz ayer (un rato).
En 1991 fui al cine Iluro (en mi pueblo, Mataró) con mi primera novia. Le di el primer beso a mi primera novia viendo una película llamada Terminator 2. Seguro que comprenden ustedes el cariño inmenso que le tengo a ese filme, aunque después Arantxa me rompiera el corazón. Por cierto, Arantxa me dejo pidiéndole a una amiga suya que me dijera por el telefonillo “Arantxa dice que no quiere verte más”.
Estimada Arantxa: espero que te hayan dejado al menos 40 veces por whatsapp.
Pero no he venido aquí a hablarles de Arantxa (espero que estés bien, Arantxa, fea y amargada, pero bien), sino de Terminator 2.
Yo soy de esos que en 1984 se quedó con la boca abierta al ver Terminator. Una película de un tipo llamado James Cameron, hecha con cuatro chavos, en la que un robot llegado del futuro y enviado por una inteligencia artificial que (con buen criterio) había iniciado una guerra sin cuartel con la raza humana, tenía que matar a la madre del que más adelante sería el líder de la resistencia.
La película se convirtió inmediatamente en una obra de culto y todos se volvieron locos por fichar a James Cameron. El muy cabrón dirigiría después una obra maestra llamada Aliens y una película que a mí me encanta pero que no deja de ser fallida: Abyss.
Pero fue en 1991 cuando dio el campanazo en taquilla con la secuela de Terminator. La secuela tenía a uno de los mejores villanos de la historia del cine (el glorioso T-1000 de Robert Patrick), a una de las mejores heroínas (la gloriosa Sarah Connor de Linda Hamilton) y unos efectos especiales que aún a día de hoy, cuarto de siglo después, siguen siendo impresionantes.
No sabría decirles cuántas veces he visto T-2, pero sí sé decirles que la he disfrutado igual que un gorrino disfrutaría un estanque de barro.
Pues resulta que ayer la reestrenaron, en 4K y 3D. Fui al cine, solo, sin palomitas, sin refresco, con las gafas necesarias.
Me acordé de Arantxa (espero que estés leyendo esto desde una cárcel turca), de mi yo de hace 26 años y –sobre todo- de por qué me gusta tanto el cine.
Un día, uno de esos trolls que corren por la red y que tuvo la desgracia de caer aquí, me reprochaba que siempre hablaba de cine americano. Pues qué puedo decirte, pequeño troll, yo crecí con Los goonies, Los cazafantasmas, El imperio contraataca, El hombre que mató a Liberty Balance, Los siete magníficos o Granujas a todo ritmo.
Me sentaba con mi padre a ver películas del Oeste e iba al cine a ver lo que ponían, que normalmente eran películas de kung-fu, de gladiadores o del oeste.
Así que sí, el cine estadounidense tiene un peso específico muy gordo en mi vida, y me la sopla que eso moleste a alguien.
(Mi director favorito es un señor llamado François Truffaut, pero no se lo digan a nadie)
Concluyendo: vayan y vean T2, se lo van a pasar pipa.
En serio.
Abrazos/as,
T.G.
P.D.: Aranxa, si lees esto que sepas que no te guardo rencor pero ojalá que un día en el bosque caigas en un nido de hormigas carnívoras.
Cada día más seguidor de usted/usteda
¿Es mas fuerte que tú?
– Si.
Ojalá nuestros corazones estuvieran hechos de metal líquido.
Dice Arantxa que Terminator, a ella, ni fú ni fá.
Hola, soy Arantxa,
Por mucho que lo niegues, eres un rencoroso. Cómo no voy a recurrir a mi amiga para dejarte, si das miedo…
Yo tampoco te he olvidado, te dejé porque no soportaba ni Terminator2 ni el resto de bodrios que veías; se me atragantaban las palomitas cuando íbamos al cine.
¿Trufó no es un cocinero con estrella Michelin?
Hola, soy la nueva pareja de Arantxa. Me llamo Gregorio. Arantxa es muy rígida y tajante para unas cuantas cosas, para todo lo demás, es un cielo, alguna vez se ha referido a tí, pero siempre de manera cariñosa, aunque con el tiempo he logrado averiguar algo de tí y de otros ex. Te cuento con lo que es super estricta, por si te da una pista de por qué cortó contigo.
