Tengo tantos asuntos pendientes con ustedes/as que no sé por dónde empezar.
Primero: yo fui uno de los que sufrí el motín de los controladores aéreos, eses seres humanos (mi madre siempre dice que hay que ser generoso con los idiotas) que decidieron que como no estaban conformes con sus condiciones laborales lo mejor sería joderles la vida a un montón de personas que no tienen ninguna culpa de ello y que –a lo mejor- hasta les habrían apoyado en una protesta formal.
Sin embargo, estos señores, que cobran –de media- 187 euros la hora de trabajo (por 90 de sus homólogos europeos) decidieron que era mejor reventarlo todo, así, en plan anarco-fascista, que dirían los de mi barrio.
Lo mejor (o lo peor) del caso es que ahora tengo que oír (ya me perdonarán que personalice) a mercachifles de medio pelo decir que bueno, que ya se sabe, que son cosas que pasan, que la culpa es del gobierno, que ellos no son malos sino que les han dibujado así (como si estuviéramos hablando de Jessica Rabit).
Lo último ha sido una bloguera, presunta controladora, que –directamente- nos echa la culpa de que la pobre no pueda ver a su madre. Te voy a dar un consejo amiga: dedícate menos a decir bobadas y memeces en tu misero blog y cuida más a la parentela.
Para que no se diga que no soy imparcial: lamento mucho que ese bendito y maltratado colectivo de mártires (si San Agustín levantara la cabeza) ahora en lugar de ganar 8000 euros al mes ganen 6000. Y si esto es demagogia que me digan que ha sido lo del viernes y del sábado cuando por no volar no volaron ni los aviones médicos que transportan órganos para trasplantes.
Dicho esto: yo no me iba de vacaciones y no pague de mi bolsillo los billetes con lo que a mi plim… a la pareja con un bebé de 18 meses enfermo y que me precedían en la cola del avión que nunca salió solo puedo decirles que así somos en este país: siempre nos han importado un pito nuestros semejantes.
Mi única esperanza es que como dice el personaje de Kurt Russell en La Cosa: “aún hay humanos entre nosotros, si todos fuerais esa cosa ya me habríais atacado”.
Ya tengo claro quienes son la cosa, ahora me queda saber quienes son los humanos.
Y ahora, después de este cierre contundente que igual optó por ponerme en mi lápida (aunque yo no estaré enterrado allí porque pienso hacer que me incineren y me arrojen en alguna torre de control, a ver si intoxico a alguno/a con mis cenizas venenosas) paso a hablarles de dos cosillas más.
Primera: como no viaje recuperé una película que algunos amigos me habían recomendado y que me resistía a ver. Su título es Bon Appetit y está protagonizada por Unax Ugalde. La película no es española, o al menos no del todo, de hecho está rodada en Suiza, Alemania y Bilbao y en inglés, y supongo que por eso –aquí vuelvo a ser demagógico, o quizás pragmático, chi lo sa?- disfrute de ella con sumo placer.
Es una película amarga, ciertamente, pero se esconde en ella esa clase de lección que hemos oído mil veces y que nos negamos a creer, seguramente porque es verdad. Trata de un chavalote que después de decidir que su vida no es su vida y que a lo mejor si se aleja de lo que conoce recupera la cordura decide irse a currar a un restaurante de Zurich gestionado por un legendario cocinero.
Allí conoce a una chica y patapam.
Bon appetit es tan condensada y jugosa como un filete, a la que uno la muerde le vienen a la cabeza todos las buenas comidas que se ha pegado en su vida. Precisamente porque es sencilla y casera nunca te hace bola ni se convierte en chicle, se mastica y se digiere con cara de sorpresa. Cuatro duros, cuatro actores: una gran película de confines diminutos.
No me pondré profundo ni nada de eso, pero déjenme decirles que harían mal perdiéndose esta pequeña tapa (por seguir culinarios) de sentimientos encontrados, de querer sin saber por qué, de amar sin ser correspondido. Si uno es capaz de meter todo eso en noventa minutos de cine y el resultado es tan sumamente modesto y al mismo tiempo tan sincero y honesto, no cabe duda de que sabe un poco de la vida y mucho de muchas otras cosas.
Aún queda vida inteligente ahí fuera amigos/as.
La última cosa que voy a comentarles es el asunto del doblaje. Resulta que uno de los planes del ministerio de cultura es darle un empujón a la versión original… bueno, pues ya han saltado a quejarse los de siempre, de que con el buen doblaje que hay aquí, de que la industria, de que blablabla.
¿Aún estamos con esas? Por el amor de Dios, ya estamos en el s.XXI, ¿no podíamos simplemente apreciar integralmente las interpretaciones de los grandes actores y actrices que llegan desde parajes que no son España?
Ya me perdonarán, pero cada vez que oigo hablar a Clint Eastwood (que parece que se ha bebido su propia gola y va a hacer lo propio con las cuerdas vocales) y después lo comparo con Constantino Romero me da la risa. La voz de Eastwood es un actor en sí mismo, un termómetro de su edad, de su madurez, de su crepúsculo. Cuando le oyes sabes que está más cerca del final que del principio.
¿De verdad hay alguien que no se emociona con la voz del jinete pálido y que prefiere verle travestido?
Debe ser eso que siempre repito, cada vez con más convicción: me estoy haciendo viejo. O igual ya nací así.
Abrazos/as,
T.G.
