Hola chavales/as,
Espero que hayan sido buenos/as esta semana, aunque lo cierto es que me importa un pito su comportamiento (ya saben, lo digo por aquello de respetar los convencionalismos, “¿qué tal estás?”, “¿cómo te va?” y todo eso), sólo espero que tengan ustedes dinero en el banco y mucha salud, lo demás es cosa suya. Por supuesto también me importa su salud cinematográfica que sospecho que es el equivalente fílmico a comerse una chapata de tortilla en el AVE.
No sé si habrán ido a ver Buried, pero si aún no han visitado la sala oscura para esa experiencia deberían hacerlo inmediatamente, siento repetirme pero la película es estupendísima, así que no sean lerdos/as y vayan a verla.
Ya de paso les recomiendo el maravilloso documental de Banksy llamado Exit through the gift shop, una auténtica delicia, hecha con cuatro duros y muy mala baba. Ya, ya sé que se la pueden bajar, pero hagan el favor de ir al cine de cuando en cuando, coño.
Hoy, obviamente, toca hablar de La red social, la última obra maestra de David Fincher (sí, empiezo muy fuerte pero es que no es para menos) y que demuestra que este realizador es de lo mejor (sino lo mejor) que hay ahora mismo trabajando bajo el yugo de los grandes estudios. Un tipo inteligente, independiente, visualmente brillante, grandísimo director de actores, una bestia en la composición de planos y un hombre comprometido con el séptimo arte de la misma manera que John Ford lo estaba en contar historias o Howard Hawks de repetirnos lo bonito que es jugar en equipo o John Sturgess de hacernos pasar algunos de los mejores momentos de nuestras vidas (y el que lo niegue que se ponga La gran evasión y me diga que película de aventuras le llega a la suela del zapato).
Lo confieso, Fincher me pierde. He repasado recientemente su director’s cut de Alien 3 y me he quedado con la boca abierta. Teniendo en cuenta lo que le dieron y lo que consiguió con ello la considero una peli notable.
Seven es simplemente impresionante, no hay filme de género más influyente en las dos últimas décadas: morboso, implacable, cortante, rocoso… pero aún así comercial.
The game es otro ejemplo de la cantidad de cine que ha tragado este hombre: que thriller más clásico, que factura impecable que gasta el cabronazo… con perdón. Y encima con Michael Douglas, uno de los actores más infravalorados de la historia.
El club de la lucha es –simplemente- una obra maestra. Una película que define a la generación del caos, los primeros que han mamado el calentamiento global y la era Microsoft. Desde sus títulos de crédito es imposible no pensar que asistimos a los álbores de una nueva manera de entender el cine donde la suma de todos los factores no es igual al producto. Norton, Pitt, los Dust Brothers, Pixies sonando mientras el imperio financiero se derrumba. Grande, grande, grandes, señores/as.
Me saltaré The panic room porque no me gusta, creo que había bebido o algo porque sino no lo entiendo… sí, definitivamente habría bebido, no cabe duda.
Pero luego viene Zodiac. La primera película de la historia sobre un asesino en serie donde no hay asesino en serie, donde no es sólo que no cojan al asesino en cuestión sino que no tienen ni la más pajarolera idea de si el sospechoso es culpable o no. Un filme sobre las patadas que te da el tiempo en el culo, sobre la decadencia, sobre la obsesión. Una peli más humana que muchos humanos.
Fabulosa.
Y para rematar el pack una película tan sumamente deliciosa que cada vez que hablo con alguien a quien no le ha gustado (y estoy seguro que algunos/as de ustedes/as pertenecen a ese colectivo de aguafiestas) pienso que deberían parar el mundo para que me bajara. Hay tanta belleza en El caso de Benjamin Button que resulta difícil no emocionarse ante la mano de un hombre capaz de sugerir con tanta sabiduría lo frágiles que somos y lo fácil que resulta quebrarnos. Benjamin Button contiene, además, uno de los episodios más apasionantemente profundos de la historia del cine: la historia de amor entre el protagonista y la condesa en el palacio de invierno. Un cúmulo de instantes, de detalles, de sutileza, de reflejos diminutos que nos recuerdan que hay alma en la obra de Fincher a pesar de lo calculado de su cine.
Y llegados aquí: La red social.
Les propongo un trato, bueno, no les propongo nada: procedo y punto. Vayan ustedes/as a ver la película y luego hablamos.
Pistas: el guión de Aaron Sorkin es descomunal. El reparto es fabuloso, incluyendo a un excelente Justin Timberlake. La música de Trent Reznor es brutal. La primera escena (apenas seis minutos) es una muestra de lo que pasa cuando colisionan dos talentos del tamaño de Sorkin y Fincher.
La semana que viene prometo hacer una disección completa del filme, pero ahora es su turno de mojarse las patitas.
Buen fin de semana señores/as, no me decepcionen.
T.G.