Amigas y amigos,
Ya no sé si hace frío, calor o las dos cosas al unísono.
Ahora en Barcelona hay niebla. Niebla.
No sé qué más me queda por ver. Una obra maestra de Isabel Coixet?
Bueno, hoy llego con dos noticias: una buena y otra mala.
Voy a empezar por la mala, porque siempre he tenido la impresión de que es mejor acabar con buen sabor de boca que al revés.
La mala es que se ha estrenado una serie llamada Ripley. Sé que quizás en algún momento dije algo bueno de ella, pero eso es porque aún no había podido verla entera. Seguramente, vi el primer capítulo o los dos primeros (vete tú a saber) y me dejé llevar por el entusiasmo. O quizás había bebido y no medí mis palabras. Vete a saber.
La cuestión es que ahora ya la he podido ver (casi) entera y me arrepiento de cualquier cosa buena que haya podido haber dicho de la serie en cuestión, porque Ripley es una basura.
La serie adapta la novela El talento de mr.Ripley, un personaje que vimos hace ya mucho en los zapatos de Alain Delon y algo menos en los Matt Damon, ambos ejecutando un magnífico trabajo. Esta vez al señor Ripley le interpreta Andrew Scottt, un actor magnífico, capaz de ser un cura cachondo o el doctor Moriarty, que aquí se ve incapaz de frenar la terrible cuesta abajo en que se convierte su serie.
Me explico: El talento de mr. Ripley explica la historia de un timador de baja intensidad llamado Tom Ripley al que unos ricachones contratan para que convenza a su hijo (que se ha largado a Italia y se está gastando la pasta de la familia en vivir como un rey) de que vuelva a casa. Tienes que creerte esa situación para seguir en la serie. Yo me la creí o decidí creérmela para poder seguir viendo la serie, porque me daba la impresión de que sabrían manejar la hipótesis.
El quid de la cuestión es que para que Ripley logré introducirse en el exclusivísimo círculo de Dickie (el niño rico que está viviendo como un marajá en Nápoles), debe seducir de algún modo a éste. Es básico: el tipo tiene que creer que Ripley es ub tipo interesante y que vale la pena darle acceso a su vida. Lo que pasa en realidad es que los dos se caen como el culo desde el principio, o eso parece si uno atiende a la (nula) química que tienen los actores que los interpretan.
Obviamente, todo se estrella en cuestión de minutos y aquello se convierte en un despiporre fílmico rodado en innecesario blanco y negro y con una cantidad de diálogos tan absurdos que no perder los nervios mirando la serie se convierte en un auténtico milagro. De hecho, estuve a punto en varias ocasiones de romper la pantalla a cabezazos.
Hasta aquí Ripley, insoportable catástrofe audiovisual cuya tortura se extiende a lo largo y ancho de ocho episodios.
La buena noticia se llama Sugar y la pueden gozar en esa plataforma que nadie tiene llamada Apple tv. Cuenta la historia de un detective privado que busca a una mujer desaparecida en Los Ángeles. Al detective lo interpreta Colin Farrell y de momento tienen dos maravillos episodios disponibles que les aconsejo visionen a la mayor brevedad. Serie seria donde las haya, voz en off que funciona, reparto excelente y la sensación de estar viendo algo en lo que personas con talento han dedicado muchísimo esfuerzo.
Veremos si resiste, pero de momento me lo estoy pasando muy bien con ella.
Qué más se puede pedir?
Abrazos,
TGR
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