Sólo una reflexión a propósito del doblaje. A mi me encanta la versión original y soy capaz de seguirla en inglés sin dificultad y en francés con muchas dificultades pero lo de los subtítulos no tiene nombre. Si no me cree, haga la prueba. Tome su mejor fotografía, aquella de la que esté orgullosísimo y, una vez retocada y lista en el ordenador, intente plantarle 163 carácteres en dos líneas, en blanco con reborde negro, en algún lugar del tercio inferior del cuadro sin destrozarla. Si es capaz, hagamos una campaña para que le contraten las distribuidoras. Por favor.
En serio, valoro muchísimo el trabajo de los actores y actrices pero… ¿no sería posible optar por algún tipo de subtitulado electrónico que no trepane los encuadres que un equipo prepara a veces durante horas?
Saludos
Jaime
Lo que te tenían que hacer es modificar las condiciones laborales por cojones, aumentarte la jornada laboral un 30%, bajarte el sueldo un 40% pero claro, a lo mejor ya te lo han hecho y no has protestado.
@2,
Juan Ignacio,
Hay formas de protestar. Una de ellas es una huelga. Huelga legal. Avisando. Con servicios mínimos si llega el caso.
Otra cosa es esto. Tener a toda una nación presa de un colectivo reducido y elitista.
Así, que sin entrar al trapo de quien tiene razón en este caso, a servidor, como usuario de vuelos más de 100 veces al año, de media, le gustaría ver a algún controlador o agitador de los mismos colgado de los cojones en mitad del Hall de Barajas o El Prat. Sin acritud.
@2
juan ignacio, también sin acritud, las condiciones laborales iniciales sobre las que ha habido «modificación» ya eran per se bastante buenas si se comparan con las que tenemos los ciudadanos de a pie.
La avaricia rompe el saco: hace años que deberían haber forzado la entrada de más personal para cubrir sus horas de trabajo, no haber pactado cubrir ese déficit con horas extras a precio de oro y haber hecho prevalecer su monopolio.
Lo que les ha hecho el (des)Gobierno con los últimos decretos para normalizar su sitación es cierto que es una aberración, no solo para su colectivo sino para todos los trabajadores de este país, pero su espantada además de crear una situación nacional grave la final les ha dejado en su sitio: si uno cree que hace lo correcto lo mantiene hasta las últimas consecuencias, no abandona su puesto de trabajo y luego vuelve con el rabo entre las piernas. Si no quieren perder su trabajo será que no está tan mal, ¿no?
Alguno de ustedes cobra 187 € la hora?
Yo por ese sueldo le cortaria la cabeza a quien se me pusiera por delante.Pero claro se me olvidaba que soy un puto parado que cobra 400 € al mes y no le importo a nadie.Soy un cero a la izquierda y solo estorbo.
En mi humilde opinion,a este grupito de mafiosillos debieran darle pasaporte,y a la mierda,y otro monton de controladores a la palestra.Que vision puede tener el mundo de nosotros.A ratos siento verguenza de ser español.
A mí los controladores tampoco me hacen gracia, pero este foro es para hablar de cine, ¿no?
Ayer vi Scott Pilgrim vs The World (en VO) y me pareció un peliculón. Tiene sus fallos (sobre todo de ritmo) pero para alguien nacido a principios de los 80 es gloria bendita. Por cierto, estuve dispuesto a verla en cine a precio completo (incluso tragándome el doblaje, que no es bueno) pero en mi ciudad decidieron no estrenarla. Una pena, seguramente caerá en DVD o BD más adelante.
Gracias por la recomendación, junto con Kick-ass esta película ha hecho mi 2010.
Kick Ass es un peliculón. Scott Pillgrim a mi me gustó mucho. Creo que hace algo de exceso con los guiños ochenteros, y se lo dice uno cosecha del 80, pero en todo caso es simpática y divertida. La música es molona y los efectos entretenidos.
Yo soy ávido consumidor de cine y teleseries en VO. Me cuesta mucho verlas dobladas, y no es porque los dobladores lo hagan mal. Muchos matices se pierden cuando uno habla encima de alguien que está actuando, y además cambia el idioma. Cuando un actor está realmente en trance, su voz forma parte de su actuación, y replicarla implica siempre una pérdida de fidelidad, por bien que se haga.
Yo me di cuenta de esto con el primer DVD que cayó en mis manos: Gladiator. Recuerdo haber visto la película en el cine, y tiempo después ponerla en casa. El vozarrón que le sale a Russel Crowe cuando amenaza de muerte a Joaquin Phoenix me puso los pelos de puntitas. Nada que ver con la voz de pajarillo acomplejado que tiene en la misma escena doblada. Vamos, que en la escena doblada yo me hubiera descojonao del gladiador y lo hubiera mandado a galeras, y en la original, le habría dado las gracias por no matarme.
Por no hablar de teleseries que tratan de temas minoritarios, o retratan personajes que a penas tienen repercusión en España. Doblar IT Crowd o Big Bang Theory es cargarse la mitad de la gracia.
J.
En algunos casos me ha pasado lo contrario. No me puedo tomar en serio a Humphrey Bogart en su voz original, tan ridículamente nasal.
Por otra parte, la mitad de los chistes no los entenderíamos. Es como cuando un danés ve a Guille de «Los Serrano», diciendo «cuñaaaaaaooo».
Ya me dirás si entenderá a cuenta de qué viene.
No creo que a los daneses les importe mucho «Los Serrano» Emprendeitor, y la voz de Bogart pues qué quiere que le diga, es la voz de Bogart. Cuando escucho la voz de Daniel Day Lewis en «There will be blood» se me retuerce el alma, lo mismo que a Jeff Bridges en «El gran Lebowsky», y no digo nada del inmenso Sam Elliott en la misma peli.