– La gotita del pis. Al parecer, siempre dejabas unas gotitas en la taza. Nos pasa a muchos, pero claro, solemos tener cuidado, porque ellas por o general, hacen todo sentado, y encontrarse la gotita en su jamón, no le molaba mucho.
– El champú. Que siempre lo dejas abierto, y tenías la manía de rellenarlo de agua para que durase más. Es mejor comprar otro bote, que es champú, no Champán, pero le gustaba tu mentalidad ahorradora.
– Al lavarte los dientes. Por lo que parecía, te lavas – o lavabas los dientes, qué sé yo- como con mucha fuerza e intensidad, y con un derroche de pasta, que no hace falta tanta, debía ser algo opuesto a lo del champú: la pasta dentífrica la derrochabas, pero el problema no era con el abuso de pasta sino que al desprenderte de ella, enjuagándote la boca, dejabas siempre todo lleno de escupitajos y pasta de dientes adherida al lavabo, que cuando se seca es un tormento.
– Comidas flatulentas. Las más ricas. A Arantxa también le gustan mucho. No es una princesa, pero al parecer llevaba muy mal que, en la cama, cuando tenías un escape, agitases las sábanas para comprobar a qué olía. Que te rieses no lo convertía en broma, para ella, y tampoco compraba tu razonamiento de que tus aires «calefactaban gratis».
– La ropa interior. Eso ya no me meto. Es parte de cada uno, pero tú debías de ver gracioso el perseguir a Arantxa con tu ropa interior cuando ésta presentaba un tarzanete. Ella salía gritando en dirección opuesta y eso te hacía mucha gracia; creo que a ella, le hacía algo menos de gracia.
Y bueno, tiene buen recuerdo de ti, pero había otra persona esperando, me alegra haber sido yo.
Paz.
@4 Arantxa: no me parece bien que me mandes primero a dejar el mensaje y luego dejes tú uno directamente, la próxima vez llamas a Isabel Coixet a que te lleve el recado.
Y no dice nada de Arnold? esta claro que no sera un actor de culto, pero sus peliculas miticas, como las de Stallone, siguen siendo entretenidas de ver y aguantan el paso del tiempo.
Sr. Cuatroruedas, se que tiene Vd. a bien leer los comentarios. En casa leemos sus recomendaciones y aunque parezca muy extraño mi pareja (que no es Arantxa) colecciona los tickets de todas las películas que ve en cine. Es raro, lo sé. Pero cuando se habla de una película de cine en casa, siempre aparece una libreta escolar donde esta pegada la entrada correspondiente, con la fecha, el cine donde la vió, su opinión y siempre recuerda con quien fue al cine ese día. Pa flipar.
Yo por mi parte que de cine no tengo ni puñetera idea me hago el loco cuando me comenta lo buena que es tal película que ha visto. Luego me busco la vida y compro en DVD o Blue-ray la película y se la regalo. Es un hermoso juego.
Como vivo en la aldea y gracias a un grupo de amiguetes que me regaló un proyector, tengo un pequeño cine en mi bodega, Men´s Cave que dicen los sajones.
Este fin de semana y gracias a la suscripción de Netflix (lamento la publicidad) y a la tremenda borrasca Ana le dí una sorpresa y junté un grupo de amigos para ver en formato ¿70 mm? Los odiosos 8 de Tarantino. Había leído su crítica y quise hacer algo especial. Tras ajustar el cacharro, el equipo de sonido que he ido comprando de 2ª mano y tener todo en condiciones que es como programar un vuelo en el transbordador espacial, pues…
Lo siento pero la decepción fue enorme, menos mal que con queso, jamón y un poco de humor lo fuimos llevando.
Con toda la complejidad que supongo es hacer una peli como esa. ¿En que estaban pensando cuando la montaron?. Particularmente intente centrarme en la ambientación, los detalles del decorado etc. La pelí en si, como si la firmara Almodovar en un día peor que malo.
El 70 mm solo me sirvió durante ¿10 minutos?. Supongo que Tarantino tiene toneladas de metraje de ese proyecto sin usar para hacer un película increíble.
Eso sí, como le quiero bien tras ver que Groucho sigue con Vd. Me anoto la propuesta de Terminator 2 en 3D. Esa seguro que no me falla.
Cuando se rompa el proyector y haciendo una colecta me compro uno 3D (si existe en doméstico) y compro la de Terminator
Un beso navideño.
P.D Abyss está en casa guardada como oro en paño.